Santoral del 2 de Julio





INDICE

Beata EUGENIA JOUBERT
Beatos JUAN y PEDRO BECCHETTI
Beato PEDRO DE LUXEMBURGO
Santos LIBERATO, BONIFACIO y compañeros
Santos PROCESO y MARTINIANO
San BERNARDINO REALINO
OTROS SANTOS DEL DÍA
Proceso y Martiniano, Adiosdado, Aristón, Crescenciano, Eutiquiano, Urbano, Juvenal, Longinos, mártires; Suituno, Odón, obispos; Ciro, Francisco de Jerónimo, Bernardino Realino, Juan Maunoir, Antonio Balducci, confesores.

SAN OTON DE BAMBERG
Apenas oyó Isabel el saludo de María,
exultó el niño en su seno, y fue Isabel
henchida del Espíritu Santo.
(Lucas, 1. 41).

San Otón fue obispo de Bamberg y es llamado el Apóstol de Pomerania . Nació en Suabia, Alemania, y vivió en el siglo XII. Huérfano de padre y madre, enfrentó muchas dificultades para costear sus estudios en filosofía y ciencias humanas. Partió a Polonia para ganarse la vida. Poco a poco se estableció y fundó una escuela que ganó prestigio y le dio buenas ganancias.

Se hizo conocido y estimado en la corte polaca , amigo y consejero del emperador, que lo nombró obispo de Bomberg. San Otón, sin embargo solamente quedó con la conciencia tranquila cuando fue consagrado obispo por el papa Pascual, alrededor del año 1106.

Es considerado el evangelizador de la Pomerania; fundó allí numerosos monasterios. Y apoyado por Boleslao, duque de Polonia que dominaba la región, y por Vratislao, duque cristiano de Pomerania, recorrió todas las ciudades instruyendo a los gentiles y bautizando a los que se adherían a la fe, intercediendo ante el príncipe por la liberación de los prisioneros, exhortando a todos a abandonar los ídolos y a convertirse al Dios de Jesucristo. Esparció misioneros por toda la Pomerania.

Fue canonizado en el año 1189 por el Papa Clemente III.

Antiguamente se lo recordaba el 30 de junio, pero su fiesta en el Martirologio Romano actual es el 2 de julio.


MEDITACIÓN SOBRE LAS CONVERSACIONES

I. Se ha de desterrar de las conversaciones toda palabra que pueda herir a la caridad, a la pureza o a la cortesía. Estos puntos abarcan todas las faltas que puedes cometer en tus conversaciones. Nunca hagas tu propio elogio; no censures a los demás; nada digas que pueda avergonzar a los que te escuchan o afligir a tu ángel custodio. Reflexiona sobre estas tres clases de defectos: ¿ninguno tienes?

II. Conversa con entera franqueza de las cosas de Dios con tu director espiritual o con alguna otra persona piadosa y sabia. A veces estas conversaciones te inspirarán más tiernos sentimientos de devoción que los que experimentas en tus oraciones. Tanto gustas de hablar de tus negocios, y ya que el de tu salvación es el mayor de todos, ¿por qué no hablas de él alguna vez, para comunicar a los otros los buenos sentimientos que Dios te inspira y para aprovecharte de sus luces?

III. Debes ponerte de parte de Jesucristo si, en la conversación, alguien habla mal de las cosas santas, o en chiste, o pone en duda algún artículo de la fe o murmura de un ausente. No te avergüences entonces de declararte abogado de Jesucristo; habla valientemente, pero siempre con discreción: Dios te inspirará lo que debas decir. Si alguien habla mal de algún amigo tuyo, asumes su defensa; si se trata de Jesucristo o de alguno de sus servidores, te quedas mudo. Seríamos más felices si pusiéramos tanto esmero en agradar a Dios como a los hombres, y si temiéramos tanto desagradar al Creador como a la creatura (San Paulino).
La caridad
Orad por las religiosas de la Visitación.

ORAC1ÓN

Dignaos, os lo suplicamos, Señor, acordar a vuestros servidores el precioso don de la gracia celestial, a fin de que esta fiesta solemne de la Visitación de la Santísima Virgen nos obtenga el acrecentamiento de la paz, así como su alumbramiento ha sido para
nosotros el principio de la salvación. por J. C. N. S. Amén.

http://www.aciprensa.com/podcast/santo/julio02-07oton.mp3






San BERNARDINO REALINO. (1530-1616).
Martirologio Romano: En Lecce, en la Apulia, san Bernardino Realino, presbítero de la Compañía de Jesús, ilustre por su caridad y su benignidad, que, despreciando los honores del mundo, se entregó al cuidado pastoral de los presos y de los enfermos, y al ministerio de la palabra y del sacramento de la penitencia. Nació en Carpi (Módena, Italia), en el seno de una familia de la burguesía; su madre fue quién más influyó en su primera educación. Estudió en Módena humanidades, y allí realizó sus primeros poemas. Fue muy hábil con la mente y con las manos. Practicó la esgrima y el puñal con gran destreza, hasta que un día en una lid, hirió a un hombre sin sentirlo mucho, y tuvo que huir de la ciudad. En 1548, gracias al mecenazgo del cardenal Madruzzo, patrón de su padre, y que costeó su carrera, ingresó en la Universidad de Bolonia, doctorándose en Derecho civil y canónico. Marchó a Milán con la esperanza de que su mentor, entonces gobernador del ducado, le diera un puesto en la oficialidad. En 1556 fue nombrado podesta de Felizzano, en lo que hoy es el Piamonte.

Pasado un año cesó del cargo, para vegetar en el olvido hasta que alguien se acordó de él y lo nombró, primero abogado fiscal de Alessandría, y luego alcalde de la diminuta población de Cassine, y en 1562, juez de Castiglione, cerca de Milán. Concluido su mandato, el marqués de Pescara, gobernador de Milán, lo llamó para su servicio personal como intendente de la ciudad y lo nombró administrador de las posesiones que tenía en Nápoles. En las horas libres se dedicaba a la literatura y tenía escrito un comentario sobre las obras de Catulo, que hubiera publicado si un día un jesuita no le hubiera aconsejado rezar el rosario. Aquel rosario le convirtió, y lo primero que hizo fue quemar su escrito sobre Catulo, e ingresó en el colegio de la compañía de Jesús en Nápoles después de presentar su dimisión al marqués de Pescara, tenía 34 años y corría el año de 1564. Aquel día había escrito una carta a su padre en la que le decía “Vivete allegro, che io vivró allegrissimo”. Esta atmósfera de alegría le envolverá toda su vida. Quería ser lego, y dedicarse a los oficios más bajos, pero sus superiores le ordenaron hacerse sacerdote en 1566, y san Francisco de Borja, prepósito general, le nombró maestro de novicios, dando un nuevo método; el maestro se hacía como los discípulos y decía su “culpa” en el comedor como ellos. No tuvo mucho éxito en el púlpito, porque le faltaba la brillantez de los predicadores, pero era muy bueno en el confesionario y en el trato personal.

La victoria de Lepanto de 1571, trajo muchos esclavos a Nápoles, y se prodigó con ellos, y aunque no obtuvo muchas conversiones, si dio ejemplo de caridad cristiana. Por obediencia fue a Lecce en 1574, donde tenía que abrir una casa de la Compañía, donde estuvo predicando y confesando; especialmente asistía a los encarcelados, a los condenados a muerte y a los esclavos: en uno de sus primeros sermones insistió en que tenían los mismos derechos que toda persona humana, no eran una especie inferior. Tenía penitentes de toda Italia, y tenía el don de penetración de espíritus; sentía una profunda repugnancia por el confesionario y este fue quien le santificó. En 1594 fue nombrado rector del colegio de los jesuitas, y se mostró caritativo con todo el que lo necesitara, cosa que provocó las iras de los menos generosos. Cuando contaba 80 años, un grupo de personas de la ciudad, fue a verle para que tomase la ciudad bajo su protección, e incluso fueron a ver al obispo para que iniciase su proceso de beatificación, ¡antes de morirse!.
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Santos PROCESO y MARTINIANO. M. 67/9.
Martirologio Romano: En Roma, en el cementerio de Dámaso, en el segundo miliario de la vía Aurelia, santos Proceso y Martiniano, mártires. Según una tradición eran dos soldados que custodiaban a santos Pedro y Pablo cuando estuvieron presos en la cárcel Mamertina; los milagros que presenciaron les movieron a la conversión. Así se lo declararon a los apóstoles, manifestándoles su deseo, y suplicándoles que los bautizasen. San Pedro los acogió gozosamente y confirmó sus propósitos. Según la tradición, como no hubiese allí agua para bautizarlos, hizo la señal de la cruz en la roca que servía de cimiento de la cárcel y al momento brotó una fuente que perdura hasta hoy. Con ellos se convirtieron otros 47 presos y soldados, atraídos por su ejemplo y decisión. El juez Paulino, al ver que se habían hecho cristianos, los hizo detener. Con muchas promesas y halagos intento persuadirles que no cometieran aquella locura, pero no consiguió nada; al ver que no podía con ellos, mandó torturarles cruelmente.
Los santos respondían con cánticos. Mientras los mártires resistían impávidos, su verdugo Paulino murió. Enfurecido su hijo Pomponio, y achacándolo a hechizos y magia de los mártires, dio parte a Nerón, y el emperador encargó a Cesáreo, prefecto de la ciudad, que los ejecutase. Fueron decapitados en la vía Aurelia. Su tumba fue muy venerada y el papa Gregorio Magno dijo en una homilía en su honor: "A los cuerpos de estos Santos vienen los enfermos, y vuelven sanos. Vienen los que han jurado en falso, y son afligidos del demonio. Vienen los endemoniados, y quedan libres. ¿Cómo pensamos que viven estos Santos allá donde de veras viven, pues aquí hacen tantos milagros?".
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Santos LIBERATO, BONIFACIO y compañeros. M. 483.
Martirologio Romano: Conmemoración de los santos mártires Liberato, abad, Bonifacio, diácono, Servo y Rústico, subdiáconos, Rogato y Septimio, monjes, y el niño Máximo, quienes en Cartago, durante la persecución desencadenada por los vándalos bajo el rey arriano Hunnerico, por confesar la verdadera fe católica y un solo bautismo, fueron sometidos a crueles tormentos, clavados a los maderos con los que iban a ser quemados y golpeados con remos hasta que sus cabezas quedaron deshechas, triunfando ellos brillantemente, por lo que merecieron ser coronados por el Señor. Los vándalos arrianos de Genserico, en el 439 ocuparon Cartago y desterraron a su obispo san Quodvultdeus, con buen número de obispos y sacerdotes, y prohibieron la ordenación de nuevos prelados. El resultado fue un número alarmante de sedes vacantes. Cartago estuvo sin obispo hasta el 454, en el que se permitió la ordenación de san Deogracias, y desde la muerte de éste en el 456 hasta el 481 en que a ruegos del emperador de oriente, Hunerico autorizó la entronización de un nuevo obispo: san Eugenio de Cartago.

Pero pronto Hunerico se arrepintió y empezó un persecución más cruel empezando por su propia familia, que la creía que confabulaban contra su sucesos, luego contra el propio clero arriano y después contra los católicos que los declaro fuera de ley en el 484. Hubo una cruel persecución. Un contemporáneo recogió una Passio de los monjes de Capsa, la actual ciudad tunecina de Gapsa. Mártir junto con Bonifacio, Siervo, Rústico, Rogato, Séptimo y Máximo. Liberato era abad del monasterio africano de Capsa y los otros eran sus monjes: Bonifacio era diácono; Siervo y Rústico, subdiáconos; Rogato y Séptimo monjes y Máximo era un niño educado en el monasterio que ante los halagos para que dejara su fe había respondido: "A mi nadie me separa de santo abad Liberato ni de mis hermanos que me han criado en el monasterio". Todos fueron martirizados bajo el rey arriano Hunerico en Cartago. Fueron clavados a los maderos con los que iban a ser quemados, destrozadas sus cabezas y los remos y cruelmente lacerados con toda clase de suplicios. De los Martirologios de Abdón y Usuardo pasaron al Romano, que celebra su memoria el 17 de agosto. La familia agustiniana ve en ellos una encarnación de sus espíritu comunitario y eclesial, desde el 1 de Junio de 1672 celebra su fiesta el 26 de agosto y ha elegido al joven Máximo como patrón de sus novicios.
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Beato PEDRO DE LUXEMBURGO. (1369-1387). Martirologio Romano: En Villeneuve, cerca de Aviñón, en Francia, tránsito del beato Pedro de Luxemburgo, obispo de Metz, que vivió entregado a la penitencia y a la oración. Nació en Ligny-en-Barrois en Lorena, pertenecía a la familia de los condes de Luxemburgo; siendo niño mostró interés por la religión y así, a los 7 años hizo voto de castidad. En 1377 estudió en París, donde conoció, en el Colegio de Navarra, a Pedro de Ailly con quién intimó. En 1379 marchó a Londres para quedarse como rehén de su hermano Valeran, prisionero por los ingleses. En el año que estuvo preso, se ganó a todos, de manera que le dejaron libre, con la palabra de que pagaría el rescate, el mismo rey Ricardo II, le invitó a la Corte. De regreso a París, reanudó sus estudios y llevó un género de vida de austeridad, piedad y ejemplaridad que admiró todos, teniendo para ello el apoyo de Felipe de Maisiers que lo introdujo por los caminos de la vida interior. Conocedor del antipapa Clemente VII de la virtud del muchacho y, según la costumbre del tiempo, recibió numerosas canonjías en París, Chartres y en Cambrai; fue nombrado archidiácono de Dreux. A los 14 años fue elegido obispo de Metz, y a los 16 años fue creado cardenal de San Jorge en Velabro.

Para su diócesis de Metz tomó un obispo auxiliar, de edad adulta, que supliera su deficiencia de órdenes sagradas, e hiciera la visita pastoral, corrigiendo abusos y alentando a los fieles. Pero ni su entrada en Metz ni su estancia allí se logró sin la intervención armada de su hermano, lo que desagradó a Pedro, que decidió retirarse del obispado en 1385, marchando a Ligny y luego a París. De aquí lo llamó Clemente VII para que estuviera a su lado en Aviñón, donde llevó una vida tan austera y penitente que al propio Papa le dio miedo, y viendo que ya empezaba a quebrantarse su salud, le ordenó que la mitigara. Obedeció Pedro pero lo compensó redoblando sus limosnas hasta el punto de que la mayor parte de sus rentas iba a parar a manos de los pobres. En 1387 para encontrar un clima más favorable se retiró a Villeneuve, donde vivió con mayor retiro y dedicación a la oración, teniendo entonces lugar sus famosos éxtasis. A los 18 años preso de la tuberculosis se preparó para la muerte, pidiendo perdón a sus criados por haberles tratado como criados y no como hermanos y logrando de ellos que lo azotaran en señal de penitencia por esto. Murió en Villenueuve-les-Avignons, haciéndose enterrar en el cementerio de los pobres de la iglesia de San Miguel. El Papa Clemente VII le beatificó en 1527. Patrón de Aviñón.
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Beatos JUAN y PEDRO BECCHETTI. M. 1420.
Martirologio Romano: En Fabriano en las Marcas, conmemoración de los beatos Juan y Pedro Becchetti, sacerdotes de la Orden de los Ermitaños de San Agustín, unidos por la misma conducta de via todavía más que por los vínculos de sangre. Descendían de la familia de santo Tomás Becket (Becchetti) que se establecieron en Fabriano. Juan se consagró al Señor en el convento de San Agustín de Fabriano, Ancona. Su vida de oración, estudio de la Sagrada Escritura y de la Teología y de predicación, fue para la Orden, organizada desde hacía pocos años (1226) como Orden mendicante, ejemplo y estilo de vida. Con el título de Bachiller, enseñó, en el 1385, en el Estudio General de Rímini. El Padre General, Bartolomé de Venecia escribía que venía “precedido por la fama de ciencia y de vida”. En este mismo año fue destinado al estudio de Oxford, donde obtuvo el grado de Maestro en Teología. En el 1391 se encontraba en Italia y al año siguiente fue Regente del Estudio agustiniano de Perugia. El Padre General le escribió una carta el 4 de mayo de 1420. Murió en Fabriano y sus restos, junto al de su primo Pedro Becchetti de Fabriano, Están expuestos a la pública veneración en la iglesia de San Agustín.

Pedro se consagró al Señor en el convento de San Agustín de Fabriano, Ancona. Su vida de oración, estudio de la Sagrada Escritura y de la Teología y de predicación, fue para la Orden, organizada desde hacía pocos años (1226) como Orden mendicante, ejemplo y estilo de vida. En el 1385 estudió en Padua para obtener el grado de Lector y en el 1388 enseñó en el Studio agustiniano de Rímini: Maestro en Sacra Teología fue nombrado profesor en Venecia. Desde esta ciudad marchó en peregrinación a Jerusalén por su singular devoción a la pasión del Señor. Regresó a Fabriano donde construyó, junto a la iglesia de los agustinos, una capilla similar a la del Santo Sepulcro de Jerusalén. El 20 de febrero de 1421, el Padre General, Bartolomé de Venecia, le escribió una carta. Murió en Fabriano y sus restos, junto a los de su primo Juan Becchetti de Fabriano, están espuestas a la pública veneración en la iglesia de San Agustín. La Orden de San Agustín celebra su festividad el 2 de Junio, el Martirologio Romano el 2 de Julio.
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Beata EUGENIA JOUBERT. (1876-1904). Martirologio Romano: En Lieja, en Bélgica, beata Eugenia Joubert, virgen de la Congregación de la Sagrada Familia del Sagrado Corazón, que consagró su vida a enseñar la doctrina cristiana a las niñas y, atacada por la tisis, con amor siguió a Cristo paciente. Eugenia nació en Yssingeaux, (Francia). Infancia, vocación, vida religiosa, apostolado, sufrimiento y muerte; todo en la vida de Eugenia quedará marcado por la presencia maternal de María. En 1895, ingresó como postulante en el convento de las religiosas de la Sagrada Familia del Sagrado Corazón, en Puy-en-Velay. Eugenia ni siquiera tiene veinte años; su porte es vivo y graciosa su forma de reír. Pero su jovencísimo rostro, casi infantil, refleja al mismo tiempo una seriedad muy profunda. Su recogimiento es admirado y provoca la emulación de sus compañeras de noviciado. En1896, tomó el hábito religioso de manos del padre Rabussier, fundador del instituto.

En 1897, sor Eugenia pronunció sus votos religiosos. La nueva profesa descubre en ello un estímulo para progresar en esa vía, y se fija en dos aspectos que le parecen esenciales para alcanzar "la sencillez del niño": la humildad y la obediencia. Para sor Eugenia, la humildad es el medio de atraer "las miradas de Jesús". En una ocasión, es reprendida severamente a causa de un trabajo de costura mal hecho, pero la labor en cuestión no era suya... A pesar de que su naturaleza se rebele contra ello, sor Eugenia calla; podría justificarse, explicar la equivocación... pero prefiere unirse al silencio de Jesús, que también fue acusado en falso. En la humillación encuentra una ocasión de "crecer en la sumisión", lo que para ella es un verdadero éxito. La humildad va pareja a la obediencia. Sor Eugenia ve en la obediencia "el fruto de la humildad y su forma más verdadera". Nada más pronunciar los votos, la joven religiosa es destinada a Aubervilliers, en las afueras de París, a una casa dedicada a la evangelización de los obreros. Se encariña con el corazón de los niños, consiguiendo de ese modo aquietar sus travesuras, que no faltan en su auditorio. Su secreto fue la paciencia, la dulzura y la bondad. Los resultados que consigue son inesperados.

Durante el verano de 1902, sor Eugenia sufre los primeros efectos de la enfermedad que se la llevaría de este mundo: la tuberculosis. Empieza entonces un doloroso calvario que durará dos años, y que acabará santificándola uniéndola mucho más a Jesús crucificado. Encuentra un gran consuelo meditando sobre la Pasión. En medio de la oración, Jesús le hace comprender que, para seguir siendo fiel en medio de los sufrimientos, debe "abrazar la práctica de la infancia espiritual", "ser un niño pequeño con Él en la pena, en la oración, en el combate y en la obediencia". Hasta el último momento la guían la confianza y el abandono. Tras una hemorragia especialmente fuerte, recae agotada. Sor Eugenia acoge en medio de una gran paz el anuncio de su partida hacia el cielo, recibiendo el sacramento de los enfermos y la Comunión. Alguien le acerca un retrato del Niño Jesús, ante cuya imagen sor Eugenia exclama: “¡Jesús!... ¡Jesús!... ¡Jesús!...” y su alma emprende el vuelo hacia el cielo.
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OTROS SANTOS DEL DÍA:

Santa Monegunda. M. 570. Martirologio Romano: En Tours, de Neustria, santa Monegunda, consagrada a Dios, que, dejando patria y parientes, se entregó únicamente a la oración. Natural de Chartres. Tuvo dos hijas que murieron; la santa, abrumada por el dolor, determinó abandonar el mundo y consagrarse enteramente al servicio de Dios, pues temía que la pena la hiciese concentrarse en sí misma y olvidarse de su Creador. Así pues, con el consentimiento de su esposo, se construyó una celda en Chartres y se recluyó en ella. La celda tenía por todo mobiliario una estera, en la que la santa tomaba su corto reposo. Su único alimento era un poco de pan de avena mojado en agua.

Más tarde, Monegundis se trasladó a Tours, donde siguió viviendo en la misma forma, en una celda próxima a la iglesia de San Martín. Con el tiempo, se le reunieron numerosas imitadoras, y la celda se transformó en el monasterio de Saint-Pierre-le-Puellier. San Gregorio de Tours nos dejó un relato de su vida. Patrona de Chimay (Hainaut). San Swithun de Winchester. (c.800 - 862).

Martirologio Romano: En Winchester, en Inglaterra, san Swithun, obispo, célebre por su austeridad y por su amor a los pobres. Construyó muchas iglesias, que visitaba siempre caminando. Nació en en Wessex y pasó su juventud en la antigua abadía de Winchester, aunque no se sabe con certeza si fue monje. Ordenado sacerdote, fue nombrado director o diácono del viejo monasterio. Su sabiduría, su piedad y prudencia hicieron que fuera nombrado capellán del rey Egberto de los sajones occidentales y preceptor del príncipe Ethelwolf. Al subir al trono el príncipe Ethelwolf en el 836, nombró a Esvituno como su consejero en asuntos espirituales y eclesiásticos. En el 852, fue elegido obispo de Winchester por petición del rey, y fue consagrado por el arzobispo de Canterbury, Ceolnoth; durante el decenio que rigió esta diócesis el reino de Wessex alcanzó su mayor potencia e influencia. Se caracterizó por su humildad y entrega a su feligresía. Cuando murió fue sepultado, por propia petición, en el cementerio de la catedral. La leyenda dice que cuando murió llovió copiosamente después de una terrible sequía, por ello se le invoca durante las sequías. Patrón de Winchster.

San Lídano de Sezze. (1026-1118). Martirologio Romano: En Sezze, en el Lacio, san Lídano, abad, fundador del monasterio de este lugar, que con sus monjes saneó las tierras circundantes, liberando de esa forma a sus habitantes de la fiebre palúdica.
Nació en Civita d'Antino (L'Aquila, Abruzzos). A los nueve años ingresó en los benedictinos de Montecasino. Alcanzada la mayoría de edad, su patrimonio heredado por su familia, fue destinado, con el consentimiento del abad Riquerio de Montecasino, a la construcción de un monasterio con iglesia anexa, en las faldas del monte Antoniano, en el corazón de las paludes Pontinas, diócesis de Sezze. La zona que hoy se conserva recibe el nombre de Quarto San Lidano, él vivió aquí durante 72 años y fue su abad. Se le recuerda sobre todo por su obras de desecación de las paludes Pontinas.

En su vejez se retiró a Montecasino. Fue sepultado en la iglesia de su cenobio y después, a causa de la destrucción de la iglesia por el emperador Federico II, las reliquias fueron trasladadas a la catedral de Sezze. El papa León X (1475-1521) confirmó el culto y organizó la fiesta establecida por los estatutos de la ciudad de Sezze. Es el patrón de Sezze.
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