Santoral del 19 de Enero



INDICE

Macario el Grande, Santo Abad
Macario el Alejandrino, Santo Presbítero y Abad
Basiano, Santo Obispo
Marcelo Spínola y Maestre, Beato Obispo y Fundador
Santos MARIO, MARTA, AUDIFAZ y ÁBACO
San LAUNOMARO
San ARSENIO DE CORFÚ
San JUAN DE RÁVENA
Beato MARCELO SPÍNOLA Y MAESTRE
Otros Santos y Beatos Completando el santoral de este día
VIDEOS
Canuto, rey; Marta, Audifaz, Cosconio, Zanón, Malanipo, Jenaro, Ponciano, Tecla y Saturnino, mártires; Severiano, Arsenio, obispos; Abundancia, virgen; Minasio, abad; beatos Santiago Sales, Guillermo Saultemuche, Ignacio de Azevedo y compañeros mártires.

SAN CANUTO, Rey y Mártir
Todo hijo de Dios vence al mundo;
y lo que nos hace alcanzar victoria sobre el mundo
es nuestra fe.
(1 Juan 5, 4)


† asesinado en 1086 en Fionia, Dinamarca
Apenas ascendido al trono de Dinamarca, obtuvo este rey insignes victorias sobre sus enemigos; no se dejó, empero, deslumbrar por la gloria militar; veíaselo, en medio de sus triunfos, poner humildemente su corona a los pies de Jesús crucificado, y ofrendar a este Rey de reyes su persona y su reino. Como supiese que atentaban contra su vida, fue a la Iglesia de San Albano y, con la mayor calma, se confesó y comulgó. Estaba orando por sus enemigos, cuando un venablo, que le arrojaron por una ventana, lo echó por tierra al pie del altar. Sucedió esto en el año 1086.

MEDITACIÓN SOBRE LA CONSTANCIA EN NUESTRAS SANTAS EMPRESAS

I. El que quiera obtener recompensa por sus trabajos debe perseverar hasta el fin. Es preciso domeñar la inconstancia de nuestra alma respecto de Dios y observar religiosamente todo lo que le hemos prometido. Dios es inmutable, sus servidores no deben ser inconstantes. Él quiere darse a nosotros durante toda la eternidad, ¿no es justo, pues, que nosotros permanezcamos constantemente dedicados a su servicio durante el tiempo tan corto de nuestra vida? Después de todo, no podemos pretender agradar a Dios con nuestra virtud, si sólo somos virtuosos por arranques, por capricho y cuando nos plazca.

II. Nada debemos emprender, ni siquiera por la gloria de Dios, sin haber previsto todas sus consecuencias; pero, una vez tomada la resolución nada debe impedimos que ejecutemos lo que nos propusimos para su gloria. Ni el temor a los sufrimientos, ni el amor a los placeres, ni las burlas de los hombres deben desanimarnos. Los mártires persistieron en la confesión de Jesucristo a pesar de las amenazas de los tiranos; los santos penitentes perseveraron en sus austeridades no obstante la rebeldía de la carne y las tentaciones del demonio.

III. Cuando se trata de hacer fortuna o de adquirir renombre no retrocedemos ante sacrificio alguno; ¡flaquea nuestro corazón, oh Dios mío, sólo cuando se trata de serviros a vos! Los herejes y los impíos perseveran tan obstinadamente ultrajándoos, ¿no es justo que nosotros seamos constantes sirviéndoos? Jamás nos cansaremos de trabajar para el cielo si consideramos la brevedad de nuestra vida, la incertidumbre del momento de nuestra muerte, la grandeza de los suplicios del infierno y de las recompensas del paraíso. Mantengamos nuestro valor con estos grandes pensamientos, como se incita el servidor a soportar la fatiga pensando en la retribución que se le ha prometido. El pensamiento de la recompensa hace ligero al hombre el peso del trabajo (San Gregorio).

La devoción al Smo. Sacramento del altar.
Orad por los que os persiguen.

ORACIÓN

Oh Dios, que para ilustrar a vuestra Iglesia os dignasteis honrar al bienaventurado Canuto, rey, con la palma del martirio y con el don de milagros, haced, os suplicamos, que, marchando por las huellas de aquél que demostró ser imitador de la Pasión del Salvador merezcamos llegar a los júbilos eternos. Por J. C. N. S.



San MACARIO "el Grande". (c.300 - 390).
Macario de Egipto, Macario de Alejandría "el Viejo").
Dichoso. Difunto.
Martirologio Romano: Conmemoración de san Macario el Grande, presbítero y abad del monasterio de Scete, en Egipto, que, considerándose muerto al mundo, vivía sólo para Dios, enseñándolo así a sus monjes.

Nació en el el poblado de Jijber, alto Egipto, y siendo joven trabajó como camellero transportando sal a través del desierto de Scété (actual Wadi al-Natrun). Hacia el 330 se retiro a la soledad en una cueva, donde se dedicó a la oración, a la cría de ovejas y a la fabricación de cestos. Al rededor suyo se reunió un grupo de anacoretas, que deseaban vivir la ascesis, siguiendo su ejemplo y enseñanza.
Una mujer atrevida le inventó la calumnia de que el niño que iba a tener era hijo de Macario, el cual, según decía ella, la había obligado a pecar. La gente enardecida arrastró al pobre joven por las calles. Pero él le pidió al Señor en su oración que hiciera saber a todos la verdad, y sucedió que tal mujer empezó a sentir terribles dolores y no podía dar a luz, hasta que al fin contó a sus vecinos quién era el verdadero papá del niño. Entonces la gente se convenció de la inocencia de Macario y cambió su antiguo odio por una gran admiración a su humildad y a su paciencia.

Macario mantuvo estrechas relaciones con san Antonio Abad, del que se cree fue su discípulo. Para huir de las gentes que venían a verlo se trasladó al desierto de Scété, donde fue ordenado sacerdote por un obispo egipcio; allí pasó 60 años de su vida. Su principal obligación era la celebración de la Eucaristía para la colonia monástica, que contaba muchos miles de personas.
Macario se dedicó a mortificar sus pasiones y sus apetitos. Estaba convencido de que nadie será puro y casto si no les niega de vez en cuando a sus sentidos algo de lo que estos piden y desean. Deseaba dominar sus pasiones y dirigir rectamente sus sentidos. Sentía la necesidad de vencer sus malas inclinaciones, y notó que el mejor modo para obtener esto era la mortificación y la penitencia. Como su carne luchaba contra su espíritu, se propuso por medio del espíritu dominar las pasiones de la carne. A quienes le preguntaban por qué trataba tan duramente a su cuerpo, les respondía: "Ataco al que ataca mi alma". Y si a alguno le parecían demasiadas sus mortificaciones le decía: "Si supieras las recompensas que se consiguen mortificando las pasiones del cuerpo, nunca te parecerían demasiadas las mortificaciones que se hacen para conservar la virtud".

Dominaba su lengua y no decía sino palabras absolutamente necesarias. A sus discípulos les recomendaba mucho que como penitencia guardaran el mayor silencio posible. Y les aconsejaba que en la oración no emplearan tantas palabras. Que le dijeran a Nuestro Señor: "Dios mío, concédeme las gracias que Tú sabes que necesito".
Admirable era el modo como moderaba su genio y su carácter, de manera que la gente quedaba muy edificada al verlo siempre alegre, de buen genio y que no se impacientara por más que lo ofendieran o lo humillaran.
Por un tiempo fue exiliado por sostener la fe católica contra la de los arrianos en el 374 a una isla del delta del Nilo, donde sus habitantes eran paganos. Pero allí el santo se dedicó a predicar y a enseñar la religión, y pronto los paganos que habitaban en aquellas tierras se convirtieron y se hicieron cristianos.

Cuando los herejes arrianos fueron vencidos, Macario pudo volver a su monasterio del desierto. Y sintiendo que ya iba a morir, pues tenía 90 años, llamó a los monjes para despedirse de ellos. Al ver que todos lloraban, les dijo: "Mis buenos hermanos: lloremos, lloremos mucho, pero lloremos por nuestros pecados y por los pecados del mundo entero. Esas sí son lágrimas que aprovechan para la salvación".
Su vida es igual a la de san Macario de Alejandría "el Joven" y por ello sean quizás el mismo; a éste se le distingue por las "Homilías Espirituales" que no son suyas. Junto con san Antonio Abad y san Atanasio de Alejandría, fundó el monacato de Oriente.
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Santos MARIO, MARTA, AUDIFAZ y ÁBACOM. c. 303.
(Mario de Persia, Maris). Excelente. Macho. De Marte.
(Marta de Persia). Atractiva señora, patrona, que provoca.
(Audifax). Activo.
(Abacuc, Abacus). Que no habla.
Martirologio Romano: En la vía Cornelia a trece millas de Roma, en el cementerio ad Nymphas, santos Mario, Marta, Audifaz y Ábaco, mártires.

La leyenda narra que Mario, un noble persa, su mujer Marta y sus hijos: Audifaz y Ábaco marcharon a Roma para venerar las tumbas de los apóstoles. El emperador Claudio II había ordenado a sus legiones que juntaran a los cristianos romanos en el anfiteatro en donde los mataron e incineraron. La familia persa juntó las cenizas de los mártires y las enterraron juntas. Por este hecho, el gobernador Marciano los aprehendió y los torturó antes de matarlos. Algunos antiguos Martirologios colocan esta venida a Roma y los hechos sucesivos hacia el 268/270, al tiempo del reinado de Claudio II, cuando se sabe perfectamente que no hubo persecuciones contra los cristianos; la reciente edición del Martirologio Romano, en cambio, indica el inicio del siglo IV como fecha de su martirio, a partir de este dato podemos asumir que la familia persa-cristiana se alojó o afincó en Roma por un cierto número de años.

En Roma se asociaron al presbítero Juan, para dar una digna sepultura a 260 mártires en la Vía Salaria -evidentemente víctimas de la mencionada persecución de Diocleciano- que yacían decapitados y sin sepultara, en campo abierto. Por supuesto que esta acción no podía pasar inadvertida, dado el gran número de cuerpos, por lo que Mario y sus familiares fueron descubiertos, arrestados, y conducidos a los tribunales. Primero el prefecto Flaviano y luego el gobernador Marciano, siguiendo las normas de los edictos imperiales, los interrogaron, invitándolos a sacrificar a los dioses; habiéndose negado, fueron condenados a la decapitación los tres varones, en la Vía Cornelia, mientras que para Marta se escogió un estanque a 13 millas de Roma, conocido como "Ad Nymphas" y que hoy es conocido como Santa Ninfa. Sus cuerpos fueron recogidos por la pía matrona romana Felicitas, y sepultados en una propiedad suya de las afueras llamada «Buxus» (hoy Boccea), sobre la misma Vía Cornelia. Todo lo que de ellos se sabe es su nombre, la fecha de su sepultura y el lugar de su enterramiento.

Los cristianos honraron los cuerpos de estos mártires con respeto. Fueron enterrados en la Via Cornelia. Sucesivos estudios dan diversas formulaciones de estas vidas, encontrándose legendarios dos aspectos: el origen persa y el hecho de pertenecer a la misma familia. Debe tenerse presente que en las pasiones de los primeros siglos era frecuente la tendencia a transformar grupos de mártires en miembros pertenecientes a un mismo núcleo familiar. Según los estudiosos, es probable que el grupo haya estado compuesto por cristianos, habitantes de Lorium, una villa imperial distante unos 20 kilómetros de Roma. Sobre el lugar del martirio, en el término de Boccea, surgió luego una iglesia, de la cual son aun visibles los restos, y que fue meta de peregrinación en el Medioevo.
Trece siglos después (en 1590) sus cuerpos fueron descubiertos y ahora son honrados en iglesias tan separadas unas de otras como Roma, Cremona y Alemania (Martirologio Romano). En el arte, este grupo está representado generalmente como una familia noble persa visitando prisioneros. Algunas veces se representan enterrando cristianos en Roma o siendo ejecutados con un hacha. Su culto universal fue suprimido en 1960.
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San MACARIO "Alejandrino". (c.310 - c.408).
de Alejandría "el Joven").
Dichoso. Difunto.
Martirologio Romano: Conmemoración de san Macario, conocido como "Alejandrino", sacerdote y abad en el monte Scete en Egipto.

De él nos informa ampliamente, sobre todo, Paladio, en su "Historia Lausíaca", que es la más antigua y fidedigna historia del primer desarrollo del monacato.
Nació en Alejandría. Se cree que hasta los 40 años fue mercader de frutas y confitería. Se hizo monje en Tebaida (Alto Egipto) hacia el 335. Mantuvo una vida muy ascética con su cuerpo "le estoy atormentando porque él me atormenta mucho a mí".

La vida de Macario e Joven y de sus discípulos, conforme a la relación de Paladio, era de una austeridad extraordinaria. Cada anacoreta tenía su celda separada, donde vivía en la más absoluta soledad durante la emana; pero los sábados y domingos se reunían para los oficios divinos. Ocupábanse en la oración; observaban en trabajos manuales, como tejer esteras o cosas semejantes, que les ayudaran a fomentar la contemplación y unión con Dios. En general, era admirable la alegría, buen espíritu y aun la buena salud corporal, de que disfrutaban aquellos solitarios, a pesar de que su comida se reducía a lo más frugal e indispensable para mantener la vida. Sanos de cuerpo y de alma, aquellos anacoretas, bien orientados por sus excelente maestros, vivían sólo para Dios, a quien se habían consagrado por completo.

A esta vida de retiro absoluto del mundo, de oración y consagración a Dios, uníase la más estricta continencia, que constituyó desde un principio una parte sustancial del ascetismo cristiano, a lo cial se añadió una inmensa variedad de austeridades y penitencias, que a las veces rayaban en lo inverosímil. En todo ello fue Macario a la cabeza; pero, según Paladio, sobresalía de un modo especial por sus austeridades, realizadas siempre con el más elevado espíritu de amor e imitación de Jesucristo en su pasión y con el ansia de reparación por e mundo, encenagado en toda clase de pecados.
Satanás le tentó para que abandonara el desierto y se dedicase a cuidar enfermos en un hospital, pero supo que aquello era una tentación y la venció obedeciendo la voz de la inspiración. La leyenda dice que permaneció seis meses desnudo en el desierto para castigarse por haber matado un mosquito que le había picado en el pie. Le picaron tantos insectos, que su cuerpo se hinchó tanto que sólo fue conocido por la voz.

A todos los demás superaba Macario en la austeridad de vida, que llegó a hacerse proverbial entre los monjes del desierto. Siete años seguidos se alimentó únicamente de plantas y algunos granos, y durante los tres días siguientes se imitaba a cuatro o cinco onzas de pan diarias y un poco de agua. Impulsado por la misma ansia de mortificación, ejercitábase en largas vigilias, y para que no o rindiera el sueño, se mantenía fuera de su cabaña, quemado por el sol durante el día y transido de frío por la noche. Dios e había dado un cuerpo especialmente apto para soportar las más duras maceraciones y sacrificios, por lo cual, motivado siempre del ansia de agradar a Dios, trataba de imitar cualquier ejercicio espiritual que veía u oía de otros solitarios.
Es famosa la anécdota del cesto de uvas que había recibido como regalo, y pensó que era mejor que se las comiese un monje más viejo, y se las envió, éste pensó lo mismo, y así, todos los monjes que la recibían pensaban igual y actuaban igual, hasta que el cesto llegó intacto otra vez a manos de Macario (esta anécdota se cuenta también de santos Palemón y Pacomio). Fue ordenado presbítero y por algún tiempo vivió en el monasterio de Tabenna donde visitó a san Pacomio, pero fue tanta la penitencia que hacía que los monjes pidieron al abad que le ordenara mitigarlas.

De la misma suavidad de su trato y de la alegría espiritual irradiaba en torno suyo, es buen testimonio el hecho siguiente, referido por los historiadores, que, aunque tal vez pertenezca al mundo de las leyendas, es indudable el mejor símbolo del atractivo humano de la virtud de Macario. En efecto, atravesando el Nilo en cierta ocasión junto con el otro san Macario (el Viejo), cruzáronse con un grupo de ofíciales del ejercito, los cuales vivamente impresionados por el porte alegre y la felicidad que respiraban ambos anacoretas, decían los unos a los otros: "Es curioso como estos hombres son tan felices en medio de su pobreza". Oyendo esta expresión Macario de Alejandría cuéntase que repuso: "Tienes razón, al calificarnos de hombres felices, pues en verdad así lo atestigua nuestro nombre (Macario, palabra griega, significa feliz). Pues si somos felices porque despreciamos el mundo, ¿no es justo que os consideréis vosotros como miserables por ser sus servidores?" El mismo relato añade que estas palabras unidas al ejemplo de los dos solitarios, produjeron tal efecto en el jefe de aquel grupo, que volvió a su casa, distribuyó todo lo que poseía entre los pobres y se hizo ermitaño.

Para que el ejemplo de su vida fuera más humano y más completo, Dios permitió que fuera víctima de persecuciones y aun calumnias. Estas llegaron a tal extremo, que por algún tiempo se vio forzado a abandonar su celda y fue desterrado a Nitria, por la fe católica, por obra de Lucio, patriarca arriano de Alejandría. Más aún. Dios permitió igualmente fuera su alma probada con la mayor obscuridad espiritual. Efectivamente, movido de su ansia de contemplación, refiere Paladio que se encerró dentro de su celda con el propósito de permanecer en ella cinco días seguidos. Los dos primeros días se sintió inundado de dulzura celestial: pero al tercero se sintió acometido de tal turbación y guerra del enemigo, que se vio obligado a volver a su vida normal. Por esto observaba él a sus discípulos qué Dios se retira en ciertas ocasiones, para que los hombres experimenten su propia debilidad y reconozcan que la vida es una lucha.

No es, pues, de maravillar que con una vida tan santa recibiera de Dios la gracia especial de hacer milagros Tal vez algunos de los que se le atribuyen entren en el campo de la leyenda.
Murió contando unos cien años de edad. Algunos le han atribuido una regla para los monjes. Tal vez se puede relacionar con esta regla lo que san Jerónimo copia en su carta a san Rústico. Por otra parte, el bien conocido "Codex Regularum", de san Benito de Aniano presenta una regla con el nombre de los dos Macarios, san Serapión, san Pafnucio "el Grande", etc. En el desierto de Nitria se mantuvo, durante varias centurias, un monasterio que lleva el título de San Macario. Su culto se introdujo en Oriente ya en la antigüedad.
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San BASIANO DE LODI. M. 409/13.
Bajo, gordo.
Martirologio Romano: En la ciudad de Lodi, en la Liguria (hoy Italia), conmemoración de san Basiano, obispo, que luchó enérgicamente, junto con san Ambrosio de Milán, para proteger a su grey de la herejía de los arrianos, que aún persistía en su diócesis.

Nació en Sicilia en el seno de una familia pagana; era hijo de Sergio, gobernador de Siracusa durante el imperio de Constantino. Su padre lo envió a Roma para que estudiase y así sucederle en el gobierno de la ciudad. En Roma, Basiano, se dedicó al estudio de la religión cristiana, donde se convirtió y fue bautizado por un sacerdote llamado Giordano. El padre, al enterarse, se enfadó muchísimo y envió a sus emisarios con el fin de conseguir su renuncia a la nueva fe y, conducirlo de vuelta a casa. Pero Basiano mientras oraba en la iglesia de San Juan Bautista, fue advertido por el Cielo de la trama de su padre, y huyó a Rávena, haciendo perder sus huellas. En esta ciudad fue ordenado sacerdote, donde conquisto fama por su sabiduría y amor al prójimo.

Cuando en el 376, la ciudad (377) de Lodi quedó en sede vacante, fue consagrado obispo y, según cuenta una leyenda, al ocupar su sede muchas personas que padecían lepra fueron curadas milagrosamente, mientras una voz de lo alto les aseguraba que esta ciudad jamás padecería esta enfermedad. Fue obispo de Lodi durante 30 años. Tuvo grande amistad con san Ambrosio de Milán, con el que estuvo en el concilio de Aquileya (381). Patrón de Lodi.
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San LAUNOMARO. M. c. 593.
(Lomero, Laumer de Blois, Launomar, Laudomar, Laudomaro, Leomer, Ludomaro. fr.: Laumer, Lhômer).
Glorioso.
Martirologio Romano: Cerca de Carnuto (Chartres), de Neustria (hoy Francia), san Launomaro, abad del monasterio de Corbión, que había fundado él mismo en la soledad de Perche.

En su niñez fue pastor en Chartres, su ciudad natal; parece que en su primera juventud empezó a gustar de la vida ascética, por lo que, cuando salía a la tarea en el campo, repartía el almuerzo del día entre los peregrinos que iba encontrando.
Fue formado en las letras en Chartres, y deseando una vida completamente retirada, se marchó a la abadía de Micy, cerca de Orleas, habitada por piadosos eremitas. Pasó allí doce años y regresó a Chartres, donde recibe las órdenes sagradas y fue incorporado al capítulo catedralicio, cumpliendo allí la función de ecónomo.

Después, deseando mayor soledad, fue ermitaño en el bosque de Perche al que se unieron muchos discípulos para los cuales fundó el monasterio de Corbion en la diócesis de Chartres del que fue abad. Vivió 100 años y murió en el monasterio por él fundado que más tarde se llamaría Moutier Saint Laumer. Tuvo el don de profecía y de hacer milagros.
Fue enterrado en Chartres, en la iglesia de Saint-Martin-du-Val, sin embargo, ya en el 595 hubo un primer traslado, a la abadía fundada por él. Pero en el 874, por las invasiones normandas, los monjes buscaron refugio en Blois, y llevaron con ellos las reliquias de su santo fundador. Estas reliquias consiguieron atravesar las profanaciones de los hugonotes del siglo XVI, pero desaparecieron en 1793, con la Revolución. La historia benedictina reivindica a Laudomaro como uno de los suyos. Tiene culto local.
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San JUAN DE RÁVENA. M. 494/595.
Dios es misericordioso. El que está en gracia de Dios. Boca de oro. Admirable.
Martirologio Romano: En la ciudad de Ravena, en la Flaminia, san Juan, obispo, el cual, mientras toda Italia era devastada en la guerra contra los lombardos, proveyó óptimamente a las necesidades de la Iglesia, como narra san Gregorio Magno, papa, quien le envió su libro de la "Regla Pastoral".

Obispo de Rávena (452 - 494/595); salvó a su ciudad de la furia de Atila y mitigó su destino cuando Teodorico, rey de los ostrogodos, la conquistó.
El Juan de Ravena que celebramos hoy vivió en un momento complicado: políticamente, la invasión de los lombardos, que a partir del 560 se lanzaron a la conquista de Italia, devastando, como solía ser en estos casos, las ciudades a las que vencían. Juan es alabado por cuidar y mantener, incluso desde el punto de vista civil, su pueblo durante la invasión.

Ravena representaba en esas décadas el centro del poder en Occidente del imperio bizantino, por lo que su importancia estratégica no podía ser mayor. Desde el punto de vista eclesiástico, Ravena era el punto de contacto entre la Iglesia de Occidente y el centro imperial de Bizancio, por lo tanto su obispo era, de alguna manera, el rival natural del obispo de Roma. La llamada «Controversia de los tres capítulos», compleja cuestión que pertenece al curso general de la historia de la Iglesia, pero que podemos simplificar mucho diciendo que se trató de un pulso entre el Emperador Justiniano y el Obispo de Roma Virgilio, aunque se desarrolló unos años antes que el episcopado de Juan, dejó secuelas graves en las relaciones entere el papado y el imperio; parece que Juan mantuvo una postura favorable al Emperador, tal como se deduce de la anónima «Epistula generalis seu apologetica contra Iohannem Ravennatem episcopum» (Epístola general o apologética contra Juan, obispo de Ravena), en la que el autor se quejaba amargamente y lanzaba invectivas contra el obispo, ya que había sido condenado a muerte por la autoridad civil en la cuestión teológica que se debatía, y a pesar de que el obispo de Roma lo había perdonado, el de Ravena no.

De todos modos, las relaciones con san Gregorio Magno (que gobernó del 590 al 604, en parte coincidente con Juan) parecen haber sido fluctuantes, ya que, a pesar de la tensión, el Papa alababa la virtud de Juan, y le dedicó una de sus obras más destacadas, la «Regula Pastoralis». Durante su episcopado se concluyó y dedicó solemnemente, el 17 de mayo del 582, la basílica de San Severo in Classe. Nada más sabemos de Juan, cuya vida y hechos sólo podemos deducirlos de manera muy indirecta. En los elencos de los obispos de Rávena aparece como Juan II, pero no parece que haya recibido ningún culto, ni que se le haya citado como santo.
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San ARSENIO DE CORFÚ. M. 959.
Varón enérgico.
Martirologio Romano: En la isla de Corfú, en Grecia, san Arsenio, obispo, que fue un pastor completamente dedicado a su grey y asiduo en la oración nocturna.

Natural de Betania, junto a Jerusalén, de origen judío; vivió en tiempos del emperador Basilio I el Macedonio. Después de haber abrazado la vida monástica a la edad de doce años, completó sus estudios en Seleucia. Ordenado sacerdote, después de una visita a los lugares santos, se fue a Constantinopla con Trifón, que fue Patriarca en el 928, quien le dio algunas tareas en la diócesis.
En el 933 Teofilacto, sucesor de Trifón, lo nombró primer obispo de Corfú. Sabemos tan solo que era muy asiduo a la oración, y que antiguamente en Corfú se mostraba la gruta donde, según la tradición, Arsenio acostumbraba retirarse y pasar las noches orando. Además de unas homilías se atribuye a Arsenio también un poema anacreóntico sobre el domingo de Pascua.

Marchó a Constantinopla para defender ante el emperador Constantino VII Porfirogénito las razones de los notables de su isla; en el viaje de regresó enfermó gravemente y murió en Corinto. Su cuerpo fue trasladado a Corfú y enterrado en la iglesia de los Santos Pedro y Pablo. Lo más probable es que sus reliquias fueran robadas después por los marineros venecianos. La Iglesia latina y la griega celebran la fiesta de Arsenio el 19 de enero. Tiene culto local. Es el patrón principal de la isla de Corfú.
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Beato MARCELO SPÍNOLA Y MAESTRE. (1835-1905).
Dedicado a Marte. Martillo. Represor del mal.
Martirologio Romano: En la ciudad de Sevilla, en España, beato Marcelo Spínola y Maestre, obispo, que fundó círculos de obreros para mejorar la sociedad humana, trabajó por la verdad y la equidad, y abrió su casa a los menesterosos.

Nació en San Fernando de Cádiz, era hijo del marqués de Spinola. Estudió Filosofía y Derecho en la universidad de Valencia y Sevilla. Ejerció de abogado en Huelva; le llamaban "el abogado de los pobres" porque no les cobraba una peseta. Su padre fue destinado como comandante de Marina de Sanlucar de Barrameda, Marcelo se trasladó a esta localidad, donde siguió ejerciendo su profesión. Pero entonces maduró su vocación sacerdotal, bajo la dirección de don Diego Herrero, canónigo de Cádiz. Al ingresar en el seminario dejó a su hermano Rafael sus derechos de títulos y mayorazgo. Fue ordenado sacerdote en el 1864, en Sevilla y, el mismo día, su hermano Rafael caía en combate en Santo Domingo.

Después de una breve estancia en Cádiz, como oficial del provisorato, por insistencia de sus padres pasó a Sanlucar, como capellán de la iglesia de la Merced, donde se dedicó al cuidado de los enfermos y pobres. Se daba a todo y a todos, fue rector de la Hermandad de San Pedro. Fracasó en una oposición como canónigo de Cádiz y cuando desde Sanlucar le pidieron al arzobispo hispalense que le nombre arcipreste de la ciudad, el prelado lo trasladó a Sevilla como párroco de San Lorenzo donde estaría diez años (1871-1881). Aquí creó escuelas y atendió a las comunidades religiosas (entre ellas al recien fundado instituto de las Hermanas de la Cruz, de santa Ángela de la Cruz); fundó un centro obrero y un asilo para huérfanas. Un nuevo arzobispo lo nombró arcipreste de Sevilla, ello le obligará a visitar en nombre del prelado los pueblos y ocuparse de su situación pastoral y problemática del clero. En las inundaciones de 1877, anduvo en barca por las calles de su feligresía ayudando a los afectados.

En 1879, fue nombrado canónigo de la catedral hispalense. Dejó su parroquia y atendió sus nuevos deberes, al tiempo que continuaba su apostolado como director espiritual en las parroquias de la Magdalena. Predicó mucho. Por mandato del obispo creó la Academia de Santo Tomás.
En el 1880, fue consagrado obispo auxiliar de Sevilla, y en el 1884, obispo de Coria-Cáceres, donde fundó las Esclavas Concepcionistas del Divino Corazón de Jesús (1885), que unían los carismas de la contemplación y la actividad, siendo la cofundadora la marquesa de la Puebla, Celia Méndez; además realizó una gran labor pastoral, especialmente en las zonas más humildes. Su traslado a esta diócesis, fue porque se le consideró partidario del carlismo, y el gobierno no veía con buenos ojos que fuera nombrado para la sede hispalense.

En el 1886, fue nombrado obispo de Málaga, donde promovió la educación de los jóvenes trabajadores y de otras personas; visitó pastoralmente su diócesis y con ayuda de misioneros populares como el jesuita padre Tarín. En sintonía con la "Rerum Novarum" se ocupó de los problemas sociales de Málaga y prestó su atención a las escuelas, a los hospitales y la cárcel. Intervino personal y activamente en la peregrinación nacional a Roma, en la que tantos obreros recibieron la bendición de León XIII. Fue nombrado senador por elección unánime de la provincia eclesiástica de Granada. Se destacó por su defensa de la libertad de enseñanza.

En el 1896, fue nombrado arzobispo de Sevilla. En el 1906, fue elegido cardenal, a pesar de su oposición, pero no llegó a tomar posesión porque murió antes. Fue uno de los pioneros de la acción social en España. Publicó pastorales en defensa de la clase obrera; esto levantaba ampollas en muchos ambientes. Creó escuelas de aprendices. Visitaba barriadas obreras, iba a las cárceles y hospitales. Abrió su casa a todo el que llamaba a su puerta; impulsó la fundación del periódico católico "El Correo de Andalucía". Tuvo serios disgustos relacionados con la política y con algunos de sus compañeros del episcopado; pero aceptó siempre las resoluciones de la Santa Sede.
En 1904, visitó a san Pío X que le mostró su aprecio, y celebró el 50ª aniversario de la definición dogmática de la Inmaculada Concepción con una magna Asamblea Nacional y la coronación canónica de la Virgen de los Reyes, para cuya fiesta obtuvo el indulto de un condenado a muerte. Un año antes de morir se tiró a la calle pidiendo limosna para los pobres. Impresionó el total olvido de sí mismo, su trabajo y oración; la gloria de Dios era su obsesión: "Quiero, escribía, la santidad o la muerte, para usted y para mí, pues si no damos gloria a nuestro Padre celestial, ¿para qué queremos la vida?". Sus restos reposan en la catedral de Sevilla. El 29 de marzo de 1987 fue beatificado por san Juan Pablo II.
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OTROS SANTOS DEL DÍA:

San Germánico de Filadelfia. M. 156/67.
Natural de Germania.
Martirologio Romano: En Esmirna, de Asia (hoy en Turquía), pasión de san Germánico, mártir de Filadelfia en tiempo de los emperadores Marco Antonino y Lucio Aurelio. Fue discípulo de san Policarpo, al que precedió en el martirio, y condenado por el juez en el vigor de la primera juventud, por gracia de Dios superó el miedo de la fragilidad corporal, llegando a provocar él mismo al animal que le destinaron para su sacrificio.
Mártir en Esmirnia, durante la persecución de Marco Aurelio. Era un muchacho joven, y su martirio nos lo relató san Policarpo de Esmirna (ya que fue uno de sus discípulos), en una carta antes de morir (ya que Germánico le precedió por unos días en el martirio). Murió "ad bestias", y según se cuenta en la carta, el mismo juez quiso que abjurase, pero lleno de piedad, ante este muchacho que "avanzando resueltamente al encuentro del león, buscó la muerte entre los dientes despiadados del animal". En sus Actas se dice que "era fortísimo él y con toda su alma devoto de Dios, apagó con el poder de su virtud los ánimos de los incrédulos". Esta carta es uno de los documentos más auténticos de la historia eclesiástica.

San Ponciano de Spoleto. M. 169.
Del mar.
Martirologio Romano: Cerca de Spoleto, ciudad de la Umbría (hoy Italia), san Ponciano, mártir, que fue duramente azotado con varas y, finalmente, degollado por su fe en Cristo, en tiempo del emperador Antonino.
Mártir que murió en Spoleto durante la persecución de Marco Aurelio; en sus Actas hay errores históricos. Su cuerpo fue enterrado por los cristianos fuera de los muros de la ciudad, donde tiempo después se erigió una basílica dedicada a él. En el 968, Baldrico XV de Bélgica obtiene un brazo del santo que trasladó solemnemente como reliquia para la ciudad de Utrecht, y desde esa época es también patrono de esa ciudad.
San Ponciano es invocado como patrono contra los terremotos, porque de los daños producidos por los que sacudieron la región desde 1703 hasta 1723, se libró la ciudad de Spoleto, invocando a su patrono. La leyenda afirma que cuando Ponciano fue decapitado, un temblor sacudió la ciudad, pero que el mártir, antes de morir, profetizó "Spoleto temblará, pero no caerá".

Santas Arquelaide, Tecla y Susana. M. 293.
(Arquelaida). Jefa del pueblo.
Tecla: Maravillosa o Fama divina.
Susana: De Susa. Lirio. Azucena.
Jóvenes de Romaña que se retiraron a Nola para huir de la muerte durante la persecución de Diocleciano; donde llevaron una vida de oración y buenas obras. Los milagros que realizaron fueron sobre todo la curación de enfermos y la curación de las almas, con ello adquirieron gran fama por su virtud y santidad que se expandió por todos lados, esto hizo que algunos paganos las denunciaran a Leoncio, gobernador de Campania, que decidió condenarlas a muerte porque no sacrificaron a los dioses. Conducidas a Salerno, sede de Leoncio, después de una larga discusión con Arquelaida, fue torturada y al final todas fueron decapitadas a una milla de Capua.

Santas Liberata y Faustina. M. c. 580.
(Liberata de Como). Libre.
(Faustina de Como). Dichosa.
Martirologio Romano: En Como, santas Liberata y Faustina, hermanas y vírgenes, fundadoras del monasterio de Santa Margarita.
Eran hermanas gemelas, jóvenes de nobles orígenes de Rocca d'Algisio, cerca de Piacenza. Atraídas del ideal ascético, dejaron su familia y se retiraron a como ermitañas cerca de Cómo, donde fundaron el convento de Santa Margarita; aquí vivieron con humildad y dedicadas a la oración.
Viendo el dolor de una viuda, renunciaron al matrimonio, al mundo y sus facilidades. Para escapar del matrimonio las hermanas, conducidas por el sacerdote Marcelo, escaparon de la casa paterna, atravesaron el Po en una barca, conducida por un ángel, y al llegar a Como encontraron asilo en un convento.

San Remigio de Rouen. M. c. 772.
Remedio. Alimentar la tierra. Pastor guerrero. Remero.
Martirologio Romano: En Rouen, ciudad de Neustria (hoy Francia), san Remigio, obispo, hermano del rey Pipino, que se preocupó por introducir el modo romano en el canto de la salmodia.
Hijo natural de Carlos Martel y de su concubina (algunos historiadores dicen que esposa legítima) Suanichilde de Baviera. Era abad en Fontanelle cuando fue elegido por el rey Pipino como obispo de Rouen (755-772). Realizó una gestión diplomática en nombre del papa Paulo I por la devolución de unas tierras que el rey longobardo Desiderio había confiscado, y que le valió al obispo un elogio por parte del papa ante Pipino. Trabajó con éxito en la introducción del rito y del canto romano en la Galia. En el 762 participó de un concilio local en Attigny, y es este el último hecho que tenemos de su episcopado, que finaliza con su muerte unos diez años más tarde, probablemente en el 772.
En el siglo IX su cuerpo fue trasladado a Soissons junto con el de muchos otros santos, y en el 1090 volvieron a Rouen. En 1520 fueron trasladados algunos de sus restos al palacio imperial en Austria, y en 1562, al tomar los hugonotes la ciudad de Rouen, profanaron las reliquias y las incineraron. Tiene culto local.

San Catelo de Stabia. s. IX.
Obispo de Stabia (hoy Castellmare di Stabia, Italia), cuando los lombardos devastaron la Campania, destruyendo iglesias y monasterios. San Antonino de Sorrento, abad de Sorrento, se refugió junto a Catelo y juntos se retiraron en el monte Aureo donde construyeron un oratorio en honor de san Miguel, buscando una vida más eremíca.
Catelo fue acusado ante el Papa de abandonar a sus fieles y fue conducido a Roma, donde estuvo encarcelado durante un tiempo, hasta que el nuevo Papa, del que también se desconoce el nombre, lo liberó y le entregó los materiales necesarios para reconstruir el oratorio que era de madera. Se le venera como el principal santo y patrón de Castellmare di Stabia.
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