Santoral del 13 de Diciembre

SANTA LUCÍA, Virgen y Martir INDICE

Santa Lucía,Mártir,
San JUDOCO DE PONTHIEU
San AUBERTO DE CAMBRAI
Santa OTILIA DE ALSACIA
Beato JUAN DE MARINONI
Beato ANTONIO GRASSI
OTROS SANTOS DEL DÍA


SANTA LUCÍA, Virgen y Mártir
En esto se demostró la caridad de Dios hacia nosotros,
en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo,
para que por Él tengamos la vida.
(1 Juan, 4, 9)

n. hacia el año 283 en Siracusa, Sicilia
† martirizada hacia el año 304 en Siracusa, Sicilia
Patrona de personas con problemas oculares; ciegos; escritores; autores; cristaleros; obreros; campesinos; talabarteros; mártires. Protectora contra la ceguera; problemas oculares; epidemias; enfermedades e infecciones de la garganta; hemorragias.

Santa Lucía, virgen de Siracusa, habiendo obtenido la curación de su madre orando sobre la tumba de Santa Ágata, de inmediato le pidió permiso para distribuir a los pobres la dote que le había destinado. Su pretendiente la denunció al juez como cristiana. El tirano la hizo prender y ordenó se la condujese a un infame lugar; pero no les fue posible moverla del lugar en que estaba. Empleóse el hierro y el fuego: ella pidió a Dios que prolongase su martirio para fortificar a los cristianos en la fe, predijo la tranquilidad de que gozaría la Iglesia después de la muerte de los emperadores Diocleciano y Maximino, y entregó su alma a Dios, hacia el año 304.

MEDITACIÓN SOBRE LA DIGNIDAD DEL HOMBRE

I. Preciso es que el hombre sea algo grande puesto que Dios creó para él el mundo y todas las cosas que encierra. Considera lo que existe de más bello en el firmamento y en toda la tierra, y después di: Cosa más grande soy que todas esas maravillas, porque ellas no han sido creadas sino para servirme. ¡Oh Dios mío, Vos honráis demasiado a vuestros amigos; cuánto agradecimiento os debemos! Pero, ¡cuán desgraciados somos al hacernos esclavos de esas creaturas de las cuales somos soberanos!

II. El fin para el cual hemos sido creados hace ver claramente la grandeza y la nobleza del hombre. Dios nos ha sacado de la nada para servirle y para poseerle un día: he aquí nuestro fin durante esta vida y durante la eternidad. Cristiano, levanta tu corazón; no estás en este mundo para gozar de él, sino para servir a Dios y para amarlo. ¿Por qué, pues, abandonar a Dios, fuente de todo bien? ¿Por qué buscar placeres imperfectos entre las creaturas? Elevemos nuestros ojos al cielo, a fin de que la tierra no nos seduzca con sus diversiones y placeres (San Cipriano).

III. El precio que Jesucristo ha pagado para rescatarnos es una prueba convincente de la estima que Dios hace del hombre, puesto que prefirió sacrificar a su Hijo antes que dejar perder a esta noble creatura. Vemos con ello lo que valemos y cuánto nos estima Dios. Recordemos, pues, que Jesucristo, después de haber dado tanto por nosotros, espera mucho de nosotros. Él sabe cuánto le hemos costado; no nos menospreciemos pues, nosotros que somos tan preciosos a los ojos de Dios (San Eusebio).

La pureza.
Orad por las vírgenes.

Escuchadnos, oh Dios Salvador nuestro, y que la fiesta de la bienaventurada Lucía, virgen y mártir, al mismo tiempo que regocija nuestra alma, la enriquezca con los sentimientos de una tierna devoción. Por J. C. N. S.


Santa LUCÍA DE SIRACUSA. M. c. 304

Martirologio Romano: Memoria de santa Lucía, virgen y mártir, que custodió, mientras vivió, la lámpara encendida para ir al encuentro del Esposo y, en Siracusa en Sicilia fue conducida a la muerte por Cristo, mereció acceder con Él a las bodas del cielo y de poseer la luz que no conoce el atardecer

Nació en Siracusa en el seno de una familia acaudalada y su madre, sin contar con ella, concertó su matrimonio. Mártir en Siracusa, durante la persecución de Diocleciano, otros autores dicen que en la de Galerio. Según su pasión, en una peregrinación a la tumba de santa Águeda, patrona de Catania, junto con su madre enferma, llamada Eutiquia, recibió de la santa, que se le apareció en sueños, la promesa de que el Señor glorificaría su ciudad de Siracusa, lo mismo que los había sido la de Catania, en vista del amor virginal de Lucía.

Su madre curó milagrosamente y Lucía obtuvo el permiso materno para destinar el patrimonio familiar, que le correspondía como dote nupcial, a la asistencia de los pobres; esto provocó la venganza de su prometido abandonado, que la hizo arrastrar ante el juez Pascasiano o Pascasio para ser sometida a una violación. Pero no lo consiguió por virtud del Espíritu Santo ("Si me haces violentar contra mi voluntad, mi castidad me proporcionará una doble corona"), que la hizo tan pesada que no hubo manera de moverla; después de otras torturas, Lucía, herida en la garganta y pese a tenerla destrozada, siguió rezando y predicando al pueblo que asistía al martirio, muriendo sólo después de haber recibido el viático: "Yo, humilde esclava, no he hecho otra cosa que ofrecer sacrificios al Dios vivo; como ya no me queda nada, me ofrezco a mi misma". Pascasio, acusado de malversación, fue llevado a Roma y ajusticiado.

Fue tan grande su veneración, que se la hizo patrona de los ciegos, aunque ella nunca fue ciega, porque según la leyenda, para hacerla desistir de su fe, la llevaron a un prostíbulo para que viera lo que allí se hacía, y milagrosamente, durante su permanencia en este lugar, se quedó temporalmente ciega. Su nombre fue incluido en la “Plegaria Eucarística” del Canon de la Misa, junto con Inés, Cecilia, Anastasia, Perpetua, Felicidad y Águeda. Dante en la “Divina Comedia” la colocó al lado del Precursor, en uno de los puestos más avanzados del Paraíso. Patrona de Siracusa. MEMORIA OBLIGATORIA.
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San JUDOCO DE PONTHIEU. M. c. 669

Martirologio Romano: En Neustria septentrional, san Judoco, presbítero y eremita, quien, siendo hijo de Jutael, rey de Armórica, y hermano de san Judicael, para no ser obligado a suceder a su padre abandonó la patria y se dedicó a la vida eremítica


Nació en la actual Bretaña francesa y era el segundo hijo de Judhaël rey de Domnonea y hermano de san Judicael de Bretaña; su padre le mandó estudiar entre los monjes de Lan-Mae-Imon en Dinan. Cuando se hizo adulto, después de renunciar a la corona que le ofrecía su hermano san Judicael, tras su abdicación, marchó hacia Roma, en el 636 o 637, con un grupo de 11 peregrinos. Apenas había atraversado el pequeño río del Cousnon, que separa Bretaña de Normandía. Judoco pidió a sus compañeros que lo tonsuraran para demostrar claramente su pertenencia definitiva a Dios.

Después de detenerse en Avranches, después en Chartres, los doce peregrinos llegaron a París, donde pasaron algunos días. Desde allí en vez de tomar el camino directamente hacia Italia, subieron hacia el norte, hicieron una parada en Amiens, hasta que llegaron a un lugar llamado Villa San Pedro, que se debe identificar con Dompierre-sur-Authie, cerca de Crécy (Somme). Fueron acogidos por Aimonio, duque de Ponthieu, que se hizo amigo de Judoco, hasta el punto de no quererlo dejar marchar cuando los otros peregrinos se pusieron en camino y, solicitó al obispo de Amiens que lo ordenara sacerdote, y así lo tuvo junto a sí como su capellán.

Después de siete años, Judoco rogó a Amonio que lo dejara libre y le indicara un lugar tranquilo donde pudiera vivir como eremita. El duque lo guió a un lugar llamado Brahic. Como muchos eremitas Judoco cambió muchas veces de lugar de retiró: después de ocho años se estableció en Runiac, donde construyó una capilla dedicada a san Martín. Trece años después se retiró a un lugar donde se levantará la abadía de Villiers-Saint-Josse, y donde construyó dos pequeños oratorios de madera, en honor a san Pedro y san Pablo. Parece, porque no tenemos noticias seguras, que realizó su peregrinación a Roma. Terminó sus días como ermitaño en Ponthieu.
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San AUBERTO DE CAMBRAI. M. 670

Martirologio Romano: n Cambrai, de Austrasia, san Auberto, obispo

Obispo de Cambrai y Arrás, como tal fue un gran promotor de la vida monástica y fundó diversos monasterios, entre ellos la gran abadía de Saint Vaast en Arrás. No parece, a pesar de ello, que hubiera sido monje, aunque se dice que vivió largo tiempo como ermitaño cerca de Tournai. El año 650, san Gisleno, que era entonces un ermitaño desconocido, empezó a fundar un monasterio cerca de Mons. No faltaron quienes quisiesen indisponerle con Auberto; pero éste se negó a emitir un juicio sin oírle y, el resultado de la entrevista fue que Auberto apoyó la empresa y consagró la iglesia construida por san Gislenio.

Entre los que se preparaban para el sacerdocio en Cambrai, había un joven llamado san Landelino, que escapó y llevó una vida licenciosa. Al cabo de algún tiempo, se arrepintió de su locura. Auberto supo tratar el caso con tal habilidad, que san Landelino se hizo monje, fundó varios monasterios y su nombre figura en el Martirologio Romano. Con él las regiones de Hainaut y Flandes fueron grandes colonias monásticas.

Auberto ayudó a abrazar la vida religiosa a varios distinguidos personajes de la época, como san Vicente Madelgario y su familia y santa Amelberga, la madre de santa Gúdula. En 666 presidió el traslado de las reliquias de san Vedasto de Arrás y de san Furseo a Peronne. La leyenda dice que horneaba panes que su asno despachaba en solitario por la ciudad, contra el precio previamente convenido. Con esta actividad el santo conseguía el dinero necesario para su manutención y distribuía el resto en limosnas. Auberto fue sepultado en la iglesia de San Pedro de Cambrai, que más tarde se transformó en una abadía de canónigos regulares y tomó el nombre del santo.
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Santa OTILIA DE ALSACIA. (660 - c.720).

Martirologio Romano: En Estrasburgo, de Burgundia (hoy Alsacia), santa Otilia, virgen y primera abadesa del monasterio de Hohenburg, fundado por el duque Aldarico, su padre

Hija de Adalrico, duque de Alsacia; nació ciega en  Obernheim, en los Vosgos, y por esto fue abandonada por su familia. Fue adoptada en el convento de Palma-Bames-les-Dames, en el Franco Condado, diócesis de Besançon, donde, al recibir el bautismo, también recibió la vista; la bautizaron el obispo de Bavaria, san Erardo de Ratisbona y san Hidulfo de Moyenmoutier.

Otilia se quedó a servir a Dios en el convento. Pero el milagro del que había sido objeto y los progresos que empezó a hacer en sus estudios, provocaron la envidia de algunas de las religiosas y éstas empezaron a hacerle la vida difícil. Otilia escribió entonces a su hermano Hugo, del que había oído hablar y le pidió que la ayudara como se lo dictase el corazón. Entre tanto, san Erardo, había comunicado a Adalrico la noticia de la curación de su hija. Pero aquel padre desnaturalizado se encolerizó más que nunca y prohibió a Hugo que fuese a ayudarla y que revelase su identidad.

Hugo desobedeció y mandó traer a su hermana. Un día en que Hugo y Adalrico estaban en una colina de los alrededores, Otilia se presentó en una carreta, seguida por la muchedumbre. Cuando Adalrico se enteró de quien era y supo porque había ido, descargó su pesado bastón sobre la cabeza de Hugo y lo mató de un golpe. Pero los remordimientos le cambiaron el corazón, de suerte que empezó a amar a su hija tanto cuanto la había odiado antes. Otilia se estableció en Obernheim, con algunas compañeras que se dedicaron como ella a los actos de piedad y a las obras de caridad entre los pobres.

Al cabo de un tiempo, Adalrico determinó casar a su hija con un duque alemán. Otilia emprendió la fuga. Cuando los enviados de su padre estaban ya a punto de capturarla, se abrió una grieta en la roca, en Schossberg, cerca de Friburgo en Brisgovia y ahí se escondió la santa. Para conseguir que volviese, Adalrico le prometió regalarle el castillo de Hohenburg.

Fundó y gobernó como abadesa los conventos de Hohenburg (hoy Odilienberg) y de Niedermünster, según la regla benedictina. Construyó un hospital para los pobres y un lazareto para leprosos e incurables; al morir en el suelo sobre una piel de oso, sólo recomendó a sus religiosas, fidelidad a Dios y amor a los pobres. Se cuenta que la santa, poco después de la muerte de su padre, vio que sus oraciones y penitencias le habían sacado del purgatorio. San Juan Bautista se apareció a Otilia y le indicó el sitio y las dimensiones de una capilla que debía construirse en su honor. Se cuentan muchas otras visiones de la santa y se le atribuyen numerosos milagros. Después de gobernar el convento durante muchos años, Otilia murió. Patrona de Alsacia.
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Beato JUAN DE MARINONI. (1490-1562).

Martirologio Romano: En Nápoles, de la Campania, beato Juan (Francisco) Marinoni (o Marinonio), presbítero de la Orden de Clérigos Regulares, vulgo Teatinos, el cual, junto con san Cayetano, se entregó a la reforma del clero y a la salvación de las almas, e instituyó un Monte de Piedad para ayudar a los pobres
Francisco de Marinoni nació en Venecia, en el seno de una familia oriunda de Bérgamo. De pequeño fue acólito de la colegiata veneciana de San Pantaleón, y tuvo como maestro a Giovanni del Bene. Estudió en la universidad de Padua, donde decidió su vocación sacerdotal. Ordenado sacerdote, en 1525, fue nombrado sacristán de la basílica de San Marcos y pocos años después, fue nombrado por el dux Lorendán canónigo de la catedral de San Marcos.

Cuando, huyendo del Sacco de Roma (1527), los teatinos establecieron en Venecia la segunda casa de la Orden, Marinoni conoció a san Cayetano de Thiene, que fundó allí el Hospital de Incurables, obra en la que colaboró estrechamente, así que fue nombrado capellán del mismo en 1526.
En el 1530, renunció a la canonjía para unirse a san Cayetano y fundar los Teatinos, aunque continuó como sacerdote secular hasta que ingresó en la Orden, cambiándo su nombre por el de Juan. Recibió el hábito teatino de manos de san Cayetano.

Plegándose a los deseos de Clemente VII, los teatinos decidieron aceptar, en agosto de 1545, la fundación de una casa en Nápoles, y comisionaron para llevarla a término a Cayetano y Marinoni. Fue un predicador con el don de la ubicuidad; sus sermones trataban exclusivamente de Cristo crucificado. Un judío se convirtió al cristianismo al ver su fe. En trienios sucesivos se turnaron ambos en el gobierno de la Comunidad napolitana, para compartir después la gloria del mismo sepulcro. Características de Marinoni fueron su acendrada devoción a la Pasión de Cristo y su dedicación constante a la dirección espiritual de las almas. Fundó con san Cayetano de Thiene los "Montes de Piedad" para liberar de la miseria a los pobres y marginados, institución que dió origen al actual Banco de Nápoles.

En su escuela se formaron san Andrés Avelino, el beato Pablo Burali y Jaime Tormo, a los que transmitió con fidelidad la herencia espiritual del fundador, san Cayetano. En sus últimos años de vida abrió hospicios para ancianos y fundó hospitales. Rechazó la oferta de ser arzobispo de Nápoles. Murió en la misma Casa de San Pablo de la que había sido cinco veces prepósito.
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Beato ANTONIO GRASSI. (1592-1671).

Martirologio Romano: En Fermo, del Piceno, en Italia, beato Antonio Grassi, presbítero de la Congregación del Oratorio, varón humilde y pacífico, que con su ejemplo impulsó a los hermanos a observar la Regla

Nació en Fermo; hijo de una familia acomodada, ya desde su niñez manifestó una fuerte devoción por san Felipe Neri. Tenía 16 años cuando pidió su ingreso en el Oratorio de su ciudad natal, a pesar de que su madre se oponía un tanto. Pronto, los conocimientos escriturísticos y teológicos del joven igualaron los que ya poseía en materia de literatura clásica y filosófica. El Oratorio de Fermo, el tercero que fundó en vida san Felipe Neri, formó en su ambiente lleno de gracia a Antonio. Durante varios años, se vio atormentado de escrúpulos, pero quedó perfectamente en paz desde el momento en que celebró su primera misa y, a partir de entonces, la serenidad fue una de sus principales características.

Milagrósamente salió indemne de un rayo que le cayó encima. Pero el efecto más importante fue que, a partir de entonces, comprendió que su vida pertenecía a Dios de una manera especial, de suerte que no se le pasaba día sin darle gracias por haberle preservado y, todos los años hacía una peregrinación a Loreto con la misma intención.

Poco después del suceso, el P. Antonio pidió y obtuvo las facultades para oír confesiones. Dicho ministerio había de ser durante toda su vida una de sus ocupaciones principales. En él se mostraba tan sencillo como en todo lo demás: escuchaba al penitente, le decía unas cuantas palabras de exhortación, le imponía la penitencia y le daba la absolución. Generalmente, no daba consejos ni sugería métodos sino en lo estrictamente relacionado con la confesión. 

Poseía el don de leer los corazones; ese don no se limitaba a cosas generales, sino que descendía a pormenores para los que no bastaba el conocimiento natural. En 1635, fue elegido superior del Oratorio de Fermo.  Desempeñó ese cargo con tanto acierto, que sus hermanos le reeligieron cada tres años, hasta el fin de su vida. Solía decir que, cuando se trataba de dar informes sobre una persona, no había que atender a un solo rasgo ni a una sola acción, sino al conjunto, y que generalmente el conjunto era bueno. Naturalmente, con ideas tan amplias, era un superior muy bondadoso. En cierta ocasión en que alguien le preguntó por qué no gobernaba con mayor severidad, él replicó: "No sé cómo hacerlo. ¿Habrá que hacer esto?", y al decirlo tomaba una actitud de pomposa severidad. El P. Antonio no prarticaba penitencias corporales extraordinarias, ni las aconsejaba a nadie. Cuando un curioso le preguntó si llevaba bajo la sotana una camisa de pelo, beato respondió que no, porque había aprendido de san Felipe Neri que reconviene comenzar por la mortificación espiritual. A este propósito, decía: "La Humillación del espíritu y de la voluntad es más eficaz que una camisa de pelo bajo la ropa."

Esto no significa que fuese negligente; muy al contrario, insistía en que sus súbditos observasen a la letra las reglas del Oratorio y supo mantener en su comunidad un nivel muy alto de observancia, valiéndose para ello del ejemplo y la palabra. Cuando tenía que reprender, lo hacía ron voz suave y no permitía que nadie hablase en la casa con tono demasiado alto. La influencia del P. Antonio se extendía mucho más allá de los muros del Oratorio. El arzobispo de Fermo, Mons. Gualteri, decía que no sabía lo que haría sin él, y el cardenal Facchinetti de Spoleto y el cardenal Emilio Altieri (más tarde Clemente X), le consultaban frecuentemente acerca de cuestiones espirituales administrativas. En 1649, el hambre produjo revueltas entre los habitantes e Fermo. El P. Antonio trató de mediar entre el cardenal-gobernador y el pueblo, y estuvo a punto de morir asesinado por la multitud. Siempre se preocupó mucho por el bienestar de sus compatriotas. Jamás hacía visitas de cortesía, pero en cambio estaba pronto a acudir a la casa de los enfermos, de los moribundos y de los necesitados, a cualquier hora del día o de la noche. Con los años, fue aumentando el don de profecía del P. Antonio, quien lo empleaba con frecuencia para consolar o prevenir a quienes iban a consultarle.

Fue devotísimo de María, y procuró infundir en los files la devoción mariana. Ya muy cerca de los ochenta años, el beato empezó a sentir los molestos efectos de la edad; en efecto, tuvo que dejar de predicar, porque había perdido los dientes y no conseguía hacerse entender, y también tuvo que dejar de oír confesiones. Sin embargo, siguió trabajando activamente, sobre todo cuando se trataba de convertir a un pecador. Una caída en la escalera le obligó a permanecer recluido en su cuarto y, en noviembre de 1671, tuvo que guardar cama. Durante la enfermedad, que duró dos semanas, Mons. Gualteri le llevó diariamente la comunión. Uno de los últimos actos del beato fue reconciliar a dos hermanos que estaban peleados a muerte. También devolvió la vista al P. Remigio Leti, por lo menos lo suficiente para que pudiese celebrar el santo sacrificio, cosa que no había podido hacer durante los últimos nueve años.
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OTROS SANTOS DEL DÍA:

San Antíoco. M. c. 110.
Martirologio Romano: En la península de Sulcis, en Cerdeña, san Antioco, mártir
Mártir durante la persecución de Adriano en Sulcis, una pequeña isla cerca de Cerdeña, y que ahora es conocida como isla de Sant'Antioco. Su historia se mezcla con la de su homónimo del 15 de Julio.

Santos Eustracio, Auxencio, Eugenio, Mardarioy Orestes. M. c. 302
Martirologio Romano: En Armenia, santos Eustracio, Auxencio, Eugenio, Mardario y Orestes, mártires
Fueron martirizados durante la persecución de Diocleciano en Sebaste en Armenia. Pocas noticias nos han llegado de ellos: parece que Eustracio era armenio y provenía de una célebre familia, Eugenio sería su siervo, Mardario y Auxencio dos amigos que intercedieron por él, y Orestes un soldado que se convirtió ante la firmeza de Eustracio durante la tortura. Todos fueron torturados y ejecutados por odio a la fe cristiana. Eustracio fue quemado en un horno; el soldado Orestes fue asado en una parrilla y a los otros los mataron de otras formas. Parece que Eustracio debatió con el magistrado con párrafos de Plató y de los poetas clásicos.

Sus restos se encuentran en la iglesia de San Apolinar en Roma. Son venerados principalmente por las iglesias orientales católicas y ortodoxas.

San Aristón. s. IV.
Martirologio Romano: En Porto Romano, san Aristón, mártir

Parece, ante la falta de noticias que hay sobre este mártir, que sea el Aristón que aparece en la "Gesta Sebastiani", amigo de santos Marco y Marcelino martirizados en Roma.
Algunos autores, como F. Savio y R. Lechat, identifican a Aristón con Aristo y éste con san Edisto, mártir en Laurento con su hija Cristina y la sierva Victoria, pero Lanzoni sostiene que Aristo no es otro que Aristón, del que ya hemos hablado, mientras las santas son Cristina de Bolsena y Victoria de Sabina, y su hipótesis se funda en pruebas bastante ciertas.

San Pedro Cho Hwa So y compañeros. M. 1866.
Martirologio Romano: En el territorio de Tiyen-Tiyou, Corea, santos Pedro Cho Hwa So, padre de familia, y ocho compañeros, mártires, que, aunque fueron tentados por el mandarín con promesas y torturas para que renegaran de la religión cristiana, resistieron hasta la decapitación

Sus nombres son: Bartolomé Tjyens Moun HoJosé Han Ouen-YeJosé Han Won SoJosé Tjyo Toun OPedro Ni Mieng-SyePedro Son Syeng-TjiPedro Tjeng Ouen-TjiPedro Yi Myong-So.

Santa Juana Francisca Frémyot de Chantal. (1572-1641). Fundadora de la Orden de la Visitación de María (Salesas). (Ver) 12 de Agosto.
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