Santoral del 23 de Junio


Santa Ediltrudis o Edildrida, Virgen Reina y Abadesa
INDICE

San JOSÉ CAFASSO
Santa ETELDREDA DE ELY
San LIBERTO DE CAMBRAI
San WALHERO
Beata MARÍA DE OIGNIES
Santos MÁRTIRES DE NICOMEDIA
Beato PEDRO JACOBO DE PÉSARO
Beata MARÍA RAFAELA CIMATTI
Santo TOMÁS GARNET
OTROS SANTOS DEL DÍA

SANTA EDILTRUDIS,Virgen
Si viviereis según la carne, moriréis
si, en cambio, con el espíritu hacéis
morir las obras de la carne, viviréis.
(Romanos, 8, 13).


Santa Ediltrudis no vivía según la carne, puesto que guardó virginidad perpetua con el príncipe Tombrecto y el rey Ecfrido, que fueron sucesivamente sus maridos. Obtuvo de este último permiso para entrar en un monasterio. Por sus virtudes fue nombrada abadesa después de un año de profesión religiosa. Soportó con mucha paciencia un tumor que le sobrevino en el cuello. Oraba a Dios desde medianoche hasta la salida del sol. Dieciséis años después de su muerte, su cuerpo fue encontrado incorrupto. Acaeció su dichosa muerte el 23 de junio del año 679.

MEDITACIÓN SOBRE LA MORTIFICACIÓN

I. Debes mortificarte si quieres vivir como hombre racional. Tu razón no será la soberana si concedes a tus sentidos todo lo que te piden. En todos tus actos ten puesta la mira no en lo que agrada, sino en lo que es razonable. No te dejes arrastrar al amor, al aborrecimiento, al placer; ello sería vivir a manera de animal. ¡Cuán pocos hombres hay que siguen las luces de la razón! Y tú, ¿lo haces?

II. No basta vivir como hombre: para salvarse, hay que vivir como cristiano; es decir, que hay que obrar según el espíritu de Jesucristo, y no perseguir con nuestra conducta otro fin que el de agradar a Dios. Para esto, nada debe hacerse que contente la sensualidad y la ambición, nada que satisfaga las pasiones. Es preciso despojarse de las malas inclinaciones de la naturaleza corrompida, y hacer todo lo contrario de lo que ella exige: así es como hacen los verdaderos cristianos. Comienzan por aborrecer su vida pasada y por practicar lo que ellos aborrecían. (Tertuliano).

III. Si eres sacerdote o religioso, motivo de más para mortificarte, puesto que tu estado te separa del mundo y te consagra totalmente a Jesucristo; y esta mortificación debe extenderse al cuerpo y al espíritu, pues ambos están consagrados a Dios de manera especial. ¿Puedes decir en verdad: He muerto a todo el resto; las cosas de Jesucristo son las únicas que me encuentran vivo y pronto a obrar? (San Bernardo).

La mortificación
Orad por la Iglesia.

ORACIÓN
Escuchadnos, oh Dios Salvador nuestro, y que la fiesta de la bienaventurada Ediltrudis, al regocijar nuestra alma, la enriquezca con los sentimientos de una tierna devoción. Por J. C. N. S. Amén.





San JOSÉ CAFASSO. (1811-1860).
Martirologio Romano: En Turín, del Piamonte, en Italia, san José Cafasso, presbítero, que se dedicó a la formación espiritual y científica de clérigos, y a reconciliar con Dios a los presos de la cárcel y a los condenados a muerte.

Nació en Castelnuovo d´Asti (hoy Castelnuovo Don Bosco) en Turín, en el seno de una familia campesina; era pequeño y jorobado. En 1827, con 16 años, ingresó en el seminario de Chieri y se entregó al estudio de la Filosofía y Teología. Había de alguna manera que aligerar el enorme gasto y gran sacrificio que suponía su estancia en el seminario para el pobre bolsillo de sus padres y para ello se formó en todos los campos. En 1823, a los 22 años, fue ordenado presbítero. A pesar de ser ya sacerdote, no se olvidó de su continua formación y por ello se alistó a un convictorio sacerdotal, el de San Francisco de Asís de Turín, y allí pasó unos años de intensa formación sacerdotal. Fue nombrado profesor de la cátedra de Moral y trabajó al lado del canónigo Luis Guala, que había sido fundador del convictorio, y llego a ser nombrado director del mismo a la muerte de Don Luis Guala.

Se dedicó a la formación del clero joven. En Turín se le consideró como una de las personas de criterio más seguro que había en el norte de Italia, y todos iban a consultarle cuestiones dudosas. Fue maestro y formador de sacerdotes. Opuso un gran rigor intelectual contra el jansenismo y el regalismo, defendiendo la doctrina e independencia de la Iglesia en años turbulentos apoyéndose en las enseñanzas de san Francisco de Sales y san Alfonso María de Ligorio. Fue maestro de san Juan Bosco y su más generoso benefactor. Una vez le dijo a don Bosco, cuando todavía era seminarista: "Querido amigo: las diversiones de los sacerdotes son la funciones de la Iglesia: cuanto más devotamente se celebran tanto más gustan. Nuestras novedades son las prácticas religiosas siempre renovadas y dignas, por tanto, deben frecuentarse con la mayor diligencia. Quien abraza el estado eclesiástico se vende al Señor; de ahí que nada hay en este mundo que le atraiga, si no es la mayor gloria de Dios y el bien de las almas". El confesionario se convirtió en su segunda cátedra, y a él acudieron gentes de toda condición social, siempre necesitadas de un consejo espiritual.

Se le recuerda siempre por una especialidad ingrata al sacerdocio: la asistencia a los condenados a muerte, a quiénes hablaba antes de salir al patíbulo, abrazándoles y exhortándoles. Un moribundo que iba a ser guillotinado por sus fechorías, exclamó: "Con don José Cafasso al lado, la muerte es un verdadero triunfo". Su caridad no tuvo límites: visitó cárceles y hospitales. A todos llegó su palabra alentadora y su ayuda económica en todas sus necesidades. Cafasso no tuvo nada para él, todo era para los demás. Todo era sencillo a su alrededor. No hacía ruido. Era un gran devoto de la Eucaristía y de María. El arzobispo de Turín le nombró director de la casa diocesana de ejercicios. Murió diciendo que se olvidaran de él, porque era un sacerdote indigno. Un sobrino suyo, hijo de su hermana, el beato José Allamano, ha obtenido también la gloria de los altares. Está enterrado en el santuario de la Consolata de Turín. Fue canonizado por SS Pío XII en 1947.
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Santa ETELDREDA DE ELY. M. 679.
Martirologio Romano: En el monasterio de Eli, en Inglaterra oriental, santa Ediltrudis o Eteldreda, abadesa, quien, hija de reyes y ella misma reina de Northumbria, después de dos matrimonios recibió el velo monástico de manos de san Wilfrido en el monasterio que ella misma había fundado, dirigiendo maternalmente con sus ejemplos y consejos a sus monjas.

Nació en Exning o Ermynge, en Suffolk, hija del rey del Anglia oriental, Annio o Ana y santa Hereswida. Hermana de santas Ethelburga, Sexburga, Flodoberta y, hermana mayor de santa Whitburga. Se casó dos veces pero permaneció virgen; la primera, para complacer a sus amigos, se casó con Tonbercht o Tonberto, príncipe del sur de Girvij. Tres años después de su matrimonio, y uno después de la muerte de su padre, se quedó viuda, que por su dote eligió para ella la isla de Ely donde se erigió la catedral de Norman Lady. Allí se retiró en soledad donde vivió cinco años.
Edfrid, rey de Northumberland, le pidió en matrimonio. Etheldreda, durante el tiempo que había reinado con su anterior marido, había permanecido virgen y se casó con Edfrid o Egfrido con el que también permaneció virgen, se separó de su marido. Tomó el velo en Coldingham, después de pedir consejo a san Wilfrido de York, cuando era abadesa santa Ebba, tía de su marido. Pero Edfrid, se arrepintió de su generosidad y quiso hacerla volver a la fuerza. Etheldreda huyó con dos acompañantes por los pantanos de Ely, y una imprevista tormenta hizo desistir a su esposo seguirla.
En el año 672, se trasladó a la isla de Ely (Suffolk), donde fue abadesa fundadora del monasterio doble: uno para religiosas y otro para religiosos, a los que dirigió en la observancia regular,

especialmente con su ejemplo de austeridad en la comida, en el vestido y con sus largas vigilias de oración nocturna ante el sagrario, teniendo en cuenta que estas abadías eran unas casas ricas y principescas. La paciencia en el sufrimiento por una llaga en la garganta, aquilató sus méritos. Fue enterrada de acuerdo con su voluntad en un ataúd de madera. Su hermana, santa Sexburga, la sucedió en el gobierno del monasterio, e hizo que su cuerpo fuera puesto en un ataúd de piedra y trasladado a la iglesia, en la que en una ocasión fue encontrado incorrupto. A Sexburga le sucedió como abadesa, su hija santa Ermengilda, viuda del rey Wulferio de Mercia, en el 699. De este matrimonio nació santa Wereburga, que tras la muerte su madre también fue abadesa del monasterio. En una cierta época fue la más popular de las santas anglosajonas. Sus reliquias se conservan en Ely. Su culto se ha limitado a los calendarios locales.
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San LIBERTO DE CAMBRAI. M. 1076.

Nació en Brabante, en el seno de una familia de la aristocracia. Desde su infancia fue confiado al obispo de Cambrai, Gerardo I; fue escolástico, preboste y archidiácono. Al morir el obispo (1051) en calidad de preboste del capítulo catedralicio y archidiácono de Cambrai, formó parte de la embajada encargada de entregar al emperador Enrique III el báculo pastoral. El emperador lo eligió a él como obispo de Cambrai (1051-1076), y Liberto hizo el juramento de fidelidad.

Para comprender el episcopado de Liberto es necesario recordar que el obispo de Cambrai había recibido en el 948, los derechos condales sobre la ciudad y por tanto, en el 1007, sobre todo el condado. El era por tanto el representante temporal del emperador, además que el jefe de la diócesis. Liberto, como su predecesor, tuvo que luchar contra el castellano de Cambrai, que, teóricamente, era un funcionario episcopal y, de hecho, un señor independiente. Del mismo modo tuvo que combatir primero a un tal Giovanni, segundo marido de Ermentrudis, viuda del castellano de Cambrai, después contra un cierto Hugo, a quién el obispo había protegido desde el principio.
Con ocasión de un viaje pastoral, Liberto fue hecho prisionero por estos y mientras sus compañeros habían sido ejecutados, él fue liberado gracias a la intervención del Conde de Flandes, Roberto el Frisón. También el duque resultó peligroso porque intentó adueñarse del territorio de Cambrai. Liberto, enfermo y viejo, marchó al campamento enemigo para conseguir que el conde levantase el asedio a la ciudad.

Edificó en su ciudad una abadía dedicada al Santo Sepulcro. Favoreció la reforma monástica, especialmente en Hasnon donde los monjes sustituyeron a los canónigos (1070). Pero el episodio más importante de su vida fue la peregrinación a Tierra Santa, viaje peligroso, el cual emprendió el viaje con una aspiración al martirio unido al deseo de ver el Santo Sepulcro. Los peregrinos atraversaron Hungría, Dalmacia, Grecia y llegaron a Laodicea de Siria. Desde allí, al saber que el camino era impracticable, regresaron a Chipre, donde fueron capturados por el gobernador de la isla; descorazonados por las dificultades regresaron a Europa sin ver Jerusalén. Liberto murió y fue inhumado en la abadía del Santo Sepulcro donde se le venera.
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San WALHERO. (c.1150-1199).
Martirologio Romano: En Onhaye, en Hainaut, san Walhero, presbítero, que, mientras atravesaba el río Mosa, un presbítero al que recriminaba sus costumbres lo mató a golpes de remo.

Nació en la provincia valona de Namur (Bélgica), en el seno de una familia de ricos potentados. Gracias a la riqueza de su familia pudo estudiar para ser sacerdote, una vez consagrado presbítero fue cura de Flavion, capellán de Hastiéres y de Onhaye y decano rural de Florennes.
Durante su ministerio se empeñó en corregir el comportamiento desordenado de los sacerdotes de la zona, en particular, las costumbres incestuosas de su sobrino Norberto, capellán de Hastiéres.

Llegó el día en que se debían sustituir los capellanes y vicarios, alternándolos en sus ministerios y mientras atravesaba el Mosa en barca, tuvo un altercado con su sobrino, al que había corregido una vez más, amenazándolo de alejarlo del ministerio sacerdotal. Aquello tomo un mal cariz y, el sobrino, lleno de una ira violenta cogió la espátula del remo y lo mató.
Según la leyenda, el cuerpo cayó al río permaneciendo a flote; algunos campesinos, lo recuperaron y buscaron transportarlo a Bouvignes para sepultarlo, pero, a pesar de sus esfuerzos, no fueron capaces de levantarlo; el cuerpo, por fin fue transportado por un carro tirado por dos blancas ternera, que solas, sin guías ni dificultad, lo llevaron a Onhaye, donde fue sepultado. Esta aldea será la meta de numerosas peregrinaciones.
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Beata MARÍA DE OIGNIES. (1177-1213).

Martirologio Romano: En Oignies, en Hainaut, beata María, quien, dotada de dones místicos, con el permiso de su esposo se recluyó una celda, iniciando y organizando el instituto llamado de las Beguinas.

Nació en Nivelles (Bélgica) y se casó joven, pero convenció al marido para no consumar el matrimonio, este hecho pertenece a la leyenda, porque si bien lo consumaron, al cabo de un tiempo, como ambos eran religiosos, decidieron vivir en continencia. Transformaron su casa en un hospital para leprosos y se dedicaron a la asistencia de los enfermos, y dedicaron su fortuna a los pobres.
A los doce años de vivir en la leprosería de Willambroux, con el consentimiento de su marido, decidió llevar una vida retirada, dedicada a la contemplación, en una celda contigua al monasterio de los canónigos agustinos, en Oignies, donde le fueron concedidos carismas sobrenaturales. Su fama de santidad atrajo a muchos visitantes, y casi todos regresaron a sus hogares, edificados con sus admoniciones y consolados por sus consejos. Fundó el Instituto de las Beguinas. Entre las gracias místicas que tuvo María, se encuentran los estigmas, que recibió en 1212, doce años antes que san Francisco de Asís, siendo por tanto el primer caso histórico de estigmas. Tras una larga y penosa enfermedad, que ella misma había vaticinado, murió a la edad de veintiocho años, el 23 de junio de 1213.
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Santos MÁRTIRES DE NICOMEDIA. M. 303.

Martirologio Romano: Conmemoración de muchísimos santos mártires de Nicomedia, que, refugiados en los montes y en las grutas en tiempos del emperador Diocleciano, sufrieron con ánimo sereno el martirio por la fe en Cristo.

La matanza de 20.000 cristianos en Nicomedia, que, según los griegos, ocurrió el día de la Navidad del año 303, estaba registrada así, hasta la última reforma del calendario, en el Martirologio Romano: «En Nicomedia, la pasión de muchos miles de mártires que se habían reunido para rendir culto al Señor en el día del nacimiento de Cristo. El emperador Diocleciano mandó que las puertas de la iglesia donde estaban los cristianos fuesen atrancadas, que se formase una hoguera en torno al edificio y frente a la puerta principal un trípode con brasas e incienso. Ordenó, asi mismo, que se encendiese la hoguera al tiempo que un heraldo proclamaba, de manera que pudiera oírsele desde adentro, que todo aquél que quisiese librarse del fuego, saliera por la puerta principal a ofrecer incienso a Júpiter. Y, cuando todos a una, los que estaban dentro de la iglesia, declararon que estaban prontos a morir por Cristo, se alimentó la hoguera inmensa con ramas secas, se avivaron las llamas y todos perecieron en el fuego. De esta manera, pudieron nacer para el cielo aquel mismo día en el que plugo a Cristo nacer en la tierra para la salvación del mundo».

Hay un documento histórico donde se registra la información de que la iglesia de Nicomedia fue derrumbada, no incendiada, el 23 de febrero del año 303, por órdenes de Diocleciano, pero no se dice nada de las gentes que murieron. Por otra parte, no se celebraba ninguna fiesta de Navidad en Nicomedia en una fecha tan remota como los principios del siglo cuarto. La nota del Martirologio Romano había sido tomada de unas informaciones griegas. Naturalmente que el número de 20.000 es muy exagerado, pero hay suficientes pruebas, tanto en Eusebio (lib. VI, caps. 5-8) como en el “Breviarium sirio”, de que Nicomedia era el centro donde mayor fuerza alcanzó la persecución en el año de 303. Notemos cómo esta a la vez certeza del hecho e incerteza de sus alcances se transforma en la nueva redacción del Martirologio: «Conmemoración de muchos santos mártires de Nicomedia, que en tiempo del emperador Diocleciano, refugiados por montañas y cuevas, con ánimo sereno aceptaron el martirio por el nombre de Cristo».
La tradición sobre los innumerables mártires de Nicomedia está referida en distintos calendarios a diversas fechas del año; posiblemente se ha inscripto el 23 de junio para acercarla a las noticias que transmite Eusebio de Cesarea.
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Beato PEDRO JACOBO DE PÉSARO. (c.1445-c. 1496).
Martirologio Romano: En el eremo de Valmanente, del Piceno, en Italia, beato Pedro Jacobo de Pésaro, presbítero de la Orden de Ermitaños de San Agustín.

Nació en Pésaro, en el probable seno de la familia Gaspari. Siendo jovencísimo ingresó en el convento de los agustinos de San Nicolás de su ciudad; los cuales le infundieron el elemento carismático que le caracterizó: estudio como vía de sabiduría, de virtud y al ministerio apostólico.
Terminado el noviciado, el joven emitió su profesión y fue encaminado hacia los estudios necesarios para ser presbítero y a la carrera académica según el rígido programa prescrito por la Orden agustina. Después de la ordenación sacerdotal, fue insertado en la vida conventual con el fin de proseguir los estudios y de guiar a los jóvenes estudiantes de la Orden. En el 1472 fue Maestro de estudiantes en Perugia. En el 1473 fue enviado a enseñar en el Estudio agustino de Florencia. En el 1482 nos lo encontramos, ya con el título de Maestro en Sacra Teología en Rímini con el nombramiento de Regente del Estudio. Participó en dos Capítulos generales: en 1482 en Perugia y en 1486 en Siena.

Su vida terminó, no por los muchos años, probablemente, por la fatiga y la penitencia. Al final de su existencia, siempre con la estima de sus superiores y cohermanos, renunció a todo cargo, incluso prestigioso, y prefirió dedicarse a la vida ascética y a la contemplación en el eremo de Valmanente, famoso por la santidad de san Nicolás de Tolentino, el cual tuvo en ese lugar su célebre visión del Purgatorio.
Otras noticias, que nos han aportado los hagiógrafos -como su nombramiento como comisario generalicio por un litigio entre los conventos de Pergola y Corinaldo, su elección como prior provincial de la provincia picena y el encargo de prior en el célebre convento y Estudio de San Giacomo Maggiore en Boloña- pero habría que verificarlo, porque prodría referirse a un homónimo Pedro Jacobo de Pésaro, contemporáneo a él.

De las noticias ciertas que sepamos es que nuestro beato se dio a conocer por algunas características inconfundibles: la santidad de vida, el amor por el estudio, el empeño en la evangelización y la formación espiritual y cultural de los jóvenes agustinos, la búsqueda de la soledad, ascesis, oración y penitencia, todo elementos que las Constituciones de aquel tiempo -eran las mismas que prepararon los beatos Clemente de Ósimo y Agustín Tarano para el Capítulo de Ratisbona del 1290- presentaban como puntos fuertes de la Orden agustina, recién estructurada.
Murió con no más de 50 años en Valmanente, donde sus reliquias se veneran en la iglesia agustina.
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Beata MARÍA RAFAELA CIMATTI. (1861-1945).

Martirologio Romano: En Alatri, del Lacio, en Italia, beata María Rafaela (Santina) Cimati, virgen, de las Hermanas de la Misericordia para los enfermos, quien llevó una vida humilde y oculta, mostrando constantemente su caridad en atender a los enfermos, especialmente a los pobres.

Santina Cimatti nació en el seno de una familia humilde, en Celle di Faenza, Ravenna, Italia. De sus cinco hermanos, los dos que sobrevivieron fueron sacerdotes y también murieron en olor de santidad. Después de la muerte de su padre en 1882, ella asumió la educación de sus hermanos, y también era catequista de su parroquia.
Se sentía atraída a la vida religiosa, pero tuvo que esperar pacientemente para poder ayudar a su madre y hermanos. Luego de que ellos se unieron a la naciente congregación de san Juan Bosco, y su madre había sido alojada adecuadamente en una casa rectoral, fue finalmente libre de seguir su vocación. En noviembre de 1889 ingresó en las Hermanas Hospitalarias de la Misericordia, en la casa madre en Roma, tomando el nombre de María Rafaela. Hizo su primera profesión religiosa en 1891, haciendo además el voto hospitalario. La enviaron entonces a Alatri como ayudante de farmacéutico, y posteriormente la trasladaron a Frosinone. Hizo sus votos finales en 1905. En 1921 ella fue la superiora de la casa en Frosinone, y en 1928, en Alatri. Era madre, hermana, amiga y counsejera, siempre lista para ayudar y un modelo de virtudes.

Después de 50 años de vida religiosa, en 1940, renunció a su cargo de superiora, pero pidió permanecer en la comunidad de Alatri como una religiosa más para servir a sus hermanas, a los enfermos y al personal del hospital y consagrando más tiempo a la oración. En 1944, durante una de las etapas más duras de la II Guerra Mundial, llegaban muchos heridos que necesitaban atención, y aunque ya tenía 83 años de edad, sor Rafaella daba tanto amor y consuelo que ellos la llamaban "mamá". Presentó personalmente, con éxito, una protesta al general Kesserling del Cuartel General Alemán en Alatri, al oir un rumor de que para detener a las fuerzas aliadas iban a bombardear la ciudad. El general cambió sus planes y Alatri se salvó. Sor Rafaella murió dejando en la memoria la santidad de su vida y sus virtudes heroicas.
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Santo TOMÁS GARNET. (1575-1608)

Martirologio Romano
En Londres, en Inglaterra, santo Tomás Garnet, presbítero de la Compañía de Jesús y mártir, el cual, ordenado en el Colegio de los Ingleses de Valladolid, en España, al regresar a Inglaterra fue encarcelado dos veces y, finalmente, en tiempo del rey Jacobo I, ajusticiado en Tyburn

Nació en Southwark. Sobrino del jesuita el beato Enrique Garnet; estudió para ser sacerdote en Londres y Saint Omer, Lovaina y en Valladolid; fue ordenado sacerdote en 1600.

Fue enviado a Inglaterra con el benedictino san Marcos Barkworth. Trabajó durante seis años buscando no sólo conservar a los que permanecían fieles a la Iglesia, sino atraer a ella a muchos que por error o miedo habían abrazado el anglicanismo, lo que consiguió con gran éxito apostólico.

Decidido a entrar en los jesuitas, se lo pidió a su tío el beato Enrique Garnet, provincial de la Compañía, pero antes de poder ingresar en el noviciado fue arrestado acusado de complicidad en la llamada “conspiración de la pólvora”. Estuvo preso nueve meses en la Torre de Londres, y allí cogió una ciática que le atormentó toda su vida. Fue deportado a Flandes con otros cuarenta y seis sacerdotes. Mientras se hallaba en Inglaterra, en 1606, fue admitido en la Compañía de Jesús por su tío y, durante su destierro, se refugió en Lovaina para hacer su noviciado. Al año siguiente, en septiembre, regresó a Inglaterra. Seis semanas más tarde, fue entregado a sus perseguidores por un sacerdote apóstata.

Aquella vez, inmediatamente después de su detención, fue procesado en el tribunal de Old Bailey, donde se le declaró culpable de alta traición, por haber recibido la ordenación de manos de una autoridad que dependía de Roma y por haber desafiado la ley al regresar a Inglaterra. En el curso del interrogatorio, no llegó a confirmar ni a desmentir que fuese sacerdote, pero se negó resueltamente a hacer el juramento de fidelidad a la supremacía real. Por la declaración de tres testigos en el sentido de que, mientras estuvo preso en la Torre, le habían visto firmar como «Padre» Tomás Garnet, fue declarado culpable y condenado a muerte. Desde el cadalso, proclamó que era sacerdote y jesuita, y explicó que, si no lo había admitido durante el juicio, fue en razón de no aparecer como su propio acusador y obligar a los jueces a condenarle contra su conciencia. El conde de Essex y otros personajes hicieron un último intento para convencerlo de que salvara su vida, pero él persistió en su negativa de tomar el juramento. Al retirarse la carreta para dejar al mártir colgado de la cuerda, aquellos personajes no permitieron que el verdugo comenzara a cortarle el cuerpo, hasta comprobar que estaba muerto. Fue canonizado en 1970 por SS Pablo VI.
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OTROS SANTOS DEL DÍA:

Santa Agripina de Roma. M. c. 262.
Según la leyenda, era una princesa que fue martirizada en Roma en tiempos del emperador Valeriano (o Diocleciano), decapitada por negarse a desposarse. Tres mujeres cristianas trasladaron su cuerpo a Sicilia y allí obstenta el patronazgo del pueblo de Mineo. También en venerada en Grecia, y se dice que su cuerpo fue trasladado de Sicilia a Constantinopla.
Ya no figura en el Martirologio Romano, pero si en el calendario ortodoxo el día 23 de junio.

Santos Zenón y Zenas. M. c. 304.
Nació en Filadelfia. Después de haber entregado todos sus bienes a los necesitados y de liberar a sus esclavos, se presentó, en su ciudad natal, ante el prefecto Máximo, dispuesto a dar testimonio de su fe. Arrojado al calabozo recibió la visita de su asistente Zenas, que no pudo contenerse y besó sus cadenas, y por ello fue arrestado. Fueron decapitados durante la persecución de Diocleciano.

San Bilio de Vannes. M. c. 914.
Martirologio Romano: En Dariórigo (hoy Vannes), en la Bretaña Menor, san Bilio, obispo y mártir, que fue asesinado por los normandos durante el saqueo de esa ciudad.
Obispo de Vannes, en el siglo IX, martirizado por los normandos, patrono de varias iglesias y capillas, entre ellas sobresale la parroquia de Plandren en la diócesis de Vannes, donde parece fundó un priorato y la capilla donde está sepultado.


San Lanfranco Beccaria. M. 1194.
Martirologio Romano: En Pavía, de Lombardía, san Lanfranco, obispo, varón pacífico, que tuvo que sufrir mucho por favorecer la paz y la concordia en su comunidad.
Nació en Pavía en el seno de una noble familia. En el 1178, fue elegido obispo de la ciudad y fue consagrado por el papa Alejandro III. Fue un prelado que intentó siempre la paz entre su ciudad y la ciudad de Ticino, a pesar de que los poderes políticos hacían todo lo imposible para impedirlo. Fue un gran defensor de la dignidad episcopal. Fue amable con los buenos, pero enérgico con los malos, pío, generoso y de vida ejemplar, tuvo que luchar contra la autoridad civil local que quería apropiarse de algunos bienes eclesiásticos. Se retiraba de vez en cuando al monasterio del Santo Sepulcro regido por la recién fundada Orden de Vallombrosa. Las autoridades civiles, por venganza hacia su política en favor de la ortodoxia y en contra de la rapacidad del poder civil, quisieron matarlo de hambre, pero siempre salió indemne; tuvo que marcharse de Pavía, y marchar a Roma donde el Papa tuvo que intervenir en su favor. Regresó a Pavía, pero cansado de luchar, se retiró al monasterio del Santo Sepulcro donde murió.
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