Santoral del 23 de Agosto

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Santa ROSA DE LIMA
Beatos CONSTANTINO CARBONELL SEMPERE, PEDRO GELABERT AMER y RAMÓN GRIMALTOS MONLLOR
Beatos FLORENTINO PÉREZ ROMERO y URBANO GIL SÁEZ
Beatas ROSARIO QUINTANA ARGOS y SERAFINA FERNÁNDEZ IBERO
Beato JUAN MARÍA DE LA CRUZ GARCÍA MÉNDEZ
OTROS SANTOS DEL DÍA



SAN FELIPE BENICIO, Confesor
No es aprobado el que se recomienda a si mismo,
sino aquél a quien recomienda el Señor.
(2 Corintios, 10, 18).


San Felipe, muy joven aún, exhortó un día a su madre a que diese limosna a los servitas. Una vez que terminó sus estudios, tomó el hábito de esta Orden y recorrió Europa y una parte de Asia, obran do a su paso numerosas conversiones y estableciendo en todas partes cofradías en honor de Nuestra Señora de los Siete Dolores. A la muerte de Clemente IV, sabiendo que los cardenales pensaban elevarlo al solio de San Pedro, huyó a las montañas y allí permaneció escondido hasta la elección de Gregorio X. Murió en Siena, en el año 1285, abrazando el crucifijo que él llamaba su libro.

MEDITACIÓN SOBRE EL CONOCIMIENTO DE SÍ MISMO

I. Pocas personas se conocen, porque pocos estudian su interior. Y sin embargo el conocimiento de sí mismo es el más importante de todos los que se pueden adquirir. Mira, pues, hoy, al pie de tu crucifijo, lo que eres en el fondo de tu alma. ¿Qué bien has hecho? ¿Qué pecados has cometido? ¿Qué virtudes has practicado? ¿Qué defecto domina en ti? Examina con cuidado todas estas cosas.

II. Tienes buena opinión de ti mismo porque crees fácilmente a los que elogian tus virtudes. Una falsa apariencia puede engañar a los hombres; pero Dios, que escruta los corazones, no puede ser engañado. Además, comparas tu vida con la de los im píos, y te tienes por santo, porque no eres autor de crímenes monstruosos. Examina el fondo de tu con ciencia, compara tu vida con la de los santos, y te resultará fácil la humildad. Muchas cosas se conocen y uno se ignora, se examina a los otros y se tiene miedo de mirarse a uno mismo.

III. Ve lo que Dios aprueba o desaprueba en ti. Esas brillantes cualidades que te atraen la atención de los hombres, tal vez te hacen incurrir en la des gracia de Dios. ¿Trabajas únicamente por amor a Dios? ¿Cumples tus deberes de estado? ¿Juzgas tú mismo de tus acciones como juzgarías las de otro, sin prevención y sin amor propio? Colócate frente a ti mismo como si estuvieras frente a otro, y llora sobre ti mismo. (San Bernardo).

La penitencia
Orad por los pecadores.

ORACIÓN

Oh Dios, que habéis proporcionado un modelo admirable de humildad en la persona del bienaventu rado Felipe, vuestro confesor, concedednos la gracia de despreciar como él los bienes de la tierra para no aspirar sino a las cosas del cielo. Por J. C. N. S. Amén.

http://www.aciprensa.com/podcast/santo/agosto23-07rosadelima.mp3




Santa ROSA DE LIMA. (1586-1617).
Martirologio Romano: Santa Rosa, virgen, que, insigne desde la infancia por su ausera sobriedad de vida, vistió en Lima en Perú el hábito de las Hermanas de la Tercera Orden regular de los Predicadores. Dedicada a la penitencia y a la oración y ardiente de celo por la salvación de los pecadores y de las poblaciones indígenas, aspiraba a donar su vida por ellos, alcanzando a imponerse grandes sacrificios, para obtener la salvación de la fe en Cristo. Su muerte sucedió el día siguiente a éste.

Se llamaba Isabel Flores Oliva y nació en Lima en el seno de una familia de españoles. El sobrenombre de "Rosa" se lo dio una criada india (Mariana) cuando vio su rostro (parecido a una rosa). Fue considerada la rosa de Lima, por eso quiso llamarse "Rosa de Santa María". Recibió la confirmación de manos de santo Toribio de Mogrovejo que le cambió su nombre por el de Rosa. Tuvo una educación esmerada, muy superior a las de las mujeres de su tiempo. Hizo voto de virginidad y lo observó con discreción y penitencia, y para huir de las cosas mundanas le pidió permiso a su padre de vestir el hábito franciscano, y lo vistió hasta los 22 años. Un día le hablaron de sus trenzas como riesgo; y las cortó sin vacilar. Otro día le ponderaron la suavidad de sus manos; y prefirió desfigurarlas entre la cal y el mortero de albañilería. En la casa paterna, donde pasó su vida, reprodujo en su cuerpo los sufrimientos de la Pasión. Ella quiso todos los sufrimientos sólo por amor de Cristo, que le dijo: "Oh Rosa de mi corazón, tú eres mi esposa". Su madre no entendió lo que la pasaba y la corrigió duramente mientras vivió.

Deseó ingresar en un convento de clarisas, pero la Virgen María se lo impidió, y la hizo volver a su casa. "Lo que daría yo por anunciar el Evangelio. Iría a través de las ciudades, predicando la penitencia, con los pies descalzos, el crucifijo en la mano y el cuerpo cubierto de un cilicio espantoso. Caminaría durante la noche gritando: abandonad vuestras iniquidades. ¿Hasta cuando seréis como rebaños atolondrados?. Huid de los eternos castigos: pensad que sólo hay un instante entre la vida y el infierno". Recluida en su casa, hizo levantar una choza-ermita en el jardín de su casa, donde pasó grandes horas de oración y soledad.

Allí tendrá que sufrir la penitencia y la paciencia de ver todos los días a un amigo de su hermano, enamorado de ella, que la pretendía en matrimonio con el consentimiento de sus padres. Para vencer la tentación se colocó una corona de espinas debajo de la toca y dormía sobre un lecho de vidrios molidos. En 1610, a sus 24 años, vistió el hábito blanco y negro de las terciarias de santo Domingo ya que no había un convento en Lima de la segunda Orden. Escandalizó a las gentes de su época por sus duras penitencias, y se la tuvo por loca; uno de sus confesores le mitigó las penitencias. Se dedicó a cuidar y atender a los más pobres de Lima e hizo varios milagros; también gozó del don de profecía y tuvo muchas visiones que fueron catalogadas por sus confesores como místicas. Inspiró la fundación de un convento de dominicas en Lima y muchas jóvenes ingresaron por su mediación. Mantuvo coloquios espirituales con san Martín de Porres y con Vicente Bernedo. Los últimos años de su vida sufrió la “noche oscura del alma” pero ella se mantuvo unida a Cristo y a María, para pasar este proceso purificativo.

En su última enfermedad repetía: "Auméntame el dolor: pero, Dios mío, dadme paciencia". Su esposo Jesús la había advertido una noche: "Prepárate, se acercan los esponsales". Expiró repitiendo: "Jesús, Jesús, quédate conmigo", después de una larga y dolorosa enfermedad. Está enterrada en la iglesia de Santo Domingo de Lima.
El Papa Clemente X la canonizó en 1671. La celebración litúrgica se realiza aun hoy el 30 de agosto en Perú, y es la fecha más tradicional, aunque en el calendario universal se ha trasladado al 23 del mismo mes. Es la primera santa de América. Patrona del Perú, de Lima, de América del Sur y de Filipinas. MEMORIA FACULTATIVA.

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Beatos CONSTANTINO CARBONELL SEMPERE, PEDRO GELABERT AMER y RAMÓN GRIMALTOS MONLLOR. M. 1936.
Martirologio Romano: En la localidad de Tabernes de Valldigna en el territorio de Valencia en España, beatos mártires Constantino Carbonell Sempere, sacerdote, Pedro Gelabert Amer y Ramón Grimaltós Monllor, religiosos de la Compañía de Jesús, que sufrieron el martirio durante la persecución contra la fe.

Estos tres jesuitas, el primero sacerdote y los otros dos hermanos profesos, miembros de la comunidad de Gandía (Valencia), fueron fusilados en Tavernes de Valldigna (Valencia) el 23 de agosto de 1936, durante la persecución religiosa desatada en España.

Constantino nació en Alcoy (Alicante) el año 1866, y, cuando llevaba dos años estudiando en el colegio del Patriarca de Valencia, ingresó en la Compañía de Jesús en 1886. Se ordenó de sacerdote en 1901. Estuvo destinado en diversas casas. Ejercía el cargo de ministro y operario en la residencia de Gandía cuando estalló la persecución religiosa de 1936. Era muy apreciado como confesor y director espiritual por su paciencia y bondad.

Pedro nació en Manacor (Mallorca) el año 1887. Trabajó con sus padres en las tareas del campo y también como albañil, y en 1907 ingresó en la Compañía. Desempeñó diversos oficios, como mecánico electricista, carpintero, en las casas a que lo destinaron.

Ramón nació en La Pobla Llarga (Valencia) el año 1851. Trabajó con su padre en el campo y comenzó el noviciado jesuita en 1890. Desde 1918 estuvo en Gandía, encargado de la huerta, de las compras de casa, despertador y otros servicios domésticos. Era humilde, sufrido, trabajador.

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Beatos FLORENTINO PÉREZ ROMERO y URBANO GIL SÁEZ. M. 1936.
Martirologio Romano: Cerca del pueblo de Vallbona siempre en el territorio de Valencia en España, beatos mártires Florentino Pérez Romero, sacerdote, y Urbano Gil Sáez, religioso, de la Tercera Orden de San Francisco de los Capuchinos de la Virgen de los Dolores, que llevaron hasta el final el combate por la fe durante la misma persecución.

Florentino nació en Valdecuenca, hijo de Francisco e Ignacia, al quedar huérfano de padre es internado en el Asilo de San Nicolás de Bari, regentado por los Terciarios Capuchinos. Ingresa en el Instituto en 1919 y en 1928 es ordenado sacerdote. Simpático, alegre, sin malicia, sencillo, piadoso, paciente, candoroso, muy devoto de la Santísima Virgen.

Trabaja primero en reeducación, luego en la escuela seráfica de la comunidad, después como profesor de música y educador de niños en el convento de Monte Sión. Estando en el noviciado de San José, en Godella, estalla la guerra civil. En una ocasión se salvó de la ejecución junto con otros compañeros, estando ya preparados. Se refugió en Benaguasil, donde fue apresado y a los tres días, con Fray Urbano Gil Saes, fueron sacrificados en la salida de Pobla de Villabona.

Urbano nació en Bronchales, Teruel, hijo de Blas e Ignacia. Huérfano de padre, estudia con los Terciarios Capuchinos. Ingresa en el Instituto y emite sus votos en 1919. Trabaja en la Escuela de Reforma del Salvador, en Amurrio. Solamente en 1935 se le permite iniciar los estudios sacerdotales en Godella, Valencia, donde lo encuentra la guerra. Religioso de una alegría espontánea y sincera. Instruido, culto y servicial.
Luego de muchos interrogatorios y simulaciones de fusilamientos, el 25 de julio de 1936 parte para Benaguasil con el P. Florentino Pérez, con quien comparte avatares, refugio y martirio a la salida de Pobla de Villabona.

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Beatas ROSARIO QUINTANA ARGOS y SERAFINA FERNÁNDEZ IBERO. (1866-1936).
Martirologio Romano: En el pueblo de Puzol siempre junto a Valencia en España, beata Rosario (María Victoria) Quintana Argos y Serafina (Manuela) Fernández Ibero, vírgenes de la Tercera Orden de las Capuchinas de la Sagrada Familia y mártires, que consiguieron la gracia del martirio en la misma persecución.

Rosario de Soano nació en Soano (Santander), en 1866, hija de Antonio Quintana y Luisa Argos, de familia piadosa, creció ayudando a la familia en los trabajos del hogar y del campo. A los 14 años murió su madre y ella hubo de hacerse cargo de la casa, educar a sus hermanos y hermanas menores y ayudar a su padre. Se hizo Terciaria franciscana y frecuentaba el convento capuchino de Montehano, donde, escuchando un sermón del P. Luis Amigó, decidió hacerse religiosa. El 8 de mayo de 1889, venciendo la oposición de su familia, ingresó en la Congregación de las Hermanas Terciarias
Capuchinas de la Sagrada Familia en el Santuario de Montiel (España). Hizo su primera profesión en 1891. Adquirió los conocimientos que no había podido adquirir en su pueblo. Fue maestra de novicias, consejera y de 1914 a 1926, Superiora General. Jovial, afable, de fácil relación, austera en su vida, muy sensible a las necesidades de los pobres, a quienes acogía y servía siempre con simplicidad y humildad. Se preocupó grandemente por la formación y el progreso espiritual de las religiosas.
Como Vicaria general acompañó a las hermanas durante la guerra civil española, les buscó refugio y las animó a la perseverancia. Se distinguió en la práctica de la caridad, la fidelidad a Dios y al prójimo y su profunda devoción a la Eucaristía.

Al estallar la guerra civil española el 18 de julio de 1936, las hermanas fueron obligadas a abandonar el convento y refugiarse en casas particulares.
Detenidas el 21 de agosto de 1936, fueron sometidas a trabajos forzados, malos tratos y vejaciones. Al día siguiente fue fusilada junto con la hermana Manuela Fernández Ibero en la carretera de Puzol (Valencia). Le entregó al asesino el anillo de su profesión diciéndole: "Tómalo, te lo doy como señal de mi perdón". Luego éste, impresionado, decía: "¡Matamos a una santa! ¡Matamos a una santa!".

Serafina de Ochovi nacida en Ochovi, Navarra, en 1872, hija de Hilarión Fernández y Juana Francisca Ibero. De familia numerosa, profundamente cristiana y sencilla, pobre y trabajadora. Tuvo otros dos hermanos Capuchinos y dos Terciarias Capuchinas. A los 15 años ingresó en la Congregación de Hermanas Terciarias Capuchinas recién fundada por el P. Luis Amigó. Hizo su profesión temporal en 1891. Trabajó en la educación de las niñas huérfanas, en la recolección de limosnas para el sostenimiento de las mismas, y los trabajos domésticos, fue superiora local y por treintaiséis años consejera general. Ejemplar en su consagración, paciente, comprensiva, humilde, amante de los pobres, siempre disponible para el servicio, justa, firme y sincera, muy devota del Santísimo Sacramento.
Cuando estalló la guerra civil vivía en Masamagrell. Organizó refugio seguro para las postulantes y novicias y luego, apresada con María Victoria Quintana Argos, con ella sufrió el martirio en Puzol (Valencia).

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Beato JUAN MARÍA DE LA CRUZ GARCÍA MÉNDEZ. (1891-1936).
Martirologio Romano: En el pueblo de Silla en el mismo territorio, beato Juan María de la Cruz (Mariano) García Méndez, sacerdote de la Congregación de los Sacerdotes del Sagrado Corazón de Jesús y mártir, que siempre en la misma persecución religiosa conservó la fe en Cristo hasta la muerte.

Nació en San Esteban de los Patos, Ávila, en el seno de una familia campesina. Párroco en la diócesis de Ávila desde 1916. Hombre de oración, especialmente delante del Santísimo, tenía una generosidad ardiente para con los pobres y cuantos acudían a su puerta. Su interés por la catequesis de niños y adultos dejó la huella de este buen cura entre sus feligreses.
Buscó un camino vocacional en la vida religiosa. En tres veces vive esta tensión interior e iniciará la experiencia. Una primera será siendo seminarista con los Dominicos de Santo Tomás de Ávila, la siguiente con los Carmelitas y la tercera con los Trapenses de Cóbreces. Siempre será la misma respuesta: "por motivos de salud, no es apto para este tipo de vida religiosa". Nunca fue un hombre sano, a los varios achaques se sumaban las continuas mortificaciones, hasta con el uso de disciplinas y cilicios.

En 1926 ingresó en la Congregación de los Sacerdotes del Sagrado Corazón de Jesús (Dehonianos). Don Mariano García Méndez tomará el nombre de padre Juan María de la Cruz y se establece en la comunidad de Puente la Reina. Su salud es precaria pero él le pide a Dios "10 años más de apostolado".
Son muchos los recuerdos que quedan de "aquel padre que era un santo", por parte de los laicos, amigos y colaboradores; a los religiosos y religiosas que lo tuvieron como huésped en sus casas les dejó su testimonio de hombre de oración, servicial y humilde. Dotado para la predicación, siempre estaba dispuesto a hacerlo si era necesario, y su amor por la Eucaristía lo llevó a ser un propagador de la obra de la Adoración Perpetua y a hablar siempre del Amor misericordioso del Salvador. La espiritualidad mariana era otro de sus grandes amores, y la vida siempre itinerante de estos años le permitía visitar sus santuarios y después contar y animar con ello a sus seminaristas.

El 18 de juliode 1936 comienza de lleno la guerra civil. A los del santuario de Garaballa les tocar salir huyendo en direcciones opuestas. Y al padre Juan, "disfrazado de paisano", con una chaqueta fuera de medida, que le valdrá el sobre nombre de "padre Chaquetón" en la cárcel, se le abre el camino hacia Valencia, ciudad en la que podría pasar desapercibido, en casa de colaboradores de la Congregación.
Habían pasado cinco días de la sublevación militar. No tuvo ni tiempo de establecer contacto. Al encaminarse hacia aquella dirección se tropezó con uno de los tantos incendios de iglesias que oscurecían el cielo de Valencia. Espectador, como tantos otros, de la barbarie artística y religiosa no pudo menos que decir en voz alta que aquello era un crimen, un sacrilegio. Al pedírsele explicaciones acusándolo de ser de derecha, respondió sencilla y llanamente que era un sacerdote, tal como testimonia un abogado compañero de cárcel, maravillado de que una persona pudiera ser tan ingenua o tuviera tanto coraje.

Termina en la Cárcel Modelo de Valencia, cuarta galería, celda 476. Sin juicio previo, en la noche del 3 de agosto de 1936, sin más acusación que la de ser sacerdote y no ocultarlo, al P. Juan María de la Cruz bajo la consigna de "Libertad" lo llaman a salir de su celda. Enseguida se da cuenta que la libertad adquiere otro sentido, el de las puertas abiertas hacia la muerte liberadora, camino nuevo hacia el encuentro con el Señor. En los campos de Silla, diez cuerpos quedan tendidos entre olivos. En las primeras horas del día serán sepultados en el cementerio municipal en una fosa común sin nombre. Será trasladado a Puente la Reina donde entre los seminaristas de aquella casa ha sido testigo callado y fiel de una vida entregada y generosa.

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OTROS SANTOS DEL DÍA:

San Zaqueo. M. c. 116.
Martirologio Romano: Conmemoración de san Zaqueo, obispo, que, según tradición, fue el cuarto sucesor de Santiago, hermano del Señor, en el gobierno de la Iglesia de Jerusalén.

Santos Ciriaco y Arquelao. M. c. 235.
Martirologio Romano: En Ostia del Tíber, santos Ciriaco y Arquelao, mártires.
Mártires junto con Máximo. Ciriaco era obispo, posiblemente de Ostia, Arquelao era presbítero y Máximo era diácono de Ostia, que fueron martirizados junto a un gran número de soldados cristianos, durante la persecución de Alejandro Severo en Ostia Tiberina. Algunos autores modernos colocan su martirio 20 años más tarde.




Santos Abundio e Ireneo. M. c. 259.
Martirologio Romano: En Roma en el cementerio de San Lorenzo en la vía Tiburtina, santos Abundio e Ireneo, mártires.
Mártires en Roma. Según su "pasión", durante la persecución de Valeriano, los cristianos Ireneo y Abundio recogieron el cadáver de santa Concordia, les vieron y fueron anegados en las cloacas públicas. Pero el sacerdote san Justino extrajo sus cadáveres y los enterró en una gruta junto al protomártir san Lorenzo, en la vía Tiburtina. Valeriano murió cruelmente en manos del rey Shapor. Realmente murieron durante la persecución de Diocleciano.

Santos Claudio, Asterio y Neón. M. 303.
Martirologio Romano: En Egea, de Cilicia, santos mártires Claudio, Asterio y Neón, hermanos, que, según tradición, acusados por su madrastra de ser cristianos, fueron decapitados en tiempo del emperador Diocleciano y del prefecto Lysias.

Junto con Domnina y Teonila. Mártires. Eran hermanos y fueron acusados delante al magistrado de Egea de Cilicia por su madrastra, que esperaba heredar sus tierras; fueron crucificados, o según algunos autores, decapitados, en tiempos del emperador Diocleciano y siendo prefecto Lisias. No es cierto que las dos mujeres que están en este grupo hayan sido martirizadas con ellos; el nombre de Domnina ha sido erróneamente escrito como Donvina.

San Lupo. s. IV.
Martirologio Romano: En Novae (Sistov), de la Mesia Inferior, san Lupo mártir, que, según la tradición, alcanzó la libertad de Cristo al ser degollado.
Era un esclavo de Novae en Mesia (hoy Sistov en Bulgaria) que, según cuenta la leyenda, alcanzó el Cielo al sufrir el martirio al ser degollado por la espada.




Santa Tydfil. M. c. 480.
Galesa, pertenecía al clan de san Brychán; fue asesinada por los invasores pictos o sajones en Merthyr Tydfil en Glamosganshire, mientras visitaba a su anciano padre. Se la venera en Merthyr Tydfil-Glamorgan. País de Gales.




San Justiniano de Ramsey (Iestín). s. VI.
Nació en Bretaña y, muy pronto, emigró a Gales. Después de un cierto tiempo pasó a isla de Ramsey (Pembrokeshire) donde se encontró con Honorio y junto a él instauró en la isla la vida eremítica. La fama de Justiniano atrajo la atención de san David de Gales, que lo escogió como confesor. Fue asesinado, según algunos, por un siervo indisciplinados, según otros por algunos malhechores y por ello se le venera como mártir. Fue sepultado en tierra firme. Su vida está llena de leyendas.

San Eugenio de Ardstraw. s. VI.
Martirologio Romano: En Derry, en Hibernia (hoy Irlanda), san Eugenio, primer obispo de Ardstraw.
Irlandés, hijo de Caimeach de la estirpe real de Laeghaire Lorc; cuanto todavía era un niño fue secuestrado por los piratas junto con san Tigernach y Cairpre, primero los llevaron a Britania y después a Bretaña, donde fueron vendidos como esclavos y trabajaron en los molinos reales. Milagrosamente fueron liberados, Eugenio, después de estudiar durante algunos años en el monasterio de Rosnat, fundó, junto con Lochan y san Endeo, un monasterio en el condado de Wickolw donde estuvo durante 15 años.
Se trasladó a Irlanda septemtrional donde ayudó a san Tigernach, su antiguo compañero de esclavitud, a fundar el monasterio de Clones y después se marchó con sus discípulos a establecerse en Ardstraw, en el condado de Tyron donde fue elegido primer obispo de Ardstraw. Esta sede en 1254 fue transferida a Derry.

San Flaviano de Autun. M. 610.
Martirologio Romano: En Autun, de la Galia Lugdunense, san Flaviano, obispo, que brilló en tiempos del rey Clodoveo.
Propagador del evangelio en las Galias. Obispo de Autun y Rouen en tiempos del rey Clodoveo. En el sínodo de Orleans, regularizó la disciplina eclesiástica. Asistió a dos concilios en Orleans.
La mayor parte de los historiadores lo identifican con el obispo de Autun, Flaviconus, recordado en la Vita de Eptadio de Cervon, contemporáne del rey Clodoveo. El electo episcopal lo sitúa en el 12º lugar, después de san Eufronio, que murió hacia el 475.

San Antonio de Gerace. s. X.
Martirologio Romano: En el monasterio de San Felipe cercano a Locri en Calabria, san Antonio de Gerace, eremita.
De san Antonio, asceta basiliano calabrés, se tienen pocas y fragmentarias noticias. Contemporáneo de san Nilo de Rossano, fue penitente en el monasterio griego de San Felipe Argirò, en el territorio de Locri, junto con Nicodemo de Mammola y Jeiunio de Gerace. Su vida no se diferenció de aquellos ascetas griegos contemporáneos, caracterizada por el distanciamento de los bienes de la tierra, del espíritu de oración y del ardor de la penitencia. Tuvo dones taumatúrgicos en vida y después de su muerte. Está sepultado en la ciudad de Gerace.

Antonio "el Etiope". Beato. (c.1490 - 1550).
Rocco Pirro dice de él: “Vir fuit supra modum humilis atque erga egentes fratres charitate insignis; ah Angelo Custode ante obitum diebus octo de hora mortis fuit praemonitus atque illi per hoc dierum octo spatio astitit." (Fue un hombre extraordinariamente humilde e insigne por su caridad hacia los hermanos necesitados. Ocho días antes de su muerte fue avisado por el Ángel Custodio de la hora de su muerte y fue asistido por él durante los ocho días).

Nació en Barce de Cirene (Libia) en el seno de una familia musulmana. Fue apresado por las galeras sicilianas y desembarcado en Siracusa donde fue vendido como esclavo. Fue comprado por un cantero de Avola que lo envió a trabajar de pastor de sus cabras y ovejas. Este buen cantero le instruyó en el cristianismo y nuestro santo pidió el bautismo pidiendo como nombre el del santo del Padua. Desde entonces y durante 38 años que permaneció en este lugar fue un piadoso cristiano. El cantero cedió a sus nietos el esclavo libio, que por sus cualidades excepcionales, lo liberan.

Antonio marchó a Noto donde permaneció cuatro años. Luego se ofreció a los encarcelados y a los enfermos, después eligió la vida eremítica, como terciario franciscano, en Pizzoni de San Corrado Fuori le Mura. Periódicamente se acercaba a Noto para frecuentar los sacramentos y recoger las limosnas para los pobres. Consumado por la ascesis eremítica, por los años y la enfermedad rendió su alma a Dios. Fue sepultado con todos los honores en la iglesia. Realizó muchos milagros antes y después de su muerte. En el “Martirologio Franciscano” se le conmemora como beato.

Juan Bourdon (Protasio de Sées). Beato. (1747-1794).
Martirologio Romano: En una nave anclada frente a Rochefort, en la costa de Francia, beato Juan (Protasio) Bourdon, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos y mártir, que encarcelado junto con varios sacerdotes en tiempo de la Revolución Francesa, procuró alivio a los compañeros de cautiverio, hasta que murió contagiado de la peste.
Nacido en San Pedro de Séez (Orne), hijo de Simón y María Luisa Le Fou. Ingresó en los Capuchinos el 26 de noviembre de 1767. Ordenado sacerdote fue secretario provincial, predicador, rector de santuario. Cuando vino la revolución francesa era Guardián de Sotteville, cerca de Rouen. Interviene a favor de los hermanos laicos ante la Asamblea nacional en 1790. Se niega a firmar la “Constitución Civil del Clero”.
Condenado al destierro por haber celebrado la Misa sin permiso civil y tener en su poder textos no acordes con la revolución, es condenado a deportación a la Guayana, forzado a hacer un viaje de 34 días a pie, es embarcado en Rochefort en la nave negrera “Deux Associés”, donde sufre condiciones de vida atroces, y muere, probablemente de tifus, a los 47 años de edad; fue sepultado en la isla Madame.

Francisco Dachtera. Beato. (1910-1944).
Martirologio Romano: En el campo de concentración de Dachau, cerca de Munich, en Baviera, de Alemania, beato Francisco Dachtera, presbítero y mártir. Polaco de nacionalidad, en tiempo de guerra, destrozado por las atrocidades realizadas por los médicos sin consideración alguna a la dignidad humana, murió por Cristo.
Nació en Salno (Bydgoszcz), en el seno de una familia muy religiosa. Ingresó en el seminario diocesano metropolitano de Gniezno-Poznan y fue ordenado sacerdote en 1933.

Fue vicario de la parroquia de la Virgen María en Inowclaw, pasando en 1935 a Bydgoszc, donde enseñó religión en el instituto. En este tiempo escribió un libro de texto titulado “La Doctrina de la fe”. Hombre dinámico y alegre, se volcó en ayudar a sus compañeros de prisión que lo llamaban “el pequeño querubín”.

Estaba a punto de estallar la II Guerra Mundial cuando fue llamado como capellan militar, destinado al 62º regimiento de infantería, con el que debió marchar al frente. Pero pronto fue apresado (1939) y recluido en el campo de prisioneros de Rothenburg, destinado a los oficiales. Su condición de capellan militar no impidió para que fuera enviado al campo de concentración de Buchenwald en 1940, de donde pasó al de Dachau en 1942. Aquí será una de las víctimas de los llamados experimentos médicos que los nazis hicieron con los presos. Como consecuencia de estos experimentos murió.

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