INDICE
Moisés, Santo Profeta del Antiguo Testamento
Rosalía, Santa Ermitaña
Bonifacio I, Santo XLII Papa
Moisés Santo Gran caudillo que libró a los israelitas de la esclavitud de Egipto
San FREDALDO DE MENDE
Beata CATALINA MATTEI DE RACCONIGI
Beato JOSÉ TONIOLO
Beata DINA BÉLANGER
Beato FRANCISCO SENDRA IVARS
Beato JOSÉ DE JESÚS MARÍA (José Vicente Hormaechea y Apoitia)
Beato JOSÉ PASCUAL CARDA SAPORTA
Nicolás Rusca, Beato Sacerdote y mártir
OTROS SANTOS DEL DÍA
Rufino, Silvano y Viático, niños; Magno, Casto, Tamel, Máximo, Teodoro, Océano, Amiano, Julián, mártires; Cunialdo, Gilisario, confesores; Rosalía, Cándida, vírgenes; Marino, diácono; Bonifacio I, papa.
SANTA ROSALÍA, Virgen
Cuando en una ciudad os persigan, huid a otra.
(Mateo, 10,23).
Cuando en una ciudad os persigan, huid a otra.
(Mateo, 10,23).
Santa Rosalía, de Palermo, se retiró a una cueva abierta solamente por lo alto, y escribió en la piedra esta inscripción que hoy se lee todavía: "Yo, Rosalía, hija de Sinibaldo, señor de Quisquina y de Rosae, he resuelto habitar en esta cueva por amor a mi Señor Jesucristo". Vivió en este retiro como una paloma gemebunda, los ojos sin cesar elevados hacia la patria celestial. Rompió la muerte sus cadenas alrededor del año 1160 y Rosalía se presentó a su divino Esposo coronada de rosas de castidad y de lirios de virginidad.
MEDITACIÓN SOBRE LA PRESUNCIÓN DE LA SALVACIÓN
I. La mayoría de los hombres viven en una vana esperanza del paraíso. Nadie quiere ser condenado, nadie cree serlo un día, pero muchos no hacen lo que hay que hacer para evitar el infierno. Siempre se piensa en la bondad de Dios y raramente en su justicia. La gente se ilusiona con el ejemplo del buen ladrón, y no se da cuenta de que este ilustre penitente se convirtió en un momento en que todo el mundo abandonaba a Jesús, y que obedeció a la primera inspiración de la gracia.
II. Pero, ¿en qué fincas esa confianza de que te has de salvar? ¿Será en tus buenas obras? ¿Qué haces tú para ganar el cielo? ¿Será por los méritos de Jesucristo? Él te ha redimido sin cooperación alguna de tu parte; pero no te salvará, si no cooperas en tu salvación. Ya se ve, fundas tu esperanza en la bondad de Dios: pero, porque Dios es bueno, ¿habrás tú de ser malvado, y habrás de pecar tantas veces cuantas Él te perdona? (Tertuliano).
III. Trabaja, pues, en tu salvación con temor. San Pedro y Magdalena lloraron sus faltas todo el resto de su vida, aunque ya estaban seguros de haber obtenido el perdón de ellas. Se ha visto a santos, después de haber vivido en el yermo, temblar de espanto al acercarse su muerte; ¡y tú, nada temes! ¿De dónde procede esta seguridad? ¿No es acaso una señal de tu poca fe, más bien que una prueba de valentía? Temo dejar este mundo y tiemblo a la entrada del puerto, porque ignoro quién debe recogerme al salir de esta vida. (San Bernardo).
La desconfianza de sí mismo
- Orad por vuestros conciudadanos.
ORACIÓN
Escuchadnos, oh Dios, salvación nuestra; haced que, regocijándonos con la solemnidad de la bienaventurada Rosalía, vuestra virgen, sintamos crecer en nosotros el espíritu de piedad, y encontremos en su intercesión un abrigo contra los golpes de vuestra cólera. Por J. C. N. S. Amén.
En el monte Nebo, tierra de Moab, san Moisés, legislador y Profeta. En Nápoles de Campania, el tránsito de santa Cándida, la primera que recibió a san Pedro, cuando el Apóstol fue a aquella ciudad, y bautizada por él, descansó más tarde con santo fin. En Tréveris, san Marcelo, Obispo y Mártir. En Ancira de Galacia, el triunfo de tres santos niños Mártires: Rufino, Silvano y Vitálico.
El mismo día, los santos Mártires Magno, Casto y Máximo. En Chalons de Francia, san Marcelo, Mártir, el cual en el imperio de Antonino, convidado por el Presidente Prisco a un banquete profano, como execrase aquellos manjares, y reprendiese con libertad a todos los asistentes porque sacrificaban a los ídolos, fue por el mismo Presidente, con inaudita crueldad, enterrado hasta la cintura, y perseverando así tres días en las divinas alabanzas, entregó su incontaminado espíritu. Hoy también, los santos Tamel, antes sacerdote de los de los ídolos, y sus Compañeros Mártires, en tiempo del Emperador Adriano. Igualmente los santos Mártires Teodoro, Océano, Amiano y Julián, que en el imperio de Maximiano, cortados los pies y arrojados a la hoguera, consumaron el martirio.
En Palermo, el tránsito de santa Rosalía, Virgen Palermitana, descendiente de la sangre real de Carlo Magno; la cual, por amor de Cristo, huyendo del principado y del palacio paterno, solitaria en los montes y en las grutas vivió una vida celestial. En Viterbo, la Traslación de santa Rosa Virgen, de la tercera Orden de san Francisco, en tiempo del Papa Alejandro IV. Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes. R. Deo Gratias.
Santa ROSALÍA. (1100/30 - c.1160).
Martirologio Romano: En Palermo, de Sicilia, santa Rosalía, virgen, de quien se dice que practicó la vida solitaria en el monte Pellegrino. Nació en Palermo y se dice que era hija de Sinibaldo, primo del rey Guillermo I y almirante de la marina del rey Roger. Fue educada en la corte, y estuvo muy cerca de la reina Margarita. Renunció a un matrimonio de conveniencia y huyó de la casa paterna hastiada de lujos y de la vida mundana. Se consagró a Cristo, primero en una cueva de Quisquina, viviendo en tototal soledad y luego en el monte Pellegrino en Palermo, durante 20 años hasta su muerte, donde vivió una vida solitaria. Se dice que la visitaron con frecuencia los ángeles. Algunos autores piensan que durante algún tiempo, antes de dedicarse a la vida solitaria, fue benedictina o basiliana. En la abadía bizantina de San Salvador, en Mesilla, hay un crucifijo de madera con esta inscripción grabada: «Yo, la hermana Rosalía Sinibaldi dejo este madero con mi Señor al que yo siempre he seguido, en este monasterio».
Esta reliquia se halla ahora en Palermo. Cuando comprendió que estaba para morir, recompuso su cuerpo en una fosa que permaneció desconocida durante cinco siglos, hasta que los palermitanos se convencieron de haber encontrado el cuerpo de la santa. Junto con los huesos, se encontró un crucifijo de barro cocido, así como una cruz griega de plata y un hilo de doce cuentas pequeñas y una grande, que era sin duda un rosario primitivo. El padre bolandista Stilting dice que su historia es una serie de remiendos de diversas tradiciones locales, inscripciones y pinturas. La inscripción a la que se refiere el padre Stilting, se encontró grabada en los muros de la cueva de Monte Coschina, evidentemente por manos de la santa y dice así: «Ego Rosalia Sinibaldi Quisquine et Rosarum domini filia amore Domini mei lesu Christi in hoc antro habitare decrevi» (Yo, Rosalía, hija de Sinibaldo señor de Quisquina y de Rosas, he decidido vivir en esta cueva por el amor de mi Señor Jesucristo).
En el año de 1624, asoló la ciudad de Palermo una epidemia de peste. De acuerdo con las instrucciones que santa Rosalía dio a una de las víctimas a quien se apareció, se hicieron excavaciones en la cueva del Monte Pellegrino y se encontraron los huesos de la santa. Aquellos restos se pusieron en un relicario y fueron llevados en procesión a través de la ciudad, y desde entonces cesó la epidemia. Como muestra de gratitud, el pueblo de Palermo construyó una iglesia en honor de Santa Rosalía y nombró a la santa patrona de la ciudad. El Papa Urbano VIII insertó su nombre en el Martirologio Romano en 1630.
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MOISÉS. M. c. 1585 a C. (Antiguo Testamento).
Martirologio Romano:
Memoria de san Moisés, profeta, a quien Dios eligió para liberar al pueblo oprimido en Egipto y conducirlo a la tierra de promisión. También se le reveló en el monte Sinaí, diciéndole: «Yo soy el que soy», y le propuso la ley para regir la vida del pueblo elegido. Murió lleno de días en el monte Nebo, en tierra de Moab, a las puertas de la tierra de promisión. Nació en esclavitud en Egipto, en el pueblo de Israel. Fue arrojado al Nilo, para salvarle de la persecución faraónica y recogido por la hermana del faraón (Ex 2, 1-10). Muy pronto se reveló como un gran amante de la justicia, salvando a un esclavo hebreo, y para ello mató a su guardián egipcio; tuvo que huir al desierto, y fue acogido por la tribu de Madian, donde se casó con su hija Séfora.
Allí descubrió su misión, en la zarza ardiente en el monte Horeb, que Dios le reveló su nombre, y su misión de salvar a los hijos de Israel. (Ex 2 y 3). Hermano de Aarón. Salvó al pueblo judío de la esclavitud. Le fueron entregadas las 12 tablas de la Ley. Todo lo que sabemos de él se encuentra en la Biblia, sobre todo en el Éxodo. Murió en el confín de la Tierra Prometida, y nadie sabe dónde se encuentra su sepulcro. La razón teológica por la que Moisés no entró en la Tierra Prometida, no está en su falta de fe en un momento, como ha interpretado la tradición sacerdotal, ya que Dios había perdonado a su pueblo que había tenido muchas más faltas de fe. "La razón es que todos son importantes para Dios, pero nadie es insustituible, ni siquiera Moisés. él había comenzado el gran camino histórico de Israel, otro lo concluirá. Siempre es así" según dice A. Fanuli.
Moisés ha existido realmente, en un espacio y en un tiempo determinados. Pero ante su memoria ha jugado un gran papel la reflexión creyente sobre la presencia de Dios en la historia.
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San BONIFACIO I. Papa (418-422).
Martirologio Romano:
En Roma, en el cementerio de Máximo, en vía Salaria Nueva, sepultura de san Bonifacio I, papa, que trabajó para solucionar muchas controversias sobre disciplina eclesiástica. Hijo del presbítero romano Jocundo. Sacerdote romano, que desempeñó importantes y delicadas misiones en Constantinopla por cuenta del papa san Inocencio I. Fue elegido Pontífice, sucediendo a san Zósimo en circunstancias bastante tirantes, ya que una parte del clero romano lo eligieron a él y otra parte a Eulalio.
Los dos bandos no se pusieron de acuerdo y la decisión fue remitida al emperador Honorio. éste dispuso que los dos contendientes estuviesen lejos de Roma mientras un concilio habría tomado una decisión al respecto. Confirmaron a Bonifacio. Honorio estableció para el futuro que, en caso de disputa entre los dos pretendientes, habría sido pontífice sólo el que hubiese sido reelegido por consentimiento unánime. Los problemas para Bonifacio surgieron con la herejía pelagiana, contra la cual mantuvo la posición de condena de san Inocencio y de san Zósimo. Repitió el error de Zósimo con la Iglesia Africana y de san Agustín de Hipona, concediendo la reintegración a un tal obispo Antonio, que había sido depuesto por san Agustín, que no le consideró digno.
Este hecho fue causa de cierta tensión entre las dos Iglesias, pero no hubo secuelas. Fue combatido por el antipapa Eulalio y más tarde fue atormentado por las contínuas pretensiones del patriarca de Constantinopla. Con dulzura, pero con firmeza, defendió los derechos de la sede romana. Intervino en la organización jerárquica en la Galia, Iliria y África. San Agustín de Hipona le dedicó un libro contra el pelagianismo: “Contra das Epistolas Pelagianoruin Libri quatuor”. Mantuvo excelentes relaciones con san Jerónimo, que sentía hacía él verdadera admiración. Bonifacio renovó la legislación del Papa Sotero, prohibiendo a las mujeres tocar los sagrados linos o intervenir en el quemado de incienso. Dió fuerza a las leyes que prohibían a los esclavos ser clérigos. Fué enterrado en el cementerio de Maximus en la Vía Salaria, cerca de la tumba de su favorito, san Felicitas en cuyo honor y en gratitud por su ayuda, le había erigido un oratorio encima del cementerio que lleva su nombre.
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b>San FREDALDO DE MENDE. M. 826.
Martirologio Romano:
En Mende, de Aquitania, san Fredaldo, obispo y mártir. Obispo de Mende. Aunque su memoria en los textos históricos es escasa, tiene una gran tradición oral. No se sabe con certeza si fue obispo de Gévaudan y residiese en Mende o en otra ciudad, como Javols o Banassac, que en aquella época pudieran ser sedes episcopales. Se le conoce como obispo de los gabalos durante el reinado de Ludovico Pío. Su misión más importante fue erradicar la idolatría de la región de Gévaudan, en particular los ritos del lago de Saint-Andéol, junto a Bonnecombes, operación que ya fue iniciada tres siglos antes por san Hilario de Mende y que él terminó utilizando el tacto y la convicción. La Vita del santo nos relata, que cuando llegó a la edad en la que la vejez empieza a sentirse, aunque era todavía un hombre robusto, su sobrino Bucilinus, que estaba destinado a sucederle en la cátedra episcopal cuando muriese, no quiso esperar y le cortó la cabeza a su tío.
Por esta razón se le ha venerado como mártir. Lo que parece casi seguro es que la sede episcopal, en aquel tiempo, no se encontraba en Mende, sino en La Canourge, que es el lugar donde reposan sus restos y que se encuentra a 40 kms. de Mende. Esta cercanía de Fredaldo con La Canourge nos lleva a la tesis que el santo pertenecía a la noble familia de los barones de Canilhac, que era una de las baronías de Géaudan. Los textos históricos dicen que era el hijo primogénito de un “nobilísimo consul”. También parece que repartió su patrimonio entre los pobres y los monasterios y esto trajo la inquina de los poderosos y de su sobrino.
Su sarcófago se encuentra en la capilla de San Frezal en La Canourge. En 1894 sus restos fueron sometidos al método del C14 y junto con la autopsia se confirmó la leyenda de la fecha y de la forma de su muerte. Es el patrón de: Saint-Frézal-de-la-Canourgue, Saint-Frézal-d'Albuge, Saint-Frézal-de-Ventalon, Chaulhac, Grèzes, Julianges, La Canourgue
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Beata CATALINA MATTEI DE RACCONIGI. (1486-1547).
Martirologio Romano:
En Carmagnoles, del Piamonte, en Italia, beata Catalina Mattei, virgen, religiosa de las Hermanas de Penitencia de Santo Domingo, que, viviendo con una salud muy precaria, soportó con admirable caridad y abundancia de virtudes las calumnias humanas y todo tipo de tentaciones. Nació en Racconigi, en el seno de una familia de artesanos. Desde muy niña recibió los favores del Cielo. Se cuenta que se le apareció el Niño Jesús y le pidió de darle su corazón, y ella le contestó -sin entender nada- que no sabía donde estaba. Trabajó toda su vida en el telar de su casa, y en este estado secular se entregó a Dios en la penitencia y la oración. Tuvo grandes éxtasis, y se dice que sufrió el cambio de corazones entre el suyo y el de Cristo, además de los estigmas. Se distinguió por un ardiente amor a Cristo y a la salvación de las almas.
A los 28 años se hizo Terciaria dominica, pero tuvo que superar muchísimas dificultades, porque muchos la señalaban como bruja, por sus visiones y éxtasis. Pero la amistad de muchas autoridades le ayudó a superar las calumnias. Solia repetir: “Jesús es mi única esperanza”. Fue denunciada a la Inquisición que la declaró inocente. Luchó por conseguir la paz para su ciudad, y ofreció su vida por el bien de la Iglesia. En los últimos años de su vida, las persecuciones se cebaron en ella: los dominicos la miraban con sospecha; le negaron los sacramentos. Llegó a pensar en el suicidio, pero se abrazó apasionadamente a la Cruz. Tuvo que dejar Racconigi y murió en Caramagno. Quiso que su cuerpo fuera enterrado en la iglesia dominicana de Garessio (Cúneo). Su culto fue confirmado por Pío VII en 1810.
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Beato NICOLÁS RUSCA. (1563-1618).
Martirologio Romano:
En Thusis, Suiza, beato Nicolás Rusca, sacerdote de la diócesis de Como, a quien enemigos de la fe lo torturaron hasta la muerte. Nació en Bedano (Cantón Ticino, Suiza), en el seno la noble familia Rusconi; en aquel entonces la región estaba bajo dominio milanés. Estudió en Pavía, luego en Roma y finalmente se traslado al Colegio helvético de Milán bajo la protección de san Carlos Borromeo. Se dice que san Carlos, impresionado por el joven seminarista, le dijo: "Hijo mío, hay que pelear la buena batalla, compite tu carrera. Por ti ha sido repuesta la corona de justicia, corona que te entregará aquel día el justo Juez". Fue ordenado sacerdote en 1587 y enviado a la ciudad suiza de Sessa, luego fue nombrado arcipreste y párroco de Sondrio en 1590, donde trabajó incansablemente por evitar que sus fieles cayesen en el protestantismo, que en aquellos mometos tenía gran difusión la reforma de Zwinglio y Calvino entre los grisones, ya sea por la fuerte decadencia de las instituciones eclesiásticas institucionales.
Fue un sacerdote de profunda cultura y de generosa dedicación pastoral: guió con gran equilibrio y moderación las comunidades católicas de Sondrio y de toda la Valtellina. Esto no impidió que cayera víctima inocente, entre las varias facciones político-religiosas. Acusado por connivencia con un católico del que se decía había atentado contra la vida de un pastor evangélico, fue arrestado en 1618, y encarcelado en Thusis, donde terminaban normalmente todos los católicos acusados de algún supuesto delito político. Fue procesado por un tribunal faccioso, expresión de un particular grupo político-religioso de carácter radical. Como rechazase todas las infundadas acusaciones, fue sometido a tortura que Rusca sufrió con una constancia superior a las fuerzas humanas hasta que, al repetirse el martirio del potro expiró, al no poder ya resistir tal tormento. Murió en Thusis. Se le considera mártir. Beatificado por SS Francisco el 21 de abril de 2013.
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Beato JOSÉ TONIOLO (1845-1918).
Martirologio Romano:
En Pisa, Italia, beato José Toniolo, laico, economista y sociólogo, fundador de la «Semana Social de los Católicos Italianos» y colaborador de la Santa Sede en el planteamiento teórico y práctico de la Doctrina Social. Nació en Treviso en el seno de una familia de la burguesía. Pionero de la sociología económica. Ya desde pequeño se aficionó a la lectura de libros de los nacionalistas Gioberti y Balbo, guardando por ello una cierta animadversión hacia Austria, la dominadora de su región veneciana. Por ello se entusiasmó con Polonia e Irlanda, naciones que luchaban por su independencia. El joven Giuseppe estudio derecho y se especializó en sociología económica, fue profesor en Padua, Módena y desde 1879, en la Universidad Pública de Pisa. Allí, consiguió por su carácter hacerse con el cariño de los alumnos y de sus compañeros. La Italia de entonces era la de la unificación liberal, que había enajenado al Papa sus estados.
Sin embargo, nunca fue óbice para él, el ser un profesor fiel al Estado italiano, siempre que pudiese seguir siendo creyente de la Iglesia. Toniolo pensó que su catolicismo le llevaría a ser sacerdote, no obstante, se casaría y tendría siete hijos, a los cuales les explicaba la grandeza de Dios con ejemplos de la naturaleza. Su pensamiento se cimentó en Santo Tomás y el misticismo de Santa Teresa, de la cual era un gran devoto. De aquí le vino, el considerar a las relaciones económicas subordinada a la justicia, como creía la escolástica.
Además, se identificó con la tradición italiana que identificaba la ética con la economía y que miraba y consideraba la vida económica como un aspecto de la civilización, tradición que tenía su raíz en el temple equilibrado del genio italiano. Para Toniolo, los sistemas políticos que no se basaban en Dios no podían perdurar, como eran el liberalismo y el socialismo. El perfeccionamiento de la razón natural sólo lo podía dar el ideal cristiano. Este tenía un gran valor social debido al ideal de fraternidad de los hombres. Para él, los hombres hacían el pueblo y la mentalidad del dinero lo atrofiaban, y de esta manera a la nación. El liberalismo y el socialismo reducían al pensamiento al nivel de la materia. Toniolo fue el pionero de la sociología económica lo que le llevó a colaborar en la redacción de la encíclica “Rerum Novarum” de León XIII. Se convirtió en la cabeza de la Acción Católica en Italia, fundó la “Revista Internacional de Ciencias Sociales”, la Asociación de Mujeres Católicas y las Semanas Sociales para los trabajadores, a los cuales les dijo que se uniesen en Cristo.
Toniolo elabora una teoría sociológica, que afirma el predominio de la ética y del espíritu cristiano sobre las duras leyes de la economía. En sus numerosos escritos, propone una variedad de innovaciones: el descanso dominical, el límite de las horas de trabajo, la defensa de la pequeña propiedad y la tutela del trabajo de las mujeres y de los jóvenes. Es un defensor de una acción más incisiva de los católicos en campo social. Desde 1894 en adelante, se convierte en uno de los líderes del movimiento de la “democracia cristiana”. Defiende el valor económico-social de la religión, conciliando así fe y ciencia. En 1908, publica el “Tratado de economía social”. Siempre fue un hombre activo contra el divorcio, la escuela laica y a favor de la protección laboral de los trabajadores.
En su lecho de muerte en Pisa, apoyó a Agostino Gemelli en su labor de fundación de la Universidad Católica de Milán, su sueño, la formación de una élite católica. Su pensamiento fue uno de los pioneros en el corporativismo católico. En Italia, sus ideas se materializaron en la legislación laboral del ministro Alfredo Rocco, a quien Mussolini encomendó la instauración del corporativismo. Fue beatificado por Benedicto XVI el 21 de abril de 2012. Su memoria litúrgica se ha fijado para el 4 de septiembre, día de su matrimonio.
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Beata DINA BÉLANGER (María de Santa Cecilia). (1897-1929).
Martirologio Romano:
En Sillery, ciudad de la provincia de Quebec, en Canadá, beata María de Santa Cecilia Romana (Dina) Bellanger, virgen, de la Congregación de Religiosas de Jesús y María, que entregada y confiando sólo en el Señor, durante no pocos años soportó una grave enfermedad. Nació en Québec, Canadá. Su primera comunión en 1907, la impactó de tal manera que cada día creció en ella “el hambre del Cuerpo y la Sangre del Santísimo”. Durante años estudió en el colegio Bellevic de las Religiosas de Nuestra Señora y una vez cumplidos los 16 años volvió a su casa. Quiso hacerse religiosa, pero su párroco la consideró muy joven. Estudió piano y obtuvo el título de profesora recibiendo grande elogios. En 1917 se trasladó a Nueva York para estudiar en el conservatorio de esta ciudad, y un año más tarde volvió a su casa, y, experimentó una fase de aridez espiritual y sequedad interior. Más tarde ella nos dirá: “Jesús comenzó a encenderme con sus llamas de amor. En un coloquio de amor abrasó mi corazón con una de ellas...
La reparación al Corazón Divino ultrajado, el celo por la salvación de las almas, se convertían en mí en deberes imperiosos”. Aunque siguió dando conciertos, tenía sed de consagrarse a Dios. En 1921, ingresó con su amiga Bernardita en la Congregación de Jesús María de Syllery, Canadá, y le pidió a Dios dos gracias: la comunicación íntima con Él y perfección, tomó el nombre de María de Santa Cecilia. Fue enviada a dar clases de piano a Saint Michel, pero tuvo que regresar a Syllery al mes, pues contrajo la escarlatina, enfermedad de la que no se recuperaría totalmente. Después de recuperarse, volvió a sus clases, donde tuvo la admiración de sus alumnas. En 1924, regresó a Saint Michel, dejando a las alumnas que tanto quería y comenzó a escribir su autobiografía por orden de sus superioras. Pasó los años entre luces y sombras, debilitada por la enfermedad; y cuando la salud se lo permitía se dedicaba a la enseñanza y en otros momentos le invadía un sufrimiento físico y espiritual, pero sin llegar a perder la paz.
En 1927 recibió los estigmas de la pasión pero de forma invisible. En 1928 hizo sus votos perpetuos y en julio de 1929, agradecida con todos los que la atienden, pregunta al Señor: “¿Quién les pagará?”, a lo que Jesús respondió: “Yo pagaré tus deudas”, y ella interpela: “¿Cómo, Dios?”, “Si, las pagaré con mi corazón. Concederé gracias a toda aquella persona que te haya prestado el menor servicio Pero en el cielo, tu misma pagarás tus deudas”. Esto es lo último que escribió. Fue beatificada el 20 de marzo de 1993 por san Juan Pablo II.
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Beato FRANCISCO SENDRA IVARS. (1899-1936).
Martirologio Romano:
En Teulada, cerca de la ciudad de Alicante, también en España, beato Francisco Sendra Ivars, presbítero, martirizado por la fe en la misma persecución religiosa. Nació en Benissa, Valencia. Su familia, profundamente religiosa, le orientó desde niño hacia las cosas de la Iglesia. Estudió en el Colegio de Vocaciones y ordenado en 1924. Fue vicario de Tornos, Ráfol y Sanet, y luego fue destinado a la parroquia de Calpe, de la que en 1931 sería regente. Sacerdote celoso y entregado a su ministerio, cuidó el catecismo, las asociaciones parroquiales y el culto litúrgico y devocional, orientando con claridad y prudencia a los fieles en tiempos difíciles y no importándole que su claridad resultase odiosa a algunos. Hizo también de carpintero, albañil y herrero.
Tras el 18 de julio de 1836 el Comité determinó su expulsión y hubo de irse con su madre a Benissa. El día 4 de septiembre unos milicianos se presentaron buscándole. Abrió la puerta, se dio cuenta de a qué venían, abrazó a su madre, solicitó que a ella no le hicieran nada y la reconfortó pidiéndole se conformara con la voluntad de Dios. Primero lo torturaron y luego lo fusilaron en Teulada aquel mismo día. Fue beatificado el 11 de marzo de 2001 por el papa Juan Pablo II.
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Beato JOSÉ DE JESÚS MARÍA (José Vicente Hormaechea y Apoitia). (1880-1936).
José Vicente de Ormaechea y Apoitia nació en Navárniz (Vizcaya) en una familia vasca tradicional de recia fe. A los 16 años ingresaba como novicio en el convento Trinitario de Algorta (Bilbao), y acabados sus estudios, a sus 23 años era ordenado sacerdote en Madrid en 1903. Destinado a Cuba, al volver a España fue superior del Convento de Córdoba, y en 1935 del de Villanueva del Arzobispo en Jaén, donde le halló la revolución. El 21 de julio de 1936 subió al Santuario un grupo de milicianos que tras registro infructuoso conminó a la comunidad a «que entregara las armas escondidas», que sabían los frailes no tenían. Al día siguiente, 22 de julio, volvieron a subir al Santuario y con el pretexto de que no entregaron armas inexistentes, detuvieron a los cuatro padres presentes y en un camión bajaron a tres a la escuela habilitada como cárcel, pero al P. José lo hicieron ir a pie, detrás del camión entre burlas y amenazas de la mala gente. Cuando llegó a la prisión fue cacheado, arrancándole el escapulario, las medallas y el rosario. Al día siguiente de la detención, 23 de julio, en una de las palizas que le propinaron en la cárcel, un miliciano le golpeaba con la culata del fusil; el padre José, instintivamente paró uno de los golpes, sujetando con fuerza el arma.
En el forcejeo, el fusil se disparó, hiriendo levemente al miliciano en el pie, y de forma más seria al P. José. Al verlo en aquel estado, decidieron los milicianos trasladarlo del Grupo Escolar-cárcel, al Hospital. El P. José estuvo en el Hospital durante más de un mes, y continuamente pasaban por allí milicianos y milicianas a cualquier hora del día o de la noche para pegarle, ultrajarle e insultarle. El Padre José oía sus blasfemias e injurias contra Dios y la Iglesia con inalterada paz y con los ojos cerrados en actitud de orar. «Contó el Padre a las enfermeras que una noche, los milicianos le habían pegado con una cruz de madera de las que estaban colgadas en las enfermerías. Le golpeaban con la cruz y luego le decían: bésala; y la besaba». Los milicianos quisieron obligarle entonces a «que pisoteara un crucifijo, a lo cual se negó rotundamente». El martirio material del P. José tuvo lugar hacia las tres de la madrugada del 4 de septiembre de 1936, dentro del Hospital-Asilo. Hacia la una se presentaron bastantes milicianos y otras personas en tropel, pidiendo que abrieran las puertas. Las Hermanitas se negaron, llamando al alcalde para saber qué tenían que hacer. La Guardia Municipal les indicó que abrieran, porque les tenía cuenta hacerlo. Así lo hicieron; subieron en tropel al piso principal, y pidieron a las religiosas las llaves de la enfermería, ordenando al Padre José que se levantara, porque se lo llevaban a Jaén a declarar.
Éste se dirigió al sacerdote don Joaquín Montoro, que yacía en cama contigua: «Ha llegado nuestra hora, absolvámonos mutuamente para que Dios tenga misericordia de nosotros». Empezó a vestirse con mucha calma. El P. José era consciente de que lo iban a matar, y prefería que lo mataran dentro del Asilo, por lo que se dirigió a los milicianos, diciéndoles con dulzura: «Para salir de aquí preciso orden escrita del Gobernador». Los sicarios llamaron a su jefe. Hacia las tres de la mañana entró el jefe, pistola en mano, ordenando al Padre José que lo siguiera.
Éste sereno, se negó, diciéndole que saldría con orden escrita del alcalde. El jefe, despechado ante sus secuaces, le disparó a bocajarro sobre la sien derecha, muriendo el Padre José en el acto. A la mañana siguiente vino un camión, que trasladó el cadáver al cementerio municipal, donde fue enterrado. Los restos mortales del P. José de Jesús María fueron trasladados en 1945 al camarín del Santuario de la Virgen de la Fuensanta, donde descansan en la actualidad. Fue beatificado por Benedicto XVI el 28 de octubre de 2007.
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Beato JOSÉ PASCUAL CARDA SAPORTA. (1893-1936).
Martirologio Romano:
En Oropesa, de Castellón, en el levante de España, beato José Pascual Carda Saporta, presbítero de la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos, que sufrió gloriosamente el martirio por odio a la religión durante la contienda española, en la cruel persecución religiosa contra la Iglesia. Nació en Villarreal, dícesis de Tortosa, (Castellón). Ingresó en el colegio de San José de Tortosa, siguiendo los pasos de su hermano Blás, a punto de ordenarse sacerdote y que también moriría martirizado ocho días después que él. Estuvo siempre disponible para todo lo que se necesitase de él. Todavía subdiácono, fue nombrado prefecto en el seminario de Tarragona durante dos cursos. Fue ordenado sacerdote en 1918 y en seguida fue como prefecto al seminario menor de Belchite durante cuatro cursos.Volvió como prefecto de teólogos al seminario de Tarragona durante dos años. Ingresó en la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos y marchó a Méjico, donde estuvo hasta que lo expulsaron en 1926, a causa de la revolución.
Al regresar a España se encargó de la dirección espiritual en el colegio de vocaciones de Valencia y en el seminario de Valladolid. Luego fue superior en el de Zaragoza y luego rector en Belchite. En 1930 embarcó de nuevo para Méjico, pero le negaron la entrada. Pasó a Valencia donde presenció el incendio del colegio de San José a los pocos días de proclamada la República y él evitó su total destrucción. Fue director del colegio de San José de Burgos, y en el 1934, fue nombrado rector del seminario de Ciudad Real.
Cuando en 1936 fue incautado el seminario, una recomendación del gobierno civil le permitió hospedarse en la Fonda Francesca, desde cuyas ventanas lograba hablar con monseñor Esténaga. Cuando martirizaron al obispo, José Pascual pensó volver a su pueblo, donde ya estaba su hermano. Pero el fondista avisó a Villarreal que iba hacia allé este sacerdote y fue detenido al bajar de la estación. Fue martirizado a los 42 años, en Oropesa (Castellón). Su último gesto fue regalarle al que le iba a disparar un reloj que le habían regalado en Méjico. Dice un testigo: “Le mataron porque era sacerdote y destacaba por ser muy santo”. Fue beatificado por Juan Pablo II el 1 de octubre de 1995 en el grupo de nueve sacerdotes operarios diocesanos martirizados en diversos días del año 1936.
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OTROS SANTOS DEL DÍA. José. M. 1700 a. C. (Antiguo Testmento).
Hijo de Jacob y de Raquel nació en el país de Jarán. “Israel amaba a José más que a todos los demás hijos, por ser para él el hijo de la ancianidad. Le había hecho una túnica de manga larga. Vieron sus hermanos cómo le prefería su padre a todos ellos y le aborrecieron hasta el punto de no poder ni siquiera saludarle” (Gn 37, 3-4). El hijo se reveló como un soñador, y sus hermanos decidieron venderlo a unos mercaderes egipcios. Fue subiendo escalones en la casa de su amo, hasta que fue acusado falsamente por su esposa de querer seducirla, y fue encarcelado. En la cárcel se reveló como intérprete de sueños y esto le hizo llegar hasta el mismo faraón que le nombró primer ministro. Consiguió salvar a Egipto de una hambruna y esto traspasó las fronteras, de forma que llegaban otros pueblos a pedir trigo a los egipcios, entre ellos sus propios hermanos. En Gn 42, 1-44,34, nos relata la serie de vicisitudes que hizo pasar a sus hermanos, hasta que les devolvió el mal que le hicieron por el bien. Toda la familia bajó a Egipto y allí se quedaron hasta que tiempo después caería el pueblo de Israel en la esclavitud. José murió en Egipto pero fue enterrado en Siquem, en la tierra de sus padres. Se ha visto en José el símbolo profético de Jesús de Nazaret, como libertador del pueblo. Su festividad se celebra en el Calendario palestino-gregoriano; en los martirologios occidentales no aparece su culto.
Santa Hermione. M. c. 117. Es una de las hijas de san Felipe "el Diácono", nombrada como profetisa en los Hechos de los Apóstoles (21,9). Se dice que murió mártir en Éfeso durante el imperio de Trajano.
Santa Cándida de Nápoles "la Vieja". M. c. 117. Es recordada en Nápoles como la viuda que atendió a san Pedro ofreciéndole hospedaje en su primer viaje a Roma, y su casa servía como lugar de reunión de las primeras comunidades; se dice que Pedro la curó de una enfermedad y que ella fue quién convirtió a san Asprén, obispo de Nápoles.
San Marcelo de Chalons-sur-Saone. M. c. 178. Martirologio Romano: En Chalons-sur-Saone, en la Galia Lugdunense, san Marcelo, mártir. Presbítero de Lyon, discípulo de san Potino, que huyó de la prisión y de la persecución del 177, con el fin de difundir la fe en la orilla del Saona. Su compañero, san Valeriano, se quedó en Tournus, mientras él prosiguió hasta Chalons, donde convirtió a la familia de un cierto Latinus que adoraba a Marte, Mercurio y Minerva. Como pasara por aquellos lugares el prefecto Vriscus, fue invitado a participar en el banquete con el que los notables festejaban a los dioses. Marcelo se declaró cristiano y fue enterrado hasta la cintura en la orilla del Saona y dejado morir. Se dice que sobrevivió tres días.
San Caletrico de Chartres. (529 - c.567). Martirologio Romano: En Chartres, de Neustria, san Caletrico, obispo. Nació en Chartres y fue obispo de esta ciudad después de la muerte de san Leobino. Era muy joven cuando ocupó la sede episcopal (c.557-567). Participó en los concilios de Tours y de París. Fue conocido por su ciencia y su gran bondad. Sus reliquias se encuentran en la catedral de Chartres.
Santa Ida de Herzfeld. M. c. 813/25. Martirologio Romano: En Herzfeld, de Sajonia, santa Ida, viuda del duque Ecberto, insigne por su asidua oración y caridad para con los pobres. Descendiente de Carlos Martel y creció en la Corte. Se casó y fue muy feliz en su matrimonio, pero pronto perdió a su marido el duque Ecberto de Herzfeld. Tuvo 5 hijos. Al enviudar (811) fundó una iglesia en Hofstadt y el convento de Herzfeld en Westfalia, en la diócesis de Müster y se dedicó a las buenas obras, de piedad, caridad y mortificación. A fin de tener siempre presente la muerte y sus deberes de caridad para con el prójimo, Ida hizo construir un sarcófago de piedra que, diariamente, colmaba de alimentos para distribuirlos entre los pobres. En sus últimos años, sufrió una dolorosa enfermedad incurable, que soportó con mucha paciencia. Está enterrada en el convento de Herzfeld.
Santa Irmgarda de Süchteln. M. c. 1089. Martirologio Romano: En Colonia, de la Lotaringia, santa Irmgarda, condesa de Süchteln, que utilizó sus bienes en la construcción de iglesias. Hija del conde de Aspel en el Bajo Rin. Condesa de Süchteln o Aspel, en Alemania, fue bienhechora de la Iglesia y de los pobres. Llevó una vida eremítica en Süchteln. Después de una peregrinación a Roma se estableció en Colonia donde dio ejempo de virtud. Su tumba se halla detrás del altar mayor de la catedral de Colonia. Su culto es popular.
Escipión Jerónimo Brigéat Lambert. Beato. (1733-1794). Martirologio Romano:
En el mar frente a Rochefort, en el litoral norte de Francia, beato Escipión Jerónimo Brigéat de Lambert, presbítero y mártir, que, siendo canónigo de la diócesis de Avranches, durante la Revolución Francesa fue encerrado en una nave anclada por su condición de sacerdote, muriendo de inanición. Nació en Ligny, siendo su padre, consejero y receptor de finanzas. Después de estudiar en su pueblo natal, marchó al colegio de La Marche en París, y de allí pasó al seminario de San Luis donde obtuvo el título de maestro en Artes. Pasa después al seminario de San Sulpicio y fue ordenado sacerdote en 1756. Más tarde hará el doctorado (1760) en el colegio de Navarra. Vicario general de Avranches en 1761, perseverará en este cargo hasta 1788 durante tres episcopados sucesivos. En esta última fecha es nombrado gran decano del cabildo de la catedral. Suprimidos por la Revolución los cabildos, debió abandonar su residencia y el 30 de septiembre de 1791 dejó Avranches para marchar a su natal Ligny.
Firme enemigo del juramento constitucional, fue arrestado el 16 de mayo de 1793 y encarcelado en el exconvento carmelita de Bar-sur-Ornain. En marzo de 1794 se decretó su deportación y salió con otros hacia Rochefort el 15 de abril. Embarcado en el “Washington”, fue enfermero voluntario de sus hermanos sacerdotes, animándolos con sus palabras y su ejemplo de paciencia y perseverancia en la recta fe. Consumido de trabajos y miserias murió el 4 de septiembre de 1794. Fue beatificado el 1 de octubre de 1995 por el papa Juan Pablo II.
Berardo de Lugar Nuevo de Fenollet (José Bleda Grau). Beato. (1867-1936). Martirologio Romano: Cerca de la localidad de Genovés, provincia de Valencia, igualmente en España, beato Berardo (José) Bleda Grau, religioso de la Orden de Hermanos Menores Capuchinos y mártir glorioso por Cristo en la guerra civil española. Nació en Lloc Nou de Fenollet (Valencia). Profesó en la Orden Capuchina el 2 de febrero de 1901. Pasó toda su vida religiosa en Orihuela (Alicante), trabajando como limosnero y sastre de la comunidad. Edificó a la gente de la ciudad y a su misma comunidad por su humildad y caridad. Al cerrarse el convento, se refugió en su pueblo, en casa de unos parientes. Fue arrestado, cuando estaba casi ciego, la noche del 30 de agosto de 1936, y tuvo que soportar los malos tratos de sus perseguidores. El 4 de septiembre, sin juicio alguno, fue llevado en coche, por la carretera que va de Manuel a Benigánim, hasta el término de Genovés, donde lo fusilaron. Los que vieron el cadáver antes de que se le diera sepultura, afirman que tenía la cabeza totalmente destrozada. Fue beatificado el 11 de marzo de 2001 por el papa Juan Pablo II.
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