Santoral del 25 de Mayo




INDICE



San Gregorio VII, papa, Salerno, 1085.
Santa María Magdalena de Pazzis († 1607)
San Beda el Venerable, celebrado en la Iglesia por su santidad y erudición, 735
San GENADIO DE ASTORGA
San ALDELMO DE SHERBORNE
Beato GERARDO MECATTI
San GERIO DE LUNEL
Beato JACOBO FELIPE BERTONI
Santa MAGDALENA SOFÍA BARAT
Santos CRISTÓBAL MAGALLANES JARA y AGUSTÍN CALOCA CORTÉS
Beato NICOLÁS CEHELSKYJ
OTROS SANTOS DEL DÍA:
San Adelmo o Aldhelmo de Sherbone, San Dionisio de Milán San León, Abad
Nuestra Señora del Puy (Estella).
Beda el Venerable, presbítero y doctor; Bonifacio IV, papas; Lesmes, Genadio, obispos; Valencio, Máximo, mártires; Emma, Aldelmo, abades; Los Santos Esposos de Alvernia, Dionisio, confesores.


GREGORIO VII,Papa y Confesor
Sufro por Jesucristo hasta estar en cadenas como un criminal,
pero la palabra de Dios no está encadenada.
(2 Timoteo, 2, 9).


Este Papa fue poderoso en obras y en palabras. Con tanto celo trabajó en el restablecimiento de la disciplina eclesiástica, en la propagación de la fe, en la extirpación de los errores y abusos, que puede decirse que ningún Papa, desde los tiempos apostólicos, soportó más penurias y tribulaciones por el bien de la Iglesia, y combatió más valientemente por su libertad. Como muro de acero opúsose a las sacrílegas pretensiones del emperador Enrique IV. Sitió éste a Roma y forzó al Santo Pontífice a refugiarse en Montecasino primero y, después, en Salerno, donde sucumbió al exceso de sus fatigas, el 25 de mayo de 1085. Antes de expirar, pronunció las palabras del Salmista: "He amado la justicia y he odiado la iniquidad"; y agregó: "por ello muero en el exilio".

MEDITACIÓN
ESTA VIDA ES UNA PRISIÓN PARA EL ALMA


I. Nuestro cuerpo es la prisión de nuestra alma; las cadenas, de que está cargada en esta prisión, le impiden elevarse hasta Dios. El Rey David y el Apóstol de los gentiles dolíanse de esta cautividad. Y tú, oh hombre, amas esta prisión y temes la libertad. ¡Ah! si conocieses la dicha que se gusta en el cielo en la libertad de los hijos de Dios, pedirías al Señor que rompa tus cadenas. ¡Habitantes del cielo, cuán felices sois por haber dejado esta prisión para ir a habitar un palacio de luz!

II. Nuestras cadenas son nuestras pasiones, nuestra concupiscencia, nuestros deseos y nuestros odios; ello es lo que nos ata a la tierra y nos impide elevarnos hasta Dios. ¡Señor, romped mis cadenas, desasidme de las creaturas, y entonces comenzaré ya desde esta vida el sacrificio de alabanza que debo continuar durante la eternidad! El primer grado de la libertad, es no ser esclavo de las pasiones. (San Agustín).

III. Estamos, todos, condenados a muerte y sólo por ésta saldremos de nuestra prisión terrenal; es una sentencia que se ejecuta en seguida en algunos y después en otros. Tu cuerpo se consume, tus ojos se debilitan, tus cabellos encanecen... ¿Qué significa eso, si no que tu prisión se desmorona, que pronto tu alma encontrará salida para obtener la libertad? Tiembla, pues, pecador, porque saldrás de esta cautividad para entrar en el infierno. Regocijaos, almas justas; saldréis de la prisión para ascender a un trono. Que lo queramos o no, avanzamos cada día, cada instante, hacia nuestro destino (San Gregorio).

La constancia en las tribulaciones
Orad por los que son perseguidos.

ORACIÓN

Oh Dios, fortaleza de los que en Vos esperan, que habéis revestido al bienaventurado Gregario, vuestro Pontífice, de constancia inquebrantable para la defensa de la libertad de la Iglesia, concedednos, por su ejemplo e intercesión, la gracia de superar valiente mente los obstáculos que se oponen a nuestra salvación. Por J. C. N. S. Amén.

http://www.aciprensa.com/podcast/santo/mayo25magdalenasofiabarat.mp3




SAN BEDA "el Venerable". (c.673 - 735). Doctor de la Iglesia. 
Martirologio Romano. San Beda el Venerable, presbítero y doctor de la Iglesia, el cual, servidor de Cristo desde la edad de ocho años, pasó todo el tiempo de su vida en el monasterio de Wearmouth, en Northumbria, en Inglaterra. Se dedicó con fervor en meditar y exponer las Escrituras, y entre la observancia de la disciplina regular y la solicitud cotidiana de cantar en la iglesia, sus delicias fueron siempre estudiar, o enseñar, o escribir.

 El mismo, Beda al final de su "Historia eclesiástica del pueblo inglés", en el 731 escribe su autobiografía: "Yo, Beda, siervo de Cristo y sacerdote del monasterio de los bienaventurados Pedro y Pablo, sito en Wearmouth-Jarrow, he nacido en el territorio de este mismo monasterio. A los siete años fui confiado por mis padres al reverendísimo abad san Benito (Biscop) para mi educación, y luego a san Ceolfrido (coadjutor de san Benito Biscop). Luego pasé toda mi vida en este monasterio, enteramente dedicado al estudio de las Escrituras. Además de las observancias regulares y de la tarea cotidiana de cantar el oficio en la iglesia, siempre me ha gustado estudiar, enseñar y escribir. A los diecinueve años recibí el diaconado, y a los treinta años el presbiterado (ordenado por san Juan de Beverley). Desde mi admisión al sacerdocio hasta mi quincuagésimo noveno año me dediqué, para mi propio uso y para el de mis hermanos, a redactar breves notas sacadas de las obras de los santos Padres, o también a comentarlas conforme a su pensamiento y a su interpretación: tres libros sobre el inicio del Génesis, dos libros de homilías sobre el evangelio...".

 Dividió sus días según las horas canónicas, entre la oración y el estudio, sin un minuto de distracción y ni de turbación, "siempre escribiendo, siempre orando, siempre leyendo, siempre enseñando". Por esto fue definido como "alma de cristal", trasparentísima a la gracia de la vida espiritual. La vivencia de la humildad fue una de sus mayores características. Se dedicó sobre todo al estudio de la Biblia y de la Historia. Su libro "Historia eclesiástica de los anglos" le hizo merecedor del título de "Padre de la Historia inglesa" y sus obras "De temporibus" y "De temporum ratione" contribuyeron para que el año se comenzase a contar a partir de la Encarnación según el cómputo propuesto en el siglo VI por Dionisio el Exiguo. Escribió también muchas obras hagiográficas (como el primer martirologio histórico), y sobre otros temas como la medición del tiempo; es el modelo del estudioso benedictino. Con espíritu crítico a la hora de citar las fuentes en que se inspiró, él mismo se auto proclama "verax historicus".

La regla que regía en el monasterio de Beda eran varias, aunque asistimos al proceso de benedictización del monacato itinerante de las islas. Por eso a Beda se le considera un benedictino. Realmente asimiló toda la ciencia de su época, hasta el punto de convertirse en una enciclopedia viviente: gramático, naturalista, historiógrafo, poeta y teólogo. Por mediación de su maestro Trumberto, que fue monje en Lerins, se relaciona con la escuela de Canterbury, a la que debe la cultura clásica grecolatina traída a la isla por san Teodoro de Tarso. Fue para el renacimiento carolingio el modelo del eclesiástico sabio, como lo denominó el sínodo de Aquisgrán en el 836: "Venerabilis et modernis temporibus doctor admirabilis" (Venerable y en los tiempos modernos doctor admirable). Sabemos que hizo algunas salidas a la isla de Lindisfarne para recoger datos sobre la vida de san Cutberto de Lindisfarne; otra para visitar a un presbítero llamado Wicredo; una salida a York para visitar al abad y obispo Egbeto.

 Tuvo por discípulos a los santos Wigberto, Cutberto de Canterbury y Egberto de Nothumbría. De su escuela salieron discípulos eminentes, como el beato Juan Duns Scoto, Claudio (fundador de la universidad de Pavía). Murió en la vigilia de la Ascensión, con 60 años, y mientras redactaba un nuevo escrito a sus discípulos recitó sus últimas palabras: "Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo" y expiró. Un autor dijo de él: "Si consideras sus estudios y numerosos escritos, parece que nada dedicó a la oración. Si consideras su unión con Dios, su entrega a las alabanzas divinas, parece que no le quedaba tiempo para estudiar". Antes de su muerte se leían sus tratados y homilías en las iglesias dándole el título de "Venerable". MEMORIA FACULTATIVA.
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San GREGORIO VII. Papa (1073-1085). (c.1021/5 - 1085). 
Martirologio Romano: San Gregorio VII, papa de 1073 a 1085, el cual, anteriormente llamado Hildebrando, llevó vida monástica y colaboró en la reforma de la Iglesia en numerosas legaciones pontificias de su tiempo, y una vez elevado a la cátedra de Pedro, reivindicó con gran autoridad y fuerte ánimo la libertad de la Iglesia respecto del poder de los príncipes y defendió valientemente la santidad del sacerdocio. Viéndose obligado a abandonar Roma por este motivo, murió en el exilio en Salerno, de la Campania. Llamado Hildebrando Aldobrandeschi, nació en Savona o Soana en Toscana, en el seno de una familia modesta de cabreros, y él mismo se dedicó al pastoreo. En su juventud vivió en Roma, donde su tío era abad cluniacense de Santa María en el Aventino y allí ingresó en la Orden, otros estudiosos dicen que ingresó en el monasterio de Cluny.

Acompañó a Alemania al depuesto pontífice Gregorio VI, que había sido su maestro en el monasterio; a su regreso fue nombrado, por el beato León IX, abad de San Pablo Extramuros, le consagró diácono y le hizo cardenal. Reformó su monasterio con tal éxito que fue enviado por el Papa como legado a Francia y Alemania para luchar contra la simonía y el nicolaísmo. Como archidiácono de la Iglesia romana, inspiró a Nicolás II el decreto que limitaba la elección del Papa a los cardenales. En 1073 fue elegido Pontífice por aclamación. Fue el hombre más enérgico y experimentado de Roma. Su actividad, después de haber sucedido nada menos que a seis papas (Gregorio VI, san León IX, Víctor II, san Esteban IX, Nicolás II y Alejandro II) que pasaron por la cátedra romana en un cuarto de siglo, puede simbolizarse en la gran obra reformadora denominada "reforma gregoriana". Combatió la simonía y el concubinato de los eclesiásticos, y terminó con la lucha de las investiduras. Pero él se propuso también acabar con el Cisma de Oriente (1054) y preparar una cruzada para apoderarse de Jerusalén, que estaba en manos de los turcos (1070).

En el ámbito de la cristiandad, obtuvo la reconciliación de Berengario en los concilios romanos de Letrán de 1078 y 1079, con la retractación de su error (negación de la presencia real en la Eucaristía); favoreció también la conquista de Inglaterra por Guillermo el Conquistador (1066), esperando que fuera una cruzada contra la simonía. Por fin inspiró y patrocinó las colecciones canónicas del derecho eclesiástico emprendidas por san Pedro Damián, san Anselmo de Lucca y Deusdedit. Respaldó, con san Pedro Damián, los movimientos de los eremitas, con san Juan Gualberto, los vallumbrosanos y con san Romualdo, los camaldulenses. En el reino de Castilla, sustituyó la litúrgia mozárabe por la romana, y apoyó la reconquista. Por su oposición a Enrique IV de Alemania, a causa de la investidura de la sede episcopal de Milán y de la disputa sobre las investiduras de los obispos por parte de los laicos, el Papa reaccionó contra el decreto de negación de obediencia a su soberanía por parte de 24 obispos, reunidos en Worms (1076) e instigados por el emperador, con la excomunión de Enrique IV y la dispensa de los súbditos del juramento de fidelidad.

Enrique IV se humilló delante de él en el castillo de Canossa y le levantó el interdicto; pero la elevación al trono de Rodolfo de Suecia, hizo que Enrique eligiera a Guiberto de Rávena como antipapa (Clemente XIII) y se apoderó de la ciudad leonina (1084) en Roma. Mientras, Gregorio, después de refugiarse en Castel Sant'Angelo y ser liberado por Roberto el Giscardo, pudo huir a Salerno donde murió recitando la celebre frase "He amado la justicia y odiado la iniquidad, por eso muero en el destierro". Su carácter, "áspero como el viento del norte", dice un autor, le impidió quizá la reconciliación con el rey excomulgado por segunda vez, que habría ahorrado a la ciudad de Roma las calamidades de los años 1083-84. Hay que explicar que si en el medioevo era inconcebible la separación entre Iglesia y Estado,

porque se postulaba su unión, aunque necesariamente desigual, en beneficio del emperador o del Papa, se puede apreciar que la concepción del primado de la sede pontificia frente al poder real, hasta reivindicar un poder paralelo, no fue erigida jamás por Gregorio VII en sistema de poder absoluto, como harán, por desgracia, sus sucesores, Inocencio III y Bonifacio VIII, con la teoría del "resplandor de la luna derivado del resplandor del sol". Por tanto, no se puede imputar ningún compromiso a este luchador, que defendió la doctrina de los dos poderes en el cuerpo de la Iglesia (papa y emperador) como los dos ojos en el cuerpo humano. Su vida necesita más de un tratado de historia medieval. MEMORIA FACULTATIVA.
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Santa MARÍA MAGDALENA DE PAZZI. (1566-1607)
Martirologio Romano: Santa María Magdalena de Pazzi, virgen de la Orden del Carmelo, en Florencia, de la Toscana, que llevó una vida de oración abnegadamente escondida en Cristo, orando con empeño por la reforma de la Iglesia, y habiendo sido distinguida por Dios con muchos dones, dirigió de un modo excelente a sus hermanas hacia la perfección. Se llamaba Caterina, pero en su casa la llamaban Lucrecia (como su abuela paterna) y había nacido en Florencia dentro de la señorial familia de los Pazzi. Su vida de desarrolló en un tiempo en el que Italia atravesaba una profunda crisis religiosa por la difusión de la cultura neopagana del renacimiento y por la influencia de la reforma luterana. La lucha entre las familias nobles y poderosas habían implicado también a la familia de los Pazzi. En 1574, entró primero como educanda en el monasterio de San Giovannino de los Caballeros de la Orden de Malta, y fue confiada al cuidado de su tía materna, sor Alejandra Buondelmonti. En el monasterio encontró dificultades entre las religiosas porque no querían que una niña seglar, les enseñase la obediencia a la observancia que ella practicaba, la llamaron "Jesuita y Teatina", más como insulto que como halago.

Después de su primera comunión a una edad prematura para aquellos tiempos (10 años) y del voto de virginidad a la misma edad; contra el parecer de sus padres, ingresó, a los 16 años (1582), en el monasterio de Santa María de los Ángeles de Florencia, regido por la regla carmelitana, pero excepcionalmente autónomo y jamás reformado a causa de su estricta observancia (existía la insólita costumbre de comulgar diariamente), y donde el jesuita Lainez había introducido la oración mental y el exámen de conciencia. Con el nombre religioso de María Magdalena hizo profesión religiosa a los 18 años (1584), a causa de una terrible enfermedad que hizo que se adelantara su profesión. Fue curada por intercesión de la beata María Bartolomea Bagnesi, ya muerta pero muy venerada en el monasterio. Para reparar las culpas de los pecadores, unió a su oración durísimas penitencias. "Padecer pero no morir" será su lema, unido a "Dios es amor". Por eso su más absorbente preocupación fue la de "hacer amar al Amor". No morir para seguir más tiempo a Cristo Redentor en el calvario.

Tuvo grandes visiones místicas desde el mismo instante que entró en el convento, fue examinada y encontrada ortodoxa con una gran pureza doctrinal. Sus éxtasis fueron continuados, sufrió los estigmas de forma interna, el intercambio de corazones con Cristo y otra serie de fenómenos místicos, que fueron debidamente corroborados y que gozaron de testigos. Después de estas visiones, le siguieron cinco años de terrible aridez espiritual. Tentada en la fe, abandonada de la esperanza, apagada en la caridad, ella sufrió las pruebas más duras, el maligno le sugería blasfemias y le insinuaba pensamientos impuros. Pero ella se mantuvo firme y el Espíritu Santo la colmó de su gracia, en 1590, con nuevos éxtasis. Durante sus éxtasis decía cosas maravillosas y profundos conceptos teológicos (hay que tener en cuenta que jamás ella había estudiado). La priora encargó a seis monjas que escribieran cuanto ella decía en éxtasis. Estos escritos llenan siete volúmenes de vida mística: "Los cuarenta días"; "Los Coloquios, Las Revelaciones e Inteligencias"; "La Prueba"; "La Renovación de la Iglesia"; "Avisos"; "Sentencias" y "Cartas".

 En 1586, escribió cartas con advertencias a los cardenales, a los obispos y al mismo Papa para recordarles las graves ofensas inferidas a Dios y la reforma de costumbres. Tales demandas encontraron misteriosamente respuesta en las radicales reformas de Sixto V, en el colegio cardenalicio, el estatuto eclesiástico y la inspección de comunidades monásticas, si bien, por la oposición de sus superiores, estos escritos no recibieron nunca respuesta o tal vez no llegaran nunca a su destino. Fue nombrada maestra de novicias (1604), las educó en la perfecta obediencia, porque en la obediencia y en la humildad era posible resistir a las tentaciones y superar las pruebas. También fue sacristana y subpriora.

De nuevo el cielo se cerró para ella: le parecía que sus oraciones no llegaban unido a una dolorosísima enfermedad, pero no perdió su fortaleza y siguió recomendando en el lecho de su muerte la pobreza y la humildad como virtudes que hacen invencibles a las almas. Solía decir: "Si el Señor no me hubiera traído al convento, habría terminado en un presidio". Murió en Florencia de una tos hemorrágica. Su cuerpo se conserva incorrupto. MEMORIA FACULTATIVA.
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San ALDELMO DE SHERBORNE. (c.639 - 709). 
Martirologio Romano: En Inglaterra, san Aldelmo, obispo, quien, varón célebre por su doctrina y escritos, había sido abad de Malmesbury y después fue nombrado primer obispo de Sherborne, entre los sajones occidentales. Natural de Wessex. Provenía de una familia de la nobleza sajona. Era primo del rey san Ina. Tuvo como primer maestro al monje irlandés san Maidulfo. Se hizo monje en Malmesbury. Probablemente cuando ya era sacerdote finalizó sus estudios en Canterbury, bajo la dirección de san Adrián de Canterbury y, en la escuela de san Teodoro de Tarso, arzobispo de Canterbury. Estudió jurisprudencia, métrica, astronomia y cáculo; también recibió una sólida educación sobre las Escrituras, latín y literatura clásica. Se le confió la dirección de la escuela de Malmesbury y, en el 675, fue elegido abad cuando murió san Maidulfo.

 El obispo de Winchester, Leuterio, le donó el terreno necesario para el desarrollo de la abadía. Aldelmo agrandó la iglesia primitiva consagrada al Santísimo Salvador y a los santos Pedro y Pablo, y edificó otras dos, una en honor de María y otra en honor de san Miguel Arcángel. Durante el pontificado de san Sergio I marchó a Roma, cuando regresó a su patria trajo consigo el privilegio de esención de su monasterio, puesto bajo la directa dependencia de la Santa Sede. Impulsó los estudios y el arte y en los 30 años de su gobierno llevó a su monasterio a un gran esplendor. Se prodigó en la evangelización de la región con cantos populares en lengua vulgar. En las disputas disciplinarias con los bretones (celtas) fue defensor de la causa romana y apóstol de paz. Dividida en dos la gran diócesis de Winchester, única para los sajones occidentales (Wessex), en el 705, fue nombrado primer obispo de Sherborne, y por voluntad de sus monjes, siguió como abad de su monasterio.

Fue el primer anglosajón que se distinguió como estudioso y como poeta latino; ninguna de sus poesías en inglés ha sobrevivido. Su amor a los libros es uno de sus aspectos más atrayentes; ha sido descrito como el primer bibliotecario inglés. Escribió un libro "De la Virginidad" dedicado a santa Hildeliva; un tratado de métrica latina: la "Carta a Arcicius", que incluye 101 enigmas y además escribió poemas en anglosajón. Durante una visita pastoral, murió en el pueblo de Doulting (Somersetshire). Fue sepultado en la iglesia de San Miguel de Malmesbury.
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San GENADIO DE ASTORGA. (c.865 - 936). 
Martirologio Romano: En Peñalba, en la región de Astorga, san Genadio, obispo de la Diócesis de Astorga del 909 al 919, que antes fue abad y después obispo del mismo lugar. Prestó su consejo a los reyes, pero movido por el deseo del claustro, renunció a la dignidad episcopal para vivir el resto de sus años como monje y a veces como solitario. Parece que era natural de la comarca de El Bierzo en la diócesis astorgana, y que era de familia noble. Ermitaño y monje en el monasterio de Ageo o Argeo (probablemente la actual Ayoo de Vidriales, Zamora) seguidor de santos Fructuoso y Valerio; fundador y restaurador de monasterios entre los que destaca el de San Pedro de Montes en el Bierzo, León, del que fue abad en el 896, nombrado por Ranulfo, obispo de Astorga; se dedicó con gran celo a la propagación de la regla benedictina en toda España. Hacia el 909, fue elegido obispo de Astorga presionado por el rey Alfonso III el Magno. Acompañó muy de cerca al rey Alfonso III y Ordoño II. Fundó nuevos monasterios y restauró otros, consagró el de Sahagún.

En el 919 logró dejar el gobierno de su diócesis y retirarse al monasterio de San Pedro de Montes, donde acudían muchos personajes a consultarle. De nuevo construyó iglesias y copió libros. A la muerte del obispo Fortis de Astorga, en el 932, tuvo que hacerse cargo de la diócesis astorgana hasta la elección de un nuevo obispo. Después se retiró de nuevo al Valle del Silencio a continuar su ascetismo. Al morir, había copiado 50 códices voluminosos, y con ellos hizo la primera biblioteca ambulante que se conoce (ordenando circulase por todos los monasterios del Bierzo).

Renovó el monasterio de San Pedro de Forcellas, en la Cabrera, León. Aún queda entre nosotros la iglesia de Santiago de Peñalba, cerca del Sil, como testimonio de su paso civilizador, donde murió. San Genadio se convirtió una de las figuras más importantes en el denominado Arte de Repoblación (Arte Mozárabe), pues fue el impulsor de múltiples restauraciones y fundaciones en la zona del Bierzo: Santiago de Peñalba, San Alejandro, Santa Leocadia de Castañeda o San Andrés de Montes. Se le reconoce como el primer santo relacionado con el ajedrez, pues de Santiago de Peñalba proceden las piezas de marfil denominadas Piezas de San Genadio, que se consideran las figuras de ajedrez más antiguas de Europa, y que pertenecieron al santo. Copatrono de Astorga.
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Beato GERARDO MECATTI. (1174-1270). 
Martirologio Romano: En Villamagna, cerca de Florencia, en la Toscana, conmemoración del beato Gerardo Mecatti, quien, siguiendo las huellas de san Francisco, distribuyó sus bienes entre los pobres y, retirándose a un lugar desierto, por amor de Cristo se dedicó a acoger a peregrinos y a ayudar a los enfermos. Nacido en Villamagna (Florencia). Hijo de campesinos, se quedó huérfano a los 12 años. Repartió todos sus bienes entre los pobres, y así quedó libre para viajar dos veces a Palestina para venerar los Santos Lugares de la Redención. Pasó por diversas aventuras que por fortuna terminaron con final feliz. Durante una peregrinación a Palestina, cayó prisionero de los turcos, sufriendo los más duros maltratos. Regresó a Villamagna, y se instaló junto a una iglesita no lejos de la vivienda. Las peripecias del joven no habían terminado. Un año después se hizo a la mar nuevamente con un grupo de veinte caballeros, dirigiéndose a Siria, y aquella vez fueron los piratas quienes les hicieron difícil el viaje y precaria la vida.

 Regresó por segunda vez a Palestina, acompañado por otro ermitaño, y durante siete años se consagró plenamente a la oración y al ejercicio de la caridad, especialmente hacia los enfermos y peregrinos al servicio de los caballeros de San Juan de Jerusalén, hasta cuando se dio cuenta de que era objeto de manifestaciones de veneración, a las cuales él quiso huir por humildad. De regreso en Italia, quiso conocer a san Francisco de Asís de cuyas manos recibió el hábito de Terciario. San Francisco le aconsejó que continuara con su vida eremítica y regresó a su oratorio junto a Villamagna, esta vez para no moverse más. Mejor, para moverse todavía más a menudo, hasta la altura mayor de la colina florentina del Encuentro, en medio de espesos bosques, donde Gerardo construyó con sus propias manos otro oratorio dedicado a la Virgen.

 Obró algunos milagros: una vez hizo encontrar ciruelas maduras en el árbol para satisfacer los deseos de un enfermo; otra vez debiendo transportar material para la construcción del propio eremitorio, y rehusando prestarle los bueyes un campesino, encontró súbitamente dos pares de becerros, que, dóciles, lo transportaron a donde él indicó. Cada semana visitaba en piadosa peregrinación tres santuarios, en sufragio de las almas del purgatorio, para obtener la remisión de los pecados y por la conversión de los infieles. Murió con fama de taumaturgo. Sus restos reposan en la iglesia del Beato Gerardo de Villamagna.
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San GERIO DE LUNEL. (c.1274 - c.1298). 
Martirologio Romano: En Montesanto, del Piceno, en Italia, tránsito de san Gerio, que habiendo sido antes conde de Lunel, llevó vida solitaria y murió durante una peregrinación santa. Era hijo del conde Lunel (Hérault, Francia), señor de Castelnuovo, noble familia de Languedoc. De su abuelo materno, Gerio recibió en herencia la mitad de la baronía de Lunel, de la que dependían 15 poblaciones. A la muerte de su tío, en 1294, entró en posesión de otros bienes que, como era menor de edad, fueron administrados por su padre. En 1295, el rey de Francia Felipe el Hermoso, como deseara poseer un puerto en el Mediterráneo, expresó su deseo de tener la Baronía de Lunel, proponiendo el cambio con otras tierras, el padre de Gerio aceptó y tomó para el hijo el condado de Roccaforte, tierra situada también en Languedoc, pero en la diócesis de Aviñón. Por tal cambio, Gerio de barón pasó a conde.

Era aún adolescente cuando renunció a los honores y, según se dice, se retiró, junto a su hermano Effrenaud a una gruta para vivir como penitente. Abandonando Roccaforte, los dos hermanos fueron a vivir en dos cavernas en los límites del puente Gardone. Se dice que las lluvias continuas provocó un desbordamiento del río y los dos jóvenes quedaron presos en sus cavernas, sin poder salir para buscar comida. Se salvaron gracias a la ayuda de dos serpientes que llevaron a cada uno un pan. Cesado el desbordamiento, Gerio y su hermano se acercaron a un castillo cercano para recibir la Comunión. Al encontrarse con el sacerdote, le narraron lo sucedido y la noticia se expandió por todo el lugar. Entonces muchos se acercaron a su cueva para implorarles ayuda con sus oraciones. El ermitaño queriendo vivir en mayor soledad y vivir escondido a los ojos del mundo, pensó en abandonar el refugio y marchar a Palestina junto a su hermano. Antes de visitar los lugares santos, establecieron marchar a Roma para venerar las tumbas de los Apóstoles.

En Roma, Gerio supo que en Ancona vivía un cierto Liberio, cuya fama de santidad era difundida entre el pueblo, y que estaba apunto de marchar a Tierra Santa. De repente tuvo el deseo de hacer el viaje junto a Liberio. Como Gerardo cayera enfermo, se detuvieron ambos hermanos en Montesanto, cerca de Fano, y se alojaron en una cabaña donde el mal de Gerardo se agravó. Su hermano fue a Montesanto a buscar ayuda, y a su regreso a la cabaña se encontró a Gerardo muerto. Algunos autores sostienen que los dos hermanos recibieron el hábito como Terciarios franciscanos. Recibió sepultura en Montesanto.
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Beato JACOBO FELIPE BERTONI. (1444/54 - 1483). 
Martirologio Romano: En Faenza, en la Flaminia, beato Jacobo Felipe (Andrés) Bertoni, presbítero de la Orden de los Siervos de María, insigne por el don de lágrimas y suma humildad. Natural de Faenza, en el seno de una familia de modesta condición. Él antes de abrazar la vida religiosa, se llamaba Andrés. Acometido de ataques epilépticos a la edad de dos años, el padre hizo voto, si el hijo sanaba, de consagrarlo al Señor como fraile. En torno a los nueve años, el padre, en cumplimiento de su voto, lo agregó a la Orden de los Servitas.

En esta nueva vida recibió el nombre de fray Diego Felipe. Una vez iniciado en la vida religiosa, siendo aún niño, empezó a sobresalir por la obediencia y exacta observancia de la Regla; llegado a la edad adulta practicaba a menudo ayunos y vigilias. Se aplicaba con sumo interés al estudio de las enseñanzas evangélicas y de la sagrada Escritura. Parece que su alimento era la lectura asidua de la vida de los santos Padres. Desde muy joven se dedicó con tanto esmero a los estudios literarios, que logró comprender con facilidad y exactitud las obras de autores cristianos y latinos de más fama. Conocía a la perfección las ceremonias rituales de la Iglesia y de la Orden y las rúbricas del breviario, y las observaba cuidadosamente.

 Cubrió algunos cargos conventuales con plena satisfacción de los frailes. Era, en efecto, de temperamento afable, manso y servicial. Nunca se le vio alterado o airado. Cuando alguien lo ofendía, soportaba con ánimo sereno las injurias; Él, por su parte, nunca ofendía a nadie. Fue siempre parco en el hablar: no sólo evitaba las palabras inconvenientes, sino también las inútiles; si alguna vez conversando, escuchaba expresiones obscenas, se le ensombrecía el rostro, corregía al importuno con breve admonición , y se alejaba. Ordenado sacerdote, ninguno como él contemplaba tan profundamente el misterio de la cruz cuando tenía entre las manos el Cuerpo de Cristo. Fue enemigo declarado del ocio, al que llamaba receptáculo de todos los vicios. A veces recreaba su mente con trabajos manuales de bordado o taraceado: siempre estaba ocupado en algo.

Llegó un momento en que ya sólo comía una sola vez al día y se contentaba con un alimento parco y frugal; pero cuando lo llamaba el superior comía lo que estaba preparado para toda la comunidad. Los viernes, en memoria de la pasión del Señor, llevaba un cilicio y comía solo verduras. Nada rehuía tanto como las alabanzas: aunque todos lo tenían en gran aprecio, fue más estimado de Dios que de los hombres. Pasó los últimos días de su vida enfermo; cuando le preguntaban cómo se encontraba, siempre respondía: “Bien, porque así lo quiere el Señor”. Nunca se impacientó ni se quejó, ni siquiera al afrontar la muerte, y esa conducta observó toda su vida. La vigilia de su muerte asistió al coro con los demás frailes para el canto de maitines; el día anterior por la mañana había celebrado la misa. La tarde anterior al día de su muerte visitó a cada uno de los frailes para pedirles humildemente perdón y para que lo recordaran en sus oraciones del día siguiente. Porque estaba convencido que se acercaba su fin. A la edad de veinticinco años murió. Su estatura era algo más que mediana; era tan macilento que su piel estaba adherida a los huesos; tenía el rostro afilado, la nariz algo larga, los ojos hundidos, el cuello erguido, los dedos alargados; su tez era notablemente pálida.
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Santa MAGDALENA SOFÍA BARAT. (1779-1865). 
Martirologio Romano: En París, en Francia, santa Magdalena Sofía Barat, virgen, que fundó la Sociedad del Sagrado Corazón y trabajó muy afanosamente por la formación cristiana de las jóvenes. Natural de Joigny (Borgoña), hija de un rico propietario de viñedos, se formó con dureza y rigor bajo la tutela de su hermano, el abate Louis Barat, quién la hizo adquirir una cultura y un temple que parecían desproporcionados con su situación y su época. Estudió lenguas clásicas y modernas, sobre todo el español, "la lengua nacida para hablar con Dios", decía después de leer "Las Moradas" de santa Teresa. También le entusiasmaba "El Quijote". Su afición por lo español fue intensa. Su espíritu se nutrió en santa Teresa, san Francisco Javier y san Ignacio de Loyola. Así lo confirma el estilo de las reglas de la futura congregación, defendido contra los intentos de cambio. En su primera juventud, en medio de la Revolución, se reveló como una mujer fuerte y llena de celo por las almas. Su hermano Luis, se la llevó a París y allí ejerció como catequista de niños.

Su propósito era hacerse religiosa contemplativa e ingresar en un convento de carmelitas, pero el encuentro con el padre Joseph Varin, futuro jesuita y fundador de los Padres de la Fe, la hicieron que se inclinase por otra vida diferente. En 1801, fundó en Amiens, junto con santa Felipa Dúchesne, las Damas de la Fe o de la Instrucción Cristiana o Damas de la Sociedad del Sagrado Corazón, para la educación. Sofía y sus compañeras, inclinadas al Carmelo, cedieron su vocación contemplativa a la activa, pero sin abandonar la contemplación. Será una vida mixta entre la oración y la acción. "Lo esencial es conservar el espíritu interior en medio de este jaleo", escribió. La devoción al Sagrado Corazón de Jesús se extendió sobre todo, a partir del siglo XVII, por medio de santa Margarita María de Alacoque principalmente, como reacción contra la frialdad jansenista. La nota que Sofía añadió a esta devoción está en el fin apostólico de su Sociedad, que busca la glorificación del Corazón de Cristo por la educación de la juventud. Siempre unidos al Corazón de Jesucristo, y no sólo en los momentos de la Pasión -que era lo característico de santa Margarita-, sino en todos los momentos de la vida de Jesús, desde su misma concepción.

Durante 23 años fue superiora de esta comunidad, fundando 120 casas en toda Europa, y enfrentándose con todo tipo de disensiones internas, incomprensiones y persecuciones (como la que capitaneó el capellán de la casa de Amiens y que estuvo a punto de desvirtuar todo el sentido espiritual de la empresa, al declararse fundador y redactar unas constituciones a su gusto, que arrastró a algunas religiosas que prepararon intrigas en Roma). Su respuesta fue siempre una cita del Evangelio: "Iesus autem tacebat" (Jesús a pesar de todo callaba) estas tres palabras son toda mi fuerza". Al final todo se resolvió y León XII aprobó las constituciones de Magdalena Sofía en 1826. A partir de la revolución de 1830 superó nuevos obstáculos que superó gracias a la amistad que le unía al papa Gregorio XVI. Entre 1839 y 1848, la comunidad sufrió epidemias y tumultos revolucionarios, la que la obligaron a cerrar varias casas. Vivió el lema ignaciano de "sentir la Iglesia". "Una hija del Sagrado Corazón, decía, no debe salvarse sola". Murió como había vivido en oración contemplativa.
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Santos CRISTÓBAL MAGALLANES JARA y AGUSTÍN CALOCA CORTÉS. M. 1927. 
Martirologio Romano: En el pueblo de Catatlán en el territorio de Guadalajara en Méjico, santos Cristóbal Magallanes y Agustín Caloca, sacerdotes y mártires, que, durante la persecución méjicana, confiando totalmente en Cristo Rey, obtuvieron la corona del martirio. Cristóbal nació en el rancho de la Sementera de Totatiche (Jalisco-Méjico) en 1869. En el seno de una familia humilde y campesina; hasta los 19 años estuvo dedicado al trabajo en el campo. En 1888 ingresó en el seminario de Guadalajara, gracias a la protección de un sacerdote, donde se distinguió por su piedad, honradez y aplicación.

En 1899 fue ordenado sacerdote en la iglesia de Santa Teresa de Guadalajara. Sacerdote de gran fe, prudente director de sus hermanos sacerdotes y pastor lleno de celo, que se entregó a la promoción humana de sus feligreses, como capellán y subdirector de la Escuela de Artes y oficios del Espíritu Santo de Guadalajara. Misionero entre los indígenas huicholes y ferviente propagador del rosario y levantó el santuario de la Virgen del Refugio. No aprobó el recurso de las armas y así lo dijo en la revista "El Rosario" que él editó. El resto de su vida lo pasó como párroco de su pueblo natal, donde estuvo 21 años donde costeó la construcción de la presa de La Candelaria para favorecer de regadío las tierras de los pobres, a los cuales procuró que se les hiciera reparto de tierras de labor.

Cuando el gobierno mejicano cerró el seminario de Guadalajara, se ofreció para fundar en su parroquia un seminario. Cuando el padre Cristóbal se disponía a celebrar una fiesta religiosa en un rancho, se inició una revuelta, en la que estaban implicadas las fuerzas federales mandadas por el general Goñi. No pudo huir y fue conducido a la cárcel de Totatiche, donde se encontró con su vicario el padre Agustín Caloca. Fue fusilado en Colotlan. Frente al verdugo confortó a su compañero san Agustín Caloca diciéndole: "Tranquilízate hijo, solo un momento y después el cielo".

Se dieron la absolución sacramental el uno al otro y luego fueron llevados al paredón. Luego dirigiéndose a la tropa, exclamó: "Yo muero inocente, y pido a Dios que mi sangre sirva para la unión de mis hermanos mejicanos".

 Agustín nació en San Juan Bautista del Teúl, Zacatecas (Méjico) en 1898. Fue uno de los alumnos de origen campesino que se benefició de seminario de Totatiche, fundado por el padre Cristóbal Magallanes. Allí estudio Latín y Filosofía, y luego pasó al seminario mayor de Guadalajara. En 1923 fue ordenado sacerdote. Fue modelo de pureza sacerdotal. Vicepárroco en Totatiche, donde trabajó como educador en el seminario menor, a la vez que ayudaba como vicario coadjutor al párroco san Cristobal Magallanes en los ranchos de las afueras, organizó una semana social y estableció varios centros para la catequesis.

 Siempre se mostró amable, social y alegre, y se esforzó en hacer el bien a todos. Fue hecho prisionero después de ayudar a escapar a los seminaristas y conducido a la misma prisión donde se encontraba su párroco Cristóbal Magallanes Jara. Los dos sacerdotes contaban con la garantía del general Goñi de defender sus vidas. Ordenó trasladarlos a Colotlan. En atención de su juventud, le ofrecieron su libertad pero no aceptó si no se la ofrecían también a su párroco. Ante el pelotón de ejecución exclamó: "Por Dios vivimos y por Él vivimos".
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Beato NICOLÁS CEHELSKYJ. (1896-1951). 
Martirologio Romano: En el campo de concentración de la ciudad de Javas, en Moldavia, beato Nicolás Cehelskyj, presbítero y mártir, el cual, bajo un régimen de persecución contra la religión, superó con la fuerza de su fe los tormentos de su martirio. Nació en Strusiv (región de Ternopol, Ucrania), en el seno de una familia grecocatólica.

Decidida su vocación sacerdotal, y estudió en la Universidad de Lvov; se graduó en Teología el año 1923 y contrajo matrimonio -según las tradiciones de su rito- en 1924 con Josefa Sartych, para ordenarse sacerdote el 5 de abril de 1925, incardinándose en la archieparquía de Lvov. De su matrimonio tuvo dos hijos y dos hijas. Fue destinado como párroco de la comunidad grecocatólica a Soroka, en el arciprestazgo de Hrymailivsk, donde desarrolló su trabajo con celo y perseverancia.

Se deben a él la construcción de la iglesia y la superación de muchas dificultades que las comunidades católicas venían teniendo, y que el triunfo de Rusia en la II Guerra Mundial hizo más fuertes, por cuanto se quería la desaparición de la Iglesia grecocatólica. Se le quiso intimidar, pero él no cejó en el cumplimiento de sus deberes sacerdotales y en la afirmación de su fe católica. Las autoridades soviéticas lo arrestaron en 1946, y acusado de actividades contrarias al estado; lo condenaron a 10 años de trabajos forzados en el campo de concentración de Javas (Mordovia). No resistió su salud las durísimas condiciones del campo y, agotado del trabajo al cabo de cuatro años, falleció en dicho campo, con 55 años de edad el 25 de mayo de 1951, y fue enterrado allí mismo. Fue beatificado como mártir por el papa san Juan Pablo II el 27 de junio de 2001.
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OTROS SANTOS DEL DÍA:
San Canión de Atella. s. III - IV. 
 Martirologio Romano: En Atella, en la Campania, san Canión, obispo y mártir. Según su “Passio”, Canión era un obispo africano, de la iglesia de Juliana, en Pirenaica. Cuando se inició la persecución de Diocleciano en el 292, Canión fue conducido a Cartago para ser interrogado y torturado. Sufrió el terrible tormento sin sacrificar a los dioses. Por orden de Pigrasio, Prefecto de Cartago, fue nuevamente torturado y mientras tanto predicaba el Evangelio a los asistentes, de los que se convirtieron muchos, que luego morirían decapitados. En otra sesión de torturas sucedió un terremoto en Cartago, que hizo que Canión pudiera huir en una barca que lo llevó milagrosamente a las costas de la Campania en Italia. En la ciudad de Atella (Aversa, Italia) predicó la fe cristiana y con sus dones taumatúrgicos curó a muchos. Pero fue de nuevo perseguido y por último martirizado. Su cuerpo cuerpo reposa en la catedral de Atella.

  San Dionisio de Milán. M. c. 359. 
 Martirologio Romano: En Milán, de la Liguria, conmemoración de san Dionisio, obispo, el cual, habiendo sido desterrado a Armenia por el emperador arriano Constancio a causa de su fe católica, murió allí mereciendo el título propio de los mártires. Sucedió a san Protasio en la diócesis de Milán en el 351. Asistió al concilio de Arles del 353, para condenar a san Atanasio de Alejandría, y allí para salvaguardar la unidad de la iglesia, decidió firmar la condena a san Atanasio, pero san Eusebio de Vercelli, dijo que él no podía firmar después del obispo de Milán, y su firma fue borrada, y de esta manera no firmó ninguno. Tomó parte del concilio de Milán del 355 donde defendió la fe de Nicea y a san Atanasio. Esto le valió el destierro a Capadocia, por el emperador Constanzo. Murió en el exilio y san Ambrosio de Milán hizo transportar sus restos a Milán y lo declaró mártir.

  San Zenobio de Florencia. (c.334/40 - 390/424). 
 Martirologio Romano: En Florencia, de la Toscana, san Zenobio, obispo de Florencia. Amigo de san Ambriosio de Milán, consejero de san Dámaso I papa, trabajó con san Eugenio y san Crescencio. Nació en el seno de una noble familia pagana (los Girolami), pronto sintió la influencia del santo obispo Teodoro, del cual recibió el bautismo. Consiguió, no sin antes vencer obstinada resistencia, atraer a su padre y a su madre a la fe cristiana. Se convirtió en clérigo y ascendió rápidamente a la dignidad de archidiácono, en la cual su virtud y notables facultades como predicador llamaron la atención de san Ambrosio de Milán.

A instancias de éste el papa san Dámaso le llamó a Roma, donde le empleó en importantes misiones, entre ellas una embajada a Constantinopla. A la muerte de san Dámaso regresó a su ciudad natal, donde retomó su labor apostólica, y a la muerte del titular de la sede Zenobio fue llamado a sucederle, con gran gozo de sus fieles. Las antiguas leyendas que narran su vida como obispo -entre las que, no obstante, hay muchas interpolaciones de épocas posteriores- son unánimes en la descripción de la santidad de su vida y sus dones sobrenaturales. Durante su pontificado, toda Florencia se hizo cristiana y guió santamente su diócesis. Tuvo como diácono a san Eugenio de Florencia. Maestro de san Crescencio. Sobre su vida se han entretejido muchas leyendas.

  San Senzio de Bieda. s. V. 
De él se sabe poco. Era un eremita que vivió en una gruta cercana a la ciudad de Bieda y que fue el centro de la actividad de evangelización de san Senzio. Parece que murió mártir. Es el 2º patrón y protector de Bieda (Viterbo, Italia) después de san Vicente.

  San León de Mantenay. M. c. 550. 
 Martirologio Romano: En el cenobio de Mantenay-sur-Seine, junto a Troyes, en la Galia, san León, abad. Nació en Mantenay, pueblecito de la diócesis de Troyes (Francia). Ahí ingresó en un monasterio, fundado poco antes por el obispo de Reims, san Román de Condat. Edificó a todos sus hermanos, tanto como simple monje como al suceder a Román en el cargo de abad del monasterio de Montenay-sur-Seine en 533.

Una noche, mientras dormía en el bautisterio de la iglesia, como tenía por costumbre, se le aparecieron san Hilario de Poitiers, san Martín de Tours y san Anastasio de Orléans, para anunciarle que iba a morir tres días después. San León les rogó que le obtuviesen de Dios otros tres días, para que una buena mujer pudiese terminar el hábito mortuorio que le había prometido. Habiendo obtenido esa gracia, el santo envió inmediatamente a un mensajero a traer el hábito morturio.

 La dama en cuestión dijo que todavía no lo había tejido, porque el abad gozaba de perfecta salud, pero que lo terminaría en tres días. La dama cumplió su palabra y envió el hábito en la fecha prometida. El santo murió, exactamente, cuando se le había predicho. Los sajones en el 959 destruyeron la abadía de Mantenay.

  Bartolomé Magi de Anghiari. Beato. (1460-1510).
Se le conmemora en el necrológico Franciscano: “Prope Empolim, in Tuscia, B. Bartholomaei Magi, ab Anglario, Confessoris qui castitate, humilitate et patientia exornatus, vitam prope angelicam duxit.” Fue maestro de novicios del convento franciscano del convento de La Verna. Organizó la construcción de la iglesia de la Santa Cruz de Anghiari, que según su intención, debía recordar el pasaje de san Francisco estigmatizado en Anghiari, sucedido en 1224, cuando pasó cerca del castillo y colocó una cruz. Murió en Émpoli y tiene culto público.

  San Pedro Doan Van Van. (1780-1857). 
 Martirologio Romano: En Tonquín, san Pedro Doan Van Van, mártir, catequista y administrador de la parroquia de Bau No, quien, ya octogenario, en tiempo del emperador Tu Duc confirmó con su sangre la constancia de su fe. Nació en Ke-coi en la provincia de Nam-Dinh (Vietnam) en el seno de una familia cristiana. A los 25 años fue nombrado catequista y administrador de la parroquia de Bau-No. Y cumplió con mucha diligencia ambos encargos a lo largo de muchos años. Visitaba a los enfermos y socorría a los pobres. Fue denunciado como cristiano y le acusaron de ser sacerdote católico, cosa que negó, porque no lo era, pero reconoció que era ministro del misionero; la acusación vino porque se negó dar arroz a dos maleantes que denunciaron que en el pueblo había sacerdotes y una iglesia; los misioneros y catequistas lograron ponerse a salvo, pero Pedro volvió porque quería saber como estaba la parroquia, pero fue reconocido. No lograron que apostatase y que pisase la cruz. Aceptó con serenidad la pena de muerte. Fue decapitado en Ke-coi (Vietnam). Fue canonizado el 19 de junio de 1988.

  San Dionisio Ssebuggwawo. (1870-1886). 
 Martirologio Romano: En el lugar de Munyonyo, en Uganda, san Dionisio Ssebuggwawo, mártir, el cual, a los dieciséis años de edad, al reconocer ante el rey Mwanga que había enseñado los rudimentos de la fe cristiana a dos personas de su corte, fue traspasado con una lanza por el mismo rey.
Natural de Bulemezi. Pertenecía al clan Musu. Tenía 16 años. Paje primero del rey Mutesa y después del rey Mwanga de Uganda, que le confió la supervisión de sus apartamentos personales. Conoció el cristianismo y se bautizó en 1885.

Un día el rey Mwanga lo traspasó con una lanza porque le encontró enseñando el catecismo a su propio hijo y heredero Mwafu. Seguidamente encomendó al musulmán Kyayambaddé que lo rematara. Este mando que lo arrastraran fuera del recinto, y como no tenían un arma afilada para rematarlo, acabaron con su vida clavándole reiteradamente un cuchillo para degollar cabras. Murió en Kampala. Fue la segunda víctima de la persecución ugandesa.
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