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Santa Matilde, Reina
San Leobino o Lubin, Obispo de Chartres
Beata Eva de Lieja
Beato Jaime Cusmano, Arzobispo de Nápoles
OTROS SANTOS DEL DIA
Santos: León, Inocencio, obispos; Eutiquio, Arnaldo, Pedro, Afrodisio, Frontón, Alejandro, Valeria, mártires; Eva (Evelina), beata; Florentina, santa
SANTA MATILDE, Reina
Este pueblo me honra con los labios;
pero su corazón lejos está de mí.(Mateo, 15, 8). ¡
Admirable espectáculo! una reina enseña a sus súbditos las verdades de la religión; ¡llega hasta enseñarles una profesión a fin de ponerlos en condiciones de ganarse la vida! Su hospitalidad con los peregrinos, su generosidad con los pobres, pruebas son de esa misma caridad que manaba de su ardiente amor por Jesucristo. Todas las mañanas las consagraba a la oración y asistencia a la santa Misa. Próxima a morir distribuyó cuantiosos tesoros entre los pobres, como si hubiese querido ganar el favor de aquellos que custodian las puertas del paraíso.
MEDITACIÓN TRES VENTAJAS DE LA ORACIÓN
I. Es un honor tan grande para el hombre poder hablar a Dios en la oración, que, para comprenderlo, sería preciso concebir la infinita majestad de Dios. Si hubiese permitido que únicamente un hombre sobre la tierra pudiese rogarle, si hubiese prometido escucharlo en todos sus pedidos, de todas partes se acudiría a ese hombre, para obtener, por su intermedio, las gracias del Señor. Dios nos ha permitido que le oremos en todo tiempo y en todo lugar; ha prometido concedernos lo que le pidamos, y nosotros despreciamos esta concesión, y en nada apreciamos este honor. yo hablaré a mi Dios, yo, que no soy sino ceniza y polvo.
II. La oración es la llave de los tesoros de Dios, nos enriquece con todos los bienes de la naturaleza y de la gracia; prueba tú lo poderosa que es. Recurre a Dios como a tu padre. Dirígete a Él como un pobre que tiene conciencia de su indigencia y se juzga indigno de obtener algo. Cuando hayas sido escuchado, atribuye el beneficio recibido a la pura bondad de Jesucristo. La oración se eleva, y la misericordia desciende. (San Agustín).
III. Nada hay más dulce que conversar con Dios en la oración: en ella lo conocemos más perfectamente, lo amamos más ardientemente; y este conocimiento y este amor, que constituyen el paraíso de los bienaventurados, es el comienzo de la felicidad de los hombres sobre la tierra. No pido otro testigo de esta verdad que tú mismo: ¿no es verdad, acaso, que las lágrimas de contrición que has derramado llorando tus pecados en la oración, tienen dulzuras que no podrías expresar, encantos infinitamente superiores a todos los placeres de aquí abajo?
La oración
Rogad por la paz de las familias.
ORACIÓN
Escuchadnos, Oh Dios Salvador nuestro, y haced que la solemnidad de la bienaventurada Matilde, al mismo tiempo que regocija nuestra alma, la enriquezca con los sentimientos de una tierna devoción. Por J. C. N. S. Amén.
http://www.aciprensa.com/podcast/santo/marzo14matilde.mp3
Santa MATILDE DE SAJONIA. (c.895 - 968).
Martirologio Romano: En Quedlinburg, en Sajonia, santa Matilde, esposa fidelísima del rey Enrique I, la cual, conspicua por la humildad y la paciencia, se dedicó a aliviar a los pobres y a fundar hospitales y monasterios.
Hija del conde Teodorico, nació en Westfalia. Pertenecía a la nobleza danesa. Se educó en el monasterio de Herford, donde era abadesa su abuela Matilde, del que salió, en el 909, para contraer matrimonio con Enrique I el Pajarero, duque de Sajonia. Diez años después, Enrique se convirtió en rey de Germania y ella, en su guía y consejera. Influyó en suavizar el violento talante del monarca. "Tu mitigaste mis cóleras y me apartaste a menudo de la iniquidad" le dijo en el lecho de muerte. Tendrá como hijos a Otón el Grande, emperador de Alemania; Enrique, duque de Baviera; san Bruno I “el Grande”, arzobispo de Colonia; Gerberga, esposa de Luis de Outremer, y reina de Francia; Eduvigis, madre de Hugo Capeto. Matilde y Enrique eran un solo corazón. "En ambos, dice un biógrafo, reinaba el mismo amor a Cristo, una misma unión para el bien, una voluntad igual para la virtud, la misma compasión para los súbditos y el mismo afecto entrañable para todos. Los dos merecieron las alabanzas del pueblo".
Los sufrimientos de la intriga política, purifican su entrega en las manos de Dios. Los pobres y las almas, los hospitales, los presos y los templos fueron sus preocupaciones constantes; especialmente durante su vida retirada en los monasterios de Engern, en Westfalia, y de Nordhausen en Turingia. A ella se debe la fundación de la abadía de Pochlde, y además los monasterios antes citados, también fundó, en 929, los monasterios de San Servacio y San Wicperto en Quedlinburg. Fue una mujer entregada a la oración, a socorrer a los pobres, y a visitar a los presos, preocupándose por cada uno de ellos, buscando siempre que se les aplicara la justicia más justa y suave, y en muchos casos procurando su libertad.
A la muerte de su esposo, en el 936, por una hemiplejía, los hijos lucharon entre sí para conseguir dominar uno sobre otro. Su generosidad hizo que sus hijos le quitaran las rentas acusándola de dilapidar el erario público. Ella no dijo nada, solamente oraba, y fue confinada por su hijo Enrique, al que había favorecido, en el monasterio de Engern. Su oración tuvo su fruto y sus hijos, arrepentidos le restauraron toda maledicencia. Se retiró como oblata benedictina al monasterio de Nordhausen. Murió a los 70 años en el monasterio de Quendlinburg, al que había acudido antes de morir.
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San LEOBINO DE CHARTRES. M. c. 557.
Martirologio Romano: En Chartres, en la Galia, san Leobino, obispo.
Nació en Poitiers, en el seno de una familia campesina. Era un simple pastor cuando aprendió a leer y a escribir con un alfabeto que un monje le grabó en un cinturón. Su sed de conocimientos, que aumentó con los años, lo llevó a un monasterio -probablemente Noailles-, donde lo emplearon en trabajos domésticos. Su trabajo le ocupaba todo el día, y se veía obligado a hacer la mayor parte de sus estudios durante la noche, ocultando la lámpara lo mejor que podía, pues los monjes se quejaban de que la luz perturbaba su sueño. Debido a su humildad y perseverancia, progresó en sus conocimientos religiosos hasta ocupar un sitio de honor en la casa. Sin embargo, por sugestión de san Carileffo, Leobino buscó al ermitaño san Avito de Orleans, quien le recomendó que continuara en el monasterio un poco más y que luego regresara con él, a Le Perché.
Después de salvar algunos contratiempos, Leobino fijó su residencia en una abadía cercana a Lyon, durante cinco años. Estalló la guerra entre francos y borgoñones; el monasterio fue invadido y los monjes huyeron, quedándose tan sólo Leobino y un anciano. Los invasores interrogaron a éste último para descubrir el sitio donde ocultaban los tesoros. El anciano les dijo que su compañero Leobino lo sabía y en seguida se apoderaron del santo. Como no lograron obtener ninguna información, lo torturaron; pero como tampoco obtuvieron resultados positivos, lo dejaron en un río para que se ahogara. Sin embargo, Leobino se salvó y, con dos compañeros regresó a Le Perché, donde san Avito lo recibió en su monasterio y le confió las funciones de cillerero. Al morir éste, Leobino volvió a vivir como un ermitaño.
El obispo Aetherios, de Chartres, lo nombró abad de Brou y lo consagró sacerdote. Parece haber encontrado sus responsabilidades demasiado pesadas y anhelaba dimitir de su cargo y convertirse en un simple monje en Lérins, pero san Cesareo de Arles, a quien su propio obispo había enviado para avisarle, le dijo que volviera a Brou y que no dejara a su gente como ovejas sin pastor. Obedeció, pero poco después de su regreso, lo nombraron sucesor de Aetherius en Chartres en el 544. Hizo varias reformas y continuó siendo muy famoso por sus milagros. Tomó parte en el quinto Concilio de Orleáns y en el segundo de París. Murió después de una enfermedad prolongada.
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Beata EVA DE LIEJA. (1205 - c.1266).
Martirologio Romano: En Lieja, en la Lorena, beata Eva del Monte Cornelio, reclusa junto al cenobio de San Martín, que, junto con santa Juliana, priora del mismo cenobio, trabajó mucho para que el papa Urbano IV instituyese la fiesta del Cuerpo de Cristo.
El ambiente en el que se educó no era el más propicio para alimentar una profunda vida cristiana. Era un mar de dudas. Poco a poco, sin embargo, su íntima amiga santa Juliana de Cornillón le fue aclarando todo su rico manantial -aunque inexplorado- de su alma estupenda.
La amistad sincera ayuda en momentos cruciales de la existencia. Guiada, pues, por su amiga entró en el convento cisterciense de San Martín de Lieja (Bélgica). Tuvo la fortuna de que la visitara a menudo su amiga. Le confiaba el gozo que sentía de haber fundado un instituto dedicado a la glorificación del Sacramento de la Eucaristía. Por diversas circunstancias, la beata Juliana tuvo que salir para estar junto a su amiga Eva en el mismo convento. Aquí fue donde Eva constató personalmente los arrebatos místicos de su amiga. Al principio dudaba de que los tuviera. Se convenció más tarde del alto grado de santidad de su amiga y de los éxtasis con que Dios le regalaba.
Gracias a las dos, el papa Urbano IV publicó la Bula en la que anunciaba la fiesta de la institución de la fiesta del Corpus para toda la Iglesia.
Esta Bula es un documento importante de la fecha de la institución, en agosto- septiembre del año 1264. Justamente, al año siguiente moría en odor de santidad. Se le da de forma indistinta el título de santa o beata. Sus restos mortales por una u otras razones han ido de aquí para allá hasta el 18 de diciembre de 1746, fecha en la que se colocaron en el altar de san Martín. Su popularidad va siempre unida a Juliana.
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Beato JAIME CUSMANO. (1834-1888).
Martirologio Romano: En Palermo, de Sicilia, en Italia, beato Jacobo Cusmano (Jaime o Santiago), presbítero, que fundó el Instituto de Misioneros Siervos y Siervas de los pobres, y se destacó por su caridad hacia los necesitados y enfermos.
Nació en Palermo. Sus primeros estudios los realizó con los jesuitas, y luego ingresó en la universidad con la intención de hacer medicina, donde se doctoró. Rápidamente se convirtió en el «médico de los pobres», por su generosidad y abnegación. Pero alentado por su director espiritual, lo dejó todo y fue ordenado sacerdote, en 1860.
Desde el principio su dedicación fue muy clara: la catequesis y los pobres. Viendo la gran necesidad de muchas familias decidió organizar una obra de asistencia a los más pobres que titulo “Boccone del Povero”, y en la que colaboraron clérigos y seglares de ambos sexos, con la finalidad básica de remediar el hambre de los pobres, bajo la presidencia del Arzobispo de Palermo, Mons. Naselli, que bendijo la obra y, después de la aprobación pontificia, la instituyó canónicamente en 1868.. Socorrió a innumerables necesitados, no titubeando en hacer de mendigo para sostener su obra.
La continuidad de su obra se la encomendó a tres congregaciones que fundó sucesivamente: Las Siervas de los Pobres (1880), los Hermanos Siervos de los Pobres (1884), y ya cercano a su muerte los Misioneros Siervos de los Pobres (1887). Abrió hospitales, hogares de ancianos pobres y abandonados y huérfanos. Le llaman el «Padre de los Pobres».
Extendió así su obra caritativa a toda Sicilia, y perseveró hasta el fin sirviendo a los pobres personalmente. La obra por él fundada se extiende hoy, además de en Italia, por Rumania, América (Estados Unidos, México, Brasil), África (República Democrática del Congo, Camerún, Uganda), y Asia (Filipinas y la India).Su vida interior y su ascetismo consumaron en él al hombre de Dios. Murió en Palermo el 14 de marzo de 1888 en Palermo, con fama de santidad, querido por todos, sin distinción de clases sociales, ideologías o partidos. Fue beatificado por SS Juan Pablo II el 30 de octubre de 1983.
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OTROS SANTOS DEL DÍA:
San León. s. III.
El antiguo Martirologio dice: "En Roma, en el campo Verano, san León, Obispo y mártir".
La inscripción de su sepulcro no sugiere que fuera mártir, ya que dice que él, todavía pagano, con el fruto de su trabajo y por vanidad mundana, todo aquello que se encontraba en su sepulcro; más tarde despreció las riquezas y prefirió seguir a Cristo y desde este momento distribuyó sus bienes entre los pobres; después se inscribió entre el clero y mereció ser consagrado obispo; murió con más de ochenta años.
De Rossi, piensa que León fue un auténtico mártir y otros autores dicen que su mujer se llamaba Lorenza e identifican erróneamente a León con el padre del papa san Dámaso. Se supone que el padre era cristiano y que él entró en el clero en su juventud y que no se convirtió a una edad madura no murió con más de ochenta años, desde el momento que su mujer fue viuda durante sesenta años. De todo esto se colige que León no fue mártir, y quizás tampoco santo.
San Alejandro de Pidna. M. c. 390.
Martirologio Romano: En Pidna, en Macedonia, san Alejandro, mártir.
Ha ocurrido con este santo una confusión histórica: el hagiógrafo español del siglo XVII Tamayo Salazar confundió la Pydna griega con una antigua ciudad de España, y sobre esa base, no sólo incluyó a san Alejandro de Pydna entre los santos españoles, sino que hasta lo dotó de una biografía y unas actas, naturalmente no auténticas. Él conocía la inscripción de Alejandro en los menologios griegos, como lo afirma en su santoral, pero consideró que los confundidos habían sido los restantes hagiógrafos y no él mismo.
Lo cierto es que Pydna fue una ciudad en la antigua Macedonia, cuya sucesora, que sigue llamándose igual, queda hoy en territorio griego. Allí fue decapitado, posiblemente en el año 309, este mártir, que se atrevía no sólo a ser cristiano sino a hablar abiertamente de la fe a sus conciudadanos. Sin embargo, no murió enseguida, sino que su martirio estuvo precedido de tantos tormentos -como era usual-, que Dios premió tantos dolores como padeció su testigo, otorgando a sus reliquias el don de curación, por lo que era invocado para casos de enfermedades desesperadas.
Su memoria está incripta en la mayor parte de los martirologios históricos. En los santorales griegos se encuentra frecuente unida su celebración a la de un grupo de mártires de Tesalónica.
San Lázaro de Milán. M. 450.
Martirologio Romano: En Milán, san Lázaro, obispo.
XVII º Arzobispo de Milán que fue el sostén de su grey cuando la invasión de los ostrogodos. Ennodio de Pavía lo alaba por la severidad con la que reprimía, con sólo la mirada, la audacia de los malvados, pero sabiendo tratar amablemente a los humildes.
Según una antiquísima tradición milanesa se dice que instituyó la letanías triduanas para tener alejados de Milán las incursiones bárbaras y que luego se convirtieron en lo que conocemos como “Rogativas”. Luchó contra los herejes, especialmente contra los maniqueos; fundó un monasterio de agustinos. Parece que ejerció durante once años el episcopado.
Santa Paulina de Turingia. (1067-1107).
Martirologio Romano: En la región de Fulda, en Alemania, santa Paulina, religiosa.
Princesa alemana. Paulina se casó dos veces, después de la muerte de su segundo esposo, se retiró con otras mujeres piadosas a la soledad de los bosques de Turingia y fundó, junto a su hijo Werner, el doble monasterio benedictino de Zell y el monasterio de Münsterschwarzach (Baviera) donde murió como simple monja benedictina.
En el año 1122 sus reliquias fueron trasladadas a la nueva iglesia del monasterio, que llevó su nombre (Paulinzella) y se convirtió en lugar de peregrinación. La fecha de 14 de marzo es precisamente la del traslado de sus reliquias. En 1534, en el conflicto de la Reforma, el monasterio fue disuelto y la iglesia destruida.
Felipe Longo de Turín. Beato. M. 1246.
Felipe Longo nació en Turín. Aunque era analfabeto, tuvo del Seño el don de penetrar el sentido profundo de la Sagrada Escritura. Cuando supo de san Francisco de Asís y de su nueva Orden, fue a conocerle para ser recibido entre sus primeros doce discípulos. Perseveró después, demostrando en particular un gran celo por la conversión del prójimo. Fue el primer confesor de las Pobres Damas de santa Clara y después se marchó a Francia a predicar. Murió en Perugia con fama de santidad. Lo celebra los franciscanos.
Arnaldo de Limena. Beato. (1185 - 1254).
Nació en Padua en la noble familia de los Cattanei de Limena. Ingresó muy joven en el monasterio benedictino de Santa Justina de Padua y tanta fue su piedad, seriedad y ejemplaridad de vida, que en el 1209, con sólo 24 años fue elegido abad del monasterio. Su gobierno fue muy activo: defendió los derechos del monasterio, revindicó los antiguos privilegios, como el que los abades del monasterio participaban en la elección del obispo, restauró el monasterio y construyó nuevas dependencias y obtuvo nuevas posesiones, desvió el agua del río Bacchiglione para accionar los molinos.
Cuando Ezzelino III, en el 1237, conquistó Padua y encarceló al beato Jordán Forzaté, prior de San Benito, el otro gran monasterio de Padua, Arnaldo huyó primero a Ferrara y después a la cercana Monselice. En el 1238, el emperador Federico II le devolvió Santa Justina y al año siguiente fue su huesped durante dos meses. Al partir el emperador, la ciudad quedó al albur de Ezzelino, que en el 1246, arrestó a Arnaldo y lo encerró en la fortaleza de Asolo. El abad languideció, a pan y agua, durante ocho años y tres meses, hasta su muerte. Se dice que cuando murió se vieron dos teas ardientes que descendían del cielo e iluminaron el castillo. Fue sepultado en el monasterio de Santa Justina.
Agno de Zaragoza (Lope Fernando de Ayn). Beato. (1190-1260).
Martirologio Romano: En la ciudad de Zaragoza, en la región de Aragón, beato Agno, obispo, que, siendo canónigo de la catedral, abrazó la vida religiosa en la Orden de los Hermanos Menores y más tarde ejerció el ministerio episcopal en Marruecos, terminando su vida en su ciudad natal.
Nació en Gallur (Zaragoza, España). Se llamaba Lope Fernándo de Ayn. El sobrenombre le fue impuesto por el papa Inocencio VI en distinción a su bondad. Fue canónigo y superior del Pilar de Zaragoza y el primero que abrazó el Instituto de San Francisco en Aragón.
Comisionado en Roma, se hizo admirar por su predicación, por lo cual fue nombrado obispo de Marruecos y legado apostólico en esta parte de África. En 155 fue comisionado como legado pontificio por el papa Alejandro IV para delimitar el obispado de Cartagena y de otras dos sedes peninsulares, cuyas tierras habían sido arrebatadas a los musulmanes. Al final de sus días se retiró a un convento de Zaragoza. Entre sus escritos destacan cartas sobre la evangelización en África y un cuerpo de sermones.
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