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San DROCTOVEO
Beato JUAN-JOSÉ LATASTE, Virgen
San Atalo, Abad
Beato Juan Ogilvie, Mártir
María Eugenia de Jesús Milleret Brou, Santa Fundadora,
Elías del Socorro, Beato Mártir,
Otros santos
Santos: Cayo, Alejandro, Víctor, Cuadrado, Cándido, Dionisio, Pablo, Cipriano, Crescente, Anecto, Silvestre, obispos Emiliano, abad; Droctoveo, confesor.
LOS 40 MÁRTIRES DE SEBASTE
N o andéis inquietos en orden a vuestra vida, sobre
lo que comeréis y en orden a vuestro cuerposobre qué vestiréis.(Lucas, 12, 22).
N o andéis inquietos en orden a vuestra vida, sobre
lo que comeréis y en orden a vuestro cuerposobre qué vestiréis.(Lucas, 12, 22).
Bajo el reinado de Licinio, Agrícola, gobernador de Sebaste, en Armenia, quiso forzar a 40 soldados a que abandonaran la fe. Fueron arrojados en un calabozo cargados de cadenas, y en lo más crudo del invierno fueron sumergidos en un estanque helado. Su oración común era: "Señor, cuarenta entramos en la lid, que cuarenta seamos coronados". Uno de los guardias vio que un ángel traía treinta y nueve coronas y se preguntaba por qué faltaría una, cuando he aquí que uno de los cuarenta dejó a sus compañeros y fue a arrojarse en un baño de agua tibia preparado en la orilla. Con todo, la oración que rezaron no fue inútil, pues el guardia fue a ocupar el lugar del que había traicionado su fe.
MEDITACIÓN SOBRE LA CONFORMIDAD CON LA VOLUNTAD DIVINA
I. Abandónate enteramente a la Providencia de Dios; Él es omnipotente, en vano tratas de resistir sus órdenes. Mantente contento en la adversidad como en la prosperidad, persuadido de que nada sucede contra la voluntad o permisión divina. He aquí el secreto infalible para vivir dichosos y para agradar a Dios. Harás siempre la voluntad de Dios si quieres lo que Él quiere.
II. Dios conoce mejor que tú lo que necesitas. A menudo deseas lo que te resultaría nocivo, semejante eres en esto a los niños, a los insensatos, a los frenéticos, a quienes hay que quitarles el veneno por temor de que se den la muerte. Un día agradecerás a esta amable Providencia que te haya conducido por los caminos que ahora no comprendes. Agradece a Dios en la adversidad como en la prosperidad; y cuando todo te sale bien confiesa que no eres digno de tu felicidad. (San Euquerio).
III. Dios te dará lo más útil para tu salvación. Es tu padre, ¿Puedes dudar de su afecto? Te ama más de lo que tú te amas a ti mismo, puesto que dio su sangre para salvarte, mientras tú nada quieres hacer por tu salvación. Si estás afligido, recuerda siempre que es Dios quien permite lo que sucede, y que Dios es tu padre. Así como siempre es Dios, siempre es padre. (San Eusebio).
La conformidad con la voluntad de Dios
Orad por los huérfanos.
ORACIÓN
Dios todopoderoso, haced, os lo suplicamos, que los gloriosos mártires cuyo valor en contesar vuestro nombre hemos admirado, nos hagan experimentar los efectos de su piadosa intercesión junto a Vos. Por J. C. N. S. Amén.
http://www.aciprensa.com/podcast/santo/marzo10martiresdesebaste.mp3
Santa MARÍA EUGENIA DE JESÚS MILLERET DE BROU. (1817-1898).
Martirologio Romano: En París en Francia, santa María Eugenia Milleret de Brou, virgen, fundadora de la Congregación de las Hermanas de la Asunción para la educación cristiana de las jóvenes.
Nació en Metz (Lorena), en el seno de una familia de clase alta pero de carácter "librepensador"; sus padres se separaron y ella fue a París a vivir con su madre. Su madre murió de una epidemia de cólera y se fue a vivir con una amiga de la familia. Ana Eugenia creció y fue educada en instituciones laicas, hasta que en de 1836, oyó la llamada de Dios, escuchando una serie de sermones del dominico padre Lacordaire; desde el momento de su conversión sintió la necesidad de "entregar mis fuerzas, o mejor dicho, mis debilidades a esa Iglesia, la única, que tenía el secreto y el poder del bien. Más adelante, un cúmulo de circunstancias providenciales puso a esta joven de 19 años en contacto con el padre Combalot, que estaba tratando de fundar una congregación femenina.
Después de vencer la resistencia de Ana Eugenia que no quería fundar nada, en 1939, nació un Instituto de maestras adaptado a las necesidades de su época: la Congregación de las Religiosas de la Asunción. Ana tomó el nombre de María Eugenia de Jesús y se negó que en su Instituto se disociase lo humano de lo sobrenatural, la vida terrestre de la vida eterna, pero que seguiría la observancia monástica. Las hermanas son las primeras que debian adquirir una formación intelectual, que incluyese además el latín, para poder rezar el Oficio Divino de los sacerdotes; tuvo la oposición del padre Combalot. La comunidad se estableció en Auteuil, donde actualmente está la casa generalicia. El clero de París encontró muy difícil, casi imposible, hacer compatible la enseñanza con el Oficio Divino, la vida contemplativa de oración y adoración del Santísimo Sacramento. Pero María Eugenia logró vencer las dificultades. Tras la ruptura con el padre Combalot encontró un gran apoyo en otro sacerdote, el padre Manuel D'Alzón, que más tarde fundó la Congregación de Padres Agustinos de la Asunción. La Congregación se extendió por África, América y Filipinas.
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Martirologio Romano: En París, en Francia, san Droctoveo, abad, a quien su maestro san Germán de Autun puso de prepósito en un cenobio de monjes establecido en esta ciudad. Galo de nacimiento que fue discípulo de san Germán de París en el monasterio de San Sinfroniano en Autun, cuando en este monasterio regía las reglas de san Antonio Abad y san Basilio y que tiempo después pasó a la regla benedictina. En el 555 cuando san Germán fue nombrado obispo de París, Droctoveo fue elegido abad de San Sinforiano (Sinfroniano).
Poco tiempo más tarde Childeberto erigió en París un templo y abadía destinados a ser de los más importantes de Francia: en ese momento fue dedicado a la Santa Cruz y a san Vicente, diácono y mártir, del que Childeberto tenía la reliquia auténtica de su túnica, que había traído de Zaragoza. Era el año 558, y san Germán llamó a París a su discípulo san Droctoveo como abad del nuevo monasterio y organizador de la liturgia de tan importante centro cultural que luego tomaría el nombre de Saint-Germain-de-Près. Droctoveo sobrevivió a su maestro pocos años; la «Vita» alaba sus virtudes: espíritu de oración y sacrificio, amor al silencio, inocencia, simplicidad y sinceridad. Fue sepultado en la misma capilla de San Sinfroniano que san Germán. Sus reliquias se perdieron en la Revolución Francesa.
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Martirologio Romano: En el monasterio de Bobbio, en la Liguria, san Attalo o Atalas, abad, que, amante de la vida cenobítica, se retiró primero al monasterio de Lérins y después a Luxeuil, y más tarde sucedió a san Columbano en ese lugar, brillando en gran manera por su celo y discreción. Nació en Borgoña (Francia), en el seno de una noble familia. Para que recibiera una buena educación fue confiado a san Arigio, obispo de Gap. Deseando una vida más austera, Atalas huyó y se refugió en el monasterio de Lerins. Como no estuviera contento de la vida que allí se hacía pasó al monasterio de Luxeuil, cuando era abad san Columbano. Aquí encontró la austeridad que tanto deseaba.
Cuando el santo irlandés tuvo que exiliarse de tierras francesas, Atalas, le siguió en todas sus fundaciones: Saint Gallo en Suiza, y el célebre monasterio de Bobbio, en Italia septentrional, donde fue el segundo abad (615), hasta su muerte. Tuvo que afrontar el hecho de que sus monjes le abandonaran durante algún tiempo porque no podían soportar el rigor de la regla de san Columbano, pero poco tiempo después regresaron arrepentidos. Jonás de Susa, su hagiógrafo nos lo describe como “hombre querido por todos, de gran fervor, caridad con los pobres y peregrinos. Sabía mantener el orgullo, pero era humilde con los más humildes, no se dejaba acallar en conversaciones con las personas inteligentes, pero con los simples sabía hablar de los secretos de Dios.
Sabio cuando aparecian problemas espinosos, firme contra los herejes, era fuerte en la adversidad, disciplinado en los momentos favorables, siempre templado y discreto. Mostraba aprecio hacia sus subalternos, sabiduría con sus discípulos. En su presencia ninguno podía estar demasiado triste o feliz”. Como san Columbano, combatió el arrianismo, difundido en los alrededores de Milán. Cuando enfermó gravemente, pidió que lo sacaran de la celda, cercana a la cual había una cruz que él tocaba cada vez que entraba o salía, también pidió que lo dejaran solo. Como testimonio un monje dijo que el santo estando moribundo oró con fervor y durante varias horas tuvo una visión del paraíso. Llevado de nuevo a su celda, murió al día siguiente. Su cuerpo fue colocado junto al de san Columbano.
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Martirologio Romano: En Glasgow, en Escocia, san Juan Ogilvie, presbítero de la Compañía de Jesús y mártir, el cual, desterrado en diversos países de Europa, después de dedicar muchos años al estudio de la teología fue ordenado sacerdote y volvió ocultamente a su patria, donde se entregó diligentemente al cuidado pastoral de sus conciudadanos, hasta que, encarcelado y condenado a muerte bajo el rey Jacobo I, alcanzó en el patíbulo la gloriosa palma del martirio. Nació en Glasgow, Escocia, en el seno de una familia muy representativa. Abrazó el catolicismo en Lovaina y pidió ser admitido en el colegio escocés de Douai, cuando su padre, noble escocés, adherido a la reforma calvinista (presbiteriano), temiendo que su esposa católica influyera en su hijo, decidió mandarle a Europa entre hugonotes para que realizara sus estudios.
Prosiguió sus estudios en Ratisbona, Olmutz y Viena, donde ingresó en la Compañía de Jesús en el 1599, hizo su noviciado en Brno, Moravia. Recibió la ordenación sacerdotal en París. Regresó a Escocia, y para poder ejercitar su ministerio se tuvo que disfrazar de oficial escocés. Primero se movió en Edimburgo y fue huésped de William Sinclair, también convertido al catolicismo. Luego extendió su radio de acción en Glasgow. Pronto fue ordenado un nombre de heroísmo entre los católicos de Escocia: "el capitán Watson". Su trabajo fructificaba. Hasta que a los 18 meses fue descubierto, por la delación de un tal Adam Boyd que le dijo que deseaba ser católico, llevado a la cárcel donde lo torturaron. Cayó en manos de su peor enemigo el arzobispo Spottiwood que recurrió a todos los medios para hacerle apostatar y para que revelase los nombres de otros católicos y le acusó de formar parte de la Conspiración de la Pólvora.
Después le llevaron a la cárcel de Edimburgo donde también sufrió interrogatorios. Y después le volvieron a llevar a Glasgow. Tenía 34 años; y todo lo superó con fortaleza y hasta con humorismo, las torturas le dejaron cojo y le privaron del sueño durante 8 días. Le amenazaron con quemarle vivo, y el contestó: "Ningún tiempo más a propósito con el frío que estoy pasando". Fue condenado a ser ahorcado y descuartizado en Glasgow, y antes de ponerle la soga al cuello, la besó y de rodillas dijo al pueblo: "Muero únicamente por causa de mi religión católica; y por ella, yo daría muy a gusto cien vidas; quitadme la única que tengo; ya que mi religión jamás me la podréis quitar". Antes de morir perdonó a sus enemigos. El verdugo lo ahorcó hasta la muerte, y cuando fue bajado su cadáver para ser descuartizado, la multitud prorrumpió en llanto y en protestas por una muerte injusta, y en vista de la reacción popular, no se procedió al descuartizamiento del cadáver.
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Martirologio Romano: Cerca de la ciudad de Cortázar, en México, beato Elías del Socorro (Mateo Elías) Nieves del Castillo, presbítero de la Orden de los Hermanos de San Agustín y mártir, que en el furor de la persecución, hecho prisionero por desempeñar ocultamente el ministerio, fue fusilado por odio al sacerdocio. Nació en la isla de San Pedro, Yuriria (Guanajuato, Méjico), en el seno de una modesta familia de agricultores. De niño ya manifestó el deseo de ser sacerdote, pero a los doce años su padre era asesinado y tuvo que dejar los estudios para obtener algún dinero con el que contribuir al sustentamiento de la familia. En 1904, no obstante su escasa preparación y a su edad adulta, consiguió ser admitido en el seminario agustiniano de Yuriria.
Las dificultades por causa de los estudios iniciados, por quien a los veintiún años abandonaba las faenas del campo, fueron superadas con tesón y esfuerzo. En las provenientes de la carencia de recursos económicos y de su débil constitución física, nunca faltó quien le echara una mano. En reconocimiento a la ayuda de lo alto y movido de su filial devoción a María, al profesar en 1911 cambió el nombre de Mateo Elías por el de Elías del Socorro. Ordenado sacerdote en 1916, ejerce su ministerio en diversas localidades del Bajío, hasta que en 1921 es nombrado vicario parroquial de La Cañada de Caracheo (Gto.), un poblado muy pobre en las estribaciones del "Culiacán". En este centro, de escasos recursos económicos, desprovisto de servicios sanitarios y de escuela pública, no se limitó a la asistencia espiritual de su grey. Habiendo conocido el trabajo manual y la indigencia, no le pesaron ni las privaciones ni la pobreza, que compartió con ánimo generoso, jovial disponibilidad y confianza en la Providencia, infundiendo en ellos consuelo y esperanza cristiana, compartiendo sus anhelos y sufrimientos.
Después de ejercer el ministerio sacerdotal en Yuriria, Aguascalientes, Maravatío y Pinícuaro, donde dejó buenos recuerdos, fue asignado a la comunidad de la Cañada de Caracheo. Fue muy amigo de los pobres, a los que socorría en sus necesidades. Fue precisamente durante estos años cuando nace el movimiento de los "cristeros", que fue alcanzando formas de duro anticlericalismo. No había un poder central en la práctica, ni seguridad, ni esperanza en apelar a la justicia. Cualquiera podía hacerse con un arma y convertirse en "la ley"‚ Odio, rivalidad, lucha... y miedo en todos de que un día u otro un grupo de aquella gente pudiera llegar a cualquier pequeño rincón. A finales de 1926 se llegó a la efectiva persecución de la Iglesia, pues el gobierno había publicado una drástica disposición de impedir cualquier actividad religiosa que no estuviese controlada por la autoridad civil. Si bien las cosas seguían con normalidad, cabía la posibilidad de que cualquiera se amparase en ello para atentar contra la religión. Todos sabían el riesgo.
El padre Nieves, que se mantuvo al margen de esta revolución armada, a pesar de su carácter tímido, se estableció por prudencia pero sin miedo en una cueva de un cerro cercano, asegurando así a sus fieles la asistencia religiosa, pues ellos no entendían la medida gubernativa. El 7 de marzo, un destacamento llega buscando unos ladrones; siendo ya tarde, deciden pernoctar en la iglesia parroquial, cosa que rebeló a la gente. Los soldados pidieron refuerzos... Esta clandestinidad, llevada adelante durante catorce meses, finaliza la mañana del 9 de marzo, cuando se tropezó con un destacamento de soldados, a los que llamó la atención que bajo el vestido blanco de campesino se entreviera el oscuro que empleaba en su ministerio pastoral nocturno. Interrogado, declaró su condición de sacerdote, siendo arrestado inmediatamente junto con un par de rancheros, los hermanos Sierra, que se ofrecieron a acompañarlo. Al amanecer del 10 de marzo de 1928, militares y prisioneros se pusieron en camino en dirección al pequeño centro urbano de Cortazar. En el primer alto, el capitán al frente del destacamento dio la orden de pasar por las armas a los dos hermanos, testigos incómodos, quienes después de confesarse murieron vitoreando a Cristo Rey.
Ya próximos al poblado, el capitán se dirige al Padre diciéndole: "Ahora le toca a Vd. Vamos a ver si morir es como decir misa". El Padre le respondió: "Es lo justo. Morir por la fe es un sacrificio agradable a Dios". El P. Nieves pidió unos momentos para recogerse y prepararse al gran paso, que para él era como el ofertorio de una misa con Jesús. él mismo rompió la tensión del momento, diciendo: "Estoy listo". Mientras preparaban los fusiles, comenzó a recitar el credo y dijo con decisión: "Os quiero bendecir en señal de perdón". Pero el capitán gritó: "Yo no quiero bendiciones. Me basta el fusil". Y mientras el Padre tenía todavía la mano alzada para bendecir, le dispararon al corazón. Aún tuvo tiempo para gritar con claridad: "¡Viva Cristo Rey!". Enseguida la gente comenzó a venerarlo como a un santo mártir. La tierra manchada con su sangre ha sido conservada como reliquia; el lugar del fusilamiento fue de inmediato su santuario. Su sacrificio ha sido una ofrenda por la pacificación del pueblo. Sus restos descansan en la iglesia parroquial de La Cañada.
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Martirologio Romano: En Frasne-le-Chateau (Francia), Beato Jean-Joseph Lataste (en el siglo Alcide Vital), sacerdote profeso de la Orden de los Frailes Predicadores y fundador de las Religiosas de la Tercera Orden de Santo Domingo en Betania. Nació en Cadillac-sur-Garonne (Gironda, Francia). Su padre no era creyente pero no se opuso a que su mujer criara a sus hijos como buenos cristianos. Desde muy joven, se sintió llamado al sacerdocio. Después de muchas dudas, y una profunda batalla personal, en 1857 ingresó en la Orden de los dominicos.
En 1864, fue enviado a predicar un retiro llevado a cabo en la prisión de mujeres de Cadillac, donde descubrió en ellas los maravillosos efectos de la gracia, y, en algunas, una llamada real a entregarse a Dios en una vida consagrada. Es en esta prisión, antes de la Eucaristía, que recibió la inspiración de fundar una nueva familia religiosa, donde todas las hermanas, cualquiera que sea su pasado, pueden unirse en un mismo amor y una misma consagración. Así nace en 1866, la orden de las Hermanas Dominicanas de Betania cuyo propósito es dar la bienvenida a las mujeres liberadas de prisión para que puedan convertirse en religiosas, sin distinción entre ellas y las otras hermanas. "Hay una verdad... las más grandes pecadoras tienen dentro de sí mismas a aquel que hace a los grandes santos. ¿Quién sabe si no lo llegarán a ser algún día?"
Dos años más tarde, abrió la primera comunidad de Dominicas de Betania, bajo la protección de Santa María Magdalena. "Sea cual sea su pasado no las consideréis más como prisioneras, sino como almas consagradas a Dios, que, al igual que ustedes, son almas religiosas". Dos años después de esta fundación, cayó enfermo y murió. En su tumba dice: "Habiendo llegado a la perfección en poco tiempo, logró la plenitud de una larga vida".
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Santos Cayo y Alejandro. M. c. 172.
Martirologio Romano: En Hisarlik cerca del río Meandro en Frigia, hoy Turquía, conmemoración de los santos mártires Cayo y Alejandro, que recibieron la corona de un glorioso martirio durante la persecución de los emperadores Marco Aurelio y Lucio Vero.
Mártires en Apamea de Frigia, durante la persecución de Marco Aurelio y Lucio Vero. Se distinguieron por su firme oposición al montanismo. Su martirio es elogiado por el obispo san Claudio Apolinar de Hierápolis en su libro contra los herejes catafrigos. En él se dice que eran naturales de Eumenia en Frigia y junto a otros cristianos rechazaron unirse a los montanistas.
San Víctor. s. III.
Martirologio Romano: En África, conmemoración de san Víctor, mártir, en cuya festividad san Agustín escribió para el pueblo un tratado acerca de él.
Hay varios santos llamado Víctor venerados por la Iglesia, pero éste es definitivamente aquel de quien tenemos menos noticias. De hecho, en honor a la verdad, no nos ha llegado más que su nombre.
Posidio, biógrafo de San Agustín, al realizar el índice de obras del gran Padre, menciona un sermón -hoy perdido- dedicado al santo mártir Víctor, unido a la cita del salmo 116b (115): «Muy valiosa le es al Señor / la muerte de sus fieles.».
Es, por eso, imposible decir a cuál de los muchos santos del mismo nombre que vivieron en el norte de África podría haberse referido. El cardenal Baronio lo insertó en el Martyrologium Romanum del 10 de marzo, como testimonio de culto antiguo, y así ha permanecido también en el martirologio actual.
San Macario de Jerusalén. M. c. 333.
Martirologio Romano: Conmemoración de san Macario, obispo de Jerusalén, que con sus exhortaciones obtuvo que los Santos Lugares fueran restaurados y enriquecidos con basílicas por el emperador Constantino el Grande y su madre, santa Elena.
Obispo de Jerusalén en el 314. Participó en el 325 en el I Concilio Ecuménico de Nicea y fue un firme defensor de su ortodoxia. Junto con la emperatriz santa Elena, llevó a término las excavaciones para descubrir el Calvario, la Cruz y el Sepulcro de Cristo, enterrados en tiempos del emperador Adriano. Ya el año 324, deseaba Constantino restaurar los recuerdos de Cristo en Palestina. Fue Macario quien animó a santa Elena a rescatar las reliquias del Señor en Tierra Santa y colocarlas en las basílicas para su veneración. Se dice que sugirió a santa Elena que reconociese la verdadera cruz de Jesús, entre las tres encontradas en el Gólgota, la que, tocada por una mujer gravemente enferma, le habría dado la salud.
Hizo un llamamiento a los obispos de Palestina, para construir una basílica en Hebrón, cerca de la encina de Abrahán, aún profanada por los cultos idolátricos que el emperador suprimió. Consagró obspo de Dióspolis a san Máximo de Jerusalén, nombrado por él mismo su ayudante y sucesor.
San Simplicio. Papa (468-483). M. 483.
Martirologio Romano: En Roma junto a San Pedro, san Simplicio, papa, que en el tiempo de las invasiones de Italia y de la Urbe por parte de los bárbaros, confortó a los afligidos, animó a la unidad de la Iglesia y fortaleció la fe.
Nació en Tívoli y fue presbítero de los pontífices los santos Hilario y León Magno. Fue nombrado Papa. Bajo su pontificado cayó el Imperio Romano de Occidente, y logró salvar grandes obras de arte pagano, además construyó varias iglesias, entre ellas San Stefano Rotondo en el monte Celio. Pero su batalla principal la libró contra las herejías monofisistas; para ello apoyó los decretos del Concilio de Calcedonia y a los católicos orientales en contra de tres emperadores bizantinos que sostenían a los herejes. Intervino enérgicamente en apoyo de la primacia del obispo de Roma en cuestiones de disciplina en Italia y en España.
A comienzos de su pontificado Simplicio renovó, como sus sucesores, la protesta contra el 28 Cánon del Concilio de Calcedonia, que otorgaba a la sede de Constantinopla derechos metropolitanos equivalentes a los de Roma para Oriente, pero pronto instauró relaciones con el obispo Acacio de Constantinopla, que le mantuvo al corriente de todo lo que sucedía en Oriente. Murió en Roma y está sepultado en la Basílica de San Pedro del Vaticano.
Los santorales no se ponen de acuerdo en cuanto a su festividad unos afirman que fue el día 10 de marzo, día de su muerte y otros, utilizando calendarios más actuales, afirman que se celebra el 2 de marzo.
Juan de Vallumbrosa. Beato. M. 1380.
Natural de Florencia, era monje del monasterio de Santísima Trinidad de esta ciudad. Devoraba día y noche libros prohibidos hasta que secretamente se dio a las prácticas nigrománticas de magia negra, hasta que fue un esclavo del vicio y de la depravación. Descubierto, fue convocado ante el abad de Vallumbrosa y confeso su culpa. Fue arrestado en una cárcel durísima que fue su salvación: Juan se arrepintió sinceramente e inició un ayuno voluntario que lo redujo a los huesos, tanto que los monjes le suplicaron que volviera a la vida comunitaria; pero él prefirió quedarse en prisión hasta casi el final de su vida. Se hizo ermitaño y esta vida le llevó a la santidad. Fue un elegante escritor y gozó de la amistad de santa Catalina de Siena.
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