Santoral del 2 de Octubre



INDICE

Ángeles Custodios Cada persona tiene un ángel custodio
Santos LEODEGARIO y GERINO
Beata EMILIA DE VILLENEUVE
Beata MARÍA GUADALUPE RICART OLMOS
Otros Santos y Beatos Completando el santoral de este día
Beato SZILÁRD ISTVÁN BOGDÁNFFY
>Beato ANTONIO CHEVRIER
Beato JUAN BEYZYM
Beata MARÍA ANTONINA KRATOCHWIL
Beatos FRANCISCO CARCELLER GALINDO e ISIDORO BOVER OLIVER
Beatos ENRIQUE SÁIZ APARICIO y BARTOLOMÉ BLANCO MÁRQUEZ


La festividad de los santos Angeles Custodios.
En Roma, el suplicio de san Modesto Sardo, Levita y Mártir, el cual, en el imperio de Diocleciano, fue atormentado con el ecúleo y abrasado en el fuego. Su cuerpo, trasladado después a Benevento, fue colocado en una Iglesia que lleva su nombre.
En territorio de Arras, el triunfo de san Leodegario, Obispo de Autún, el cual, habiendo sufrido por la verdad muchas injurias y diversos tormentos, fue muerto por orden de Ebroíno, Mayordomo del Rey Teodorico.
En Nicomedia, san Eleuterio, soldado y Mártir, con otros innumerables, los cuales, falsamente acusados de haber puesto fuego al palacio de Diocleciano, todos por orden del mismo cruelísimo Emperador, eran muertos, a montones; descabezados unos, quemados otros en hogueras y otros precipitados en el mar. El más insigne entre todos fue Eleulerio, que, por mucho tiempo atormentado y saliendo de cada suplicio más animoso, purificado en el fuego como el oro, coronó la victoria de su martirio.
En Antioquía, los santos Mártires Primo, Cirilo y Secundario.
El mismo día, san Gerino, Mártir, que fue hermano de san Leodegario, Obispo de Autún, y por orden del mismo Ebroíno, murió apedreado.
En Constantinopla, san Teófilo, Monje, el cual, por la defensa de las sagradas Imágenes, cruelísimamente azotado por León Isáurico y relegado al destierro, pasó al Señor.

Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.

LOS SANTOS CUSTODIOS DE LA GUARDA
El Altísimo mandó a sus ángeles que cuidasen de ti;
los cuales te guardarán en cuantos pasos dieres;
te llevarán en sus manos;
no sea que tropiece tu pie contra la piedra
(Salmo, 90, 11-12).

Los hijos de los reyes no salen sino escoltados de personas encargadas de velar por ellos y defenderlos en caso de necesidad. Pues bien, todos los cristianos se han vuelto, por su bautismo, hijos del Rey de los cielos. Es por esto que Dios da a cada persona un compañero fiel encargado de guardarla, conducirla y gobernarla. Este compañero es nuestro ángel de la guarda. Debemos, en este día de su fiesta, agradecer a la bondad divina por este singular favor; y, al mismo tiempo, dar gracias a estos espíritus bienaventurados por la solicitud con que velan sobre nosotros y nos acompañan desde la cuna hasta la tumba. Es la finalidad que persigue la Iglesia al establecer la fiesta de hoy.

MEDITACIÓN SOBRE LOS ÁNGELES DE LA GUARDA

I. Admira la bondad de Dios que ha destinado a un príncipe de su corte a que vele sobre tu conducta. Tu ángel de la guarda día y noche se mantiene a tu lado; te defiende contra el demonio y las tentaciones; te inspira santos pensamientos; te desvía del mal; intercede por ti ante Dios. Agradece a Dios la bondad que te demuestra al darte un conductor tan fiel y tan caritativo, y ve en esta gracia una prueba de la estima que tiene de tu alma. Agradece a tu ángel custodio por los servicios que te presta; pídele los continúe hasta tu muerte.

II. Ten profundo respeto por tu ángel y demuéstraselo todos los días con alguna oración. No mal trates, no escandalices a nadie; acuérdate de la palabra del Señor que te prohíbe escandalizar a los pequeñuelos, porque sus ángeles ven siempre el rostro de su Padre. Estos ángeles vengarán el daño que hicieres a quienes están a su cuidado. Si trabajas por convertir a algún pecador, ruega a su ángel custodio que te ayude. Honra a tu ángel de la guarda. No hagas en su presencia lo que no harías en presencia de una persona respetable. (San Bernardo).

III. Considera a tu ángel custodio como al mejor amigo que tienes en este mundo. Él es fiel, no te abandonará en tus necesidades. Está infinitamente iluminado, consúltalo en tus dudas: no te engañará. Es poderoso para socorrerte: tiene más poder, más inteligencia y más fuerza que los hombres en quienes pones tu confianza. Escucha lo que te inspira. ¡Ah! si tuvieses un poco de fe, nada temerías, sabiendo que tu ángel está contigo.

La devoción a los ángeles custodios

Orad por los viajeros.


ORACIÓN

Oh Dios, que, por inefable providencia, os dignáis enviar a vuestros santos ángeles para que nos guarden, conceded a nuestras humildes súplicas la gracia de ser sostenidas por su protección, y el gozo de ser en la eternidad los compañeros de su gloria. Por J. C. N. S. Amén



Fuente: HAGIOPEDIA

LOS SANTOS ÁNGELES CUSTODIOS.  Martirologio Romano: Memoria de los santos Ángeles Custodios (o Ángeles de la Guarda), que llamados ante todo a contemplar en la gloria el rostro del Señor, han recibido también una función en favor de los hombres, de modo que, con su presencia invisible pero solícita, los asistan y aconsejen. La memoria obligatoria de los ángeles custodios se remonta a 1411, cuando se instituyó en Valencia una fiesta especial para el ángel protector de la ciudad. Y de la península ibérica, después de que Sixto V concediera en 1590 un oficio especial a Portugal, tal memoria pasó al calendario romano en 1608, cuando Pablo V la introdujo el primer día libre tras la fiesta de San Miguel, como se celebra hoy.  La devoción a los ángeles, se desarrolló en el medioevo con plegarias dirigidas a ellos. La protección de los ángeles se lee en la Biblia: para protección del pueblo de Israel "Mi ángel irá por delante" (Ex. 23, 20-23) y para los niños: "que sus ángeles están viendo siempre en el cielo el rostro de mi Padre celestial (Mt.18,10). En la epístola a los Hebreos (1,14) nos los definen como "espíritus en servicio activo, que se envían en ayuda de los que han de heredar la salvación". MEMORIA OBLIGATORIA.
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Santos LEODEGARIO y GERINO. (616-678).
 Martirologio Romano: En la actual Saint-Léger en el territorio de Arras, en la Francia septentrional, pasión de san Leodegario, obispo de Autun, que, después de muchas torturas y la ceguera, fue injustamente ejecutado por Ebroim mayordomo de la corte del rey Teodorioco. Con él se venera la memoria de su hermano san Gerino, mártir, que, dos años antes, siempre por orden de Ebroim, murió lapidado. Leodegario era hijo de santa Sigrada. Era sobrino del obispo de Poitiers que se ocupó de su educación. Fue archidiácono en Poitiers. En el 653 fue elegido abad de San Majencio en Poitou, donde introdujo la regla benedictina. Fue capellán de la reina santa Batilde, regente durante la minoría de edad de Clotario III, hijo de Clodoveo II. En el 659, fue nombrado obispo de Autun. Reformó la disciplina eclesiástica e impuso en todos los monasterios la observancia benedictina. Decía que si los monjes hicieran lo que se suponía debían hacer, sus oraciones preservarían al mundo de muchos desastres. Cuando su hermano de Gerino, fue acusado de la muerte de Chilperico II, también él sufrió las iras de Ebroim, que no le perdonó que le hubiera hecho asilarse en el monasterio de Luxeuil; el mayordomo de palacio le acusó de participar en el asesinato, para ello lo hizo degradar, encarcelar, cegar y por último decapitar. San Filiberto de Jumiéges criticó a su asesino.  Gerino era hermano de Leodegario. Seacó con la hermana del obispo de Tréveris, san Basino, y tuvo dos hijos: Grimberto, que fue conde de París y san Lievino, futuro obispo de Tréveris. Según parece, Gerino, según un escrito del rey Childeberto III para la abadía de San Dionisio (710), era conde de París después de que fuera conde de Poitiers. Vivió en la corte de los reinados de Clodoveo II, de Clotario III y de Childerico II. Se puso al aldo de su hermano san Leodegario, jefe del partido burgundio, en el conflicto contra el mayordomo de palacio Ebroim. Los secuace de este último capturaron a los dos hermanos, cegaron a Leodegario y lapidaron a Gerino, a los pies del castillo de Vergy, en Borgoña.
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Beata EMILIA DE VILLENEUVE. (1811-1854)  Martirologio Romano: En Castres, Francia, beata Emilia de Villeneuve, virgen, fundadora de la Congregación de las Hermanas de la Inmaculada Concepción. Nació en Toulouse. Jeanne Emilie de Villeneuve era nieta del Conde de Villeneuve y tercera de los cuatro hijos del Marqués de Villeneuve y de Rosalie d’Avessens. Los primeros años de su vida trascurrieron en el castillo de Hauterive, en la proximidad de Castres, a donde su madre debió retirarse por su delicado estado de salud. A la edad de 14 años, Jeanne Emilie de Villeneuve pierde a su madre, y tres años después a su hermana Octavie. Estos hechos trágicos marcarán su existencia, así como el contacto que traba con el padre jesuita Le Blanc, a quien trasmite las preocupaciones que de índole social habían germinado en ella (entre las que destaca la miseria que veía a su alrededor, en el contexto histórico de los primeros albores de la revolución industrial). Tras la muerte de su madre, la vida de la familia de Jeanne Emilie de Villeneuve trascurre entre Hauterive y Toulouse, donde la abuela se hace cargo de la educación de sus nietos. A la edad de 19 años, Jeanne Emilie de Villeneuve se traslada definitivamente a Hauterive con su familia, donde lleva a buen puerto la gestión diaria de la vida familiar, descargando de esta tarea a su padre, alcalde de Castres. Poco después, declara a su padre su voluntad de entrar a formar parte de las Hijas de la Caridad. Éste no acepta su petición y le solicita un plazo de reflexión que durará cuatro años.

Antes de que transcurra ese plazo, y con la aprobación del obispo, Jeanne Emilie de Villeneuve decide crear, junto a dos compañeras, la Congregación de Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción de Castres (8 de diciembre de 1836), llamada abreviadamente las monjas azules por el color de su hábito. Entre los principios que regirán esta Congregación, destacan dos: “Dios sólo” y “Servir a los pobres”. La austeridad y la preocupación social por los menos favorecidos de la sociedad serán los ejes principales de la acción social y religiosa de esta Congregación. Partiendo de un humilde local en la localidad de Castres, presta ayuda a las jóvenes del extracto social menos favorecido, a obreros, a condenados a prisión y a enfermos. La Congregación ve aumentar el número de Hermanas, y su horizonte se amplía desde la Francia natal hasta Senegal, Gambia y Gabón, donde se desplazan las primeras Hermanas Misionarias, todavía en vida de Jeanne Emilie de Villeneuve. En 1853, Jeanne Emilie de Villeneuve solicita ser sustituida como Guía de la Congregación, consiguiendo que esta tarea le sea confiada a la Hermana Hélène Delmas. Escribe por este motivo a sus Hermanas Misionarias “Tras las elecciones tengo el consuelo de poder dedicarme mayormente al aspecto espiritual de la Congregación”. A mediados de 1854 una epidemia de cólera y de fiebre asola el sur de Francia, llegando sus efectos hasta Castres. Jeanne Emilie de Villeneuve muere el como consecuencia de esta epidemia, rodeada del afecto de las Hermanas de su Congregación. Fue beatificada el 5 de julio de 2009 por SS Benedicto XVI.
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Beato ANTONIO CHEVRIER. (1825/6 - 1879).
 Martirologio Romano: En Lyon, en Francia, beato Antonio Chevrier, presbítero, que instituyó la Obra de la Providencia del Prado, para preparar sacerdotes destinados a enseñar la doctrina cristiana a jóvenes pobres. Nació en Lyon, en el seno de una modesta familia. Ordenado sacerdote en 1850, desarrolló en su ciudad natal su fecunda labor apostólica. En la inundación de 1856 se produjo su conversión interior y dedicó sus esfuerzos hacia el apostolado social entre los obreros como coadjutor de San Andrés de la Guilloterie, una parroquia de la zona obrera de Lyon. Antonio recorrió el barrio en barca, jugándose la vida en cada momento. Y en ese año, en Navidad, decidió entregarse del todo a los más pobres y abandonados de la sociedad. Un día visitó a san Juan Bautista María Vianney en Ars, que le animó en su labor y aceptó la dirección de la Ciudad del Niño Jesús, obra apostólica y benéfica a favor de los niños pobres. El cura de Ars decía a los peregrinos de Lyon que venían a confesarse con él; "¿Por qué venís? En Lyon tenéis un santo, el padre Chevrier. Acudid a él, no os defraudará". Muy pronto comprendió que necesitaba colaboradores en esta obra y por ello adquirió una sala del baile y la llamó "El Prado". Los obreros le reconoceran como padre.

"Si los obreros no vienen a la iglesia, iremos nosotros a buscarlos". Fundó la Sociedad de los Sacerdotes del Prado en 1859, cuya misión apostólica se desarrolló entre los suburbios y otros barrios marginales. Allí acogió a jóvenes obreros marginados e inició una catequesis con ellos. Fue párroco por un breve tiempo. No cobraba los derechos parroquiales, por miedo al dinero, y esto no era bien visto por algunos colegas. Dejó la parroquia..., lo suyo eran los obreros. La espiritualidad de Antonio se basa en tres pilares: el Pesebre, la Cruz y la Eucaristía. "Pobres y despojados como Jesús en el Pesebre, crucificados como Jesús en la Cruz, comidos como Jesús en la Eucaristía. El sacerdote es como Jesucristo: un hombre despojado, un hombre crucificado, un hombre comido. Hay que hacerse un buen pan para todos". "Todos necesitan atención, pero nuestro carisma son los pobres", decía a sus seminaristas. Además, insistía, los ricos están mejor atendidos, incluso por la Iglesia. "Hay que estudiar a Jesucristo y luego aplicarlo en la vida. Que al vernos digan: he aquí a Jesucristo. Debemos reproducir, en el exterior y en el interior, las virtudes de Jesucristo: su pobreza, su oración, su amor". "¡Señor, decía el padre Chevrier, si tienes necesidad de un pobre, heme aquí! ¡Si tienes necesidad de un loco, heme aquí! Que piensen lo que quieran, que me miren como a un loco, poco me importa, yo soy de Jesucristo". Murió en Lyon donde había vivido siempre. Fue beatificado por SS Juan Pablo II el 4 de octubre de 1986.
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Beato JUAN BEYZYM. (1850-1912)  Martirologio Romano: En Fianarantsoa, en la isla de Madagascar, beato Juan Beyzym, presbítero de la Compañía de Jesús, que ejerció su ministerio junto a los leprosos, a los que prodigó una obra de caridad en favor de sus cuerpos y de sus espíritus. Nació en Beyzymy Wielkie (Ucrania), aunque era de origen polaco. Ingresó en los jesuitas en 1872 en Stara Wies y en 1881 fue ordenado sacerdote en Cracovia. Durante 17 años trabajó como profesor en las universidades jesuíticas de Tarnopol y Chyrów. Durante este tiempo buscó su camino y la misión que la Providencia le tenía preparado. En 1898 se fue a Madagascar, cuando tenía 48 años, para pasar el resto de su vida creando y ampliando una leprosería que continúa hoy como hospital. Al llegar a Madagascar le destinaron a la leprosería de Ambahivoraka, cerca de Antananarivo, donde los leprosos vivían en circunstancias infrahumanas. El padre Juan se dedicó por entero a los enfermos, organizando su bienestar y dándoles consuelo espiritual. Consiguió dinero de sus compatriotas polacos para construir casas, alimentarles (ya que muchos morían de hambre) y servicios higiénicos, de este modo, aunque entonces no se podía curar la enfermedad, consiguió que ésta no progresara. A pesar de todo lo que hizo, reconoció que al principio estos enfermos le produjeron repulsión, incluso llegó a desmayarse. Pero su infinita fe en Dios, su profundo sentido de la oración y el amor a los más débiles le hicieron seguir adelante. Es el primer sacerdote en vivir entre los leprosos en la historia de Madagascar. Murió en Fianarantsoa, (Madagascar). Fue beatificado por SS Juan Pablo II el 18 de agosto de 2002.
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  Beatos FRANCISCO CARCELLER GALINDO e ISIDORO BOVER OLIVER. M. 1936.
Martirologio Romano: En el municipio de Castellón de la Plana, en la provincia del mismo nombre de la Región Valenciana, en España, beatos Francisco Carceller Galindo, de la Orden de Clérigos Regulares de las Escuelas Pías, e Isidoro Boyer Oliver, de la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos, presbíteros y mártires, que, durante la persecución religiosa, fueron fusilados junto al muro del cementerio por quienes odiaban el sacerdocio, y consumaron así su martirio.  Francisco nació en Forcall, Castellón en 1901. Desde muy pequeño, a causa de un tumor blanco, quedó cojo de una pierna. En 1919, profesó como escolapio en Moiá. En 1925 fue ordenado sacerdote en Lérida. Ejerció su ministerio en Barcelona, primero en el colegio de San Antón y después en el de Santa María de las Escuelas Pías. Amaba la liturgia y el canto gregoriano e hizo de ellos instrumento de su apostolado. Fue director de canto. Al estallar la guerra civil, se encontraba en casa de sus padres en Forcall, pasando las vacaciones, quiso marcharse a Barcelona, pero no pudo. En vísperas de su arresto dijo: “Si me matan, se terminará el reuma; además, la mayor gracia que Dios me puede conceder es la del martirio, pues tendré seguro el cielo”. Murió fusilado en el cementerio de la ciudad de Castellón de la Plana.


 Isidoro nació en Vinaróz (Castellón), diócesis de Tortosa, en 1890, en el seno de una familia muy ligada por amistad con el beato Manuel Domingo y Sol; además era hermano del célebre jesuita Padre José María Bover, gran biblista. Ingresó en el colegio de San José de Tortosa, hasta comenzada la Teología, que terminó como Operario Diocesano del Sagrado Corazón de Jesús, en el seminario de Tarragona como prefecto. Nada mas ordenarse (1912) marchó para Méjico, donde trabajó en el seminario de Cuernavaca como superior; pero le asignaron varias cátedras que le obligaron a desarrollar un gran trabajo, resultas de lo cual cayó enfermo y tuvo que marchar a Tacubya, D.F. de México, para reponerse, hasta que volvió a Cuernavaca. Vivió todas las peripecias de la revolución mejicana, y permaneció allí hasta 1914. Dos cursos que dejaron en él un recuerdo imborrable. Tras una breve estancia en el seminario de Almería; vivió en Tortosa para siempre, donde fue director espiritual, prefecto, director del “El correo Josefino”, donde influyó en tantos seminarios de la Hermandad. Tenía fama de santo. Cuando se inició la guerra civil, se marchó para Vinaroz y estuvo escondido en casa de su hermano, pero llegó una columna de milicianos de Tarragona con el fin de matar sacerdotes. El alcalde dijo que si se entregaban los sacerdotes voluntariamente no les pasaría nada sino que sólo estarían presos en Castellón; Isidoro para no comprometer a su familia se entregó voluntariamente. Prisionero en la cárcel de Castellón se estuvo preparando para el martirio. Como había bastantes sacerdote en la cárcel, se organizó una tanda de ejercicios espirituales, hicieron todos confesión; no quiso que su familia le visitara para ahorrarles complicaciones. Junto con 40 detenidos fue martirizado, con 46 años, en las tapias del cementerio de Castellón, gritaron vivas a Cristo Rey. Un guardia civil, que estaba en la segunda fila de los que iban a ser fusilados resultó ileso y pudo huir más tarde, y como testigo narró el martirio. Juan Pablo II los beatificó el 1 de octubre de 1995 en el grupo de 13 escolapios y 9 sacerdotes operarios diocesanos martirizados en diversos días y en varios lugares en 1936.
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Beatos ENRIQUE SÁIZ APARICIO y BARTOLOMÉ BLANCO MÁRQUEZ. M. 1936

 Enrique nació en Ubierna, Burgos en 1889. Profesó como salesiano en Sarriá, Barcelona en 1909. Fue ordenado presbítero en Salamanca en 1918. Estrenó su sacerdocio en el colegio de la capital salmantina, donde fue consejero escolástico durante cuatro años y, después, catequista. De 1923 a 1925 estuvo destinado en Carabanchel Alto, con el cargo de consejero. Los años siguientes fue director del mismo Carabanchel, de la Casa inspectorial de Madrid-Atocha y, desde 1934, por segunda vez, de Carabanchel Alto de nuevo. Aquí se encontraba cuando, tras el alzamiento militar del 18 de julio, arreció la persecución religiosa. Los salesianos que estaban refugiados en la pensión Loyola, habían sido detenidos, don Enrique parece ser que siguió todavía un tiempo más escondido en la pensión Loyola, de la calle Montera, 10, hasta que pasó a la Vascoleonesa, de la calle Puebla, 17. Desde la pensión Vascoleonesa, don Enrique Saiz hacía de superior, procurando estar al tanto de cuando sucedía, dirigiendo, aconsejando y ayudando a los hermanos que le acompañaban o venían a visitarle. Entre ellos se logró crear un extraordinario ambiente espiritual en pleno centro de Madrid. Todos sabían que su refugio era, con casi completa seguridad, una sala de espera para la muerte. Tres días antes de su prendimiento definitivo antes del martirio, don Enrique decía a una religiosa acogida también en la pensión Nofuentes: “Tenemos que prepararnos, pues nuestro martirio es certísimo”. Efectivamente. Detenido el día 2 de octubre por la mañana, le condujeron al convento de San Plácido, convertido en ateneo libertario. No se sabe dónde pasó el resto del día, aunque probablemente estuviera en la checa de Fomento. Estuviera o no en Fomento, lo que sí se sabe es que, debido a su conocida condición de sacerdote, unos milicianos le dieron muerte el mismo día 2 de octubre por la noche, en el término municipal de Vallecas, actual calle Méndez Álvaro.

 Bartolomé nació en Pozoblanco (Córdoba) en 1914. Huérfano desde niño, fue acogido por unos tíos suyos con los que trabajaba de sillero. Una vez abierto el colegio salesiano de Pozoblanco (septiembre de 1930), Bartolomé fue asiduo al oratorio festivo y ayudó como catequista. Cuando en 1932 se estableció la Juventud Masculina de Acción Católica en Pozoblanco, Bartolomé fue elegido secretario. Hacía el servicio militar en Cádiz y, estando de permiso en Pozoblanco, fue encarcelado el 18 de agosto de 1936. El 24 de septiembre fue trasladado a la cárcel de Jaén, en cuyo pabellón de ‘Villa Cisneros’ tuvo la suerte de coincidir con quince sacerdotes y otros muchos seglares fervorosos. En dicha cárcel fue juzgado y condenado a muerte, el día 29 de septiembre. En el juicio sumarísimo por el que tuvo que pasar, Bartolomé dejó constancia inequívoca de sus creencias. Tanto el juez como el secretario del tribunal no dudaron en mostrarle su admiración por las dotes personales que le adornaban y por la entereza con que profesó sus convicciones religiosas.

Bartolomé oyó al fiscal solicitar en su contra la pena capital y comentó sin inmutarse que nada tenía que alegar, pues, caso de conservar la vida, seguiría la misma ejecutoria de católico militante. Siempre se había caracterizado por confesar su fe con optimismo, elegancia y valentía. Las cartas que la víspera de morir, escribió a sus familiares son una prueba fehaciente de ello. “Sea esta mi última voluntad: perdón, perdón y perdón; pero indulgencia, que quiero vaya acompañada de hacerles todo el bien posible. Así pues, os pido que me venguéis con la venganza del cristiano: devolviéndoles mucho bien a quienes han intentado hacerme mal”. Sus compañeros de prisión han conservado los emotivos detalles de su salida para la muerte, con los pies descalzos, para parecerse aún más a Cristo. Al ponerle las esposas, las besó con reverencia, dejando sorprendido al guardia que se las ponía. No aceptó, según le proponían, ser fusilado de espaldas. “Quien muere por Cristo –dijo-, debe hacerlo de frente y con el pecho descubierto. ¡Viva Cristo Rey!” y cayó acribillado junto a una encina.
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Beata MARÍA GUADALUPE RICART OLMOS. (1881-1936).  Martirologio Romano: En la aldea de Silla, cerca de Valencia, también en España, beata María Guadalupe (María Francisca) Ricart Olmos, religiosa de la Orden de los Siervos de María y mártir, que en la persecución recibió el martirio por su testimonio en favor de Cristo. Nació a Albal (Valencia) en el seno de una familia de modestos campesinos. En el bautismo recibió el nombre de María Francisca. A los cuatro años quedó huérfana del padre. El 11 de junio 1896 María Francisca fue acogida como postulante en el monasterio de las monjas Siervas de María al Pie de la Cruz de Valencia.

A una persona desconocida que, a la entrada, expresó la duda que la joven quinceañera hubiera sido atraída en aquel lugar con engaño, contestó decididamente: "Sé muy bien lo que estoy haciendo, porque me llama a Jesús ". María Francisca, llegó a ser sor María Guadalupe, emitió los votos perpetuos el 19 de junio de 1900. En el monasterio ella ejerció sucesivamente varios cargos: fue lavandera, maestra de las novicias, priora. En su vida claustral no se notan hechos extraordinarios, pero una sencillez y una fidelidad absoluta y la rapidez de transmitirles a las hermanas, sobre todo a las más jóvenes, los valores propios de la vida contemplativa: observancia perfecta, cuidado de la alabanza divina, disponibilidad y caridad, espíritu de penitencia. Apegada a la espiritualidad servitana, programó su vida sobre la continua meditación de la Pasión de Cristo y los Dolores de María. En los primeros años de los trastornos políticos que llevaron a la guerra civil española, demostró de estar lista a ofrecer la misma vida por Cristo, también con el martirio; animando a las novicias a tener siempre mayor fervor, a menudo decía: "Ofrezcámonos como víctimas ". En el 1936 fue obligada por la irrupción de las milicias llamadas "rojas" a dejar el monasterio junto con todas las hermanas de monasterio. Encontró refugio, por algún tiempo, en casa de sus parientes, luego en casa de la hermana Filomena, dónde siguió ofreciendo la misma vida de oración y trabajo por la conversión de los pecadores y por la conservación de la fe católica en España.

El 2 de octubre de 1936, a medianoche, cuatro milicianos armados irrumpieron en la vivienda de la hermana para una perquisición en busca de armas; sólo encontraron un escapulario de la Virgen del Carmen en la habitación de María Guadalupe. Le preguntaron: "¿Es Usted monja? "; ella contestó impertérrita: "Sí, lo soy, y si naciera mil veces, mil veces me haría monja, en el monasterio del Pie de la Cruz ". Enseguida los milicianos la agarraron, la arrastraron sobre un camión y la condujeron en campo abierto.  Los que estuvieron presentes a la detención de María Guadalupe testimonian que ella siguió serena los verdugos, diciendo que se habría ofrecido como víctima por la restauración de la religión cristiana en España y por la vuelta en ella de los Siervos de María. Durante el trayecto, María Guadalupe habló tranquilamente con los verdugos, diciendo que los perdonaba, porque le abrían las puertas del paraíso. Llegaron a las vecindades de la Torre de Espióca, los milicianos la masacraron, por la única razón que era religiosa y soltera. De su cuerpo hicieron horrible estrago, como enseñan algunas fotografías realizadas por el médico forense, mandado para reconocer los cadáveres. El cuerpo de María Guadalupe fue enterrado en una fosa común del cementerio de Silla (Valencia). Hacia el final de febrero del 1940, acabada la guerra civil, fue puesto en un nicho del mismo cementerio y de allí, algunos días después, fue transportado en el cementerio del monasterio. En el 1959, cuando las monjas fueron trasladadas de Valencia a Mislata, los restos mortales de María Guadalupe fueron sepultadas solemnemente junto al altar mayor de la iglesia del nuevo monasterio. Es la primera mártir de la Familia de los Siervos y Siervas de María.
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Beata MARÍA ANTONINA KRATOCHWIL. (1881-1942).
 Martirologio Romano: En la ciudad de Stanislanòw, de Polonia, beata María Antonina Kratochwil, virgen, de la Congregación de las Hermanas de las Escuelas de Nuestra Señora y mártir, que, durante la guerra mundial, fue encarcelada por su fe y murió a causa de las torturas soportadas por Cristo. María Ana nació en Ostrava-Vitcovice (Moravia), hoy República Checa. Como su padre murió muy pronto, la niña fue internada en el orfanato de Bielsko, regentado por las Hermanas Escolásticas de Nuestra Señora. Hizo los estudios de magisterio y en 1906 pudo colocarse como maestra en la escuela de Karwin. Tres años más tarde ingresaba en la dicha congregación, pronunciando los votos el 27 de septiembre de 1910 con el nombre de sor María Antonina. Ejerció como maestra en los colegios de Karwin, Lvov y Tlumacz, pasando luego a Lvov como maestra de las candidatas a religiosas de su congregación. Cuando estalló la II Guerra Mundial, quedó en la zona sometida a Rusia, soportando las restricciones que se pusieron a los colegios católicos, pero al poco tiempo fue nombrada superiora de la casa de Mikuliczyn, y aquel mismo año las hermanas eran privadas de su casa. Cuando en junio de 1941 las tropas de Hitler ocuparon la zona, las hermanas pudieron volver a su casa de Mikuliczyn, pero en condiciones sumamente difíciles. El 9 de julio de 1942 sor María Antonina y las demás hermanas fueron arrestadas por la Gestapo a causa de una delación falsa presentada contra ellas. Fue llevada a la cárcel de Stanislawów, allí el feroz maltrato que le dieron los guardias, las duras condiciones de la prisión y la enfermedad del tifus que contrajo la llevaron a un lamentable estado. Se le dio libertad y hubo de ser ingresada en el hospital de aquella ciudad, donde murió una semana más tarde, el 2 de octubre de 1942. Todos habían admirado en ella su profunda piedad, su entrega plena a su tarea como religiosa y su entereza y ánimo en la tribulación. Fue beatificada por el papa Juan Pablo II el 13 de junio de 1999.
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Beato SZILÁRD ISTVÁN BOGDÁNFFY. (1911-1953).
 Martirologio Romano: En Nagyenyed, beato Szilárd István Bogdánffy, obispo de Oradea Mare de los Latinos, y mártir, asesinado por odio a la fe bajo el régimen comunista. Nació en la aldea de Feketetõ, parte en ese entonces del distrito Torontal, Imperio austrohúngaro; hoy en día llamado Crna Bara, cerca de la ciudad de Kikinda, distrito de Banat del Norte, provincia autónoma de Voivodina, Serbia. Vivió allí con su familia hasta 1925. Bogdánffy fue a la escuela primeria de Crna Bara, hasta 1925 cuando la familia Bogdánffy se mudó a Timisoara. Allí fue a la secundaria con los escolapios. Después de su examen final, fue aceptado en el seminario sacerdotal de la diócesis de rito latino de Oradea. Fue ordenado a sacerdote en 1934. Continuó sus estudios en la Universidad de Budapest, donde obtuvo su doctorado en filosofía y dogmática (con una tésis en "Apocalipsis en los Evangelios Sinópticos"). A su regreso a Rumania, se convirtió en profesor del seminario católico en Oradea y confesor en el convento Ursulinas en la ciudad. En 1939, fue seguido por los servicios secretos rumanos por una supuesta actividad anti-rumana. Durante la Segunda Guerra Mundial - debido a que estaba escondiendo a judíos - fue interrogado por el húngaro fascista “Nyílás”. Después del fin de la guerra, la nueva dirección comunista rumana inició una campaña en contra de los cristianos (especialmente contra los católicos cristianos). Como consecuencia de ello, el Vaticano permitó la consagración secreta de los obispos.

El Dr. Szilárd Bogdánffy fue consagrado como obispo de Oradea de los latinos y obispo auxiliar de Satu Mare en 1949 por Gerald Patrick O’Hara, Regente de la Nunciatura Apostólica a Bucarest. El nuevo obispo fue arrestado y encarcelado sólo dos meses después. Anteriormente había sido abordado en varias ocasiones, por los representantes del régimen, con la solicitud que él llevaba una "iglesia independiente rumana, sin vínculos con el Vaticano" que él negó rotundamente. Hasta su muerte, pasó cuatro años como prisionero en varias prisiones en toda Rumania, incluyendo el campo Capul-Midia. Cayó gravemente enfermo, siendo afectado por las malas condiciones y torturas regulares. En la prisión Aiud, el obispo católico de Lugoj, Ioan Ploscaru dijo que el obispo Bogdánffy era "humilde y sereno, siempre dispuesto a ayudar a sus compañeros de sufrimiento." A pesar de tener una neumonía grave, el médico de la prisión negó darle los medicamentos alegando que no era digno de ella. Murió en confinamiento solitario en la prisión de Aiud, Rumania. Beatificado por SS Benedicto XVI el 30 de octubre de 2010. < a href="#i">INDICE


OTROS SANTOS DEL DÍA:
 San Eleuterio. M. 303.   Martirologio Romano: En Nicomedia, de Bitinia, san Eleuterio, mártir. Mártir en Nicomedia de Bitinia, durante la persecución de Diocleciano, junto con otros muchos compañeros. Eleuterio era un soldado romano; su historia no es muy fiable. “Cuando el palacio de Diocleciano en Nicomedia fue incendiado, se atribuyó falsamente el delito al santo soldado y mártir Eleuterio y a muchos otros. Todos ellos fueron condenados a muerte por orden del cruel emperador. Algunos fueron decapitados, otros perecieron quemados y los demás fueron arrojados al mar. Eleuterío era el principal de ellos. La prolongada tortura a que fue sometido, no hizo más que poner de relieve su valor, y el santo consiguió la corona del martirio acrisolado en el fuego como el oro”. Con estas palabras presentaba el Martirologio Romano anterior a nuestro santo, atribuyendole relación con el incendio que menciona. En realidad, como señalan todos los especialistas modernos y recoge el Martirologio actual, lo único que sabemos sobre él es su nombre y el sitio en que padeció.

   San Modesto. M. c. 304. Diácono; nació probablemente en Cerdeña; fue martirizado durante la persecución de Diocleciano. Se le venera en Benevento. San Saturio. (c.493 - 568).   Martirologio Romano: En Numancia, en la Hispania Cartaginense, san Saturio, eremita. Nació en Soria en el seno de una noble familia. Al morir sus padres, vendió todos los bienes, se los repartió a los pobres y se fue a vivir en una cueva cerca de Soria en la sierra de Peñalba o de Santa Ana. Hizo en ella una ermita que dedicó a San Miguel y se quedó en ella para siempre. Pasó 30 años dedicados a la oración, a la penitencia y la contemplación. Frecuentemente salía a enseñar el evangelio a las gentes de estas tierras, por las aldeas y poblados próximos de su morada, predicando contra la herejía arriana. Un joven alavés, llamado Prudencio, se le unió en su retiro durante siete años, hasta la muerte del maestro. San Prudencio fue elegido obispo de Tarazona y le honró como santo. Patrono de Soria.


San Beregiso. M. 727 Martirologio Romano: En Andage o Andain, en los bosques de Ardennes, en Austrasia, san Beregiso, abad, que fundó en este lugar un monasterio de canónigos regulares, el cual presidió con fidelidad. Sacerdote, confesor de Pipino de Heristal, que con su ayuda fundó el monasterio de canónigos regulares de Saint-Hubert en Andage o Andain, en los bosques de Ardennes, en Austrasia, del que fue abad; se distinguió por su fidelidad.

San Teófilo de Constantinopla. M. c. 750.  Martirologio Romano: En Constantinopla, conmemoración de san Teófilo, monje, que, por defender el culto de las santas imágenes, fue torturado cruelmente por el emperador León el Isáurico y después exiliado. Nació en Bulgaria; se hizo monje en un monasterio de Constantinopla, cuya comunidad seguía la regla benedictina. Defensor de las imágenes, por eso fue desterrado por los iconoclastas del emperador León el Isaurico.

   San Ursicino de Chur. M. 760.  Martirologio Romano: En la Recia, san Ursicino, obispo de Chur (Coira) y primer abad del monasterio de Disentis, que él mismo había fundado. Abad benedictino de la abadía de Dissentin en Suiza que él mismo había fundado; en el 754, fue elegido obispo de Coira; cuatro años después renunció al cargo para hacerse ermitaño.

Luis Yakichi y Lucía, Andrés y Francisco. Beatos. 1622.
Martirologio Romano: En Nagasaki, Japón, beatos Luis Yakichi y Lucía, conyuges, y sus hijos Andrés y Francisco, mártires, que afrontaron la muerte por Cristo: los niños y la madre fueron decapitados delante del padre y éste, finalmente, fue quemado vivo. Luis Yakichi era un laico japonés que liberó de la cárcel al dominico beato Luis Flores, prisionero en Firando. Luis era un hombre audaz y con una barca de su propiedad se acercó a la orilla, bajó de la barca y espero un descuido de los guardianes y se llevó al padre Flores. Se dirigió con la barca al mar, pero su acción fue notada y lograron alcanzarlos, el padre Flores volvió a la prisión y Luis fue torturado para que confesara quienes habían concebido la idea de la liberación. Sufrió tan grandes tormentos que no le quedó una parte sana del cuerpo, pero no dijo nada. Entonces le amenazaron con matar a su familia, que los arrestaron, pero no dijo nada. Se le condenó entonces a que lo último que viera fuera la degollación de su mujer y de sus hijos; fue quemado vivo a fuego lento en Nagasaki. Mientras su mujer Lucía y sus hijos Andrés y Francisco eran decapitados. Los cuatro fueron beatificados el 7 de julio de 1867 por el papa Pío IX.

Jorge Edmundo René. Beato. (1748-1794). 
Martirologio Romano: En el mar frente a Rochefort, en el litoral norte de Francia, en una vieja nave anclada, beato Jorge Edmundo René, presbítero y mártir, que, siendo canónigo de Vézelay, durante la Revolución Francesa fue encarcelado por su condición de sacerdote, muriendo víctima de tuberculosis. Nació en Vézelay, era hijo de un abogado. Entró en el clero y obtuvo en su propia ciudad un puesto de canónigo. Llegada la revolución y suprimidos los cabildos, él no dejó Vezalay por ser su propia ciudad. Como se negó a prestar el juramento constitucional, se le condenó por incivismo el 21 de febrero de 1793, siéndole confiscados sus bienes, y arrestado y confinado como preso en el antiguo seminario a partir del 4 de abril. Fue condenado a la deportación y salió para Rochefort, donde fue llevado a bordo del “Washington” el 19 de junio de 1794. A primeros de septiembre se le trasladó a la isla Madame, para entonces su estado de salud era ya desastroso. Prometió al Señor que si sobrevivía se dedicaría por entero a obras de celo apostólico, pero se dio cuenta de que moría y pidió se le recitaran las oraciones de la recomendación del alma. Murió el 2 de octubre de 1794 a las cinco de la mañana, dejando a todos edificados por su santa muerte. Fue beatificado por el papa Juan Pablo II el 1 de octubre de 1995.

Elías y Juan Carbonell Mollá. Beatos. M. 1936.
Elías Martirologio Romano: En el pueblo de Sax cercano a Alicante siempre en España, beatos hermanos Elías y Juan Carbonell Mollá, sacerdotes y mártires, fusilados durante la misma persecución contra la Iglesia. Estos dos mártires eran hermanos, nacieron en Concentaina (Alicante), Elías en 1869, y su hermano Juan en 1874, hijos de un médico. Elias ingresó en el seminario conciliar de Valencia en 1890, mientras que Juan ingresaba primero en el seminario de Orihuela y sólo más tarde pasaba también al de Valencia.

  Juan Elias hizo el doctorado en teología y se ordenó sacerdote en 1893, siendo seguidamente nombrado coadjutor de El Salvador, de Concentaina y, un tiempo después, obtuvo el mismo cargo en la iglesia arciprestal de Santa María, desempeñando también el cargo de administrador del hospital y asilo de los Desamparados. También colaboró con la casa-retiro de las hermanas trinitarias y sobresalió como orador sagrado. Juan, se ordenó sacerdote en 1898 y siguió los pasos de su hermano: primero coadjutor en El Salvador, de Concentaina, y luego en la iglesia de Santa María. Era un notable organista, lo que utilizó para su apostolado, y se debió a él el esplendor de la Orden Tercera del Carmen, que dirigía con mucho celo. Llegada la revolución de 1936 se le ofreció ir a vivir a una casa que tenía fácil salida para la huida, pero él respondió que no había hecho mal a nadie y que permanecería en su sitio. Ambos hermanos fueron arrestados el 1 de octubre de 1936 y llevados al convento de clarisas convertido en cárcel y de él, al día siguiente, fueron sacados para ser fusilados en la carretera, en el término de Sax (Alicante). No hubo otro motivo para su fusilamiento que su condición de sacerdotes. Fueron beatificados el 11 de marzo de 2001 por el papa Juan Pablo II. INDICE