Santoral del 22 de Abril



Santos Sotero y Cayo, Papas y Mártires
• Sotero, Santo XII Papa
• San Teodoro de Sikión
Santa SENORINA.
Beato FRANCISCO VENIMBENI DE FABRIANO.
• Agapito I, Santo LVII Papa
• Cayo, Santo XXVIII Papa
• Otros Santos y Beatos Completando el santoral de este día
Santa María Virgen, Madre de la Compañía de Jesús.
Santos: Miles, Acepsimas, Bicor, León, obispos; ; Aitala, Parmenio, Elimenas, Crisótelo, presbíteros; Daniel, Alejandro, Leónides, mártires; Apeles, Lucas, Mucio, Teodoro, Rufino, Julián, confesores; Raúl, abad; Senorina, abadesa.San Agapito I, San Epipodo, Mártir-

SANTOS SOTERO y CAYO, Papas y Mártires
Las aflicciones tan breves y tan ligeras
de la vida presente nos producen
el eterno peso de una sublime
e incomparable gloria.
(2 Corintios, 4, 17).

San Sotero, Papa, gobernó la Iglesia durante tres años y algunos meses, bajo el reinado del emperador Marco Aurelio. Después de haber dictado sabias leyes y dado grandes ejemplos de virtud, magnánima mente padeció el martirio.
San Cayo, pariente próximo del emperador Dio c1eciano, fue también Sumo Pontífice. Se vio obliga do, para evitar la persecución, a ocultarse en las cata cumbas. Después de doce años de pontificado, recibió la corona del martirio, junto con su hermano Gabino, en el año de Jesucristo, 296.

MEDITACIÓN SOBRE LA RECOMPENSA DE
NUESTROS TRABAJOS


I. Lo que al presente sufrimos es poca cosa en comparación con la recompensa que nos espera. Por tanto, no debemos inquietarnos por los males que nos acaecen. Si comparamos nuestra vida de un momento con la eternidad que la sigue, y que será su premio, nuestras pruebas nos parecerán poca cosa. Todo lo que acaba es corto. (San Agustín).

II. La recompensa que nos ha sido preparada en el cielo es eterna en duración e infinita en grandeza. ¿Por qué amamos tan ardientemente esta vida, que nos mantiene alejados de una tan completa felicidad? ¿Por qué no buscamos aquello por lo cual adquirimos una felicidad eterna? ¡Que Dios sea el único objeto de nuestros deseos. Él a quien veremos sin fin, a quien amaremos sin disgusto, a quien alabaremos sin fatiga! (San Agustín).

III. La sola esperanza de poseer a Dios debe ya hacernos dichosos y ponernos contentos desde esta vida. Esta esperanza es la que da a los mártires la fuerza para soportar terribles tormentos, a los penitentes endulza sus lágrimas y austeridades. Contempla, pues, a menudo el cielo, y en viéndolo, di: ¡He ahí el trono que me prepara Dios! Todo pasa, sólo la eternidad perdura. Pasaron nuestros hermanos, pasamos también nosotros y nuestros descendientes nos seguirán. (San Euquerio).

La paciencia
Orad por los que sufren.

ORACIÓN
Pastor eterno, considerad con benevolencia a vuestro rebaño, y guardadlo con protección constante por vuestros bienaventurados mártires y Soberanos Pontífices Sotero y Cayo, a quienes constituisteis pastores de toda la Iglesia. Por J. C. N. S.


http://www.aciprensa.com/podcast/santo/abril22cayoysotero.mp3






Martirologio Romano: En Roma, san Sotero, papa, del que san Dionisio de Corinto alaba su egregia caridad hacia los hermanos y a los extranjeros necesitados y oprimidos por la necesidad o condenados a las minas.

Nació en Fondi, Campania, Italia. Sucedió a san Aniceto. Se opuso al rigorismo de Montano, quién secundado por Maximila y Priscila, propagó una herejía pseudoangélica. Suponiendo cercano el fin del mundo, había que exigir a todos una sublimidad irreal: renunciar obligadamente al matrimonio, buscar el martirio y cuidar de no caer en pecado grave (homicidio, adulterio o apostasía), porque según Montano la Iglesia carecía de facultad para perdonarlos. Sotero habló del perdón inagotable, reafirmando el optimismo cristiano en el que la perfección no excluye la cordura.

Durante su pontificado la Pascua fue definida como festividad anual que se debía celebrar en el Domingo siguiente al catorceavo día del mes hebraico de Nissan. Se dice que confirmó el matrimonio como sacramento de la Iglesia, que debía ser bendecido por los obispos o los presbíteros. Eusebio dice que "como padre que ama tiernamente a los suyos" proporcionó "socorro abundante a los santos" de la Iglesia de Corinto: pues el obispo san Dionisio de Corinto le escribió una carta de agradecimiento por la considerable ayuda que la Iglesia de Roma había prestado a la de Corinto en graves momentos de persecución, y por ello no podían atender al ministerio de la caridad, con la viudas, huérfanos y los que trabajaban en las minas.Tuvo que sufrir a persecución de Marco Aurelio, y ver como los suyos eran deportados a la isla de Cerdeña. No murió mártir. Su culto universal ha sido suprimido en 1960.
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Martirologio Romano: En Roma, en el cementerio de Calixto, en la vía Apia, sepultura de san Cayo, papa, que, escapando de la persecución del emperador Diocleciano, murió como confesor de la fe.

Según la “Pasión de Santa Susana” nació en Salona, Dalmacia, pariente (probablemente sobrino) de Diocleciano. Otro parentesco, muy distinto, lo relaciona con santa Susana, de la que era tío por parte de padre. Al morir san Eutiquiano, papa, en 283, se le llamó para que ocupara la sede de Pedro.
No se sabe mucho sobre su actividad de estos años, ya que fueron momentos de paz, los primeros años; parece que fue quien determinó la graduación de las órdenes sagradas, desde el ostiario hasta el episcopado: para acceder al episcopado había que ser presbítero, a cuya ordenación se llegaba a través de las órdenes menores y el diaconado.

Aunque es considerado como mártir, se sabe que no sufrió martirio, ya que no vivió durante la gran persecución de Diocleciano iniciada ya en el 300, aunque vio morir a san Sebastián; pero el dolor que sufrió al ver la persecución que se acercaba es lo que le hace considerarlo mártir. Se dice que fue torturado por los soldados de Diocleciano, pero no se tiene constancia del hecho, aunque se sabe que tuvo que refugiarse en las catacumbas de San Calixto. Todos los datos que se tienen de él son unos fragmentos de su epitafio, lo demás es leyenda. Su culto universal fue suprimido en 1969.
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Martirologio Romano: En Constantinopla, nacimiento para el cielo de san Agapito I, papa, que trabajó enérgicamente para que los obispos fuesen elegidos libremente por el clero de la ciudad y se respetase la dignidad de la Iglesia. Enviado a Constantinopla por Teodorico, rey de los ostrogodos, ante el emperador Justiniano confesó la fe ortodoxa, ordenó a Menas como obispo de aquella ciudad y descansó en paz.

Nació en Roma en el seno de una familia aristocrática; era hijo del sacerdote Giordano rector de la Iglesia de los Santos Juan y Pablo sul Celio de Roma, que fue conocido porque fue asesinado durante el cisma contra el papa san Símaco del que era seguidor. Parece que estaba emparentado con los pontífices san Gregorio Magno y con san Félix IV. Fue archidiácono de la iglesia romana y fundó en Roma una escuela con biblioteca que puede considerarse como el inicio de la universidad cristiana.
Fue elegido Papa en 535; lo primero que hizo fue apoyar la tradición canónica de la libertad de las elecciones episcopales; intervino activamente para afirmar el primado jurisdiccional de la Sede de san Pedro. Marchó a Constantinopla, donde murió, para reconciliar a Justiniano con Teodato, rey ostrogodo, fracasando en este empeño. Se negó a nombrar prelado de Constantinopla a Antimo, un obispo eutiquiano y eligió para este cargo al monje san Menas.

Le sucedió san Silverio. Dante lo puso en el sexto libro del "Paraíso". San Gregorio Magno lo califica de «trompeta del Evangelio y heraldo de la justicia». La Iglesia romana celebró su festividad el 20 de Septiembre, fecha de la traslación de sus reliquias, y no el 22 de Abril fecha de su muerte.
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Martirologio Romano: En la aldea de Siceone, en Galacia (actual Turquía), san Teodoro, obispo y hegúmeno, que desde la infancia se distinguió por su amor a la soledad, abrazando una vida austera, y obligado a aceptar su ordenación como obispo de Anastasiópolis, insistió ante el patriarca de Constantinopla para ser dispensado de su cargo y volver a su amada soledad.

Nació de forma milagrosa bajo la protección de san Jorge en Sikion (Galazia-Turquía). Se crió en un prostíbulo que regentaban su madre y su tía. Tuvo una cocinera que le instruyó en las verdades evangélicas y así cuando fue adulto, se retiró a una cueva dedicada a san Jorge, y vivió la vida eremítica consagrada a la penitencia más profunda. Su fama de santidad atraía visitantes, que además le atribuyeron el particular don de exorcismo; por lo que para evitar que su fama se difundiese más, prefirió retirarse a las montañas, intentando vivir en una gruta escondida, conocida sólo por otra persona, a quien tocó más tarde sacarlo de allí en mala salud, sucio e infectado. Con sólo dieciocho años recibió la ordenación presbiteral, después de lo cual fiel a su vida penitencial peregrinó en Tierra Santa, donde visitó cenobios y recibió el hábito monástico.

A su regreso emprendió un nuevo estilo de vida extremadamente austero, similar al de los «estilitas», y comenzó a vivir en cestas colgantes. Se le atribuyó a su intercesión toda suerte de milagros, hecho que le proporcionó nuevamente visitantes y discípulos, por lo cual se vio obligado a organizar un monasterio, un hospedaje y una iglesia.
A pesar de sus súplicas, fue elegido por el pueblo obispo de Anastasiópolis. Ocupó este cargo durante diez años, hasta que lo liberó el patriarca de Constantinopla y el emperador. Su episcopado se caracterizó principalmente por milagros y prodigios. No quedan noticias de su actos episcopales, si no sólo vestigios de controversias con algunas aldeas del término diocesano, que estaban confiadas a señores laicos que maltrataban y oprimían a la población, y Teodoro intentó corregir.

Consiguió al fin la dimisión para poder dedicarse en alma y cuerpo a la oración y al cuidado de sus monjes, que durante su ausencia habían adquirido costumbres muy relajadas. Se afincó en Heliópolis, pero fue llamado a Constantinopla para recibir honores del emperador, cuyo hijo había curado. Pasó el resto de sus días en el monasterio, haciendo milagros y recibiendo a los visitantes. Nació al cielo en el año 613. A lo largo de su vida fue un gran devoto de san Jorge y contribuyó a la difusión de su culto.
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Martirologio Romano: En Basto, en Portugal, santa Senorina, abadesa, de la que se narra que, por su intercesión, Dios proveyó de pan a las monjas que pasaban necesidad.

Nació en Braga en el seno de una familia de la nobleza; su padre era conde y señor del territorio de Vieira y de Basto, pueblos del Obispado de Braga. Pariente de san Rosendo. Al morir su madre, siendo ella todavía un bebé, fue educada por su tía la abadesa Godina en el convento benedictino de San Juan de Vieyra. Según se narra, un noble caballero la pretendió para que fuera su esposa, a lo que se negó nuestra santa y fue confirmada por su padre, la voluntad del Cielo para que profesase como benedictina en aquel monasterio.

Ingresó en la comunidad y “desde aquel punto todo su pensamiento y toda su ocupación fue dar todo el lleno a la alta idea de perfección a que era llamada: adelantándose tanto en la carrera que no solo sirvió de ejemplo, sino de admiración a todas las religiosas”. “Leía Senorina con mucha frecuencia las actas de los mártires, y meditando sobre la heroica constancia de aquellos héroes de nuestra santa religión, y sobre la eterna felicidad que compraron con su sangre, se encendió de tal modo en vivísimos deseos de padecer martirio, que no pudiendo conseguir esta dicha, cayó en una profunda melancolía. Exploró la abadesa la causa de la extraordinaria tristeza de su sobrina, y la hizo entender con su gran prudencia, que la vida monástica en su severidad no era otra cosa que un verdadero martirio; cuya corona podría conseguir por medio del rigor de sus ejercicios religiosos, triunfando de los fuertes combates de los enemigos del alma, aunque no batallase con los gentiles. Consolada Senorina con estos consejos, emprendió aquel género de lucha, continuándola con tanto rigor por todo el discurso de su vida, que no sin razón se la reputó por mártir, a virtud del cruento sacrificio que hizo de su propio cuerpo, crucificándolo con asombrosas penitencias”.

Al morir su tía Godina, fue elegida abadesa a pesar de su oposición; fue una superiora dulce, espiritual, modesta y procuraba ser la primera en la observancia estricta de las reglas. Trasladó el convento a Basto (Braga). Tuvo grandes dones taumatúrgicos; se narra que, por su intercesión, Dios proveyó de pan a las monjas que pasaban necesidad. Murió llena de méritos y en su sepulcro se obraron muchos milagros por su intercesión. Hoy es venerada en la antigua iglesia de la abadía, hoy de Santa Senhorinha.
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Martirologio Romano: En Fabriano, del Piceno, en Italia, beato Francisco Venimbeni, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, eximio predicador de la Palabra de Dios.

Nació y murió en Fabriano (Ancona). Era hijo del médico Compagno Venimbeni y Margarita di Federico. En el 1267, ingresó en los franciscanos, después de haber hecho estudios de filosofía; fue discípulo de san Buenaventura. Durante el año de noviciado, transcurrido en Fabriano, obtuvo permiso de ir a Asís para ganar la indulgencia de la Porciúncula. Allí conversó con el beato fray León, uno de los primeros compañeros de san Francisco, y, según su testimonio, muy precioso para la historiografía franciscana, leyó sus "escritos".

En 1316 y en el trienio 1319-21 fue superior del nuevo convento construido por los hermanos de Fabriano. Durante su mandato, al celebrarse en la ciudad por segunda vez el capítulo provincial, Francisco apeló a sus conciudadanos, que proveyeron generosamente al sostenimiento de los hermanos asistentes de todas partes de las Marcas. Con los dineros recibidos de su padre construyó una biblioteca donde reunió una notable cantidad de manuscritos. Esto le valió el título de "primer fundador de bibliotecas" en la Orden Franciscana.

Hombre de gran penitencia y caridad; gozaba del don de la predicación. Su amor a los pobres fue grande. Ayudó a gran número de indigentes; él mismo preparaba cada día el alimento para sus predilectos, luego lo distribuía en la puerta del convento, donde acudían los pobres. Vestía una burda túnica que parecía un cilicio por su aspereza. Se flagelaba con ásperas disciplinas, dormía pocas horas en un duro jergón y el resto de la noche lo transcurría en oración. Incansable en su celo por las almas: pasaba muchas horas en el confesionario o en el anuncio de la palabra de Dios. Asistía a los enfermos y los preparaba para una buena muerte. Tema de su contemplación eran los misterios de la Pasión de Cristo, que le hacían derramar abundantes lágrimas. Celebraba la santa Misa con angélico fervor. Devotísimo de las almas del purgatorio no cesaba de ofrecer sufragios por ellas.

Francisco conoció con tiempo el día de su muerte; serenamente se durmió en el Señor, a los 61 años de edad, de los cuales 45 pasó en el ejercicio de las más heroicas virtudes. Escribió “Cronicon fabrianense”.
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Santos Apeles, Lucio y Clemente. s. I.
En el antiguo Martirologio Romano se les describe como "dos de los primeros discípulos de Cristo"; se les ha identificado con "Apeles, probado en Cristo" y "Lucio, mi pariente" nombrado por san Pablo en Rm 16, 10-21. En el mismo Martirologio sus nombres aparecen dos veces; la segunda vez, el 10 de Septiembre, y se añade un tercer nombre, Clemente. La tradición dice que Apeles era obispo de Esmirnia y Lucio, obispo de Laodicea. Los tres murieron mártires.

San Epipodio de Lyon. M. 178.
Martirologio Romano: En Lyon, de la Galia, san Epipodio, que, detenido con su amigo Alejandro de Lyon, consumó su martirio al ser degollado, después de la muerte de otros cuarenta y ocho mártires.
Mártir en Lyon durante la persecución de Marco Aurelio. Era amigo de san Alejandro y murió decapitado, dos días después murió su amigo. No sabemos si realmente fue así, ya que no consta en las Actas. Está enterrado junto al obispo san Ireneo de Lyon.

San Leónides. M. 204.
Martirologio Romano: En Alejandría, en Egipto, conmemoración de san Leónides (León), mártir, que bajo el emperador Septimio Severo fue muerto a espada por su fe en Cristo, dejando a su hijo Orígenes aún niño.
Profesor de elocuencia y padre de Orígenes. Fue arrestado en Alejandría por Leto, gobernador de Egipto, durante el imperio de Septimio Severo. El mayor de sus siete hijos, Orígenes, de 17 años, quiso seguirle hasta el tribunal; la madre, para impedirlo, tuvo que esconder la ropa del hijo. Sólo le permitieron escribir una carta: "Guárdate bien de cambiar, por causa de nosotros, de parecer". Con la muerte de Leónides los bienes de su casa fueron confiscados, y su familia quedó sumida en la mayor pobreza.

En los santorales griegos el nombre de Leónides, padre de Orígenes, aparece en medio de un grupo de diez mártires celebrados el 5 de junio, sin embargo las cosas que allí se cuentan del grupo parecen más fruto de la imaginación que del recuerdo histórico; el Martirologio Romano, en cambio, celebra a Leónides el 22 de abril, ya que el Cardenal Baronio (organizador del Martirologio Romano en el s. XVI) creyó encontrar este nombre en el Martirologio Jeronimiano, aunque en realidad se trataba de Leónidas de Corinto, lo cierto es que finalmente quedó asignado a esta fecha, a falta de un conocimiento más preciso.

San Maryahb. M. 342.
Martirologio Romano: Conmemoración de san Maryahb que significa “El Señor hace”, corepíscopo y mártir en Persia, que bajo la persecución desencadenada por Sapor II, durante la octava de Pascua sufrió el martirio por Cristo.
Obispo persa martirizado durante la persecución de Shapor II; junto a él murieron otros 21 obispos; casi 200 clérigos, muchos monjes y monjas y un gran número de laicos. La iglesia persa estuvo a punto de extinguirse.

Santos Mártires de Persia. M. 376.
En el 376 un numeroso grupo de cristianos fueron martirizados en Viernes Santo, durante la persecución de Shapor II. Entre ellos había 25 obispos, 450 presbíteros y diáconos, además muchísimos religiosos las de órdenes monásticas. Entre ellos estaba Abrósimo, Acépsimas y compañeros (Ahidala y José), Azadanes y Azades, Bicor, Tárbula. Mareas.



San León de Sens. M. 541.
Martirologio Romano: En Sens, de Neustria, san León, obispo.
Obispo de Sens durante 23 años, defendió los derechos de su Iglesia ante las pretensiones del rey Childeberto. Participó en el III concilio de Orleans. Probablemente su santidad y honores fueron grandes. Sin embargo se conserva una carta a san Remigio, obispo de Reims, que no muestra la mejor caridad cristiana. Todos los santos pecaron y en la fuerza de su perseverancia, arrepentimiento dieron honor a la gracia de Dios.

Santa Oportuna. M. c. 770.
Martirologio Romano: En la región de Séez, en Neustria, santa Oportuna, abadesa, célebre por su abstinencia y austeridad.
Nació en el castillo de Exmes (Normandía); hermana de san Crodegango, obispo de Sèez. Desde niña sintió la vocación religiosa, y tomó como modelo la vida de su hermano san Crodegano. En su juventud Oportuna decidió entonces entregar su vida al servicio de Dios. Acudió para ello precisamente con su hermano, quien personalmente le colocó el Velo de Consagración cuando ingresó a la abadía de Almenèches o Montreuil, de la regla benedictina. Por su bondad y su devoción, muy pronto Oportuna fue electa abadesa por sus hermanas.

Fue célebre en vida por su habilidad para reducir, al buen camino a delincuentes y ladrones de ganado. Conocida por sus altos dones de oración y austeridad. Se la describe como "una verdadera madre para todas sus monjas" y, pronto se levantaron muchos templos y ermitas bajo su advocación. Ella estaba tan unida a su hermano, san Crodegango, que cuando éste fue asesinado a traición, ella falleció a los pocos días.
El culto a Santa Oportuna estuvo muy extendido durante toda la edad media. Sus reliquias se conservan en Argentán, Sèez, Moussy, París, Senlis y Cluny.

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