San PRISCO DE CAPUA
Beata JULIANA DE COLLATO
Beata JUANA SODERINI
Beato JOSÉ SAMSÓ ELIAS
Beatos PEDRO RIVERA RIVERA, MARÍA DEL CARMEN MORENO BENÍTEZ y MARÍA DEL REFUGIO CARBONELL MUÑOZ
San GIL
Beatos CRISTINO ROCA HUGUET y compañeros
Beato ALFONSO SEBASTIÁ VIÑALS
San VICTORIO DE LE MANS
San NIVARDO DE REIMS
OTROS SANTOS DEL DÍA
Nuestra Señora de la Fontcalda.- Victorio, Constancio, Melecio, Prisco, Támaro, obispos; Anmón, diácono; Leto, Régulo, Vicente, Arturo, Inés, mártires; Ana, profetisa; Verona, virgen;
SAN GIL, Abad
Quien se ensalza será humillado
y quien se humilla será ensalzado.
(Lucas, 14, 11
San Gil abandonó Grecia, su patria, para sustraerse a los honores que le atraían sus virtudes y sus milagros, y fue a la Provenza a pedir un asilo a su humildad. Perseguido, allí también, por la veneración de los pueblos, resolvió retirarse a un desierto. "Puesto que los hombres se obstinan, dijo, en rodearme de respeto, iré a vivir entre las fieras". Encontró en una roca una cierva que le proporcionó leche. Habiéndolo herido los cazadores del rey por tirar sus flechas sobre ella, no dejó el santo le pusieran nada sobre su llaga a fin de sufrir y merecer más. El rey le hizo edificar un monasterio donde murió santamente en el año 712.
MEDITACIÓN SOBRE EL CONOCIMIENTO DE LA PROPIA NADA
I. Considera que por ti mismo nada eres, y que todavía estarías sepultado en la nada, si Dios, por un puro efecto de bondad, no te hubiera llamado a la existencia. Considera, en segundo lugar, que tus pecados han merecido el infierno, y ya estarías en él, si Dios no hubiera tenido misericordia de ti. ¿Por que, pues, te quejas, si se te niegan los honores que ambicionas? Se te hace justicia tratándote de este modo. ¡Oh hombre! conoce tu nada y tu malicia. El más hermosos y el más útil de todos los conocimientos es el de sí mismo; por él se llega al conocimiento de Dios. (San Clemente de Alejandría
II. De estos dos principios, que son la base de la verdadera humildad, hay que extraer dos conclusiones: la primera, que debes recibir con alegría todas las humillaciones que te acaezcan, porque no se te podría estimar menos, ni tú colocarte más bajo de lo que mereces; la segunda. que debes tener horror por los honores que se te tributen, porque sabes que no eres digno de ellos. Este pensamiento debe llevarte a evitar todas las ocasiones en las que preveas que se te honrará: debe moverte a cerrar los ojos sobre tus virtudes y tus méritos, para no considerar sino tu nada y tus pecados. Los santos ignoran las virtudes de que dan ejemplo. (San Gregorio
III. En fin, cuando así te humillares no te imagines que has hecho gran cosa. Digas lo que digas para humillarte, nunca dirás más que la verdad; y todavía no la dirás enteramente. Hagas lo que hagas no harás más que tu deber y siempre serás un servidor inútil
La humildad
Orad por vuestros superiores
ORACIÓN
Haced, os lo suplicamos, Señor. que la intercesión del santo abad Gil nos torne agradables a vuestra Majestad, a fin de que obtengamos por sus ruegos lo que no podemos esperar de nuestros méritos. Por J. C. N. S. Amén.
San GIL. (640 - c.721). Martirologio Romano: En la región de Nimes, de la Galia Narbonense (hoy Francia), san Egidio o Gil, cuyo nombre adopta la población que después se formó en la región de la Camargue y donde se dice que el santo había erigido un monasterio y acabado el curso de su vida mortal. Según la “Leyenda Dorada”, Gil nació en Atenas en el seno de una noble familia. Desde niño era erudito en Sagradas Escrituras. A la muerte de sus padres distribuyó sus propiedades entre los pobres y emigró a Arles, Francia, porque no le atraía nada de las cosas e intereses del mundo, y además le atrajo la fama de santidad de san Cesareo de Arles, después de una peregrinación a Roma.
En la desembocadura del Ródano levantó una choza y, durante un tiempo, vivió como ermitaño (hay una leyenda que dice que vivió en Nuria, Cataluña y que talló la imagen de la virgen de Montserrat). Más tarde, buscando mayor soledad se retiró a un bosque cerca de Nimes. Construyó una nueva choza, pero el primer invierno hizo un frío tran intenso y pasó tanta hambre, que estaba dispuesto a desistir. Entonces su soledad sólo se vio interrumpida por la presencia de una cierva que de sus ubres lo alimentó y le dio calor; por eso la quiso tanto que fue capaz de arriesgar su vida para protegerla del acoso de unos malhechores. Parece que rey visigodo Wamba (otras leyendas hablan del rey franco Childeberto) persiguió a la cierva pero la flecha hirió al ermitaño, entonces, el rey, arrepentido, hizo construir para él un monasterio benedictino.
Su presencia no podía pasar desapercibida y se le unieron muchos discípulos animados por su vida de intensa oración. Fundó para ellos el monasterio de Saint-Gilles-du-Gard, (famosa etapa en los caminos de Santiago y de Roma), del que fue su abad, pero esta historia, según los bolandistas pertenece a otro san Gil del siglo VI. Pero lo auténticamente importante de este santo, cuyas noticias pertenecen a la leyenda, es que durante muchos años se creía que invocándole, los pecados se perdonaban, de manera que es el abogado de los pecadores y de las personas que tienen miedo. Esta tiene relación con la “Misa de san Gil”; según la cual Carlos Martel, o Carlomagno, le dijo al abad que tenía un pecado inconfesable y le pidió su intercesión para que se le perdonase.
Durante la misa, a san Gil un ángel le depositó un pergamino con el pecado en cuestión, y decidió que el pecador debía arrepentirse. Se le nombra entre los «Catorce Santos Auxiliadores» (el único entre ellos que no fue mártir) y su tumba, en el monasterio, fue centro de peregrinaciones de primerísima importancia que contribuyó a la prosperidad de la ciudad de Saint Gilles durante la Edad Media, hasta el siglo XIII, cuando quedó convertida en ruinas, durante la cruzada contra los albigenses. Otros cruzados bautizaron con el nombre de Saint Gilles a una ciudad (la actual Sinjil) que fundaron en los límites de las regiones de Benjamín y Efraín, de manera que su culto se extendió por todo el oriente de Europa. En Inglaterra había 160 parroquias dedicadas a él. Se le invoca como protector de los tullidos, mendigos y herreros.
Martirologio Romano: En Madrid, en España, beatos Cristino (Miguel) Roca Huguet, presbítero, y once compañeros, mártires, de la Orden de San Juan de Dios, fusilados durante la guerra por odio a la religión. Sus nombres son: Proceso (Joaquín) Ruiz Cascales, Eutimio (Nicolás) Aramendía García, Canuto (José) Franco Gómez, Dositeo (Guillermo) Rubio Alonso, Cesáreo (Mariano) Niño Pérez, Benjamín (Alejandro) Cobos Celada, Carmelo (Isidoro) Gil Arano, Cosme (Simón) Brun Arará, Cecilio (Enrique) López López, Rufino (Crescencio) Lasheras Aizcorbe y Faustino (Antonio) Villanueva Igual, religiosos. Pertenecían a la comunidad del instituto-asilo San José, de Carabanchel Alto, institución dedicada a enfermos epilépticos, y en la que radicaba la Escolanía Apostólica.
El instituto, situado en las afueras de Madrid, pudo soportar las difíciles circunstancias de 1936 hasta que, declarada la guerra el día 18 de julio, se recibió el día 29 la visita de un grupo de milicianos que rodearon la casa y exigieron a los religiosos se concentraran en una sala, mientras ellos procedían a un riguroso registro que duró tres horas, alegando que buscaban armas. Cuando éstas no aparecieron por ninguna parte se marcharon, pero exigieron que cesara todo acto de culto o manifestación religiosa, debiendo retirarse de la iglesia todas las imágenes, y debieron los hermanos reunirse en el sótano de la ropería para poder efectuar sus rezos.
Así estuvieron un mes entero, sin dejar -tal como era la consigna del P. General de la Orden- la atención a los enfermos. Pero el 29 de agosto llegó el alcalde de Carabanchel con el secretario y varias personas armadas y comunicaron a los hermanos que cesaban en la dirección del instituto, les exigieron la entrega de los libros de la administración y el dinero, y avisaron a los hermanos que deberían marcharse pero que ellos les dirían cuándo. El día 1 de septiembre estaban los hermanos en las enfermerías disponiendo la comida de los enfermos cuando llegó otro grupo de hombres armados con orden de llevarse a los hermanos. Los religiosos fueron arrestados del peor modo, cacheados y obligados a subir a un autocar. Éste tomó la carretera de Boadilla del Monte y llegó al llamado Charco Cabrera. Aquí se les hizo bajar del autocar y se les alineó, fueron seguidamente fusilados y arrojados a una fosa. Cuando los hermanos vieron que se les iba a matar gritaron vivas a Cristo Rey. Sus cadáveres serían exhumados en 1942 y trasladados a la cripta del instituto.
Fueron beatificados el 25 de octubre de 1992 por el papa Juan Pablo II en el grupo de 71 Hermanos Hospitalarios de San Juan de Dios muertos durante los días de la Guerra Civil. Sus datos personales son: Cristino Roca Huguet nació en Molins de Rey (Barcelona) en 1899, siendo bautizado con el nombre de Miguel. Otros dos hermanos suyos fueron religiosos hospitalarios; uno de ellos, Constancio, murió mártir en Calafell el día 30 de julio de 1936 y fue beatificado con su hermano. Ingresó en la niñez en la Escolanía Hospitalaria de Ciempozuelos y por sus buenas cualidades se le pidió estudiase para sacerdote.
Tras haber profesado como «hermano Cristino», hizo los estudios y se ordenó el año 1926. Fue capellán del Hospital de San Rafael de Madrid, maestro de novicios en Calafell y era director de la Escolanía Apostólica de Carabanchel Alto. Tenía un gran crédito como pedagogo y educador y era un excelente director de almas. Proceso Ruiz Cáscales nació en Beniel (Murcia) en 1887, de padres labradores, que en el bautismo le dieron el nombre de Joaquín. Tras una breve experiencia como ermitaño en La Fuensanta, ingresó en la Orden Hospitalaria el 15 de septiembre de 1915.
Tras profesar como «hermano Proceso» estuvo destinado en las comunidades de Ciempozuelos, Madrid, Gibraltar, Valencia, Barcelona y por último como superior en Carabanchel Alto. En agosto de 1936 le visitó un hermano suyo, acompañado de un jefe miliciano, y le hizo entrega de un salvoconducto, pero él no quiso aceptarlo si no se les daba a los demás hermanos.
Eutimio Aramendia García nació en Oteiza de la Solana (Navarra) en 1878 y recibió en el bautismo el nombre de Nicolás. Con sólo 15 años hizo su ingreso en la Orden Hospitalaria. Diplomado en medicina y cirugía, tras profesar como «hermano Eutimio», fue enfermero mayor en diversos hospitales: Barcelona, San Baudilio de Llobregat, Madrid, Murcia, Santa Águeda, Palencia, Pamplona, Bogotá y Pasto en Colombia, y por último Carabanchel Alto, de cuya comunidad era vicesuperior. No quiso aceptar marcharse con sus familiares para no dejar a sus hermanos de comunidad.
Canuto Franco Gómez había nacido en Aljucer (Murcia) en 1871 y fue bautizado con el nombre de José. Ingresó en los carmelitas pero hubo de dejarlo por motivos de salud. Posteriormente, en 1893, fue aceptado en la Orden Hospitalaria. Padecía de sordera y era delicado de salud, por lo que, una vez profesado con el nombre de «hermano Canuto», se le dedicó a sacristán. Tenía una fina sensibilidad artística y era buen pintor, conservándose pinturas suyas de corte delicado.
Dositeo Rubio Alonso nació en Madrigalejo (Burgos) en 1869 y fue bautizado con los nombres de Guillermo Tomás. A los 25 años ingresó en la Orden Hospitalaria, desempeñando su servicio en las casas de Ciempozuelos, Zaragoza, San Baudilio de Llobregat, Santa Águeda, Barcelona, Pamplona, Gibraltar, Granada, Calafell y Carabanchel Alto. Era muy humilde y servicial.
Cesáreo Niño Pérez nació en Torregutiérrez (Segovia) en 1878 y fue bautizado con el nombre de Mariano. Sintió la vocación religiosa pero su escasa estatura y poca presencia parecían ser una dificultad muy fuerte. Él insistió y logró ser admitido, tomando el nombre de «fray Cesáreo». Brilló por su constancia, entrega y regularidad en la observancia de la vida religiosa. Estuvo en las comunidades de Ciempozuelos, Pamplona y Carabanchel Alto. Cuando se disponían a fusilar a los demás religiosos, le dijeron que podía irse y buscarse la vida pero él insistió en quedarse con sus hermanos. Un miliciano entonces le dio tres tiros, y así cayó a la fosa.
Benjamín Cobos Celada nació en Palencia en 1887 y se le impuso en el bautismo el nombre de Alejandro. Ingresó en la Orden Hospitalaria a los 14 años y al iniciar el noviciado tomó el nombre de «fray Benjamín». Hizo los estudios de practicante y por ello en todos los centros a donde fue enviado tuvo el oficio de enfermero: Ciempozuelos, Barcelona, Madrid, San Baudilio de Llobregat, Málaga y Carabanchel Alto, desempeñando su oficio con gran competencia y dedicación.
Carmelo Gil Araño nació en Tudela (Navarra) en 1879, recibiendo en el bautismo el nombre de Isidoro. Educado cristianamente en su piadoso hogar, tenía 27 años cuando se decidió por la Orden Hospitalaria, tomando en el noviciado el nombre de «fray Carmelo» y profesando el 24 de septiembre de 1904. Prestó servicios como enfermero en las casas de Ciempozuelos, Carabanchel Alto, Pamplona, Valencia y San Baudilio de Llobregat, de donde fue enviado otra vez a Carabanchel Alto. Aunque al estallar la guerra pareció dispuesto a volver a su casa, decidió por fin quedarse con los hermanos y enfrentar el martirio si fuera preciso.
Cosme Brun Arará nació en Santa Coloma de Farnés (Gerona) en 1894, siendo bautizado con el nombre de Simón. Con 16 años se colocó de criado en el seminario de Gerona, y aquí lo conoció el obispo mons. Pol que se lo llevó consigo como su sirviente personal. Simón lo atendió como un hijo hasta la muerte del prelado. Muerto el obispo, se colocó en Barcelona, pero no se sentía ya a gusto en el mundo y decidió su vocación religiosa, ingresando en enero de 1917 en la Orden de San Juan de Dios y tomando en el noviciado el nombre de «fray Cosme». Pasó por muchas casas de la Orden antes de su destino en Carabanchel Alto, de donde fue sacado para el martirio. Era un religioso de gran caridad y espiritualidad.
Cecilio López López nació en un pueblo de Las Alpujarras, Fondón (Almería), en 1901 y en el bautismo recibió el nombre de Enrique. Ingresó a los 15 años en la Orden Hospitalaria y al empezar el noviciado tomó el nombre de «fray Cecilio». Destacaba por su buena inteligencia y feliz memoria y los superiores lo destinaron al sacerdocio, pero al contraer la tuberculosis tuvo que dejar los estudios. Enviado a Colombia, se repuso, y destacó como enfermero y practicante, habiéndosele ofrecido un futuro brillante en el mundo si dejaba la vida religiosa, pero él perseveró firme en su vocación. Vuelto a España en marzo de 1935 fue destinado a la casa de Carabanchel Alto. Cuando lo arrestaron, se dio cuenta de que iban a matar a los religiosos y se despidió de los enfermos «hasta el cielo».
Rufino Lasheras Aizcorbe nació en Arandigoyen (Navarra) en 1900, siendo bautizado con el nombre de Crescencio. Educado cristianamente, era un joven verdaderamente piadoso y caritativo. A los 27 años optó por la Orden Hospitalaria y al iniciar el noviciado tomó el nombre de «fray Rufino». En todas las casas por donde pasó dejó fama de religioso observante, siendo su último destino la de Carabanchel Alto.
Faustino Villanueva Igual nació en Sarrión (Teruel) en 1913 y fue bautizado con el nombre de Antonio. Muerto su padre cuando tenía 4 años, se encargó de él su abuela materna que lo educó cristianamente. Ingresó en la Escuela Apostólica de Ciempozuelos a los 10 años. Vuelve a su casa en 1930 por enfermedad, pero una vez repuesto regresa a la Escuela Apostólica, e ingresa en el noviciado con el nombre de «fray Faustino». Destinado a la comunidad de Carabanchel Alto, de la que saldría para el martirio. INDICE Beato ALFONSO SEBASTIÁ VIÑALS. (1910-1936). Martirologio Romano: En la ciudad de Paterna, de la provincia de Valencia, en España, beato Alfonso Sebastiá Viñals, presbítero y mártir, que estando al frente de la escuela de una institución social valenciana, recibió la corona gloriosa del martirio durante la misma persecución religiosa. Nació en Valencia. Hijo de un jornalero, comenzó los estudios en el Seminario de Orihuela, terminándolos en Valencia, siendo colegial de Santo Tomás. Ordenado en 1933, fue destinado como párroco a Ludiente.
Amenazado para que dejara la parroquia por los enemigos de la religión, se mantuvo valientemente en su puesto. En octubre de 1935 fue destinado a Valencia, a la Escuela de Formación Social, materia en la que se había especializado, y se le dio el cargo de director espiritual. Este cargo se le dio a petición de don Ángel Herrera Oria, entonces director de “El Debate”, y que conocía las inquietudes sociales del joven sacerdote. La dicha Escuela era fundación de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas. Fue también profesor de Formación Social. Alfonso hizo una magnífica labor. Conoció y trató también al jesuita beato Luis Campos Górriz, quien también moriría mártir el mismo año.
Cuando el 19 de julio de 1936 fue incendiado el palacio arzobispal, su padre le rogó que se retirara a casa de un hermano suyo que vivía en Ruzafa y sus hermanos le aconsejaron que, como tenía pasaporte, se marchara, pero él se negó. Detenido el 20 de agosto y llevado al Gobierno Civil, pasó de allí a San Miguel de los Reyes. El día 1 de septiembre estaban su madre y su hermana esperando en la puerta de la cárcel para visitarle cuando lo vieron salir en un camión y decirles adiós con la mano. Lo fusilaron en Paterna aquel mismo día. Fue beatificado el 11 de marzo de 2001 por el papa Juan Pablo II en la ceremonia conjunta de los 233 mártires de la persecución religiosa en Valencia.
INDICE San VICTORIO DE LE MANS. M. c. 490.
Martirologio Romano: En Le Mans, de la Galia Lugdunense (hoy Francia), san Victorio, obispo, de quien habla san Gregorio de Tours. Discípulo de san Martín de Tours, fue elegido obispo de Le Mans hacia el 453. Asistió a los concilios de Angers, 453 y Tours, 461; firmó una carta colectiva con los obispos de Tour y de Bourges, dirigida a los prelados participantes en la III Asamblea de Lyon.
San Gregorio de Tours, nos ha dejado noticias de su vida. Victorio, todavía subdiácono, estaba casado y era padre de un niño que todavía no estaba bautizado, cuando se encontró a san Martín de Tours que se acercaba a visitar al entonces moribundo obispo de Le Mans, Liborio. San Martín le pidió que se fuera con él y después, de los funerales de Liborio, le propuso como nuevo obispo de Le Mans; Víctor, según la leyenda, descrita por dos testigos no contemporáneos y por tanto poco fiables, fue consagrado obispo, mientras su mujer tomó el velo monástico y su hijo Victurio, recibió el bautismo.
La leyenda continua diciendo que Victurio, educado en Tours, sucedió a su padre, y fue consagrado obispo por san Martín (que ya había muerto desde hacía tiempo); esta sucesión ha comportado una confusión histórica entre los hagiógrafros, diversificando ambos santos y conmemorándolos en festividades distintas. Hoy se supone que es un solo san Victorio, en su larga vida, fundó fuera de la ciudad un monasterio dedicado a los 12 Apóstoles, donde fue sepultado cuando murió en el 490 y el monasterio tomó su nombre, por tanto gobernó 40 años, según los estudiosos, demasiados para aquella época, por eso se habló de dos obispos de nombres parecidos.
A causa de su fama de santidad, se le dedicó un oratorio “dentro de los muros” de la ciudad, donde habría, según san Gregorio de Tours, apagado milagrósamente un incendio que asolaba la ciudad, todavía en vida gozaba de gran veneración. A pesar de las fuentes históricas en Le Mans hay dos festividades, una para cada obispo: el 25 de agosto y el 1 de septiembre.
INDICE San NIVARDO DE REIMS. M. c. 673. Nació en el seno de una familia rica y perteneciente a la alta nobleza merovingia en la región de Reims. Cuñado del rey Childerico de Austrasia. Fue llevado a la Corte y entró mucho más tarde en el clero. Recibió sucesivamente todas las órdenes sagradas -cosa muy común en aquella época- y en el 657 fue nombrado Arzobispo de Reims, sucediendo a Landon.
La ciudad de Reims era entonces la capital del rey Clodoveo II. Nivardo y su diócesis no sufrieron los cambios de dinastía, al contrario, siempre recibieron favores de los potentados. Demostró siempre un gran aprecio por los monjes. Cooperó con san Bercario en la fundación de la abadía de Hautvilliers, cuya regla fue una fusión de las reglas de san Benito y san Columbano. La elección del lugar trajo sus dificultades, pero Nivardo fue capaz no sólo de construir la abadía, sino también de reconciliar a aquellos que se oponían. Algunos de éstos ingresaron en el monasterio, cuya dirección había sido confiada a san Bercario.
La benevolencia y la ayuda financiera de Nivardo se extendió también a otros célebres monasterios (Corbie, Soissons, Fontenelle, hoy Saint-Wandrill). Fue un mecenas para las iglesias de Reims, especialmente la de Santa María y San Remigio, que la dotó con generosidad. Obtuvo para Hautvilliers un privilegio de inmunidad y para el obispo de Reims la plena jurisdicción sobre la abadía. Nivardo la eligió como el lugar de descanso favorito y en ella murió y en la que fue sepultado. La abadía de Hautvilliers llegó a ser en el siglo IX, una célebre escuela de miniatura y uno de sus monjes, Pérignon, en el siglo XVIII puso a punto la “forma de tratar los vinos”inventando así el champagne.
Martirologio Romano: En Capua en la vía Aquaria en Campania, san Prisco, mártir. La leyenda dice que Prisco era un obispo africano, y sus presbíteros: Adyutor, Augusto, Canión, Castrense, Elpidio, Heraclio, Marcos, Rosío, Secundino, Tamaro y Vindonio, fueron enviados a la deriva por los vándalos arrianos del rey Genserico, en una barca sin remos; así llegaron a Italia meridional, donde Prisco fue obispo de Capua y gran parte de los otros se marcharon poco a poco a otras sedes.
Sus Actas, todavía, no son dignas de fe, y parece que los compañeros de Prisco son santos de la Campania italiana y que no tienen nada que ver con este grupo. Alguno interpreta las palabras "Priscus Castrensis" como Prisco ex-obispo de Castra en África Septentrional. También se dice que fue el presunto primer obispo de Capua, se supone que fue enviado por san Pedro; posiblemente fue discípulo de Cristo y murió mártir durante la persecución de Nerón. Santa Matrona de Barcelona, a quien había curado, hizo edificar una basílica sobre su tumba. Algunos autores consideran que no fue obispo, sino soldado o funcionario del imperio, y que fue martirizado en las últimas persecuciones.
Augusto, según la tradición venía de África y era uno de los doce religiosos africanos, que, a causa de las incursiones vádalas de Genserico, debieron dejar su tierra, embarcados en un viejo bajel sin remos y sin velas, que llegaron milagrosamente a las costas de Campania. Considerado primer obispo de la antigua Galazia, ciudad de Campania, es venerado en la diócesis de Casa Hirta (Caserta) después que su sede episcopal fue trasladada a causa de la destrucción por los sarracenos. Murió en edad avanzada hacia el 490 y fue sepultado en el monasterio de Santa Magdalena y San Marciano en la actual ciudad de Maddaloni.
Tamaro era un presbítero, que llegó a las costas de la Campania italiana proveniente del norte de África durante la invasión vándala de Genserico. Tamaro se hizo eremita en las cercanías de Capua (Caserta). Pero su fama de santidad, parece que rompieron el silencio de su eremitorio y fueron a proclamarlo obispo de Benevento. (Hay un municipio de la provincia de Benevento que lleva su nombre: Tammaro). Murió probablemente en edad avanzada en Benevento hacia el 490 y sepultado en su catedral, aunque una gran parte de sus restos hoy se encuentran en la iglesia dedicada a él en Grumo Nevano (Nápoles), de donde es patrón.
Martirologio Romano: En Venecia, de Italia, beata Juliana de Collalto, abadesa de la Orden de San Benito. Nació en Collato (hoy pedanía del Ayuntamiento de Susegana en Treviso) en el seno de la noble familia de los Collato; sus padres eran el conde Rambaldo VI y la condesa Juana de Sant'Angelo de Mantua. A los diez años ingresó en el convento benedictino de Santa Margarita de Salarola. Aquí vivió los primeros años de vida religiosa de forma ejemplar.
En 1220 ingresó en el monasterio la beata Beatriz del Este I: entre las dos nació una profunda amistad. En 1222 fue encargada de fundar un monasterio junto a la iglesia de San Cataldo en la isla Spinalonga (hoy Giudecca) en Venecia. Nació así, en aquel lugar abandonado una comunidad claustral que durante siglos se dedicará a la oración. La iglesia fue dedicada a San Blas. La acompañó la beata Beatriz del Este. Juana fue nombrada abadesa, además del respeto a la Regla, tuvo siempre especial consideración por los pobres. Su caridad se notó enseguida en toda la ciudad y realizó muchos milagros.
Del monasterio de Santos Blas y Cataldo de Giudecca dependiva aquel de "tierra firme" de Pianiga que Juliana hizo restaurar. Durante los últimos años de su vida, padeció de fuertes dolores de cabeza, por esta razón es protectora de todas las personas que sufren de este mal. Murió con 77 años. Fue sepultada en el cementerio de la iglesia. Su cuerpo encontrado incorrupto fue trasladado a la parroquia de Santa Eufemia. En 1733 las reliquias fueron puestas en un altar de la iglesia mientras exactamente 20 años después, el 30 mayo 1753 el papa Benedicto XIV confirmó su culto.
Martirologio Romano: En Florencia, en la región toscana de Italia, beata Juana Soderini, virgen de la Orden Tercera de los Siervos de María, preclara por su oración y austeridad de vida. Nació en Florencia en el seno de la noble y poderosa familia Soderini. Desde muy temprana edad, demostró ser una niña excepcionalmente buena y con una devoción tan profunda y sincera hacia Dios, que en cierta ocasión dijo a su aya, Felicia Tonia, que, por revelación del cielo, sabía que ella, Felicia, iba a morir muy pronto y ésta, que estaba al tanto del fervor de la niña y de sus continuas oraciones, le creyó y comenzó a prepararse para su próxima muerte.
Cuando Juana llegó a la adolescencia, sus padres le concertaron un matrimonio ventajoso, pero ella protestó con tanta energía que, a fin de cuentas y a regañadientes, puesto que Juana era la única hija, consintieron en que tomase el hábito de monja. Por aquel entonces, santa Juliana Falconieri organizaba la Tercera Orden regular de los servitas (las "Mantellate") en Florencia y Juana decidió unirse a esa nueva comunidad.
No tardó en distinguirse por las austeridades corporales que practicaba y su perseverancia en la oración, pero al mismo tiempo se mantenía activa en los trabajos de la casa y el cuidado de los enfermos que acudían en busca de atención. Voluntariamente y de buen grado, se hacía cargo de las tareas más desagradables y penosas y, en el desempeño de las mismas provocaba la admiración de sus hermanas, por su alegría y mansedumbre.
Tuvo grandísimas tentaciones con respecto a la castidad y a que abandonase su vida religiosa, para vencerlas extremó sus penitencias y sus oraciones a María. Juana era la auxiliar personal y permanente de santa Juliana y no se apartó de ella ni por un instante en el curso de su prolongada enfermedad postrera, cuando la fundadora no podía pasar alimento alguno y estaba tan débil que necesitaba ayuda para poder moverse. Por eso, se atribuye a la beata Juana el descubrimiento de una imagen de Cristo crucificado que, al parecer, quedó grabada en el pecho de santa Juliana desde poco antes de su muerte. Juana sobrevivió a su amada madre durante más de veinte años, como sucesora suya en el gobierno de la comunidad, hasta que murió, en Florencia.
Fue sepultada en la iglesia de la Annunziata de Florencia y, durante algún tiempo, su tumba fue un lugar de peregrinaciones. En 1828, el conde de Soderini, pariente de Juana, solicitó al Papa León XII la confirmación del culto, que le fue concedida.
Martirologio Romano: En Mataró, provincia de Barcelona, beato José Samsó Elias, presbítero y mártir, encarcelado y fusilado por su condición de sacerdote. José Samsó Elías nació en Castellbisbal (Barcelona). Cursó la carrera sacerdotal en el Seminario Conciliar de Barcelona, distinguiéndose en todos los cursos por su talento privilegiado y piedad ejemplar, todo lo cual le hacía acreedor de las mejores calificaciones.
En los últimos años de su carrera sacerdotal, habiendo fijado en él su atención el obispo José Laguarda, lo distinguió como su secretario particular, cargo en el cual estuvo hasta que fue consagrado presbítero en 1910. Fue nombrado Coadjutor de la parroquia de San Julián de Argentona. Allí permaneció durante 7 años. En 1917 fue nombrado párroco de la parroquia de Sant Joan de Mediona. Después Ecónomo-Arcipreste de la ciudad de Mataró y titular de parroquia de Santa María. Fue un modelo de sacerdote entregado totalmente al ministerio de párroco. Severo consigo mismo, por temperamento y por virtud, pero comprensivo con los demás y dotado de las cualidades de gobierno para regir las comunidades que le fueron encomendadas.
Destacó en el ministerio de la caridad y de la catequesis. Su obra más conocida en este sentido es la "Guía para catequistas", preparada ya en marzo de 1936, pero que no fue publicada hasta 1940. Su dirección espiritual animó a muchas personas a seguir su vocación sacerdotal o religiosa, implantó la puntualidad en el horario de las misas, buscaba la perfección en los actos litúrgicos para alcanzar su máximo esplendor del culto, y trabajó intensamente en la decoración interior de la iglesia de Santa María, que en 1928 fue distinguida con el título de Basílica Menor. En octubre de 1934, un grupo de hombres armados entró en la rectoría de Santa María, amenazando al rector y a la gente que estaba con él, les obligaron a ir a la nave central y apilar sillas, y le ordenaron al rector que las prendiera. Samsó se negó, a pesar de las amenazas.
Aquellos hombres incendiaron un altar y algunos utensilios. Cuando pudieron llegar algunos feligreses el fuego se pudo apagar. El párroco perdonó a aquellos hombres y no quiso revelar su identidad cuando fue invitado a hacerlo por la autoridad judicial. Desde ese día y hasta su detención en 1936, el sacerdote manifestó varias veces que se acercaba una persecución de sangre. El peligro para él y su condición de sacerdote y rector le llevó a aceptar generosamente la posibilidad del martirio, con una actitud de esperanza. Al iniciarse la Guerra Civil, se refugió en casa de unos feligreses, hasta que, en la madrugada del 28 de julio de 1936, intentando abandonar la ciudad por razones de prudencia, fue detenido y encarcelado por su condición de sacerdote.
Después de un mes de cautiverio en la prisión de Mataró, se puso precio a su vida, y atado de manos, emprendió su Vía Crucis hacia el cementerio de Mataró, donde fue asesinado. “Murió perdonando a sus ejecutores y con una gran ejemplaridad cristiana”, han indicado.
INDICE Beatos PEDRO RIVERA RIVERA, MARÍA DEL CARMEN MORENO BENÍTEZ y MARÍA DEL REFUGIO CARBONELL MUÑOZ. M. 1936.
Martirologio Romano: En Barcelona siempre en España, beatos mártires Pedro Rivera, sacerdote de la Orden de los Hermanos Menores Conventuales, María del Carmen Moreno Benítez y María del Refugio Carbonell Muñoz, vírgenes del Instituto de María Auxiliador, los cuales en la misma persecución, conformados a la pasión de Cristo Esposo, alcanzaron el premio de la paz eterna. Pedro Rivera nació en Villacreces (Palencia) en 1912. Ingresó en la Orden de los franciscanos conventuales en Granollers en septiembre de 1925.
Estudió Filosofía en Barcelona y Ósimo; Teología en el convento de San Buenaventura, Roma, donde hizo la profesión solemne en 1933, y fue ordenado sacerdote en 1935. Pasó a España, y fue nombrado guardián del convento de Granollers. Asesinado en Barcelona a finales de agosto o primeros de septiembre de 1936. Tenía 24 años. No se conoce con certeza la forma de martirio que sufrió. Según afirman algunos, fue conducido a Montcada (Barcelona), donde lo tiraron vivo a un pozo, como hicieron con muchos, o lo fusilaron, y enterraron en el cementerio de la misma localidad.
Otros sostienen que lo mataron en la carretera de l’Arrabassada de Barcelona. Mientras que unos terceros aseguran que su cuerpo, no saben si vivo o muerto, fue entregado como pasto y comida a una piara de cerdos que la FAI había instalado en el convento de San Elías, donde se encontraba la famosa checa. No se ha podido saber nada más sobre la muerte de Pedro Rivera, ni se ha encontrado o identificado su cadáver. Es cierto, y ésta ha sido siempre la voz de la Provincia religiosa y de la gente que le conocía en Granollers y Barcelona, que fue asesinado por ser sacerdote y religioso.
María del Carmen Moreno nació en Villamartín (Cádiz) en 1885. Salesiana en 1908. Tras cursar el Magisterio y ejercerlo en diversas Casas, fue durante 9 años directora de Valverde del Camino (Huelva) donde apreció las virtudes de la beata sor Eusebia Palomino Yenes. Era Vicaria de la Comunidad de Sarriá, en Barcelona, cuando la Guerra Civil le traería la muerte, junto a la compañera valenciana Amparo Carbonell Muñoz, con quien atendía a una hermana enferma con la que quedaron arriesgando su vida y una vez que el resto de religiosas se dispersó. Mártir en Barcelona.
María Amparo Carbonell nació en Alborata, Valencia en 1893. Humilde campesina, venció muchas dificultades hasta poder profesar en 1923. Trabajó en Sarriá como encargada de la granja, jardinera y ayudante del teatro, todo con sencillez y sacrificio, pues su salud no era buena. La revolución de julio de 1936 sorprende a sor Amparo en la casa de Sarriá, junto a su Vicaria, sor Carmen Moreno, y otras 64 Hijas de María Auxiliadora, 52 profesas y 12 novicias, procedentes de toda España, que se encontraban realizando sus Ejercicios Espirituales. La casa estaba en peligro y, el 19 de julio, las religiosas y novicias que tenían familiares en Barcelona o en sus cercanías marcharon con ellos, mientras las restantes aceptaron la hospitalidad del señor Jarth, ciudadano alemán protestante, amigo de las hermanas, propietario de un chalet colindante con el Colegio.
El 21 de julio, la Generalitat incautó la casa y el colegio. El 7 de agosto, zarparon del puerto de Barcelona dos naves italianas, que pudieron abordar varias hermanas, en medio de angustias y dificultades. Pero sor Amparo permaneció junto a sor Carmen Moreno, encargada de la Casa, para ayudarla a cuidar a sor Carmen Xammar, recién operada de cáncer.
El 1° de setiembre, por la noche, una patrulla de milicianos entró al Chalet Jarth y arrestó a las tres religiosas. Las encerraron durante tres días en condiciones infrahumanas. Al ser interrogadas por el Tribunal Popular, ellas no negaron su condición de religiosas. Sor Carmen Xammar fue dejada en libertad. Pero Sor Amparo fue condenada a muerte, igual que sor Carmen Moreno. El 6 de setiembre de 1936, sor Amparo y sor Carmen fueron fusiladas en el Hipódromo de Barcelona. Sus restos fueron llevados al Hospital Clínico, donde les hicieron fotografías y los incluyeron en un registro. Fueron identificados por tres exalumnas. Luego fueron extraviados, pues se desconoce su paradero. El 11 de marzo de 2001, SS. Juan Pablo II las beatificó junto a los 253 mártires de la Guerra Civil española.
INDICE OTROS SANTOS DEL DÍA: Josué. s. XIII. a. C. (Antiguo Testamento). Martirologio Romano: Conmemoración de san Josué, personaje de la Biblia, hijo de Nun, siervo del Señor, que al recibir la imposición de manos por Moisés, fue lleno del espíritu de sabiduría, y a la muerte de Moisés introdujo de modo maravilloso al pueblo de Israel, cruzando el Jordán, en la tierra de promisión (Jos, 1, 1). Varón casto, hijo de Nun. Aparece por primera vez en el libro del Éxodo, con motivo de la batalla de Refidín, en la que los israelitas vencieron a los amalecitas (Ex 17, 8-15). Tuvo el privilegio de acompañar a Moisés a lo alto del monte en el que Dios revela su voluntad (Ex 24,13).
En otro momento será testigo, en la tienda de Moisés, como Dios hablaba con él (Ex 33, 11). Moisés le cambió su nombre de Hosea por el de Josué para subrayar su misión en la tierra de Canaá. Es el hombre que creyó en las promesas de Dios, y con Caleb, pacificó un motín de israelitas que querían volver a Egipto (Nm 13 y 14). Fue el hombre que sucedió de Moisés y encargado de la misión de hacer entrar a los israelitas en la Tierra Prometida, luchando con valentía y fiel a la palabra de la Ley (Jos 1, 6). Pasó el Jordán que significó la libertad sin retroceso. Conquistó Jericó (Jos 6, 1-16), símbolo del poder de la confianza en Yahvé, así como cuando detuvo el sol en Gabaón (Jos 10, 10-15). En Siquem renovó el pacto solemne con Dios (Jos 24) y que marcará la tradición de Israel. Fue el primer juez de los judíos.
San Terenciano de Todi. M. 118.
Martirologio Romano: En Todi, de la Umbría, san Terenciano, obispo. Terenciano se convirtió gracias a la fe que veía en los primeros cristianos que llegaron a la ciudad de Todi, Italia. Llegó a ser obispo de Todi. Muchos paganos se convirtieron a la fe de Cristo por su celo pastoral. La envidia de los sacerdotes paganos hacia él, crecía de día en día. Por eso, llevados por su envidia y enfurecidos las numerosas conversiones, lo denunciaron al emperador Adriano. Por orden del procónsul Licinio, fue atormentado en el potro y con escorpiones; mientras se le iba la vida, repetía: "Señor, sean confundidos los que adoran a dioses falsos y se glorían de sus ricas imágenes".
Y sucedió que un sacerdote pagano quedó ciego y los templos se cayeron al suelo. Entonces el santo volvió a decir: "Gloria a ti, Jesús bendito, que colmas de bendiciones a quienes creen en ti". El juez le preguntó: ¿Dónde está tu Dios? Y Terenciano contestó: "Está conmigo y si tú creyeras en él, encontrarías misericordia". Enfurecido, el juez mandó que le cortaran la lengua, y luego le degollaron.
Santos Vicente y Leto. M. 253.
El anterior Martirologio Romano decía: “En la Hispania Cartaginense, memoria de los santos Vicente y Leto, mártires”. Contradictorias y sumamente confusas son las noticias que se tienen de los santos Vicente y Leto. Algunos autores les suponen franceses, diciendo, que Vicente, obispo, y Leto, presbítero, fueron apóstoles del Occidente, y que murieron martirizados, en cuya última circunstancia todos los escritores convienen. Pero otros autores, y son los más, aseguran que nacieron en la ciudad de Toledo, y que padecieron martirio en su misma patria en el siglo III o IV. Según la carta del rey Silo a Cixia, fueron hermanos gemelos naturales de Toledo y martirizados en Libisosa, hoy Lezuza (Albacete), Campo de Montiel, por Apolinar de orden de Daciano, en 305; la versión más extendida es que murieron en el 253 durante la persecución de Decio.
El rito mozárabe los venera desde los más remotos tiempos. En la parroquia de Lezuza, hay unas pinturas barrocas que hacen referencia a estos dos santos, representando su martirio o la aparición que le hicieron a san Máxima revelándole el lugar donde se encontraban sus cenizas. En la ciudad de francesa de Xaintes se le venera como su primer obispo y Leto habría sido su diácono. Posiblemente Vicente sea un desdoblamiento de san Vicente de Dax, o al revés. La cuestión es que en el actual Martirologio no aparecen.
San Sixto de Reims. M. c. 300.
Martirologio Romano: En Reims, de la Galia Bélgica, san Sixto, considerado primer obispo de esta ciudad. Primer obispo de Reims (290-300); fue enviado desde Roma, antes de establecer su sede en Reims, la situó en Soissons.
Santa Verena. s. IV.
Martirologio Romano: En Zurzach (hoy Zurich), junto al Rin, en la región de los tigurinos de Germania, santa Verena. Nació en el Alto Egipto, bautizada, marchó hacia el Bajo Egipto donde se unió a la Legión Tebana cristiana, con la cual llegó a Italia. Con ella llegó a Milán, mientras la Legión Tebana prosiguió, siendo masacrada en Agauno (Suiza), por odio a la fe cristiana. Cuando Verena se enteró del martirio se fue a Agauno para venerarlos y se estableció en Soletta, donde habitó con un hombre, pero, para ejemplo de todas las mujeres, fue un ejemplo de ascesis y virginidad; de allí marchó a Coblenza y después a Zurzach (Suiza), donde encontró una iglesia cristiana donde permaneció hasta su muerte. Vivió realizando el ideal cristiano de la virtud y del amor al prójimo, dando de comer al prójimo y curando a los leprosos. Su tumba fue centro de culto, y es el testimonio de los primeros pasos del cristianismo en Suiza.
San Vicente de Dax. s. IV.
Martirologio Romano: En Dax, de Aquitania, san Vicente, celebrado como obispo y mártir. También es conocido como san Vicente de Sentes o Xaintes, que fue el primer obispo de Dax. No se tienen ninguna noticia de su pasión o martirio. En el siglo VIII apareció en un manuscrito como el fundador de la diócesis en los siglos III o IV. Es venerado como el patrón de Dax en el sur de Francia y también se le venera en Auch.
San Constancio de Aquino. M. c. 570. Martirologio Romano: En Aquino, del Lacio, en Italia, san Constancio, obispo, cuyo don de profecía elogia el papa san Gregorio I Magno. Obispo de Aquino, siendo papa Juan III; aparece en los Diálogos de san Gregorio Magno que le atribuyó grandes honores, entre ellos el don de profecía.
San Lupo de Sens. M. 623.
Martirologio Romano: En Sens, de Neustria, san Lupo, obispo, que fue desterrado por haber dicho ante un jerarca local que convenía al pueblo ser regido por un sacerdote y obedecer a Dios antes que a los príncipes. Nació en Orleans en el seno de una familia noble. Hijo de santa Agia. Monje de Lerins. En el 609 fue nombrado obispo de Sens. Clotairo, rey de los francos, entrando en Borgoña, envió a su senescal contra los habitantes de Sens, éste sitió la ciudad. Lupo, hizo repicar la campana de la iglesia de San Esteban. Los sitiadores, oyendo ese sonido, sintieron tal pánico, que pensaron que no podrían escapar a la muerte, y emprendieron la huida. Habiéndose finamente apoderado de la Borgoña, Clotario envió a Sens a otro senescal.
Como Lupo no acudió a su presencia llevándole presentes, lo difamó ante el rey, y éste lo envió al exilio. Allí, Lupo se destacó por su doctrina y milagros. Los habitantes de Sens pidieron al rey que llamara a san Lupo del exilio. Cuando Clotario se encontró ante aquel hombre paciente y mortificado, se sintió tan conmovido que se prosternó a sus pies solicitando su perdón. Colmándolo de presentes, lo restableció en su sede, pero ya había muerto. En el 614, asistió al sínodo de París. Su vida está plaga de leyendas fantásticas.
Santos Egidio y Arcano de Sansepulcro. M. c. 1050.
Egidio era español y junto con el italiano Arcano, llegaron al valle del río Tíber, y en una de sus riberas, construyeron su eremitorio, custodiando unas reliquias que habían llevado del Santo Sepulcro de Jerusalén. Su fama fue atrayendo a la gente, hasta que se convirtió en un pueblo: Sansepolcro, y antes en una abadía benedictina (después camaldulense). Vivieron bajo la regla benedictina. No existe un reconocimiento eclesiástico oficial de su culto, pero fueron citados en la bula de erección de la diócesis de Sansepolcro en 1520. Aparecen como santos en la “Bibliotheca Santorum” (vol. II, coll. 374-375).
Santa Colomba (1100-1116).
Nació en Pagliara (Teramo, Italia). Condesa de Pagliara y hermana de san Berardo, obispo de Téramo. Se retiró siendo muy joven en el eremitorio que estaba en la ladera del monte Infornace (Gran Sasso) Brancastello donde murió con 16 años. Su hermano san Berardo erigió una capilla en dicho lugar.
San Gil de Casayo. M. 1203.
Se dice que era originario del Bierzo. Monje que fue formado por san Florencio en Carracedo. Abad cisterciense del monasterio de San Martín de Castañeda, en Astorga. Parece que tuvo la oposición de un grupo de monjes portugueses, que nombraron otro abad. A causa de esto, abandonó el monasterio para adoctrinar a los feligreses de Santa Cruz de Casayo. Harto de la gente se retiró, junto a otros dos monjes: Pedro y Mamés, a una ermita no lejos del lago Sanabria, allí fue alimentado por una cierva.
Su compañero en una pared dejó escrita su vida, pero ésta se ha perdido. El Martirologio Romano anterior decía: “En Casayo, en la diócesis de Astorga, san Gil, monje de Carracedo y abad de San Martín de Castañeda, que terminó sus días como eremita”. Ha desaparecido referencia en al actual Martirologio y ello quizás porque pueda que sea un desdoblamiento del eremita san Gil, ya que la iconografía y algunos elementos de ambas leyendas parecen calcados, aunque lo esencial de ambas biografías hacen suponer que son dos personas distintas.
Arturo. Beato. M. 1282.
Muy poco se conoce de este santo, que se mencionan en crónicas de la Orden Trinitaria con título de Beato. El martirologio cristiano, ni los Bolandistas (grupo estudioso y crítico de las leyendas de los santos), ni ningún otro santoral lo conoce. Su fiesta se celebra el día 1 de septiembre, fecha en que, según estas crónicas, fue su martirio. Nació en Irlanda, (tierra de mártires y santos, que ha dado mucha gloria a Dios, a través de los siglos, por la integridad y el vigor de su fe), y que, en tiempos de Arturo, había aumentado mucho la vitalidad católica, pero muchos cristianos padecían por la persecución de piratas sarracenos, que los capturaban para ser esclavos.
Ante esto, Arturo entró en la Orden Trinitaria, dedicada a la liberación de cristianos y la predicación del Evangelio. Partió a Oriente a rescatar a los fieles que estaban prisioneros. Es casi seguro, según las crónicas de la Orden, que visitó los Lugares Santos. Se sabe que estuvo en Babilonia, si bien se ignora si vivió mucho tiempo en ella. A los discípulos del Corán se les hizo pesada su presencia, por su fe, caridad, ardiente predicación y fue hecho prisionero en Babilonia y quemado vivo, por odio a la fe y a la doctrina de nuestra Religión. A raíz de haber obtenido fray Arturo la palma del martirio, se difundió su veneración rápidamente por amplias regiones. Y ha sido y es grande la devoción que en muchas partes se le tiene, desde el siglo XIII.