Santoral del 13 de Septiembre

INDICE

San JUAN CRISÓSTOMO
San AMADO DE REMIREMONT
Beata MARÍA DE JESÚS LÓPEZ DE RIVAS
Beato AURELIO MARÍA VILLALÓN ACEBRÓN
OTROS SANTOS DEL DÍA
Felipe, Macrobio, Julián, Ligorio, mártires; Maurilio, Eulogio, obispos; Amado, abad; Israel y Teobaldo Santos, canónigos; Beato Amadeo, monje y abad; Venerio, eremita.

En Alejandría, el triunfo de San Felipe, padre de santa Eugenia Virgen, el cual, renunciada la Prefectura de Egipto, consiguió la gracia del Bautismo, y puesto en oración, fue mandado degollar por el Prefecto Terencio, sucesor suyo.
Igualmente los santos Mártires Macrobio y Julián, que padecieron en tiempo de Licinio.
El mismo día, san Ligorio, Mártir, que, viviendo en el yermo, fue muerto por los Gentiles en odio de la fe de Cristo.
En Alejandría, san Eulogio, Obispo, célebre en doctrina y santidad.
En Angers de Francia, san Maurilio, Obispo, el cual resplandeció con innumerables milagros.
En Sens, san Amado, Obispo y Confesor.
En el monasterio de Remiremont, en Francia, san Amadeo, Presbítero y Abad, ilustre por la abstinencia y por el don de milagros.
El mismo día, san Venerio, Confesor, varón de admirable santidad, que llevó vida eremítica en la isla de Palmarola.
Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.

SAN AMÉ o AMATO DE REMIREMONT, Abad
n. hacia el año 567 en Grenoble, Francia;
† hacia el año 630
Quien es fiel en lo poco,
también lo es en lo mucho.
(Lucas 16, 10)

San Amé nació en Grenoble, a mediados del siglo VI, y fue educado en el monasterio de Agaune, donde vistió el hábito religioso. Después de haber vivido algunos años en ese monasterio, se retiró, con el consentimiento de su abad, a una caverna situada en lo alto de una roca. Pasó mucho tiempo en esa soledad, ayunando a pan y agua y obrando numerosos milagros. A pedido de San Eustasio, abad de Luxeuil, se asoció a sus trabajos apostólicos y realizó numerosas conversiones. Persuadió a un señor de Austrasia, San Romarico, a que dejara el siglo y juntos fundaron un monasterio que más tarde se llamó Remiremont. Severo para consigo mismo, indulgente para con el prójimo, San Amé supo, por su dulzura y caridad, conciliar el amor de Dios y de los hombres. Murió sobre la ceniza, revestido de un cilicio, hacia el año 630.

MEDITACIÓN SOBRE TRES MOTIVOS PARA EVITAR EL PECADO VENIAL

I. Hay que evitar con esmero las faltas veniales, porque ellas conducen insensiblemente al pecado mortal. Nadie se hace malo de golpe; un pequeño pecado atrae otro más grande. Así como nada dejas de hacer para prevenir las menores enfermedades del cuerpo, esfuérzate también para prevenir las del alma. No hay excusa ni pretexto que pueda justificar ni el menor de los pecados veniales. No se puede excusar lo que Dios condena (Tertuliano).

II. El pecado venial, por pequeño que te parezca, es un grandísimo mal, puesto que ofende a Dios. ¿Has reflexionado alguna vez en el sentido de estas palabras: Me inquieto poco por faltas veniales, siempre que no cometa las mortales? Acaso no equivalen a éstas: yo no quiero crucificar y dar muerte a Jesucristo, solamente quiero coronarlo de espinas, azotarlo, escupirlo y abofetearlo; y si el temor del infierno no me retuviese, ¿no acabaría así por crucificarlo y darle muerte? ¿Podría concebirse que un cristiano tenga semejante lenguaje?

III. Todos tus pecados veniales serán expiados en las llamas del purgatorio, si las lágrimas de la penitencia no los borran en esta vida. ¡Oh! ¡qué crueles son esas llamas! ¡qué espantoso ese lugar! ¿Quisieras pagar la satisfacción que te procura un pecado venial, al precio de los suplicios del purgatorio? Este fuego pasajero es un tormento más intolerable que todas las tribulaciones de la vida presente (San Gregorio).
La caridad.
Orad por vuestros amigos.

ORACIÓN
Señor, escuchad favorablemente las humildes súplicas que os dirigimos en la solemnidad de vuestro confesor San Nicolás de Tolentino, a fin de que, no poniendo nuestra confianza en nuestra justicia, seamos socorridos por los ruegos de aquél que os fue agradable. Por J. C. N. S.



San JUAN CRISÓSTOMO. (c.350 - 407). Doctor y Padre de la Iglesia.
Martirologio Romano: Memoria de san Juan, obispo de Constantinopla y doctor de la Iglesia, antioqueño de nacimiento, que, ordenado presbítero, llegó a ser llamado “Crisóstomo” por su gran elocuencia. Gran pastor y maestro de la fe en la sede constantinopolitana, sufrió el destierro por la facción de sus enemigos, y al volver del exilio por decreto del papa san Inocencio I, como consecuencia de los maltratos recibidos de sus guardas durante el camino de regreso, entregó su alma a Dios en Comana, localidad del Ponto.

Llamado "Crisóstomo" por su gran elocuencia. Nació en Antioquía de Siria, y era hijo de un oficial del ejército; Juan fue educado por su madre, Antusa, que se quedó viuda a los 20 años, e instruido por el célebre retórico pagano, maestro de helenismo, Libanio. Ejerció la abogacía. En este empleo se dejó arrastrar por las diversiones del mundo, cuando Dios le abrió los ojos. Determinó la determinación de renunciar al mundo.
Orientado al cristianismo por el obispo san Melecio, que lo bautizó a los 18 años (c.368), y por Diodoro de Tarso, llegó a lector y con este maestro empezó la famosa Escuela exegética y teológica de Antioquía, que tanto ha dado a la Teología y Apologética e interpretación de las Sagradas Escrituras. Luego fue ordenado diácono (c. 381). Después de haber estudiado elocuencia y letras, se dejó seducir por la vida eremítica, pero, una dolencia de estómago y la necesidad de gente preparada intelectualmente para vencer las herejías, le hicieron dejarla. En el desierto escribió “Diálogo sobre el sacerdocio”. Fue ordenado sacerdote en Antioquía a los 32 años (c.386) por su sucesor, Flaviano.

Se dedicó al ministerio de la predicación en Antioquía durante doce años (386-398). Sus homilías, construidas sobre una doble trama: dogmática y moral, le granjearon la simpatía del pueblo. Fue célebre su “Homilía sobre las estatuas”, con la cual logró consolar al pueblo, temeroso de una represalia imperial por una rebelión en 386 a causa de un nuevo impuesto. Tras la muerte de san Nectario (397), patriarca de Constantinopla, por su fama de orador y homeleta, Juan fue elegido, en contra de su voluntad, para sucederle. Quiso terminar con el cisma de Antioquía, y para ello pidió apoyo al papa san Inocencio I, que le rogó que admitiera en la comunión al anciano obispo Flaviano. No fructificó su gestión, y entonces Juan se dedicó a fondo a la renovación de su diócesis. Siguió predicando contra el vicio, el lujo y el desenfreno de la corte imperial, ganándose una oposición feroz, especialmente del valido, el eunuco Eutropio. Organizó una gigantesca obra de apoyo a los pobres y luchó especialmente contra el relajamiento del clero y los monjes. A su predicación incansable de la palabra divina, acudían las gentes a Constantinopla en bloque. Renovó la liturgia, como catequesis eficaz y escuela permanente de formación de los fieles. Todavía hoy la Iglesia bizantina titula su “misa” como “La divina liturgia de nuestro padre entre los santos, Juan el Crisóstomo”.

Tan fiel al papa san Inocencio I, como a sus diocesanos, tuvo que enfrentarse a los abusos de poder especialmente los de la emperatriz Eudoxia, que se consideró atacada en una homilía contra el lujo, así como de muchos obispos, que se consideraron agraviados por sus reformas. En venganza, la emperatriz, apoyada por el obispo de Alejandría, Teófilo, y los otros obispos, convocó un Sínodo sedicioso conocido como el de "La encina", donde Juan fue desterrado por primera vez. "No temo la muerte -decía- ni envidio las riquezas. No tengo deseos de vivir, sino es para vuestro bien espiritual... En cualquier lugar donde me mande Dios, le doy las gracias". Marchó a Prenetos, en la costa de Bitinia, pero el pueblo se sublevó contra esta decisión. Reclamado más tarde por el emperador Arcadio, cuando la ciudad sufrió un terremoto, el pueblo lo recibió triunfalmente; pero dos meses después, al oponerse Eudoxia, que aspiraba a los honores divinos en una fiesta popular pagana, fue exiliado de nuevo (404) a Cucuso, en la frontera de Armenia; otra vez el pueblo se sublevó, quemando Santa Sofía y el Senado. Por fin, a causa de las protestas imperiales, fue enviado a un lugar todavía más lejano, a Pitionte, en la costa oriental del mar Negro. Pero durante el viaje murió en la pequeña ciudad de Comana (Tokat, Turquía), en la capilla del mártir Basilio o Basilisco, pronunciando las palabras: "Gloria a Dios por todo. Amén".

En 1909, San Pío X declaró a san Juan Crisóstomo patrono de los predicadores. Su nombre está incluido en la liturgia eucarística de los ritos bizantino, sirio, caldeo y maronita. MEMORIA OBLIGATORIA.
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San AMADO DE REMIREMONT. (565-630).
Martirologio Romano: En Sens, de Neustria (hoy Francia), san Amado, presbítero y abad, célebre por su austeridad, ayunos y amor a la soledad, presidió sabiamente el monasterio de Habend, que había fundado junto con san Romarico.

Nació en un arrabal de Grenoble, en el seno de una familia galo-romana, y siendo todavía niño fue conducido por su padre hacia el año 581 a la abadía de Saint-Moritz en Agauno, Suiza, donde se inició en la vida monástica; fue ordenado de sacerdote y pasó treinta años en la práctica de la oración y de la vida religiosa. Con todo esto fue creciendo cada vez más en él el ansia de la soledad y de la vida eremítica, por lo cual escapó del monasterio y se internó en la montaña, donde se entregó a una vida completamente solitaria. La “Vita” acumula en este lugar diversos hechos más o menos milagrosos, que debieron ocurrir en este tiempo.

Pasando por Agauno el abad de Luxeuil, san Eustaquio, camino de Italia, quedó prendado de la virtud de Amado, a quien visitó y con quien tuvo interesantes conversaciones en su soledad; por lo cual, al volver de Roma en 614, se lo llevó consigo diciendo que no debía permanecer oculta aquella maravillosa lumbrera que Dios había enviado al mundo, y así, durante algún tiempo, Amado se dedicó a predicar en el territorio de Austrasia, donde arrastraba a los hombres con su ejemplo y produjo extraordinario fruto.
Pues bien, en una de sus misiones se encontró con un gran señor, llamado Romárico, ansioso de fundar un monasterio en sus dominios de Remiremont, en la región de los Vosgos. Conducido, pues, por Amado al célebre monasterio de Luxeuil, hízose él mismo monje, y con la aprobación y consejo de san Eustaquio fundaron el nuevo monasterio de Remiremont, con la regla benedictina, del que fue nombrado abad el mismo Amado. La vida monástica arraigó rápidamente. Bien pronto quedó organizado un monasterio de religiosas, que mantenían el “Laus perennis”, como se hacía en Agauno. Amado dejó a san Romarico al frente de los monjes, retirándose él a una gruta solitaria, donde se entregó de nuevo a la vida de contemplación, que constituía sus delicias. Solamente los domingos volvía al monasterio doble de Remiremont, donde daba interesantes instrucciones ascéticas a los religiosos y a las religiosas.

Finalmente, rodeado éste de la mayor veneración de todos, después de haberse distinguido en la dirección de los religiosos y religiosas que la Providencia le había confiado, sufrió con heroica paciencia durante un año las molestias de una horrible enfermedad, y viendo que se acercaba su fin, pidió humildemente perdón de sus faltas, y entregó su alma a Dios. La iglesia de Saint-Amé, cerca de Remiremont, ha sido construida junto a la gruta donde murió. No lejos de Agauno, una capilla señala el lugar probable de su primer retiro.
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Beata MARÍA DE JESÚS LÓPEZ DE RIVAS. (1560-1640).Martirologio Romano: En Toledo, en España, beata María de Jesús López de Rivas, virgen, de la Orden de Carmelitas Descalzas, que, humilde y sufriente tanto en el alma como en el cuerpo, vivió unida a los dolores de la Pasión del Señor.

María López de Rivas nació en Tartanedo (Guadalajara), en el seno de una hidalga familia. Siendo todavía muy niña, murió su padre y se vio obligada a emigrar a Molina de Aragón, al lado de sus abuelos paternos. Aquí vivió serenamente la fe en Cristo. Conoció al jesuita, A. de Castro, quien la encaminó hacia el Carmelo. Santa Teresa de Jesús la aceptó para el monasterio de Toledo en 1577, y emitió su profesión en 1578.

No disfrutó nunca de buena salud y esto le hizo sufrir mucho, no sólo corporalmente, sino también psíquicamente, por el desprecio de sus hermanas en religión que no querían ligarse a una enferma para siempre. Santa Teresa de Ávila la llamaba "el letradillo" y decía de ella: "Estoy segura que será más dichoso el convento que la tenga que todos los demás, porque aun cuando sea para estar en la cama toda la vida, la quiero tener en mi casa". Las enfermedades que siempre la aquejaron no acortaron su vida, a pesar de vivir con todo su rigor la dura vida de carmelita contemplativa y de trabajar sin descanso. Nunca aceptó dispensa de ninguna clase. Como muy bien decía santa Teresa, la enfermedad que la aquejaba era la "enfermedad del amor" que sentía tan hondo y tan grande. Gozó de muchos dones místicos, como la profecía, el éxtasis, visiones y revelaciones.

Desempeñó varios cargos: sacristana, enfermera, maestra de novicias, priora, subpriora... y todos los desempeñó con gran entrega y caridad. Todos acudían a ella para pedirle consejo y la amaban con toda su alma. La misma Teresa en más de una ocasión, le pidió que le solucionara alguna dificultad sobre la vida de oración. Sus devociones predilectas fueron el Sagrado Corazón de Jesús, el Santísimo Sacramento y la Virgen María, especialmente en el misterio de la Asunción. El famoso padre Jerónimo Gracián que la conoció y trató mucho, la elogió grandemente en su obra “Peregrinación de Anastasio”.
Acusada y calumniada, fue depuesta de su cargo de priora y debió sufrir mucho durante muchos años la oposición del provincial, después del padre general. Aunque tratada injustamente, siempre se mantuvo serena y sumisa a la autoridad y fue apreciada por las monjas más prudentes, las cuales, a pesar de haber sido María depuesta como priora, le eligieron para el cargo más comprometido de maestra de novicias. Rica en méritos y con fama de santidad, murió en Toledo. Sus restos reposan en el convento de Toledo. Fue beatificada por el papa Pablo VI el 14 de noviembre de 1976.
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Beato AURELIO MARÍA VILLALÓN ACEBRÓN. (1890-1936).Martirologio Romano: En Almería, de la región española de Andalucía, beato Aurelio María (Bienvenido) Villalón Acebrón, Hermano de las Escuelas Cristianas y mártir, fusilado en odio a la Iglesia.

Bienvenido Villalón Acebrón nació en Zafra de Záncara, Cuenca en el seno de una familia de labradores. Perdió a sus padres de pequeño y fue recogido por un tío suyo. Profesó en los religiosos de las Escuelas Cristianas de Bujedo en 1903 y terminó su noviciado en 1906, tomando el nombre de hermano Aurelio María. Su apostolado educador se inició en Lorca, Murcia en 1908, y luego trabajo con entusiasmo en Gijón (donde fundó la Academia y el Centro Pedagógico). Pasa luego a Aviles, donde está hasta 1915 que es destinado al colegio Maravillas, de Madrid, haciendo en 1918 la profesión perpetua y permaneciendo en este colegio hasta 1927, en que es destinado al colegio de Nuestra Señora del Carmen, de Melilla, donde es subdirector y donde coincide con futuros compañeros de martirio. Generoso, alegre y muy responsable, fue designado director del colegio de San Miguel de Cádiz y en 1933 al colegio de Almería. Siempre fue un religioso sencillo, observante y cumplidor de sus votos y de las reglas.

Cuando supo el martirio de los hermanos de Turón en 1934 dijo a sus hermanos: “¡Qué dicha la nuestra si pudiéramos verter nuestra sangre por tan elevado ideal, la educación cristiana! Redoblemos nuestro fervor de educadores religiosos y así nos haremos dignos de tal honor”. Murió con un disparo en la nuca en Almería el 13 de septiembre de 1936. El papa Juan Pablo II lo beatificó en Roma el 10 de octubre de 1993 con el grupo de los «Mártires de Almería».
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OTROS SANTOS DEL DÍA:

Dedicación de las basílicas de Jerusalén.Martirologio Romano: En Jerusalén, dedicación de las basílicas que el emperador Constantino quiso devotamente edificar sobre el monte Calvario y sobre el sepulcro del Señor.

San Julián de Galacia. M. c. 321.
Martirologio Romano:
En Ancira en Galacia, en Turquía, san Julián, sacerdote y mártir bajo el emperador Licinio.
Mártir junto con Macrobio. Parece que fueron martirizados durante la persecución de Licinio; Macrobio, un capadocio, fue ejecutado en Tomis del Ponto y el presbítero Julián en Ancira de Galacia.
Según se cuenta san Julián era un muchacho cuando fue arrestado por ser cristiano y le iterrogaron para que revelara los nombres y el lugar donde se encontraban los otros cristianos. Al rehusarse fue torturado y al final decapitado. Otros 40 jóvenes al ver el coraje de nuestro santo, se presentaron ante el juez y confesaron su fe en el Nombre de Cristo y por ello sufrieron martirio.

San Litorio de Tours. M 371.

Martirologio Romano: En Tours en la Galia lugdonense, hoy Francia, san Litorio, obispo, que primero construyó una iglesia dentro de los muros de esta ciudad, donde anteriormente habían estado presentes los cristianos.
II Obispo de Tours, donde sucedió a san Gaciano en el 337, y tuvo como sucesor a san Martín de Tours. Edificó la primera catedral.

San Emiliano de Valence. M. d. 374.Martirologio Romano: En Valence, de la Galia Lugdunense, san Emiliano, venerado como primer obispo de esta ciudad.

San Marcelino de Cartago. M. 413. Martirologio Romano: En Cartago, en África, san Marcelino, mártir, que siendo alto funcionario imperial muy relacionado con los santos Agustín y Jerónimo, se le acusó de ser partidario del usurpador Heraclión y, aún siendo inocente, por defender la fe católica fue asesinado por los herejes donatistas.
Era tribuno y notario. Buen cristiano, estaba casado y ambos vivían una vida virtuosa. En el 411, el emperador Honorio, convocó un concilio de pacificación entre donatistas y católicos en Cartago. Este concilio lo presidió el tribuno Marcelino.

Había 286 obispos de la parte católica y 279 de la parte donatista. Como portavoz católico estaba san Agustín que demostró los errores del donatismo. Marcelino, en nombre del emperador, dio sentencia favorable para los católicos, pero los donatistas, no la aceptaron y le consideraron responsable de su derrota y por ello fue ejecutado sin juicio, junto a su hermano el juez Agrario. San Agustín le dedicó su obra "La Ciudad de Dios".
Al año siguiente, el mismo emperador Honorio, reconoció el error cometido por la justicia romana. Aclarada la situación, fueron sancionadas y aprobadas todas las decisiones del tribuno Marcelino, a quien la Iglesia honró como mártir por su fidelidad a la verdad aun ante la muerte.


San Maurilio de Angers. M. 453. Martirologio Romano: En Angers, en la Galia Lugdunense (hoy Francia), san Maurilio, obispo, nacido en Milán y discípulo de san Martín de Tours, que fue ordenado presbítero por éste, poniéndole al frente del pueblo de Colonna, y después, elevado a obispo, centró su preocupación en desterrar las supersticiones de los campesinos paganos.

Natural de Milán, era hijo de un patricio, donde recibió las órdenes menores de san Ambrosio de Milán. Viajó desde Milán a Tours en busca de san Martín, quién le ordenó sacerdote. En Angers lo recibió el obispo san Apodemio, quien lo envió a Chalonnes-sur-le-Layon, para convertir a los paganos. Luego fue consagrado obispo de Angers, pero abandonó muy pronto su sede para hacer penitencia por haber dejado morir a san Renato sin haberle administrado el bautismo, desgracia que atribuía a la negligencia. Se marchó a Inglaterra donde trabajó como jardinero. De vuelta a Angers, cambió el báculo por la laya y resucitó a san Renato que había muerto siete años antes. Todo esto es una piadosa leyenda. Porque de él sabemos muy poco. Patrón de Angers, Chalonnnes.

San Venerio. M. c. 630. Martirologio Romano: En la isla de Tino Maggiore (hoy Palmarola), a orillas de la bahía de la Spezia, en la Liguria, de Italia, san Venerio, eremita.
Ermitaño y penitente en un islote en la costa del Tirreno, llamada Tino. Se piensa que posiblemente fuera abad de una pequeña comunidad.







San Bernardo "el Peregrino". s. VII.
Natural de la ciudad de Silions en Inglaterra, decidió peregrinar por el mundo junto con san Gerardo de Gallinaro, san Fulco y san Arduino de Ceprano, hermanos en Cristo, para visitar los santos lugares de Jerusalen y de la Tierra Santa, la gruta de santa María Magdalena en Marsella, de Santiago en Galicia, de San Nicolás de Bari, de Sant’Angelo en Puglia en el monte Gargano y los lugares santos de Roma, como en efecto hicieron, movidos por un gran deseo de huir de su tierra y del reino de Inglaterra, no pudiendo soportar las tiranías y las herejías por allí esparcidas. Caminaron por todos estos lugares hasta que, provenientes del santuario del Arcangel en la Puglia, llegaron a la ciudad de Atina. Aquí san Gerardo, se enfermó y murió.
Bernardo vivió como recluso en Arpino, donde murió. san Fulco en Santopadre y san Arduino en Ceprano, todos fueron enterrados en el lugar donde fallecieron. Bernardo reposa en la iglesia parroquial de Rocca d’Arce de Arpino.

San Amado de Sión. M. 690. Martirologio Romano: En Bruel-sur-la-Lys, en la Galia Ambianense, tránsito de san Amado, obispo de Sion en la actual Suiza, muerto en el destierro al que le condenó el rey visigodo Teodorico III.
Renunció a todos sus bienes e ingresó en la abadía benedictina de Agauno, donde será abad; en el año 660 le nombraron obispo de Sión, en el cantón de Valais. A causa de una falsa acusación fue desterrado por el rey Teodorico III a la abadía de Péronne, donde era abad san Ultán, y después a Breuil-sur-la-Lys, en Douai, donde era abad san Maurante y donde vivió hasta su muerte como uno de sus monjes.
En el monasterio de Breuil, por el ejemplo y las palabras, incitó a los monjes al fervor y a la humildad. El obispo custodiado vivía en una celda aparte, cerca de la iglesia, y se ocupaba en la meditación y la contemplación. Sus reliquias se encuentran en este lugar.
En los martirologios (incluido el antiguo Martirologio Romano) hubo confusión entre Senonensis (la actual Sens, en Francia) y Sedunensis (la actual Sitten, en Suiza), por lo que hacia el siglo X se inscribió equivocadamente en las dos sedes. Sin embargo, su asignación a la sede de Sion en Valais es segura.

Claudio Dumonet. Beato. (1747-1794). Martirologio Romano: En el litoral frente a Rochefort, en la costa norte de Francia, beato Claudio Dumonet, presbítero y mártir en tiempo de la Revolución Francesa, que siendo profesor, atados sus pies y manos con cadenas, fue recluido en una vieja nave, anclada en el mar, hasta morir enfermo por inanición.
Nació en Prissé (Saône-en-Loire). Ordenado sacerdote, fue profesor en el colegio de Macón y publicó en 1779 una biografía del abate Agut, fundador del hospital de incurables de dicha ciudad, muerto en olor de santidad. Era también predicador en el colegio y en el citado hospital. En marzo de 1790 empezó a percibir su pensión como profesor emérito.
Llegada la hora del juramento constitucional, lo prestó, pero al poco se retractó. Arrestado, fue condenado a la deportación el 3 de noviembre de 1793. De la detención en las ursulinas salió para Rochefort el 24 de abril del año 1794. Embarcado en el “Washington”, dejó escrita una relación que luego sería retocada y concluida por otro. Corroído de piojos, que soportó con enorme paciencia, murió el 13 de septiembre de 1794. Fue beatificado el 1 de octubre de 1995 por el papa Juan Pablo II
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