Santoral del 17 de Octubre



Ignacio de Antioquía, SantoMártir
Juan de Licópolis, Santo Ermitaño
Rodolfo, Santo Obispo de Gubbio
Contardo Ferrini, Beato Jurista
Celia o Cilina, Santa Virgen
Fidel Fuidio Rodriguez, Beato Mártir Marianista
Isidoro Gagelin, Santo Mártir
Pedro Casani, Beato Sacerdote Escolapio
Raimondo Stefano Bou Pascual, Beato Mártir español
Ricardo Gwyn, Santo Mártir Inglés
Tarsila Cordoba Belda, Beata Mártir española

SAN ISIDORO GAGELIN, mártir
Vosotros lloraréis y gemiréis, y el mundo
se regocijará; os contristaréis, pero vuestra
tristeza se convertirá en gozo.
(Juan, 16, 20).

Francisco Isidoro Gagelin nació en Francia, en la población de Montpertreux el 10 de mayo de 1799. Llegado a la juventud ingresó en el seminario diocesano de Besançón, pero en 1819 pasó al Seminario de las Misiones Extranjeras. Aquí se le ordenó de subdiácono y se le envió enseguida a las misiones anamitas, donde debía proseguir los estudios. Así lo hizo y el año 1822 era ordenado sacerdote. Profesor del colegio de Phuong-Ru, su trabajo pastoral más directo estuvo dedicado a los grupos cristianos que habían perdido el fervor religioso. Cuando el rey Minh-Manh llamó a los misioneros a la corte para aprovechar sus conocimientos occidentales, Isidoro fue uno de los que tuvo que acudir. Cuando se le quiso premiar haciéndolo mandarín, Isidoro prefirió obtener la licencia de volver a su trabajo misionero.

Llegada la persecución de 1833, los misioneros se refugiaron en las montañas, lo que trajo consigo que las comunidades cristianas se quedasen sin su ministerio. Empezaron las apostasías en medio de las muchas desgracias caídas sobre los fieles. Isidoro, entonces, pensó que lo mejor era entregarse, y que las autoridades, entretenidas con él, diesen respiro a los demás misioneros. Así lo hizo. Se presentó el 23 de agosto de 1833 al mandarín de Nong-Song. Fue inmediatamente arrestado, cargado con la canga y enviado a Hué. Condenado a muerte, fue estrangulado en el suburbio de Bai-Dan el 17 de octubre de 1833. Tres días más tarde el rey mandó sacar su cadáver para comprobar que no había resucitado como Jesús. Sus reliquias fueron trasladadas en 1846 al Seminario de Misiones Extranjeras de París. Fue canonizado el 19 de junio de 1988 por el papa Juan Pablo II.
fuente: «Año Cristiano» - AAVV, BAC, 2003

MEDITACIÓN SOBRE LA PASIÓN DE JESUCRISTO
1. Contempla a Jesús clavado en la cruz, mira cuánto sufre en todo su cuerpo. Su sagrada cabeza está coronada de espinas, su rostro magullado, sus manos y sus pies taladrados; todo su cuerpo, en fin, está cubierto de llagas y es presa de los dolores más crueles. ¡He ahí el estado en que se encuentra Jesús, mi Cabeza, mi Rey y mi modelo! Es menester que me asemeje a Él, en esto consiste mi perfección y mi dicha. ¡Ay! vivo en medio de placeres mientras Jesús es colmado de oprobios y sufrimientos. No conviene que los miembros sean afeminados cuando la cabeza está coronada de espinas. (San Bernardo).

II. El Coraz6n de Jesús estaba sumergido en amargura y dolores tanto como su cuerpo. Él preveía que sus sufrimientos serían inútiles para la mayor parte de los hombres. Tenía piedad del enceguecimiento de los judíos. Estaba afligido más de lo que se puede imaginar, por la tristeza, los suspiros y las lágrimas de su Madre, al pie de la cruz con el discípulo amado. ¡Oh espectáculo doloroso! ¿Puedo yo contemplar a Jesús y a María en este estado sin derramar lágrimas, sin compadecer los dolores del Hijo y la aflicción de la Madre?

III. Para librarme del infierno, Jesús soportó esta muerte tan ignominiosa y tan cruel. Estaba yo perdido sin remedio si no hubiera muerto Él por mí. ¡Nada había hecho para merecer este favor; y aun ahora ni siquiera pienso en él! No sólo no doy mi sangre por este Dios que murió por mí, sino que le rehúso una lágrima, un suspiro; ¡añado nuevos pecados a mis faltas antiguas! Reconoce cuán grave es la herida del pecado, puesto que fueron menester, para curarlo, las heridas de Jesucristo. (San Bernardo).

Meditación sobre la pasión
Orad por la conversión de los cismáticos.

ORACIÓN

Señor Jesucristo, que habéis revelado de admirable modo a la bienaventurada Virgen Margarita las inagotables riquezas de vuestro Corazón, concedednos por sus méritos que como ella os amemos en todas las cosas y por sobre todo, y que siempre tengamos nuestra morada en vuestro corazón. Vos que vivís y reináis por los siglos de los siglos. Amén.


San IGNACIO DE ANTIOQUÍA. (c.50/70 - c.107).
Padre Apostólico. Doctor de la Iglesia.


Martirologio Romano: Memoria de san Ignacio, obispo y mártir, que, discípulo del apóstol san Juan, fue el segundo sucesor de san Pedro en la sede de Antioquía, siendo condenado, en tiempo del emperador Trajano, al suplicio de las fieras y trasladado a Roma, donde consumó su glorioso martirio. Durante el viaje, mientras experimentaba la ferocidad de sus centinelas, semejante a la de los leopardos, escribió siete cartas dirigidas a diversas Iglesias, en las cuales exhortaba a los hermanos a servir a Dios unidos con el propio obispo y a que no le impidiesen poder ser inmolado como víctima por Cristo

Discípulo de san Juan Evangelista. Ignacio "Teóforo" (que lleva a Dios), como él mismo solía autodefinirse, tal vez después de haberse convertido del paganismo (se proclamaba un aborto) fue el tercer obispo de Antioquía en Siria desde el año 69 (después de san Pedro y san Evodio), Eusebio de Cesarea en su “Historia Eclesiástica” dice que fue “Ignacio, el hombre más célebre para muchos todavía hoy, segundo en obtener la sucesión de Pedro en el episcopado de Atioquía”.

Sufrió la primera persecución de Domiciano contra los judíos y cristianos, pero luego fue condenado a muerte en tiempos de Trajano que había dado la orden: “No hay que ir a buscar a los cristianos, pero si se les denuncia y son convencidos, es preciso castigarlos”. Como tenía enemigos fue denunciado, y por tanto condenado a las fieras del anfiteatro, porque no era ciudadano romano.

Fue llevado a Roma con una escolta de militar de diez soldados. En su viaje hacia la capital del Imperio, a través del Asia Menor, llegó a Filadelfia (Lidia), donde constató divisiones entre el clero; luego, a través de Sardes, llegó a Esmirnia, donde fue acogido en su prolongada estancia por  san Policarpo, obispo de la ciudad. Aquí escribió tres cartas a las tres comunidades, cuyos delegados habían acudido para venerarlo: Éfeso, Magnesia y Trales. Escribió también a la "Iglesia de Roma, que preside la caridad y que ha recibido la ley de Cristo y el nombre del Padre, y que ha recibido las ordenes de los apóstoles" rogando a aquellos cristianos que no intervinieran para evitar su martirio: "Dejadme que yo sea pasto de la fieras, que me ofrecen a modo de llegar a Dios. Soy trigo de Cristo. Sean los dientes de las fieras, la muela que me haga pan limpio de Cristo... Si llego a sufrir el martirio, resucitaré libre".

Embarcado en Tróade, donde escribió otras tres cartas: a Filadelfia, a Esmirnia y a san Policarpo, el ilustre prisionero llegó a Neápolis, en Macedonia, y luego a Filipos, recorriendo la vía Egnatia, donde los fieles escoltaron a estos prisioneros (se le habían unido otros cristianos que se dirigían a Roma), que se embarcaron para Durazzo, en el Adriático. A la vista de Puzzoli, donde Ignacio le hubiera gustado desembarcar para seguir las huellas de san Pedro, la nave fue empujada por el viento hacia la desembocadura del Tíber. Desde aquí Ignacio se dirigió al circo, donde los espectadores le esperaban. Allí fue arrojado a las fieras, en lugar de los "gladiadores para los juegos públicos". Tuvo mucha fama en la antigüedad por ser un discípulo de los apóstoles, aunque la leyenda afirma que era uno de los niños que Jesús puso como ejemplo. MEMORIA OBLIGATORIA.

Santos CATERVIO, SEVERINA y BASSO. M. c. 68.

Es una familia romana compuesta de los esposos Flavio Julio Catervio y Septimia Severina y su hijo Basso. De la inscripción en la tapa del sarcófago que se halla en Tolentino se desprende que Catervio pertenecía a una familia senatorial, que fue prefecto del pretorio y murió con 56 años.

En tal epígrafe se recuerda el formulario del sacramento del matrimonio de forma poética: “El Señor Omnipotente, con con méritos iguales os unió en el dulce vínculo del matrimonio, custodie para siempre vuestro sepulcro. Oh Caterveio, Severina es feliz por haberse unido a ti: podeis resurgir juntos, con la gracia de Cristo, oh vosotros beatos, que el sacerdote del Señor, Probiano lavo con el agua bautismal y ungió con el sagrado crisma”.

La tradición quiere que Catervio fuera el primer evangelizador de la ciudad de Tolentino y allí recibió el martirio con su familia. Es por ello, que es el patrono de Tolentino.

Una improbable leyenda piamontesa le atribuye a la santa familia también la evangelización de la ciudad de Tortona, de donde serían protomártires, hacia el año 68, cuando apenas llegaban a los Alpes Cozie otros evangelizarores huidos de la persecución neroniana. El célebre hagiógrafo Massa dice que Catervio era un hombre centenario. La familia entera evangelizó Tortona y fueron colaboradores del obispo san Marciano, siendo sus primeros mártires de todo el Piamonte. Esta versión ha sido ideada para justificar algunas reliquias de estos mártires.

San JUAN "el Enano" (Colobo). s. IV.


Martirologio Romano: En Licópolis, de Egipto, san Juan, eremita, que entre sus muchas virtudes se distinguió por su espíritu profético
Conocido como "Kolobos" (el Enano), había nacido en Basta en Egipto; fue discípulo de san Pemón en el desierto de Scete y se le ha descrito como un hombre irascible y vanidoso por naturaleza; pero genti
y humilde por gracia divina. Era famoso por sus distracciones. Por obediencia regó un bastón de paseo y cuando germinó fue llamado "el árbol de la obediencia".

San Juan opinaba que la perfección de un monje consiste en salir lo menos de de su celda, en vigilar continuamente sus acciones y en no perder nunca de vista a Dios. Jamás hablaba de los acontecimientos del mundo ni comentaba las noticias, como suelen hacerlo los hombres superficiales. Vivía tan concentrado en las cosas divinas, que parecáa olvidado de las cosas terrenales. La humildad de san Juan era tanto más notable cuanto que era de temperamento vivaz y tendía a poseer una buena opinión de sí mismo; pero conocía perfectamente sus tendencias y se propuso esquivar el trato con los hombres y las vanas discusiones. Su sabiduría llegó a ser famosa.

Cuando los berberiscos atacaron Scete, san Juan cruzó el Nilo y se retiró al sitio en que san Antonio había vivido, cerca del Mar Rojo. Ahí murió. Poco antes, sus discípulos le pidieron que les diese la última lección sobre perfección. El santo respondió humildemente, como si no quisiera citar su propia experiencia: "Nunca he hecho mi voluntad y nunca he enseñado nada que antes no hubiese yo practicado".

Beato GILBERTO "el Grande". M. 1167/72.


Martirologio Romano: En Toulouse, de nuevo en la Galia, muerte de san Gilberto, abad e Citeaux, el cual, nacido en Inglaterra, varón ilustre por su saber, defendió a santo Tomás Becket

De origen inglesa, se hizo cisterciense, probablemente en el monasterio de Ourscamp; conoció a san Bernardo de Claraval, al que intentó imitar en todo. Fue abad en el 1147 de Swineshead, en cuyo cargo permaneció 20 años; en el 1163, fue elegido abad de Citeaux. En 1167 renunció a la abadía ante la presión de las dificultades que el rey Enrique II puso a los cistercienses, quienes se pusieron al lado de santo Tomás Beckett.

En su doctrina condensada en los sermones se refleja una intensa vida espiritual. Estuvo atento a las corrientes teológicas de su tiempo, mencionando casos negativos como el cisma del antipapa Víctor. Su amor a la vida monástica y especialmente al Cister fue grande. Aludió a las persecuciones que recibió. Piensan sus biógrafos que son las persecuciones de Enrique II por su apoyo a santo Tomás, las que le obligaron a exiliarse en el monasterio cisterciense de Pontigny.

Aunque no existan pruebas, parece que se retiró al monasterio de L’Arrivour, en la diócesis de Troyes, sufragánea de Claraval, donde murió.

Beato BALTASAR DE CHIAVARI. (1419-1492).


Martirologio Romano: En Binaco, de la Lombardía, beato Baltasar Ravaschieri de Clavario, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores

Baltasar Ravaschieri nació en Chiavari (Liguria), en el seno de la familia de los condes de Lavagna. Entró joven en los franciscanos, estudió y se licenció en Teología, fue ordenado sacerdote y se dedicó a la predicación junto con san Bernardino de Feltre. Virtuoso y activo fue primero guardián  de su convento, y después Maestro provincial en Génova.

La gota le paralizó todo el cuerpo y casi todos sus movimientos. Del mal que lo tenía postrado, hizo el instrumento de su santidad. En el convento de Binasco, cerca de Milán, le llevaban a la iglesia en brazos, y allí permanecía mucho tiempo, orando y meditando. O se hacia llevar a un bosque donde confesaba. Se dice que un día le sorprendió una nevada, y todos se olvidaron de él, cuando se quisieron dar cuenta vieron como la nieve había evitado caer sobre él.

Todos los días era llevado en brazos por los hermanos para asistir a la Misa, tomar parte en la recitación del Oficio divino y sobre todo escuchar por larguísimas horas, a veces casi todo el día, las confesiones de los fieles, atraídos por la fama de su santidad.

Baltasar en su inmovilidad intensificó su vida de íntima unión con Dios y ofreció sus sufrimientos físicos y morales al amor  de Jesús por la conversión de los pecadores, que en gran número supo acercar a Dios. Desde la llanura de Pavía acudían a él los devotos que le llevaban sus enfermos para que obtuviera de Dios su curación, las madres le llevaban sus niños para que los bendijera. Seis años sufrió con perfecta serenidad el extenuante martirio de la gota. Consumido por el mal que le había martirizado sus miembros, serenamente expiró a la edad de 72 años. Fue sepultado en una urna de mármol.

Beato PEDRO CASANI (Pedro de la Navidad de la Beata Virgen María). (1572-1647).


Martirologio Romano: En Roma, beato Pedro de la Natividad de Santa María Virgen Casani, presbítero de la Orden de los Clérigos Regulares de las Escuelas Pías, que orientó sus dotes naturales y de la gracia a la educación de los niños, contento de servir a Dios en los párvulos

Nacido en Lucca, Italia. Impresionado por la muerte ejemplar de su madre, él se sentía llamado entrar en la Congregación de la Virgen Bendita, fundado en Lucca por san Juan Leonardi. Antes de entrar en el noviciado había estudiado con los franciscanos en Lucca. Fue ordenado sacerdote en la Basílica de Letrán y se realizó su ministerio sacerdotal predicando, oyendo confesiones y en el cuidado pastoral de juventud para quienes fundó la Congregación de Nuestra Señora de las Nieves en Lucca.

Después de la muerte de san Juan Leonardi, sus hijos ofrecieron su ayuda pastoral a las Escuelas Pías. Con el fin de asegurar su continuidad, san José de Calasanz unió su obra con la Congregación de Lucca. Pablo V aprobó esta unión en 1614.
Pedro Casani fue nombrado rector de San Pantaleón, casa principal de las Escuelas Pías. Pero los padres de Lucca muy pronto comprendieron que ellos no podrían aceptar el ministerio de las escuelas definitivamente sin traicionar su propio carisma fundacional. Pablo V separó las dos instituciones en 1617. Pedro Casani decidió permanecer en las Escuelas Pías como parte del grupo de Calasanz, constituido por Pablo V en Congregación Religiosa de votos simples. Pedro Casani jugó un papel eficaz en la transformación a una Orden con votos solemnes.

San José de Calasanz continuó, durante 30 años, dándole cada vez más responsabilidades a Pedro Casani y lo designa como el primer rector de la casa matriz de San Pantaleón, primer asistente general, primer maestro de novicios y primer Provincial de Genova y Nápoles, comisario general para las fundaciones en Europa Central y el primer candidato para suceder al fundador como Vicario General. Pedro Casani era un hombre pío y predicador dotado que incansablemente emprendía misiones promoviendo la observancia regular en Roma y donde sea.

Su amor de pobreza religiosa era una razón para su unión espiritual con san José de Calasanz y era consistente con la dedicación preferencial hacia sus escuelas para los niños pobres. Para mantener esta pobreza rigurosa, los dos estaban en contra de aceptar generosidad excesiva de los bienhechores. Ellos también compartieron los dolores del nuevo instituto, las alegrías y frustraciones de ser incapaces de satisfacer tantas demandas para fundaciones. Sin embargo, Pedro Casani no estuvo libre de líos. Fue hecho prisionero, despojado de su oficio como Asistente General y la Orden fue reducida a una congregación simple sin votos. Durante todas estas humillaciones, Pedro Casani defendió al fundador y su trabajo con resignación heroica. Él pidió en vano la intercesión favorable de amigos y poderosos. Murió asistido por san José de Calasanz que escribió muchas cartas comunicando su muerte pía y comenzando su causa para la beatificación.

Beato JAIME BURIN. (1757-1794).


Martirologio Romano: En la región de Laval, también en Francia, beato Jaime Burin, presbítero y mártir, que durante la Revolución Francesa ejerció su ministerio pastoral a escondidas, debiendo pasar de casa en casa, hasta que fue fusilado mientras sostenía en sus manos el cáliz

Nació en Vermon. Estudió en Le Mans y fue ordenado sacerdote en 1780. Primero fue enviado como vicario a Lammay, en el antiguo deanato de La Ferté-Mace, donde se distinguió por sus virtudes sacerdotales y su interés por el estudio. Esto le granjeó el afecto de su obispo que lo nombró párroco de Saint Martin-de-Connée en 1787. Ejerció su ministerio con tanto celo y caridad que dejó un recuerdo admirable. Predicador extraordinario, transmitió con gran convicción la palabra divina, y puso especial empeño en catequizar a los niños. Tuvo dos vicarios que trabajaron con él con una gran sintonía. Había en la parroquia un gran número de pobres a los cuales se les dedicó toda la atención.

Se negó a prestar el juramento a la Constitución Civil del Clero, que había formulado los revolucionarios franceses, pues si bien prestó juramento de fidelidad a la nación, la ley y el rey, dejó escrito un texto en el que se negaba a ir en contra del papa. Por eso cuando recibió la bula del papa Pío VI, se la leyó a sus fieles y dejó claro que el se apartaba del juramento hecho anteriormente. Fue denunciado, encarcelado una breve temporada y juzgado, y por ello se le destituyó de su parroquia y desterrado de la misma.

Cuando en 1792 les obligaron a jurar la Constitución, sino serían deportados, Burín eligió la clandestinidad. Vestido de vendedor ambulante y con el falso nombre de Sebastián recorrió las parroquias de Saint George-sur-Erve, Saint Thomas-de-Courceriers, Trana, Champgeneteux, Villaines, Loupfougères y la suya propia, atendiendo espiritualmente a los fieles que se negaban a comulgar con los sacerdotes juramentados. Así estuvo durante dos años, hasta que una señorita de apellido Lemaire dijo que se quería confesar con un sacerdote ortodoxo y, pensando que se trataba de una revolucionaria conversa, se avisó al abate Burin. Éste acudió a Petit-Coudray de Champgeneteux, donde le esperaba un grupo del furibundo escuadrón móvil de Ëvron. Se le avisó de la traición, pero uno de los soldados le disparó, cayó al suelo y allí lo remataron. El verdugo, besó su fusil, satisfecho de su buena puntería. Está enterrado en su parroquia de Saint Martín-de-Connée.