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Tomás Becket, Santo Obispo y mártir
David, Santo Rey y Profeta
San EBRULFO
José Aparicio Sanz, Beato Sacerdote y Màrtir
Beatos ENRIQUE JUAN REQUENA y JOSÉ PERPIÑÁ NÁCHER
Gerardo Cágnoli de Valenza, Beato Franciscano
Otros Santos y Beatos Completando el santoral de este día
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Tomás Becket, obispo y mártir; Trófimo, Teodora, Alberto, confesores; Calixto, Félix, Bonifacio, Domingo, Víctor, Primiano, mártires; Crescente, Catrense, obispos; Ebrulfo, Vidal, Marcelo, abades; David, rey y profeta
SANTO TOMÁS BECKET, Obispo y Mártir
El que guarda los mandamientos mora en Dios, y Dios en él.
(1 Juan 3, 24)
El que guarda los mandamientos mora en Dios, y Dios en él.
(1 Juan 3, 24)
n. 21 de diciembre de 1118 en Londres, Inglaterra;
† asesinado el 29 de diciembre de 1170 en la Catedral de Cantorbery, Inglaterra
Patrono del clero.
Nacido en Londres en 1118, Santo Tomás Becket estudió en Oxford y en París. Llegó a ser canciller de Inglaterra bajo el reinado de Enrique II y después arzobispo de Cantorbery en 1162. Fue perseguido por el rey por haber defendido las inmunidades de la Iglesia y se retiró a Francia por espacio de siete años, alimentándose de legumbres, acostándose en el duro suelo y llevando siempre un cilicio. Intervino una reconciliación y Santo Tomás fue finalmente restablecido en su cargo; pero, cuatro semanas después de su vuelta a Inglaterra, fue asesinado al pie del altar, en 1170. Enrique II protestó no haber ordenado este crimen y fue descalzo a su tumba al año siguiente.
MEDITACIÓN SOBRE EL AMOR DE DIOS
I. Meditemos en estos tres últimos días del año, acerca de nuestros deberes para con Dios, para con el prójimo y para con nosotros mismos. Has sido creado para amar a Dios sobre todas las cosas; éste es tu único quehacer, todo lo demás nada es. Dime, por favor, ¿qué has hecho durante este año? Examina tus acciones, tus pensamientos y tus palabras. De tantos días pasados, de tantas horas transcurridas, ¿cuántos has consagrado al servicio de Dios? ¡Oh gran Dios! ¡Vos queréis hacerme dichoso eternamente, y yo rehúso serviros durante los pocos momentos que me quedan de vida!
II. ¿Qué has hecho contra Dios? ¿Cuántas veces has desobedecido a sus mandamientos y rechazado sus inspiraciones? ¿Cuántas veces has abusado de sus gracias y profanado sus sacramentos? Interroga a tu conciencia, y di con David: “Contra Vos solo, Dios mío, he pecado”. He guardado las apariencias, he querido contentar a los hombres con una devoción de puro alarde, pero no he podido con ello contentar a Dios que ve hasta el fondo de mi alma. He pecado contra Vos solo y he hecho el mal en vuestra presencia (El Salmista).
III. ¡Cuántas cosas pudiste hacer por Dios y no hiciste! Y sin embargo, ¿pudo acaso Dios hacer por ti más de lo que hizo? Pongamos, pues, manos a la obra, demos al Señor el resto de nuestra vida. Bastante hemos trabajado para nuestro cuerpo y para la tierra, hagamos algo para nuestra alma y para el cielo. Hemos dado un año a nuestro cuerpo, demos algunos días a nuestra alma; vivamos un poco para Dios, después haber vivido tanto para el siglo (San Pedro Crisólogo).
El amor de Dios.
Orad por el Papa.
Dios, que habéis visto caer al glorioso pontífice Tomás bajo la espada de los impíos por la causa de vuestra Iglesia, haced, os lo conjuramos, que todos los que imploran su auxilio obtengan el efecto saludable de sus ruegos. Por J. C. N. S.
Santo TOMÁS BECKETT. (c.1120 – 1170).
Martirologio Romano:
Santo Tomas Becket, obispo y mártir, que por defender la justicia y la Iglesia fue obligado a desterrarse de la sede Canterbury y de la misma Inglaterra, volviendo al cabo de seis años a su patria, donde padeció mucho hasta que fue asesinado en la catedral por los esbirros del rey Enrique II, emigrando a Cristo
Nació en Londres y era hijo de un caballero normando. Fue enviado a estudiar Gramática en la abadía de Merton y Artes en Santa Genoveva de París. En 1139, volvió a su casa (muerta su madre) y vivió tres años (decepcionantes) como contable. A los 25 años, se hizo clérigo del arzobispo Teobaldo de Canterbury que le envió a Roma, Bolonia y a Auxerre a seguir un curso de Derecho canónico y civil hasta que, en el 1154, le nombró archidiácono de Canterbury. Pronto llegó a ser intimo amigo del rey Enrique II, que le nombró canciller de Inglaterra (1156). Gozó de los favores del rey por siete años, apoyando sus intereses. Le gustaba el boato y la vida brillante, sin renunciar a la generosidad con abundantes limosnas. Participó en la guerra contra Luis VII de Francia, distinguiéndose en el asedio de Toulouse. A la muerte de Teobaldo, que había intentado apartarlo de la carrera política, debido a la amistad Enrique II, le hizo nombrar arzobispo de Canterbury, pese a la oposición de Tomás, y fue ordenado sacerdote y obispo (1162). Como prelado, lo primero que hizo, fue celebrar solemnemente la festividad de la Santísima Trinidad.
Desde el instante en que subió a la sede episcopal, Tomás cambió su conducta, haciéndose más austero. Dejó el cargo de canciller y predijo que su amistad con el rey se convertiría en el odio más violento. El odio estaba motivado también por su resistencia a las reivindicaciones reales contra la Iglesia. Enrique II, estaba convencido que en virtud con la amistad que le unía al obispo de Canterbury, éste le daría "carta blanca" para intervenir en el nombramiento de obispos y en la jurisdicción penal de los delitos de los religiosos y apropiarse de la contribución que los fieles entregaban a la Iglesia, alcanzando de este modo, un poder que no tenía ningún soberano de su época; pero Tomás se opuso con todas sus fuerzas a semejante intromisión política en los asuntos eclesiásticos. En contra de lo que pudiera parecer, el obispo se encontró solo, porque los obispos ingleses en el sínodo de Westminster del 1163, contemporizaron con el rey.
También el Papa, mal informado, le aconsejó que se sometiera al rey, que exigía, empero, una sumisión pública. En un nuevo sínodo celebrado en Clarendon, Tomás se negó a rubricar estos derechos, que limitaban las libertades esenciales de la Iglesia. También el papa Alejandro III se negó a confirmar la Constitución de Clarendon. Tomás, convocado por el sínodo de Northampton (1164), fue condenado por desobediencia al rey y sometido a vejaciones, incluida la amenaza de destitución. Animado a resistir por su confesor, Tomás prohibió a sus obispos (de diecisiete diócesis) participar en este proceso de su condena; y, disfrazado, huyó a Francia. Aquí se entrevistó con el Papa en Sens, poniendo en sus manos el cargo de metropolitano, por temor de que su elección no hubiera sido perfectamente libre (había sido impuesta por el rey, pero con el consenso de la mayoría) y de que su conducta no estuviera a la altura de la situación. El Papa lo confirmó en su cargo, enviándolo a la abadía cisterciense de Pontigny, para que en la pobreza y sencillez pudiera hacer la experiencia de convertirse en un verdadero "consolador de los pobres".
El Pontífice, enredado con el cisma del antipapa Víctor IV, apoyado por Federico Barbarroja, tenía necesidad tanto del apoyo del rey de Francia como de Enrique de Inglaterra. Esto explica porqué, durante los seis años de exilio, Tomás en tres cartas (de 1165) intentara reanudar el diálogo con el rey, pero sin recibir respuesta. En 1166, Tomás promulgó en Vézelay varias excomuniones contra los colaboradores de Enrique II. La reacción del rey fue violenta, y Tomás tuvo que trasladarse al monasterio de las benedictinas de Sens; mientras, tentativas de mediación, por iniciativa del Papa en 1170, terminaron con la reconciliación. Esta resultó sólo parcial, porque Enrique II, con ocasión de la coronación de su hijo (Enrique el Joven), hecha ilegalmente por el arzobispo de York, le negó el beso de la paz. Tomó entonces la decisión de volver a su patria, desafiando la aversión del rey y conminando bulas de suspensión contra los prelados que se aprestaban a oponerle resistencia. Aunque el rey de Francia le aconsejó que permaneciese en este país, Tomás resolvió continuar por su camino, convencido de que defendía la causa de Dios contra César; previendo incluso su muerte.
El odio implacable del rey y de otros obispos había llegado a instigar a cuatro caballeros a asesinar a Tomás en su catedral. Rechazando defenderse y oponiéndose a la tentativa de los monjes que querían cerrar las puertas de la iglesia, prefirió dejarse matar, pronunciando estas palabras: "Estoy dispuesto a morir por el nombre de Jesús y por la defensa de la Iglesia". Herido, cayó junto a los altares de la Virgen y de San Benito, con las manos elevadas como en la plegaria litúrgica. Enrique II, objeto del interdicto personal del Papa, fue absuelto después de su arrepentimiento en 1172. Muerte tan heroica produjo la reconciliación del rey de Inglaterra con la Iglesia romana, con el rey de Francia, con la Iglesia de Canterbury y sus exiliados. MEMORIA FACULTATIVA.
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DAVID. (c.1000 - c.961 a C.). (Antiguo Testamento).
Martirologio Romano: Conmemoración de san David, rey y profeta, que, hijo de Jesé el Betlemita, encontró la gracia de Dios y fue ungido con el óleo santo por el profeta Samuel, para que reinara sobre el pueblo de Israel; llevó a la ciudad de Jerusalén el Arca de la Alianza del Señor y el Señor mismo le juró que su descendencia permanecería hasta la eternidad, porque de ella nacería Jesucristo según la carne.
Junto con Abrahán y Moisés, es el tercer personaje más importante de la Biblia judía y del Antiguo Testamento cristiano. Israel alcanzó con él su constitución definitiva como reino y su momento de mayor esplendor, convirtiéndose en un pequeño imperio, que nunca más volvería a ser.
Con él nació una dinastía real, que se extendió a lo largo del tiempo, incluso más allá del mismo reino de Judá, dando origen a la espera mesiánica de un hijo de David, que los cristianos verán realizado en Jesús de Nazareth.
Nació en Belén, y ejerció el pastoreo. Pertenecía a la tribu de Judá. Perteneció a la guardia personal del rey Saúl, y venció al gigante filisteo Goliat. Fue secretamente ungido rey de Israel, por el profeta Samuel, por mandato divino. Sufrió la envidia del rey Saúl, pero él siempre lo respetó porque era el “ungido de Dios”. Tuvo gran afición a la música y a la danza...
Conquistó Jerusalén y la hizo capital del reino. Unificó bajo su mandato todas las tribus hebreas. Tuvo una relación adultera con Betsabé, la esposa de su general hitita Urías, y ello supuso que el Templo que tenía que edificar para Yahvé, nunca pudiera hacerlo, tendrá que hacerlo su hijo Salomón. Además, su hijo Absalón se rebeló contra él. Su gran don fue su capacidad de arrepentimiento. Su vida la narra los libros bíblicos deReyes, Samuel y Crónicas. Se le deben muchos de los Salmos.
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San EBRULFO. (517 - 596).
Martirologio Romano: En Exmes en Neustria, hoy Francia, san Ebrulfo, abad del monasterio de Ouche en tiempos del rey Childeberto.
Natural de Bayeux en Normandía. Fue cortesano del palacio del rey Childeberto I. Enamorado el rey Childeberto I de sus virtudes, le elevó a diferentes puestos de honor y autoridad, e hizo ver con su ejemplo que un cristiano puede vivir también en el mundo sin ser de él en espíritu, y poseer riquezas sin ser poseído de ellas. Importunado de sus amigos, se casó con una mujer virtuosa, y con la lectura de vidas de santos el matrimonio decidió abandonar el mundo. Convinieron, pues, en una separación, y ella tomó el velo en un convento, mientras él, después de distribuir toda su hacienda a los pobres, se refugió en el monasterio de Deux Jumeaux en la diócesis de Lisieux, que sólo habitaban fieras y ladrones. A consecuencia de esto muchos de los ladrones, exhortados por el Santo, mudaron de vida y se quedaron en su compañía, ocupándose en labrar aquella tierra.
Aumentando diariamente el número de los que deseaban vivir bajo su dirección, se vió obligado a erigir un monasterio en Ouche en Normandía, y luego fundó otros quince monasterios más de monjes y de monjas, de los cuales fue siempre el suyo el principal, y que gobernó por sí mismo. Acostumbraba a exhortar a todos al trabajo, diciéndoles que debían ganar su sustento con sus obras, y con sus servicios el cielo. Entre sus monjes se encuentra el histórico Orderico Vitale. Cerró sus ojos al mundo y su cuerpo fue sepultado en la Iglesia de San Pedro edificada por él mismo.
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Beato GERARDO CAGNOLI. (c. 1270 - 1345).
Martirologio Romano: En Palermo, beato Gerardo Cagnoli, religioso de la Orden de los Menores, que precedentemente había llevado durante largo tiempo una vida eremítica.
Era un noble de Valenza Po (Pavía). Después de la muerte de su madre, acaecida en 1290 (su padre ya había muerto), abandonó el mundo y vivió como peregrino, mendigando el pan y visitando los santuarios. Estuvo en Roma, Nápoles, Catania y quizás en Erice (Trapani). En 1307, impresionado por la fama de santidad del franciscano beato Luis de Anjou, obispo de Tolosa, ingresó en la Orden de los Hermanos Menores en Randazzo, Sicilia, donde hizo el noviciado y vivió algún tiempo.
Del convento de Randazzo pasó a Palermo en calidad de portero y allí permaneció hasta su muerte siendo la admiración de sus hermanos y de los fieles por su sencillez y sus virtudes. Cerca de la puerta del convento plantó un ciprés y arregló un pequeño altar en honor de la Virgen y de san Luis de Anjou, de quien era devotísimo. Allí ardía continuamente una lámpara de aceite. Con un ramito de ciprés bañado en aceite de la lámpara bendecía a los enfermos que se acercaban a él en busca de consuelo. Muchos se iban perfectamente curados, otros experimentaban mejoría, o se sentían consolados con su palabra. La fórmula que él empleaba para bendecir era esta: "En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo, por la intercesión de la Virgen María, de san Francisco y de san Luis sé liberado de esta enfermedad".
Los milagros se sucedían. Enrique d’Abbati, justicia del rey, estaba gravemente enfermo, y se había perdido toda esperanza. Fue llamado fray Gerardo, que consoló con palabras fraternales al enfermo. Luego se postró en profunda oración. Poco después el enfermo se levantó perfectamente curado. Dormía pocas horas sobre una desnuda tabla; con instrumentos de penitencia maltrataba su cuerpo; contínua oración, íntima unión con Dios, he ahí el programa de su larga vida. No es extraño que muchos lo aclamaran como santo, ya en vida.
Había transcurrido más de 30 años en la Orden Franciscana, cuando en la fiesta de san Juan Evangelista de 1345 se le apareció la Santísima. Virgen y le aseguró que dentro de dos días volaría al cielo. Ante este anuncio Gerardo se alegró muchísimo y se preparó para las bodas eternas con gran fervor. El 29 de diciembre recibió con profunda devoción los últimos sacramentos de la fe y se durmió serenamente en el sueño de los justos. Tenía 75 años. Su sepulcro, en la iglesia de San Francisco de Palermo, fue meta peregrinación de muchos devotos que recurrían a él.
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Beatos ENRIQUE JUAN REQUENA y JOSÉ PERPIÑÁ NÁCHER. M. 1936.
Martirologio Romano: En el pueblo de Picadero de Paterna siempre en el territorio de Valencia, beatos mártires Enrique Juan Requena, sacerdote, y José Perpiñá Nácher, que llevaron hasta el final la gloriosa prueba por Cristo
Enrique nació en Aielo de Malferit. Sus padres tuvieron catorce hijos, dos de los cuales murieron mártires. Estudió en el Seminario de Valencia y fue ordenado en 1930. Trabajó en ejemplar sintonía espiritual con el beato José Aparicio Sanz. Coadjutor de Enguera. Martirizado junto a su párroco José Aparicio Sanz en el Picadero de Paterna.
José nació en Sueca. Fue catequista en su parroquia y visitaba a los enfermos y a los pobres. Escribió algunos artículos periodísticos en defensa de la fe católica. Había sido telegrafista en el vapor “Buenos Aires” y cursó después derecho en Santiago de Compostela. El risueño abogado, se casó en 1935 con Francisca Bosch Piera. Era miembro de la Acción Católica, y defendió a los pobres gratuitamente. También era miembro de las Conferencias de San Vicente de Paúl, y adorardor nocturno.
Al iniciarse la guerra civil, se escondió, pero su familia le aseguró que no le pasaría nada y regresó a su casa. Fue detenido y conducido a la cárcel Modelo de Valencia, donde dio ejemplo de entereza animando a sus compañeros. Antes de abandonar la cárcel, para su último viaje comentó a un ordenanza: “El Señor me concede la gracia por la que tanto he suspirado: el martirio”. Previamente había dicho a su joven esposa que volviera a casarse. Fue fusilado en el Picadero de Paterna
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Beato JOSÉ APARICIO SANZ. (1893-1936).
Martirologio Romano: En la ciudad de Paterna en el territorio de Valencia en España, beato José Aparicio Sanz, sacerdote y mártir, que, durante la persecución contra la fe, derramó su sangre por Cristo.
Nació en Enguera. Sus padres fueron Manuel Aparicio Sanz y Leonor Sanz Sanz, quienes lo educaron en un ambiente profundamente cristiano, dando señales desde muy niño de piedad y vocación sacerdotal. Luego de finalizar sus estudios secundarios, ingresó en el Colegio de Vocaciones Eclesiásticas de San José, de Valencia. Después pasó al Seminario Conciliar Central de Valencia, que entonces tenía el rango de Universidad Pontificia, donde fue un seminarista modelo tanto por su aplicación al estudio como por sus virtudes.
Fue ordenado sacerdote el 17 de junio de 1916 por el obispo de Segorbe, el beato Luis Amigó. El día 30 del mismo mes celebró su primera Misa en su parroquia natal, la arciprestal de San Miguel de Enguera. Ejerció su primer ministerio sacerdotal en la vicaría de Benalí, donde, además de su buen ejemplo, dejó el recuerdo de la reconstrucción de la iglesia y de la casa abadía. En 1917 fue trasladado a Santa María de Oliva, como coadjutor, y, al tratarse de una parroquia mayor, pudo tener más campo para desarrollar sus actividades en todos los sectores de la pastoral, añadiendo a ello el alto espíritu de caridad que demostró durante la epidemia de gripe del año 1918, que afectó gravemente a numerosas poblaciones valencianas.
Más tarde pasó a Luchente, parroquia de la que tomó posesión el 16 de octubre de 1921 y lugar apropiado para el desarrollo de su profunda devoción eucarística. Tal vez desde entonces comenzó a firmar sus escritos como director espiritual de almas y escritor místico con el título de "Centinela de mi Sagrario". De este pueblo, santificado por el prodigio de los Corporales de Daroca, hizo un centro de irradiación y atracción eucarísticas. En 1930, cuando tenía 37 años, fue nombrado arcipreste de su población natal, Enguera, parroquia que dirigió hasta coronar su vida de apóstol con el martirio. Fue en esta parroquia donde culminó su trabajo pastoral iniciado anteriormente en otros pueblos, y en todos los campos, aspectos y matices del apostolado dejó huellas indelebles de la fuerza de su espíritu.
Al estallar la revolución española de 1936, el P. José Aparicio Sanz reaccionó como verdadero sacerdote católico. El 11 de octubre de 1936 fue detenido por unos milicianos en casa de su familia, siendo trasladado a la cárcel Modelo donde encontró a otros feligreses. Estos feligreses le pidieron al P. Aparicio que intercediera y pidiera clemencia al Comité de Enguera, que los había encarcelado, al estar cerca las fiestas navideñas. El sacerdote accedió y el resultado fue que pusieron en libertad a unos y a otros les martirizaron, entre ellos el fiel sacerdote. Durante los meses que permaneció en cautiverio, el P. José animó a sus compañeros a sufrir el martirio por Cristo y a perdonar de corazón a sus ejecutores, pues la recompensa del "cielo" estaba esperando por ellos.
Escribió antes de morir: “Que cada bala que en mi cuerpo claven / más me aproxime a Ti, Señor; / mis heridas sean bocas que te alaben / con el místico fuego de tu ardor”. Antes de que lo fusilaran, abrazó afectuosamente a los milicianos que le iban a matar y después, quiso recibir la descarga de rodillas. Murió junto con su coadjutor el beato Enrique Juan Requena, en el Picadero de Paterna. Sus restos descansan en la Capilla del Santísimo de la parroquia de Enguera.
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OTROS SANTOS DEL DÍA:
San Liboso M. d. 258.
Martirologio Romano: En Cartago, en la actual Túnez, san Liboso, obispo de Beja y mártir, que en el Concilio de Cartago sobre la cuestión del bautismo de los herejes afirmó: “En el Evangelio Cristo ha dicho: Yo soy la verdad, y no: Yo soy la costumbre”
Fue obispo de Vaga, hoy Beja, en Túnez. Participó en el Concilio de Cartago del año 256, que trató del bautismo de los herejes, y en él afirmó: «Cristo dijo en el Evangelio: Yo soy la verdad, y no: Yo soy la costumbre». Murió mártir en Cartago después del año 258.
San Trófimo de Arles. M. c. 280.
Martirologio Romano: En Arles en la Provenza en Francia, san Trófimo, considerado el primer obispo de esta ciudad
Se le supone nativo de Éfeso. Primer obispo de Arles. La mención por san Pablo en su II Epístola a Timoteo, como colaborador suyo en Mileto es una pura invención. El papa san Zósimo valoró la predicación de Trófimo en las Galias. San Gregorio de Tours, dice que habría llegado a las Galias en el 250, con otros seis obispos. Patrón de Arles.
San Martiniano de Milán. M. c. 435.
Martirologio Romano: En Milán, san Martiniano, obispo
XVº Obispo de Milán (423-435). Participó en el Concilio de Éfeso y escribió contra los nestorianos. Hay un poema de san Ennodio (Carmina II, 81) sobre san Martiniano, que recuerda su elección episcopal y que le atribuye la construcción de dos iglesias y un gobierno de breve duración, en contraste con los 30 años de episcopado que le atribuyen algunas noticias. Actualmente está sepultado bajo el altar mayor de la basílica de San Esteban.
San Marcelo "el Acémeta" M. c. 458.
Martirologio Romano: En Constantinopla, san Marcelo, abad del monasterio de los acémetas en el Bósforo, en el cual se seguía día y noche sin interrupción el canto de los salmos
Su sobrenombre significa "el que no duerme". Nació en Apamea de Siria, e familia noble y rica; y habiendo estudiado las sagradas ciencias, dio a los pobres todo su patrimonio. Ingresó entre los monjes llamados "Akimetes" porque cantaban el Oficio divino a turnos durante todo el día y toda la noche. Por el año 465 Studio, caballero que había sido cónsul en el 463, fundó para él y sus monjes un gran monasterio dentro de Constantinopla, cerca de la Puerta Áurea, en el cual se dice haberse llegado a juntar mil monjes a un tiempo. Llamada esta casa con el título mismo de su fundador, principiaron los Acemetas a llamarse generalmente Studitas. Fue el tercer abad de su monasterio en Constantinopla, y bajo su gobierno los monjes aumentaron en número e influencia.
Marcelo asistió al Concilio de Constantinopla, convocado por san Flaviano de Constantinopla contra Eutiques, cuya herejía condenó nuestro abad con los prelados que compusieron aquella venerable asamblea. Es honrado tanto por griegos como por latinos.
Guillermo Howard. Beato. (1614-1682).
Martirologio Romano: En Londres en Inglaterra, beato Guillermo Howard, mártir, que, vizconde de Stafford, profesó la fe católica y, falsamente acusado por esto de conspiración contra el rey Carlos II, murió por Cristo con un golpe de hacha
Sobrino o nieto del beato Felipe Howard, era vizconde de Stafford. Se casó con María Stafford. Reivindicó los bienes de sus antepasados y fue admitido en la Cámara de los Lores. Fue un subdito leal al rey Carlos I, en cuyo ejército militó, sobresaliendo por su valor y honestidad. Su catolicismo le impidió ocupar cargos públicos, por ello se retiró a su casa y se dedicó a la educación de sus hijos y a la administración de sus bienes.
En 1680 fue acusado de complicidad en el Complot Papista que denunció Titus Oaetes, y encerrado en la Torre de Londres y, después de dos años de prisión fue trasladado a Westminster, donde se le acusó de organizar una rebelión contra el rey Carlos II, masacrar a los principales jefes del país y de urdir el asesinato del monarca. Guillermo se defendió de todas las acusaciones, haciendo ver que todo el juicio era por odio al catolicismo. Fue ahorcado y decapitado en Tower Hill, Londres.
Santa Benedicta Ion Kyong-Nyon ycompañeros. M. 1839.
Martirologio Romano: En Seul en Corea, santos Benedicta Ion Kyong-Nyon, viuda y catequista, y seis compañeros, mártires, que, después de sufrir muchos suplicios por el nombre de Cristo, finalmente murieron decapitados
Sus nombres eran: Bárbara Cho Chung-Gi,Magdalena Han Yong-I, Magdalena Yi Yong-Dok, Magdalena Yi Indog, Pedro Ch’Oe Ch’Ang Hub, Isabel Chong Chong-Hye y Bárbara Ko Sun-I.
Juan Bautista Ferreres Boluda. Beato. (1861-1936).
Martirologio Romano: En el pueblo de San Miguel de los Reyes en el mismo territorio, beato Juan Bautista Ferreres Boluda, sacerdote de la Compañía de Jesús y mártir, que, en la misma persecución, imitando la pasión de Cristo, mereció conguir la palma de la gloria
Nació en Ollería (Valencia). Ingresa en la Compañía de Jesús en 1888. Profesor de Moral y Derecho Canónico en el Colegio Máximo de Sarriá (Barcelona). Murió víctima de su lamentable estado de salud y de los maltratos, antes de que llegaran los asesinos, en la cárcel de San Miguel de los Reyes de Valencia
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