Santoral del 25 de Septiembre




INDICE

Nicolás de Flüe, Santo Ermitaño suizo
Casiodoro (Casodoro)
Vicente María Strambi, Santo Presbítero Pasionista, Obispo
San Aunacario de Auxerre, obispo
El Santo Cristóbal, Niño de La Guardia, Mártir
Santos Trófimo y Eucarpo de Nicomedia, Mártires
SAN FERMÍN, ENTRE LA HISTORIA Y LA LEYENDA
San Finbar (En irlandés: Naomh Fionnbarra
Sergio de Radomez, Santo Abad,
Santos Pablo, Tata e hijos, Mártires
Marcos Criado, Beato Mártir Trinitario
José Benito Dusmet, Beato Obispo de Catania


Nuestra Señora de la Fuencisla-Alberto de Jerusalén, Atanasio, Irene, Baldovino, Sergio, Aurelia, Neomisia, confesores; Arnolfo, Fermín, Solemnio, Lupo, Cástor, obispos; Antila, Bardomiano, Eucarpo, Herculano, mártires; Ermenfredo, abad; Pafnucio, monje; Cleofás, discípulo del Señor.

En el castillo de Emaús, el triunfo de san Cleofás, que fue discípulo de Cristo, y de quien es tradición que, en la misma casa donde había dispuesto la mesa al Señor, fue por la confesión del mismo asesinado a manos de los Judíos, y con gloriosa memoria sepultado.
En Amiens de Francia, san Fermín, Obispo, el cual, en la persecución de Diocleciano, de orden del Presidente Ricciovaro, al cabo de varios tormentos, cortada la cabeza, alcanzó el martirio.
El mismo día, en la vía Claudia, san Herculano, soldado y Márlir, el cual, en el imperio de Antonino, convertido a Cristo por los milagros acaecidos en el martirio de san Alejandro Obispo, después de muchos tormentos, fue por la confesión de la fe pasado a cuchillo.
En Damasco, los santos Mártires Paulo y Tatta, su mujer, con sus hijos Sabiniano, Máximo, Rufo y Eugenio; los cuales, acusados de ser Cristianos, fueron atormentados con azotes y otros suplicios, y en medio de los tormentos entregaron sus almas a Dios.
En Asia, el suplicio de los santos Bardomiano, Eucarpo y otros veintiséis Mártires.
En Lyon de Francia, el tránsito de san Lupo, que de Anacoreta fue consagrado Obispo.
En Auxerre, san Anacario, Obispa y Confesor.
En Blois de Francia, san Solemnio, Obispo de Chartres, esclarecido en milagros.
En el mismo día, san Principio, que fue Obispo de Soissons, y hermano de san Remigio Obispo.
En Roma, el nacimiento de san Vicente María Strambi, Obispo de Macerata y de Tolentino, religioso de la Congregación de la Cruz y Pasión de Jesús, preclaro por el celo pastoral; al cual el Papa Pío XII puso entre los Santos.
En Anagni, las santas Vírgenes Aurelia y Neomisia.

Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.

SAN CLEOFAS, discípulo del Señor
Ya es hora de despertarnos.
 (Romanos, 13, 11).


San Cleofás, discípulo del Señor, a quien, con el otro compañero itinerante, ardía el corazón cuando Cristo, en la tarde de Pascua, se les apareció en el camino explicándoles las Escrituras, y después, en la casa de Cleofás, en Emaús, conocieron al Salvador en la fracción del pan.

Este nombre se deriva del Griego Kleopás, y quiere decir “honor de padre, padre ilustre”

Dos veces aparece este nombre en los Evangelios. Una en San Lucas cuando habla de los dos discípulos que marchaban a Emaús (cfr San Lucas 24; 13, ss) y la otra en San Juan cuando habla de una “María, la mujer de Cleofás” que estaba presente en el Calvario, acompañando a la Virgen, la tarde en que fue crucificado y moría Jesús (cfr San Juan 19; 25,ss).-

Sin que pueda establecerse con certeza que estos dos personajes fueran marido y mujer, ya que varones llamados Cleofás debía haber bastantes en Jerusalén, sí parece que el esposo de esa María del Calvario debía ser un cristiano bastante conocido entre los discípulos, cuando San Juan escribe su evangelio y también que ambos estuvieron muy cerca de los acontecimientos que hoy narramos.-

Es la alborada del Domingo. Unas mujeres, quieren envolver en lienzos el cuerpo y poner perfumes preciosos, a la usanza judía, en el cuerpo de Jesús, ya que no pudo prepararse con finura el viernes por la tarde cuando lo pusieron en el sepulcro.-

El sepulcro está vacío, no tiene cuerpo dentro. Unos ángeles avisan que está vivo el Señor Jesús . Las mujeres, locas de alegría, nerviosas, corren y transmiten la nueva a los discípulos. Pedro y los demás no pueden creer ese inusitado acaecimiento.-

La distancia de Jerusalén a Emaús es de algo más de diez kilómetros. Hacia Emaús caminan ese mismo día dos discípulos del Maestro. Uno de ellos responde al nombre de Cleofás. Van comentando entre ellos los acontecimientos del fracaso de Jesús en los días pasados. –

Las pisadas son pesadas porque llevan la amargura en el pecho. Son tantos años juntos, tantas ilusiones truncadas, tantas promesas secas, tantas alegrías cegadas… hasta los proyectos del Reino se esfumaron con los clavos, la cruz y la lanza. Con Jesús muerto mal se anda.-

Se les unió un caminante como compañero de camino. Ellos temían “ofuscada la mirada”. Al preguntar qué les pasa, Cleofás con tono enojado casi le regañó por no estar al día de lo que ha pasado en la Ciudad Santa. Cuando resumen los hechos tan trágicos e impresionantes, el viajero les recordó que ya estaba previsto por los profetas.-

Al acercarse a la aldea, el caminante hace intención de proseguir. Cleofás y su amigo le insistieron: “Quédate con nosotros, que el día ya declina”. El caminante accedió, entró con ellos en la casa, se sentó a la mesa, tomó el pan, lo bendijo, lo partió en trozos, y se lo dio. En este instante le reconocieron.-

Ahora, desandar lo andado para decirle a los hermanos que las mujeres mañaneras tenían razón no es pesado, es alegría; avanzan en la noche tan seguros como a pleno día porque lucen mucho las estrellas, los pasos se han tornado ágiles y firmes, el corazón late con fuerza, el gozo se ha hecho vida. Notan la vehemencia de decir pronto a los otros que Jesús sí es el Mesías.Con Jesús Vivo bien se camina.-


MEDITACIÓN LA VIDA DEL HOMBRE ES UN SUEÑO

I. Nuestro sueño no es a menudo sino una ilusión continua y si es imagen de la muerte, no lo es menos de nuestra vida. Durmiendo tememos lo que no hay que temer de modo alguno. Nos parece ver espectros, ladrones, naufragios, que carecen de realidad. Eso es lo que hacemos durante nuestra vida: tememos la pobreza, la deshonra, la enfermedad, los sufrimientos.¡Pobre durmíente! despierta, e iluminado por las luces de la gracia y de la fe. verás que el pecado es lo único que hay que temer. Todo lo que pasa nada es. (San Gregorio).

II. Durante el sueño no tememos lo que hay que temer. Si un enemigo viene a degollarnos. no experimentamos ningún espanto. porque no lo vemos. Así le sucede al pecador: no teme ni a Dios, ni a la muerte, ni al pecado, ni al infierno, porque no los ve. Tranquilo respecto a lo por venir, no teme sino el mal que ve y que siente, no piensa sino en lo presente, lo por venir no le inspira ninguna inquietud.

III. Los pecadores no se despiertan, en su mayoría. sino en la hora de su muerte; ven entonces que sus temores fueron infundados y sus placeres llenos de ilusiones; pero es demasiado tarde para abrir los ojos. Salgamos, pues, desde ahora de nuestro sopor; trabajemos a fin de que no se nos puedan aplicar aquellas palabras del rey profeta: Los dichosos del siglo han dormido su sueño y no han encontrado nada en sus manos.

El pensamiento de la muerte
Orad por los agonizantes.


ORACIÓN
Dios omnipotente. mirad nuestra debilidad; ved cómo el peso de nuestros pecados nos abruma. y fortificadnos por la gloriosa intercesión de San Fermín, vuestro mártir y pontífice. Por J. C. N. S. Amén.




Fuente: Archidiócesis de Madrid
Nicolás de Flüe, Santo Ermitaño suizo

San Nicolás de Flüe, más conocido como Hermano Klaus, es santo muy popular en Suiza. Pío XII lo proclamó Patrono de esa nación, en donde se celebra su fiesta el 25 de septiembre. Nació en 1417 en Flüe, cerca de Sachseln. Aunque se sentía llamado a la vida eremítica (a los 16 años tuvo la “visión de la torre”), tuvo que aceptar algunos cargos civiles (fue corregidor de Sachseln, consejero, juez y diputado) y militares.

En 1445 se casó con Dorotea Wyss: tuvieron cinco hijos y cinco hijas: uno de ellos llegó a ser párroco de Sachseln, y un nieto, Conrado Scheuber, murió en olor de santidad.

Por insistencia de Matías de Bolsheim y Aimo Amgrund entró en contacto con los Gottesfreunde (amigos de Dios), un movimiento religioso alsaciano. Pero la esposa se opuso siempre a sus planes de soledad. Sólo después de haber cumplido los 50 años, en junio de 1567, pudo partir para Alsacia. Pero el Señor lo quería en un lugar mucho más cercano a las regiones habitadas hasta entonces. Por otra parte, él se avergonzaba de esta especie de “fracaso” y se retiró primero a Klisterli-Alpa en Melchtal.

Su vida santa y su riguroso ayuno (existen testigos históricos de que durante un período de 19 años y medio él se alimentó sólo con la Eucaristía) atrajeron la curiosidad de los vecinos. Entonces resolvió retirarse a Ranft, un lugar desierto cerca de Flüe. Sólo salía para ir a Misa y cuando la patria tenía necesidad de él: en 1473 ante la amenaza austríaca, y en 1481 y 1482 cuando hubo un gran peligro de guerra civil: los buenos resultados de estas intervenciones le ganaron el título de “Padre de la Patria”. Su oración más frecuente era: “Señor mío y Dios mío, aleja de mí todo lo que me aleje de ti. Señor mío y Dios mío, concédeme todo lo que me acerque a ti. Señor mío y Dios mío, líbrame de mí mismo y concédeme poseerte sólo a ti”.

Sus vecinos, edificados por su testimonio de oración y de penitencia (lo espiaron durante todo un mes), le construyeron un yermo y una pequeña capilla, consagrada en 1469. San Nicolás de Flüe murió a los 70 años, el día 21 de marzo de 1487.

En 1501, Enrique Wolflin hizo escribir su biografía basada en “hechos confirmados con juramento por testigos oculares y auriculares”.

Fue beatificado en 1669 y canonizado por Pío XII.
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Casiodoro (Casodoro)
Político y escritor latino, fundador del monasterio de Vivarium, nació en Squillace hacia el 485 y murió hacia el 580. La vida de Casiodoro se articula, esencialmente, en torno a dos períodos separados por la conversión (conversión que le indujo a abandon

Casiodoro (Magnus Aurelius Cassiodorus Senator) fue un político y escritor latino, fundador del monasterio de Vivarium, nació en Squillace hacia el 485 y murió hacia el 580. La vida de Casiodoro se articula, esencialmente, en torno a dos períodos separados por la conversión (conversión que le indujo a abandonar la vida pública).

Casiodoro era descendiente de una familia de origen sirio (de donde procedería el nombre de Κασσιόδωρος) instalada, tras varias generaciones, en Squillace (Scyllacem), en Calabria. La familia de los Cassiodori ya desempeñó un importante cometido político después de su llegada a Italia: el bisabuelo de Casiodoro sirvió en la armada de Valentinien III, repeliendo a los vándalos cuando intentaron desembarcar en Calabria y en Sicilia (hacia el 420); su abuelo formó parte de la delegación enviada por Atila en 452, su padre fue comes sacrarum largitionum de Odoacro y fue nombrado, en 495, corrector Lucaniae et Bruttiorum por Teodorico el Grande, y accedió, en 503 a la praefectura praetoriana.

Casiodoro estaba predestinado, por tanto, a ejercer una carrera política de primer orden, incluso su nombre (Magnus Aurelius Cassiodorus Senator, nombre que él se dio a sí mismo en la suscripción de las Variae en 538) da testimonio de su pertenencia a la aristocracia de la época: Aurelius significa la alianza de Casiodoro con un miembro eminente de la gens Aurelia Symmaque (suegro de Boecio), y el apellido Senator hace relación a su cargo de senador (al final de su vida, Casiodoro, sólo firmará como Cassiodorus Senator).

Aunque no se tiene constancia de los estudios que realizó cabe deducir, por sus obras posteriores, que profundizó en el aprendizaje de las artes liberales y, especialmente, en la gramática. Casiodoro comenzó su carrera política en la corte de Rávena (en 503), ejerciendo como consejero (consiliarius) de su padre y se apuntó en el cursus honorum. Se hace aquí pequeña reseña de la carrera política de Casiodoro:

Consiliarius praefecti (503-506: Casiodoro fue consejero de su padre, prefecto del pretoriado. Su cargo (una especie de pre-cuestura) le vino dado por la recitación de un elogio de Teodorico el Grande (Ordo generis).
Quaestor sacri palatii (506-511): Las actas de este cargo de canciller están conservadas en los volúmenes I a IV de las Variae.
Consul ordinarius (514): Se trataba sólo de un título honorífico. Aunque algunos suponen que habría sido nombrado después, tal como lo fueron su bisabuelo y su padre: corrector Lucaniae y Bruttiorum, no existe ningún documento que permita confirmar esta hipótesis.
Magister officiorum (523-527): Parece ser que Casiodoro sustituyó en este cargo a Boecio (arrestado en 523 y ejecutado en 524, este hecho arroja una sombra de duda sobre su carrera política. (Casiodoro daba la imagen de un funcionario diligente, oportunista, que sucedió a un Boecio que se presentó en la Consolation de Philosophie como un defensor de los débiles). Casiodoro se convirtió en el amigo íntimo y consejero de Teodorico, conservando su poder incluso tras la muerte de éste y bajo la regencia de su hija Amalasonthe. En 527, Casiodoro desapareció, provisionalmente, de la escena política (se retiró, quizá, a su tierras de Squillace, retomando el gobierno de la Lucanie y del Bruttium).
Praefectus praetorio (533-538): Casiodoro conservó su cargo pese a los muchos y confusos acontecimientos que se sucedieron en este período: muerte del joven Athalaric, hijo de Amalasonthe (534), división del trono ente la regente Amalasonthe y su adversario Théodat (534-535), asesinato de Amalasonthe (30 de abril de 535). Advenimiento de Witigés, matrimonio forzado de la nieta de Téodorico, Matasonthe con el usurpador (536). En 537, Belisario tomó Roma y puso sitio a Rávena hasta que la conquistó en 540 (lo que provocó el exilio de Witigés, matasonthe y sus fieles a Constantinopla); pero Casiodoro fue, oportunamente, apartado de su cargo en 538.
Patricius (538): Probablemente Casiodoro obtuvo este título después de su marcha de la prefectura del pretoriado (mantuvo, no obstante, unas excelentes relaciones con la corte de Rávena).

La conversión y el retiro de Casiodoro

Como la mayor parte de los políticos de la época, Casiodoro era católico. En términos generales la política de los arrianos a los que servía era tolerante con los católicos. Pero, en los comienzos de su carrera, Casiodoro no parecía sentir demasiado interés por las cuestiones religiosas.

El cambio que experimentó se produjo durante la prefectura del pretoriado de Casiodoro (533). Casiodoro, a través de sus escritos, hace saber que practicaba la lecctio divina para mantenerse en sus principios; tenía unas buenas relaciones con el Papa Juan II (Papa) (intervino junto a él en favor de los monjes escitas en el 534) y mantuvo una relación más estrecha con el sucesor de Juan II, el Papa Agapito I con el que proyectó, en el 535 la fundación de una escuela de teología en Roma (la toma de Roma por parte de Belisario en 536 retrasó este proyecto).

El momento crucial en la conversión de Casiodoro se originó a causa de la redacción de su tratado De Anima (538) y, significativamente, por sus comentarios sobre los salmos: Exposition psalmorum que escribió, posiblemente, durante su estancia en Constantinopla (donde tuvo que refugiarse tras la toma de Rávena por Belisario en el 540).

El hecho más trascendental de este período de retiro de Casiodoro es, sin duda alguna, la fundación del monasterio de Vivarium; la fecha de su fundación no se conoce con certeza: unos opinan que la fundación se remonta al 540, pero eso no resulta muy verosímil ya que, Casiodoro, no tuvo tiempo de fundar el monasterio antes de su marcha a Constantinopla, y no volvió a Calabria hasta el 555 (el 13 de agosto), la Pragmática sanción de Justiniano autorizó a los emigrados italianos a regresar a su país). Por consiguiente sería en esa época cuando Casiodoro fundaría el monasterio, en sus tierras familiares (Squillace). De todos modos, es posible que pudiera haber fundado el Vivarium durante el tiempo en el que fue prefecto del pretoriado (alrededor del 535) y que regresara a su país mucho más tarde (555).

El monasterio de Vivarium debe su nombre a la dársena de pescadores que Casiodoro habría hecho acondicionar al pie del monasterio (situado en una colina); la iglesia del monasterio está dedicada a San Martín y, aledaña al monasterio se halla la colina de Mons Castellum, dedicada a los eremitas (nombre que Casiodoro dio en las Institutiones describiendo el lugar: De positione monasterii Vivarensis siue Castellensis –Inst. Div. 1,29) Casiodoro describió el monasterio de Vivarium utilizando el topos de locus amoenus (Variae 12, 15; Exposotio psalm. 103, 17; Inst. 1,29). El monasterio de Vivarum constituye una especie de ciudad en la cual las ciues religiosi no tendrán que preocuparse de su subsistencia material, debiéndose consagrar a los oficios litúrgicos, al ejercicio de las artes y, sobre todo, a la copia y corrección de libros: Vivarium tiene que ser un centro de primordial importancia para la transmisión de numerosos textos, tanto bíblicos, como litúrgicos o paganos.

Casiodoro se retiró a Vivarium consagrando su prolongado retiro a su obra literaria (Instituciones, Exposition epistulae ad Romanos, liber memorialis o liber titulorum, Complexiones apostolorum, De orthographia´´, que escribió a los 90 años).

No se conoce, con exactitud, la fecha del fallecimiento de Casiodoro, después de la redacción de su tratado De Orthographia (escrito a los 93 años) continuó corrigiendo su obras anteriores (especialmente las Instituciones), pero teniendo en cuenta que su obra literaria se terminó con (Iam tempus est ut totius operis nostri conclusionem facere debeamus, un prefacio para De Orthographia), puede situarse la fecha de su muerte hacia el 580.
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Autor: Francesco Valori | Fuente: Passionchristi.org
Vicente María Strambi, Santo Presbítero Pasionista, Obispo

La llamada a la santidad es universal, es para todos, desde la eternidad, es decir desde el seno materno. Es una llamada a la vida y a la salvación. En este breve resumen de la vida de S. Vicente Maria Strambi, no se investigarán las señales de la llamada divina, que, por cierto, existieron, sino sobre todo el fúlgido ejemplo de respuesta a la acción de la gracia. Nació en Civitavecchia, Italia el 1º de enero de 1745 del farmacéutico Giuseppe y de Eleonora Gori; el joven habría podido adherirse a los proyectos del padre y disfrutar ventajas de una familia acomodada. Pero la santidad consiste en una respuesta radical, total, absoluta. El sentido común, el hacer aquello que hacen todos no se sienta bien a los santos; se requiere, ante todo, la abnegación, la negación de la misma naturaleza, de la misma voluntad para uniformarla a la de Cristo.

Vicente elige el sacerdocio y es ordenado el 29 de diciembre de 1767. Con esto no queremos decir que el estado laical sea una condición inferior de santidad, sino indudablemente diferente. ¡Ojalá que los laicos fueran todo santos y lo mismo pueda decirse de los sacerdotes y de los religiosos!

Pero su deseo de consagrarse a Cristo no se detuvo en el sacerdocio. Quiso hacerse religioso, primero pidió entrar con los padres de la Misión y después con los Capuchinos. Hasta que encontró a Pablo de la Cruz y quedó conquistado por su personalidad y santidad; en el 1768 fue acogido entre los Pasionistas por el mismo Pablo. Pero para vencer la oposición del padre, tuvo que huir de casa. El padre le escribió a S. Pablo de la Cruz, pidiéndole que mandara a Vicente de vuelta a su familia. El Fundador contestó con una carta igualmente clara y decidida, haciendo una profecía: "Debería alegrarse sumamente al ver que el Señor elige a su hijo para hacerlo un gran Santo". Fue fácil para San Pablo ser profeta.

Vicente no dejó de negociar los propios talentos naturales. Estaba dotado de una vivísima inteligencia, unida a gran sentido práctico; a solo 21 años recibió del Obispo de Montefiascone el encargo de prefecto del seminario y a los 22, todavía sin ser sacerdote, lo nombró rector del seminario de Bagnoregio.

Fue un hábil predicador popular, dirigió ejercicios espirituales al clero y predicó en varias iglesias de Roma. Fue eminente director espiritual y entre sus hijos cuenta varios santos, entre los cuales se encuentra S. Gaspar del Búfalo. En la Congregación Pasionista fue revestido con los cargos de profesor de teología, de superior, de provincial y de consultor general; fue estimado por todos especialmente por S. Pablo de la Cruz. como verdadero pasionista, fue devotísimo de la preciosísima Sangre de Jesús. Escribió su primer libro sobre el mes de julio dedicado a la Preciosísima Sangre de Jesús.

Otra característica de la santidad es la perseverancia. El padre Vicente que había soñado con la quietud de los retiros pasionistas, en 1801 fue nombrado por Pio VII obispo de Macerata y Tolentino. Es un pastor diligente. Soporta con dignidad y paciencia el exilio a que es condenado por Napoleón de 1808 a 1814, por su fidelidad al Papa. Pero no se burocratiza, no accede al formalismo. No olvida a los enfermos y sobre todo escucha el clamor de los pobres. "Los pobres, decía, gritan, gritan". Una vida gastada desde el principio por la Iglesia, los fieles y por el Papa. En el 1823 Leon XII lo quiere en su residencia como su consejero y como su confesor. Pero Vicente quiere imitar hasta el final a Cristo y ofrece su vida por la salud del Pontífice y es escuchado: el Papa se cura y él muere imprevistamente.

De las cartas de dirección espiritual de San Vicente Maria Strambi

- "¡Humildad, humildad, humildad. Oh preciosa virtud, cuantos tesoros nos das y nos conservas! Cuánto nuevos estímulos Dios pone en el corazón, porque lo amamos sin reserva alguna."

- "Oh cuánto le gusta a Dios que tengamos un concepto altísimo de su bondad y que caminemos en verdadera sencillez de corazón. Caminemos en una humildad generosa; tomemos nuevas fuerzas de la esperanza, que consigue cuánto espera. El santo amor sea el alma de toda la vida interior. ¡Oh amor, oh amor, tú transformas la tierra en el paraíso!"

- "Nuestros queridos amigos nos preceden y van al cielo; ¿y nosotros que hacemos en este destierro? El único consuelo al permanecer en esta tierra es hacer la santa voluntad de Dios. Con humildad pacífica y generosa busquemos unirnos cada vez más estrechamente a Dios y comenzaremos así la vida bienaventurada del cielo."

- "Conserve su corazón en gran paz. Proceda sin cumplidos con Dios: no se examine demasiado a sí misma. Nuestro Dios es bueno y no hace caso a ciertas minucias, de que algunas almas hacen demasiado caso."

- "Quisiera que su ejercicio más frecuente fuera el amor de Dios: la escuela para encenderse de este amor es el Monte Calvario, santificado por la gran efusión de la preciosa Sangre de Jesús."
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San Aunacario de Auxerre, obispo
fecha: 25 de septiembre
†: 605 - país: Francia
otras formas del nombre: Anacario, Aunario
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI

En Auxerre, de Neustria, san Aunacario o Anacario, obispo, durante cuyo episcopado se concluyó el llamado Martirologio Jeronimiano.
Aunario vino al mundo en el seno de una familia perteneciente a la casa de Orleáns que se distinguió tanto por su nobleza como por su virtud. Una hermana suya, santa Austregilda, fue la madre de san Lupo de Sens. Aunario pasó su juventud en una corte real, pero renunció a las pompas del mundo y se puso bajo la dirección espiritual de san Siagrio obispo de Autun. Éste fue quien lo ordenó sacerdote y, en 561, fue elegido para presidir la sede de Auxerre. San Aunario fue uno de los obispos más influyentes y respetados de su tiempo en Francia, tanto en los círculos civiles como en los religiosos, pero su máxima actividad la desarrolló en el terreno de la disciplina eclesiástica. Estuvo presente en el sínodo de París que presidió san Germán en el año de 573, así como en las dos asambleas de Macon, en 583 y 585, de donde surgió el decreto que prohibía a los clérigos citarse entre sí para comparecer ante los tribunales civiles y otra legislación que estableció el derecho de los obispos para intervenir en favor de las viudas, los huérfanos y los esclavos liberados. En aquellos sínodos se reforzaron los decretos para la observancia del domingo y el pago de los diezmos.

Celoso en el establecimiento de la disciplina en su propia diócesis, infatigable en la vigilancia sobre la moral pública y ansioso por instruir a su pueblo en todo lo concerniente a su vida cristiana, Aunario convocó particularmente dos sínodos en Auxerre para aplicar las mencionadas legislaciones en su propia iglesia. En la primera de aquellas asambleas fueron decretados cuarenta y cinco cánones, muchos de los cuales abordaban de manera interesante y nueva los hábitos y costumbres del lugar y la época, cuando los resabios de las supersticiones del paganismo y los abusos en las prácticas del cristianismo, no habían alcanzado todavía la inofensiva respetabilidad de «vestigios folklóricos». Por ejemplo, se prohibió a las gentes utilizar los recintos de las iglesias para la danza y el canto de trovas y romancillos profanos o cualquier otro entretenimiento ajeno a las prácticas de la religión; asimismo se les prohibió disfrazarse con pieles de ciervo o de becerro el día del Año Nuevo, intercambiar «regalos malignos», hacer votos o juramentos ante hierbajos, árboles, pozos o fuentes «sagrados», practicar las artes de la magia o reunirse en casas particulares para celebrar las vigilias de las fiestas solemnes. Para edificación y aliento de los fieles, san Aunario mandó escribir las biografías de sus dos distinguidos predecesores en la sede de Auxerre, san Amado y san Germán y, con el fin de llevar con más orden y concierto los servicios de su iglesia, aumentó considerablemente los ingresos de su sede. Los miembros del clero secular y los monjes fueron obligados a asistir a los oficios divinos diariamente, y cada iglesia y monasterio, por turno, debía entonar con toda solemnidad las letanías e intercesiones, durante un día cada mes. San Aunario murió el 25 de septiembre del año 605.

Hay dos breves biografías impresas en el Acta Sanctorum, sept. vol. VII, con los acostumbrados prolegómenos. Ver Les Saints d'Orléans de Cochard, pp. 435-437. Cf. R. Louis, en Antessiodorum Christianum (1952) y su Saint Germain d'Auxerre et son temps (1948) , pp. 39 y ss.
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fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI


El Santo Cristóbal, Niño de La Guardia, Mártir

El Santo Niño de la Guardia, era un inocente chiquillo de tres a cuatro años, de nombre Cristóbal, hijo de Alonso de Pasamontes o Alonso Martín de Quintanar y de Juana la Guindera, quien, según algunos era ciega.

Entre febrero y marzo de 1489, atrayéndolo con engaños, varios judíos lo raptaron y escondieron en la Hoz de La Guardia, dehesa próxima a la ribera del Algodor.

Los raptores, como se acercaba la semana en que los cristianos conmemoraban la crucifixión de Jesús, pensaron que era buena ocasión para repetir en aquélla indefensa criatura la pasión de Cristo. Se trasladaron, en efecto, los verdugos a una de las cuevas que se abren en el accidentado terreno del término de La Guardia, en carreocaña o carrocaña (e. d. carrera o camino de Ocaña), amparados en el secreto de la noche del Viernes Santo de 1489, a la luz de una candela, y tapada la boca de la caverna con una manta o una capa, realizaron en el niño toda clase de perfidias.

La sentencia inquisitorial condenatoria de uno de los cómplices, el mozo judío Yucé Franco, zapatero de Tembleque, nos describe que extendieron los brazos y piernas del niño en dos palos puestos a manera de cruz, le azotaron, escupieron y abofetearon, poniéndole una corona de hierbas espinosas en la cabeza, que también le colocaron las espaldas y plantas de los pies. Finalmente, le vaciaron toda la sangre del cuerpo, y, abriéndole el pecho, le sacaron el corazón guardándolo en salmuera.

Durante el crimen ritual, usaron una hostia consagrada, que, rescatada del equipaje de Yuce en el momento de su detención, se conserva aún en el Convento de Santo Tomás, en España, dentro de un envase a modo de relicario.

Todos los participantes confesaron por separado la misma historia, con los mismos detalles y la misma narración de los hechos. Si la historia de Yuce fuese falsa, esta sincronía "telepática" no hubiera podido conseguirse ni con la más larga y dolorosa jornada de tortura y dolor.

Los relatos coincidía también con los registros que se tenían del estado del cuerpo del niño y la disposición de sus espantosas heridas.

Este crimen dio pie al inicio de un espectacular juicio del Santo Oficio, cuyo jurado sería integrado por altísimos representantes de la cultura y la intelectualidad española, hombres nobles y de carácter intachable, todos ellos miembros de la Universidad de Salamanca. Ávila se convirtió en el epicentro de las crónicas de entonces. Las muchedumbres siguieron atentamente el desarrollo del caso y al saberse sus escalofriantes detalles, hubo varios intentos de revueltas antijudías que, afortunadamente para ellos, lograron ser detenidas por dictados reales.

El crimen, como bien lo señaló el sabio judío I. Loeb, no es uno de tantos crímenes rituales que durante la Edad Media se atribuyó a los judíos, a quienes se acusaba de muerte de niños cristianos. El caso del Santo Niño es muy distinto

Su culto comenzó muy temprano, pues ya en las visitas eclesiásticas a partir de 1501 hallamos referencias a los santuarios constituidos en los lugares donde el tierno niño padeció o fue enterrado y La Guardia le tomó por Patrón, celebrando fiesta solemne así en el día de los Santos Inocentes como el 25 de marzo o en la semana de quasimodo (primera de Pascua); sólo desde 1580 se votó para que su fiesta se celebrase en adelante el 25 de septiembre de cada año. También las autoridades religiosas dieron reiteradas pruebas de devoción hacia el mártir; así el cardenal Siliceo, que en 1547 alegaba en abono de su Estatuto de limpieza la crucifixión de aquél, y el cabildo de la Iglesia primada, que en 1613 pedía a varios cardenales y a la Congregación de Ritos licencia para rezar al inocente mártir a lo menos en todo el arzobispado toledano. Al arzobispo Alonso de Fonseca se debe el encargo del antiguo retablo que se puso en la cueva de la crucifixión, así como a Lorenzana el haber mandado pintar, de la diestra mano de Bayéu, el martirio del niño en los claustros de la iglesia capitular. Consta asimismo de la admiración que le profesaron monarcas como Fernando V, Carlos I y Felipe II.

El Papa Pío VII canonizó al niño asesinado como San Cristofer, autorizando su culto en la Iglesia de Toledo. Existe un altar en su honor y el pueblo de La Guardia guarda su memoria hasta nuestros días. Su tragedia y su alma se recuerdan como la del "Santo Niño de La Guardia".

Se le atribuyen muchísimos milagros, como la devolución de la vista a su madre ciega, las cuatro curaciones obradas con ciertas personas de Alcázar de Consuegra al comenzar el 1492; un tullido, una mujer con la boca torcida hacía más de dieciocho años, un sordo total y una pobre ciega, aparte de otros mil prodigios referentes a niños quebrados y enfermos de todas clases cuya curación detallan los rótulos que sobre cada caso penden del santuario de La Guardia.

Hoy se conservan en la Ermita unos versos compuestos por Don Diego Gracian, secretario de Carlos V, en un viaje del emperador a la ermita; estos versos escritos en latín, traducidos dicen así:

"Pasado con el cuchillo el tierno pecho,
saliéndole la sangre apresurada,
dijo el Niño: si en tanto amor estrecho
buscas mi corazón, furia malvada,
búscale al otro lado, no al derecho".

Dichos versos datan, de febrero de 1539, en que el "Emperador visitaba la Ermita".

Tras la crucifixión y muerte, le arrancaron el corazón; y ello sucedió el 31 de marzo de 1491. Y Benito García de las Mesuras partió para Zamora donde se encontraba la Sinagoga más importante de Castilla, pero al pasar por Avila fue detenido.

Son muchos los milagros del Santo Niño de la Guardia, y existen testimonios de los mismos, que han consolidado la fe de sus devotos.

San Ermenfrido o Ermenfredo de Cusance, Abad
Septiembre 25

Martirologio Romano: En Cusance, en la región de Besançon, también en Neustria (hoy Francia), san Ermenfrido o Ermenfredo, abad. 670.

Fue cortesano y después benedictino de Luxeuil, durante el mandato de su tercer abad san Walberto. Fundó un monasterio en Cusance (Francia).
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Fuente: oremosjuntos.com
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Santos Trófimo y Eucarpo de Nicomedia, Mártires

301. En el tiempo en que Diocleciano hacía revivir la persecución en Nicomedia, los cristianos eran arrojados a las cárceles, sometidos a interrogatorios y entregados a diversos géneros de suplicio. Si persistían en confesar a Jesucristo, eran llevados a la muerte.

Trófimo y Eucarpo, eran enemigos jurados del nombre cristiano y arrojaban sin piedad a la prisión a cuantos se declaraban discípulos de Jesucristo. Un día fueron a perseguir, vieron que una luz descendía del cielo y los rodeaba. Al mismo tiempo escucharon una voz que decía: "¿A qué tanta prisa en amenazar a mis servidores? No os equivoquéis, nadie puede vencer a los que creen en mí. Os anuncio que el perseguidor que se ponga de su parte, ganará el reino de los cielos." A estas palabras, los audaces enemigos de los cristianos cayeron casi sin sentido y no podían hacer otra cosa que repetir estas palabras:

San Eucarpo de Nicomedia
"Es verdaderamente grande el Dios que se nos ha aparecido y estamos dispuestos a convertirnos en sus servidores". En seguida, los dos soldados convertidos soltaron a todos los cristianos que tenían prisioneros, los abrazaron como a hermanos y los invitaron a volver a sus casas. Cuando el prefecto supo estas noticias, montó en cólera, hizo comparecer ante su tribunal a los dos, quienes relataron su visión. Entonces ordenó que los extendieran en el potro y que destrozaran sus cuerpos con garfios de hierro. El prefecto ordenó que se preparara un gran fuego para quemarlos. Así consiguieron estos dos soldados la palma del martirio.

Baronio fue quien inscribió sus nombres (poniendo Eucarpio en lugar de Eucarpo) en el Martirologio Romano, el día 18 de marzo.
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(Por José Antonio Goñi Beásoain de Paulorena)
SAN FERMÍN, ENTRE LA HISTORIA Y LA LEYENDA


San Fermín es uno de los santos mundialmente más conocidos, no tanto por su vida, su episcopado, sus trabajos apostólicos o su pasión y martirio, sino por las fiestas que cada año le tributa la ciudad de Pamplona, en Navarra (España), del 6 al 14 de julio, conocidas como Sanfermines o Pamplonada. Las imágenes de estas fiestas, particularmente la carrera de toros por varias calles de la ciudad, han llegado y llegan a todo el mundo a través de la televisión.
Pero para no quedarnos con un conocimiento meramente superficial de san Fermín e ir más allá de las fiestas y del folclore que rodean al santo obispo, conviene adentrarse en su vida, conviene acercarse a su persona y que así su ejemplo nos estimule a anunciar la fe incansablemente y a seguir a Cristo incluso hasta el extremo de dar la vida por él.

Tal y como describiremos con más detalle a continuación, san Fermín, según narra la tradición, vivió en la segunda mitad del siglo III y fue el primer obispo de Pamplona, su ciudad natal, y, más tarde, de Amiens (Francia), adonde le condujo su infatigable actividad misionera y donde sufrió el martirio por decapitación, durante la persecución del emperador del Diocleciano. Hay algunos autores que sitúan a san Fermín en el siglo I, habiendo sido martirizado, en este caso, durante la persecución del emperador del Domiciano.
Las noticias de su vida han llegado a nosotros por medio de las Actas de la vida y del martirio de san Fermín, redactadas probablemente hacia el siglo VI en su parte más esencial que habría sido ampliada posteriormente, y de los breviarios medievales. En ellos aparece mezclada la realidad histórica con elementos legendarios sobre la vida del santo, fruto de la devoción del pueblo fiel que, admirado por el ejemplo recibido, narraba de modo exagerado, partiendo de una cierta base real, las gestas de su vida, dejando de lado la objetividad de los hechos.

A pesar de que su existencia no puede testimoniarse con documentos históricos, no podemos concluir que san Fermín sea fruto de la devoción popular o de leyendas hagiográficas. No parece lógico que la lápida con la inscripción “Firminus M.” (“Fermín mártir”), hallada en Saint Acheul (Francia) cerca de Amiens, lugar donde la tradición afirma que fue enterrado el santo obispo tras su martirio, diera origen al culto que allí se empezó a tributar a san Fermín. Y, más aún, que a ese santo se le atribuyese como lugar de procedencia Pamplona, ciudad situada a mil kilómetros de distancia de Saint Acheul, impidiendo, además, que ninguna Iglesia de Francia pudiera apropiarse de un hijo tan ilustre. De modo que algún fundamento tuvieron aquellos cristianos de Amiens para atribuir al mártir y obispo un origen tan lejano y para muchos de ellos desconocido. Por otra parte, la diócesis de Pamplona cuenta actualmente con un obispo, que tuvo un antecesor, que a su vez sucedió a otro, y éste a otro, etc. Alguna vez, uno de ellos tuvo que ser el primero. ¿Se llamaba Fermín?

INICIO DEL CRISTIANISMO EN PAMPLONA

Según cuenta la tradición, san Fermín nació, a mediados del siglo III, en Pamplona –Pompaelo en aquél tiempo-, ciudad romana situada al norte de la provincia de Hispania del Imperio Romano, ahora capital de la provincia de Navarra (España). Fue hijo de Firmo, senador local, distinguido entre sus ciudadanos por su amable carácter y por su vida honesta, y de Eugenia, quienes tenían dos hijos más, Fausto y Eusebia.
En aquél tiempo, en esta región se daba culto a los dioses romanos. De modo que Firmo y Eugenia, junto con sus hijos, ofrecían ofrendas y sacrificios en los altares paganos.
Vino por aquél entonces a Pamplona para anunciar el evangelio el presbítero Honesto. Éste, siendo natural de Nimes (Francia), abandonó su ciudad natal para afincarse en Toulouse (Francia) atraído por la fama y milagros de Saturnino, obispo de la sede tolosana. Al haber evangelizado ya la zona sur de las Galias, Saturnino envió a su discípulo Honesto al otro lado de los Pirineos con el deseo de que los habitantes de esa región conocieran a Cristo.
Narran las viejas hagiografías que Firmo, su esposa Eugenia y sus amigos los senadores Faustino y Fortunato, mientras iban de camino al templo de Júpiter, situado en las inmediaciones de la actual catedral, para orar según sus ritos y costumbres, se detuvieron al ver a un extranjero que explicaba al pueblo la figura y la doctrina de Cristo, rechazando el culto a los dioses paganos.
Firmo, impresionado por el discurso de Honesto, interrogó al misionero de esta manera, tal y como consta en las Actas:

-“Nuestros dioses, según dices, son ídolos a los que desde antiguo veneraron los príncipes romanos. Explícanos a qué Dios quieres que demos culto.”
Honesto contestó con prontitud:
-“Al que hizo el cielo y la tierra, el mar y cuanto en los mismos habita, se le debe reconocer como verdadero, único y sólo Dios, por quien existen todas las cosas, en el que habitan todas y sin el cual ninguna criatura puede subsistir. Él domina la vida y la muerte. Por el contrario, los dioses de los gentiles, venerados por vuestra religión, deben ser tenidos más como demonios que como seres divinos. Pues así habla el Espíritu Santo por los profetas: todos los dioses de los gentiles son demonios; Dios, por el contrario, hizo el cielo.”
Continuó Firmo interrogando a Honesto:
-“¿De qué secta o religión eres tú para atreverte a proferir tan grave acusación contra nuestros dioses?”
Respondió Honesto:

-“Soy de la ciudad de Nimes, hijo de Emelio y Honesta. En cuanto a la religión a la que pertenezco, continuamente lo proclamo en público. Soy cristiano, instruido en la fe católica, y pertenezco al orden de los presbíteros, discípulo del obispo Saturnino y su hijo por el bautismo, conocedor de las ciencias liberales y educado desde mi primera juventud en los fundamentos de la sagradas Escrituras. Lo que aprendí, enseño. Es claro que Dios es uno, señor de lo visible y de lo invisible, el que era, el que es, el que siempre será. En él se hallan todos los tesoros de la sabiduría, todo se encierra en su majestad. Padre, Hijo y Espíritu Santo, un Dios en tres personas y tres personas en el verdadero Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Si quieres conocer la plenitud de este misterio, lo podrás hacer con su misma ayuda, pues sin la gracia e inspiración del Espíritu Santo nadie la puede alcanzar. Si alguno de vosotros quiere conocer al Dios verdadero, confiese no existir otro fuera del Omnipotente, Trino y Uno. Pues los dioses de los gentiles son simulacros sordos y mudos, hechos por el hombre con metal, madera o piedra imitando al modelo humano y enriquecidos con plata y oro. Tienen boca y no hablan, ojos y no ven, oídos y no oyen, nariz y no huelen, manos y no tocan, pies y no caminan, como la sagrada Escritura recuerda al decir: se hagan semejantes a ellos los que los fabrican y todos los que confían en ellos.

Nuestro Dios omnipotente, Jesucristo, unigénito de Dios Padre, engendrado de la divinidad antes de los siglos, nació de María virgen; al cual se le ha dado la potestad en el cielo y en la tierra; que rescató al género humano del vínculo de la muerte como trofeo de su pasión; el que, al triunfar de la muerte, libró al género humano de los infiernos, de la muerte a la vida, de las tinieblas a la luz, de la esclavitud a la libertad. A todos los creyentes los llevó a sí y, con el precio de su sangre, redimió a todos del poder del diablo. Paseó con pies secos sobre el abismo del mar, resucitó a Lázaro muerto de cuatro días, está sentado a la derecha de Dios Padre, vendrá a juzgar a los vivos, a los muertos y al mundo; entonces premiará a cada uno según lo que en esta breve vida haya hecho y obrado; al que asisten los ángeles y arcángeles, y el que premia a los santos y a los justos con el reino eterno, mientras que a los impíos y pecadores condena a las penas y a los tormentos perpetuos.

Esta religión y clara doctrina de verdad nos la enseñó a nosotros Saturnino, obispo, discípulo de los apóstoles, y nos mandó predicar el evangelio de la verdad a todas las gentes y bautizar a todos los hombres en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo para el perdón de los pecados y para la vida eterna sin fin.”
El senador Firmo, admirado de tal elocuencia, dijo:
-“Si Saturnino, de quien dices ser discípulo de los apóstoles, nos confirmase tus palabras, quizás cambiaríamos nuestras mentes, pues conocemos su fama y sus virtudes que certifica con muchos signos realizados en nombre de Jesucristo Nazareno.”
A lo que Honesto respondió:
-“Si vuestra dificultad para aceptar la verdad es ésta, mi señor, padre y maestro Saturnino estará dispuesto a predicaros la salvación y conduciros de las tinieblas a la luz.”
Honesto volvió rápidamente a Toulouse para informar a Saturnino de las óptimas disposiciones en las que había dejado al senador Firmo en Pamplona. No dudó Saturnino ni un momento y, dejando el cuidado pastoral de su diócesis bajo su discípulo Papoul, emprendió el viaje. Una semana después de que Honesto hubiera dialogado con el senador Firmo, llegó Saturnino a Pamplona donde, sin apenas tiempo para descansar de su largo viaje, en el bosque sagrado de cipreses que rodeaba el templo de Diana, comenzó a predicar al Dios verdadero ante un pueblo que había acudido desde todas las partes de la ciudad para escuchar su palabra.

Durante tres días anunció abiertamente el evangelio y presentó los misterios de la fe en el mismo lugar, frente al templo de los dioses falsos, denunciando la locura de adorar divinidades de piedra y de madera salidas de las manos de los hombres. Fueron, además, sus palabras confirmadas con muchos milagros.
El pueblo de Pamplona se convirtió en masa. Igualmente los tres senadores –Firmo, Faustino y Fortunato- decidieron abjurar de los errores de sus padres y pidieron ellos también el bautismo, recibiéndolo de manos de Saturnino. Parece obvio que también serían bautizadas sus familias por el santo obispo. Así, Eugenia, Fermín, Fausto y Eusebia recibieron el bautismo. No obstante algunos opinan que el hijo del senador, Fermín, fue bautizado por san Honesto.
Como señal de su conversión, fue destruido el templo de Diana y talado el bosque sagrado que lo rodeaba, de tal manera que no quedó en pie vestigio alguno de los antiguos signos paganos. Y cuentan que, a impulsos de aquella ardorosa predicación, se construyó rápidamente la primera iglesia, que pronto resultó insuficiente.
Después de todas estas conversiones, Saturnino, dejando a Honesto en Pamplona para que consolidara la comunidad cristiana recién inaugurada, reemprendió el camino de retorno a su sede episcopal de Toulouse. Tiempo después, decretada la persecución de los cristianos por el emperador Decio, Saturnino fue detenido en el capitolio de su ciudad donde fue atado a la cola de un toro, que lo arrastró por las escaleras desde lo alto del edificio hasta que, destrozados la cabeza y el cuerpo, entregó su alma a Cristo un 29 de noviembre hacia el año 250.

FERMÍN SE CONVIERTE EN OBISPO

Firmo entregó a su hijo primogénito, Fermín, a Honesto para que le enseñara las letras humanas y lo formara en la doctrina cristiana. Bajo la dirección del santo presbítero, Fermín hizo grandes progresos tanto en la virtud como en las ciencias. A la edad de 17 años había alcanzado ya amplios conocimientos y acudía a la iglesia para cantar alabanzas a Dios y a los santos.
No escapó al fino olfato de Honesto la inclinación que el joven mostraba hacia el apostolado. Por ello procuraba que lo acompañase en sus viajes apostólicos por las aldeas que rodeaban Pamplona así como por las calles de la ciudad para que con su palabra confirmara el pueblo devoto exhortándolo al conocimiento de las verdades religiosas. Cuando lo consideró maduro, lo envió a Toulouse para que el obispo Honorato, sucesor de Saturnino, lo ordenase sacerdote. Fermín volvió a Pamplona como presbítero ayudante de Honesto.
Contaba con veinticuatro años cuando Honesto, viendo que se habían enriquecido las cualidades de su discípulo, lo envió de nuevo a Honorato para que lo ordenase obispo. El obispo tolosano, en cuanto vio a Fermín, comprendió que estaba predestinado y elegido por Dios para hacer presentes entre las gentes la palabra de Dios y la gracia de la salvación. Honorato en la celebración de la ordenación, delante del pueblo, le habló a Fermín de esta manera, según consta en las Actas:
-“Alégrate, hijo, pues has merecido ser vaso de elección para el Señor, has recibido de Dios la gracias y el oficio de apóstol. Dirígete a la dispersión de las gentes. No temas, porque Dios está contigo. Debes saber que padecerás mucho por su nombre hasta que llegues a recibir la corona de la gloria.”
Una vez se hubo despedido Fermín de Honorato y de sus hermanos presbíteros, retornó a Pamplona. Apenas llegó, le comunicó a su maestro Honesto el mandato que había recibido del obispo Honorato en su ordenación: anunciar a Jesucristo a los pueblos.

MISIONERO EN LAS GALIAS

Cumplidos los treinta años, Fermín dejó su patria para evangelizar las tierras de la vecina Galia. Tras pasar los Pirineos, se adentró en la región de Aquitania para predicar la fe cristiana dirigiéndose a la ciudad de Agen, donde el paganismo era floreciente. Allí conoció al presbítero Eustaquio con quien, durante varios días, instruyó al pueblo en las sagradas Escrituras y fortaleció su fe enseñándoles las verdades cristianas.
De Agen se dirigió a Alvernia, en cuya capital, Clermont-Ferrand, permaneció largos meses, acercando a Cristo a gran parte de sus habitantes, destacando la conversión de los jueces Arcadio y Rómulo tras discutir públicamente sobre los ídolos paganos.

Continuó su viaje misionero, predicando esta vez en Anjou, donde ayudó durante tres años al obispo de esta sede, Auxilio, convirtiendo a la mayor parte de los paganos de la provincia.
No contento con esta trayectoria de éxitos misioneros, buscó el misionero navarro la dificultad, el riesgo e, incluso, el martirio. Habiéndose enterado de que Valerio, gobernador de los belovacos, perseguía a los cristianos y los martirizaba, se dirigió a la ciudad de Beavais, capital de esa región, con entusiasmo y gozo, dispuesto a padecer por Cristo. Nada más llegar, inició su apostolado convirtiendo a los paganos y confirmando en la fe a los cristianos perseguidos. Viendo su éxito y el daño que hacía a los dioses locales, Valerio lo mandó encerrar cargado de cadenas ordenando que lo azotaran repetida y cruelmente. No dejó de anunciar el evangelio día y noche en las nuevas circunstancias, convirtiendo a muchos prisioneros e, incluso, a los carceleros. Muerto Valerio en una revuelta militar y fallecido su sucesor Sergio por una infección, corrieron los cristianos a las mazmorras para liberar a Fermín y que reiniciara, así, su predicación pública.
Finalmente marchó a Amiens -conocida en aquel tiempo como Samaroviba o Ambicum-, capital de la región de la Picardía, donde tras una intensa actividad apostólica sufrió el martirio, tal y como ahora vamos a narrar.

MARTIRIO EN AMIENS

Según la tradición local, el día 10 de octubre de un año desconocido de finales del siglo III, entró Fermín en Amiens por la puerta de Beauvais, siendo recibido por el senador Faustiniano, quien lo hospedó en su casa.
Iniciada la predicación pública rápidamente se hicieron cristianos no solamente gran parte del pueblo, sino también varios nobles cuyos nombres figuran en las Actas como el mencionado Faustiniano, el senador Ausencio Hilario o la noble Atilia. El mensaje anunciado por Fermín se vio apoyado, además, por numerosos milagros: devolvió la vista a Casto, hijo del noble Andrés, sanó a dos leprosos, curó a varios paralíticos, liberó a algunos endemoniados.
De tiempo en tiempo, salía Fermín a predicar en los lugares circundantes y también en localidades más lejanas como Picquigny, Vignacourt y Bobés.

El Breviario Ambianense relata que repetía a menudo: “Mis queridos hijos, sabed que el Padre Dios, creador de todas las cosas, me ha enviado a vosotros para purificar esta ciudad del culto a los ídolos y para predicar a Jesucristo crucificado y resucitado por la fuerza de Dios.”
La fama de la predicación y de los milagros de Fermín terminaron por llegar a los gobernadores de la provincia, Lóngulo y Sebastián, quienes se trasladaron de Tréveris, donde residían, hasta Amiens, azuzados por los sacerdotes de los ídolos y de los templos paganos pues había sido decretada la persecución de los cristianos por el emperador Diocleciano. Llegados a Amiens ordenaron que en el plazo de tres días se reunieran los tribunos y todos los jefes militares en el pretorio Climiliano. Una vez reunidos, mandaron llamar a los curiales y a los sacerdotes de los templos, ante los cuales, como se transcribe en las Actas, dijo Sebastián:
-“Los sacratísimos emperadores ordenaron que el honor y el culto de los dioses fuesen observados por todos los pueblos y las gentes hasta los rincones más lejanos del Imperio. Ellos dispusieron que las aras sagradas y los altares fuesen venerados de acuerdo con las antiguas tradiciones y costumbres. Si alguien atenta contra los decretos de los santísimos emperadores, se les debe aplicar la pena capital según el decreto dado por los senadores y por los príncipes de Roma.”
Auxilio, un venerable sacerdote de los templos de Júpiter y de Mercurio fue el primero en lanzar su acusación:
-“Se encuentra entre nosotros un pontífice de los cristianos, quien no solamente aparta a la ciudad de Amiens del culto y religión de los dioses, sino que parece querer separar a todo el Imperio Romano de ellos.”

Seguidamente Sebastián preguntó sobre el nombre del intruso, respondiendo Auxilio:
-“Se llama Fermín, es de Hispania, astuto y lleno de elocuencia y de sagacidad. Predica y enseña al pueblo que no existe otro Dios, ni otra virtud en el cielo y en la tierra sino el Dios de los cristianos, Jesucristo, al que llama Nazareno. Dice que éste es más omnipotente que todos los dioses. Tacha a nuestros dioses de ídolos, demonios y simulacros varios, mudos sordos e insensibles. Con estas ideas subleva al pueblo y lo aparta de la religión de los dioses para que no acuda a orar a los templos de Júpiter y de Mercurio, y seduce el corazón de los senadores para que se hagan cristianos. Si no lo exterminas y aplicas a los otros severas penas, se seguirá gran peligro para la república, pues intenta subvertir los fundamentos y la estabilidad del Imperio Romano. Escucha nuestros consejos, excelentísimo presidente, para que la república se vea por ti salvada y nuestros dioses se vean libres del peligro. Manda que sea traído ante este tribunal, con nosotros presentes.”
Sebastián y Lóngulo, espantados y temerosos ante tal acusación, ordenaron que dentro de dos días fuera llevado preso Fermín al teatro junto a la puerta Clipiana. Sin esperar al plazo señalado para su prendimiento, acudió Fermín al día siguiente al pretorio, se presentó ante el tribunal y allí mismo comenzó a predicar a Jesucristo, enseñando a adorarlo, mientras aconsejaba abandonar los ídolos y destruir los templos paganos.
Vuelto hacia él, le dijo Sebastián:
-“¿Eres tú aquel blasfemo que destruyes los templos de los ídolos y separas al pueblo de la santa religión de nuestros sacratísimos emperadores? ¿De dónde eres tú? ¿De qué ciudad o región afirmas ser?”

El apóstol, respondió sin dudar:
-“Si preguntas por mi nombre, me llamo Fermín, de Hispania, del orden de los senadores, de la ciudad de Pamplona, cristiano por fe y por doctrina, y obispo. Soy enviado a predicar el evangelio del Hijo de Dios, para que conozcan las gentes que no existe otro Dios ni en el alto del cielo ni en lo profundo de la tierra; que creó todas las cosas de la nada y en quien permanecen todas las cosas; que tiene poder sobre la vida y sobre la muerte; de su mano nadie puede salir; le asisten los ángeles y las virtudes del cielo; ante él se doblan todas las rodillas en la tierra, en el cielo y en el infierno; doblega a los reinos y disuelve el reino de los bateos; bajo él corren los tiempos y mudan las generaciones; es inmutable por siempre, porque siempre es él mismo y sus años no tienen fin. Sin embargo, los dioses que adoráis por ilusiones y fantasías de los demonios, son simulacros mudos, sordos e insensibles que condenan las almas y a sus adoradores precipitan en lo profundo de los infiernos. Esto es lo que yo predico y con libertad denuncio que son fabricación diabólica; digo a todos los pueblos y a todas las gentes que los abandonen para que no sean arrojados con ellos en las profundidades del tártaro y de la gehena perpetua, donde su padre es el diablo.”
Ante esta respuesta se levantó un gran murmullo entre el gentío. Sebastián, muy enfadado y pidiendo silencio, pronunció esta sentencia:
-“Por los dioses y diosas inmortales y por su invencible poder te contesto Fermín, para que en tu ignorancia recapacites y no reniegues de la santa religión que practicaron tus padres, sino que de inmediato ofrezcas un sacrificio a los dioses y a las diosas. Si no lo haces, te aplicarán todo tipo de tormentos y te haré sufrir terrible muerte ante todo el pueblo.”
No hicieron cambiar estas palabras el semblante de Fermín, sino que respondió al gobernador de este modo:

-“Has de saber, presidente Sebastián, que no temo las penas y tormentos con que amenazas. Lo que me apena es que en tu vanidad e ignorancia creas que yo, servidor del Dios inmortal que todo lo domina, me voy a doblegar con tus tormentos. Con cuántas más penas me amenaces, tanto más me dará mi Dios la virtud de soportarlas a fin de que merezca alcanzar la corona inmortal. Pues por las penas temporales con que me amenazas, no quiero separarme de la vida eterna en el reino del Hijo de Dios, donde reinaremos sin fin. Tú podrás mantener vivos los tormentos y las llamas más atroces, pero arderás más eternamente en el furor de ese fuego que tu impiedad aplica hoy a los siervos de Dios.”
Sebastián quedó estupefacto por la constancia del obispo y por la fuerza de su predicación. El pueblo de Amiens, entusiasmado con las palabras de Fermín y agradecido por los muchos beneficios recibidos de sus manos, quería arrancarlo de las manos del tirano. Sebastián, por miedo al levantamiento del pueblo, se retraía de condenar al obispo a los tormentos. No obstante, mandó a sus soldados que lo prendieran y lo encerraran en la cárcel indicándoles que lo decapitaran silenciosamente por la noche y que escondieran su cuerpo para que no lo encontraran los cristianos y le tributaran honores.
Fermín, habiendo sido apresado por los soldados, según el mandato que recibieron de Sebastián, no cesaba de alabar a Jesucristo ante la rabia de sus carceleros. A la noche siguiente, mientras la ciudad dormía, se presentaron varios soldados dispuestos a cumplir los negros proyectos ordenados. Cuando los vio llegar, con el corazón repleto de emociones y con lágrimas de alegría en los ojos, dispuesto a aceptar su holocausto, prorrumpió en esta oración:

-“Te doy gracias, Señor Jesucristo, soberano dador de todos los bienes, pastor bueno, que te dignas llamarme a compartir la suerte de tus buenos amigos. Dígnate, Rey piadoso y clemente, guardar con tu misericordia y proteger a todos aquellos que por virtud de mi ministerio son hijos tuyos y ayudar a quienes pedirán tus favores por mi intercesión, pues tuyo es el reino y el poder por los siglos de los siglos.”
Concluida su oración, se puso Fermín a disposición del verdugo quien, desenvainando su sable, dio un golpe certero en la cerviz del obispo, separando la cabeza del cuerpo. La muerte de Fermín se produjo el 25 de septiembre, al parecer del año 303. El cuerpo del mártir fue abandonado sangrante sobre el suelo de la prisión a la espera de que Sebastián cumpliera sus propósitos de descuartizarlo y desparramarlo por los campos para que los cristianos no lo encontraran. Sin embargo, el senador Faustiniano, que años atrás había recibido a Fermín a su llegada a Amiens y había sido bautizado por éste, recogió secretamente los restos del santo obispo y los enterró en su sepulcro familiar de Abladene, próximo a Amiens, donde más tarde se levantaría la iglesia de Santa María de los Mártires, convertida después en la abadía de Saint Acheul.

CULTO A SAN FERMÍN

El culto a san Fermín se inició en Amiens, lugar de su martirio. La tradición habla del hallazgo de sus reliquias a comienzos del 615, siendo trasladadas el 13 de enero de ese mismo año a la catedral de Amiens bajo el pontificado de Salvio. En el siglo XII, el culto al santo adquirió gran esplendor y popularidad en la ciudad francesa. Según las Actas de la Iglesia de Amiens, este nuevo impulso se debió al obispo Godofredo, quien fue protagonista de una serie de acontecimientos extraordinarios que sirvieron para colocar al santo pamplonés en lugares de devoción no alcanzados hasta entonces. La devoción al santo obispo y mártir no ha dejado nunca de estar presente en la ciudad de Amiens que lo honra como su patrono.

En Pamplona, la ciudad donde la tradición fijó su nacimiento, no encontramos ningún testimonio sobre el culto a san Fermín hasta el siglo XII, concretamente el año 1186, cuando Pedro de París, obispo de esta sede, recibió de Amiens unas reliquias del cráneo del mártir. Parece que la devoción al santo extendida en aquel tiempo habría llegado de manos de los inmigrantes francos asentados en Pamplona. Su culto se intensificó en el siglo XVII, especialmente cuando el clero secular lo contrapuso a la devoción hacia san Francisco Javier, patrocinada por los jesuitas. La querella entre “ferministas” y “javieristas” quedó zanjada cuando el papa Alejandro VII proclamó, el 14 de abril de 1657, a san Fermín y a san Francisco Javier copatronos igualmente principales de la provincia española de Navarra. San Fermín es también patrono de la diócesis de Pamplona.
San Fermín ha sido celebrado en la liturgia en diferentes fechas: el día 13 de enero se recuerda el hallazgo de sus reliquias, el día 25 de septiembre se conmemora su martirio y el día 10 de octubre se festeja su entrada en Amiens. En la diócesis de Pamplona se introdujo una nueva celebración en 1591 cuando el obispo del lugar, Bernardo de Rojas y Sandoval, trasladó, a petición del pueblo, la fiesta del 10 de octubre al 7 de julio por ser más cálido el tiempo y para que coincidiera con la feria de ganado, que cada año tenía lugar del 29 de junio al 18 de julio. Y es este día, el 7 de julio, el más conocido por todos a pesar de que no guarda ninguna relación con las fechas significativas de la vida de san Fermín.

PARA REZAR

Señor, Dios nuestro,
que coronaste de inmortalidad al obispo san Fermín,
porque anunció tu palabra
y sostuvo el combate de la fe hasta el martirio,
concédenos que, quienes celebramos su triunfo,
alcancemos también su mismo premio.
(Propio de las diócesis de Pamplona y de Tudela)

Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Tú, Pastor supremo,
no abandonas a tus hijos, que,
nacidos del mismo linaje y de la misma fe,
consolidó san Fermín con sus trabajos apostólicos,
alimentó con la palabra que engendra salvación,
y confirmó con el testimonio de su martirio.
Ahora, con tu poder, nos sigues protegiendo,
para que, santificados en la verdad
y fortalecidos en la unidad,
podamos recibir de ti
la plenitud de tu gloria.
(Propio de las diócesis de Pamplona y de Tudela)
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San Finbar (En irlandés: Naomh Fionnbarra; En inglés: Saint Finbarr) (550—620), obispo de Cork del siglo VI, patrón de la ciudad y diócesis de Cork. También se le nombra como san Finan.1
Se cree que nació cerca de Bandon, y su nombre original era Lochan. Se dice que estudió en el Condado de Kilkenny donde fue llamado Fionnbharr (Cabellos rubios en irlandés) por el color de su pelo.

Además, se cree que Finbarr vivió como ermitaño en una pequeña isla en un lago cerca de Cork llamada Gougane Barra, antes de fundar el asentamiento monástico y centro de aprendizaje en un Corcach Mór (marisma). Este asentamiento con el tiempo creció para convertirse en la ciudad de Cork.
Varios escritos de la vida de Finbar sugieren que viajó a Roma, y predicó en Barra.

Finbar murió en Cloyne, una aldea del Condado de Cork y fue enterrado en la abadía de Gill Abbey, un sitio hoy ocupado por la Catedral de San Finbar.

Finbar es un nombre típico irlandés.
Es reconocido tanto por católicos como protestantes. Su festividad se celebra el el 25 de septiembre.
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Fuente: misa_tridentina.t35.com
Sergio de Radomez, Santo Abad,
Martirologio Romano: En el monasterio de la Santísima Trinidad, en la región de Moscú, en Rusia, san Sergio de Radonez, que, elegido como hegúmeno o abad, propagó la vida eremítica y cenobítica que él había practicado primero, y hombre de carácter afable, fue consejero de príncipes y consolador de fieles cristianos . (†1392)

Fecha de canonización: En el año 1449, siendo Papa Nicolás V.

San Sergio de Radonez es uno de los santos más venerados en toda Rusia. Nació en el año de 1319 en la familia de los muy distinguidos nobles y piadosos Cirilo y María. Desde muy temprana edad Bartolomé, nombre con el que fue bautizado, deseaba consagrar toda su vida al servicio de Dios. Sin embargo, Cirilo y María por mucho tiempo desaprobaron que su hijo se entregara a la vida monástica. Sólo un poco antes del deceso de sus padres, san Sergio y su hermano mayor, Esteban, se retiraron a una colina perdida en la espesura del bosque. El futuro Santo Patrono de Rusia contaba entonces con apenas 23 años.

Con sus propias manos, los hermanos construyeron en este sitio una iglesia y un aposento, consagradas a la Santísima Trinidad. La vida en el retiro no fue nada fácil para Esteban, el hermano mayor de san Sergio y muy pronto se alejó de esos lugares. El Santo se quedó en completa soledad y con mayor celo se entregó al ayuno y a la oración. Muy pronto se cumplieron los más anhelados deseos del joven: Mitrofan, el padre superior de uno de los monasterios cercanos, le entregó los hábitos. San Sergio no pasaba ninguna hora del día en vano o en la ociosidad. Combinaba sabiamente la oración y el trabajo, el canto de los Salmos y la lectura de los libros sagrados, cada vez más iba en aumento su erudición y cada día de su vida se acercaba más y más a Cristo.

Cada paso en su vida monástica procuraba llevarlo a cabo tomando ejemplo de lo escrito por los devotos de los primeros siglos del cristianismo tales como: los Santos Antonio y Macario Magnos; san Juan Clímaco, el abad Doroteo y muchos otros más.. San Sergio también era muy devoto de los primeros prosélitos del monaquismo ruso: Antonio y Teodosio Pecherski y a sus innumerables seguidores. El Santo se esforzaba por lograr en su vida aquel ideal de santidad, que habían logrado todos ellos, marchando siempre hacia Dios por el camino riguroso de la concordancia con las enseñanzas de nuestro Salvador. Valerosamente, resistió toda tentación, con su mirada fija en el Cristo celestial y se entregaba con todas sus fuerzas en búsqueda de Dios, objetivo único en la vida de todo hombre.

Pese a que San Sergio no lo buscara, por todas las ciudades cercanas y lejanas se propagó el rumor de que en el bosque de Radonez vivía un extraordinario hombre muy devoto. Muy pronto el Santo comenzó a rodearse de personas ansiosas por ser salvadas bajo su guía. San Sergio, por el deseo insistente de sus discípulos, se convierte en sacerdote y superior del monasterio fundado por él mismo.

En la biografía del Santo, compuesta por su discípulo, Epifanio el Sabio, hay muchas referencias a la humildad que adornaba a San Sergio, veamos uno de esos relatos: En una ocasión, en vida de san Sergio, llegó al convento un campesino que había escuchado acerca de las proezas y la gloria del padre superior. El hombre pidió a un hermano que le mostrara al padre Sergio. Los monjes le señalaron a un hombre de edad avanzada con vestiduras remendadas y muy sencillas que estaba arrimando unas tablas al lado de la barda del monasterio. El campesino incrédulo y exaltado, exclamó: “¡Se burlan de mí! Yo vine hasta aquí para ver a un ilustre padre, opulentamente vestido, rodeado de servidumbre y ustedes me enseñan a un campesino cualquiera, seguramente el más ínfimo del monasterio”. San Sergio al escuchar las quejas del visitante, abandono su tarea, amablemente lo saludó y lo invitó a pasar al comedor. Le dijo entonces: “No te aflijas hermano, –lo consoló el Santo– Dios es tan benevolente en su casa, que nadie sale de ella con angustia. Y muy pronto Él te mostrará a aquél al que buscas”. En el momento de su charla, al monasterio llegó un príncipe rodeado de un numeroso séquito. El príncipe se tiró a los pies del hombre de Dios, pidiendo su bendición. Entonces el campesino entendió de quien se trataba ese humilde hortelano. Después de la partida del príncipe, con lágrimas rogaba a san Sergio le perdonara por su osadía e ignorancia. “No te aflijas, hijo mío –le dijo el humilde padre–, solamente tú me has juzgado cabalmente, ya que más bien los equivocados son ellos”.

La dirección del monasterio no le atraía mucho a san Sergio, más bien le agobiaba. Cuando al convento llegó la discordia y ante el intento de sublevación de algunos monjes en contra de su superior, san Sergio abandonó el monasterio estableciéndose en la espesura del bosque a la orilla del río Kirzhach. Sólo después de 3 o 4 años ante la intervención del padre Alejo de Moscú, regresó san Sergio a su convento.

San Sergio falleció el 25 de septiembre de 1392. Antes de su muerte, dispuso a los hermanos, ante todo, preservar con rigurosidad la fidelidad a la ortodoxia de la fe. El Santo encomendó también preservar la vida en comunión, la pureza espiritual y corporal, alejarse de los malos deseos, la abstención en la comida y la bebida, tener la aplicación hacia la humildad y el peregrinaje.
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Santos Pablo, Tata e hijos, Mártires
Martirologio Romano: En Damasco en Siria, santos mártires Pablo y Tata, esposos, Sabiniano, Máximo, Rufo y Eugenio, sus hijos, que acusados por ser cristianos, fueron golpeados y torturados con otros suplicios, al final rindieron el alma a Dios. s. IV.

Mártir junto Tata, Sabiniano, Máximo, Rufo y Eugenio. Pablo y Tata era marido y mujer; mientras que los otros eran sus hijos; todos murieron mártires bajo la tortura en su ciudad natal de Damasco.
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Autor: Trinijoven.com | Fuente: Trinijoven.com
Marcos Criado, Beato Mártir Trinitario
Martirologio Romano: En la sierra de las Alpujarras, cerca de la ciudad de Granada, beato Marcos Criado, presbítero de la Orden de la Santísima Trinidad, para la redención de cautivos, y mártir, víctima de los moriscos (1569).

Fue un valiente misionero declarado Beato por dejarse hasta su vida como misionero anunciando “la Palabra”, la de Cristo, la de la vida, sin mas medio ni arma que la palabra. Tan potente fue esta arma que suscitó la fe en unos y en otros el rechazo. Como respuesta encontró la violencia, y hostilidad hasta la muerte. Pero la violencia venció, y la Palabra con-venció. La fe y su testimonio siguen vivos.

Inicios y vocación Este trinitario nació en un lugar cercano, Andujar, y una fecha lejana, en 1522. Como es natural tenía una gran devoción a la Virgen de la Cabeza. De hecho pierde a su madre siendo niño y ante este dolor acude a su madre del cielo, a la Virgen de la Cabeza. A ella le hablaría de su soledad y de ella sentiría su abrazo de madre, que siempre está ahí, atenta a sus hijos. Marcos, aquel día se encomendó a la madre de Dios y madre nuestra y se consagró a ella.

Años más tarde, aún muy joven pide entrar en la comunidad de Trinitarios de su ciudad, quizá como respuesta a su consagración de niño. Tras un año de noviciado realizó su profesión religiosa como trinitario. Después realizó los estudios teológicos hasta que fue ordenado sacerdote.

El trinitario de la Palabra. La lectura del Evangelio y de los libros de teología le hacían escuchar la Palabra de Jesús que lo llamaba a seguirlo dejándolo todo en pobreza, obediencia y castidad. Aquellas palabras le hicieron encontrarse con la Palabra hecha carne en la realidad y el sufrimiento humano. También él quería anunciar la palabra de vida y esperanza. Marcos destacó por ser un gran predicador, de hecho pasó por diversas comunidades –Andujar, Ronda, Jaén y finalmente Úbeda- con el ministerio de predicador mayor. También en el confesionario su palabra trasmitía la acogida y el perdón de Dios Padre, destacando como confesor.

Misión. Marcos leía la Biblia y meditaba sobre la obediencia de Jesús a la voluntad del Padre. Se encontraba en la comunidad de Úbeda. Aquella tarde tenían capítulo, el Ministro Local lo había convocado de forma extraordinaria, le intrigaba pensar que nuevas tenía que comunicarles. Tras una oración comenzaron la reunión, en el orden del día sólo un punto. Los Obispos de Guadix y Almería pedían a los trinitarios tres o cuatro misioneros para afianzar la fe de los moriscos en la zona de las Alpujarras. La mayoría de los moriscos se habían bautizado para evitar ser expulsados y sólo habían recibido una superficial evangelización. Los obispos querían consolidar la fe de aquellos pueblos apartados y aislados por la abrupta Sierra Nevada. Junto a las palabras de los obispos el provincial añadió que esta empresa se equiparaba a la redención de cautivos, por la redención de almas. Al pedir voluntarios llenos de Espíritu se ofrecen el P. Pedro de San Martin y el P. Marcos Criado. Era el momento de encarnar la Palabra.

Como los apóstoles, de dos en dos, parten nuestros hermanos. Pedro iría a Almería, mientras que Marcos a Guadix. Repentinamente el P. Pedro enferma y tras varios días muere. Marcos se encuentra sólo en su misión, pero de nuevo siente como la Virgen de la Cabeza, le dice que está con él, y que le acompaña en su encomienda. Tras presidir el funeral se pone en camino, había sido nombrado vicario del párroco de la Peza (Granada).

Misionero en las Alpujarras. Desde la Peza va visitando los distintos pueblos de la Alpujarra. Sus dotes de predicador movilizaban a los cristianos y sus palabras en el confesionario trasmitían el amor de Dios. Lo mismo impartía catequesis a los niños en la calle que visitaba a enfermos. Su fama corrió por la sierra, las autoridades civiles y religiosas le facilitaban su trabajo y le pedían a los vecinos que lo acogiesen como a un apóstol. Sin embargo esta fama también le ganó detractores, en la Peza recibe una paliza para que deje su actividad. Un clima de hostilidad se levantaba contra los cristianos, Marcos recibe una nueva paliza en la sierra de Filabres, lo dan por muerto, pero sorprendentemente se recupera. Algunos pueblos cristianos son arrasados y profanados sus templos.

Palabra contra violencia. Nuestro misionero sufre en este contexto de conforntación por lo que decide hablar con Abencotha, líder de los moriscos. Le pide que respete y deje tranquilos a los cristianos y lo invita a cambiar de actitud en nombre de Jesús. Tan insultante le pareció a Abencotha el encuentro que a las palabras responde con violencia. Lo prenden con una soga y lo atan a un caballo arrastrándolo por abruptos caminos. Lo abandonaron como muerto.

De nuevo se recupera y continúa su misión, predicando, visitando a los cristianos acosados. Sus milagrosas recuperaciones, su fidelidad a su misión, y predicaciones producen conversiones, hasta de “renegados de la fe”; al mismo tiempo que la persecución se hace más hostil contra los cristianos. Son asesinados los primeros sacerdotes en Vera y Marcos estando en Cadiar se ve obligado a huir para evitar su muerte. Vuelve a la Peza.

Las autoridades civiles publican el “Edicto del Primero de Mayo” para reprimir a los moriscos. Este documento consigue el efecto contrario, los moriscos se quieren vengar de la opresión y obligaciones impuestas por el edicto atacando a la población cristiana. En la noche de Navidad de 1568 comienza el levantamiento de las Alpujarras. Aben Humeya capitanea una revuelta contra los critianos que irá recorriendo todos los pueblos de la zona, acabando con sacerdotes y cristianos. Año y medio más tarde llegan a la Peza atemorizando a la comunidad cristiana que se refugia en el castillo, junto a sus pastores. El párroco que increpó a los agresores encontró allí su muerte. El P. Marcos celebró sus funerales y desde aquel momento se instala en la Iglesia presintiendo su fin violento. El 22 de septiembre de 1569 tras celebrar la Eucaristía se dirigió a los fieles manifestando su deseo de dar la vida por Cristo.

¿Vence la violencia?. De repente un grupo de moriscos entra violentamente en el templo, les habla pero la respuesta es violencia sorda. Los fanáticos lo sacan a golpes y puntapiés y lo llevan hasta a las afueras del pueblo. Allí un grupo mayor le esperaba. Le torturaron para que renegara de Cristo, y de su boca ensangrentada emergió una clara palabra: - ¡Jamás! Entre golpes e insultos lo amarraron a una encina con los pies al aire, esperando contemplar su agonía y muerte. El día 23 aún estaba vivo y de repente comenzó a cantar salmos, palabras de confianza, de perdón, de alabanza, por lo que apedrearon hasta que ellos creían que estaba muerto. El 24 comprobaron que aún vivía, intentaba balbucear alguna palabra. Aquel día murió, o nació a la vida definitiva. Permaneció en el árbol hasta el 25 y para verificar su muerte un morisco cruel le abrió el pecho y le sacó el corazón.

Los testigos de aquel macabro espectáculo estaban conmovidos tras tres días de violencia y agonía, aceptada en fidelidad y amor ¿Quién le daba aquella fuerza? Al sacarle el corazón todos los presentes quedaron admirados y cayeron en tierra. En el corazón aparecía estar escrita una palabra: “Jesús”, el nombre que apasionó aquel corazón y que le hizo dar la vida por amor.

Triunfo de la Palabra. Habían terminado con su vida, pero la palabra triunfó, venció la fe. Todos fueron a anunciar el hecho prodigioso, los cristianos recogieron el cuerpo y el corazón de su mártir. Comenzaron a llamarlo el Santo Marcos. La sangre de los mártires fue semilla de auténticos cristianos y de generación en generación contaban como el Santo Marcos encarnó la Palabra de Dios en el Pueblo de la Peza y fue signo de su amor.

Debido al culto y veneración que recibió durante siglos en este pueblo y comarca se comienza el proceso de beatificación hasta que en 1899 el Papa León XIII lo elevó a los altares como mártir
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Fuente: Mercaba.org


José Benito Dusmet, Beato Obispo de Catania
Nació en Palermo, Sicilia, Italia el 15 de agosto de 1818, en una familia aristocrática.

Fue monje y abad benedictino, y muchos acudían a él para pedirle consejo y para su dirección espiritual. Su caridad para con los pobres fue extraordinaria y acudía presuroso donde quiera que hubiera una calamidad.

Fue preconizado obispo de Catania y se entregó plenamente a todos, pero de modo especial a los más necesitados. Tuvo un cuidado y esmero especial para los sacerdotes, y promovió la vida parroquial con gran intensidad.

A pesar de su oposición, fue nombrado cardenal por el papa León XIII, pero no duró mucho en su cargo, pues su salud se deterioró rápidamente y murió dos años después el 4 de abril de 1894.

Los que lo amortajaron no encontraron en el ropero ni una sola pieza para cambiarle de ropa. Todo lo había dado para los pobres, hasta su propio pectoral y anillo..

Su pueblo lo lloró como a un padre bueno y lo veneró como a un santo.
Fue beatificado por el papa Juan Pablo II, el 25 de septiembre de 1988.
El Martirologio Romano lo festeja el 4 de Abril, pero en Catania se lo recuerda el 25 de Septiembre

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