Santoral del 13 de Noviembre



rINDICE

Beatos Pedro Vicev, Pablo Dzidzov y Josafat Siskov, presbíteros y mártires
Beato Carl Lampert, presbítero y mártir
Beato Juan Gonga Martínez, mártir
Santa Agustina Pietrantoni, virgen
San Homobono, laico
Beato Varmundo de Ivrea, obispo
San Abón, abad
San Nicolás I, papa
Santa Maxelendis, virgen y mártir
San Eugenio de Toledo, obispo
San Himerio, eremita
Santos Florencio, Obispo y Amantio, su presbítero
San Bricio de Tours, obispo
San Leandro de Sevilla, obispo
OTROS SANTOS
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SAN ESTANISLAO DE KOSTKA,Confesor
Dios, por el cual habéis sido llamados a la compañía
de su Hijo Jesucristo Nuestro Señor, es fiel.
(1 Corintios 1, 9)

n. 28 de octubre de 1550 en Rostkovo, Polonia;
† 15 de agosto de 1568 en Roma
San Estanislao, gentilhombre polaco, fue invitado por la Santísima Virgen en persona a entrar en la Compañía de Jesús. Gravemente enfermo en Viena en casa de un perverso luterano, dos veces recibió la Santa Comunión de mano de los ángeles. De allí fue a encontrar a San Pedro Canisio y después, disfrazado de pobre peregrino, se fue a pie a Roma, junto a San Francisco de Borja. Fue modelo de santidad durante su noviciado. Tal era su amor para con Dios que era menester, para moderar su ardor, aplicarle paños húmedos sobre el pecho. Murió según su deseo el 15 de agosto, fiesta de la Asunción, el año 1568, a la edad de 18 años.

MEDITACIÓN SOBRE LA VIDA DE SAN ESTANISLAO

I. Este joven conservó una pureza angélica en medio de la corrupción del mundo, gracias a su devoción a la Santísima Virgen, a su espíritu de mortificación y a la frecuencia en recibir los sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía. Sin la piedad y la mortificación, no conservarás tú nunca la inocencia ni la gracia de Dios en el mundo. La mortificación nos despega de las creaturas; la piedad nos une al Creador.

II. Durante su noviciado, trabajó por adquirir la santidad, con tanto ardor como si antes hubiese sido un gran pecador. Si, por la gracia de Jesucristo, te has desembarazado de los bienes del mundo, esfuérzate como valiente atleta de Jesucristo, en desapegarte de ti mismo. He aquí el medio de ser coronado durante toda la eternidad. El atleta no obtiene victoria por el solo hecho de desvestirse para la lucha: será coronado sólo después de haber combatido valerosamente (San Paulino).

III. El amor divino desató su hermosa alma de su casto cuerpo con muerte exenta de dolor, de temor y de tristeza. Nada le costaba dejar el mundo con sus riquezas y sus placeres: había abandonado todo esto por Jesucristo. Antes bien, ¡cuán dulce le era ir a recibir la recompensa que Jesús ha prometido a los que renuncian a todo para seguirlo! El camino que tomó abrazando la vida religiosa es, lo confieso, angosto y difícil, pero conduce a la felicidad. El camino del mundo es ancho y cómodo, pero conduce al precipicio. La vía es estrecha, pero conduce al cielo (San Clemente de Alejandría).

La devoción.
Orad por los que se consagran a la vida religiosa.

ORACIÓN
Oh Dios, que entre otros milagros de vuestra sabiduría habéis dado, a una edad todavía tierna, una santidad consumada, haced os lo suplicamos que a ejemplo del bienaventurado Estanislao, ganando el tiempo perdido mediante un trabajo asiduo, marchemos rápidamente hacia el descanso eterno.
Por J. C. N. S.


Beatos Pedro Vicev, Pablo Dzidzov y Josafat Siskov, presbíteros y mártires
†: 1952 - país: Bulgaria
otras formas del nombre: Petâr Kamen Vicev, Josef Pavel Dzidzov o Djidjov, Rober Matej Siskov
canonización: B: Juan Pablo II 26 may 2002
hagiografía: Vaticano
En Sofía, ciudad de Bulgaria, beatos Pedro (Petâr Kamen) Vicev, Pablo (José Pavel) Dzidzov y Josafat (Rober Matej) Mateo Siskov, presbíteros de la Congregación de los Agustininos de la Asunción, que bajo un régimen hostil a Dios, acusados falsamente y encarcelados por ser cristianos, merecieron recibir por su muerte el premio prometido a los discípulos de Cristo.
De la homilía de SS. Juan Pablo II en la beatificación. Puede leerse completa aquí:

Dios, uno y trino, está presente en su pueblo, la Iglesia. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo recibimos el bautismo; en este mismo nombre se confieren los demás sacramentos. En particular, la misa, "centro de toda la vida cristiana", está marcada por el recuerdo de las Personas divinas: del Padre, a quien se dirige la ofrenda; del Hijo, sacerdote y víctima del sacrificio; y del Espíritu Santo, invocado para que el pan y el vino se conviertan en el cuerpo y la sangre de Cristo, y para hacer de los participantes un solo cuerpo y un solo espíritu. La vida del cristiano se orienta totalmente hacia este misterio. De la correspondencia fiel al amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo depende el éxito de nuestro camino en la tierra.

Tenían muy presente esta verdad los tres sacerdotes asuncionistas, que hoy he tenido la alegría de inscribir en el catálogo de los beatos: la causa por la que los padres Pedro Vitchev, Pablo Djidjov y Josafat Chichkov no dudaron en dar su vida fue la fe en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, fue su amor a Cristo, Hijo de Dios encarnado, al que se entregaron sin reservas sirviendo a su Iglesia.

El padre Josafat Chichkov afirmaba: "Tratemos de hacer del mejor modo posible todo cuanto esperan de nosotros, para poder santificarnos", y añadía: "Lo principal es llegar a Dios viviendo para él; todo lo demás es accesorio". Algunos meses antes del infame proceso que los condenó a muerte juntamente con el obispo Bossilkov, previendo lo que les esperaba, el padre Pedro Vitchev escribió a su superior provincial: "Obténganos con la oración la gracia de ser fieles a Cristo y a la Iglesia en nuestra vida diaria, para ser dignos de testimoniarlo cuando llegue el momento". Y el padre Pablo Djidjov decía: "Esperamos nuestro turno: que se haga la voluntad de Dios".

Pensando en los tres nuevos beatos, siento el deber de rendir homenaje a la memoria de los demás confesores de la fe, hijos de la Iglesia ortodoxa que, bajo el mismo régimen comunista, sufrieron el martirio. Este tributo de fidelidad a Cristo unió a las dos comunidades eclesiales en Bulgaria hasta el testimonio supremo. "Esto ha de tener un sentido y una elocuencia ecuménicos. El ecumenismo de los santos, de los mártires, es tal vez el más convincente. La communio sanctorum habla con una voz más fuerte que los elementos de división" (Tertio millennio adveniente, 37).

En efecto, no puede por menos de ser ya perfecta la comunión que se realiza "en lo que todos consideramos el vértice de la vida de gracia, la martyría hasta la muerte" (Ut unum sint, 84). Esta es "la comunión más auténtica que existe con Cristo, que derrama su sangre y, en este sacrificio, acerca a quienes un tiempo estaban lejanos (cf. Ef 2, 13)" (ib.).

La valiente coherencia ante el sufrimiento y el encarcelamiento de los padres Josafat, Pedro y Pablo fue reconocida por sus ex alumnos -católicos, ortodoxos, judíos y musulmanes-, por sus feligreses, por sus hermanos religiosos y por sus compañeros de sufrimiento. Con su dinamismo, su fidelidad al Evangelio y su servicio desinteresado a la nación, se presentan como modelos para los cristianos de hoy, especialmente para los jóvenes de Bulgaria que buscan dar un sentido a su vida y quieren seguir a Cristo en el laicado, en la vida religiosa o en el sacerdocio.

Unos datos biográficos:
Petâr Vicev nació en Bulgaria, en la diócesis de Tracia, el 23 de mayo de 1893, de padres ortodoxos. En 1921 fue ordenado sacerdote católico de rito oriental.
Pavel Dzjidzjov nació en Bulgaria, en la diócesis de Plovdiv, el 19 de julio de 1919, en una familia de padres católicos de rito latino. En 1945 fue ordenado sacerdote de rito latino en la misma diócesis.
Matej Siskov nació el 9 de febrero de 1884 en Plovdiv, también de padres católicos. En 1909 fue ordenado sacerdote de rito latino.
Los tres fueron martirizados en 1952, acusados de espionaje a favor del Vaticano. Fueron beatificados en el viaje de SS. Juan Pablo II a Bulgaria el 26 de mayo de 2002.

fuente: Vaticano
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Beato Carl Lampert, presbítero y mártir
n.: 1894 - †: 1944
otras formas del nombre: Karl Lampert, Carlos Lampert
canonización: B: Benedicto XVI 13 nov 2011
En Halle an der Saale, Alemania, beato Carl Lampert, muerto por quienes odiaban la fe de Cristo.
El P. Carl Lampert (nacido en Göfis, Feldkirch, Austria, el 9 de enero de 1894), era sacerdote diocesano, y se desempeñaba como pro-vicario de la Administración Apostólica de Innsbruck Feldkirch, en Austria.

A partir de 1939, con la persecución de la Administración regional nazi contra la Iglesia, el sacerdote es arrestado tres veces y encarcelado, hasta que fue enviado al campo de concentración de Dachau. Era espiado por «presunta actividad contra el Estado». Sus llamadas telefónicas y correspondencia era puntualmente interceptada. El 4 de febrero de 1943 fue arrestado junto con otras 40 personas bajo acusación de «favorecimiento hostil», «difusión de informaciones militares» y «escucha de transmisiones enemigas».

Los dos procesos a los que fue sometido concluyeron con la condena a muerte por espionaje. El sacerdote austriaco Carl Lampert fue decapitado con otros dos sacerdotes, Herbert Simoleit y Friedrich Lorenz, el 13 de noviembre de 1944. Murió pronunciando los nombres de Jesús y de María.

Del resumen biográfico de Radio Vaticano, en el día de la beatificación.
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Beato Juan Gonga Martínez, mártir
n.: 1912 - †: 1936 - país: España
canonización: B: Juan Pablo II 11 mar 2001
hagiografía: «Año Cristiano» - AAVV, BAC, 2003
En Simat de Valldigna, en la región de Valencia, en España, beato Juan Gonga Martínez, mártir, que dio su vida por Cristo en la cruel persecución contra la fe.
Ver más información en:
233 Mártires de la persecución religiosa en Valencia (1936)

Nace en Carcaixent, en la provincia de Vqalencia, España, el 25 de marzo de 1912. Se educa en el colegio de PP. franciscanos y encamina su natural rebelde y ardiente a la prosecución de nobles causas. Una enfermedad le impide seguir su deseo de ser sacerdote y se decide entonces a ser un militante cristiano con todas sus consecuencias. Trabaja como oficinista y hace de su trabajo el primer marco de su fecundo apostolado. Se inscribe en la Acción Católica y trabaja activamente en los Círculos de Estudio y en las catequesis. Asiduo a los sacramentos, volcaba también su religiosidad en la atención a los pobres. Con vistas al matrimonio entabló relaciones con la joven Josefina Millet, pero le llegó el martirio a los 24 años, antes de poder casarse.

Cerradas las iglesias el 18 de julio de 1936, asistía a las misas clandestinas del consiliario de la Acción Católica, y salía de una de ellas el 25 de julio cuando fue arrestado. Al ser dejado libre, pensó lo más prudente dejar el pueblo. Pero volvió el 13 de noviembre a ver a su familia, y al ser reconocido fue otra vez arrestado. Llevado aquella noche a la carretera de Tavernes de Valldigna, comprendió que lo iban a fusilar. Sacó su crucifijo, lo presentó a sus verdugos y dijo que les perdonaba como Jesús perdonó a los que le mataban. Por ello luego le llamaban «el muchacho de la cruz». Seguidamente fue fusilado. Fue beatificado el 11 de marzo de 2001 por el papa Juan Pablo II.

Parece bastante evidente que la fotografía es muy anterior al martirio, porque si bien era joven en ese momento, no se puede decir que fuera un niño, sin embargo es la única que he podido encontrar en internet. N.ETF.

fuente: «Año Cristiano» - AAVV, BAC, 2003
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Beato Varmundo de Ivrea, obispo
fecha en el calendario anterior: 9 de agosto
†: 1010/1014 - país: Italia
otras formas del nombre: Veremondo, Veremundo
canonización: Conf. Culto: Pío IX 17 sep 1857
hagiografía: Santi e Beati
En Ivrea, del Piamonte, conmemoración del beato Varmundo, obispo, esclarecido por la viveza de su fe, su piedad y su humildad, que defendió la libertad de la Iglesia de las insidias de los poderosos, construyó la catedral, fomentó el monacato y promovió la escuela episcopal.

Uno de los pastores más importantes de los que la Iglesia de Ivrea puede presumir en sus muchos siglos de historia, es sin duda Veremundo. Nacido alrededor del 930, de la noble familia vercellesa de Arborio, estudió en Pavía, donde parece que se calificó en leyes. Pero por deseo del emperador Otón I fue elegido como cabeza de la diócesis de Ivrea, hacia el 983 u 84, ciudad que en ese momento era sede de un importante marquesado. Está documentada su presencia en el sínodo de Milán del 969, convocado para reorganizar las diócesis del Piamonte meridional devastadas por las incursiones y ataques de los sarracenos.

Los roles de pastor y guía civil de la comunidad, son afrontados por Veremundo con gran habilidad, que combina la caridad evangélica con la firmeza de la justicia. En particular, estas dotes se muestran importantes en el contexto de la delicada cuestión del Marqués Arduino, quien, respaldado por feudatarios laicos, busca realizar su proyecto político de una Italia unida, al margen de la Iglesia y el Imperio. Contra él, el santo obispo lanzó una excomunión, confirmada a continuación por el Papa, para reivindicar la plena y legítima libertad de la Iglesia.

Su compromiso de obispo involucra también un nuevo impulso al desarrollo cultural y educativo: abre una escuela episcopal, en la que se asume la importante tarea de la copia y ornamentación de manuscritos. Es también responsable de la reconstrucción de la antigua catedral de Santa María, donde puso las reliquias del presunto mártir tebeo san Tegolo, que se encontró cerca de la ciudad. San Veremundo concedió también importantes privilegios a la fundación del monasterio de Fruttuaria, gobernado como primer abad por Guillermo de Volpino, comprendiendo la importancia que esa institución podría tener en el contexto de su territorio diocesano.

Su intensa actividad sólo se vio interrumpida por la muerte, ocurrida en un año entre 1010 y 1014. Sobre su tumba se colocó un cenotafio preparado por él mismo, mientras que el pueblo comenzó a venerar inmediatamente su memoria como santo, a pesar de que la confirmación de su culto llegó recién en 1857, bajo el pontificado de Pío IX. Su memoria, que se celebraba el 9 de agosto, quedó fijada actualmente para el 13 de noviembre, día en el que la Iglesia de Ivrea conmemora a todos sus pastores santos. Sus reliquias se conservan en la catedral de la ciudad, donde están también los ejemplos más significativos de sus imágenes, que no presentan rasgos iconográficos propios, distintos de los normales en un santo obispo.

Traducido para ETF de un artículo de Damiano Pomi. Transcribo con ciertas dudas que la participación en el sínodo de Milán haya sido en el 969, cuando tenía unos 39 años y estaba lejos de ser obispo; pienso que debe tratarse de un error de imprenta del original, y que la fecha correcta es el 989, pero no tengo manera, de momento, de corroborar el dato.

fuente: Santi e Beati
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San Homobono, laico
n.: c. 1120 - †: 1197 - país: Italia
canonización: C: Inocencio III 21 ene 1199
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
En Cremona, de la Lombardía, san Homobono, comerciante, que se hizo famoso por su caridad hacia los pobres, por acoger y educar a niños abandonados y por poner paz en las familias.
patronazgo: patrono de los sastres y de los comerciantes, especialmente vendedores de ropa, telas y zapatos.
refieren a este santo: Beato Facio

Como lo hace notar Alban Butler, el comercio es con frecuencia ocasión de apego exagerado a los bienes de este mundo, de codicia inmoderada y de mentiras, fraudes e injusticias. Pero todo ello procede del abuso de los hombres y no constituye un defecto inherente a la profesión de comerciante, como lo prueba el ejemplo de éste y otros santos. Homobono era hijo de un mercader de Cremona, en la Lombardía. En el bautismo recibió ese nombre que significa «hombre bueno». Su padre, en vez de enviarle a la escuela, se ocupó de enseñarle personalmente la profesión mercantil y, con el ejemplo de la palabra, le imbuyó en el amor a la probidad, la integridad y la virtud. El santo aborrecía desde niño la menor sombra de fraude o injusticia, y a su honradez unía el sentido del ahorro, la diligencia y la laboriosidad. Consideraba la dedicación al comercio como una vocación de Dios y lo practicaba hábilmente, sin olvidar nunca las necesidades de su familia, de su pueblo y de sí mismo. Un comerciante que no tiene al día sus libros, que no administra sus negocios con orden y regularidad y que no se aplica seriamente a ello, falta a uno de sus deberes esenciales de cristiano. Homobono se santificó precisamente, al cumplir esos deberes con diligencia, honradez y por motivos sobrenaturales.

San Homobono se casó a su debido tiempo y su esposa le ayudó con prudencia y fidelidad en el gobierno de la casa. La ambición, la vanidad y la ostentación, no son menos nocivas que otros defectos aparentemente más graves de la clase media, que debería distinguirse por la modestia, la moderación y la sencillez. Todos los gastos exagerados en el vestido, el tren de vida y otras cosas vanas ofenden a otros y dañan a quienes los hacen. Un hombre de baja estatura que usa zancos, sólo consigue ponerse en ridículo. El comerciante está obligado a honrar y ayudar a la sociedad a la que pertenece; la ostentación no hace más que ponerle en ridículo y arruinar su felicidad. San Homobono supo esquivar esos escollos contra los que se estrellan tantos comerciantes. Además, no contento con dar el diezmo de sus ganancias a los pobres de Cristo, era extraordinariamente generoso en sus limosnas, visitaba a los pobres en sus casas, los ayudaba en sus necesidades materiales y los exhortaba a mejor vida.

Su biógrafo afirma que Dios le concedió la gracia de socorrer milagrosamente a aquellos que lo necesitaban. San Homobono tenía por costumbre ir todas las noches a la iglesia de San Gil, porque la oración era la fuente de todas sus buenas acciones y en ella consagraba el santo su vida a Dios. El 13 de noviembre de 1197, cuando el sacerdote entonaba el «Gloria in excelsis» de la misa, Homobono extendió los brazos en cruz y cayó de bruces. Los presentes pensaron que se trataba de un acto de devoción; pero, como el santo no se levantase al momento del Evangelio, acudieron a ver lo que pasaba y le encontraron muerto. Sicardo, obispo de Cremona, fue personalmente a Roma a solicitar que se le canonizase. Así lo hizo Inocencio III en 1199.

A. Maini publicó, en 1857, una corta biografía medieval con el título de S. Homoboni Cremonensis Vita Antiquior. Fuera de eso, los únicos datos que poseemos proceden de las lecciones del breviario. Sin embargo, Sicardo de Cremona menciona al santo, quien fue canonizado dos años después de su muerte (Potthast, Regesta, vol. I, p. 55) . Es el patrono de los sastres y modistas. Su fama se extendió por Italia, Alemania (donde se le llama «Gutmann», que es la traducción literal del nombre) y Francia. G. Belladori publicó, en 1674, una voluminosa obra titulada «Il trafficante celeste, oceano di santita e tresoriero del celo, Huomobono il santo, Cittadino Cremonese». Más modernas son las obras de F. Camozzi (1898) , D. Bergamaschi (1899) , y R. Saccani (1938). Marco Vida, el poeta neoclásico del siglo XVI, era originario de Cremona y escribió un himno en honor de san Homobono.
En la imagen: Homobono, de Pietro di Giovanni Lianori, siglo XV.

fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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Santa Agustina Pietrantoni, virgen
n.: 1864 - †: 1894 - país: Italia
otras formas del nombre: Livia Pietrantoni
canonización: B: Pablo VI 12 nov 1972 - C: Juan Pablo II 18 abr 1999
hagiografía: Vaticano
En Roma, santa Agustina (Livia) Pietrantoni, virgen de la Congregación de Hermanas de la Caridad, dedicada cristianamente al cuidado de los tuberculosos en el hospital del Santo Espíritu, donde murió apuñalada por un enfermo en un ataque de furor homicida.
patronazgo: protectora de las personas ridiculizadas por su piedad.

Una tierra... una familia
«Había una vez y sigue habiendo todavía, con una imagen nueva, un pueblo llamado Pozzaglia, en las colinas de Sabina... y había una casa bendecida, nido lleno de voces infantiles, entre las cuales la de Oliva, llamada más tarde Livia, y quien se llamará en la Vida Religiosa hermana Agustina... »

La vida muy breve de la hermana Agustina, empieza y se desarrolla así: "simple, límpida, pura, amante... pero al final... dolorosa y trágica... o mejor... simbólica". Vida que inspiró a Pablo VI, el Papa que la Beatificó, palabras de extraodinaria poesía, para narrar el transcurso de su vida.

27 de marzo de 1864. Es en el pequeño pueblo de Pozzaglia a 800 metros de altitud en la linda zona geográfica que se extiende entre Rieti, Orvinio, Tivoli donde nace y es bautizada Livia; ¡la segunda de once hermanos! Sus padres, Francisco Pietrantoni y Catalina Costantini, pequeños agricultores trabajan sus tierras y otras alquiladas. La infancia y la juventud de Livia respiran los valores de la famiglia honesta, trabajadora, religiosa y en la casa bendecida "todos estaban pendientes de hacer el bien y de rezar a menudo...". Este período está marcado todo por la sabiduría del abuelo Domingo un verdadero ícono patriarcal.

A los 4 años, Livia recibe el sacramento de la Confirmación y alrededor de 1876 hace su Primera Comunión, con un conocimiento ciertamente extraordinario si la juzgamos por lo que fue su posterior vida de oración, generosidad y donación. Muy pronto, en la gran famiglia, donde todos parecían tener derecho a su tiempo y a su ayuda, aprende de su mamá Catalina las atenciones y los gestos maternales que emplea con dulzura a la vista de sus numerosos pequeños hermanos. Trabaja en los campos y cuida los animales, no conoce ni los juegos ni el colegio, al que ella va de una forma muy irregular, pero del que consigue obtener un provecho extraordinario, hasta el punto de merecer de sus compañeras el título de "profesora".

Trabajo... orgullo
A los 7 años y con otros niños empieza a trabajar, transportando miles de baldes de piedra y arena para la construcción de la ruta que va de Orvinio a Poggio Moiano. A los doce años, se va con otras jóvenes jornaleras que se dirigen a Tivoli, durante los meses del invierno para la recolección de aceitunas. Precozmente sabia. Livia asume la responsabilidad moral y religiosa de sus jóvenes compañeras, las sostiene en ese rudo trabajo, lejos de la familia y se enfrenta con fuerza y coraje a los "jefes" arrogantes y sin escrúpulos.

Vocación y desprendimiento
Livia es una joven agradable por su sabiduría, su sentido de ayuda al prójimo, su generosidad, su belleza... y varios jóvenes en el pueblo tienen puestos los ojos en ella. Sus miradas de admiración no pasan desapercibidas a su mamá Catalina que sueña con un buen partido para su hija. Pero, ¿qué piensa Livia? ¿Qué secreto guarda? ¿Por qué no elije? ¿ Por qué no se decide? "Livia... extremadamente audaz por la voz que le habla interiormente, la voz de su vocación, cede: Cristo será su amor, Cristo, su Esposo". Su búsqueda se orienta hacia una vida de sacrificio; a quién, en su familia o en el pueblo, quiere hacerla cambiar de opinión, definiéndola como un escape de la fatiga, Livia responde "quiero elegir una Congregación donde haya trabajo para el día y la noche" y todos están seguros de la autenticidad de estas palabras. En un primer viaje a Roma, acompañada por su tío Fray Mateo, vive una desilusión dolorosa: han rechazado acogerla.

Algunos meses después, por tanto, la Superiora General de las Hermanas de la Caridad de Santa Juana Antida Thouret, Madre Josefina Boquien, le hace saber que la espera en la Casa General, calle Santa María in Cosmedin. Livia comprende que esta vez el adiós es definitivo. Con emoción, se despide de todos los habitantes del pueblo, de todos los rincones de su pueblo, sus lugares de oración: la Parroquia, la Virgen de la Rifolta; abraza a sus familiares, recibe de rodillas la benedición del abuelo Domingo, "besa la puerta de su casa, hace el signo de la Cruz y se va corriendo".

Formación y servicio
23 marzo de 1886. Livia tenía 22 años, cuando se fue a Roma, vía S. Maria in Cosmedin. Algunos meses de postulantado y de noviciado son sufficientes para mostrar que la joven tiene la pasta de una hermana de la Caridad, es decir de una "sierva de los pobres" según la tradición de S. Vicente de Paúl y de Santa Juana Antida. Livia, in efecto, lleva al convento un potencial humano heredado de su familia particularmente sólido y que ofrece garantía. En ella la mujer y la religiosa están en perfecta armonía. Cuando toma el hábito religioso y se le da el nombre de hermana Agustina tiene el presentimiento que será ella quien encarne una santa con ese nombre: efectivamente no conoce ninguna santa Agustina.

Enviada al hospital Espíritu Santo, que tiene 700 años de gloriosa historia y definido como "el gimnasio de la caridad cristiana", tras las huellas de los santos que la han precedido, entre los cuales se encuentran Carlos Borromeo, José de Calasanz, Juán Bosco, Camilo de Lelis... la hermana Agustina aporta su contribución personal y en este lugar de sufrimiento expresa su caridad hasta el heroísmo.

Silencio, oración y bondad
El ambiente del hospital es hostil a la religión. La cuestión romana envenena los espíritus; los Padres Capuchinos son expulsados, se prohíbe el crucifijo y cualquier otro signo religioso. Quisieran también alejar a las Hermanas, pero tienen miedo de la reacción de la gente: les hacen la vida "imposible" y se les prohibe hablar de Dios; pero la hermana Agustina no tiene necesidad de su boca para "proclamar a Dios" y ninguna mordaza puede impedirle anunciar el Evangelio. Primero en el cuidado de los niños, y después de haberse contagiado mortalmente, de lo cual se recupera milagrosamente, en el cuidado de los tuberculosos, servicio de desesperación y de muerte, expresa siempre una devoción total y una atención extraordinaria a cada enfermo, sobre todo a los más difíciles, violentos y obscenos, como "Romanelli".

En secreto, en el pequeño rincón oculto donde ha encontrado un sitio para que la Virgen María siga en el hospital, ella le confía a sus enfermos y le promete vigilias más numerosas, sacrificios más grandes, para obtener la gracia de la conversión de los más obstinados. ¿Cuántas veces le ha presentado a José Romanelli? Es el peor de todos, el más vulgar y el más insolente sobre todo con la hermana Agustina, quien multiplica las atenciones con él y que con gran bondad, acoge a su madre ciega cuando viene a visitarlo. De él se puede esperar cualquier cosa, todos están hartos.

Cuando después de su enésima bravuconería hacia las mujeres en la lavandería, el Director lo expulsa del hospital, su rabia busca una víctima y la pobre Agustina es la elegida. "¡Te mataré con mis propias manos!", "¡Hermana Agustina, no tienes más de un mes de vida!", son las amenazas que le hace llegar varias veces por medio de cartas.

Romanelli no bromea, en efecto, y la hermana Agustina tampoco, no pone límites a su generosidad por el Señor... Está dispuesta a pagar con su propia vida el precio del amor, sin escapar, sin acusar. Cuando Romanelli la sorprende y la golpea cruelmente sin que ella pueda escapar, el 13 de noviembre de 1894, de sus labios no salen más que las invocaciones a la Virgen y las palabras de perdón.

Santa Agustina fue beatificada por SS Pablo VI en 1972 y canonizada por SS Juan Pablo II el 18 de abril de 1999

fuente: Vaticano
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San Leandro de Sevilla, obispo
fecha en el calendario anterior: 27 de febrero
n.: c. 545 - †: c. 600 - país: España
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
San Leandro, obispo, hermano de los santos Isidoro, Fulgencio y Florentina, que con su predicación y solícita caridad convirtió a los visigodos de la herejia arriana a la fe católica, contando con la ayuda de su rey Recaredo. Murió en la ciudad de Sevilla, en Hispania, el 13 de marzo.
patronazgo: patrono de Sevilla; protector contra el reumatismo.
oración:
Oh Dios, que por medio de tu obispo san Leandro mantuviste en tu Iglesia la integridad de la fe, concede a tu pueblo permanecer siempre libre de todos los errores. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén (oración litúrgica).

Los godos o visigodos, que reinaron en España durante cuatro siglos, se convirtieron del arrianismo gracias sobre todo a los esfuerzos de san Leandro. El padre del santo era Severiano, duque de Cartagena, ciudad en la que Leandro nació. Su madre era hija de Teodorico, rey de los ostrogodos. Sus hermanos fueron san Fulgencio, obispo de Écija, y san Isidoro, quien le sucedió en la sede de Sevilla. Tenía también una hermana, santa Florentina y la tradición afirma que otra de sus hermanas se casó con el rey Leovigildo. Pero este último dato no es seguro y, en caso de ser cierto, debió crear muchas dificultades al santo, pues Leovigildo era un ferviente arriano.

Desde niño, se distinguió Leandro por su elocuencia y su fascinante personalidad. Siendo muy joven, entró en un convento de Sevilla, donde se entregó durante tres años a la oración y el estudio. A la muerte del obispo de Sevilla fue elegido unánimemente para sucederle; pero su nueva dignidad no le hizo cambiar de costumbres. El santo se dedicó inmediatamente a combatir el arrianismo, que había hecho grandes progresos, y con su oración y predicación obtuvo numerosas conversiones, entre otras la de Hermenegildo, el hijo mayor del rey Leovigildo. El año 583, san Leandro fue a Constantinopla al frente de una embajada; en esa ciudad conoció a san Gregorio Magno, que aun no era papa, y había ido allí como legado del papa Pelagio II. Una gran amistad les unió desde entonces, y san Gregorio escribió su comentario sobre el libro de Job («Moralia in Iob»), a instancias de san Leandro.

Al regresar a España, san Leandro continuó luchando por la fe; pero en el 586 Leovigildo condenó a muerte a su propio hijo, san Hermenegildo, por haberse negado a recibir la comunión de manos de un obispo arriano, y al mismo tiempo desterró a varios prelados católicos, entre los que se contaba a san Leandro y a su hermano san Fulgencio. El santo obispo continuó su tarea desde el destierro, escribiendo dos libros contra el arrianismo y otro más para responder a las objeciones que se habían hecho a los dos primeros. Leovigildo levantó la pena de destierro poco después y, ya en su lecho de muerte, confió a san Leandro a su hijo Recaredo para que le instruyese en la verdadera fe. Sin embargo, el propio Leovigildo murió sin reconciliarse con la Iglesia, por miedo de ofender al pueblo, según cuenta san Gregorio. Bajo la dirección de san Leandro, Recaredo llegó a ser un fervoroso católico, bien instruido en la fe. Leandro demostró tal sabiduría en sus discusiones con los obispos arrianos, que acabó por ganarles a su doctrina, más con sus argumentos que con su autoridad. Esto produjo la conversión de todo el pueblo visigodo. Igual éxito tuvo el santo con los suevos, otro pueblo de España pervertido por Leovigildo. Nadie se regocijó más de los triunfos del santo obispo que san Gregorio Magno, quien le escribió una afectuosa carta de felicitación y le envió un palio.

En el 589, san Leandro presidió el tercer Concilio de Toledo, que redactó una solemne declaración de la consustancialidad de las tres Personas divinas y votó veintitrés cánones disciplinares. Como se ve, san Leandro no se preocupaba menos de la pureza de la fe que de las buenas costumbres. Al año siguiente, tuvo lugar en Sevilla otro concilio con el fin de confirmar y sellar la conversión del pueblo a la verdadera fe. San Leandro conocía, por experiencia, el poder de la oración y trabajó por fomentar la verdadera devoción en todos los fieles, pero sobre todo en los que se habían consagrado a Dios en la vida religiosa. Su carta a santa Florentina, documento conocido con el nombre de «Regla de la Vida Monástica», tiene por tema principal el desprecio del mundo y la oración. Una de las obras más importantes de san Leandro fue la reforma de la liturgia. Siguiendo la práctica de las iglesias orientales, el tercer Concilio de Toledo introdujo en la misa el Credo de Nicea, que repudiaba la herejía arriana. Más tarde, otras Iglesias de Occidente y la misma Iglesia de Roma adoptaron esa práctica.

San Leandro se vio frecuentemente atacado por las enfermedades, particularmente por la gota. San Gregorio, que sufría también de ese mal, alude a ello en una de sus cartas. Según una antigua tradición española, la famosa imagen de Nuestra Señora de Guadalupe del Real Monasterio de Nuestra Señora de Guadalupe en Cáceres, Extremadura, fue un regalo del Papa san Gregorio a su amigo san Leandro. De los numerosos escritos del santo, los únicos que han llegado hasta nosotros son la «Regla de la Vida Monástica» y una homilía de acción de gracias por la conversión del pueblo godo. San Leandro murió hacia el año 600. Sus reliquias se conservan en la catedral de Sevilla. La liturgia española celebra la memoria de san Leandro el 13 de noviembre.

Ver Acta Sanctorum, marzo, vol. II; Gams, Kirchengeschichte von Spanien; vol. II pte. 2, pp. 37 ss., 66 ss.; DTC, vol. IX, p. 95. Ver también el excelente artículo de la Sra. Humphry Ward sobre san Leandro, en A dictionary of Christian Biography, ed. William Smith y Henry Wace, vol. III, pp. 637-640. Leovigildo y la conversión de Recaredo corresponden al cuadro general de la historia de la Iglesia en su transición a la Edad Media, cfr. Jedin, H. manual de Historia de la Iglesia, II, pág 757ss. Herder. Leandro como autor está tratado en Patrología, Di Berardino, BAC, tomo IV, pág 91.
Cuadro: Bartolomé Murillo: «Leandro y Buenaventura», 1665-1666, en el Museo de Ballas Artes de Sevilla.

fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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San Bricio de Tours, obispo
†: c. 444 - país: Francia
canonización: pre-congregación
hagiografía: El Testigo Fiel
En Tours, en la Galia Lugdunense, san Bricio, obispo, discípulo de san Martín, que sucedió a su maestro y durante cuarenta y siete años padeció muchas adversidades.
patronazgo: patrono de los jueces y protector en las enfermedades estomacales.
refieren a este santo: San Martín de Tours

La vida de Bricio fue escrita por san Gregorio de Tours, a lo que luego se incorporaron, en algunos manuscritos, unos Diálogos de Sulpicio Severo en los que lleva el nombre de Brictio, o Brisson.

Era nativo de Touraine, fue dado a san Martín de Tours para que lo formara, y el santo llevó a Bricio al monasterio de Marmoutier. Hay que reconocer, sin embargo, que durante mucho tiempo Bricio no fue una honra para su maestro, pretendía mantener esclavos y caballeriza, hasta que, disgustado por la desaprobación silenciosa de los monjes, trató de vengarse observando la actuación de san Martín para tratar de atraparlo en un fallo, y trataba a su maestro con dureza y desprecio. San Martín no lo despidió por temor de librarse con ello de una prueba enviada por Dios. Además, si la leyenda es verdadera, el santo había previsto ya que Bricio sería su sucesor. En efecto, cuando Bricio era diácono, había dicho que san Martín estaba loco. Cuando éste le preguntó por qué creía semejante cosa, Bricio negó haber dicho que estaba loco. Pero San Martín le aseguró que había oído el insulto y añadió: «A pesar de ello, no he dejado de pedir por ti y, algún día serás obispo de Tours, pero sufrirás mucho en ese cargo». Bricio pensó entonces que su maestro estaba realmente loco. Sulpicio Severo, en uno de sus diálogos, hace decir a Bricio que él es un modelo de conducta porque se educó en Marmoutier, en tanto que san Martín se había educado en campos militares y estaba ya chocheando. Pero súbitamente, Bricio se arrojó a los pies de san Martín y le pidió perdón. El santo, que siempre estaba dispuesto a perdonar, le dijo: «Si Cristo pudo soportar a Judas, yo podré ciertamente soportar a Bricio».

San Martín murió el año 397, y Bricio fue elegido para sucederle. Al principio, no estuvo a la altura de su cargo y algunos intentaron en vano, en varias ocasiones, hacer que le condenasen. Dos cartas del papa san Zósimo de septiembre del 417 muestran que Lázaro, el futuro obispo de Aix, acusó a Bricio en numerosos concilios, hasta que en el de Turín del 401 las acusaciones fueron demostradas partidistas. Después de treinta y tres años de episcopado, un escándalo reavivó los antiguos descontentos. La acusación era grave: trataba de un hijo que Bricio habría tenido con una religiosa encargada del cuidado de su guardarropa. El obispo fue incluso amenazado con la lapidación y, pese a la intervención de algunos defensores, destituido. San Gregorio de Tours afirma que Bricio probó su inocencia mediante un milagro asombroso; sin embargo, fue expulsado de su sede y viajó a Roma a protestar de su inocencia. Los siete años que pasó en el destierro le transformaron totalmente. Cuando murió Armencio, quien había administrado su diócesis en su ausencia, san Bricio regresó a su sede. En los años que le quedaban, llevó una vida tan ejemplar y se dedicó tan intensamente al ministerio pastoral, que el pueblo le veneró como santo cuando murió, y veinticinco años después de su muerte, se celebraba ya su fiesta en Tours con una vigilia. Su culto se extendió rápidamente.

Casi todo lo que sabemos sobre san Bricio procede de los escritos de Sulpicio Severo sobre san Martín y de las tradiciones populares que relata san Gregorio de Tours. Sin duda que hay muchos detalles dudosos en la biografía de san Bricio, pero sobre esos puntos remitimos al lector a los especialistas en la materia: Poncelet, en Analecta Bollandiana, vol. XXX (1911) , pp. 88-89, y Delehaye, ibid., vol. XXXVIII (1920) , pp. 5-136, sobre todo 105 y 135. Las cartas del papa Zósimo están resumidas por Jaffé-Kaltenbrunner en Regesta Pontificum, nn. 330-331; el texto completo puede verse en Migne PL. vol. XX, cc. 650- 663. En el segundo de estos textos se declara expresamente que Lázaro, el acusador de Bricio, fue «pro calumniatore damnatus, cum Bricci inoocentis episcopi vitam falsis objetionibus appetisset» (condenado como calumniadorm puesto que intentó dañar la vida de Bricio, obispo inocente, con falsas acusaciones). Probablemente lo que popularizó la devoción de san Bricio en Inglaterra y en Italia, fue su estrecha relación con San Martín.
El presente artículo combina la noticia dle Butler-Guinea, tomo IV, pág. 326, con la de Gilbert Bataille para la Enciclopedia dei Santi, tomada de Santi e Beati. Imagen: Estatua de Bricio de 1515, en el Museo del Estado de Baden, Alemania.

El Testigo Fiel
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Santos Florencio, Obispo y Amantio, su presbítero
†: s. VI - país: Italia
otras formas del nombre: Florido
canonización: culto local
hagiografía: Santi e Beati
En Cittá di Castello, en la Umbría, conmemoración de san Florencio, obispo, de cuya doctrina fiel y vida santa fue testigo el papa san Gregorio Magno, y de san Amancio, su presbítero, rebosante de caridad para con los enfermos y adornado de todas las demás virtudes.
refieren a este santo: San Herculano de Perugia

San Florido nació en Città di Castello (llamada en ese tiempo Tiferno Tiberino) en el 520. Sus padres murieron cuando era todavía joven. Estudió literatura y teología. Alrededor del año 542 el obispo lo nombró diácono. Algún tiempo después, él y sus compañeros Amanzio y Donnino, huyeron a Perugia, porque Città di Castello estaba siendo asediada por las tropas de Totila. Allí el obispo Herculano, que reconoció y apreció su talento, le ordenó sacerdote. En el 544 en Pantalla, una aldea cercana a Todi, san Florido sanó con su oración a un endemoniado poseído; éste fue su primer milagro.

Florido volvió a Città di Castello, mas la encontró destruida. Junto con otros supervivientes, construyeron una fortaleza sobre las ruinas de la ciudad, reconstruyeron las casas y las iglesias, y la ciudad comenzó una nueva vida. Mientras tanto, el obispo había muerto, y el papa Pelagio escuchó los ruegos de los ciudadanos y fue elegido Florido como obispo, siempre comprometido en la predicación de la Palabra de Dios. Administró su sede con justicia y caridad. Entre sus amigos se encontraba san Gregorio Magno, que es quien transmite estas noticias sobre el santo. Murió en Pieve de Saddi el 13 de noviembre del 599, asistido por otros tres obispos.

Traducido para ETF de un artículo de Carmelo Randello.

fuente: Santi e Beati
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San Himerio, eremita
†: c. 612 - país: Suiza
otras formas del nombre: Immer
canonización: culto local
hagiografía: Ökumenisches Heiligenlexikon
En el valle de Susingen, entre los helvecios, san Himerio, eremita, que predicó el Evangelio en aquella región.

El noble Himerio hizo una peregrinación a Palestina. A su regreso hizo una pausa en su viaje en una isla llamada Arados, en la que habría liberado al pueblo de un monstruo, cuyas patas trajo con él. A su regreso, se estableció como ermitaño en el valle de Susingen -llamado hoy Valle de San Himerio- en el Jura bernés, y junto con su compañero, Alberto cultivó un terreno, que le había dado el Obispo Mario de Lausanne. Sobre la tumba de Himerio se asienta el el actual monasterio de San Himerio, en Suiza.

Traducido para ETF de la pequeña noticia que transmite, con referencias en el prestigioso Biographisch- Bibliographisches Kirchenlexikon, el Ökumenisches Heiligenlexikon, de donde también tomamos la imagen, que corresponde a una pintura de 1845 en la iglesia alsaciana de San Himerio en Battenheim.

fuente: Ökumenisches Heiligenlexikon
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San Eugenio de Toledo, obispo
n.: c. 600 - †: 657 - país: España
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
En Toledo, de Hispania, san Eugenio, obispo, que trabajó en la ordenación de la sagrada liturgia.
patronazgo: patrono de los molineros.
refieren a este santo: San Ildefonso de Toledo, San Julián de Toledo

Hay cierta confusión en las primeras listas episcopales de Toledo. Se afirma que hubo un primer obispo Eugenio, que era astrónomo y matemático, aunque su existencia no es del todo segura. En cambio sí lo es la de su sucesor, también Eugenio, músico y poeta, de origen godo, que es el santo que veneramos hoy, y pasó a la historia como Eugenio II.

Siendo monje de Zaragoza, se escondió en un cementerio para evitar que le eligiesen obispo; pero fue descubierto y obligado a aceptar la consagración. Se conservan algunos escritos del santo, tanto en prosa como en verso. Se dice que era también buen músico y que trató de elevar el nivel del canto sacro que había degenerado mucho. San Eugenio gobernó su sede con gran edificación. Su sucesor fue san Ildefonso, sobrino suyo.

Son indudables la existencia histórica y las actividades literarias del Eugenio que murió el año 657. San Ildefonso habla brevemente de él en De viris illustribus, cap. XIV (Migne, PL., vol. XCVI, c. 204). Sus obras poéticas fueron publicadas y anotadas en Monumenta Germaniae Historica, Auctores Antiquissimi, vol. XIV. Véase sobre este punto Analecta Bollandiana, vol. XXIV (1905), pp. 297-298. Cf. J. Madoz, en Revue d'histoire ecclésiastique, vol. XXXV (1939), pp. 530-533. La Patrología de Di Berardino, BAC, 2000, tomo IV, pág 118ss. dedica una larga (para el estilo de la obra) introducción a la poesía del autor, a la que alaba por su originalidad, además de aportar bibliografía actualizada.

fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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Santa Maxelendis, virgen y mártir
†: c. 670 - país: Francia
otras formas del nombre: Maxellendis, Maxellenda
canonización: culto local
hagiografía: Santi e Beati
En la región de Cambrai, en la Galia, santa Maxelendis, virgen y mártir, quien, según la tradición, al elegir a Cristo como esposo y rechazar al individuo a quien sus padres la habían prometido, este la mató con su espada.
patronazgo: protectora de las enfermedades de los ojos

Santa Maxellendis, de acuerdo a una historia proveniente del siglo X, no muy fiable en sus detalles, nació en Caudry cerca de Cambrai de padres nobles, Umolino y Ameltrude. Alcanzada la edad del matrimonio, no le faltaron pretendientes, pero sus padres eligieron para ella a Arduino de Solesmes. Cuando la niña le comunicó a sus padres que sus planes eran diferentes, buscaron disuadirla respondiéndole que podía servir a Dios como esposa y madre, al igual que muchos santos de la historia han hecho. Maxellendis pidió tiempo para pensarlo, pero un ángel la apremió para confirmar su elección, por lo que informó a su padre que quería ser monja.

Sin embargo, también los padres se mostraron decididos a celebrar el matrimonio contra la voluntad de la joven. Para evitarlo Maxellendis se vio obligada a refugiarse con su asistenta en Cateau-Cambrésis, pero Arduino y sus amigos encontraron el escondite y se la llevaron. Las jóvenes consiguieron liberarse y estaban ya escapando cuando el novio la golpeó furiosamente con su espada, matando a Maxellendis. Inmediatamente Arduino quedo misteriosamente ciego.

Maxellendis fue enterrada en una iglesia cercana, pero teniendo en cuenta los muchos milagros que se produjeron en su tumba, en el 673 Avenger, obispo de Cambrai, trasladó sus reliquias a la iglesia de Saint-Vaast de Caudry. Arduino, que había solicitado participar en la procesión, cayó de rodillas al paso del ataúd, y así, arrepentido de su delito y pidiendo perdón de Dios, recuperó instantáneamente la vista.

Traducido para ETF de un artículo de Fabio Arduino.

fuente: Santi e Beati
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San Nicolás I, papa
†: 867 - país: Italia
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
En la basílica de San Pedro, de Roma, san Nicolás I, papa, que sobresalió por su energía apostólica al reafirmar la autoridad del Romano Pontífice en toda la Iglesia.
refieren a este santo: San Adón de Vienne

Cuando Nicolás I murió, el 13 de noviembre del año 867, después de nueve años de pontificado, todos los hombres de buena voluntad le lloraron. Los romanos consideraron los aguaceros que cayeron entonces sobre Roma como una señal de la pena del cielo, porque el difunto Papa había merecido realmente los títulos de «santo» y «grande» que las futuras generaciones habían de darle. Uno de sus contemporáneos escribía: «Desde la época del bienaventurado Gregorio (el Grande), no había ocupado la cátedra pontificia ninguno que pudiera comparársele. Nicolás daba órdenes a los reyes y señores como si fuese el amo del mundo. Era amable, bondadoso y modesto con los obispos y sacerdotes buenos y con los buenos cristianos; en cambio, era duro y terrible con los malvados. Puede decirse con verdad que Dios nos dio en él a un segundo Elías».

En efecto, Nicolás I fue el papa más grande entre Gregorio I y Gregorio VII (Hildebrando). Pertenecía a una distinguida familia romana, y Sergio II le tomó a su servicio. San León IV y Benedicto III le emplearon también. Cuando murió este último, el año 858, Nicolás, que no era más que diácono, fue elegido Papa. Su primer problema fue hacer frente a la delicada situación de Constantinopla, que era la segunda sede de la cristiandad. En el artículo sobre san Ignacio de Constantinopla relatamos la forma en que Bardas César y el emperador Miguel III desposeyeron de su sede al patriarca y pusieron a Focio en su lugar. Sobrevinieron otras complicaciones y todo el pontificado de san Nicolás se resintió por la dificultad en las relaciones entre Roma y Constantinopla. A ese propósito, san Nicolás I recibió una carta del monarca búlgaro, Boris, recientemente bautizado, quien le hacía diversas preguntas. La respuesta de san Nicolás fue «una obra maestra de prudencia pastoral que constituye uno de los más bellos documentos de la historia del pasado». El santo reprochó a Boris la crueldad con que trataba a los paganos y le prohibió tratar de convertirlos por la fuerza. Igualmente, incitó a los búlgaros a ser menos supersticiosos, menos crueles en la guerra y a no emplear la tortura. Naturalmente, san Nicolás hubiese querido que esa nueva porción de la cristiandad se sometiese a su autoridad; pero Boris eligió finalmente la autoridad de Constantinopla.

San Nicolás I fue un valiente defensor de la integridad del matrimonio, de los débiles y oprimidos, y de la igualdad de todos los hombres ante la ley de Dios. No sólo tuvo que defender el sacramento del matrimonio contra el rey Lotario de Lorena, sino también contra los obispos complacientes que habían aprobado el divorcio de éste y su nuevo matrimonio. Cuando Carlos el Calvo, de Borgoña, consiguió que Ios obispos francos excomulgasen a su hija Judit por haber contraído matrimonio con Balduino de Flandes sin permiso de su padre, Nicolás intervino en favor de la libertad del matrimonio, recomendó a los obispos que en adelante se mostrasen menos severos y pidió a Hincmaro de Reims que tratase de reconciliar a Carlos con su hija.

Hincmaro fue sin duda una figura preclara entre los obispos de la Edad Media, pero era un hombre soberbio y ambicioso. Con motivo de la apelación a la Santa Sede, hecha por uno de los sufragáneos de Hincmaro contra la sentencia de su metropolitano, san Nicolás I, lo mismo que otros papas, tuvo que obligar a éste a reconocer el derecho de la Santa Sede a intervenir en los asuntos de importancia. San Nicolás excomulgó también por dos veces al arzobispo Juan de Ravena, a causa de la intolerancia con que trataba a sus sufragáneos y a otros miembros del clero y también, porque se oponía abiertamente a las decisiones de Roma. Por su actitud, adquirió el Papa la fama de ser un juez justo y firme y mucha gente de todas las clases sociales y de todos los puntos de Europa, acudió a él en demanda de justicia.

Con la caída del imperio de Carlomagno, la situación de la Iglesia de Occidente era muy delicada. Cuando Nicolás I ascendió al trono pontificio, los nobles concedían y arrebataban a su gusto las sedes episcopales y, con frecuencia, las ponían en manos de obispos jóvenes, inexpertos y aun viciosos. El arma de la excomunión se empleaba constantemente sin la menor discreción (y así se hizo durante mucho tiempo). El desprecio con que se miraba a algunos miembros del clero, se había transformado en desprecio por los cargos que ocupaban. Finalmente, las prácticas penitenciales habían degenerado o caído en el olvido, con lo que se había producido una gran corrupción de costumbres. San Nicolás hizo cuanto pudo por oponerse a esos abusos durante su breve pontificado y combatió infatigablemente la maldad y la injusticia, lo mismo entre el alto y el bajo clero que entre los laicos. Ciertamente que san Nicolás no carecía de ambición, pero su objetivo consistía en colocar a la Santa Sede en una situación privilegiada para que pudiese hacer mayor bien a las almas. Se ha acusado a Nicolás I de haber empleado las «Falsas Decretales» sabiendo que eran falsas. En realidad, las usó muy poco y sin saber que eran falsas, pues nadie sabía eso antes del siglo XV. Las Falsas Decretales -colección mezcla de documentos falsos y auténticos de los primeros siglos de la Iglesia, fueron compuestas en Francia, de donde pasaron a Italia, y se usaron para afirmar la autoridad de las sedes episcopales frente a los reyes. El anglicano Milman escribió a este propósito: «Si Nicolás I trató despectivamente a los reyes de Francia, debemos reconocer que el poder real se había ganado el desprecio del mundo entero. Cierto que Nicolás anuló un decreto de un sínodo nacional, constituido por los más distinguidos prelados de la Galia, pero el sínodo había sido ya condenado por todos aquéllos que estaban en favor de la justicia y la inocencia». Cuando surgía un escándalo o un desorden, el Pontífice «no dejaba descanso a su cuerpo ni reposo a sus miembros» hasta que hubiese hecho todo lo posible por poner el remedio.

San Nicolás se mostró especialmente solícito en los asuntos de su diócesis, sin descuidar por ello los asuntos de toda la cristiandad. Por ejemplo, tenía una lista de todos los inválidos de Roma, a los que enviaba diariamente la comida a sus casas. Además, en el palacio del Pontífice se repartían víveres a los pobres que no estaban postrados; cada uno recibía una especie de talón en el que estaba marcado el día de la semana en que debía presentarse a recoger las provisiones. La salud de san Nicolás no era muy fuerte, y la energía con que trabajaba acabó por arruinarla. «Nuestro Padre celestial, escribió el Pontífice, se ha complacido en visitarme con tan fuertes dolores, que no sólo no me dejan responder personalmente a vuestras preguntas, pero ni siquiera dictar mis respuestas». La muerte le sobrevino en Roma, el 13 de noviembre de 867. San Nicolás el Grande, cuya fiesta se celebra todos los años en Roma, fue un hombre «paciente y moderado, humilde y casto, de rostro hermoso y agradable presencia. Se expresaba con gran sabiduría y modestia, como si ignorase la grandeza de sus actos. Fue muy penitente y amante de los Sagrados Misterios, amigo de las viudas y los huérfanos y paladín de toda la cristiandad», dice el Liber Pontificalis. Cuando san Nicolás yacía inconsciente en su lecho de muerte, uno de sus servidores le robó el dinero que había reunido para los pobres.

La figura de san Nicolás pertenece a la historia general de la Iglesia. No existe ninguna biografía primitiva que trate de sus virtudes personales. El relato del Liber Pontificales (edic. Duchesne, vol. II, pp. 151-172), debido probablemente a la pluma de Anastasio el Bibliotecario, tiene menos carácter de inventario que otras noticias biográficas anteriores. Es excelente la biografía que se encuentran en Mann, Lives of the Popes, vol. III (1906), pp. 1-148; hay allí una lista de las principales fuentes y obras que merecen consultarse. Pero desde entonces han visto la luz otros documentos importantes. La correspondencia de Nicolás I puede verse en Migne, PL., vol. CXIX, y en Monumenta Germaniae Historica, Epistolae, vol. VI. Acerca de la cuestión de las falsas Decretales, véase a P. Fournier y G. Le Bras, en Histoire des Collections canoniques en Occident, vol. I (1931), pp. 127-233; y J. Haller, Nikolaus I und Pseudo-Isidor (1936). Sobre el período en general puede consultarse en castellano H. Jedin, Manual de Historia de la Iglesia, Tomo III, sección tercera, pág 124ss., Herder, 1980.

fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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San Abón, abad
fecha: 13 de noviembre
n.: c. 943 - †: 1004 - país: Francia
otras formas del nombre: Abbón
canonización: culto local
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
En el monasterio de La Réole, en la Vasconia francesa, tránsito de san Abón, abad de Fleury, que, admirablemente preparado en las Sagradas Escrituras y en las letras humanas, murió asesinado de una lanzada por defender la disciplina monástica y fomentar denodadamente la paz.

San Abón de Fleury fue uno de los monjes más sabios de su época. Alrededor del año 971, san Oswaldo de York, que era entonces obispo de Worcester, fundó un monasterio en Ramsey, en Huntingdonshire. San Oswaldo había tomado el hábito de San Benito en Fleury-sur-Loire y, hacia el año 986, empleó los servicios de san Abón como director de la escuela de Ramsey. San Abón, que había estudiado en París, Reims y Orléans, desempeñó ese cargo durante dos años, al cabo de los cuales volvió a Fleury para continuar sus estudios de filosofía, matemáticas y astronomía. Pero ese período de tranquilidad no duró mucho tiempo, ya que fue elegido abad cuando murió el que ejercía ese cargo. Sin embargo la elección fue muy reñida y la oposición entre los dos partidos no se confinó al monasterio. Finalmente, la cuestión quedó decidida en favor de san Abón, gracias a Gerberto, quien algunos años más tarde ocupó la cátedra pontificia con el nombre de Silvestre II.

La carrera de san Abón como prelado fue muy azarosa, porque el santo intervino enérgicamente en los asuntos de su época. En efecto, hizo cuando pudo por conseguir la exención de los monasterios del dominio de los obispos, participó en varios sínodos, y fracasó en su intento de hacer que Roma reconociese el segundo matrimonio de Roberto II, que había sido muy irregular. Pero san Abón es famoso sobre todo por sus escritos, entre los que se cuentan una colección de cánones y una biografía de san Edmundo de Inglaterra, rey y mártir. Por una carta del santo abad, sabemos que se le empleó con frecuencia para restablecer la paz en los monasterios. La causa de su muerte fue su celo por la disciplina y, por eso se le veneró durante mucho tiempo como mártir. En efecto, el año 1004, fue a restablecer el orden en el monasterio de La Réole, en Gascuña, Francia. Precisamente entonces, estalló una reyerta entre los monjes y la servidumbre del monasterio y, en el calor de la lucha, el santo fue apuñalado. Herido gravemente, se arrastró como pudo hasta su celda y allí murio, en brazos de un monje. Algunas diócesis de Francia celebran la fiesta de san Abón, sin embargo, faltan documentos suficientes para estudiar el culto.

Existe una biografía fidedigna de san Abo, escrita por su contemporáneo Aimoin; puede verse en Mabillon, vol. VI, pte. I, pp. 32-52, junto con la carta circular que se escribió para anunciar la muerte trágica del santo. En Migne, PL., vol. CXXXIX, hay varios escritos del santo y una colección de sus cartas, pero no existe ninguna edición completa de sus obras. Los estudios matemáticos y científicos del santo han llamado la atención de los eruditos; véase, por ejemplo, M. Cantor, Vorlesungen über d. Geschichte der Mathematik (1907), vol. I, pp. 845-847. En 1954, Dom Cousin publicó una obra titulada S. Abbo de Fleury, un savant, un pasteur, un martyr.
En la imagen: portada de un tratado de Abón, con la inscripción «Abbo» (en el cuello de la figura humana), entre 962 y 986, en el monasterio de Saint-Benoît-sur-Loire.

fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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OTROS SANTOS
Beata María del Patrocinio de San Juan Giner Gomis, virgen y mártir
fecha: 13 de noviembre
n.: 1874 - †: 1936 - país: España
canonización: B: Juan Pablo II 11 mar 2001
hagiografía: Aciprensa
En Portichol de Tavernes, cerca de Carcaixent, en la misma región de España, beata María del Patrocinio de San Juan Giner Gomis, virgen del Instituto de María Inmaculada de las Misioneras Claretianas y mártir, que en la persecución antes aludida alcanzó la vida eterna luchando por la fe.
Ver más información en:
233 Mártires de la persecución religiosa en Valencia (1936)

La beata María Asunción Giner Gomís nació en Tortosa (Tarragona) el 4 de enero de 1874. Profesó como Misionera Claretiana en 1893, con el nombre religioso de María del Patrocinio de San Juan. Vivió gozosa su entrega en los distintos apostolados y servicios que le fueron confiados. Sufrió la persecución religiosa de 1931 y 1936. Por fidelidad a su fe y a su vocación aceptó con fortaleza y serenidad la muerte. Orando y perdonando a los que le quitaban la vida, fue asesinada el día 13 de noviembre de 1936 en el Portichol (Valencia) España.

Santos Antonino, Nicéforo, Zebinas, Germán y Enata, mártires
En Cesarea de Palestina, pasión de los santos mártires Antonino, Nicéforo, Zebinas y Germán, y Manata, virgen. Esta última, en tiempo del emperador Galerio Máximo, después de ser azotada fue quemada viva, y los primeros fueron decapitados por haber reprochado valientemente a voz en grito la impiedad del prefecto Firmiliano, que ofrecía sacrificios a los dioses.


San Leoniano, abad
En Vienne, en la Galia Lugdunense, san Leoniano, abad, que, llevado a esta ciudad cautivo desde Panonia por gente enemiga, rigió muy santamente a monjes y monjas durante más de cuarenta años, primero en Autún y después en Vienne.



San Quinciano de Auvernia, obispo
En Auvernia, de Aquitania, san Quinciano, obispo, que primero ocupó la sede de Rodez, y tiempo después, exiliado por los godos, fue nombrado obispo de los arvernios.



San Mitrio, laico
En Aix-en-Provence, de la Galia Narbonense, san Mitrio, a quien, aunque siervo de condición, la santidad le hizo libre.


Santos Arcadio, Pascasio, Probo, Eutiquiano y Paulillo, mártires
fecha: 13 de noviembre
†: 473 - país: África Septentrional
canonización: culto local
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
En África, conmemoración de los santos mártires hispanos Arcadio, Pascasio, Probo y Eutiquiano, que por no querer adherirse de ningún modo a la herejía de Arrio, primeramente fueron proscritos por Genserico, rey de los vándalos, luego exiliados y atormentados con atroces suplicios hasta sufrir la muerte de distintos modos. Fue entonces cuando el niño Paulillo, hermano de Pascasio y Eutiquiano, brilló por su constancia, ya que, al no poder arrancarlo de su fe católica, fue largamente azotado y condenado a la más vil esclavitud.

Nada se puede agregar al elogio del Martirologio Romano, que reproduce todo lo que sabemos acerca de estos mártires, muertos en la persecución de los vándalos, excepto Pablillo, que murió más tarde, abandonado a las inclemencias del tiempo. Antonio Honorato, obispo de Constantina, escribió una carta a san Arcadio cuando éste se hallaba preso (cfr. Migne PL., vol. I, cc. 567-570), donde le llama «modelo de defensores de la fe». Por esa misma carta nos anoticiamos de que el mártir era casado y tenía hijos. Sin embargo, no es del todo seguro que se haya dirigido al mismo Arcadio. San Próspero de Aquitania, en su Crónica, hace un relato suscinto de estos hechos.

fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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