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San José Moscati,El médico santo,
San Julio I, Papa
San Alferio,Abad,
Santa Teresa de Jesús de los Andes Monja Carmelita
San David Uribe Velasco,Mártir
Otros santos del día
Santos: Beato León II, Constantino, Damián, obispos; Julio I, papa; Sabas, Víctor, confesores; Lázaro, Menna, Juan, David, mártires; Visia, virgen y mártir; Florentino, abad
SAN SABAS, Mártir
Los sufrimientos de la vida presente
no son de comparar con la gloria venidera.
(Romanos, 8, 18).
Los sufrimientos de la vida presente
no son de comparar con la gloria venidera.
(Romanos, 8, 18).
San Sabas era godo de nacimiento. Como rehusara comer carne inmolada a los ídolos, diciendo que prefería antes morir que ofender a Dios, se lo despojó de sus vestidos, se lo arrastró sobre espinas, se lo torturó cruelmente, y, finalmente, fue arrojado a un río. En medio de los suplicios daba gracias a Dios por haberlo juzgado digno de padecer por su causa. Imitemos su constancia y agradezcamos a Dios en las aflicciones como en la prosperidad. Murió el santo en el año 372.
MEDITACIÓN SOBRE LA NECESIDAD DE LOS SUFRIMIENTOS
I. La palabra del Salvador: Renúnciate a ti mismo y lleva tu cruz, no ha sido dicha para los religiosos solamente; se dirige a todos los cristianos en general. La vida cristiana es un trabajo sin descanso, porque hemos de combatir sin cesar nuestros deseos, apartarnos de lo que nos place y hacer lo que nos desagrada. Pero consolémonos: si llevamos nuestra carga con amor, Dios la hará ligera. Para los que aman a Dios es más fácil cercenar siempre sus apetitos, que para los que aman al mundo contenerlos algunas veces. (San Agustín).
II. Además de la violencia que debemos hacer nos a nosotros mismos para mortificar nuestras pasiones, Dios nos enviará pruebas de toda clase. Aceptémoslas, no solamente con resignación, sino con fe y gratitud: es una prueba del amor de Dios hacia nosotros. ¿Cuál es el hijo, dice San Pablo, a quien Dios no corrige? pues el Señor castiga misericordiosamente a los hijos que ama. Así, pues, persevera en la sumisión, prosigue el gran Apóstol; si Dios no te castiga, es porque no te tiene por hijo legítimo, sino por bastardo. El que no sufre en el exilio no se regocijará en la patria. (San Agustín).
III. San Sabas ve a los ángeles que lo llaman des de la otra orilla del río al que lo van a precipitar, y conjura a sus verdugos a que apresuren su suplicio. En tus pruebas vuelve los ojos al Cielo. Considera lo que se te ha prometido, para quien tiene en vista la recompensa nada hay que no le parezca leve y fácil, y la esperanza del salario suaviza la fatiga del obrero. (San Jerónimo).
El pensamiento del cielo
Orad por los afligidos.
ORACIÓN
Haced, os lo suplicamos, oh Dios omnipotente, que la intercesión del bienaventurado Sabas, vuestro mártir, cuyo nacimiento al cielo honramos, nos fortifique en el amor de vuestro Santo Nombre. Por J. C. N. S.
http://www.aciprensa.com/podcast/santo/abril12catalina.mp3
Martirologio Romano: En Nápoles, en Italia, san José Moscati, médico, entregado totalmente a la cotidiana e incansable asistencia a los enfermos sin reclamar a los pobres paga alguna, y, atendiendo a los cuerpos, curaba a la vez las almas con gran amor.
Nació en Benevento, era hijo de un magistrado. A los 23 años, después de un brillante doctorado, comenzó la carrera de médico y de apóstol, uniendo la ciencia con la fe activa. Logró plaza de médico en Nápoles y se entregó a su oficio con todo ahínco. En 1908 fue el asistente ordinario del instituto de química fisiológica; en 1911 fue ayudante ordinario en los Hospitales Reunidos; desde 1911 a 1923 enseño en el Hospital de los Incurables, donde se convirtió en médico jefe en 1919. Su carrera médica se alternó con la docencia de química fisiológica y química clínica, incluso en la facultad de medicina, pero rechazó la cátedra que le ofrecieron, pues dijo que “su lugar estaba al lado del enfermo”.
Los pobres fueron sus clientes favoritos y no aceptó de ellos ninguna recompensa, antes bien curaba a sus expensas y los ayudaba sin darlo a conocer. En la sala de espera de su consulta había un cestillo y un letrero que decía: “Si tienes, deja lo que quieras, si no tienes, toma de aquí”. Su jornada estaba llena de ocupaciones entre el hospital, las visitas, y la universidad. Dijo: "El médico se encuentra muchas veces ante las almas, que están a punto de capitular y volver a los principios hereditarios de los antepasados, están ansiosas de encontrar un alivio, atenazadas por el dolor. Dichoso el médico que sabe comprender el misterio de estos corazones y enardecerlos de nuevo. Dichosos nosotros los médicos, muchas veces incapaces de alejar una enfermedad, dichosos nosotros, si nos acordamos que más allé de los cuerpos tenemos ante nosotros, almas inmortales, con los que urge el precepto evangélico de amarlos como a nosotros mismos".
Su caridad fue patente en la erupción del Vesubio (1906), en la peste del cólera (1911) y con los soldados heridos en la I Guerra Mundial. Tomó parte en varios congresos internacionales de medicina: Budapest (1911) y Edimburgo (1923). Publicó 23 estudios de medicina. La comunión diaria fue para él fuente de intensas gracias y si alguna vez no pudo acercase a la Misa lo lamentaba con estas palabras de su "Diario"; "¡Oh Señor, hoy he permanecido lejos de Ti! ¡Tampoco hoy, Jesús mío, has entrado en mi corazón!". Alguien le preguntó por qué no se hacía sacerdote. El dijo que el Señor le quería laico cristiano. "Este es mi sacerdocio" -dijo. Murió en Nápoles defendiendo la labor de los médicos frente a la injerencia de los políticos. Está enterrado en la iglesia de Gesú Nuovo de Nápoles. Fue canonizado por SS. Juan Pablo II el 25 de octubre de 1987 en la Plaza de San Pedro.
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Martirologio Romano: En Roma, en el cementerio de Calepodio, en el tercer miliario de la vía Aurelia, sepultura del papa san Julio I, quien, frente a los ataques de los arrianos, custodió valientemente la fe del Concilio de Nicea, defendió a san Atanasio, perseguido y exiliado, y reunió el Concilio de Sardica.
Nació en Roma. Pertenecía al clero romano, cuando fue elegido Pontífice, sucediendo a san Marcos, que había tenido un breve pontificado, sucediendo a su vez a san Silvestre. Su pontificado se desarrolló en la lucha contra los arrianos.
Defendió a san Atanasio de Alejandría de sus acusadores arrianos y para ello convocó un sínodo en Roma que defendió al santo obispo. La carta que escribió a los orientales en aquella ocasión contiene una de las más importantes declaraciones de la sede romana. También convocó, a instancias del emperador, un sínodo en Sárdica, la actual Sofía, donde se reunieron los obispos occidentales y los orientales, y como legado envió a Osio de Córdoba, pero los orientales al saber que asistiría san Atanasio, abandonaron el sínodo, y los occidentales defendieron las tesis del sínodo de Roma y la primacía del obispo de Roma. Los orientales nunca han aceptado las conclusiones del sínodo de Sárdica, y se piensa que allí empezó la división entre las dos iglesias.
Construyó muchas iglesias y está considerado uno de los más importantes obispos de la ciudad. Se dijo de él que durante su pontificado ejerció: “un vigor apostólico y una resolución templada con la caridad y la docilidad”. Estableció y organizó el colegio de los notarios eclesiásticos para la atención de las cuestiones administrativas y urgió la prohibición de emplazar a los clérigos ante los tribunales civiles, fomentando así el llamado “privilegio del foro”. Sus restos están en la iglesia de Santa María del Trastevere en Roma mandada contruir por él.
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Martirologio Romano: En el monasterio de Cava, en la Campania, san Alferio, fundador y primer abad, quien, después de ser consejero de Guaimario, duque de Salerno, se hizo discípulo de san Odilón en Cluny y se distinguió en la observancia de la vida monástica.
Nació en Salerno, de la familia normanda Pappacarbone de Salerno. Eligió la carrera diplomática y era embajador para el duque Gisulf de Salerno, cuando fue enviado como embajador ante el rey de Francia, pero al atravesar los Alpes, en la abadía de Saint Michele della Chiusa, cayó enfermo y prometió hacerse monje si curaba. Sanó, y la Providencia le hizo encontrar a su paso un joven monje francés, llamado san Odilón. Alferio estuvo varios años en Cluny, hasta que fue llamado por el duque Gisulf lo llamó nuevamente a Salerno para reformar los monasterios en esa región y para predicar a los suyos, aunque en un principio no tuvo fortuna; nadie le escuchaba, porque nadie cambiaba su vida.
Se volvió ermitaño en la Montaña Fenestra cerca de Salerno en el año 1011. Su reputación de santidad y sabiduría se extendió por toda la region, por lo que muchos estudiantes se acercaban a él, de entre ellos seleccionó doce, y fundó la abadía benedictina de la Santísima Trinidad de La Cava de los Tirrenos bajo la regla de Cluniacense. La abadía se volvió el modelo a seguir para otras fundaciones en la zona; esta red de casas se volvió una fuerza poderosa para la civilización y religión en Sicilia e Italia del sur. Pronto esta abadía contó con un centenar de casas afiliadas, y tuvo una gran influencia civilizadora en Italia meridional. Vivió hasta los 120 años de edad, y gobernó la abadía hasta el día de su muerte; ese día el celebro Misa y lavó los pies de sus hermanos, incluso el futuro Papa san Victor III. Se dice que Cristo se le apareció seis días antes de su muerte y que obró muchos milagros.
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Martirologio Romano: En la ciudad de los Andes en Chile, santa Teresa de Jesús (Juana) Fernández Solar, virgen, que, novicia de la Orden de las Carmelitas Descalzas, consagró, como ella misma decía, la propia vida a Dios por el mundo pecador y murió a la edad de veinte años por el tifus.
Se llamaba Juana Fernández Solar. Nació Santiago de Chile, en el seno de una familia adinerada. El día de su primera comunión tuvo su primera experiencia mística y nos la relató: “No es para describir lo que pasó por mi alma con Jesús. Le pedí mil veces que me llevara consigo y sentía por primera vez su voz querida. Le pedí por todos, y a la Virgen la sentía cerca de mí. Por primera vez sentía una paz deliciosa”. La inclinación natural hacia Dios, desde ese día se transformó en amistad, en vida de oración. Cuatro años más tarde recibió interiormente la revelación que determinó la orientación de su vida: Jesucristo le dijo que la quería carmelita y que su meta debía ser la santidad. Con la abundante gracia de Dios y con la generosidad de joven enamorada se dio a la oración, a la adquisición de las virtudes y a la práctica de la vida según el evangelio, de tal modo que en cortos años llegó a un alto grado de unión con Dios.
A los 15 años hizo privadamente votos religiosos y la promesa de no cometer nunca pecados queriendo. Se dedicó a las obras de misericordia y a la enseñanza del catecismo en la parroquia. A los 19, después de renunciar al matrimonio, en 1919, años ingresó en el carmelo de los Andes, recibiendo el nombre de Teresa de Jesús. Ofreció a Dios su vida por la salvación del mundo y un año después murió de tifus (la enfermedad duró diez días), haciendo sus votos religiosos "in articulo mortis", y murió diciendo: “Esposo mío”.
Cuando supo que moriría pronto escribió: “Para una carmelita la muerte no tiene nada de espantable. Va a vivir la vida verdadera. Va a caer en brazos del que amó aquí en la tierra sobre todas las cosas. Se va a sumergir eternamente en el amor”. Dejó escrito un diario que se llama “Historia de la vida de una de sus hijas”. Después de muchas tribulaciones interiores e indecibles padecimientos físicos, causados por un violento ataque de tifus que acabó con su vida, pasó de este mundo al Padre al atardecer del 12 de abril de 1920. Aún le faltaban 3 meses para cumplir los 20 años de edad y 6 meses para acabar su noviciado canónico y poder emitir jurídicamente su profesión religiosa. Murió como novicia carmelita descalza.
Fue beatificada en Santiago de Chile por Su Santidad Juan Pablo II, el día 3 de abril de 1987. Sus restos son venerados en el Santuario de Auco-Rinconada de Los Andes por miles de peregrinos que buscan y encuentran en ella el consuelo, la luz y el camino recto hacia Dios; se ha convertido en uno de los centros espirituales más concurridos de Chile. Fue canonizda por el mismo Papa el 21 de marzo de 1993, en la Basílica Vaticana. Es la primera chilena canonizada.
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Martirologio Romano: En la aldea de San José, del territorio Chilpancingo, en México, san David Uribe, presbítero y mártir.
Nació en Buenavista de Cuellar (Méjico), hijo de una modesta familia; ingresó a los 14 años en el seminario de Chilapa, para que él pudiera estudiar. Sus hermanos tuvieron que dejar de estudiar y ponerse a trabajar, pero él pronto tuvo una beca por sus grandes cualidades. Ordenado sacerdote en 1913, el obispo de Tabasco se lo llevó como secretario particular.
Cuando se inició la persecución tuvo que huir con su obispo por mar en una barco que se hundió, donde se salvaron seis entre ellos, ellos dos, y pidieron auxilio en una casa, que al saber que eran clérigos, los denunciaron, pero una criada le avisó y pudieron huir no sin dificultades. Llegaron a Córdoba, y su obispo le animó a volver a su casa, que cuando llegó iba tan demacrado que su madre no le conocía. Vuelto a Chilapa, estuvo un año en Zirán y pasó luego a Guerrero y en seguida a Chilapa. Iba para allá cuando el general Díaz lo apresó y lo condenó a muerte, pero un tío suyo, oficial del ejército, lo liberó.
Pasó a su pueblo natal como párroco y aquí estuvo hasta 1922 ayudando a los heridos de los dos bandos; después pasó a Teloloapán, pero cuando a comienzos de 1923, el obispo de Tabasco renunció a su diócesis y se hizo párroco de Iguala, el padre David estuvo con él como coadjutor. Prácticamente el párroco era él. Adornado de notables cualidades humanas, tuvo un trabajo pastoral muy fecundo. “Siempre procuró hacer ver a sus feligreses cómo se puede unir inteligentemente la vida social con la vida cristiana”. Su gran actividad apostólica le atrajo el odio de la masonería de Iguala, por lo que tuvo que abandonar su parróquia.
Cuando en 1926 se cerró la iglesia al culto público, permaneció en la casa rectoral hasta que tuvo que buscar refugio en una casa particular. Pero lo persiguieron de tal modo que se marchó a Méjico D.F., y desde allí escribía cartas a sus fieles. Decidió volver a Iguala y en el camino fue detenido. El militar que le arrestó le ofreció todas las garantías y libertades si aceptaba ser obispo de la iglesia cismática creada por el gobierno de la República, a lo cual se negó con gran coraje. Fue enviado a Cuernavaca y de aquí a San José Vidal donde murió de un tiro en la nuca bendiciendo a sus verdugos.
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Santa Visia de Fermo. M. 250.
Martirologio Romano: En Fermo en las Marcas, santa Visia, virgen y mártir.
Joven mártir en Fermo, en la Marca de Ancona en el Piceno, durante el imperio de Decio. Sus restos, junto con los de santa Sofía (30 de abril) se conservan en la catedral de Fermo donde es venerada.
San Sabas "el Godo". M. c. 372.
Martirologio Romano: En Capadocia, san Sabas Godo, mártir, que durante la persecución contra los cristianos bajo Atanarico, rey de los godos, por haber rechazado tres días después de la celebración de la Pascua los alimentos inmolados a los ídolos, tras crueles tormentos fue arrojado a un río.
Lector del que se nos dice que "no era elocuente en las palabras". En el curso de una persecución decretada por Atanarico, rey de los godos, fue apresado en Tirgoviste (Rumanía) por negarse a comer carne sacrificada a los ídolos, y fue dejado en libertad porque no era una persona relevante, además parece que no tenía muchas luces.
Fue detenido por segunda vez: "le llevaron desnudo por lugares ásperos y espinosos, dándole muchos palos y azotes" pero su actitud era de mansedumbre y de alegría, esto exasperó a sus verdugos, que le torturaron hasta darle por muerto. Una piadosa mujer le cuidó y le curó, pero otra vez fue apresado y ahogado en el río Buzau, en Capadocia, junto con varios cristianos. Sus Actas han sido poco retocadas.
San Constantino de Gap. M. c. 455.
Martirologio Romano: Cerca de Gap, en la provincia de la Galia, san Constantino, obispo.
IVº obispo de Gap (Vapingum) en la Galia Narbonese. Se dedicó en alma y cuerpo en revitalizar la diócesis, el cuidado pastoral e impulsó la creación de nuevas parroquias rurales. Asistió al concilio de Riez. El papa san León I Magno lo citó en una de sus cartas como oficiantes de la consagración del obispo que sucedió a san Hilario de Arles.
San Damián de Pavía. M. c. 710.
Martirologio Romano: En Pavía, de Lombardía, san Damián (Damiano), obispo, cuya carta sobre la recta fe, referente a la voluntad y al obrar de Cristo, fue leída en el Tercer Concilio de Constantinopla.
Nació en Oriente. Presbítero de la Iglesia milanesa, escribió una epístola sobre la fe católica contra la herejía monotelita, que el sínodo de Milán, en el 679, envió al emperador Constantino Pogonato. Obispo de Pavía, Lombardía, en el 680. Se destacó por su ardor apostólico y trabajó por la conversión de los lombardos, entonces paganos o arrianos. Trabajó para que se terminara el cisma de Aquileya, conocido como “de los Tres Capítulos”, y que gracias a él finalizó en el Concilio de Pavía en el 698.
Se hizo famoso por su caridad hacia los pobres y los enfermos, y en particular los leprosos. Una carta suya sobre la recta fe acerca de la voluntad y las acciones de Cristo fue leída en el III Concilio de Constantinopla. Se cuenta que cuando comenzó la peste en Pavía, obtuvo de Roma una reliquia del mártir san Sebastián, al que consagró un altar en la iglesia de San Pietro in Vincoli: entonces la epidemia cesó. Su cuerpo se venera en la catedral de Pavía.
San Basilio de Pario. M. 735.
Martirologio Romano: En Pario, del Helesponto, san Basilio, obispo, que, por defender el culto de las sagradas imágenes, padeció azotes, cadenas y exilio.
Obispo de Misia (Asia Menor). Por defender el culto de las imágenes sagradas, sufrió azotes, cadenas y destierro quizás en tiempos de León Isaúrico. De las escasas noticias que tenemos parece que prefirió abandonar su sede episcopal de Pario y marchar de ciudad en ciudad, antes que someterse a los enemigos de las sagradas imágenes. Murió en este voluntario exilio.
San Erkembodo de Thérouanne. M. 742.
Martirologio Romano: En la región de Calais, en la Galia, san Erkembodo, abad de Sithiu y, a la vez, obispo de Thérouanne.
Natural de Irlanda. Después del 707, ingresó como benedictino de Sithin en Saint-Omer; transcurridos 16 años, sucedió como abad al fundador san Bertino, y finalizó la reforma columbaniana de la regla benedictina. Los soberanos Chilperico II y Tierry IV le confirmaron los privilegios de inmunidad acordados con la abadía por el rey Clodoveo y sus sucesores. Erquembaldo fue un gran administrador y aumentó sensiblemente las tierras de la abadía.
En el 723, fue elegido obispo de Thérouanne, durante 26 años, aunque continuó gobernando la abadía. Su tumba está en la catedral de Saint Omer.
Lorenzo de Lisboa. Beato. s. XIV.
Martirologio Romano: En el monasterio de Belem, cerca de Lisboa, en Portugal, beato Lorenzo, presbítero de la Orden de San Jerónimo, cenobio al que acudían muchísimos penitentes, atraídos por su eximia piedad.
Presbítero de la Orden de San Jerónimo, en el monasterio de Belem, Lisboa. Fue admirable por su dedicación a recibir a los penitentes en el sacramento del perdón.
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