Santoral del 22 de Octubre



SANTA MARÍA SALOMÉINDICE


Abercio de Hierápolis, Santo Obispo
Bertario de Montecasino, Santo Abad y Mártir
Esclaramunda de Foix, Beata Reina de Mallorca
San Felipe de Heraclea, obispo y mártir
Santas Nunila y Alodia, 851
San Juan Pablo II
Santa María Salomé
San Apolo de Bawait
Otros santos del día
María Salomé, Marcos, Alejandro, Felipe, Abercio, Melanio, Donato, Valerio, Símaco, Verecundo, obispos; Eusebio, Hermetes, Heraclio (Novila = Nunilona) y Alodia, Córdula, mártires; Severo, presbítero.


SANTA MARÍA SALOMÉ
Pedid y se os dará; buscad y hallaréis;
llamad y se os abrirá.
(Mateo, 7,7).

Santa María Salomé tenía tanto amor por Jesucristo, que le siguió hasta el Calvario, con Santa María Magdalena y María, madre de Santiago. Así, en el momento en que los discípulos abandonaban al Salvador, esta santa mujer le permaneció fiel. Ella proporcionó perfumes para ungir el cuerpo de Jesucristo y, el domingo, fue al santo sepulcro muy de mañana con sus dos compañeras. Allí, encontraron aun ángel que les anunció la resurrección de Jesucristo
.

MEDITACIÓN CÓMO SE HA DE BUSCAR
A DIOS PARA ENCONTRARLO


I. Hay que buscar a Dios en todos nuestros actos, siguiendo el ejemplo de María Salomé que lo siguió durante su vida, lo buscó en el Calvario y lo honró en la tumba. Fuera de Dios, ¿hay acaso algo en este mundo que merezca tus cuidados y afanes? Todo el resto pasa; todo el resto ha sido creado para tu uso y no para ser tu último fin. Los bienes del mundo son vanos y falaces, sólo sus males son verdaderos.

II. Estas santas mujeres fueron con prontitud y muy de mañana al santo sepulcro para buscar en él a Jesús. Imítalas, conságrate a Dios desde tu juventud, o, si por desgracia has dado al mundo los más hermosos días de tu vida, di con David: Señor, no te acuerdes de las faltas e ignorancias de mi juventud. ¡Ay! son grandes y numerosas, porque no usé sino para ofenderos la inteligencia y la libertad que me disteis para conoceros y para amaros. Desde que pude ofenderos, no he cesado de cometer pecados y realizar obras malas. (San Bernardo).

II. ¿Quieres encontrar a Jesús y gozar de los consuelos de su divina presencia? Búscalo en el Calvario y en la tumba; búscalo con lágrimas y gemidos, porque lo has perdido entregándote a los placeres prohibidos. Mundanos, regocijaos tanto como os plazca, yo quiero buscar a Jesús en los sufrimientos; porque si lo busco en las aflicciones durante mi vida, lo encontraré en la gloria después de mi muerte. Si nos regocijamos con el siglo, es de temer que lloremos igualmente con él. (Tertuliano).

La meditación de la Pasión
Orad por vuestros enemigos.

ORACIÓN

Escuchadnos, oh Dios Salvador nuestro, y que la fiesta de la bienaventurada María Salomé, al mismo tiempo que regocija nuestra alma la enriquezca con los sentimientos de una tierna devoción. Por J. C. N. S. Amén.


San Apolo de Bawit, Abad

(316-395). Según el “Sinaxario Alejandrino”. Apolo nació cuando sus padres (Amani de Ahmin y Aysi) eran mayores. Después de dedicarse al estudio de las ciencias eclesiásticas, quiso vivir la vida monástica, y en compañía de su amigo Abib marchó a un monasterio (cuyo nombre no ha sido revelado).

Uno y otro practicaron la nueva vita con gran austeridad. Abib murió pronto, y Apolo dejó el monasterio para retirarse a la montaña de Ablug (su localización no ha sido identificada) donde hizo vida eremítica. Pero su fama de santidad se expandió rápidamente, y muchos fueron sus discípulos que se reunieron junto a él, dóciles a sus enseñanza en la práctica de la virtud y maravillados por sus dones taumatúrgicos.

La “Historia Monachorum” cuenta que estuvo 40 años en soledad en el desierto de la Tebaida en Egipto. Luego fue abad de un convento de 500 monjes en Hermópolis. Dividían su tiempo entre la meditación en soledad y la oración comunitaria, sin desdeñar la práctica de diferentes menesteres de la vida de tan grande comunidad.

El ayuno del miércoles al viernes, la presencia diaria en las funciones litúrgicas durante las cuales se les comunicaba, las penitencias externas, todo orientado hacia la vida de unión con Dios, todo presentado con insistencia por Apolo.

La figura de Apolo era muy atractiva: era él quién vigilaba para hacer practicar a sus monjes esta vida ascética armoniosamente equilibrada. Animado de un ardiente espíritu misionero, estuvo preocupado por la conversión del pueblo todavía pagano que habitaban los pueblos cercanos al monasterio. Fue también el pacificador entre las disputas entre los monjes como entre los campesinos. Dejó el desierto para combatir a Juliano el Apóstata. Murió muy anciano.
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Santos Felipe de Heraclea y Hermetes, mártires
fecha: 22 de octubre
†: 303 - país: Turquía
otras formas del nombre: Hermes
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
En Adrianópolis, en Tracia, santos mártires Felipe, obispo de Heraclea, y Hermetes, diácono. El primero de ellos, Felipe, al pedirle el prefecto Justino, durante la persecución bajo el emperador Diocleciano, que cerrase la iglesia, entregase los vasos sagrados y mostrase los libros litúrgicos, le respondió que no podía dar estas cosas ni él recibirlas, por lo que, después de ser encarcelados y azotados, fueron quemados vivos.

Felipe, obispo de Heraclea, capital de Tracia, fue martirizado durante la persecución de Diocleciano. Como desempeñó con gran fidelidad sus obligaciones de diácono y de sacerdote, fue elegido obispo de Heraclea. Gobernó su diócesis con gran virtud y prudencia durante la persecución. A fin de extender y perpetuar la obra de Dios, formó a muchos discípulos en las ciencias sagradas y en la piedad sólida. Dos de ellos, el sacerdote Severo y el diácono Hermes, tuvieron la dicha de acompañar a san Felipe en el martirio. Hermes, antiguo magistrado de la ciudad, empezó a practicar el trabajo manual desde el momento en que recibió el diaconado y convenció a su hijo para que hiciese lo propio. Cuando Diocleciano publicó sus primeros edictos persecutorios, muchas personas aconsejaron a san Felipe que huyese de la ciudad; pero el santo se negó a hacerlo y continuó con sus exhortaciones a su grey para mantener la constancia y la paciencia. El gobernador envió a un tal Aristómaco a clausurar las puertas de la iglesia. Felipe le dijo: «¿Crees acaso que Dios vive entre cuatro paredes más bien que en el corazón de los hombres?» En seguida, el obispo reunió a los cristianos fuera de la iglesia. Al día siguiente, los esbirros del emperador sellaron los vasos y los libros sagrados. Los fieles entristecidos, se reunieron frente a la iglesia cerrada; Felipe se puso de espaldas contra la puerta y, para alentarlos, comenzó a hablar con palabras de fuego y se negó a retirarse.

El gobernador Bassus, se enteró de que Felipe y sus cristianos celebraban el día del Señor delante de la iglesia y los mandó traer a su presencia. «¿Quién de vosotros es el maestro?», preguntó. Felipe respondió: «Yo». Bassus le dijo: «Bien sabes que el emperador ha prohibido que os reunáis. Entrégame los vasos de oro y plata y los libros que acostumbráis leer». El obispo replicó: «Estamos dispuestos a entregarte los vasos, porque Dios no se complace en los metales preciosos sino en la caridad. En cuanto a los libros sagrados, ni tú puedes exigírmelos, ni yo puedo entregarlos». El gobernador mandó llamar a los verdugos y ordenó a uno de ellos que atormentase a Felipe. Este soportó el tormento con invencible valor. Hermes dijo al gobernador que, aunque destruyese todos los libros de la verdadera doctrina, no conseguiría destruir la palabra de Dios. Bassus le mandó azotar. En seguida, Publio, ayudante del gobernador, acompañó a Hermes al sitio en que estaban depositados los vasos sagrados. Publio intentó apoderarse de algunos y, cuando Hermes trató de impedirlo, le dio tan tremenda bofetada, que le dejó el rostro bañado en sangre. El gobernador reprobó la conducta de Publio y ordenó que curasen la herida de Hermes. En seguida, envió a los prisioneros a la plaza central y mandó a los guardias que destruyesen el techo de la iglesia. Los soldados aprovecharon la ocasión para quemar los libros sagrados, y las llamas se elevaron tan alto, que los presentes quedaron maravillados. Cuando Felipe, quien se hallaba en la plaza central, se enteró de lo sucedido, habló largamente sobre la venganza de Dios que amenaza a los malvados y recordó al pueblo que los templos de los ídolos se habían incendiado muchas veces.

Entonces, se presentó en la plaza un sacerdote pagano con sus ministros, llevando consigo todo lo necesario para el sacrificio. También llegó Bassus, seguido por la multitud. Algunos de los presentes se compadecían de los cristianos, otros, especialmente los judíos, clamaban contra ellos. Bassus exhortó a san Felipe a ofrecer sacrificios a los dioses, a los emperadores y a la fortuna de la ciudad; después, le señaló una estatua de Hércules y le dijo que se contentaría con que la tocase. El obispo replicó que las imágenes eran muy útiles a los escultores, pero que no podían hacer bien alguno a quienes las adoraban. Entonces Bassus, volviéndose hacía Hermes, le preguntó sí él estaba dispuesto a ofrecer sacrificios. Hermes respondió: «No. Yo también soy cristiano». Bassus le preguntó: «Si Felipe ofrece sacrificios, ¿seguirás tú su ejemplo?» Hermes replicó que no y que tampoco conseguirían que Felipe sacrificase a los dioses. Después de emplear toda clase de amenazas y promesas para que ofreciesen el sacrificio, el gobernador mandó que los mártires fuesen conducidos a la prisión. En el camino unos malvados derribaron por tierra a Felipe, quien se levantó sonriente, con gran admiración de la turba. Los mártires entraron en la prisión cantando gozosamente un salmo de agradecimiento a Dios. Pocos días después el gobernador permitió que se trasladasen a la casa de un tal Paneras, a donde muchos cristianos y neófitos acudieron a oír las instrucciones de los mártires. Más tarde, los prisioneros fueron conducidos a una prisión contigua al teatro que tenía un pasadizo secreto hacia éste, por donde los cristianos pudieron ir a visitarlos durante la noche, en gran número.

En el ínterin, el gobernador Bassus fue sustituido por Justino. El cambio alarmó mucho a los cristianos, ya que Bassus era un hombre razonable y su esposa había sido cristiana durante algún tiempo; en cambio, Justino era un hombre muy cruel. Zoilo, el magistrado de la ciudad, condujo a Felipe a presencia de Justino, quien le repitió la orden del emperador y le exhortó a ofrecer sacrificios. Felipe respondió: «Soy cristiano y no puedo obedecer tus órdenes. Si quieres, puedes castigarnos, pero no conseguirás que obedezcamos». Justino le amenzó con la tortura, y el obispo respondió: «Dame tormento, pero no lograrás vencerme; no hay poder alguno capaz de obligarme a ofrecer sacrificios». Justino le dijo que los guardias iban a llevarle a rastras hasta la prisión. Felipe replicó: «¡Dios lo quiera!» Entonces Justino ordenó que le atasen los pies y le arrastrasen a la prisión. Los guardias le arrastraron sobre las piedras con tal violencia, que Felipe llegó a la prisión cubierto de sangre. Los cristianos le recibieron y le llevaron en brazos a la mazmorra.

Los perseguidores habían buscado durante largo tiempo al sacerdote Severo, quien se había escondido. Finalmente, movido por el Espíritu Santo, Severo se entregó y fue enviado a la prisión. Los tres mártires pasaron siete meses en un horrible calabozo. Después, fueron trasladados a Adrianópolis, a una casa particular, para esperar la llegada del gobernador. Al día siguiente, Justino mandó conducir a Felipe a las termas y dio orden de que le azotasen hasta que la carne se cayese a pedazos. El valor del mártir impresionó no sólo a la turba, sino al propio Justino, quien le envió nuevamente a la prisión. En seguida mandó llamar a Hermes para azotarle. Los miembros de la corte le querían bien, pues había sido un magistrado muy popular en HeracIea. Pero Hermes permaneció firme en la fe y fue nuevamente enviado a la prisión. Los mártires dieron gracias a Dios por esa primera victoria. Tres días después, Justino los convocó de nuevo. Habiendo exhortado en vano a Felipe, se volvió hacia Hermes y le dijo: «Tu compañero es insensible a los horrores de la muerte. Espero que tú comprendas el valor de la vida y ofrezcas sacrificios a los dioses». Hermes respondió con una invectiva contra la idolatría. Justino gritó enfurecido: «Hablas como si quisieses convertirme al cristianismo». En seguida consultó a sus consejeros y pronunció la sentencia: «Ordenamos que Felipe y Hermes, que por su desobediencia a los edictos imperiales se han hecho indignos del nombre y los derechos de los ciudadanos romanos, sean quemados públicamente para que el pueblo aprenda a obedecer».

Los mártires fueron con gran gozo al sitio de la ejecución. Como Felipe tenía los pies destrozados, fue llevado en brazos. Hermes, que caminaba también con gran dificultad, dijo a Felipe: «Maestro, apresurémonos a ir al encuentro del Señor. ¿Qué importan nuestros pies, puesto que ya no nos serviremos de ellos?» Después, se volvió hacia la multitud y dijo: «El Señor me ha revelado el martirio que me espera. Soñé que una paloma blanca como la nieve venía a posarse sobre mi cabeza, descendía sobre mi pecho y me daba a comer un manjar exquisito. Entonces comprendí que el Señor se había complacido en llamarme al honor del martirio». Una vez llegados al sitio de la ejecución, los verdugos, según la costumbre, enterraron a Felipe en la arena hasta la altura de las rodillas y le ataron las manos a la espalda. Lo mismo hicieron con Hermes, el cual, como no pudiese sostenerse sin la ayuda de un bastón, pues tenía los pies muy débiles, exclamó riendo: «Se ve que el diablo no es capaz de sostenerme ni siquiera en estas circunstancias». Antes de que los verdugos prendiesen fuego a la pira, Hermes se dirigió a un cristiano llamado Velogio y 1e dijo: «Os ruego por nuestro Salvador Jesucristo que digáis a mi hijo que pague cuanto se haya gastado en mí para que tenga yo la conciencia tranquila, pues aun las leyes de este mundo mandan que se paguen las deudas. Decidle también que, aunque es joven, debe ganarse la vida con el trabajo de sus manos, como yo. Y que sea bueno con todos». En seguida, los guardias le ataron las manos y encendieron la hoguera. Los mártires alabaron a Dios y le dieron gracias mientras pudieron hablar. Sus cuerpos no se desintegraron. El cuerpo de Felipe, que era ya un hombre anciano, parecía haber rejuvenecido y tenía las manos extendidas como si se hallase en oración. El cadáver de Hermes conservaba su color natural, sólo las orejas estaban un poco amoratadas. Justino ordenó que los cuerpos de los mártires fuesen arrojados al río, de donde algunos cristianos de Adrianópolis consiguieron rescatarlos con redes. El sacerdote Severo, que estaba aún en la prisión, se alegró al enterarse del triunfo y la gloria de sus compañeros y pidió ardientemente a Dios que le concediese compartirlos, como había compartido su defensa de la fe. Dios escuchó sus oraciones, y Severo fue martirizado al día siguiente. El edicto que mandaba quemar los escritos sagrados y destruir las iglesias, indica que el martirio tuvo lugar después de la publicación de los edictos persecutorios de Diocleciano.

El martirio de Felipe, Severo y Hermes es uno de los episodios mejor probados de la persecución de Diocleciano. El Breviarium sirio del siglo IV conmemora el martirio el 22 de octubre. El texto de las actas latinas de Felipe de Heraclea puede verse en Ruinart y en Acta Sanctorum, oct., vol. IX. H. Leclereq tradujo ese documento al francés, en Les Martyrs, vol. u, pp. 238-257. Cf. P. Franchi de Cavalieri, en Studi e Testi, núm. 27, Note Agiografiche, fase. 5 y 175, 9. N. de ETF: en la edición actual del Martirologio Romano no se ha inscripto a Severo, aunque posiblemente se deba sólo a una omisión involuntaria.

fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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Esclaramunda de Foix, Beata
Reina de Mallorca


Ella había nacido en el Castillo de Foix en 1255 y fue bautizada con el mismo nombre que su bisabuela, Esclaramunda la Mayor, quien fuera archidiaconesa de los cátaros. Esclaramunda contaba sólo veinte años cuando se casó, el 4 de Octubre de 1275, en Perpiñán, con el heredero del trono de Mallorca, que ya había cumplido los treinta y dos.

Jaime II Rey de Mallorca, a quien se le conocería como El Buen Rey Jaime, fueron condes del Rosellón y la Cerdaña, señores de Montpellier y vizcondes de Carlat y fundadores de una dinastía que, por espacio de tres cuartos de siglo, hasta 1343, gobernaría este “reino en medio del mar”, como sería denominado, con una franja continental en la actual Francia.
Se sabe que ella se hizo cargo de la tutela de su nieto Jaime III de Mallorca.
Fue parte de la Orden Mercedaria de San Pedro de Amer a la cual fue admintida en el año 1291.
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SANTA MARIA SALOMÉ
Nombre bíblico que tiene en el Nuevo Testamento dos representantes antagónicas igual de atractivas ambas, pero desde perspectivas totalmente opuestas: la sobrina de Herodes Antipas y la madre de los apóstoles Santiago y Juan. Salom, salem está en el origen del nombre: en él se encierra el significado de salud, armonía, paz. En el pueblo de Israel ha sido siempre un nombre muy apreciado. Hoy vuelve a apreciarse también en el mundo cristiano, porque es un nombre especialmente bello tanto por su significado como por su historia.

Santa Salomé, más comúnmente conocida como María Salomé (una de las Tres Marías) era esposa de un pescador de Galilea. Tanto ella como sus dos hijos Juan y Jacob (que en español acaba llamándose Santiago) estaban hechizados por la predicación de Jesús. El caso es que los tres le siguieron. La madre atendía a las necesidades de intendencia: se preocupaba generosamente del sustento de Jesús y de los apóstoles. Nos la presenta el Evangelio como una mujer sencilla, sin doblez, que le plantea a Jesús sus ambiciones de madre para los dos hijos cuando Jesús tuviese instalado en su reino. Pero no se desencantó al darse cuenta por fin de que el reino de Jesús no se iba a construir sobre el poder, sino que le siguió en el último viaje desde Galilea hasta Jerusalén, que acabaría en el Calvario. No se desalentó por ello María Salomé, ni se apagó su fe en Jesús a pesar de verle en las últimas. Ella fue de las primeras que acudió al sepulcro y comprobó que estaba vacío. La tradición cristiana se ha empeñado en determinar el parentesco entre María Salomé y Jesús. Las hipótesis mejor argumentadas la hacen hermana de la Virgen María. Cosa bastante razonable si tenemos en cuenta que varias veces nos la presenta con ella el Evangelio. La iglesia celebra su fiesta el 22 de octubre, fecha en que suelen celebrar su onomástica las Salomé. Tienen, no obstante, otras dos fechas para esta celebración: el 29 de julio (santa Salomé monja) y el 18 de noviembre (santa Salomé Virgen).

La otra gran Salomé de que nos habla la Biblia era una mujer de extremada belleza y atractivo, que tenía cautivo el corazón del rey Herodes. Pero resulta que era la hija que de un matrimonio anterior había tenido Herodías, que en aquel momento era la mujer legítima de Herodes. Eran de dominio público las relaciones del rey con la madre y con la hija, cosa que prohibía la ley de Moisés, que por otra parte era inequívocamente poligámica. San Juan Bautista no se cortó lo más mínimo en condenar públicamente esta conducta, por lo que Herodes lo quitó de en medio encerrándolo en la prisión. Y ocurrió que en un festín que celebraban en palacio quedó Herodes tan prendado de la danza de Salomé, que le ofreció hasta la mitad de su reino porque aceptase ser su esposa. Lo consultó Salomé con su madre, y ésta le dijo que el mejor premio era la cabeza de san Juan Bautista en una bandeja y ese fue el premio, mal que le pesó a Herodes. Este argumento pasó con fuerza a la literatura y a la pintura. La figura de Salomé sale bien parada a pesar de estar en el ojo del huracán. Es quizá la fuerza del nombre, que a pesar de todo ofrece salvación. Ambos espejos de Salomé son apasionantes. ¡Felicidades!
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Bertario de Montecasino, Santo-Abad y Mártir

Etimológicamente significa “ejército célebre, ejército brillante: Viene de la lengua alemana.
Dice Miqueas: “El pueblo que te has elegido Señor, mora solitario en un campo feraz: sé su pastor”.
Era de origen noble. Le entró la vocación en una peregrinación a Montecasino.

Al ver la devoción y la alegría de los monjes benedictinos, pensó en quedarse con ellos. Entró efectivamente. Cuando murió aquel abad al que tanto admiró al contemplarlo en su peregrinación, le tocó en suerte ser su heredero en la célebre abadía.
Era el 19º sucesor del santo fundador. Su período de abad estaba complicado por las invasiones de los sarracenos. Ya en el año 846 lo habían destruido. Eran piratas dedicados al pillaje.

Antes habían saqueado los monasterios de san Andrés y san Apolinar.
Lo primero que hizo Bertario fue fortificar la abadía con murallas y torres.
El propio emperador Luis II estuvo varias veces allá conduciendo sus tropas contra los musulmanes. También estuvo la emperatriz Engelberga.

Intentó que los príncipes formaran una Liga para luchar con los invasores.
Mientras hacía esto, el Papa Gregorio VIII no estaba de acuerdo. Poco antes de morir, dio al monasterio una serie de exenciones y privilegios
Que constituyen la organización del patrimonio de la abadía.

Promovió los estudios sagrados y profanos escribiendo textos de gramática, medicina, prosa y verso.
Otra vez tuvieron que refugiarse cerca porque los invasores les obligaron.
A otros los cogieron y, ante el altar, les dieron muerte. Entre ellos estaba el abad Bertario. Su cuerpo descansa en la abadía. Era el 22 de octubre del 883. La última destrucción tuvo lugar en la II Guerra Mundial.
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San JUAN PABLO II (Karol Józef Wojtyla). (1920-2005).

Papa. (1978-2005).
Nació en Wadowice (Polonia) en el seno de una familia de clase media muy religiosa. Al terminar sus estudios de educación media, una época en la que destacó como consumado ajedrecista (llegando a proclamarse vencedor en varios campeonatos estudiantiles), se matriculó en la Universidad Jagellónica de Cracovia y también en una escuela de teatro. Cuando las fuerzas de ocupación alemanas cerraron la Universidad, en septiembre de 1939, el joven Karol tuvo que trabajar en una cantera y luego en una fábrica química (Solvay), para ganarse la vida y evitar que lo deportaran a Alemania. Fichado por la Gestapo, se refugió en una buhardilla de Cracovia. En esa época se unió al grupo del célebre actor polaco Mieczyslaw Kotlarczyk, creador del teatro Rapsódico, con el cual interpretó papeles de contenido patriótico.

Durante la ocupación alemana de Polonia, cultivó especialmente la cultura, el teatro y las amistades, en el contexto del grupo Unia, formado por jóvenes católicos que pretendían resistir, tanto de forma pacífica (así Wojtyla) como de acción (ayudando directamente a los judíos o haciendo uso de la violencia), a la ocupación nazi. Posteriormente, su situación se complicó y debió refugiarse en los subterráneos del arzobispado de Cracovia.
En 1943 ingresó en el seminario clandestino que había fundado Monseñor Adam Stefan Sapieha, cardenal arzobispo de Cracovia, iniciando la carrera de Teología. Fue ordenado sacerdote de la Iglesia Católica en 1946 en la capilla privada arzobispal. Poco después se trasladó a Roma para asistir a los cursos de la Facultad de Filosofía del Pontificio Ateneo Angelicum, obteniendo el doctorado en Teología con la tesis "El acto de fe en la doctrina de San Juan de la Cruz".
En 1948 regresó a Polonia y ejerció su primer ministerio pastoral como vicario coadjutor de la parroquia de Niegowil, en los alrededores de Cracovia, durante trece meses. En noviembre de ese mismo año obtuvo la habilitación para ejercer la docencia en la Facultad de Teología de la Universidad Jagellónica. En 1949 se trasladó como vicario a la parroquia de San Florián, en Cracovia, donde ejerció el ministerio durante dos años, alternándolo con su trabajo de consejero de los estudiantes y graduados de la universidad estatal de esa ciudad. Era muy popular entre los estudiantes, con los que iba muchas veces de excursión, cosa que no era común en aquellos tiempos, pues podía llamar la atención de las autoridades policiales.
Nombrado profesor de Teología Moral y Ética Social del seminario metropolitano de Cracovia en 1953, comenzó en 1954 a impartir clases de Ética en la Facultad de Filosofía de la Universidad Católica de Lublin, en la que dos años después fue nombrado director de dicha Cátedra.

En 1958, el Papa Pío XII lo consagró obispo auxiliar de la archidiócesis de Cracovia. A partir de 1962, comenzó a tomar parte activa en el Concilio Vaticano II, destacando sus puntualizaciones sobre el ateísmo moderno y la libertad religiosa. Realizó una importante contribución a la elaboración de la constitución "Gaudium et spes". El Cardenal Wojtyla participó también en las cinco asambleas del Sínodo de los Obispos, anteriores a su Pontificado. En 1965 pasó a formar parte de las congregaciones para los Sacramentos y para la Educación Católica, y del Consejo para los Laicos. En 1962, al morir el arzobispo Baziak, fue nombrado vicario capitular y el 30 de diciembre siguiente el Papa Pablo VI lo consagró arzobispo de Cracovia. En 1967 fue creado cardenal, lo que le convirtió en el segundo más joven de la época, con 47 años de edad.
El 16 de octubre de 1978, tras dos días de deliberaciones del cónclave, Wojtyla fue elegido sucesor de San Pedro, adoptando el nombre de "Johannes Paulus pp II" (Juan Pablo II), y convirtiéndose, con 58 años, en el Papa más joven del siglo XX y en el primero no italiano desde el holandés Adriano VI. El 5 de noviembre visitó Asís, en el primero de sus 144 viajes por Italia.

En 1979 comenzó el primero de sus 104 viajes fuera de Italia, a República Dominicana y México. El último fue en 2004 al santuario mariano de Lourdes, en Francia.
Juan Pablo II se propuso el gran objetivo de posicionar a la Iglesia como faro y guía del mundo contemporáneo. Ello en cinco direcciones:
- La Nueva evangelización: mediante una renovación de la fidelidad a la persona de Jesús de Nazaret y su mensaje de amor universal, en especial hacia los marginados y desfavorecidos, anunciándolo a todos los pueblos, con gran preocupación por la descristianización de Europa.
- El Ecumenismo: mediante el diálogo y el encuentro con las demás iglesias cristianas y todas y cada una de las confesiones religiosas.

- El Compromiso ético y social: asumiendo la defensa de la dignidad de la persona y los derechos humanos, así como la promoción de la diversidad cultural de los pueblos y el impulso de la justicia social y la moral personal. Ha sido en este punto donde Juan Pablo II ha sido más discutido, al oponerse por igual a las dictaduras marxistas y al capitalismo liberal y, muy especialmente, en su condena del aborto, la contracepción y la fecundación artificial, en aras a la defensa de la vida y la familia. En este terreno Juan Pablo II ha mostrado una clara desconfianza hacia lo que consideraba una cultura de la muerte fruto de un materialismo occidental, al que veía como hedonista, relativista e insolidario.
-La Lucha por la paz: a través de la mediación en múltiples conflictos y la condena enérgica de la guerra y la carrera de armamentos, así como la incentivación de iniciativas de reconciliación y el combate de las desigualdades.
-El Rigor doctrinal: Juan Pablo II ha condenado las posiciones más extremas de la Teología de la Liberación pero ha sido más contundente con el ala más conservadora del catolicismo al excomulgar a monseñor Marcel Lefebvre y desautorizar su movimiento. Juan Pablo II ha dado reconocimiento a teólogos en su día sancionados o cuestionados por sus posiciones aperturistas, creándolos cardenales (Hans Urs von Balthasar, Henri de Lubac, Yves Congar o Walter Kasper, a quien puso al frente de la acción ecuménica de la Iglesia). Sin embargo, a través de la Congregación de la Doctrina de la Fe, presidida por Joseph Ratzinger fue inflexible con Hans Küng, ya condenado por Pablo VI, y con Bernhard Häring o Leonardo Boff, debido a sus posiciones reformistas en materia de teología dogmática y moral y su oposición al magisterio papal. Juan Pablo II se ha mostrado desfavorable a dar de comulgar a los divorciados vueltos a casar, al matrimonio de los sacerdotes y a la ordenación de las mujeres.

A lo largo de sus casi 27 años de pontificado nombró a un total de 232 cardenales.
Como Papa, Wojtyla impuso un estilo desusado al desechar la silla gestatoria usada por sus antecesores para mostrarse en público, se puso a nivel de la calle y de las multitudes, mostrando sus simpatías por niños y adolescentes. Debido a sus múltiples viajes al extranjero fue conocido entre los medios de comunicación, en particular en América Latina, como «el atleta de Dios», «el caminante del Evangelio», el «Papa viajero» o el «Papa peregrino».
Durante su prolongado mandato, Juan Pablo II superó numerosas marcas: no sólo fue el pontífice más viajero hasta el momento, sino también el que proclamó más santos y beatos durante su pontificado (el número de santos y beatos elevados a los altares por él equivale al llevado a cabo en los cuatrocientos años anteriores).
Antes de ser elegido Papa, Wojtyla, poeta, filósofo y dramaturgo, había escrito la obra teatral "El taller del orfebre", convertida en ópera rock y siendo presentada en España en los inicios de los años 1980.

El 13 de mayo de 1981 Mehmet Ali Akca disparó contra el Papa, mientras éste se desplazaba por la Plaza de San Pedro en un vehículo abierto. El pontífice fue herido en la mano, brazo y abdomen. Pocos años más tarde en diciembre de 1983, el Papa lo visitó a la cárcel de Rebibbia, conversó con él y le otorgó el perdón. El atentado motivó la construcción de un vehículo especial con cristales blindados diseñado especialmente para este tipo de actos y que fue popularmente bautizado como Papamóvil. Desde aquella agresión comenzó a sufrir diversos problemas de salud: además de las dificultades que tuvo para recuperarse de las heridas de bala que sufrió en el estómago y en una mano, padeció luego un cáncer de intestino, la fractura del fémur y de un hombro y, desde los años 1990, tuvo que sobrellevar la enfermedad de Parkinson, de origen genético.
Esto no impidió que, a fines de los años 80, su actuación en Polonia y su influencia en los acontecimientos que se producían en el entonces bloque comunista contribuyeran de modo considerable a la caída de los regímenes de Europa del Este, según coinciden numerosos historiadores.
El 1 de julio de 1986, Juan Pablo II visitó Colombia —como consecuencia de la tragedia de Armero en Tolima— y fue al lugar de los hechos, y frente a una gran cruz oró por un rato y nombró el sitio como "lugar santo" en honor a los 25.000 muertos de esa trágica escena que tuvo que vivir el pueblo colombiano una semana después del holocausto de la toma del Palacio de Justicia en Bogotá, en el cual murieron 80 personas (o incluso más).

Más de una década después, y pese a su implacable deterioro físico, en marzo de 2003 Juan Pablo II se opuso con todas sus fuerzas y autoridad a la invasión estadounidense de Irak. En esa misión evidenció la misma determinación que había mostrado al inicio de su pontificado para mediar el Conflicto del Beagle entre Argentina y Chile en 1978, cuando se encontraban al borde de un enfrentamiento.
Entre los principales episodios de su pontificado está la primera visita de un Papa a una iglesia luterana (Roma, 1983), la primera a una sinagoga (Roma, 1986), la Jornada Mundial de Oración por la Paz (Asís, 1986) y la excomunión del obispo Marcel Lefebvre (1988). Ese año se produjo un hecho histórico: Juan Pablo II visitó un país ortodoxo, Grecia, y entró en una mezquita, la de Damasco (Siria), siendo la primera vez que un Pontífice católico pisaba una mezquita y oraba en su interior.
Asimismo, figuran el primer encuentro de un Papa con una comunidad musulmana (Casablanca, 1985), el Año Santo de 1983, a partir del cual creó las Jornadas Mundiales de la Juventud.

También destaca el encuentro con el último presidente de la URSS, Mijaíl Gorbachov, en diciembre de 1989, la normalización de la Iglesia Católica en los países europeos hasta entonces comunistas, y la visita realizada en enero de 1998 a Cuba, donde fue recibido con todos los honores por Fidel Castro.
Aparte de sus catorce encíclicas, con Juan Pablo II se han publicado los nuevos Códigos de Derecho Canónico Latino (1983) y "Oriental, así como el "Catecismo Universal de la Iglesia Católica" (1992), fruto del sínodo especial de obispos de 1985, dedicado al Concilio Vaticano II.

Juan Pablo II pidió perdón por los errores cometidos por la Iglesia Católica entre ellos, el del científico italiano Galileo Galilei (1564 - 1642) a quien la Inquisición le hizo retractarse de sus teorías heliocéntricas el 22 de junio de 1633.
Su gran deseo, que materializó, fue llegar al año 2000, abrir la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro e introducir la Iglesia en el tercer milenio con el Jubileo del 2000. En la primavera de 2000 pudo por fin pisar Tierra Santa. Visitó el Monte Nebo, donde (según la Tanaj o Antiguo Testamento) el profeta Moisés vio la Tierra Prometida antes de morir; Belén, Jerusalén, Nazaret y varias localidades de Galilea.
Durante ese viaje, Juan Pablo II, el primero en reconocer en 1986 los derechos nacionales del pueblo palestino y entablar relaciones diplomáticas plenas con Israel en 1994, ofició misa en la Plaza del Pesebre de Belén, pidió perdón en el Muro de las Lamentaciones y en el Museo del Holocausto por los errores cometidos por los cristianos que persiguieron a los judíos y celebró misa en el Santo Sepulcro.
Al concluir su pontificado con su muerte, Juan Pablo II dejó pendientes dos viajes: uno a Moscú, ante la oposición del patriarca ortodoxo Alejo II, que acusaba a la Iglesia Católica de "proselitismo" en su área de influencia y otro a China, donde el régimen comunista prohíbe la obediencia de la Iglesia Católica china a la Santa Sede, además de haber conflictos con el Vaticano a causa del reconocimiento de Taiwán desde 1949.
Su muerte se produjo debido a una septicemia y a un colapso cardiopulmonar irreversible, agravado por su enfermedad de parkinson. En su agonía, le dictó a su secretario, Stanislaw Dziwisz, una carta en la que decía:
"Soy feliz, séanlo también ustedes. No quiero lágrimas. Recemos juntos con satisfacción. En la Virgen confío todo felizmente". El portavoz del Papa, Joaquín Navarro Valls afirmó inicialmente que el pontífice, en sus últimos momentos, dedicó unas palabras a la multitud, sobre todo gente joven, reunida en la Plaza de San Pedro ("Yo los he buscado y ahora ellos vienen a buscarme, les doy las gracias"), haciendo el gesto de la bendición hacia la ventana de sus aposentos, hacia los fieles apostados en la Plaza de San Pedro.
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San ABERCIO DE HIERÁPOLIS. M. c. 167.
Martirologio Romano: En Hierápolis, ciudad de Frigia, san Abercio, obispo, discípulo de Cristo, buen Pastor, del cual se cuenta que peregrinó por diversas regiones anunciando la fe, siendo alimentado con un místico manjar

Obispo de Hierápolis en Frigia. Se dice que su predecesor fue el famoso san Papías. Allí desempeñó su misión de pastoreo de sus fieles, aunque recorrió varias regiones del mundo conocido. Fue muy celoso de los intereses de Dios y enamorado del bien para los hombres. Tuvo dones taumatúrgicos. Como refieren las memorias que san Abercio hizo algunos milagros que los racionalistas no supieron encontrar una explicación a la medida humana, no sólo negaron los milagros afirmando que era una invención, sino que llegaron incluso a negar la existencia de san Abercio.

Se enfrentó públicamente contra los cultos idolátricos, destrozó los ídolos y salió ileso de su acción cosa que provocó la catequezación y bautismo de muchos; dio la vista instantáneamente a una matrona ciega llamada Frigela; curó a cantidad de enfermos y lisiados que recurrían a él en demanda de auxilio a entremedias de sus catequesis y, sobre todo, expulsaba exitosamente y con relativa frecuencia al demonio de los posesos, entre ellos a la mismísima hija del emperador.

Fue detenido a causa de su celo por combatir el paganismo, fue liberado y murió en paz en su sede. W. M. Ramsay, un arqueólogo de finales del siglo XIX, descubrió cerca de Esmirna y en el lugar del emplazamiento de la antigua Hierápolis la tumba de san Abercio, cuyo epitafio compuesto por él mismo, sostiene diversos puntos sobre el bautismo, la eucaristía y el primado de Roma; su autenticidad está fuera de toda duda.

Puesto que el texto es bastante largo, transcribimos nada más que los fragmentos que presentan, como veremos, símbolos como los tratados en este capítulo: "Mi nombre es Abercio./ Soy discípulo de un pastor casto que apacienta/ su rebaño de ovejas por montes y llanuras.../ La fe me acompañó a todas partes y ella fue/ la que me procuró para comida un pez muy grande y puro,/ que pescó una virgen inmaculada./ Ella misma lo dio a comer enteramente a sus amigos;/ ella, que tiene un vino delicioso/ y lo ofrece mezclado con pan."
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San APOLO DE BAWIT. (316-395)


Según el “Sinaxario Alejandrino”. Apolo nació cuando sus padres (Amani de Ahmin y Aysi) eran mayores. Después de dedicarse al estudio de las ciencias eclesiásticas, quiso vivir la vida monástica, y en compañía de su amigo Abib marchó a un monasterio (cuyo nombre no ha sido revelado). Uno y otro practicaron la nueva vita con gran austeridad. Abib murió pronto, y Apolo dejó el monasterio para retirarse a la montaña de Ablug (su localización no ha sido identificada) donde hizo vida eremítica. Pero su fama de santidad se expandió rápidamente, y muchos fueron sus discípulos que se reunieron junto a él, dóciles a sus enseñanza en la práctica de la virtud y maravillados por sus dones taumatúrgicos.

La “Historia Monachorum” cuenta que estuvo 40 años en soledad en el desierto de la Tebaida en Egipto. Luego fue abad de un convento de 500 monjes en Hermópolis. Dividían su tiempo entre la meditación en soledad y la oración comunitaria, sin desdeñar la práctica de diferentes menesteres de la vida de tan grande comunidad. El ayuno del miércoles al viernes, la presencia diaria en las funciones litúrgicas durante las cuales se les comunicaba, las penitencias externas, todo orientado hacia la vida de unión con Dios, todo presentado con insistencia por Apolo. La figura de Apolo era muy atractiva: era él quién vigilaba para hacer practicar a sus monjes esta vida ascética armoniosamente equilibrada. Animado de un ardiente espíritu misionero, estuvo preocupado por la conversión del pueblo todavía pagano que habitaban los pueblos cercanos al monasterio. Fue también el pacificador entre las disputas entre los monjes como entre los campesinos. Dejó el desierto para combatir a Juliano el Apóstata. Murió muy anciano.
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Santas NUNILA y ALODIA. (c.824 - 851).

Martirologio Romano: En Huesca, ciudad de Aragón, en Hispania, santas Nunila y Alodia, vírgenes y mártires, que hijas de padre no cristiano, pero educadas en la fe cristiana por su madre, al no querer abjurar de Cristo, después un largo encarcelamiento fueron degolladas por disposición del rey de Córdoba, Abd ar-Rahman II

Hijas de madre cristiana y padre musulmán, nacidas en Adahuesca (Huesca). Fueron educadas cristianamente por su madre. Al morir su padre, un tío musulmán, al no poder destruir la fe de sus sobrinas, las denunció ante el juez Jalaf, de Alquezar (Barbastro). Este al verlas tan jóvenes decidió dejarlas en libertad, pero pidió a dos mujeres musulmanas que se encargara de que se convirtieran al Islam. No hubo manera.

Las llevaron a Huesca para comparecer ante el cadí Ismael. Estas alegaron ante el juez: "Cadí, no te empeñes en apartar del culto de Dios a dos Virgenes, que por su gracia, han llegado a conocer que no hay riqueza alguna fuera de Cristo. Con Cristo está la vida, y sin El la muerte; permanecer a su lado y vivir en El es la verdadera alegría; separarse de El es la perdición eterna. En cuanto a nosotras tenemos el propósito de no abandonarle; le hemos consagrado la santidad de nuestro cuerpo. Las ventajas de las cosas perecederas que nos propones las despreciamos. No nos acobardan los suplicios, que terminan pronto; y por lo que se refiere a la muerte con que nos amenazas, las recibiremos contentas, sabiendo que ella nos abre las puertas del Cielo y nos lleva a los brazos de Cristo". El Juez pensó que si las separaba conseguiría minar su resistencia; pero después de 40 días de interrogatorios no consiguió nada. Fueron decapitadas en Huesca durante la persecución de Abderramán II. Sus cuerpos fueron trasladados al monasterio de San Salvador de Leyre. Su martirio lo cuenta san Eulogio de Córdoba en “Memoriale Sanctorum”.
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OTROS SANTOS DEL DÍA:


San Marcos de Jerusalén. M. c. 156Martirologio Romano: Conmemoración de san Marcos, obispo de Jerusalén, que fue el primer obispo procedente de los gentiles que ocupó la sede de la Iglesia de la Ciudad Santa, trabajando con fe y celo para reunir a sus fieles dispersados por la guerra
Primer obispo de Jerusalén que no fue judío. Se dice que gobernó durante 20 años, trabajando con fe y celo para reunir a sus fieles dispersados por la guerra y que murió mártir; pero todo esto son solamente conjeturas.

Santos Felipe de Heraclea y  Hermetes. M. 304.


Martirologio Romano: En Edirne en Tracia, siempre en Turquía, santos mártires Felipe, obispo de Heraclea, y Hermetes, diácono: el primero, al comienzo de la persecución del emperador Diocleciano, había recibido la orden de cerrar las iglesias y de consignar todos los vasos y libros sagrados que éstas contenían; respondió al gobernador Justino que no le era lícito consignar lo que se le pedía ni a él apropiarselos, después de sufrir la cárcel y la flagelación, fue quemado junto a su diácono en la hoguera

Mártir junto con Severo, Eusebio y Hermetes. Felipe era obispo de Heraclea de Tracia; Severo era su diácono y Eusebio y Hermetes dos miembros del clero inferior. Cuando la persecución de Diocleciano, Felipe instó a sus fieles a orar en cualquier lugar, porque les habían cerrado los templos: “¿Imagináis que Dios mora dentro de los muros, y no más bien en los corazones de los hombres?” dijo. Se negaron a consignar los libros sagrados, y por esta causa fueron apresados y condenados a la hoguera en la ciudad de Adrianápolis. Sus Actas se conservan prácticamente sin variaciones.

San Melanio de Rouen. M. 314.
Martirologio Romano: En Rouen en la Galia lugdonense, hoy en Francia, san Melanio, obispo, que se piensa anunció en esta ciudad la fe cristiana y constituyó la sede episcopal
Parece que fue un britano, nacido en Cardiff y que fue el primer obispo de Rouen. Patrón de Rouen y Pontoise, donde está enterrado.


San Valerio. M. 407.
Martirologio Romano: En el territorio de Besançon, en Germania, san Valerio, diácono de la iglesia de Langres, al que dieron muerte unos paganos
Arcediano que fue compañero de martirio de san Desiderio de Langres. Mártir en Langres por los vándalos.


San Lupiciano de Châlons sur Marne. M. 684.
Martirologio Romano: En la región de Chalons, en Neustria, san Lupiciano o Luvencio, abad de la basílica de Saint-Privat-de-Javols, que, después de haber recibido injustamente muchas injurias de parte de Inocencio, conde de la ciudad, fue decapitado

Según el Martirologio Romano: “En la región de Chalons, en Neustria, san Lupencio o Luvencio, abad de la basílica de Saint-Privat-de-Javols, que, después de haber recibido injustamente muchas injurias de parte de Inocencio, conde de la ciudad, fue decapitado. Patrón de Châlons sur Marne.



San Leotadio de Auch. M. 718.
Martirologio Romano: En la ciudad de Auch, en Aquitania, san Leotadio, obispo
Miembro de una noble familia franca; se hizo monje benedictino y después fue abad de Moissac (Francia). Fue elegido obispo de Auch.


San Moderón M. c. 730.
Martirologio Romano: En el monasterio de Berceto, en la Lombardía, san Moderano o Moderón, abad, antes obispo de Rennes, en la Galia, insigne por su amor a la soledad y la devoción hacia los lugares santos

Nació en Rennes y, en el 703, fue elegido obispo de Rennes. Su vida está rodeada de leyenda. Se sabe que donó el monasterio de Berceto a la abadía de San Remigio en Reims. Dimitió como obispo de Rennes, después de una peregrinación a Roma y fue nombrado por el rey lombardo, Liutprando, prior del monasterio benedictino de Berceto (Parma). Fue famoso por su amor a la soledad y su devoción hacia los lugares santos. Sus restos reposan en Rennes.


San Benito de Macerac. M. 845.
Martirologio Romano: En el territorio de Nantes, en la Bretaña Menor, san Benito, que llevó vida eremítica en Massérac

Abad griego que huyó de Patrás y se estableció en Macerac en la diócesis de Nantes donde llevó vida eremítica.


San Donato de Fiesole M. 876.
Martirologio Romano: En Fiésole, de la Toscana, san Donato o Scoto, obispo, que, insigne por su erudición y su piedad, oriundo de Irlanda y peregrinando hacia Roma, fue elegido obispo de esta ciudad

Irlandés que mientras atravesaba Toscana, al regreso de una peregrinación de Roma, fue elegido obispo de Fiesole (828-875). Dice la tradición que llegó a Fiesole a causa de la invasión de los daneses de Irlanda, que cuando entró en la ciudad, ésta había sido saqueada por los normandos; buscaban un nuevo obispo, porque el anterior había muerto durante el saqueo. Al traspasar Donato las puertas de la ciudad de Fiesole, las campanas empezaron a sonar y las velas se encendieron, entonces el pueblo lo aclamó obispo. Maestro de san Andrés de Fiesole. Fue un poeta y estudioso lleno de caridad hacia los peregrinos. Escribió una vida de santa Brígida de Kildare.
Como obispo procuró recuperar los bienes de su iglesia, que habían sido usurpados por varias disposiciones imperiales. Obtuvo de Ludovico II, la restitución de estos bienes y algunos privilegios para su diocesis. Apoyó a Ludovico en los derechos imperiales a la participación de la elección del Pontífice. En el 844 asistió en Roma, a la coronación de Ludovico. Murió en Fiesole y está enterrado en la catedral.
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