Santoral del 18 de Junio






Marcos y Marcelino, Santos Mártires
Gregorio Barbarigo, Santo Cardenal y Obispo
Juliana Falconieri, Santa Fundadora
Osana Andreasi, Beata Religiosa
Isabel de Schönau, Santa Religiosa
San Amando de Burdeos -San Efrén, Diácono, Confesor y Doctor-Santa Isabel de Schönau -Beata Osanna de Mantua-Marcos, Marceliano (Marcelino), Ciriaco, Paula, Leoncio, Eterio, Germán, Paulino, Equicio, Hipacio, Teódulo, Martiria, Félix, Emilio, Crispín, mártires; Amando, obispo; Marina, santa; Erasmo, anacoreta.




SANTOS MARCOS Y MARCELINO, Mártires
Si habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de
arriba, allí donde Cristo está sentado a la diestra
de Dios.
(Colosenses, 3, 1).


Los dos hermanos Marcos y Marcelino, detenidos por cristianos, fueron atados y clavados por los pies a un poste. Como los exhortara el juez a que tuviesen piedad de sí mismos y se librasen de sus crueles tormentos, le respondieron: Jamás hubo para nosotros banquete de delicias comparable al gozo que experimentamos al sufrir por Jesucristo. ¡Plazca a Dios que estos sufrimientos duren tanto tiempo cuanto estemos revestidos de este cuerpo corruptible!" Pasaron así un día y una noche, cantando las alabanzas de Dios, hasta que, finalmente, atravesado el corazón con un lanzazo, obtuvieron la corona del martirio, hacia el año 287.

MEDITACIÓN SOBRE LA VISTA DEL CIELO

I. Mira al cielo en la prosperidad: todos los bienes de este mundo poca cosa te parecerán en comparación a la gloria de los bienaventurados. Míralo en la adversidad y hazte la siguiente reflexión: ¿Por qué me asombraré de ser infeliz en este valle de lágrimas? En el cielo solamente están los verdaderos bienes, las alegrías sin mezcla. Ningún dolor sentirás, ni en tu cuerpo ni en tu espíritu, en el cielo. (Tertuliano)

II. Pregunta a los bienaventurados qué piensan ahora de las cosas de este mundo; consúltalos en tus dudas. ¡Con cuánta lástima consideran ellos el afán que ponemos en correr tras los bienes que habrá que abandonar cualquier día! ¿Qué es la tierra para quien posee el cielo? (San Juan Crisóstomo).

III. Según San Clemente de Alejandría, Dios ha dado al hombre un triple Decálogo: el primero es la razón, que dicta al hombre lo que debe evitar; el segundo es la ley que dio a Moisés; el tercero es la vista del cielo. En efecto, ¿quién podría, durante una noche serena, contemplar el cielo sin amar y adorar a Aquél que lo ha creado? ¿Se le puede ver, cuando está cargado de truenos y relámpagos, sin temer a Dios y sin humillarse? ¿Se puede mirar los astros que lo decoran sin menospreciar la tierra? Amar, adorar, temer a Dios, despreciar la tierra, suspirar por el cielo, ¿no es, acaso, obedecer los preceptos del Decálogo? ¡Cuán despreciable me parece la tierra cuando miro el cielo! (San Ignacio de Loyola).

El pensamiento del paraíso
Orad por la conversión
de los cismáticos.

ORACIÓN

Haced, os lo suplicamos, oh Dios omnipotente, que la intercesión de los bienaventurados mártires Marcos y Marcelino, cuyo nacimiento al cielo celebramos, nos libre de todos los males que nos amenazan. Por J. C. N. S. Amén.
  
  San GREGORIO BARBARIGO. (1625-1697).  Martirologio Romano: En Padua, en la región de Venecia, san Gregorio Barbarigo, obispo, que instituyó un seminario para clérigos, enseñó el catecismo a los niños en su propia lengua, mantuvo coloquios con el clero y abrió escuelas, mostrándose liberal con todos y exigente consigo mismo. Nació en Venecia en el seno de una familia senatorial. Muy joven se quedó huérfano de madre, y su padre cuidó de darle una esmeradísima educación. Con 19 años acompañó al embajador Contarini al congreso de Münster. Allí conoció al nuncio del papa, Fabio Chigi, futuro papa Alejandro VII, quien influyó mucho en él. En este congreso, Gregorio colaboró en el tratado de la paz de Westfalia (1648), con la que terminó la guerra de Treinta Años. A su regreso fue magistrado, pero le atraía la vida religiosa y estuvo apunto de hacerse carmelita, hasta que decidió ingresar en el clero secular e inició sus estudios en Padua. En 1655 era sacerdote, y en seguida el papa Alejandro VII le llamó a Roma donde ostentó diversos cargos de importancia. La peste que asoló Roma en 1656 no le animaron a marcharse de la ciudad, muy al contrario estuvo dedicado personalmente a los enfermos y a enterrar personalmente a los muertos. Nombrado obispo de Bérgamo, encontró una diócesis muy abandonada, que transformó por completo con su ejemplo de austeridad, con la fundación de un seminario y con la solicitud con la que atendía a su grey, intentando aplicar las reformas del Concilio de Trento. Más tarde, siendo ya cardenal, fue obispo de Padua, donde repitió las reformas de Bérgamo, inspirada por san Carlos Borromeo. Fue un obispo, popularmente famoso por el caudal de sus limosnas y por la severidad con que reprimió abusos de los religiosos (tuvo que corregir a muchas monjas y cerrar locutorios en los conventos en los días de carnaval), hizo frente a varias rebeliones de canónigos, le dispararon y un párroco fijó en lugares públicos una violenta sátira contra él. Fue propuesto en el conclave para el sucesor del Papa, y él hizo todo lo que pudo para desprestigiarse y no salir elegido. Fue un hombre sencillo, piadoso, dedicado personalmente a los pobres y a todo aquel que se lo pidiera. Realizó visitas pastorales en sus diócesis. Padeció dolorosas enfermedades en los últimos años de su vida que llevó con heroica paciencia. Murió en Padua. Fue beatificado en 1761 y canonizado por SS. Juan XXIII el 26 de mayo de 1960.
  San CALÓGERO "el Anacoreta". (c.466 - c.561).  Martirologio Romano: En el monte Cronio (hoy Gemmariario), cerca de las termas de Selinunte, en Sicilia occidental, san Calógero, eremita. Nació en Calcedonia, junto al Bósforo, en un pueblo de la antigua Tracia. Desde niño fue muy devoto y, ya joven, peregrinó de Constantinopla a Roma, donde lo recibió el papa san Félix III y le dio permiso para vivir en soledad en un lugar impreciso. En este lugar tuvo una visión angélica o una inspiración celestial, que le indicó que debía evangelizar Sicilia; se entrevistó con el Papa del que obtuvo la autorización para partir hacia la isla, con sus compañeros san Felipe, Onofrio y Arquileon, para liberar aquel pueblo de los demonios y de la adoración de los dioses paganos. Mientras san Felipe se dirigió a Agira y Onofrio y Arquileon se fueron a Paternò, Calógero, durante el viaje a Lípari, en las islas Eolias, fue invitado por los habitantes para que se quedara con ellos durante algún tiempo, predicando el Evangelio y enseñándoles cómo utilizar las aguas termales en los momentos de necesidad. Durante su permanencia en la isla de Lípari, tuvo la visión de la muerte y condena del rey Teodorico, rey de los lombardos. Después de otra visión, se dirigió a Sicialia y vivió en Sciacca (Sicilia). Convirtió a sus habitantes y curó a los poseídos. En el monte donde vivió hoy se le llama: monte San Calógero. Es recordado por su soledad, por la felicidad con la que gozó la vida, y por sus exorcismos. Su vida está plagada de leyendas piadosas. Patrón de Agrigento.
  Santa ISABEL DE SCHÖNAU. (c.1128 - 1164). 
Martirologio Romano: En Schönau, de la Renania, en Germania, santa Isabel, virgen, célebre por su observancia de la vida monástica. Nació en la diócesis de Tréveris, probablemente en Bonn, en el seno de una familia de la nobleza y era hermana de san Ekberto. Muy joven se hizo benedictina en doble monasterio de Schönau cerca de Francfort, en el que convivían los monjes y las monjas. En el 1157, fue elegida “magistra”, cuando tenía 25 años y a pesar de su débil constitución física y de sus continuas enfermedades. No fue elegida abadesa porque al ser un monasterio doble, dependían del abad, que era su hermano san Ekberto. Su hermano fue elegido abad en 1165 y 1166. Entabló relaciones de amistad con la beata Hildegarda de Bingen, con la que mantuvo una intensa correspondencia. De su vida no sabemos muchas cosas, sino los cuatro libros que escribió, junto con su hermano, que nos hablan de espantosos años de pruebas con aridez espiritual y fortísimas tentaciones de dudas sobre la fe, hasta el punto de creerse abandonada por Dios, hasta que la misericordia divina llega al auxilio del alma. Todo esto le llegó después de una grave enfermedad ocurrida en 1152, cuando Isabel comenzó a tener visiones y éxtasis, en los que mantuvo coloquios con Cristo, María y los santos del día; éxtasis que duraban aveces varias semanas y que poco a poco debilitaron su físico, de manera que murió a los 35 años. Es considerada como una de las primeras místicas de la Edad Media, junto con santa Hildegarda, en dejar testimonios directos. El libro más conocido se titula "El libro de los caminos de Dios". Sobre todo se la conoce por sus revelaciones acerca de santa Úrsula y las Once mil virgenes, y es singular su visión sobre la asunción de María al cielo que dejó escrito en el libro "Visiones de la resurrección de la Beata Virgen María". No ha sido nunca formalmente canonizada, pero se le atribuye un culto que la Iglesia no ha desautorizado nunca, aunque ha sido inscrita en el Martirologio Romano.
  Beata HOSANNA ANDREASI DE MANTUA. (1449-1505).  Martirologio Romano: En Mantua, en Lombardía, beata Hosana Andreasi, virgen, que vistió el hábito de las Hermanas de Penitencia de Santo Domingo y sumó armonizar con las ocupaciones seculares la contemplación de Dios y el ejercicio de las buenas obras. Nació en Mantua, en el seno de una familia noble de origen húngaro: los Andreasi, y por parte de madre pertenecía a la familia de los Gonzaga. En su niñez tuvo éxtasis místicos. Desde muy joven quiso estudiar Teología además de aprender a leer y escribir, pero su padre se opuso por su condición de mujer. Hosanna, entonces, se puso bajo la protección de la María que la enseñó todo lo necesario: aprendió latín y tuvo gran conocimiento de las Sagradas Escrituras. Citaba de memoria los comentarios de los Padres de la Iglesia. Quiso ser Terciaria dominica pero no se lo permitieron hasta que una grave enfermedad consiguió el tan anhelado deseo. Vivió en el palacio de Francisco II e Isabel de Este. Fue novicia dominica durante 37 años. Se desconocen las razones que tuvo para demorar tanto tiempo su profesión; es probable que, en su fuero interno, se sintiese incapaz de realizar las tareas y las salidas al mundo que realizaban sus hermanas. Los momentos que hubiera podido dedicar al descanso los empleaba en ejercicios de penitencia y devoción. A la edad de dieciocho años, Hosana recibió otro señalado favor del cielo: en una visión, presenció cómo Nuestra Señora la desposaba con su Hijo Divino y el propio Jesús le colocaba un anillo en el dedo. Hosana sintió siempre la presión de aquel anillo que era invisible para los demás. Tuvo un intercambio de corazón con Cristo. Cultivó en grado sumo las virtudes cristianas, en especial la humildad. Por aquel entonces, parece haber sido víctima de una especie de persecución. Tuvo éxtasis místicos que le acarrearon muchos problemas con sus familiares, hasta pensaron que era epiléptica. En sus cartas, se mostraba reticente y dispuesta a culparse a sí misma por todas sus desventuras; pero al parecer, sus hermanas terciarias le habían juzgado mal y la acusaban de falsedad y de haber inventado las extraordinarias manifestaciones espirituales que, no obstante sus esfuerzos por ocultarlas, se adivinaban fácilmente. Sus contrarios llegaron hasta el extremo de denunciarla ante el duque de Mantua y de amenazarla con la expulsión de la Orden. Largo tiempo duró la animosidad contra ella. Entre los años de 1476 y 1481, tuvo una serie de experiencias que le permitieron participar en los sufrimientos de la Pasión de Cristo: primero la coronación con espinas, después la herida en el costado y, por fin, las heridas en las manos y en los pies. Las llagas no aparecieron en sus carnes, pero la hacían sufrir dolores muy intensos. Gobernó el ducado de Mantua, cuando el duque Federico tuvo que marcharse a la guerra entre la confederación de Mantua, Ferrara y Milán contra Nápoles y Roma. Pudo valerse de la prudente dirección espiritual del celebérrimo teólogo Francisco de Silvestri (llamado el Ferrarense) que fue después Maestro de la Orden y escribió la biografía de ella. Gobernó sabiamente y se convirtió por sus virtudes en un ejemplo para todos y en protectora de los afligidos y pobres, siendo consultada por innumerables personas. Después de un viaje a Milán donde obtuvo el aprecio de la ciudad, y volvió a su ciudad donde fue consejera de todos cuantos iban a verla. Alegre y caritativa unió con admirable sabiduría la contemplación de los misterios divinos con las ocupaciones del gobierno y la práctica de las buenas obras, como lo atestiguan sus numerosas cartas. Murió en Mantua, protegida por su familia. Patrona de Mantua.
  OTROS SANTOS DEL DÍA:   San Leoncio de Trípoli. M. 135.   Martirologio Romano: En Trípoli en Fenicia, hoy en el Líbano, san Leoncio soldado, que, encarcelado y sometido a atroces torturas, obtuvo la corona de los mártires. Mártir junto con Publio, Hipacio y Teódulo. Tres griegos martirizados en Trípoli de Fenicia. Leoncio es el más célebre de los mártires de Fenicia, uno de los más famosos de Siria y de todo el Oriente. Leoncio fue un soldado griego que prestaba sus servicios en Trípoli. Fue convertido por el monje san Publio, entregó a los pobres su paga de militar, demostró su desprecio por el paganismo escupiendo sobre sus ídolos. Los sacerdotes le denunciaron junto con Publio al tribuno Filocronio y mientras Leoncio fue encarcelado, Publio fue flagelado y exiliado a Emesa de Siria. Pero no se resigno con quedarse en aquellas tierras y regresó a su monasterio; Leoncio, cuando supo que su maestro había regresado a Trípoli, fue a su encuentro y se quedó con él. De nuevo los sacerdotes paganos lo denunciaron ante el juez Firmiliano: Publio, flagelado y torturado, murió en el camino, después murió Leoncio a bastonazos. Algunos sinaxarios griegos introducen a Hipacio y Teódulo, pero se duda de su existencia.   San Amando de Burdeos. M. c. 431.   Martirologio Romano: En Burdeos, en Aquitania, san Amando, obispo, que instruyó en la doctrina de la verdad y bautizó a san Paulino de Nola, que, a su vez, alaba al obispo. San Delfín, obispo de Burdeos, le ordenó corno sacerdote y le retuvo consigo para el servicio de su iglesia. Desde un principio, Amando desplegó un gran celo para glorificar a Dios. Se le conoce porque convirtió, instruyó y bautizó a san Paulino de Nola. Hubo una gran amistad entre ellos. Con frecuencia le escribía san Paulino y, por las cartas que aún se conservan, sabemos que tenía una muy alta opinión de su piedad y sabiduría. Sucedió a san Delfín en el 404, como obispo de Burdeos. Renunció algunos años más tarde, en favor de san Severino; pero éste murió, e inmediatamente se le rogó para que ocupase su antiguo puesto. «Si queréis ver obispos dignos de Dios», escribió san Gregorio de Tours, citando las palabras de san Paulino, «sólo tendréis que mirar a Exuperio de Toulouse, a Simplicio de Vienne, a Amando de Burdeos...».   San Simplicio y compañeros. s. V.  Junto con Félix y Potentino de Steinfeld. Según una Vita legendaria compuesta en el siglo IX, Simplicio, su hermano Félix y su padre Potentino de Steinfeld, eran naturales de Aquitania. Partieron en peregrinación hacia Tierra Santa, viaje que entonces era una empresa en la que se necesitaba una gran fe. A su regreso se dirigieron a Tréveris, donde el obispo, san Maximino, también natural de la Galia romana, los envió a la localidad de Karden, donde estaba el presbítero y eremita san Castor y allí vivieron en oración y soledad hasta su muerte.  Otra cosa no se sabe, sus reliquias fueron trasladadas, antes del 930, a Steifeld donde san Potentino fue elegido patrón, este traslado era recordado el 3 de junio. El 12 de agosto de 1908, el papa san Pío X confirmaba el culto “ab immemorabili” de la diócesis de Colonia de santos Pontentino, Félix y Simplicio padre e hijos, peregrinos y eremitas, estableciendo la fecha de su celebración el 18 de junio.  Santa Alena de Forest. (c.620 - 640). Nació en el seno de una familia pagana en Dielbeek, Bruselas; ella fue bautizada sin que sus padres lo supieran, en la iglesia de Forest. Este hecho provocó la ira de su padre, que parece era el rey del lugar, el cual ordenó a sus soldados apresarla cuando regresase de la iglesia y llevarla ante él. Parece que cuando la cogieron, uno de los soldados la cercenó un brazo, a causa de las heridas murió. Murio y fue enterrada en Forest.   San Equicio. s. IX.  Fue diácono del obispo de Telese san Palerio. Sus reliquias son veneradas en la Iglesia Metropolitana de Benevento.