12 de Julio
El Papa presenta el ejemplo de amor de los padres de santa Teresita
POMPEYA, domingo, 19 de octubre de 2008 (ZENIT.org).- Benedicto XVI presentó este domingo el ejemplo de amor y de fe que siguen ofreciendo hoy los padres de santa Teresita del Niño Jesús, Louis Martin y Zélie Guérin.
El segundo matrimonio de la historia elevado a la gloria de los altares –Zélie vivió entre 1831 y 1877 y Louis entre 1823 y 1894 y– fueron beatificados en una ceremonia presidida en la basílica de Lisieux por el cardenal José Saraiva Martins, legado pontificio.
La fecha de su beatificación es significativa, el Día Mundial de las Misiones (DOMUND), pues la hija de los nuevos beatos, santa Teresa de Lisieux, fue declarada por Pío XI patrona de las misiones.
“Estos nuevos beatos han acompañado y compartido, con su oración y su testimonio evangélico, el camino de su hija llamada por el Señor a consagrarse a Él sin reservas entre las paredes del Carmelo“, explicó el Papa desde el Santuario de Pompeya, cerca de Nápoles (Italia).
“Con su vida de matrimonio ejemplar han anunciado e Evangelio de Cristo -añadió el Papa hablando en francés–. Han vivido ardientemente su fe y la han transmitido en su familia y a su alrededor“.
“Que su oración común sea fuente de alegría y de esperanza para todos los padres y todas las familias”, deseó.
El ejemplo de amor de los nuevos beatos el Papa lo sintetizó con una expresión escrita por su hija: “En el corazón de la Iglesia, mi madre, seré el amor“.
Pensando en la beatificación de los esposos Martin, Benedicto XVI recordó “otra intención que llevo en el corazón: la familia, cuyo papel es fundamental en la educación de los hijos en un espíritu universal, abierto y responsable hacia el mundo y sus problemas, así como en la formación de las vocaciones a la vida misionera”.
El Papa invocó “la materna protección de la Virgen de Pompeya sobre todos los núcleos familiares del mundo, pesando ya en el VI Encuentro Mundial de las Familias, programado en la Ciudad de México para enero de 2009″.
Louis Martin
Luis Martin nació en Burdeos el 1823. Hijo de militar, sus primeros años de vida estarán marcados por la mobilidad familiar. Después, la familia se instaló en Alençon donde Luis comenzará el periodo escolar.
Aprendió relojería en Rennes, Estrasburgo y París. Estos años fueron muy importantes porque en ellos sintió el deseo de consagrarse a Dios en el monasterio del gran San Bernardo. Su dificultad para dominar el latín, le obligó a renunciar a este proyecto.Abrió una relojería-joyería el 1850 en la calle Puente Nuevo de Alençon.
Hasta su matrimonio en 1858, repartió su tiempo entre su trabajo, el dedicado al ocio -sobre todo a la caza-, la meditación y el encuentro con los demás. Participó en el círculo Vital Romet, que reunía una docena de jóvenes cristianos alrededor del abate Hurel y descubrió una forma de compromiso social en el marco de las conferencias de San Vicente de Paul.
Su madre, que no se resignaba a verlo soltero, le habló de Celia Guérin con la que aprendía el arte del encaje. Su primer encuentro en el puente sobre el río Sarthe fue determinante. Se casaron un mes más tarde, el 12 de julio de 1858, a las 22h en el ayuntamiento de Alençon y el 13, a media noche, según costumbre de aquella época, en la Iglesia de Nuestra Señora.
Su vida conyugal durará 19 años. Estará marcada por un proyecto de vivir la continencia en el matrimonio, pero más tarde, por tener hijos, nueve, de los que sólo cinco sobrevivieron .
La correspondencia de la señora Martin revela el profundo amor que unió a la pareja.
Ella también describe su vida cotidiana : la participación de Luis en la educación de las niñas…, su elección profesional al renunciar a su trabajo para ayudar a su esposa en la dirección de la empresa de encaje que había creado, la fe profunda que anima a la familia y hace que se preocupe por todos los que la rodean, las repercusiones de la vida social y religiosa de la época (fin del Segundo Imperio y nacimiento de la Tercera República…) y, en fin, la larga y dolorosa prueba del cáncer que llevará a la señora Martin a la tumba el 28 de agosto de 1877, a los 46 años.
Entonces comenzó para Luis el tiempo de viudedad y decidió ir a vivir a Lisieux, cerca de los Guerin, su familia política .
Algunas cartas de este época nos lo muestran como un padre atento con cada una de sus hijas y preparado para aceptar sus proyectos de vida religiosa .
Después de la entrada de Teresa en el Carmelo, comenzó para él, el 1888, la prueba de la enfermedad que le llevará al Buen Salvador de Caen. Durante periodos de mejora , se ocupó de los enfermos que le rodeaban.
Paralizado, volvió con su familia en el seno de la cual murió el 29 de julio de 1894. Tenía 71 años.
Celia Martin
Segunda hija de Isidoro Guerin y de Luisa-Juana Macé, Acelia María Guerin (siempre se la llamará Celia) nació el 23 de diciembre de 1831 en Gandelain, que pertenecia a Saint Denis sur Sarthon, en el Orne donde su padre, antiguo soldado del imperio, se había alistado en la gendarmería.
Fue bautizada al día siguiente de su nacimiento en la Iglesia de Saint Denis sur Sarthon. Una hermana, dos años mayor que ella, fue religiosa en la Visitación de Mans con el nombre de Sor María Dositea. Diez años después nació el único hermano, Isidoro, que fue el niño mimado de la familia.
Ella misma en una carta a su hermano define su infancia y juventud como: “tristes como una mortaja, pues si mi madre te mimaba, para mí, tú lo sabes, era demasiado severa ; era muy buena pero no sabía darme cariño, así que sufrí mucho. “
Esta educación marcará su carácter, su manera muy (¿demasiado?) escrupulosa de vivir su espiritualidad .
Después de terminar sus estudios en el convento de la Adoración Perpetua, calle Lancrel, en Alençon, se sintió llamada a la vida religiosa pero, ante la negativa de la superiora, se orientó hacia la formación profesional iniciándose con gran éxito en la fabricación del famoso encaje de Alençon. Hacia finales de 1853 se instaló como “fabricante de encaje de Alençon” en la calle San Blas, número 36 y dio trabajo a domicilio a unas encajeras. La calidad de su trabajo hizo que su taller alcanzara mucha fama . Las relaciones que tuvo con su personal laboral, al que decía era preciso amar como a los miembros de su propia familia, con los vecinos y conocidos, nos la muestra siempre dispuesta a combatir las injusticias y a sostener a las personas que tenían necesidad. La doctrina evangélica conduce sus acciones.
En el mes de abril de 1858, Celia Guerin se cruza en el puente San Leonardo con un joven cuyo porte le impresiona… Es el relojero Luis Martin. Tres meses más tarde, el 12 de julio de 1858, tuvo lugar el matrimonio civil a las diez de la noche y, dos horas más tarde, ya 13 de julio y en la intimidad, se celebró el matrimonio religioso en la iglesia de Nuestra Señora bajo la presidencia del abate Hurel, párroco de San Leonardo. El amor que sentía por su marido se puede ver en sus cartas : “Tu mujer que te ama más que a su vida” , “Te abrazo tanto como te amo“. Y esto no son sólo palabras: su más grande alegría fue estar juntos y compartir la vida cotidiana bajo la mirada de Dios.
Celia experimentará alegrías y sufrimientos al ritmo en el que tienen lugar los nacimientos y las muertes en la familia . Así podemos leer en su correspondencia : “Amo a los niños con locura, he nacido para tenerlos…“, Luego, después del nacimiento de Teresita, su última hija : “He sufrido mucho en mi vida“. La educación de sus hijas mobiliza toda la energía de su corazón. La confianza era el alma de esta educación. Deseaba lo mejor para sus hijos… que fueran santos!
Esto no le impide organizar fiestas, juegos… La familia sabe divertirse.
Desde 1865 un ganglio en el seno derecho que degenerará en un cancer traerá mucho sufrimiento a Celia. “Si Dios quiere curarme, estaré muy contenta pues, en el fondo de mi corazón, deseo vivir; lo que me cuesta es dejar a mi marido y a mis hijas. Pero, por otra parte, me digo: si no me curo es que, quizá, será más útil que yo me vaya“.
El 28 de agosto de 1877 a las 12, 30 de la noche, rodeada de su marido y de su hermano, Celia entregó su alma a Dios.
Dejemos a Santa Teresita las últimas líneas:
“De mamá me gustaba la sonrisa, la mirada profunda que parecía decir:”La eternidad me llena de alegría y me atrae. Quiero ir al cielo a ver a Dios“.
fuente: http://celiayluis.blogspot.com/