Santoral del 11 de Septiembre



INDICE

Santa ESPERANZA
San PAFNUCIO "el Grande"
Beato LUIS IV DE TURINGIA
San ELÍAS "el Speleota"
San Félix y Santa Regula
Beato BUENAVENTURA DE BARCELONA
San JUAN GABRIEL PERBOYRE
Beato FRANCISCO JUAN BONIFACIO
OTROS SANTOS DEL DÍA
  1. En Roma, en la vía Salaria vieja y cementerio de Basila, el triunfo de los Santos Mártires Proto y Jacinto, hermanos, mayordomos de santa Eugenia; los cuales, en el imperio de Galieno, habiéndose descubierto que eran Cristianos, eran forzados a sacrificar; mas no consintiendo en ello, fueron primeramente azotados con grandísima crueldad, y, por último, juntamente degollados.
  2. En León de España, san Vicente, Abad y Mártir.
  3. En Laodicea de Siria, el martirio de los santos Diodoro, Diomedes y Dídimo.
  4. En Egipto, san Pafnucio, Obispo, uno de aquellos confesores que, en tiempo del Emperador Galerio Maximino, habiéndoles sacado el ojo derecho y desjarretado la rodilla izquierda, fueron condenados a las minas; después, en tiempo de Constantino el Grande, combatió acérrimamente por la fe católica contra los arrianos, y, últimamente, adornado con muchas coronas, descansó en paz.
  5. En Lyon de Francia, el tránsito de san Paciente, Obispo.
  6. En Vercelli, san Emiliano, Obispo.
  7. En Alejandría, santa Teodora, que habiendo caído incautamente, arrepentida de su pecado, perseveró con admirable abstinencia y paciencia en hábito de penitente, sin ser conocida hasta la muerte.

SANTOS PROTO Y JACINTO Mártires
† Decapitados hacia el año 257 en Roma, Italia
Os digo, habrá más fiesta en el cielo por un pecador que haga penitencia,
que por noventa y nueve justos que no tienen necesidad de penitencia.
(Lucas 15, 7)

Los dos hermanos Proto y Jacinto, esclavos de Santa Eugenia, y bautizados con ella por el obispo Hilario, se dedicaron al estudio de las Sagradas Escrituras. Después de haber permanecido algún tiempo en un monasterio de Egipto, edificando allí a todos por su humildad y santidad, siguieron a Santa Eugenia hasta Roma. Llegados a esta ciudad bajo el reinado de Juliano, fueron detenidos, cruelmente flagelados y finalmente decapitados.

MEDITACIÓN SOBRE TRES MANERAS DE HACER PENITENCIA
I. La penitencia debe ser interior: para esto el pecador debe ofrecer a Dios un corazón contrito y humillado, recibir con paciencia y resignación todas las aflicciones que se le envían, y hacerlas servir para la expiación de sus pecados. Sufrirás con paciencia si consideras que esos dolores pasajeros pueden librarte de los suplicios eternos que has merecido. El pecador es, él mismo, la causa de sus sufrimientos. No podemos imputar a Dios ninguno de los males que sufrimos; nosotros mismos somos sus autores (Salviano).

II. Prívate, por espíritu de penitencia, de los placeres que no están prohibidos por la ley de Dios. No mereces el goce que se encuentra en la posesión de las cosas creadas, después de haber abusado tanto de ellas para ofender al Señor. Para las almas inocentes son los placeres permitidos; en cuanto a los pecadores, deben ellos hacer penitencia y persuadirse de que Dios les prolonga la vida sólo para darles tiempo de expiar sus pecados.

III. Pero no es suficiente; todavía hay que imponerse mortificaciones corporales para expiar el placer que se ha gustado en ofender a Dios. Los santos siempre han practicado estas austeridades; en sus biografías no se habla sino de vigilias, ayunos, cilicios y disciplinas. ¿Creemos acaso que somos nosotros más inocentes de lo que eran ellos? El camino del cielo no es más ancho ni más cómodo para nosotros que lo fue para ellos. No nos engañemos: hagamos penitencia y no recaigamos en los mismos pecados. Donde no hay enmienda, no hay sino vana penitencia (Tertuliano).
La penitencia.
Orad por la enmienda de los pecadores.


ORACIÓN

Señor, que la preciosa confesión de vuestros bienaventurados mártires Proto y Jacinto reanime nuestro celo, y que su piadosa intercesión nos proteja constantemente.
Por J. C. N. S.



Santos FÉLIX y RÉGULA. M. 305. 

Martirologio Romano: En Zurich en la actual Suiza, santos mártires Félix y Régula. Eran hermanos africanos, cuyo culto se implantó a consecuencia de una traslación de sus reliquias a Zurich. Su leyenda no merece el menor crédito: cuando el martirio de san Mauricio y sus compañeros de la Legión Tebana (a la cual dicen que pertenecían), durante la persecución de Maximiano Hercúleo, se refugiaron en Glarus, cerca de Zurich, Suiza, donde fueron encontrado y martirizados en Zurich junto a Exuperancio que era su criado. Como se negaban a adorar a los ídolos, Decio, gobernador del emperador Maximiano, los hizo sumergir en aceite hirviendo, atormentar en la rueda y por último decapitar. Según una leyenda, copiada de la de san Dionisio, los santos habrían llevado sus cabezas cortadas al sitio donde se levanta la catedral de Zurich. 

Allí se acostaron uno junto a la otra. Carlomagno, guiado por un ciervo, descubrió sus cuerpos decapitados a los que dio sepultura en presencia del obispo. Según el “Breviario de Munébrega” (Zaragoza), diócesis de Tarazona, estos dos hermanos de la Legión Tebana, llegaron a la ciudad de Torrijo, dominada por los suevos, donde después de pasar algún tiempo en ayuno y oración, predicaron el Evangelio al pueblo... A este tiempo llegaron los perseguidores del emperador Maximiano, y el prefecto Daciano, después de oir su confesión de fe, les mandó asar en una parrilla de la que salieron ilesos y luego fueron decapitados, y llevaron sus cabezas en las manos hasta el lugar donde fueron sepultados.
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San PAFNUCIO "el Grande". (c.280 - c.350). 


Martirologio Romano: Conmemoración de san Pafnucio, obispo en Egipto, que fue uno de aquellos confesores que, en tiempo del emperador Galerio Maximino, habiéndoles sacado el ojo derecho y desjarretado la pantorrilla izquierda, fueron condenados a las minas, y después, asistiendo al Concilio de Nicea, luchó denodadamente por la fe católica contra el arrianismo. Obispo y abad en Egipto. Visitó a los solitarios del desierto y allí descubrió ejemplos de santidad como la de san Onofre y la de san Antonio Abad con quién convivió. Tuvo que abandonar la vida solitaria al ser nombrado obispo de la Tebaida superior. Durante la persecución de Maximino Galerio, fue objeto de torturas por lo cual perdió un ojo y tuvo una pierna mutilada y fue condenado a trabajos forzados en las minas. En el I Concilio de Nicea en el 325, se le trató con especial fraternidad por sus torturas y por ser monje del desierto y allí persuadió a los Padres para que no obligaran a los clérigos casados a divorciarse de sus mujeres. Fue siempre abierto y misericordioso y gran luchador contra el arrianismo.

Gozó del favor del emperador Constantino. Fue san Pafnucio familiar amigo de Atanasio de Alejandría y estuvo con él en el concilio de Tiro, donde al ver seducido por los Arrianos al obispo Máximo, llegóse a él y tomándolo por la mano, lo sacó de entre ellos, diciéndole: “No puedo sufrir ver entre herejes un obispo que ha padecido por la fe”. Oídas después las razones de Pafnucio volvió Máximo a confesar la fe católica. Finalmente después de haber gobernado muchos años santamente su Iglesia, entregó su espíritu en manos del Creador. Según la leyenda fue quién convirtió a santa Tais de Alejandría. Se dice que murió crucificado en el tronco de una palmera.
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San ELÍAS "el Speleota". (863 - 960)

Martirologio Romano: En el monasterio de Aulón, en Calabria, de Italia, san Elías, apodado Espeleota, insigne promotor de la vida eremítica y cenobítica. Nació en Reggio Calabria, en el seno de una familia muy rica; sus padres se llamaban Pietro y Leonzia. Cuando tenía 18 años, su madre le propuso que se casara con una joven noble y formar una familia. Elías rechazó la proposición y huyó de casa, marchó a Taormina en Sicilia para hacer penitencia, después peregrinó a Roma. Aquí, en las cercanías de la ciudad eterna, tomó el hábito monástico como monje basilio (quizás en la abadía de Grottaferrata). 

 Regresó a Reggio Calabria, pero huyó de nuevo, esta vez con el monje Arsenio, se fue a Patrás en Oriente. Mientras tanto los sarracenos irrumpieron en Calabria haciendo estragos y esclavos. Al regreso de Patrás, Elías Spelota (habitante de grutas), junto con los monjes Cosme y Vital, se retiró para llevar una vida de penitencia en la gruta de Melicuccà. Aquí, los habitantes de los pueblos cercanos, atraidos por su fama de santidad, iban a visitarlo, escucharlo, y a recibir su consuelo y ánimo. Murió con 97 años. Fue sepultado en una tumba que él mismo había excavado en la gruta con sus manos.
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Beato LUIS IV DE TURINGIA. (1200-1227).

Landgrave de Turingia y marido de santa Isabel de Hungría. Tuvieron tres hijos y uno de ellos fue su hija la beata Gertrudis de Turingia. Fue un esposo fiel, un devoto y honesto cristiano, que apoyó a su esposa en sus obras de caridad. Una vez, encotró a un leproso que se acercaba al castillo en busca de ayuda; lo acompañó hasta el palacio y ahí lo dejó; el enfermo fue a echarse en la cama del landgrave y éste al verlo, se sintió tentado a dejarse llevar por la cólera, pero de pronto pareció ver que no era el leproso, sino el Hijo de Dios crucificado el que estaba en el lecho. Se retiró sin decir palabra y al momento inició la empresa de construir un lazareto en la colina de Wartburg. Poco tiempo después, Isabel dijo a su esposo que ambos podían servir mejor a Dios si en vez de un castillo y un enorme parque dedicaran aquélla tierra al arado y al mantenimiento de un centenar de ovejas. El landgrave se echó a reír: "¡No llegaríamos a pobres!", dijo. "Con tanta tierra y tantas ovejas, la mayoría de la gente que nos conoce, dirá que somos ricos".

El landgrave era un hombre justo y un buen gobernante. En 1225, algunos mercaderes de Turingia fueron asaltados, golpeados y robados, en la frontera de Polonia. Luis pidió reparaciones, pero ni siquiera obtuvo una respuesta, de modo que tomó su caballo y se fue hasta Polonia donde obligó a los ciudadanos de Lubitz a darle toda suerte de satisfacciones. Lo mismo sucedió en Würtzburg a donde el landgrave se trasladó para presentarse ante el príncipe-obispo y recuperar todo el cargamento que había sido robado a un traficante de sus tierras. 

En 1226, a solicitud del emperador Federico II, emprendió una campaña militar y, junto con él, asistió a la dieta de Cremona para aconsejarle y dirigirle. Cierta vez, debió pasar lejos de su casa un crudo invierno y primavera; y nos dice el escritor Bertoldo que, al regresar, su esposa Isabel "le dio mil y mil besos con el corazón y con la boca" y cuando él le preguntó cómo había soportado su pueblo el frío terrible, ella replicó: "Le dimos a Dios lo que era Suyo y él conservó para nosotros lo que era nuestro". "Bien has obrado, mujer", repuso Luis. "Da a Dios lo que tú quieras, con tal de que me dejes Wartburg y Neuenburg". Esa misma frase o alguna muy semejante fue la que dio Luis como respuesta a un tesorero de su casa que se quejaba de los “despilfarros" de Isabel en caridades a los pobres. Defendió sus derechos contra el obispo de Maguncia, y los defendió con las armas sus derechos al margraviato de Meissen, por ello fue excomulgado dos veces. En 1227 recibió la cruz de manos del obispo Conrado de Hildesheim, como hábil soberano y valiente guerrero, murió en Otranto de fiebres mientras guerreaba en la cruzada de Federico II. El joven Landgrave fue enterrado en la abadía benedictina de Reinhardsbrunn y ahí se le venera en este día. Su culto no ha sido nunca confirmado, aunque tiene culto popular.
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Santa ESPERANZA. (c.1216 - 1276).


Nació en Gubbio (Umbría). Pariente de san Ubaldo de Gubbio. Cuando tenía 9 años se le apareció Jesús que le dijo que debía despojarse de los bienes terrenos y hacer penitencia. Nuestra santa se vistió con una áspera piel de cerdo, con un cinturon de hierro y se alejó de la familia para seguir la llamada del Señor. Toda su vida fue un ansia profunda de oración y sobre todo de la meditación de la Pasión de Cristo. Estas meditaciones fueron a menudo el preludio de éxtasis y visiones alegóricas, especialmente los Viernes santo.

La oración fue acompañada de una áspera vida penitencial, llena de astinencias y largos ayunos cuaresmales. La última cuaresma de su vida transcurrió en el territorio de Cingoli, en el Sasso de Citona, hoy llamado “Gruta de santa Esperanza”. Tuvo dones taumatúrgicos, que atrajo, ya sea en vida como en la muerte, una multitud de devotos. Con el signo de la cruz, obró milagros con especial predilección hacia los niños enfermos, las mujeres estériles y los encarcelados. Ejerció la caridad con los pobres, a los que animaba con palabras llenas de fe y esperanza: “el Señor proveerá”, “confía en el Señor”, etc. Fue llamada para dirimir las discordias entre las ciudades y en el interior de ellas, entre las facciones de güelfos y gibelinos. Esperanza fue, además, una santa itinerante, desde el inicio de su vocación hasta los últimos momentos de su vida.

Intentó imitar a Cristo con el desapego de los bienes terrenales. Su vida de peregrinación le permitió viajar por numerosas ciudades y edificar a los cristianos con la palabra, con el ejemplo y con los milagros. Visitó Roma, Spoleto, Gubbio, Recanati, Fossato di Vico, Fabriano, Cagli y la tradición nos dice que fue a Tierra Santa. Después de largas peregrinaciones, se estableción en Cingoli, vistiendo el hábito benedictino en el monasterio de San Michele. A causa de su santidad y autoridad moral, fue elegida abadesa. La leyenda cuenta el célebre milagro de las cerezas. En el mes de Enero, la santa llamó a algunos albañiles para la restauración y ampliación del monasterio. Les preparó de comer y al final de la comida les preguntó si querían alguna otra cosa. Los albañiles, bromeando, le respondieron que querían cerezas frescas. La santa, después de orar, se le apareció un ángel con un cesto de cerezas y se las llevó a los albañiles, los cuales, asombrados, le pidieron perdón por la broma. Su sepultura pronto fue meta de peregrinaciones y lugar de gracias y milagros. Sus restos incorruptos se conservan en el monasterio benedictino de Santa Esperandea en Cingoli.
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Beato BUENAVENTURA DE BARCELONA. (1620-1684).

Martirologio Romano: En Roma, beato Buenaventura de Barcelona (Miguel) Gran, religioso de la Orden de Hermanos Menores, que, amante de la observancia regular, instituyó conventos para retiros espirituales en muchos lugares del territorio romano, mostrando siempre máxima austeridad de vida y caridad para con los pobres. Miguel Bautista Gran nació en Ruidoms (Tarragona), en el seno de una familia muy humilde. Por imperativo paterno se casó a los 18 años, pero de común acuerdo con su esposa, el matrimonio fue blanco. Enviudó a los 16 meses de la boda y así pudo ingresar en los franciscanos recoletos en el monasterio de Scornalbou en 1640, donde profesó y cambió el nombre por el de Buenaventura, sirviendo a sus hermanos como cocinero, portero, enfermero o limosnero en diversos conventos de Cataluña durante 17 años.

Para huir de la fama que le seguía de taumaturgo y para extender la reforma marchó a Roma en 1659, después de visitar Loreto y Asís, vivió unos meses en el convento de Aracoeli y fue destinado al colegio de San Isidoro, donde se preparó para su misión de reforma de la Recolección, fue apoyado por papas y cardenales; fundó varios conventos de vida contemplativa en la provincia romana de su Orden: el primer convento reformado fue el de Santa María de las Gracias en Poggio Romano (Sabina), San Cosimato en Vicovaro (Tívoli) y San Sebastián al Palatino, con los que puso los fundamentos a la llamada “Riformella”, compilando estatutos, con aprobación pontificia, para el régimen de estas casas. Esta fue su contribución histórica a la Orden franciscana. Papas y cardenales solicitaron su consejo, concretamente el papa el beato Inocencio XI.

Fue conocido como un gran maestro en las cosas del espíritu, pero por humildad nunca quiso acceder al sacerdocio, a pesar de las presiones que recibió en este sentido. Con todo fue guardián, visitador y vicario. Su vida se desenvolvió entre los límites de la más extricta pobreza y humildad. Gozo de los dones sobrenaturales como la discreción de espíritus, lectura de los corazones, penetró en el misterio de la contemplación infusa y tuvo muchos éxtasis y visiones sobrenaturales. Murió en Monte Palatino en Roma, convento que él había fundado. Fue beatificado por san Pío X el 10 de junio de 1906.
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San JUAN GABRIEL PERBOYRE. (1802-1840).

 
Martirologio Romano: En la ciudad de Wuchang, de la provincia Hubei, en China, san Juan Gabriel Perboyre, presbítero de la Congregación de la Misión y mártir, que, dedicado a la predicación del Evangelio según costumbre del lugar, durante una persecución sufrió prolongada cárcel, siendo atormentado y, al fin, colgado en una cruz y estrangulado. Nació en Puech de Montgesty, Cahors (Francia), en el seno de una familia acomodada. Seis de sus hermanos eligieron la vida religiosa o sacerdotal. Ingresó en la Congregación de la Misión en el 1818 de Maontaubant, de donde pasó a París, donde estudió Filosofía y Teología, al mismo tiempo que enseñaba. En 1820 emitió sus votos; en 1923 fue a Montdidier para enseñar en aquel colegio.

Aquí fue ordenado sacerdote en la capilla de las Hijas de la Caridad de la rue du Bac, donde cinco años más tarde se aparecería María Milagrosa a santa Catalina La Bouré. Después de ser ordenado sacerdote (1825), enseñó teología en Saint-Fleury (1825-1835) en París y se dedicó a la formación de la juventud. Fue vicedirector del seminario interno de su Congregación. Durante estos años fue un gran admirador de Lamennais, del que se separó tras su apostasía. Recibió la noticia de la muerte de su hermano, misionero en China, y se ofreció para sustituirlo, así como el martirio de san Francisco de Régis Clet, pero su salud no era buena. Los médicos decidieron dejarle marchar y, en 1835, llegó a Macao. Después de vivir con sus hermanos portugueses, comenzó, con un veterano compañero una travesía de 900 Kms hasta Fukien. Sabía hablar el chino, y con la apariencia de un hombre chino, recorrió 1.300 Kms, y llegó a Nayang en 1836. Sus primeros cuatro años transcurrieron en los departamentos de Houpe y de Honan donde había trabajado como misionero Francisco de Régis de Clet. Enfermó gravemente, pero se recobró.

Se entregó por entero a sus comunidades, y a nivel personal tuvo una purificación interior a causa de los escrúpulos sobre su propia salvación, que supo superar y que le templaron el espíritu, gracias a una visión de Cristo en la cruz, a esto se le unió, el cansancio de los cristianos y de relajación. Las contrariedades externas (sospechas, rivalidades entre los misioneros, defeccioes y desafectos de los cristianos). En 1839, se desencadenó una persecución, al tiempo que estalló la guerra chino-británica llamada del “opio”. Fue detenido por la traición de un catecúmeno, que por 30 reales lo entregó a las autoridades. Encadenado y semidesnudo, debió aguantar cárceles, traslados, interrogatorios, tormentos. Le dieron bofetadas con cuero, palizas con cañas de bambú, lo tuvieron colgado varias horas por los pelos y los dedos, lo tuvieron arrodillado sobre cristales rotos muchas horas, le dieron a beber sangre de perro… Nada ahorró con él todo con el fin de hacerle apostatar, y así renegasen de su fe, las comunidades cristianas. Fue acusado de magia y de tener relaciones sexuales con vírgenes cristianas. En el 1840, después de una larga prisión y muchas torturas, fue estrangulado en la cruz, por orden del emperador Tao-Kuang, por propagar “una secta abominable”. Lo asfixiaron tres veces y le dejaron morir en la última, en la Montaña Bermeja en Wuchang. Al morir, según cuenta testigos presenciales, una cruz luminosa apareció en el cielo.

Está enterrado en la capilla de la iglesia de la Casa-Madre, en París. El asesinato de Juan Gabriel Perboyre dio al gobierno británico la ocasión para insistir sobre el cumplimiento a una cláusula del Tratado de Nanking, firmado en 1842, donde se acuerda que las autoridades chinas no debían ocuparse de procesar y castigar a un misionero extranjero que fuese detenido, sino entregarlo al cónsul de la nación a que perteneciera el reo, en la ciudad más próxima al lugar de la captura. Fue canonizado el 2 de junio de 1996 por SS. Juan Pablo II.
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Beato FRANCISCO JUAN BONIFACIO. (1912-1946). 

Martirologio Romano: En Krasica, Croacia, beato Francisco Juan Bonifacio, presbítero y mártir. Nacido en Pirano, Istria, en el seno de una familia humilde y profundamente cristiana. Francesco recibió la ordenación sacerdotal en 1936, en la catedral de San Justo en Trieste. Tras un primer encargo en Cittanova, asumió la responsabilidad de la parroquia de Villa Gardosi, que atendía a diversas aldeas esparcidas por la zona de Buie, sin electricidad. Don Francesco se hizo amar enseguida, promoviendo numerosas actividades, visitando a las familias, a los enfermos, y donando lo poco que tenía a los pobres. Su empeño lo convirtió en un sacerdote demasiado incómodo para la propaganda antirreligiosa de la Yugoslavia de entonces, pero a pesar de las intimidaciones prosiguió hasta el final por su camino. La tarde del 11 de septiembre de 1946 don Francesco estaba regresando a su casa desde Grisignana.

Fue detenido por dos hombres de la guardia popular. Quien los vio, contó que desaparecieron en el bosque. Su hermano, que lo buscó inmediatamente, fue encarcelado con la acusación de contar falsedades. El asunto no se conoció durante años, hasta que un director teatral logró contactar a uno de los guardias populares que habían detenido a don Bonifacio. Éste contó que el sacerdote fue metido en un coche, desnudado, golpeado con una piedra en la cara y rematado con dos cuchilladas antes de ser arrojado en una "foiba" (cavidades de rocas lisas con una profundidad de hasta 200 metros). Desde entonces sus restos no han sido encontrados. El hermano del beato, Juan Bonifacio, afirmó en una entrevista a Radio Vaticano que el presbítero “era un sacerdote que vivía el Evangelio con la gente”, “siempre en movimiento: entre los enfermos, enseñando catecismo, siempre dando vueltas por los pueblos”. “Cuando se lo llevaron, la gente lo supo en seguida, porque tocaron las campanas”, recordó. “Por desgracia, nunca le soltaron. Después supe algo, también cómo le mataron.

Pero nunca sentí odio alguno hacia los que le hicieron daño a mi hermano... ¡Aún ahora les perdonamos!”. “Mi hermano -añadió- fue el primero en perdonar, precisamente cuando lo mataban. Él ya estaba preparado para el martirio”. Beatificado por SS Benedicto XVI el 4 de octubre del 2008.
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OTROS SANTOS DEL DÍA:

Santos Proto y Jacinto. M. 257.
Martirologio Romano: En Roma en el cementerio de Basila en la vía Salaria antigua, deposición de los santos mártires Proto y Jacinto, que el papa san Dámaso celebró en sus versos, recuperando sus tumbas escondidas bajo tierra. En este lugar, después de quince siglos fue nuevamente recuperado el sepulcro intacto de san Jacinto y su cuerpo consumido por el fuego. Según la tradición eran dos hermanos romanos, siervos de la casa de san Felipe y fueron martirizados en Roma. Entran en la leyenda de santa Eugenia de Alejandría. Eran sus preceptores. Aunque se haya encontrado en 1845 la tumba de Jacinto, toda su vida está considerada una leyenda. El papa san Dámaso escribió sobre ellos un epitafio. Desde 1969 su culto se ha limitado a los calendarios locales.

San Martiniano. M. 287. Soldado de la Legión Tebana que murió mártir en Agauno (Suiza). Una de sus reliquias es venerada en la parroquia de Pecco, pueblo del valle de Chiusella en Turín, que lo venera como su patrón. Su memoria era celebrada en la archidiócesis de Turín

Santos Mateo y Gusmeo. s. III-IV.
Los hagiógrafos dan dos versiones sobre la vida de estos dos mártires en Gravedona sul Lario (Como, Italia). Según la primera fueron compañeros de san Fidel de Como y de san Carpóforo, que huyeron durante un tiempo a la persecución de Maximiano hasta que fueron encontrados y martirizados en Gravedona. La otra versión los considera soldados que huyeron de la masacre de la Legión Tebana en Agauno en Suiza. Después fueron hallados y martirizados en Gravedona. Después de siglos de olvido sus cuerpos fueron encontrados en 1248 en la localidad de Pozzano de Gravedona y fueron enterrados en una iglesia en Gravedona que lleva su nombre. Patronos de Gravedona.

Santos Diodoro y Dídimo. s. IV.

En el antiguo Martirologio Romano se les menciona así: “En Laodicea de Siria, pasión de los santos Diodoro, Diómedes y Dídimo”. Según el “Menologio de Basilio”, Diodoro y Dídimo eran dos cristianos de Laodicea muy celosos en su trabajo como evangelizadores y consiguieron numerosas conversiones. Denunciados por un grupo de griegos paganos fueron conducidos ante el tribunal del gobernador de Laodicea. Con firmeza y coraje confesaron a Cristo y rechazaron dar culto a los ídolos. Fueron condenados a muerte y, por medio de tormentos, no dejaron de agradecer al Señor, y así cumplieron su martirio. En cuanto a Diómedes no se le menciona en ningún códice y no se puede decir nada de él.

San Paciente de Lyon. M. 491. 
Martirologio Romano: En Lyon, de la Galia, san Paciente, obispo, que, movido por la caridad, distribuyó gratuitamente alimentos por todas las ciudades a orillas del Ródano y del Saona, ayudando a los pueblos oprimidos por el hambre y ejerciendo el apostolado por doquier, para conversión de herejes y cuidado de los necesitados. Obispo de Lyon, confortó y defendió a los cristianos de las Galias en las perturbaciones bélicas e ideológicas de aquel siglo. Convirtió al catolicismo a santa Clotilde, esposa del rey franco Clodoveo. Movido por su caridad hizo llegar gratis a otras provincias, a través del Ródano y el Saona, abundante trigo para socorrer al pueblo hambriento en tiempos de las invasiones visigodas (471). Frente al paganismo y las herejías difundió el evangelio a base de predicación y ganó los corazones a fuerza de bondad. De él escribió san Sidonio Apolinar: "Poseía todas las virtudes apostólicas... No se podría saber qué era en él más admirable, si su celo por la gloria de Dios, o su caridad para con los pobres...". Se le atribuye la edificación de la basílica de Saint-Nizier. Murió en Lyon.

San Sacerdote de Lyon. M. c. 551.

Martirologio Romano:
En París, de la Galia, tránsito de san Sacerdote, obispo de Lyon, que vivió en el amor y temor de Dios, muriendo en aquella ciudad durante un concilio. Obispo de Lyon (544-551); fue consejero del rey Childeberto y en el 549 presidió el concilio de Orleans. Murió en París donde había ido a participar en un concilio.

San Daniel de Bangor. M. c. 584. 
Martirologio Romano: En la isla de Bardsey, en el litoral de Cambria septentrional (País de Gales), san Daniel (Deiniol Wyn), obispo y abad de Bangor. Nació en Gales y era hijo de Dunawd Fwr o Dinothus. Hermano de san Cynwl y Gwarthan. Padre de san Daniel “el Joven”, no se conoce el nombre de su mujer. Se le conoce como Deiniol Wyn. Daniel pronto dejó Powys Gwynedd, y fundó el monasterio de Bangor, con el patrocinio de Maelgwn Gwynedd que lo dotó de tierras y privilegios, después de elavarlo al rango de sede episcopal, colindante con el principado de Gwynedd. Primer obispo y abad de Bangor (Gales); fue ordenado sacerdote por san Dubricio. Daniel pasó el resto de su vida como abad y obispo; asistió al Sínodo de Brefi hacia el 545, junto con san Dubricio y san David de Gales, en el que se trató los reglamentos de la penitencia. Se dice que fue obispo, después de ser ermitaño, a pesar de sus deficiencias culturales. Tuvo dones taumatúrgicos. Sepultado en la isla de Bardsey. La catedral de Bangor está dedicada a su memoria y es el patrón de la diócesis.

San Adelfio de Remiremont. M. c. 670.

Martirologio Romano
: En el monasterio de Luxeuil, en Burgundia (hoy Borgoña, en Francia), tránsito de san Adelfio, abad del monasterio de Remiremont, el cual lloró profusamente por una disensión de menor importancia. Discípulo de san Arnulfo de Metz. Sobrino de san Romárico, le sucedió como abad de Remiremont. Se adhirió durante un tiempo a la rebelión del monje de Luxeuil, Agrestio, pero se arrepintió pronto. Según una Vita breve del santo dice que era: "Apacible en palabras, de aspecto jovial, dulcícimo para con los hombres buenos, suave y afable para todos, extremadamente esmerado en las cosas de Dios, no amante de las cosas ajenas, para los fervorosos, esforzada y dulcemente sujeto a Dios, seguidor de la paciencia y la modestia, laudablemente dispuesto a todos los hombres." Enfermó de gravedad y pidió que le llevaran a Luxeuil, donde murió.

San Leudino o Bodón de Toul. M. c. 670.

Martirologio Romano
: En Toul, de Austrasia (hoy Francia), san Leudino o Bodón, obispo, que, estando casado, se hizo monje y después, por su consejo, también su esposa Odila abrazó la vida monástica. Natural de Toul, hermano de santa Salaberga. Estando casado, se hizo monje en la abadía de Laón y después, por su consejo, también su esposa Odila abrazó la vida monástica. Obispo de Toul. Fundó las abadías de Etival, Bon-Moutier y Affonville.

Gaspar Koteda, Francisco Takeya y Pedro Shichiemon. Beatos. M. 1622. Mártires de Nagasaki. 1622

Martirologio Romano
: En Nagasaki en Japón, beatos mártires Gaspar Koteda, catequista, y los niños Francisco Takeya y Pedro Shichiemon, que, en el mismo lugar y con la misma firmeza que sus padres, que habían sufrido un día antes el martirio, fueron también ellos sometidos por Cristo al suplicio de la decapitación. Gaspar nació en Nagasaki, pertenecía a la familia real de Firando, aunque su familia era cristiana. Fue catequista al servicio de la Compañía de Jesús. Sirvió al beato Sebastián Kimura y posteriormente al beato Camilo Constanzo, acompañándolo en sus correrías apostólicas. Se encontraba con este misionero en la isla de de Ocu, cuando fueron arrestados en 1622. Durante unos meses estuvieron detenidos en la isla de Ikitzuki, y luego condenado a muerte por ser cristiano y por haber colaborado con los misioneros. Mártir en Nagasaki junto con los niños Francisco Takeya y Pedro Shichiemon, cuyos padres habían sufrido el martirio el día anterior. Fueron decapitados.

Francisco Mayaudon. Beato. (1739-1794).

Martirologio Romano:
En el litoral de Francia, cerca de Rochefort, en una nave anclada en el mar, beato Francisco Mayaudon, presbítero y mártir, que encarcelado en tiempo de la Revolución Francesa, por ser sacerdote, en un barco-prisión, murió al fin consumido por agotamiento físico. Nació en Terrasson (Dordoña). Recibió la tonsura en 1752 y estudió en la Universidad de París, donde obtuvo brillantes notas. Ordenado presbítero, recibió una canonjía en la catedral de Saint-Brieuc (1771) y ejerció en esta diócesis el cargo de vicario general. Nombrado deán de Soissons en 1779, en esta diócesis tuvo la confianza del obispo de Soissons, que le distinguió con el cargo de Vicario General del obispado, en el que supo dar al resto del clero ejemplo de fidelidad a la Iglesia a pesar de la persecución que se cometió contra los refractarios al juramento constitucional. Las noticias conservadas sobre él así como sus cartas nos muestran a un creyente totalmente entregado a Jesucristo, paciente ante la adversidad y firme en la fe. Dulce, bondadoso, modesto, afable.

En noviembre de 1793 era arrestado y encerrado en la prisión Notre-Dame de Perigueux. En diciembre fue reconocido apto para la deportación, y en la primavera siguiente fue enviado a Rochefort, donde fue embarcado en “Les Deux Associés” y a consecuencia de las miserias padecidas murió el 11 de septiembre de 1794. Se le enterró en la isla Madame. Fue beatificado el 1 de octubre de 1995 por el papa Juan Pablo II.

José María Segura Penadés. Beato. (1896-1936). 
Martirologio Romano: En la localidad de Genovés, de la provincia de Valencia, en España, beato José María Segura Penadés, presbítero y mártir, que derramó su sangre por Cristo en la persecución. Nació en Onteniente, Valencia. Estudió en el Colegio de Vocaciones y en el Seminario de Valencia. Ordenado en 1921 fue destinado como coadjutor a Adzaneta de Albaida, donde desarrolló una gran labor a través del Patronato Obrero, que fundó con su patrimonio. En Santa María de Onteniente trabajó muchos con los jóvenes. Coadjutor en Onteniente. Murió fusilado en Genovés, por ser sacerdote. 

Pedro de Alcántara Villanueva Larráyoz. Beato. (1881-1936).
Martirologio Romano: En Barcelona, en España, beato Pedro de Alcántara (Lorenzo) Villanueva Larráyoz, religioso de la Orden de San Juan de Dios y mártir, que, por su condición de religioso, obtuvo el martirio durante la despiadada persecución religiosa española. Tenía 55 años y era enfermero en el Asilo Hospital de Barcelona.

Lorenzo nació en Osinaga (Navarra). Educado cristianamente, no toma la resolución de ingresar en la Orden Hospitalaria hasta que tenía 27 años. Una vez hechos los votos religiosos, con el nombre de fray Pedro de Alcántara, es destinado sucesivamente a varias comunidades de su Orden hasta que es destinado al asilo-hospital de Barcelona. Aquí vive las peripecias de los primeros días de la revolución de julio de 1936, en que hubo en dicha casa religiosa registros, amenazas, destrucciones, profanación de la iglesia y objetos sagrados, incautación de los bienes de los hermanos, quienes estaban prácticamente en situación de detenidos; pero en la tarde del día 26 se los deja marchar. Estuvo escondido, y cuando se efectuó un registro le ofreció la familia que lo acogía la ocasión de disfrazarse para no parecer un religioso a lo que contestó: “¡Eso jamás! ¡No hay cosa más hermosa que morir por Cristo! Si me dan uno o dos tiros más pronto iré al Cielo”. Mártir en Barcelona. No se conservan sus restos. Fue beatificado el 25 de octubre de 1992 por el papa Juan Pablo II.
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