INDICE
Dionisio de París, Santo Primer obispo de París
Juan Leonardi, Santo Presbítero y
Luis Beltrán, Santo Presbítero
Cirilo Beltrán, Inocencio de la Inmaculada y 8 compañeros; Santos Mártires de Turón en Asturias
Abraham, Santo Patriarca del A.T.
John Henry Newman, Beato Cardenal
San Juan Leonardo de la Concepción
Otros Santos y Beatos Completando el santoral de éste día
Juan Leonardi, presbítero; Dionisio, Rústico, Eleuterio y Domnino, mártires; Dionisio Areopagita, Arnoaldo, Gisleno, Lamberto, obispos; Diosdado, abad; Luis Beltrán, Pedro el Gálata, confesores; Andrónico, Atanasia, Publia, abadesas; Abrahán y Lot, patriarcas.
SAN DIONISIO
La sabiduría del mundo
es locura ante Dios.
(1 Corintios, 3,
es locura ante Dios.
(1 Corintios, 3,
Según San Gregorio de Tours, San Dionisio, nacido en Italia, fue enviado a las Galias, hacia el año 250, con otros seis obispos misioneros. De este grupo, el que penetró más en el país fue San Dionisio, acompañado del presbítero San Rústico y del diácono San Eleuterio. Llegaron a Lutecia, hoy París, y establecieron una iglesia cristiana en una isla del Sena, Instigado por los sacerdotes de los ídolos, el gobernador romano Fescennino Sisinio lo hizo detener y decapitar, alrededor del año 275.
MEDITACIÓN SOBRE LA PRUDENCIA
I. Santiago en su Epístola, dice que la prudencia del mundo es terrena, animal o diabólica. La prudencia terrena es la de los avaros, la prudencia animal, la de los voluptuosos, y la prudencia diabólica, la de los ambiciosos. ¿En cuál de estas tres categorías se te puede catalogar a ti? ¿No es verdad acaso que no trabajas sino para procurarte riquezas, placeres u honores? ¿No son éstos los tres ídolos a quienes ofreces sacrificios? Les inmolas tu espíritu, les consagras tus afanes, les ofreces en holocausto tu prudencia. (Tertuliano).
II. La prudencia del cielo desprecia estas tres clases de bienes. Desprecia las riquezas, porque no es a los ricos sino a los pobres a quienes Jesucristo promete la felicidad. Ella se priva de los placeres pasajeros de esta vida, para poder gozar de las delicias eternas en compañía de los bienaventurados. En nada cuenta la estima de los hombres: bástale la de Dios. En una palabra, desprecia todo lo que es de este mundo, para alcanzar el cielo, mientras que la sabiduría del mundo nos hace olvidar el cielo para hacernos pensar más que en la tierra. Esta sabiduría funesta presenta ante nuestras miradas los bienes pasajeros y nos esconde los bienes eternos. (San Euebio).
III. Para conducirte en todo según la verdadera prudencia, piensa siempre en el fin que debes alcanzar. Hay que ir al cielo, he ahí mi gran negocio; si lo logro, soy feliz; si fracaso, todo está perdido para mí. ¿Qué medidas tomas para llegar al cielo? Proponte este fin en todas tus acciones y mira si ellas te conducen a él. Porque, después de todo, una sola cosa es necesaria.
La prudencia
Orad por vuestra patria.
ORACIÓN
Oh Dios, que en este día armasteis a vuestro mártir pontífice San Dionisio de fuerza y de valor para soportar los tormentos, y lo asociasteis a Rústico y Eleuterio a fin de anunciar vuestra gloria a las naciones, concedednos la gracia de despreciar, imitándolos, las prosperidades del mundo y a no temer las adversidades. Por J. C. N. S. Amén.
Fuente: mercaba
San Juan Leonardo de la Concepción
Religioso lasallista y Mártir
(+ 1609)
San Juan Leonardo pertenece, por la cronología y por su obra, al período de la reforma católica. Nadie el año 1541 en Diécimo, pueblo cercano a Lucca, la pequeña república llamada en otro tiempo "religiosísima", y agitada ahora por la crisis protestante. .
A la edad de doce años, sus padres, modestos industriales, le enviaron a casa del párroco de Villa Basílica, donde adquirió una cultura elemental e inició su formación religiosa. Rubiera sido tal vez ésta la ocasión para elegir el estado eclesiástico, pero el padre de Leonardo cambió por ahora el rumbo de su vida, mandándole a Lucca a estudiar farmacia. La profesión de "farmacista" o "droguero" en aquellos tiempos bordeaba los límites de la medicina y de la alquimia, de la magia y de la filosofía. En este ambiente moldeó Leonardo su recia personalidad de cristiano seglar militante, cuya característica no fue la de hechos asombrosos, aureolados de milagrosos "golpes de gracia", sino la de una progresiva ascensión hacia el ideal de santidad. Intensifica la frecuencia de sacramentos y la práctica de la mortificación, realiza el apostolado en el ambiente en que vive y se adhiere al grupo de piadosos seglares llamados "colombinos" para asegurar ,su perseverancia, madurando así su capacidad de entrega a una intensa vida sacerdotal que había de ser su decidida vocación.
Efectivamente, después de la muerte de su padre, a pesar de que la madre le instaba para que se instalase en Diécimo como farmacista, inicia sus estudios eclesiásticos. Tiene ahora veintiséis años. Aprobado el latín en las escuelas públicas de Pisa, aprende lógica y teología con el Padre dominico Paolino Bernardini, que por prescripción médica residía en una casa de campo perteneciente a la Orden.
El contacto directo con el maestro dominico produjo en Juan Leonardo cierta preocupación científica, que manifestó luego en los ensayos, inéditos, que escribió sobre diversos tratados teológicos. La perfección que pudiera faltar en su elemental plan de estudios era suplida por la madurez humana y espiritual que Leonardo había adquirido en sus treinta y dos años de vida seglar. Fue ordenado sacerdote en Pisa, el año 1572.
Instalado en Lucca como capellán de la iglesia de San Giovanni dalla Magione, Juan Leonardo comienza su apostolado y su obra de proselitismo, que había de cristalizar en la fundación de los Clérigos Regulares de la Madre de Dios. Característica relevante del apostolado de Juan Leonardo es la enseñanza del catecismo, que revela el espíritu eminentemente parroquial que había de diferenciar a su Institución. Juan Leonardo es "sacerdote de parroquia", atento siempre a preocuparse de las necesidades concretas e inmediatas de los fieles.
Habiendo conocido el obispo de Lucca su actividad catequística le encargó de realizarla en otras iglesias y parroquias de Lucca. Para sistematizar esta actividad San Juan Leonardo escribió un Manual de doctrina cristiana, que estuvo durante mucho tiempo en uso en alguna región de Italia. Queriendo asegurar la continuidad de este movimiento renovador. de la enseñanza del catecismo formó la Compañía de la Doctrina Cristiana, integrada por elementos seglares y que muy pronto había de extenderse a Siena, Pistoya, Nápoles y Roma. Los pontífices Gregorio XIII, Clemente VIII y Paulo V concedieron a esta Compañía especiales privilegios.
La personalidad de este sacerdote de "vocación tardía" comenzaba a destacarse en la Iglesia briosamente, paralela a la de los coetáneos San José de Calasanz y San Felipe Neri, a quien especialmente estará muy unido en el andar de su vida de fundador y de apóstol.
A los dos años de actividad sacerdotal Juan Leonardo había formado un grupo de colaboradores parroquiales íntimos, a los que fue preparando para el sacerdocio y con los que inicia su fundación el año 1574.
En realidad, sus proyectos de fundador no eran ambiciosos en cuanto a la organización. La pequeña comunidad de sacerdotes surgía limitada al ámbito de la parroquia. El ideal de Juan Leonardo era hacer de sus colaboradores santos sacerdotes dedicados al ministerio parroquial. Su obra se puede encuadrar en la trayectoria ascendente de movimientos de renovación del clero diocesano.
La nueva Congregación encontró una férrea oposición por parte de las autoridades civiles de Lucca. La pequeña república, celosa de su independencia, seguía con recelo la actividad del Santo, a quien comenzó a considerar aliado de potencias extranjeras y posible colaborador de la Inquisición. Sin ninguna responsabilidad personal, Juan Leonardo fue tratado durante toda la vida como un enemigo irreconciliable de su patria.
Tal enemistad ocasionó a los noveles religiosos una precaria situación económica, hasta tal punto que el mismo fundador se vió obligado a pedir limosna.
Estas dificultades, sin embargo, no desalentaron a Juan Leonardo en sus tareas apostólicas. Intensificó en su iglesia el culto al Santísimo Sacramento con la función de las Cuarenta Horas y organizó continuamente ejercicios de reparación y penitencia, con una técnica que se acerca mucho a ciertas "Misiones populares" de la actualidad. Los fieles recorrían de noche procesionalmente las calles de Lucca, visitando las iglesias principales, entonando himnos penitenciales, disciplinándose y gritando: "¡Perdón, Señor, misericordia!" El devoto espectáculo ocasionó ruidosas conversiones, no siempre coronados con una, fiel perseverancia, y que proporcionaron al celoso predicador algún fracaso apostólico.
Tal fue el de la Compañía de la Paz, agrupación formada !con cincuenta bandidos convertidos en masa, que a los pocos meses de existencia el Santo debió disolver, porque algunos de los conversos habían vuelto a las andadas; los que perseveraron ingresaron en los capuchinos.
Más afortunado fue con la fundación de las Monjas de los Ángeles, religiosas dedicadas a las muchachas pobres, de las cuales, no obstante, Juan Leonardo se desentendió muy pronto, porque era radicalmente opuesto a los apostolados femeninos, aun los de clausura.
A la sazón el Santo andaba preocupado con el traslado de su comunidad de clérigos a la nueva casa de Santa María Contelandini, en Lucca. Lo cual no se llevó a cabo sin graves disturbios, ocasionados por los fieles de esta parroquia, que llegaron a decir al obispo 'en señal de pro
testa: "¡Monseñor, ¿qué hacéis? ¿Habéis alejado de vos aquellos diablos y nos los habéis metido en medio de nosotros?" A pesar de todo San Juan Leonardo tomó posesión de la nueva sede. Era el año 1580. Al año siguiente la Congregación recibía la aprobación oficial del obispo de Lucca, llamándose Clérigós Regulares de la Madre de Dios.
Con razón Juan Leonardo había ya ganado también la confianza de la Santa Sede y fue nombrado varias veces por Clemente VIII comisario apostólico con la misión de reformar algunas de las Ordenes monásticas decadentes. El Santo realizó siempre con gran celo y notable éxito esta tarea de reformador, pero la impronta de su personalidad está más grabada en aquellas 'catequesis y aquella actividad pastoral de Juan Leonardo en las iglesias de Lucca.
Con no menor intensidad se dedica ahora el Santo a solidificar su fundación. Aunque no era ideal del fundador multiplicar las nuevas casas, quiso, sin embargo, fundar una en Roma. Lo consiguió gracias al apoyo de algunos cardenales, principalmente el cardenal Baronio, que le estimó y protegió siempre con especial predilección. La nueva comunidad se instaló definitivamente, el año 1662, en Santa María in Campitelli, que aún hoy día es la Casa Generalicia de la Congregación. Durante su estancia en Roma Juan Leonardo realizó una de las más importantes actividades de su vida: la colaboración con el cardenal Vives en la organización del Colegio de Propaganda Fide. Durante los últimos siete años de su vida el Santo se dedicó con ardor a la naciente Institución misionera, cuyo ideal él había acariciado desde hacía tiempo. Este mérito fue premiado por León XIII, que por especial privilegio le inscribió, siendo aún Beato, en el Martirologio Romano, poniendo de relieve la obra misional realizada por San Juan Leonardo.
Antes de morir Juan Leonardo tuvo la alegría de ver aprobadas en 1603 por Clemente VIII las constituciones de la nueva Congregación de Clérigos Regulares. No pudo llegar a verla florecer y brillar. Pero guardó en su corazón la alegría de una vida entregada al servicio de la Iglesia. Murió entre los suyos, en Lucca, el año 1609. Beatificado por Pío IX en 1861, fue canonizado por Pío Xl en 1938. Sus restos se veneran en Santa María in Campitelli, de Roma.
San Juan Leonardo encarnó el ideal de un santo sacerdote, que no deslumbra por la magnitud de sus empresas, sino por el perseverante ejercicio de la caridad pastoral.
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Fuente: Enciclopedia Católica || ACI Prensa
John Henry Newman, Beato- Cardenal
Martirologio Romano: En Birmigham, Inglaterra, Beato John Henry Newman, presbítero anglicano al que sus estudios de la historia de la fe lo llevaron a reconocer que las raíces del cristianismo están en la Iglesia Católica a la que, luego de su conversión, sirvió como sacerdote y posteriormente como Cardenal. († 1890)
Fecha de beatificación: 19 de septiembre de 2010 por S.S. Benedicto XVI, fijando su festividad para el 9 de octubre, fecha de su conversión.
Nacido en la Ciudad de Londres, el 21 de febrero de 1801, el mayor de seis hermanos, tres hombres y tres mujeres; murió en Edgbaston, Birmingham, el 11 de agosto de 1890. Han habido ciertas discusiones sobre su ascendencia con respecto a su lado paterno. Su padre fue John Newman, un banquero, su madre Jemima Fourdrinier, de una familia Hugonote establecida en Londres como cinceladores y fabricantes de papel. Se sabe que el apellido se escribió alguna vez "Newmann"; está claro que muchos judíos, ingleses o extranjeros, lo han llevado; y la insinuación era que el cardenal era de ascendencia judía.
Pero no se han encontrado ninguna evidencia documentaria para confirmar tal idea. Su alcurnia francesa es indudable. Recibió de su madre su entrenamiento religioso, un Calvinismo modificado; y probablemente ayudó a la "concisión lúcida" de su verbo cuando trataba de temas abstrusos. Su hermano Francis William, también escritor, pero carente de elegancia literaria, se separó de la Iglesia Inglesa para adherirse al Deísmo; Charles Robert, el segundo hermano, era bastante errático y profesaba el ateísmo. Una de las hermanas, Mary, murió joven; Jemima tiene un lugar en la biografía del cardenal durante la crisis de su carrera anglicana; y estamos en deuda con una hija de Harriet, Anne Mozley, por las "Cartas y Correspondencia" de 1845, que contienen una secuela de la propia mano del Cardenal Newman de la "Apología" Clásica desde el día en que fue completada, la "Apología" será siempre la principal autoridad de los primeros pensamientos de Newman, y de su juicio acerca del gran resurgimiento religioso, conocido como el Movimiento de Oxford, del cual fue el guía, el filósofo y el martir. Su inmensa correspondencia, de la cual la mayor parte permanece sin publicarse, no puede cambiar esencialmente nuestra estima hacia quien, aunque sutil al grado de bordear el refinamiento, fue también impulsivo y abierto con sus amigos, así como enérgico en sus posiciones con el público.
A la edad de siete años, Newman fue enviado a una escuela privada conducida por el doctor Nicolás, en Ealing, en la misma que el padre de Thomas Henry Huxley enseñó matemáticas. Newman se distinguió por su diligencia y buena conducta, como también evidenció cierta timidez y marginación, pues no tomaban parte en los juegos escolares. Él mismo dijo haber sido «muy supersticioso» en estos primeros años. Tomó gran deleite por la lectura de la Biblia, y también por las novelas de Walter Scott, que entonces estaban en curso de publicación. Más tarde leyó algunas obras de escépticos como Paine, Hume, Voltaire y probablemente fue influenciado por sus ideas. A la edad de quince años, durante su último año en la escuela, se «convirtió», un incidente del cual escribió en su Apología que «es más cierto que tener las manos o los pies»". Este incidente que marcó su vida ocurrió durante el otoño de 1816, cuando «cayó bajo la influencia de un determinado credo, y recibió en su intelecto "impresiones de dogma que, a través de la misericordia de Dios, nunca han sido borrados u oscurecidos» (Apología, parte 3). Salvado de la experiencia de una escuela pública, que podía ser muy dura en esa época, disfrutó de la vida escolar. Aparte de sus estudios académicos (en los cuales sobresalió), actuó obras de teatro en latín, tocaba el violín, ganó premios de oratoria y editó publicaciones periódicas, en la cuales escribió artículos en el estilo de Addison.
Su infancia feliz llegó a un abrupto final en marzo de 1816, cuando se dio un colapso financiero sobrevenido por las guerras napoleónicas y el Banco de su padre se vio obligado a cerrar. Su padre intentó sin éxito la gestión de una fábrica de cerveza en Alton, Hampshire, y Newman se quedó en la escuela durante las vacaciones de verano a causa de la crisis familiar. El período comprendido entre principios de agosto, al 21 de diciembre de 1816, Newman siempre lo consideró como el punto de inflexión de su vida. Sólo en la escuela y conmocionado por el desastre familiar, cayó enfermo en agosto. Más tarde llegó a ver esta época como una de las tres grandes enfermedades providenciales de su vida, ya que fue en el otoño de 1816 que tuvo una conversión religiosa bajo la influencia de uno de sus maestros, el Rev. Walter Mayers, quien recientemente se había convertido del calvinismo al evangelismo. Hasta este momento, Newman ha tenido una crianza convencional en un hogar fiel a la Iglesia de Inglaterra, donde se hizo hincapié en la Biblia en lugar de dogmas o sacramentos, y en donde alguna especie de "entusiasmo" evangélico habría sido mal visto.
Su fe se identificó entonces como evangélica y calvinista y llegó a sostener que el Papa era el Anticristo. Fue matriculado el 4 de diciembre de 1816 en el Trinity College, en Oxford, para entrar como residente en junio del año siguiente, y en 1818 obtuvo una beca de £60, por los nueve años siguientes. Pero esta suma habría sido imposible para que permaneciera en la universidad, y en 1819 el banco de su padre suspendió el pago. En ese año se matriculó en el Lincoln´s Inn. La ansiedad por obtener buenos resultados en los examenes finales produjo el resultado opuesto; fracasó y se graduó con apenas honores de tercera clase en 1821. Deseando a permanecer en Oxford, dio clases privadas y aplicó para una beca en Oriel, «el reconocido centro del intelectualismo en Oxford». Para su alivio y alegría fue elegido el 12 de abril de 1822. Edward Bouverie Pusey fue también elegido miembro de la misma sociedad en 1823.
En 1821 había renunciado a la intención de estudiar para abogado, y decidió tomar órdenes, fue ordenado el 13 de junio de 1824; y por sugerencia de Pusey se convirtió en párroco de San Clemente, en Oxford, donde permaneció dos años. Y aquí los puntos de vista en los que había sido educado lo decepcionaron; el Calvinismo no era una llave al fenómeno del ser humano como aparecen en el mundo. Escribió artículos sobre Cicerón, etc., y su primer "Ensayo sobre Milagros" ("Essay on Miracles"), en la que toma una posición estrictamente protestante, buscando perjudicar a aquellos alejados de la Escritura. Bajo la influencia de Richard Whateley, luego Arzobispo Anglicano de Dublín, quien en 1825 lo hizo su vicedirector del St. Mary´s Hall. Whateley lo estimuló a través de discusiones, le enseñó la noción del cristianismo como organismo social y soberano diferente al estado, pero lo condujo en dirección hacia ideas "liberales" y lógica nominalista. Newman contribuyó en tal tema en el libro de Whateley, alguna vez famoso.
De Hawkins, cuyo voto decisivo lo hizo rector de Oriel, Newman obtuvo las doctrinas católicas de la tradición y regeneración bautismal, así como cierta precisión de términos que, mucho después, dieron origen al malentendido de Kingsley de los métodos de Newman al escribir. De otro clérigo de Oxford aprendió a creer en la sucesión apostólica. Y la "Analogía" de Butler, que leyó en 1823, marcó un hito en sus opiniones religiosas. Probablemente no sea mucho decir que su libro profundo se convirtió en la guía de la vida de Newman, y dio origen no solo al "Ensayo en Desarrollo" ("Essay on Development") sino también al "Gramática de Asentimiento" ("Grammar of Assent"). En particular ofreció un conjunto de ética y conciencia de rechazo que confirmaron sus primeras creencias en un dador de leyes y un juez íntimamente presentes en el alma. En otra línea sugería el sistema sacramental, o la "Economía", de que los Alejandrianos Clemente y San Atanasio son exponentes. En resumen, en este período formativo las fuentes de donde Newman derivó sus principios así como sus doctrinas eran anglicanas y griegas, no romanas o germanas. Su calvinismo se derrumbó, al tiempo que se retiró de la Sociedad Bíblica. Estaba creciendo ardientemente anti-erastiano; y Whateley vio los elementos de un nuevo partido en la Iglesia reuniendo al que Oriel había escogido como su promesa intelectual, pero quien Oxford conociera como crítico y antagonista de la "Marcha de Mente" ("March of Mind").
Su universidad en 1828 lo hizo Vicario de St. Mary´s (que era también la iglesia de la universidad), y en su púlpito brindó los "Sermones Parroquiales" ("Parochial Sermons"), sin elocuencia o postura, ya que no tenía ofrendas populares, pero con una maravillosa seriedad y una sabiduría de la naturaleza humana rara vez igualada. Cuando fueron publicados, se dijo que ellos "superan todos los demás sermones fuera del mercado así como las historias de Scott superan cualquier otra historia." No eran discutibles; y la teología católica tendría muy poco que objetarles. Su estilo escarmentado, fertilidad de ilustración, y su corta pero aguda energía, no han perdido nada con el paso de los años. En tono son severos y frecuentemente melancólicos, como la manifestación de un espíritu solitario. Si bien afable e incluso compasivo, el carácter peculiar de Newman incluía una profunda reserva. No tenía su composición -como él mismo afirma- un gramo de alegría. Siempre fue el intelectual de Oxford, no demócrata, receloso de los movimientos populares, pero hábilmente interesado en estudios políticos como sosteniendo las fortunas de la Iglesia. Esta disposición fue intensificada por su amistad con Keble, cuyo "Año Cristiano" ("Christian Year") fue publicado en 1827, y con R. Hurrel Froude, hombre de pensamiento impetuoso y de práctica de auto-negación. En 1832 discutió con Dr. Hawkins, quien no toleraría la idea pastoral que Newman tanto apreciaba de su trabajo universitario. Renuncio a su tutoría, emprendió un largo viaje alrededor del Mediterráneo con Froude, y regresó a Oxford, donde el 14 de julio de 1833, Keble predicó el sermón del tribunal sobre "Apostasía Nacional." Aquél día, el aniversario de la Revolución Francesa, dio origen al Movimiento de Oxford.
El viaje de Newman a las costas del Norte de África, Italia, Grecia Occidental, y Sicilia (Diciembre de 1832 - Julio de 1833) fue un episodio romántico, del que sus diarios han preservado los incidentes y el color. En Roma vio a Wiseman en la Universidad Inglesa; la ciudad, como madre de la religión de su tierra nativa, lo embrujó de tal manera que nunca se olvidó de ella. Se sintió llamado para alguna grande misión; y cuando la fiebre lo atrapó en Leonforte en Sicilia(donde estaba errando solo) gritó, "No debo morir, no he pecado en contra de la luz".
En el Cabo Ortegal, el 11 de diciembre de 1832 había compuesto el primero de una serie de poemas, denso, apasionado, y original que profetizaba que la Iglesia reinaría como en el principio. Encalmado en las Estrecheces de Bonifacio, buscó guía a través de tiernos versos, "Guía, Luz Bondadosa", merecidamente atesorada por todo aquél de raíces Anglo-parlantes. Han sido llamados la canción marchante del huésped tractariano. Pero durante las primeras etapas de aquella travesía no estuvo claro, incluso para el líder mismo en qué dirección se movían --lejos de la revolución ciertamente. La reforma estaba en el aire, diez obispados irlandeses habían sido suprimidos; la separación del estado podía no estar lejos. Había necesidad de resistencia a los enemigos externos, y de una segunda, pero católica, reforma interna. La Iglesia primitiva debía de alguna manera ser restaurada en Inglaterra. Newman empezó las "Tratados para los Tiempos" ("Tracts for the Times").
"Fue poco después de 1830", dice Pattison severamente, "que los tratados desolaron la vida de Oxford". La posición de Newman era designada la Via Media. Newman sostenía que la iglesia inglesa era católica en origen y doctrina, anatematizaba como herejías las peculiares ideas de Calvino o Lutero, pero no se podía más que protestar en contra de las "Corrupciones Romanas", que eran excrecencias de la verdad primitiva. De aquí que Inglaterra defendiera a los Padres, cuya enseñanza estaban en el Libro de Oración; Newman apelaba a la antigüedad, y su norma era la indivisibilidad de la Iglesia. "Charles -decía Newman- es el rey, Laud el prelado, Oxford la ciudad sagrada, de este principio". El estudio patrístico se convirtió en orden del día.
El propio Newman resume así los tres principios básicos de sus ideas religiosas hacia 1833:
"El primero era el principio del dogma. Mi batalla era contra el liberalismo; y por liberalismo entiendo el principio antidogmático y sus consecuencias... Desde los quince años, el dogma ha sido el principio fundamental de mi religión. No conozco otra; no puedo hacerme a la idea de otra especie de religión; la religión como mero sentimiento es para mí un sueño y una burla. Sería como haber amor filial sin la realidad de un padre, o devoción sin la realidad de un ser supremo...
En segundo lugar, yo tenía confianza en la verdad de cierta enseñanza religiosa definida, basada sobre los cimientos del dogma, a saber: que hay una Iglesia visible, con sacramentos y ritos que son los canales de la gracia invisible...
En cuanto al tercer punto,... -mi opinión [negativa] sobre la Iglesia de Roma-..." (Apologia pro vita sua, 42-45).
Newman mantuvo durante toda su vida una firme adhesión a sus dos primeros principios (el dogma y el sistema sacramental). Por el contrario, su tercer principio (la oposición a la Iglesia de Roma) se fue diluyendo gradualmente, hasta que renunció a él completamente en 1845. Al ir recuperando el ciclo completo de las verdades cristianas, Newman dio la impresión de estar difundiendo la doctrina de la Iglesia de Roma. Por eso fue acusado de "papismo", la acusación más nociva que podía formularse en la Inglaterra de esa época. Teniendo esto en cuenta, Newman dedicó tres tracts a la cuestión de la Iglesia romana. En ellos sostuvo que la Iglesia anglicana estaba situada en la Via media entre los reformadores protestantes y los seguidores de Roma, que la única Iglesia visible se había dividido en tres ramas, la griega, la romana y la anglicana, y que la verdad revelada debía hallarse íntegra antes de la división, en la doctrina de la antigüedad. El propio Newman señalaba la grave dificultad de su teoría: Hasta entonces la Via media sólo había existido en el papel, pero nunca había sido puesta en práctica.
Hurrell Froude murió el 28 de febrero de 1836. Newman y Keble publicaron en 1838 los "Retazos de Richard Hurrell Froude", extractos de sus diarios personales y sus cartas. Newman creía que los papeles de Froude mostraban que las opiniones católicas estaban inseparablemente vinculadas con las nociones más elevadas de santificación interior, de una vida y un corazón renovados. El protestantismo inglés se escandalizó y endureció su oposición a los "tractarianos".
En 1839 Newman presintió por primera vez que después de todo la Iglesia de Roma podía tener razón en su controversia con la Iglesia anglicana. Al estudiar las historias de los monofisitas y los donatistas entrevió que la Iglesia de Roma era igual a la Iglesia de los Padres. Sin embargo ese pensamiento se desvaneció y sus antiguas convicciones permanecieron como antes.
En 1840 Newman publicó "La Iglesia de los Padres", compilación de artículos anteriores, en los que intentaba presentar la atmósfera, sentimientos y costumbres de la Iglesia primitiva. De 1838 a 1841 dirigió la revista mensual British Critic y la convirtió en un órgano eficaz del movimiento tractariano.
Entretanto muchos tractarianos comenzaron a inclinarse hacia Roma. Para mantenerlos dentro de la Iglesia anglicana, mostrándoles que era genuinamente católica, Newman escribió el Tract 90. Éste, el último y más famoso de los Tracts for the Times, fue publicado el 27 de febrero de 1841. Su objetivo era demostrar que los "Treinta y nueve artículos" anglicanos podían ser interpretados de modo que fuesen compatibles con la doctrina católica. La reacción protestante fue muy fuerte. En Oxford la junta de directores de colegios condenó a Newman por desleal. Newman fue objeto de mucha maledicencia por parte de los liberales de Oxford y de la tendencia evangélica en general.
Durante el verano de 1841, cuando Newman se encontraba en Littlemore traduciendo los tratados de San Atanasio contra Arrio, la historia de los arrianos se le apareció bajo una nueva luz: Los arrianos eran como los protestantes, los semiarrianos seguían la Via media como los anglicanos y de nuevo Roma era ahora lo que fue entonces. Poco después vino sobre Newman un segundo golpe. Uno tras otro los obispos anglicanos comenzaron a acusarlo y a rechazar el Tract 90; y continuaron haciéndolo durante los siguientes tres años. En octubre de 1841 un tercer golpe sacudió la fe de Newman en la Iglesia anglicana: la creación de un obispado anglicano en Jerusalén, con jurisdicción sobre las congregaciones luteranas y calvinistas. En noviembre de ese año Newman redactó una protesta solemne contra dicha medida y la envió al arzobispo de Canterbury y a su propio obispo.
Newman estaba en su lecho de muerte en lo que respecta a la iglesia anglicana. En 1842 se retiró a Littlemore, y vivió bajo condiciones monásticas con un pequeño grupo de seguidores. Su vida fue de gran austeridad física, a la vez que de ansiedad. A sus discípulos les asignó la tarea de escribir sobre la vida de los santos ingleses, mientras que él escribía “Ensayos sobre el desarrollo de la doctrina cristiana”, y poco a poco fue reconciliándose con el credo y la liturgia de la Iglesia católica romana, gracias a sus estudios sobre la relación de la Iglesia de Inglaterra y la de Roma. En febrero de 1843 publicó un anuncio anónimo en el Diario Conservador de Oxford, una retractación formal de todas las afirmaciones que pronunciara contra Roma. En septiembre predicó su último sermón como anglicano, retirándose de Santa María, en Littlemore.
El 9 de octubre de 1845, durante un período de agitada acción en Oxford, Newman fue recibido en la Iglesia por el padre Domenico Barberi, Pasionista Italiano. El evento, aunque largo en prospecto, irritó y angustió a sus conciudadanos quienes no lo perdonaron sino hasta muchos años después. Se sintió su importancia, se desconocen las causas. De ahí una enajenación que sólo el exquisito candor de la propia delineación de Newman en la "Apología" podría satisfacer completamente.
Su conversión divide una vida de casi noventa años en partes iguales, la primera más dramática y su perspectiva determinada, la segunda hasta aquí la hemos contado imperfectamente, pero pasó un cuarto de siglo "sub luce maligna", bajo sospecha de un lado y otro, sus planes frustrados, sus motivaciones tergiversadas. Llamado por Wiseman a Oscott, cerca de Brimingham, en 1846, viajó en octubre a Roma, y fue ordenado sacerdote por el Cardenal Fransoni. El papa aprobó su esquema para establecer en Inglaterra el Oratorio de San Felipe Neri; en 1847 regresó, y, además de establecer la casa en Londres, tomó un trabajo de misionero en Brimingham. De ahí se mudó a Edgbaston, donde aún permanece la comunidad. En 1859 se añadió una gran escuela. La espaciosa iglesia renacentista, consagrada en 1909, es en conmemoración de los cuarenta años que Newman vivió allí. Luego de sus "Sermones para Diferentes Congregaciones" ("Sermons to Mixed Congregations"), que exceden en vigor e ironía sobre sus propias publicaciones. Siempre se sintió "paucorum hominum, sum", su afabilidad no era para la multitud. Como católico se inició con bastante entusiasmo. Sus "Discursos sobre Dificultades Anglicanas"("Lectures on Anglican Difficulties") fueron oídos en Londres por grandes audiencias; "Pérdida y Ganancia" ("Loss and Gain"), aunque no es una gran historia, tiene muchos comentarios alegres y toques personales; "Callista" recuerda su viaje por el Mediterráneo; el sermón en el sínodo de Oscott titulado "La Segunda Primavera" ("The Second Spring") tiene una extraña y delicada belleza. Se dice que Macaulay lo sabía por el corazón. "Cuando Newman decidió unirse a la Iglesia de Roma" observa R.H.Hutton, "su genialidad floreció con una fuerza y libertad como nunca desplegó en la comunión anglicana." Además, "En ironía, en humor, en elocuencia, en fuerza imaginativa, los escritos posteriores, y como podemos llamarla, porción emancipada de su carrera, excediendo de lejos los escritos de su aprendizaje teológico". Pero la literatura Católica también ganó una voz persuasiva y una clásica dignidad de la que hasta hoy no hay otro ejemplo.
Su propia secesión, precedida por la de Ward (Conflictos internos de la peor clase en Oxford), y seguida por muchos otros, habían alarmado a los ingleses. En octubre de 1850 la instauración de una jerarquía territorial católica en Inglaterra hizo estallar una furiosa agitación protestante contra esa supuesta "agresión papal", por la que el país se dividió en sedes católicas, y un cardenal romano anunció de la Puerta Flaminian su compromiso para gobernar Westminster. La nación se volvió loca por la emoción.
Newman impulsó un plan para que se dieran conferencias a cargo de laicos en las ciudades grandes, en defensa de esa medida eclesiástica. El propio Newman colaboró en Birmingham, escribiendo una de sus mejores obras, las "Conferencias sobre la situación actual de los católicos en Inglaterra". Como consecuencia de esas conferencias, Newman fue demandado por difamación por el ex dominico Giacinto Achilli, quien había cometido delitos de seducción de mujeres y cautivaba a sus auditorios ingleses con relatos de las corrupciones de Roma y las crueldades de la Inquisición. Los jueces y el jurado se dejaron llevar por sus prejuicios protestantes, por lo cual Newman fue declarado culpable de difamación y multado con cien libras. A los ojos del pueblo inglés su prestigio quedó bastante rebajado. Luego de la apelación el veredicto fue anulado; y "The Times" admitió que había habido un error judicial cuando Newman fue declarado culpable. Los católicos de todo el mundo lo apoyaron. Sus agradecimientos se encuentran en la dedicación de sus "Lectures" de Dublin. Pero siempre recordaba que debía ese juicio a la precipitación y descuido de Wiseman.
Aún le esperaban muchas más dificultades. Los años entre 1851 y 1870 le trajeron desastres a una serie de nobles proyectos con los que buscaba servir a la religión y a la cultura. Los obispos irlandeses pidieron a Newman que fundara una universidad católica en Dublín. Era una gran oportunidad para servir a la educación superior del laicado, objetivo de gran importancia para Newman. En 1852 Newman pronunció diez discursos en Dublín sobre la naturaleza y objetivo de la educación universitaria, los cuales fueron publicados como primera parte de su obra "Idea de una universidad". Newman sostenía que apartar la teología de las universidades era menoscabar la plenitud e invalidar el crédito de todo aquello que se enseñaba en ellas. Sin embargo la nueva universidad debía tener autonomía. Su objetivo (la educación liberal) no quedaba modificado por ser católica.
Newman inauguró la universidad el 3 de noviembre de 1854, con un equipo de profesores de primera categoría y un puñado de estudiantes. La desconfianza que el arzobispo de Dublín (Cullen) sentía hacia Newman obstaculizó mucho la labor de este último, quien finalmente renunció al rectorado en noviembre de 1858.
Como escritor de inglés en prosa Newman aparece como la perfecta personificación de Oxford, derivando de Cicerón el arte lúcido y calmado de la exposición, de las tragedias griegas un pensativo refinamiento, de los Padres una preferencia por la enseñanza personal sobre la científica, de Shakespeare, Hooker y aquella vieja escuela el uso del idioma. No quiso aprender el alemán; no conocía a Goethe, ni a Hegel; tomó algunos principios de Coleridge, probablemente indirectamente, y, nunca fue más allá de Aristóteles en sus vistazos generales a la educación. De la estrechez puritana de sus primeros veinte años fue entregado cuando descubrió la Iglesia como algo esencial para el cristianismo. Luego agrandó esa concepción hasta que se convirtió a la Iglesia Católica, Apostólica y Romana. Sin embargo no hizo ningún intento por ampliar las bases educativas de Oxford, en 1830, en que mantuvo su posición, a pesar de su continua lectura y estudio. La teología escolástica, excepto en su lado Alejandrino, la mantuvo sin tocarla; no hay nada en ellas en sus "Lectures" o en su "Grammar of Assent". Escribió enérgicamente en contra de la iluminación poco profunda de Brougham; no imprimió ninguna palabra de Darwin, o Huxley, o incluso Colenso.
Lamentó la caída de Döllinger, pero no podía consentir la idea alemana por la cual, como de hecho fue aplicada, el juicio privado de los historiadores rechazaban los dogmas de la Iglesia. Conciencia para él era la revelación interna de Dios, el catolicismo es la revelación externa y objetiva. Esta fuerza de dos dimensiones se la oponía al agnóstico, al racionalista, al simple mundano. Pero parece haber pensado que los hombres son demasiado prematuros para emprender una reconciliación positiva entre fe y ciencia, o quien intentó a través de una vasta síntesis sanar los conflictos modernos con Roma. Le dejó tal obligación a las siguientes generaciones; y, aunque por el principio del desarrollo y la filosofía del asentimiento concreto proporcionando espacio para ello, no contribuyó hacia su cumplimiento en detalle. Probablemente sea recordado como el Obispo Católico Butler, quien extendió la "Analogía"dibujada desde la experiencia de la Iglesia histórica, probando estar de acuerdo con la naturaleza de las cosas, no obstante trascendiendo grandemente con el esquema visible a través de su mensaje, instituciones y propósito, que son igualmente sobrenaturales.
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San Juan Leonardi, presbítero y fundador
n.: 1541 - †: 1609 - país: Italia
canonización: B: Pío IX 10 nov 1861 - C: Pío XI 17 abr 1938
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
San Juan Leonardi, presbítero, que dejó la ciudad de Lucca, en la región italiana de Toscana, donde ejercía como farmacéutico, para llegar a ser sacerdote, y con el fin de enseñar a los niños la doctrina cristiana, restaurar la vida apostólica del clero y propagar la fe católica, instituyó la Orden de Clérigos Regulares, más tarde llamados de la Madre de Dios, lo que le llevó a sufrir muchas contradicciones. También inició el Colegio de Propaganda Fide, en Roma, donde, agotado por los trabajos, descansó piadosamente.
patronazgo: patrono de los farmacéuticos.
refieren a este santo: Beato Pedro de la Natividad de Santa María Virgen Casani
oración:
Padre origen de la santidad, Tú has inspirado a San Juan Leonardi el reconocer a tu Hijo Jesús entre los pequeños, el servir a la Iglesia sin ahorro, y celebrar el Crucifijo Resucitado como medida de la vida consagrada. Concede a nosotros, que lo veneramos como hermano y maestro de vida espiritual, recibir por medio de su gran herencia los dones vivos del Espíritu. Amén.
San Juan Leonardi,¡ruega por nosotros!
[Fragmento de la oración por el Jubileo Leonardino del IV centenario de su muerte)
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Fuente: EWTM.com
Abraham, Santo-Patriarca del A.T.
Martirologio Romano: Conmemoración de san Abraham, patriarca y padre de todos los creyentes, que, llamado por Dios, salió de su patria, la ciudad de Ur de Caldea, y peregrinó por la tierra que Dios había prometido a él y a sus descendientes. Manifestó toda su fe en Dios, esperando contra toda esperanza al no negarse a ofrecer en sacrificio al hijo unigénito, Isaac, que el Señor le había dado, ya anciano, de su esposa Sara.
Etimología: Abraham = Aquel que es padre de muchos pueblos
La historia de Abraham se encuentra en el primer libro de la Biblia, el Libro del Génesis.
Con Abraham fundó Dios en el mundo la verdadera religión.
Vivía en la ciudad de Ur, cerca de los ríos Tigris y Eufrates, cuando Dios le pidió el sacrificio de alejarse de su tierra, que era muy fértil, y de su hermosa ciudad e irse a un país desconocido y desértico, lejos de familiares y amigos. Abraham aceptó este sacrificio, y Dios en pago le prometió que sus descendientes poseerían por siempre aquel país.
Abraham deseaba tener un hijo que prolongara su familia, y Dios permitió que su esposa fuera estéril y que a la edad de 90 años Abraham todavía no lograra tener el hijo que tanto deseaba. Sin embargo Nuestro Señor le prometió que su descendencia sería tan numerosa como las arenas del mar y Abraham creyó a esta promesa de Dios, y esta fe le fue apreciada y recompensada.
Dios se le aparece en forma de viajero peregrino (acompañado de dos ángeles disfrazados también) y Abraham los atiende maravillosamente bien. Dios le promete que dentro de un año tendrá un hijo. Sara la esposa, que está oyendo detrás de una cortina, se ríe de esta promesa, porque le parece imposible ya que ellos dos son muy viejos. Dios manda que al niño le pongan por nombre "Isaac", que significa "el hijo de la sonrisa". Y cuando el jovencito tiene 12 años, Dios pide a Abraham que vaya a un monte y le ofrezca el hijo en sacrificio. Abraham acepta esto que le cuesta muchísimo y cuando ya va a matar a Isaac, un ángel le detiene la mano y oye una voz del cielo que le dice: "He visto cuán grande es tu generosidad. Ahora te prometo que tu descendencia nunca se acabará en el mundo". Y luego ve un venado enredado entre unas matas de espinas y lo ofrece en sacrificio a Dios.
Los enemigos atacaron a la ciudad donde vivía Lot, el sobrino de Abraham, llevándose a todos prisioneros. Entonces el patriarca reunió a sus obreros (318) y atacó por sorpresa a los enemigos y libertó a todos los cautivos. En acción de gracias llevó a Melquisedec, sacerdote de Jerusalén, la décima parte de todo lo que había conseguido. Desde entonces quedó la costumbre de dar para Dios y para los pobres el diezmo, o sea la décima parte de lo que cada uno gana.
Nuestro Señor le comunicó a su amigo Abraham que iba a destruir a Sodoma por que en esa ciudad se cometían pecados de homosexualidad. Abraham le rogó a Dios que no la destruyera si había allí siquiera diez personas buenas. Pero como no las había, cayó una lluvia de fuego y los mató a todos. Solo se salvó Lot, por ser el sobrino de Abraham. Pero la mujer de Lot desobedeció la orden de los ángeles y al salir de la ciudad se puso a mirar hacia atrás y quedó convertida en estatua de sal.
Abraham fue padre de Isaac, del cual nacieron Esaú y Jacob. Los hijos de Jacob se llaman los doce Patriarcas, de los cuales se formó el pueblo de Israel. Dios le cambió el nombre de Abrán, que significa "padre", por el nombre de "Abraham", que significa: padre de muchos pueblos.
La S. Biblia alaba a Abraham porque creyó contra toda esperanza y porque nunca dudó de que Dios sí cumple lo que promete, aunque parezca imposible.
Santo Patriarca Abraham, pídele a Dios que nos conceda una fe tan grande como la tuya, y el perseverar fieles a nuestra religión hasta la muerte.
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Autor: P. Angel Amo
Luis Beltrán, Santo- Presbítero
Martirologio Romano: En Valencia, en España, san Luis Bertrán, presbítero de la Orden de Predicadores, que en América meridional predicó el evangelio de Cristo y defendió a varios pueblos indígenas (1581).
Etimología: Luis = Aquel que es famoso en la guerra, viene del germano
Luis Beltrán nació en Valencia (España) el l de enero de 1526, de familia rica y muy virtuosa. Su padre, Juan Luis, después de haber quedado viudo, quiso hacerse monje del monasterio de Porta-Coeli que queda cerca de Valencia. Pero cuando ya iba llegando al monasterio, se le aparecieron san Vicente Ferrer y san Bruno quienes le dijeron que la voluntad de Dios no lo quería en el convento sino en el mundo. Obedeció, regresó y al poco tiempo se casó con la virtuosa Juana Angela Eixarch, hija de Juan Eixarch, rico mercader.
Luis fue el primogénito de esta pareja, y fue bautizado en la parroquia de San Esteban, en la misma pila bautismal en donde dos siglos antes había sido bautizado san Vicente Ferrer. Desde muy niño dio claras muestras de su afición a la oración y a la penitencia. Se cuenta que a los siete años de edad pasaba largas horas en oración durante la noche y luego se acostaba en el suelo; y para no ser descubierto, desarreglaba la cama.
Lector asiduo de las vidas de los santos, se entusiasmó tanto con el ejemplo de san Alejo y san Roque, quienes por amor a Dios dejaron casa y parientes para peregrinar mendigando su sustento, que resolvió seguir su ejemplo. Sacó dinero prestado, preparó algo de ropa y alimento, buscó un compañero que compartiera su camino y su vida, y partieron camino de Santiago. Como la madre se encontraba enferma y sabía el dolor que estaba causando a su padre, le escribió una carta que todavía hoy se conserva y que comenzaba así:
“Tengo por muy cierto el enojo que Vuestra Merced y la señora han recibido con la resolución que he tomado. Mas ciertamente no lo debían recibir, pensando que esta es la voluntad de Dios...”.
Como es de suponer, poco después fue encontrado por el criado que envió su padre a buscarlo. Lo encontró cerca de Buñol, descansando tranquilamente junto a una fuente cerca del pueblo que todavía hoy se conserva como entonces, y que es centro de mucha devoción.
A los veinte años ingresó a la Orden de Predicadores y después de su Ordenación sacerdotal se dedicó a la predicación. En 1562 fue enviado a América. En Colombia se dedicó a la catequización, a bautizar y a levantar iglesias. Su celo y su caridad le ganó el afecto de los indígenas, que acudían a él de todas partes y lo acompañaban constantemente. En 1570 regresó a España y continuó su labor apostólica, y en 1574 el Capítulo general de Aragón lo nombró predicador general.
Él mismo define su estilo: “Yo predico en estilo que todos lo entiendan. Y como Dios dijo a Isaías: Stilo hominis. Quiere decir en buen romance claro, que lo entienda todo el mundo. Esto es: estilo llano. Ningún cronista ha guardado tan bien las reglas de los historiadores como los sagrados evangelistas. ¡Qué cortos en contar las grandezas y hazañas de Cristo! ¡Qué sin elocuencia! ¡Qué sin afectos! ¡Qué sin retóricas! Para que resplandezca la verdad, sin color ni afeite, sin ayuda de elocuencia y saber humano”.
Desempeñó varios cargos en su Orden y murió el 9 de octubre de 1581, a los 55 años de edad, en el palacio del patriarca San Juan de Ribera, que era su amigo. Fue canonizado por Clemente X en 1671, y la Iglesia colombiana lo ha venerado siempre como uno de sus principales abogados y patronos
Juan Leonardi trabajaba en una farmacia de Lucca a mediados del siglo XVI. Dotado de un natural muy religioso, el joven, miembro de la cofradía fundada por el beato Juan Colombini, empezó a estudiar en privado con el objeto de recibir las órdenes sagradas. Una vez ordenado sacerdote, se consagró intensamente a su ministerio, particularmente en los hospitales y prisiones. Poco a poco fueron reuniéndose con él algunos jóvenes, que le ayudaban en su trabajo. Tenían su centro de reunión en la iglesia de Santa María de la Rosa, en Lucca y vivían en común en una casa de los alrededores. Era la época en que los destrozos causados por el protestantismo y el espíritu de renovación del Concilio de Trento habían infundido en los católicos fervorosos un gran deseo de reforma. Nada tiene, pues, de extraño que Juan Leonardi y sus discípulos, varios de los cuales se preparaban para el sacerdocio, hayan decidido fundar una nueva congregación de sacerdotes seculares. Pero cuando el proyecto llegó a oídos de los habitantes de la república de Lucca, suscitó una violenta oposición por motivos políticos que nos cuesta trabajo entender hoy en día. En todo caso, la oposición fue suficientemente violenta como para obligar a san Juan Leonardi a vivir el resto de su vida fuera de Lucca, y sólo consiguió visitar la ciudad bajo la protección del Papa.
En 1580, compró secretamente para los miembros de su congregación la iglesia de Santa María Cortelandini. Tres años más tarde, con la aprobación del Papa, el obispo de Lucca reconoció oficialmente la congreagción como una asociación de sacerdotes seculares con votos simples (el nombre actual de la congregación y el derecho de sus miembros a hacer votos solemnes datan de 1621). San Felipe Neri apoyó y ayudó a san Juan Ieonardi y le regaló sus posesiones de San Girolamo della Carita, confiándole al mismo tiempo el cuidado de su gato. También san José de Calasanz ayudó a nuestro santo, y durante algún tiempo las congregaciones fundadas por ambos se fundieron en una.
La congregación del P. Leonardi llegó a constituir una fuerza espiritual de tanta importancia en Italia, que Clemente VIII la confirmó en 1595. Dicho Pontífice tenía en tanto aprecio las virtudes y capacidades de san Juan que le nombró vicario apostólico, encargado de supervisar la reforma de los monjes de Valleumbrosa y Monte Vergine; además, le confió la iglesia de Santa María in Portico y nombró al cardenal Baronio protector de la congregación. Actualmente la congregación es muy pequeña. San Juan Leonardi colaboró con Mons. J. B. Vives en el primer proyecto de seminario de misiones extranjeras, por lo que puede considerarse uno de los fundadores del Colegio «De Propaganda Fide», que el papa Urbano VIII puso en práctica al fundarlo en 1627.
San Juan Leonardi contrajo la peste en 1609, cuando atendía a los enfermos durante una epidemia y murió en octubre de ese año. Su fiesta fue incluida en cl calendario general en 1941.
Existen varias biografías del santo. Véase, por ejemplo, L. Marracci, Vita del P. Giovanni Leonardi, Lucchese (1673). Las dos obras de F. Ferraironi (1938), estudian a San Juan como fundador y como colaborador en el proyecto del Colegio de Propaganda Fide. Próspero Lambertini (Benedicto XIV) menciona frecuentemente la causa de san Juan Leonardi en el lib. II de su gran obra «De beatificatione...». La Orden tiene un web muy completo.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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Fuente: Vatican.va
Cirilo Beltrán, Inocencio de la Inmaculada y 8 compañeros; Santos
Mártires de Turón en Asturias,
Martirologio Romano: En la localidad de Turón, en la región española de Asturias, santos mártires Inocencio de la Inmaculada (Manuel) Canoura Arnau, presbítero de la Congregación de la Pasión, y ocho compañeros, de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, que, durante la revolución, en odio a la fe fueron asesinados sin juicio previo, alcanzando así la victoria (1934). Sus nombres son: santos Cirilo Bertrán (José) Sanz Tejidor, Marciano José (Filomeno) López López, Victoriano Pío (Claudio) Bernabé Cano, Julián Alfredo (Vilfrido) Fernández Zapico, Benjamín Julián (Vicente) Alonso Andrés, Augusto Andrés (Román) Martín Fernández, Benito de Jesús (Héctor) Valdivielso Sáez y Aniceto Adolfo (Manuel) Seco Gutiérrez.
La Iglesia elevó a la gloria de los altares a nueve Hermanos de las Escuelas Cristianas (Lasalianos) y a un Padre Pasionista. Ocho Hermanos dirigían una escuela en Turón, un pueblo situado en el centro de un valle minero de la región asturiana, en el nordeste de España y fueron martirizados en 1934. El noveno Hermano es de Cataluña y murió cerca de Tarragona en 1937. El Padre Pasionista prestaba asistencia sacramental a la escuela de Turón. Se trata de la glorificación de diez personas que llevaron la fidelidad de sus vidas consagradas hasta dar su sangre en testimonio y en defensa de su fe y de su misión evangelizadora. En consecuencia, esa solemne decisión eclesial redunda en la glorificación de la hermosa tarea de educar cristianamente a los niños de todos los tiempos.
La mayoría de estos religiosos se hallaban en plena juventud: cuatro de ellos tenían menos de 26 años y el mayor 46. Sus nombres son:
Hno. CIRILO BERTRÁN (JOSÉ SANZ TEJEDOR), director de la comunidad, nació en Lerma, provincia de Burgos, el 20 de marzo de 1888. Los padres eran humildes trabajadores: de ellos aprende la austeridad y el espíritu de sacrificio. Ingresó en el Noviciado de los Hermanos en Bujedo e hizo su primera profesión religiosa en agosto de 1905. En su vida apostólica se muestra comprometido y celoso. Nombrado director de la escuela de Turón, a donde llega en 1933, su actitud prudente y serena es de gran ayuda para los Hermanos de la comunidad. En el verano de 1934 participa en un retiro de un mes en Valladolid: será la mejor preparación para su encuentro con el Señor en el martirio que tendrá lugar dentro de unos meses.
Hno. MARCANO JOSÉ (FILOMENO LÓPEZ LÓPEZ), nació en El Pedregal, provincia de Sigüenza Guadalajara, el 17 de noviembre de 1900. Pertenece a una familia de trabajadores y aprende desde niño a soportar las molestias del trabajo y afrontar con ánimo las dificultades de la vida. A sugerencia de un tío suyo ingresa en el Instituto de los Hermanos de La Salle, pero una enfermedad en el oído le obliga a regresar a su familia. Pronto será admitido de nuevo, pero a condición de dedicarse a trabajos manuales. Se halla en la comunidad de Mieres (Asturias) cuando acepta sustituir a un Hermano de Turón, asustado por las tensiones de ese momento. Esto ocurría en el mes de abril de 1934, seis meses antes del sacrificio supremo que el Señor le pedirá. Une así su destino al de sus compañeros de comunidad, a la que siempre ha prestado sus servicios con bondad y cariño.
Hno. VICTORIANO PÍO (CLAUDIO BERNABÉ CANO), nació en San Millán de Lara, provincia de Burgos, el 7 de julio de 1905. Sus padres, labradores, le inculcaron desde los primeros años las virtudes de laboriosidad y espíritu de servicio. Ingresó en el Instituto de los Hermanos de La Salle en Bujedo en 1918. Las leyes de 1933, obligan a los Hermanos, por prudencia, a cambiar frecuentemente de residencia y él es trasladado del Colegio de Palencia a la escuela de Turón. Le costó mucho el cambio, pero lo aceptó con espíritu de sacrificio y obediencia. Llevaba solamente diez días en Turón cuando el Señor le pidió un sacrificio mayor, el sacrificio de su vida.
Hno. JULIÁN ALFREDO (VILFRIDO FERNÁNDEZ ZAPICO), nació en Cifuentes de Rueda, provincia de León, el 24 de diciembre de 1903. Los buenos consejos de sus padres y la influencia de un tío sacerdote con el cual fue obligado a vivir durante algún tiempo después de la muerte prematura de su madre, hacen crecer su piedad natural y lo inclinan muy joven a la vida religiosa. A los 17 años ingresa en el noviciado de los Capuchinos de Salamanca. Pero a causa de una inesperada enfermedad regresa a su casa. Tiene 22 años cuando Dios le da a conocer a los Hermanos de La Salle y en 1926 ingresa en el noviciado de Bujedo. Muestra gran madurez y piedad que suscita la admiración de sus compañeros más jóvenes. En su labor educativa manifiesta asimismo una dedicación extraordinaria, sobre todo al preparar a los niños a la primera comunión. En el verano de 1933 es destinado a la comunidad de Turón. El año anterior había hecho su profesión perpetua sellando su compromiso definitivo con el Señor. Cuando Dios le llama al sacrificio de su vida, se encuentra preparado para responder sin vacilación.
Hno. BENJAMÍN JULIÁN (VICENTE ALONSO ANDRÉS), nació en Jaramillo de la Fuente, provincia de Burgos, el 27 de octubre de 1908. Muy joven ingresa en el Instituto de los Hermanos de La Salle. Tuvo que vencer algunas dificultades en los estudios debido a su falta de preparación inicial. La misma decisión manifestó en los avatares de su itinerario religioso. Cuando el 30 de agosto de 1933 emitió sus votos perpetuos con plena madurez y decisión, recogía el fruto de su tesón y de su generosidad. Cuando recibió la orden de cambiar de la escuela de Compostela, tanto los alumnos como las familias lo sintieron mucho y querían impedirlo a toda costa, pero él con generosa disponibilidad, aunque con mucha nostalgia, aceptó y se trasladó a Turón. Los que pasaron por aquel lugar nunca olvidarían su alegría y el optimismo que mostraba en sus comentarios y juicios sobre la situación en aquellos momentos. Tanta sencillez y fortaleza sólo podían proceder de un corazón saturado de Dios, quien lo eligió para su encuentro con El.
Hno. HÉCTOR VALDIVIELSO (BENITO DE JESÚS). sus padres se trasladaron a Buenos Aires unos años antes de su nacimiento, que tuvo lugar el 31 de octubre de 1910. Fue bautizado en la iglesia de San Nicolas de Bari, que se encontraba en la zona donde se alza actualmente el Obelisco de la Avenida 9 de Julio. Cuando sus padres, a causa de dificultades financiarias, se vieron obligados a regresar a España, estableciéndose en Briviesca (Burgos), conoció y entró en el centro de formación de los Hermanos de La Salle en Bujedo. Después hizo el Noviciado Misionero que los Hermanos tenían en Lembecq-lez-Hal, Bélgica, movido del deseo de realizar un día el apostolado en la tierra donde había nacido, la Argentina. En espera de poder realizarse sus sueños, los Superiores lo destinaron a la escuela de Astorga (León). En septiembre de 1933 fue destinado a Turón. En el corto tiempo que permaneció en la cuenca minera, se mostró como siempre, plenamente entregado a la clase y a las asociaciones juveniles de la Cruzada Eucarística y la Acción Católica. Su dedicación a los jóvenes le convirtió, él joven, en candidato predilecto para el martirio, cosa que no tardó en realizarse. Es el primer Santo Argentino.
Hno. ANICETO ADOLFO (MANUEL SECO GUTIÉRREZ), el benjamín de la comunidad, había nacido en Celada Marlantes, provincia de Santander, el 4 de octubre de 1912. Aunque quedó pronto huérfano de madre, la piedad de su padre era tal que fueron tres los hijos que entregó a Dios en el Instituto de S. Juan Bautista de La Salle. Entró en el Noviciado en 1928 y emitió sus primeros votos en 1930. En medio de su trabajo, su mayor preocupación era el cultivo de su vida espiritual. Ella le movía a preocuparse intensamente por los demás, sobre todo en lo referente al cumplimiento del deber y a la entrega generosa a Dios. Después de permanecer un año en el Colegio de Nuestra Señora de Lourdes en Valladolid, fue destinado a Turón en agosto de 1933. La sonrisa serena y atractiva que adornaba permanentemente su rostro, tuvo que impresionar sin duda a los mismos asesinos que, a sus 22 años, le condujeron a la eternidad.
Hno. AUGUSTO ANDRÉS (ROMÁN MARTÍNEZ FERNÁNDEZ) nació en Santander el 6 de mayo de 1910. Heredó de su padre, militar de profesión, el sentido de la precisión y del orden; y de su madre, piadosa y sencilla, la gentileza que tanto admiraban sus profesores, sus compañeros y después sus alumnos. Cuando manifestó la intención de hacerse religioso -era el hijo mayor y el único varón en casa cuando su padre murió- su madre no se resignaba. Pero una enfermedad del joven doblegó la resistencia materna. Prometió a la Virgen que aceptaría los deseos de su hijo si sanaba y, habiendo obtenido la curación, autorizó el ingreso en los Hermanos de La Salle. En 1922 finalizó su noviciado y emitió con decisión sus primeros votos religiosos. Se hallaba en el colegio de Palencia en 1933, cuando la dispersión le llevó al que había de ser su postrer destino, la comunidad de Turón. Su valor y decisión fueron llamativos en los últimos momentos de su existencia, pues él fue quien dirigió las últimas palabras a sus verdugos. Fueron palabras llenas de entereza y de aceptación del martirio, propias de un corazón totalmente entregado a Dios.
PRESBÍTERO INOCENCIO DE LA INMACULADA (MANUEL CANOURA ARNAU), nació en el Valle del Oro, provincia de Mondoñedo, el 10 de marzo de 1887. Ingresó en la Congregación de los Pasionistas a la edad de 14 años. Recibió el Subdiaconado en Mieres en 1910 y el Diaconado en junio de 1912. El 20 de septiembre de 1920 fue ordenado sacerdote. Desde entonces empezó para este Padre instruido y celoso, una vida de intenso apostolado sacerdotal, en el que cabe resaltar su dedicación a la enseñanza de la filosofía, de la teología, de la literatura en las diversas casas a las que fue destinado. Su último destino fue de nuevo Mieres, a comienzos de septiembre de 1934. La causa de que se hallara con los Hermanos en Turón fue que había sido requerido su servicio sacramental, al que se había ofrecido de buen grado cuando le pidieron que fuera a confesar para preparar a los niños a celebrar el primer viernes de mes, que coincidía con el 5 de octubre.
El martirio de estos Hermanos no llegó de modo inesperado. La situación que vivía España era difícil: la masonería y el comunismo luchaban por el poder y por hacer desaparecer la tradición religiosa. Se habían programado una serie de iniciativas contra la Iglesia, los sacerdotes y los religiosos. Se promovió una campaña de odio y violencia que en ciertos lugares llegó a crueles desenlaces, incluso más allá de las previsiones de los grupos dirigentes. Asturias era una región minera con gran cantidad de inmigrados cuyo régimen de vida era duro y se sentían desarraigados de sus mejores tradiciones. La campaña contra la burguesía y contra la Iglesia encontró allí un terreno especialmente preparado. Así sucedió que el 5 de octubre un grupo de rebeldes arrestó a los ocho Hermanos que trabajaban en la escuela de Turón y al sacerdote pasionista que estaba con ellos. Los nueve religiosos fueron concentrados en la "casa del pueblo" a la espera de la decisión que había de tomar el "Comité revolucionario".
Bajo la presión de algunos extremistas, el Comité decidió la condena a muerte de estos religiosos que tenían una notable influencia en la localidad, ya que gran parte de las familias mandaban sus hijos a su escuela. La decisión se tomó en secreto: los religiosos serían fusilados en el cementerio del pueblo, poco después de la una de la madrugada, el 9 de octubre de 1934. Los asesinos fueron reclutados de otros lugares porque en el pueblo de Turón no encontraron quienes estuvieran dispuestos a perpetrar semejante crimen. Las víctimas comprendieron de inmediato las intenciones del Comité y se prepararon generosamente al sacrificio con la oración, la confesión y el perdón que otorgaron a sus asesinos. A la hora prevista por el Comité, caminaron juntos y serenos al cementerio. En el centro del mismo estaba preparada una fosa delante de la cual alinearon a los religiosos. Fueron muertos con dos cargas de fusilería y rematados a tiros de pistola. La serenidad y valentía con la que los Hermanos y el P. Pasionista aceptaron el martirio impresionó a los mismos asesinos como más tarde ellos mismos declararían. Pocos meses después de su muerte sus cuerpos fueron exhumados y trasladados con grandes manifestaciones de adhesión al mausoleo donde reposan en Bujedo, en la provincia de Burgos.
El Hno. JAIME HILARIO (MANUEL BARBAL COSÍN) nació el 2 de enero de 1898 en Enviny, diócesis de Urgel, provincia de Lérida. Vivió en un ambiente profundamente cristiano, en los trabajos del campo y ruda labor de un pueblo de alta montaña. A sus trece años entró en el Seminario de La Seo de Urgel. Pero, debido a una enfermedad del oído que será una cruz a lo largo de su vida, tuvo que abandonar los estudios eclesiásticos. En 1917 decidió entrar en el noviciado de los Hermanos de La Salle. El 24 de febrero del mismo año, en Irún, tomó con el hábito religioso el nombre de Hno. Jaime Hilario. Un año más tarde iniciaba su misión de educador y catequista. Fue en Mollerusa, en Pibrac, cerca de Toulouse (Francia), en Calaf, su tierra natal. En este período se hizo patente su capacidad literaria, colaborando en revistas en la difusión de los valores cristianos. En adelante su sordera le impedirá seguir su labor educativa. Tuvo que trasladarse a Cambrils (Tarragona) para ocuparse de las labores del campo. El 18 de julio de 1936 estalla la guerra civil española. El Hno. Jaime Hilario se refugia en una casa amiga de Mollerusa, en donde permanece en régimen de libertad vigilada. Después es trasladado a la cárcel de Lérida y, puesto que procedía de Cambrils, es conducido a Tarragona y encarcelado en el barco " Mahon " con otros sacerdotes y seglares cristianos. El 15 de enero de 1937 se celebró su juicio sumarísimo. No quería abogado defensor porque iba a decir siempre la verdad. Por obediencia aceptó la defensa del Sr. Juan Montañés, pero no permitió que se disimulase su condición de religioso. El Tribunal Popular de Tarragona lo condenó a muerte. Aceptó el veredicto con serenidad admirable y allí mismo envió a sus familiares una carta en la que expresaba su alegría de morir mártir. El abogado tramitó la solicitud de gracia, que fue concedida a las otras 24 personas que habían sido juzgadas con él; pero él, el único religioso del grupo, fue ejecutado. El 18 de enero de 1937, a las 3,30 de la tarde, el Hno. Jaime Hilario fue fusilado en el bosquecillo del Monte de la Oliva, junto al cementerio de Tarragona. Con asombro del piquete, el mártir siguió en pie después de dos descargas sucesivas. El grupo arrojó las armas y se dio a la fuga. El jefe del pelotón, furioso, se acercó a la víctima y disparó en la sien del héroe. Sus últimas palabras a los que iban a fusilarle fueron: -¡Amigos, morir por Cristo es reinar!
Estos mártires (los nueve de Turón y el Hno. Jaime Hilario) fueron beatificados juntos por el Papa Juan Pablo II el 29 de abril de 1990. Además desde el 21 de noviembre de 1999 la Iglesia honra su fe y su sacrificio, declarándolos Santos y proponiéndolos como ejemplo al pueblo cristiano.
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Autor: Xavier Villalta
Dionisio de París, Santo
Primer obispo de París,
Martirologio Romano: San Dionisio, obispo, y compañeros, mártires, de los cuales la tradición quiere que el primero, enviado por el Romano Pontífice a la Galia, fuese el primer obispo de París, y que junto con el presbítero Rústico y el diácono Eleuterio, padeciesen en las afueras de la ciudad (s. III).
Etimología : Dionisio = Aquel que mantiene la fe en Dios, viene del griego
Dionisio legó a Francia hacia el 250 ó 270 desde Italia con seis compañeros con el fin de evangelizarla. Fue el primer obispo de París, y apóstol de las Galias.
Dionisio fundó en Francia muchas iglesias y fue martirizado en el 272, junto con Rústico y Eleuterio, durante la persecución de Valeriano. Según creen algunos es en Montmartre (mons Martyrum), o en el sur de la Isla de la Cité, según otros, donde se eleva, en la actualidad, la ciudad de Saint-Denis lugar en el que fueron condenados a muerte.
Según las Vidas de San Dionisio, escritas en la época carolingia, tras ser decapitado, Dionisio anduvo durante seis kilómetros con su cabeza bajo el brazo, atravesando Montmartre, por el camino que, más tarde, sería conocido como calle de los Mártires. Al término de su trayecto, entregó su cabeza a una piadosa mujer descendiente de la nobleza romana, llamada Casulla, y después se desplomó. En ese punto exacto se edificó una basílica en su honor. La ciudad se llama actualmente Saint-Denis.
La tradición del culto a San Dionisio de París, fue creciendo poco a poco, dándole a conocer, llegando a confundirlo con Dionisio Areopagita (obispo de Atenas) o con Dionisio el Místico. Esta confusión proviene del siglo XII cuando el abad Suger falsificó unos documentos por razones políticas, haciendo creer que San Dionisio había asistido a los sermones de Pablo de Tarso.
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