Santoral del 26 de Noviembre



INDICE

San SILVESTRE GOZZOLINI
Beata DELFINA DE SIGNE
San NICÓN "Metanoite"
Leonardo de Porto Maurizio, Santo Predicador
Conrado, Santo Obispo,
Santiago Alberione, Beato Sacerdote
Humilde de Bisignano, Santo Confesor
Margarita Occhiena, Venerable Mamá de San Juan Bosco
Belino de Padua, Santo Mártir y Obispo
Cayetana Sterni, Beata Fundadora
Siricio, Santo XXXVIII Papa de la Iglesia
San Juan Berchmans, religioso (+ 1621)


Siricio, Santo
n. en Alejandría, Egipto
† martirizado en el año 311 en Alejandría
Yo soy  camino, verdad y vida .
nadie viene al Padre sino por Mi.
(Juan 14, 6)

San Pedro de Alejandría fue un verdadero imitador de Jesucristo. Imitó su humildad rehusando, aunque fuese patriarca, sentarse en la cátedra patriarcal, y su caridad, abrazando al verdugo que venía a decapitarlo. Decapitado, permaneció de rodillas todavía algún tiempo, como si hubiese continuado rezando a Dios por sus perseguidores. Murió en el año 311.

MEDITACIÓN SOBRE LA IMITACIÓN DE JESUCRISTO
I. Jesús es el camino por el cual debemos llegar al cielo; hay que seguir la huella de sus pasos. Es nuestra Cabeza; Él, primero, nos ha abierto el camino del cielo: este camino es el de las humillaciones y de los sufrimientos; me engaño, pues, si pretendo ir al cielo por otro camino. En adelante quiero, oh mi divino Maestro, seguiros a todas partes a donde vayáis, al Huerto de los Olivos, al Calvario y hasta a la Cruz.

II. Jesús es la verdad; hay que ser impío para dudar de la verdad de sus palabras. Ha dicho Él que los pobres, los afligidos y los perseguidos son bienaventurados: ¿lo crees tú? ¿No crees más bien al mundo, que dice lo contrario? Preciso es que uno u otro se equivoque y quiera hacernos equivocar. No sois Vos, oh Jesús mío; el mundo es el engañador, ¡y nosotros nos fiamos en él! O Cristo se equivocó, o el mundo está en el error (San Bernardo).

III. Jesús es la vida; ha venido a este mundo para darnos una vida feliz y rica en toda clase de bienes, no de esta tierra, sino del cielo. Sobre todo en el adorable Sacramento del altar es donde nos da esta vida. ¿Cómo te acercas tú a la santa Mesa? Si tanto trabajamos para prolongar nuestra vida algunos días, ¡qué no deberíamos hacer para vivir eternamente! (San Agustín).

La imitación de Jesucristo.
Orad por vuestro Obispo.

ORACIÓN

Dios omnipotente, mirad nuestra flaqueza; ved cómo el peso de nuestros pecados nos abruma, y fortificadnos con la gloriosa intercesión de San Pedro, vuestro pontífice mártir. Por J. C. N. S.


San Juan Berchmans, religioso.

fecha: 13 de agosto
n.: 1599 - †: 1621 - país: Italia
canonización: B: Pío IX 28 may 1865 - C: León XIII 15 ene 1888
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
En Roma, san Juan Berchmans, religioso de la Orden de la Compañía de Jesús, que, amadísimo por todos por su sincera piedad, caridad auténtica y alegría constante, murió serenamente después de una breve enfermedad.
patronazgo: patrono de los estudiantes y la juventud.

«Si no llego a santo mientras soy joven -había dicho Juan Berchmans- nunca llegaré a serlo». Murió cuando tenía veintidós años y fue un santo, uno de los tres santos jóvenes de la Compañía de Jesús. Se distinguió de los otros dos, san Luis Gonzaga y san Estanislao de Kostka, por sus orígenes, ya que éstos pertenecían a la aristocracia, mientras que Juan era el hijo mayor de un zapatero, un modesto artesano de la ciudad de Diest, en Brabante. Ahí vino al mundo Juan, en 1599, en la trastienda del taller de su padre que, según rezaba el rótulo colgado sobre la puerta, se llamaba «La Luna Grande y la Luna Chica». El chiquillo aprendió las primeras letras con un maestro laico y quedó después en manos del padre Peter Emmerich, canónigo premonstratense de la abadía de Tongerloo quien, además de enseñar al niño el latín y los elementos de las ciencias, lo llevaba consigo en sus visitas a los santuarios y a los sacerdotes de los alrededores. Aquellos contactos desarrollaron en Juan la tendencia a la soledad, o bien a buscar la compañía de los mayores y no la de los chicos de su edad, pero no por eso se puede decir que se aislase de éstos, ya que participaba gustosamente en sus juegos y, sobre todo, en las representaciones teatrales que organizaban los muchachos, y aun llegó a distinguirse en el desempeño del papel del profeta Daniel, particularmente en la escena donde defendía a Susana de las acusaciones de los ancianos. Por aquel entonces, había cumplido los trece años, los negocios de su padre prosperaban y éste creyó conveniente sacar a Juan de la escuela para ponerlo a trabajar y para que aprendiese el oficio. El muchacho, que ya tenía pensado dedicarse al sacerdocio, protestó con tanta energía que, a fin de cuentas, el zapatero accedió a dejarle partir a Malinas para servir como criado en la casa de uno de los canónigos de la catedral, el padre Juan Froymont y asistir, al mismo tiempo, a las clases del seminario archiepiscopal.

El canónigo secular Froymont era un hombre muy distinto al canónigo regular Emmerich y en su compañía, el joven Juan iba a cazar patos en vez de visitar santuarios. El trabajo principal de Juan en la casa del canónigo era el de disponer la comida y servir la mesa, pero también se le confió la educación de los perros para que aprendieran a recuperar las piezas cobradas por el padre Froymont. En el año de 1615, los jesuitas abrieron un colegio en Malinas, y Juan Berchmans fue uno de los primeros en sentirse atraído hacia él, «no sin provocar un gran resentimiento en el que había sido su maestro y tutor, a raíz del cual quedó establecido un distanciamiento entre ellos y nosotros», según escribió más tarde el padre De Greeff, confesor y profesor de griego de Juan. Este en su nuevo colegio se dedicó al estudio con extraordinaria aplicación, participó con entusiasmo en la representación de los dramas sacros y, con mucha frecuencia, pasada la media noche, se le encontraba arrodillado al pie de su lecho, donde le había sorprendido el sueño mientras se hallaba entregado a la plegaria. Un año después, superadas algunas objeciones por parte de su padre, ingresó en el noviciado. Una semana antes, escribió a su casa de esta manera: «Os suplico humildemente, a vos, mi respetado padre, y a vos, mi amada madre, que, en nombre de vuestro afecto paternal por mí y de mi amor filial por vosotros, vengáis aquí el miércoles por la tarde a más tardar, ya sea por la diligencia de Malinas desde Montaigu o en el coche de Esteban, para que yo pueda deciros: 'Os saludo y adiós', lo mismo que vosotros a mí, cuando entreguéis a este vuestro hijo al Señor Dios, quien me dio a vosotros».

Tal como lo esperaban todos aquellos que le conocían a fondo, Juan Berchmans fue un novicio admirable. A través de sus notas ascéticas y otros escritos de aquella época, se advierte que él se había trazado desde el principio un camino de perfección que se proponía seguir inquebrantablemente y que expresaba con su frase favorita: «Hagamos un almacén de pequeñas cosas». Sus propósitos de poner por escrito todas sus reflexiones le ejercitaron notablemente y así pudo hacer un análisis de la obra del padre Alfonso Rodríguez sobre la perfección cristiana, tan valioso que fue publicado poco después de haber sido escrito. A poco de haberse iniciado su noviciado, murió su madre (existe una conmovedora carta que Juan le escribió durante su última enfermedad) y, dieciocho meses después, su padre, el zapatero, recibió la ordenación sacerdotal y obtuvo una canonjía en su ciudad natal. El 2 de septiembre de 1618, el hermano Juan escribió a su padre, el canónigo Berchmans, para anunciarle que estaba a punto de hacer sus primeros votos y para pedirle, en una posdata, que tuviese a bien mandarle, «por intermedio de su reverencia el chantre, once aleas de tela, seis aleas de franela, tres aleas de lino y dos cueros de becerro para confeccionar mis ropas». El canónigo Berchmans murió un día antes de que su hijo hiciera sus votos, pero Juan no lo supo hasta el día en que le escribió para concertar una cita con él en Malinas, a fin de despedirse antes de partir a Roma para iniciar sus cursos de filosofía. En vísperas de emprender el viaje, escribió a sus parientes y les expresó su asombro y su disgusto por no haber tenido noticias sobre el fallecimiento de su padre; también escribió entonces a su antiguo maestro, el canónigo Froymont, para pedirle que vigilara la conducta de sus hermanos menores, Carlos y Bartolomé, «a los que tal vez no vuelva a ver en esta vida».

Juan llegó a Roma la víspera del año nuevo de 1618, después de haber hecho a pie, con un compañero, la jornada desde Amberes, en diez semanas. Inmediatamente, inició sus estudios en el Colegio Romano, bajo la dirección del padre Cepari, quien posteriormente escribió su biografía. De acuerdo con uno de los profesores, el padre Piccolomini, "Berchmans tiene mucho talento, es capaz de abarcar distintos temas al mismo tiempo y, en mi opinión, su entusiasmo y su aplicación para el trabajo rara vez habrán sido igualados y nunca superados ... No se ahorra ningún esfuerzo ni rehuye las dificultades o las fatigas para llegar a dominar los varios idiomas y materias de conocimiento que habrán de hacer de él un hombre sabio y estudioso». El padre Massucci, director espiritual de los estudiantes, declaró por su parte: «Después del bendito Luis Gonzaga, con quien yo viví en el Colegio Romano durante los últimos años de su existencia, no había conocido a un joven de vida más ejemplar, de conciencia más pura y de más alta perfección que a Juan». Sin duda que por eso, «sus hermanos le amaban y le reverenciaban como a un ángel del cielo». Durante dos años y medio, San Juan avanzó por «su caminito», sin singularizarse por los excesos de su mortificaciones. «Mi penitencia -decía- consiste en llevar la vida de la comunidad» y agregaba a manera de observación: «Me gusta ser gobernado y manejado como un niño recién nacido».

El éxito que obtuvo Juan en sus exámenes, en mayo de 1621, le valió ser elegido para sostener una tésis contra todos los que quisiesen rebatirla durante un debate público. Pero ya la tensión de los prolongados estudios durante el sofocante verano romano le afectó profundamente y, desde entonces, su salud comenzó a declinar rápidamente. El 6 de agosto se sentía enfermo, pero tomó parte activa en una discusión pública en el Colegio Griego y, al día siguiente, tuvo que ser enviado al hospital. No perdió el buen ánimo y se mostró alegre, como de costumbre (el padre Cepari afirma que siempre había una sonrisa en sus labios). Cuando tuvo que tomar un medicamento de sabor particularmente desagradable, pidió al padre enfermero, medio en broma y medio en serio, que rezara la acción de gracias por los alimentos, después de la comida y no antes y, en el mismo tono, comentó con el padre rector que tenía la esperanza de que la muerte reciente de otro jesuita, flamenco como él, en Roma, no provocase alguna fricción entre las dos provincias de la Compañía de Jesús; también cuando los médicos ordenaron que se le pusiesen compresas de vino añejo en las sienes, observó que, por gracia de Dios, una enfermedad tan costosa como la suya, no iba a durar mucho. Al cabo de cuatro días, en el hospital, el padre Cornelio a Lapide, el gran exégeta, le preguntó si tenía algo en la conciencia. Nihil omnino («Absolutamente nada»), repuso san Juan y recibió los últimos sacramentos con profunda devoción. Dos días más estuvo en estado de agonía (los médicos fueron incapaces de diagnósticar el mal que le agotó con tanta rapidez) y murió tranquilamente en la mañana del 13 de agosto de 1621.

Durante sus funerales hubo escenas conmovedoras, se atribuyeron numerosos milagros a la intercesión de Juan, y la fama de su santidad se extendió tan de prisa que, a los pocos años, el padre Bauters, S.J., escribía desde Flandes: «No obstante que murió en Roma y a pesar de que muy pocos de sus compatriotas le conocieron de vista, diez de nuestros mejores grabadores hicieron ya su retrato, y de sus originales se han sacado ya más de 24.000 copias. Eso, sin contar las obras de artistas menos diestros ni los lienzos de los grandes pintores». Sin embargo, si bien su causa se inició el mismo año de su muerte, la beatificación de san Juan Berchmans no tuvo lugar hasta el año de 1865 y su canonización en el de 1888.

La contribución más valiosa de que tengamos conocimiento sobre san Juan Berchmans, es la biografía escrita por A. Poncelet e impresa en Analecta Bollandiana, vol. XXXIV (1921), pp. 1 -227. Ahí mismo se discute la cuestión de las distintas fuentes de información y se hacen observaciones sobre los trabajos de sus biógrafos más acreditados. Entre éstos se menciona especialmente al padre V. Cepari (1627), a L. J. M. Cros (1894), a H. P. Vanderspecten (1886) y a N. Angelini (1888) . El artículo de Fr. Poncelet, incluye también copias de algunos documentos y cartas inéditos.

fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
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Cayetana Sterni, Beata Fundadora.

26 de noviembre
Por: . | Fuente: Vatican.va
Fundadora de la Congregación de las Hermanas
de la Divina Voluntad

Martirologio Romano: En Passano, cerca de Vicenza, en Italia, beata Cayetana Sterni, religiosa, que, habiendo enviudado siendo aún joven, se entregó al servicio de los pobres, fundando la Congregación de las Hermanas de la Divina Voluntad, para atender a los menesterosos y enfermos (1889).

Cayetana Sterni vivió toda su vida en Bassano del Grappa, antigua y alegre cindad de la provincia de Vincenza (Italia). Alli llegó con su familia, a los 8 años, desde la cercana Cassola, donde nació, el 26 de junio de 1827. Su padre, Giovanni Battista Sterni, administraba las propiedades de campo de la familia Mora, nobles venecianos, en “Ca’Mora de Cassola”, donde vivió holgadamente con su esposa Giovanna Chiuppani y sus 6 hijos.

En 1835 se trasladó con su familia a Bassano. Al poco tiempo, algunas vicisitudes cambiaron las condiciones de vida de la familia Sterni. A los 18 años murió su hermana mayor, Margarita y después de una penosa enfermedad, murió su padre; mientras su hermano Francisco, en busca de una carrera artistica se alejó de la familia, que por entonces, estaba pasando una critica situación económica. Estos hechos marcaron la vida de Cayetana, que crecía rapídamente, condividiendo con su madre los problemas de cada día.

Es inteligente, se muestra sensible y madura, llena de entusiasmo, “deseosa de amar y de ser amada”.Su educación en la fé es sólida y apoyada por el testimonio de vida y enseñanzas de su madre, de la oración y frecuencia de los sacramentos. En su ambiente familiar adquirió estima y aprecio por su viva personalidad, llena de buen sentido y por su delicada feminilidad. Estas sus cualidades humanas atrajeron la atención de un joven emprendedor, viudo y con 3 hijos que quiso hacerla su esposa.Valorando conscientemente sus sentimientos, la responsabilidad del matrimonio y haciendo caso omiso de su tutor, Cayetana, a los 16 años, aceptó ser la esposa de Liberale Conte. La joven esposa llena el nuevo hogar, de vitalidad, serenidad y alegría. Cuando Cayetana sabe que espera un hijo, la felicidad de los esposos es completa.

Un día estando en oración tuvo el presentimiento del inminente fallecimento de su esposo. Su espíritu se sintió turbado y angustiado porque veía desaparecer la persona màs querida de su vida. Al mismo tiempo, siente en lo más íntimo de su alma, la presencia de una fuerza espiritual que la fortalece para no caer en la desesperación y más bien, abandonarse completamente en Dios.

El presentimiento de la muerte de su esposo , se hizo realidad, y Liberale Conte muere en la plenitud de su juventud, vigor y salud. La joven esposa vive momentos de terrible angustia no sólo por la muerte de su esposo, sino tambien por el dolor de sus hijos, de nuevo huérfanos y por la muerte prematura de su propio hijo que no conoció a su padre. Estos difíciles momentos de su vida, Cayetana los vive con confianza y completo abandono en el Señor, su única esperanza y fortaleza. El dolor y sufrimiento se renovaron cuando el hijo tanto deseado y esperado murió a los pocos días de su nacimiento.

Inicia para Cayetana la prueba dolorosa de la viudez. La familia de su difunto esposo, no justificando el afecto que la une a los 3 hijos huérfanos, le hacen la vida imposible con sospechas, incomprensiones y calumnias, hasta llegar a separarla de sus hijos y alejarla de su querido hogar. A los 19 años, Cayetana regresa a la casa de su madre. No obstante esta prueba grande y dura, Cayetana olvídándose de sí, ayuda a sus hijos a comprender y a aceptar esta separación.

Amable y segura defiende los derechos de sus hijos, perdona, comprende y logra la plena reconciliación con todos sus familiares. El sufrimiento no la desepera. Su fina y delicada sensibilitad se hace presencia misericordiosa y solidaria.

Jamás había pensado hacerse religiosa. Mirando al futuro y en el silencio de la oración pide a Dios le haga conocer cuàl es el esposo que Dios quiere para ella. Precisamente en la oración comprede con claridad meridiana que es Dios mismo quien quiere “ser el único esposo de su alma”. Grande fué la sorpresa de Cayetana. En diálogo con su confesor, este le asegura, que se trata de una auténtica llamada de Dios. Por tanto, pide ingresar en el convento de las Canosianas de Bassano, siendo aceptada como postulante y donde solamente vive felizmente 5 meses. Estando en oración tiene el presentimiento de la vecina muerte de su madre, y se prepara espiritualmente a esta nueva prueba de su vida. Pocos días después, muere su madre y Cayetana tiene que dejar su querida comunidad y convento para cuidar y velar por sus hermanos menores.

Pasan años afrontando dificultades, enfermedades, sinsabores y estrechezes económicas.No obstante todo esto, logra darse una forma de vida que la sostiene y fortalece espiritualmente.

Consultando nuevamente a su confesor y en asidua oración para conocer cual el la voluntad de Dios, Cayetana comienza a entrever que Dios la quiere totalmente dedicada al servicio de los pobres y necesitados. Cayetana recuerda y no puede olvidar, que durante su breve permanencia con las Canosianas al mismo tiempo que presentía la ya cercana muerte de su madre, comenzaba a intuír que Dios mismo, la estaba preparando para el hospicio y allí “entregar toda su vida al servicio de los pobres y así cumplir su voluntad”. Por mucho tiempo conserva oculta en su corazón esta llamada de Dios que no se atreve a manifestarla a su confesor, porque le parece una llamada extraña y exigente. Finalmente cuando abre su espiritu a su confesor, este no le da mucha credibilitad. No obstante la actitud del confesor, Cayetana cada vez que ve y encuentra un pobre en el hospicio, siente de nuevo la invitación del Señor: “te quiero entre mis pobrecitos”. A esta invitación, Cayetana se dice a sí misma: “la idea del hospicio siempre me persigue”. En 1853 “sólo por hacer la voluntad de Dios” se da al servicio de los pobres en el hospicio de su ciudad, que por entonces contaba 115 huéspedes, “en su mayoría víctimas de una vida desordenada y del vicio”. Allí permanece 36 años hasta el día de su muerte, entregada cpmpletamente al sevicio de los pobres con infatigable caridad. En las noches de vela junto al lecho de los muribundos, en los servicios más humildes a los ancianos y enfermos, Cayetana era toda, abnegación, dulzura, suavidad y ternura, con la firme convicción de servir a Dios mismo en cada pobre y en cada necesitado.

Con gran confianza en Dios y con un gran deseo de ser toda de El, buscó hacer y cumplir en todo, sólo su voluntad. A los 33 años y con la aprobación de su confesor, Don Simonetti, hizo el voto de donación total de sí misma a Dios, “dispuesta a aceptar lo que Dios quiera disponer para ella”. Con ilimitada confianza se abandona en las manos de Dios, “debil instrumento del cual Dios se sirve para sus designios”. Atribuye sólo alla Divina Providencia el nacimento de su congregación que surge en la simplicidad y en el ocultamento, con la profesión de sus dos primeras compañeras en 1865.

El nombre de “Hijas de la Divina Voluntad”, interiormente inspirado a Cayetana, para ella y para sus seguidoras, indica la característica propria que siempre las debe distinguir: “uniformidad en todo a la Divina Voluntad, mediante un total abandono en Dios y un santo zelo por el bien del prójimo, dispuestas si fuera necesario a sacrificarse totalmente”. Como ella, sus primeras compañeras animadas por el mismo espíritu, se consagraron a la Voluntad de Dios y se dedicaron al servicio de los pobres del Hospicio, al prójimo necesitado, especialmente con la asistencia de los enfermos a domicilio y con otras obras de caridad, según las necesitades particulares del momento.El obispo de Vicenza aprobó las primeras reglas de la congregación en 1875.

Cayetana muere el 26 noviembre de 1889, amorosamente asistida por sus hijas y venerada por sus conciudadanos. Sus restos mortales son venerados en la Casa Madre.Desde sus inicios la Congregación de las Hijas de la Divina Voluntad se ha multiplicado y difundido, siendo presente attualmente en Europa, America y Africa. El camino de santidad de Cayetana Sterni, es esencialmente, un itinerario espiritual que se puede y debe proponer a todo cristiano: cumplir en todo y siempre lo que agrada al Señor, entregándose a El, con ilimitada confianza, para cambiar con la sóla fuerza del amor, el mal en bien, siguiendo el ejemplo de Jesús.

Fue beatificada el 4 de noviembre de 2001 por S.S. Juan Pablo II.
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Margarita Occhiena, Venerable.

Mamá de San Juan Bosco, 26 Noviembre
Por: n/a | Fuente: DonBosco.es

Margarita Occhiena nació el 1 de abril de 1788 en Capriglio (Asti, norte de Italia). Casada con Francisco Bosco, se trasladó a vivir a I Becchi. Después de la muerte prematura de su marido, Margarita, a sus 29 años, tuvo que sacar adelante a su familia, ella sola, en un tiempo de hambruna cruel. Cuidó de la madre de Francisco y de su hijo Antonio, a la vez que educaba a sus propios hijos, José y Juan. Éste último sería sacerdote y el fundador de la Congregación Salesiana.

Mujer fuerte, de ideas claras, de fe recia, decidida en sus opciones, observaba un estilo de vida sencillo y se preocupó de la educación cristiana de sus hijos. Educó a tres chicos de temperamento muy diferente y más de una vez se vio obligada a tomar decisiones extremas (tal como tener que mandar fuera de casa al más pequeño, Juan, a fin de preservar la paz en casa y ofrecerle la posibilidad de estudiar).

Corría el año 1848 cuando, con un cariño especial, acompañó a su hijo Juan en su camino hacia el sacerdocio y fue entonces, a sus 58 años, cuando abandonó su casita y tranquilidad en su pueblo y le siguió en su misión entre los muchachos pobres y abandonados de Turín. Aquí, durante diez años, madre e hijo unieron sus vidas con los inicios de la Congregación Salesiana. Ella fue la primera y principal cooperadora de don Bosco y, con su amabilidad hecha vida, aportó su presencia maternal al Sistema Preventivo.

Fue así como, aún sin saberlo, llegó a ser la "cofundadora" de la Familia Salesiana, capaz de formar a tantos santos, como Domingo Savio y Miguel Rua. Era analfabeta pero estaba llena de aquella sabiduría que viene de lo alto, ayudando, de este modo, a tantos niños de la calle, hijos de nadie. Para ella Dios era lo primero, así consumió su vida en el servicio de Dios, en la pobreza, la oración y el sacrificio.
Murió a los 68 años de edad, en Turín, un 26 de noviembre de 1856. Una multitud de muchachos que lloraban por ella como por una madre, acompañó sus restos al cementerio.

Fue declarada Venerable, el 15 de Noviembre de 2006, por Benedicto XVI a través de un decreto publicado hoy por la Congregación para la Causa de los Santos.
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Santiago Alberione, Beato.

Sacerdote, 26 de noviembre
Por: . | Fuente: Vatican.va
Presbítero y Fundador
de la Congregación de la Pía Sociedad de San Pablo Apóstol

Martirologio Romano: En Roma, beato Santiago Alberione, presbítero, que, solícito por la evangelización, se dedicó enteramente a poner al servicio de la sociedad humana los instrumentos de comunicación social para promover la verdad de Cristo, fundando, además, la Congregación de la Pía Sociedad de San Pablo Apóstol (1971).

Fundador de la Familia Paulina, fue uno de los apóstoles más creativos del siglo XX. Nacido en San Lorenzo di Fossano (Cúneo, Italia) el 4 de abril de 1884, recibió el bautismo al día siguiente. La familia Alberione, compuesta por Michele y Teresa Allocco más seis hijos, pertenecía a la clase campesina, era profundamente cristiana y trabajadora.

El pequeño Santiago, cuarto de los hijos, experimenta pronto la llamada de Dios: el primer año de la escuela elemental, al preguntarle la maestra qué hará cuando sea mayor, respondió: “Quiero ser cura”. Los años de la niñez se orientan en esa dirección.

Trasladada la familia al pueblecito de Cherasco, parroquia de San Martín, diócesis de Alba, el párroco don Montersino ayuda al adolescente a tomar conciencia y a responder a la llamada. A los 16 años, Santiago es admitido en el seminario de Alba y enseguida se encuentra con quien le será padre, guía, amigo y consejero durante 46 años: el canónigo Francisco Chiesa.

Al término del Año Santo 1900, habiéndose sentido interpelado por la encíclica de León XIII “Tametsi futura”, Santiago vive la experiencia determinante de su vida. La noche del 31 de diciembre de 1900, puente entre los dos siglos, el joven seminarista reza cuatro horas seguidas ante el Smo. Sacramento y proyecta en la luz de Dios su futuro. Una “luz especial ” le vino de la Hostia, y desde aquel momento se siente “profundamente obligado a prepararse para hacer algo por el Señor y por los hombres del nuevo siglo”: “obligado a servir a la Iglesia” con los nuevos medios que el ingenio humano presentaba.

El itinerario del joven Alberione prosigue intensamente durante los años del estudio de la filosofía y la teología. El 29 de junio de 1907 es ordenado sacerdote. Sigue una breve pero decisiva experiencia pastoral en Narzole (Cúneo), como vicepárroco. Allí encuentra al jovencito José Giaccardo, que para él será lo que fue Timoteo para el apóstol Pablo. Y también allí, el P. Alberione madura la comprensión de lo que puede hacer la mujer implicada en el apostolado.

En el seminario de Alba desempeña el cargo de Padre espiritual de los seminaristas mayores y menores, y da clases de varias asignaturas. Se presta para la predicación, catequesis y conferencias en diversas parroquias de la diócesis. Dedica asimismo mucho tiempo al estudio sobre la situación de la sociedad civil y eclesial de su tiempo y sobre las nuevas necesidades que se entrevén.

Comprende que el Señor le guía a una misión nueva: predicar el Evangelio a todos los pueblos, en el espíritu del apóstol Pablo, utilizando los medios modernos de comunicación. Atestiguan tal orientación dos libros suyos: Apuntes de teología pastoral (1912) y La mujer asociada al celo sacerdotal (1911-1915).

Dicha misión, para tener carisma y continuidad, debe ser asumida por personas consagradas, pues “las obras de Dios se hacen con los hombres de Dios”. Y así, el 20 de agosto de 1914, mientras en Roma muere el papa Pío X, en Alba el P. Alberione da inicio a la “Familia Paulina” con la fundación de la Pía Sociedad de San Pablo. El comienzo es pobrísimo, de acuerdo con la pedagogía divina: “empezar siempre desde un pesebre”.

La familia humana —en la que el P. Alberione se inspira— está compuesta de hermanos y hermanas. La primera mujer que sigue al P. Alberione es una muchacha veinteañera de Castagnito (Cúneo): Teresa Merlo. Con su aporte, Alberione da comienzo a la congregación de las Hijas de San Pablo (1915). Lentamente la “Familia” se desarrolla, las vocaciones masculinas y femeninas aumentan, el apostolado se delinea y toma forma.

En diciembre de 1918 se produce una primera partida de “hijas” hacia Susa (Turín): empieza una intrépida historia de fe y de iniciativas, que engendra incluso un estilo característico, denominado “a la paulina”. Este camino parece interrumpirse en 1923, cuando el P. Alberione enferma gravemente y el diagnóstico de los médicos no deja esperanzas. Pero el Fundador reemprende milagrosamente el camino: “San Pablo me curó”, comentará después. Por entonces aparece en las capillas paulinas la frase que, en sueño o en revelación, el divino Maestro dirige al Fundador: “No temáis - Yo estoy con vosotros - Desde aquí quiero iluminar - Caminad en continua conversión”.

Al año siguiente viene a la vida la segunda congregación femenina: las Pías Discípulas del Divino Maestro, para el apostolado eucarístico, sacerdotal, litúrgico. A guiarlas en la nueva vocación, el P. Alberione llama a la joven Hna. Ma. Escolástica Rivata, que morirá a los noventa años en olor de santidad.

En el campo apostólico, el P. Alberione promueve la impresión de ediciones populares de los Libros Sagrados, y con las publicaciones periódicas se lanza a las formas más rápidas para hacer llegar el mensaje de Cristo a los lejanos. En 1912 ya había aparecido la revista Vida Pastoral destinada a los párrocos; El Domingo, hojita semanal para la animación de la liturgia dominical, sale en 1921; en 1931 nace Familia Cristiana, revista semanal con la finalidad de alimentar la vida cristiana de las familias. Seguirán: La Madre de Dios (1933), “para desvelar a las almas las bellezas y las grandezas de María”; Pastor bonus (1937), revista mensual en latín; Camino, Verdad y Vida (1952), revista mensual para dar a conocer y enseñar la doctrina cristiana; La Vida en Cristo y en la Iglesia (1952), con el fin de hacer “conocer los tesoros de la Liturgia, difundir cuanto sirve a la Liturgia, vivir la Liturgia según la Iglesia”. El P. Alberione piensa también en los muchachitos: para ellos empieza a publicar en 1924 Il Giornalino 1.

Se pone mano asimismo a la construcción del gran templo dedicado a san Pablo en Alba. Seguirán los otros dos a Jesús Maestro (en Alba y Roma) y el santuario a la Reina de los Apóstoles (Roma). Sobre todo se mira a salir de los confines locales y nacionales. En 1926 nace la primera Casa filial en Roma, seguida en los años sucesivos por muchas fundaciones en Italia y en otras naciones.

Entretanto crece el edificio espiritual: el Fundador inculca el espíritu de entrega mediante “devociones” de fuerte dinamismo apostólico: a Jesús Maestro y Pastor “Camino y Verdad y Vida”, a María Madre, Maestra y Reina de los Apóstoles; a san Pablo apóstol. Es precisamente la referencia al Apóstol lo que califica en la Iglesia a las nuevas instituciones como “Familia Paulina”. La meta ansiada por el Fundador como primer empeño, es la conformación plena con Cristo: acoger todo el Cristo Camino y Verdad y Vida en toda la persona, mente, voluntad, corazón, fuerzas físicas. Orientación codificada en el librito Donec formetur Christus in vobis (1932).

En octubre de 1938 el P. Alberione funda la tercera congregación femenina: las Hermanas de Jesús Buen Pastor o “Pastorcitas”, destinadas al apostolado pastoral directo en auxilio de los Pastores.

Durante el obligado paréntesis de la segunda guerra mundial (1940-1945), el Fundador no se detiene en su itinerario espiritual. Va acogiendo en medida creciente la luz de Dios en un clima de adoración y contemplación. De ello son testimonio los Cuadernillos espirituales, en los que anota las inspiraciones y los medios que adoptar para responder al proyecto de Dios. En esta atmósfera espiritual nacen las meditaciones que cada día dicta a los hijos e hijas, las directrices para el apostolado, la predicación de incontables retiros y cursos de ejercicios (recogidos en sendos opúsculos). El empeño del Fundador es siempre el mismo: hacer comprender a todos que “la primera preocupación en la Familia Paulina será la santidad de la vida, la segunda la santidad de la doctrina”. A la luz de esto hay que entender su Proyecto de una enciclopedia sobre Jesús Maestro (1959).

En 1954, recordando el 40 aniversario de fundación, el P. Alberione aceptó por primera vez que se escribiera de él en el volumen Mi protendo in avanti 2, y consintió en facilitar algunos apuntes suyos acerca de los orígenes de la fundación. Surgió así el librito Abundantes divitiæ gratiæ suæ, que se considera como la “historia carismática de la Familia Paulina”. Familia que fue completándose entre 1957 y 1960, con la fundación de la cuarta congregación femenina, el Instituto Regina Apostolorum para las vocaciones (Hermanas “Apostolinas”), y de los Institutos de vida secular consagrada: San Gabriel Arcángel, Virgen de la Anunciación, Jesús Sacerdote y Santa Familia. Diez instituciones (incluidos los Cooperadores Paulinos), unidos todos ellos por el mismo ideal de santidad y de apostolado: la reafirmación de Cristo “Camino, Verdad y Vida” en el mundo, mediante los instrumentos de la comunicación social.

A lo largo de los años 1962-1965, el P. Alberione es protagonista silencioso pero atento del Concilio Vaticano II, a cuyas sesiones participa diariamente. Entre tanto, no faltan tribulaciones y sufrimientos: la muerte prematura de sus primeros colaboradores, Timoteo Giaccardo y Tecla Merlo; la preocupación por las comunidades en países con dificultades y, personalmente, una martirizadora escoliosis, que le atormentaba noche y día.

Vivió 87 años. Cumplida la obra que Dios le había encargado, el 26 de noviembre de 1971 dejó la tierra para ocupar su sitio en la Casa del Padre. Sus últimas horas se vieron confortadas con la visita y la bendición del papa Pablo VI, que nunca ocultó su admiración y veneración por el P. Alberione. Es conmovedor el testimonio que dio de él en la audiencia concedida a la Familia Paulina el 28 de junio de 1969 (el Fundador tenía 85 años):

“Miradlo: humilde, silencioso, incansable, siempre alerta, siempre ensimismado en sus pensamientos, que van de la oración a la acción, siempre atento a escrutar los “signos de los tiempos”, es decir, las formas más geniales de llegar a las almas... Nuestro P. Alberione ha dado a la Iglesia nuevos instrumentos para expresarse, nuevos medios para vigorizar y ampliar su apostolado, nueva capacidad y nueva conciencia de la validez y de la posibilidad de su misión en el mundo moderno y con los medios modernos. Deje, querido P. Alberione, que el Papa goce de esta prolongada, fiel e incansable fatiga y de los frutos por ella producidos para gloria de Dios y bien de la Iglesia”.

El 27 de Abril de 2003 fue beatificado por el papa Juan Pablo II
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Leonardo de Porto Maurizio, Santo.


Predicador, 26 Noviembre
Por: P. Ángel Amo | Fuente: Catholic.net

EI santo de la devoción al Via Crucis y a la Inmaculada. El fraile que salvó al Coliseo de la ruina total. El predicador ardiente de la Pasión de Cristo. Estas son las características de san Leonardo de Puerto Mauricio.

Había nacido en Liguria en 1676, y su padre era un capitán de marina, Domingo Casanova, que murió cuando Leonardo era muy niño. Fue llevado a Roma, y estudió en el Colegio Romano. Después entró al Retiro de san Buenaventura y vistió el hábito franciscano.

Desarrolló su actividad sacerdotal principalmente en Florencia. Las cruces que sus hermanos habían colocado fuera de la puerta de S. Miniato se convirtieron para él en púlpitos campales. Algunos episodios de la vida del santo demuestran la eficacia de su palabra. Al final de un sermón sobre la Pasión, en Córcega, dos hombres, endurecidos por odios seculares, dispararon al aire sus fusiles y se abrazaron en señal de paz.

En Florencia, sus sermones constituían un llamamiento a todos los ciudadanos, incluso a las mujeres de mala vida. Fue famoso el Via Crucis que fray Leonardo predicó el 27 de diciembre de 1750 en el Coliseo durante el año jubilar proclamado por Benedicto XIV. Era la primera vez que se celebraba un rito religioso en el anfiteatro Flavio. Desde ese año se conserva la piadosa tradición hasta nuestros días y todos los viernes santos el Papa preside personalmente el rito penitencial.

Antes del primer Via Crucis, el Coliseo era prácticamente una cantera, pero cuando se introdujo esta piadosa devoción, la demolición se detuvo y fue considerado como meta de numerosas peregrinaciones.

Fray Leonardo era un gran devoto de la Virgen y un apasionado defensor de la Inmaculada Concepción. Convenció al Papa para que convocase un Concilio. Benedicto XIV preparó una Bula para el efecto, aunque por diferentes causas el documento nunca fue publicado.

En 1751 fray Leonardo moría en su amado Retiro de san Buenaventura sobre el Palatino. El Papa mismo fue a arrodillarse ante su féretro. Sobre la tumba del santo fue expuesta la carta profética escrita por fray Leonardo poco antes de su muerte. En ella vislumbraba la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción
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San SILVESTRE GOZZOLINI. (c.1177 - 1267).


Martirologio Romano
Junto a Fabriano, en el Piceno, de Italia, san Silvestre Gozzolini, abad, que habiendo calado hasta el fondo la vanidad de todas las cosas del mundo, a la vista de la sepultura abierta de un amigo, fallecido poco antes, se fue al eremo, cambiando varias veces de sitio para permanecer más oculto a los hombres, y por fin, en el desierto, junto al monte Fano, trazó las bases de la Congregación de los Silvestrinos, bajo la Regla de san Benito

Nació en Ósimo en Las Marcas, en el seno de una familia de la nobleza. Su padre era jurisconsulto. Estudió en Padua y Bolonia leyes, con la intención de ser abogado, tal como era la voluntad paterna. Pero al conocer a los estudiantes de Teología y las predicaciones de santos Domingo y Francisco, en vez de estudiar leyes, estudió Teología. El padre en cuanto lo supo, lo hizo volver a casa, y casi prisionero, estuvo trabajando para su progenitor, que dejó de hablarle. Pero diez años, después nos lo encontramos de presbítero entre los canónigos de la ciudad. Lo ordenó el obispo de Ósimo, que fue su protector.

Se dedicó a la predicación, y con sus sermones fustigó a la sociedad de su época, denunciando los vicios morales que eran muy profundas. También se dedicó a la pedagogía, abriendo escuelas de instrucción para adolescentes, para crear una nueva generación de hombres con sentido cristiano de la vida.< A los 50 años, tuvo una profunda crisis espiritual que le hizo cambiar de vida; viendo los estragos causados por la muerte en el cuerpo de un amigo recién fallecido, decidió dejar su canonjía. Pero parece que la razón verdadera fue que el nuevo obispo de Ósimo llevaba una vida irregular, impropia de un pastor, y Silvestre no estaba de acuerdo con ello, entrando en conflicto con su obispo.

Se retiró como ermitaño en Valdicastro y allí vivió un año. Tuvo un discípulo al que se le añadieron otros, entonces decidió marcharse al Monte Fano, donde vivió en soledad, pero otra vez el grupo de discípulos le alcanzó en este lugar y construyó para ellos, un pequeño monasterio dedicado a María, bajo la regla de san Benito. Cerca del primer monasterio fundó otros 12, y así se formó una nueva comunidad la Orden de San Benito de Montefano "silvestrinos" con una reforma de la regla benedictina, dedicados a la pobreza y al trabajo. Por todo ello es uno de los representante de la reforma del monacato benedictino en Italia. Desde 1969 su culto se ha limitado a los calendarios locales.
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San ALIPIO "el Estilita". M.
Martirologio Romano:En Adrianópolis, de Paflagonia, san Alipio, diácono y estilita, que murió casi centenario

Nació en la ciudad de Adrianópolis. Su cristiana madre enviudó muy joven y envió a su hijo a ser educado por el obispo Teodoro, entregó sus pertenencias a los pobres y comenzó a vivir como asceta y diaconisa cerca de la iglesia donde había enviado a su hijo. Desde muy temprana edad Alipio sintió el llamado a servir a Dios y a tener una vida solitaria pese a que el obispo Teodoro no se lo permitía. Una vez, acompañando al obispo en un viaje a Constantinopla, Alipio vio en una visión a santa Eufemia quien le pedía que fundara una iglesia en su nombre en Adrianópolis. Con las contribuciones de los fieles de Adrianópolis, Alipio construyó una iglesia bajo la tutela de Santa Eufemia, en un antiguo templo pagano. Al lado del templo, donde existía un altar pagano, Alipio construyó una columna donde subía a rezar a a enseñas a los fieles que venían a él. Por cincuenta y tres años Alipio luchó contra Satanás en ese lugar, rezando y aconsejando a los cristianos que venían buscando su ayuda.

Se cuenta que una noche, los demonios comenzaron a arrojarle piedras mientras el oraba de pie en ese pilar. Alipio quería luchar contra los espíritus de la oscuridad y tomando lo que le servía como humilde techo se protegió de ellos. Por su perseverancia, los demonios abandonaron para siempre aquel lugar. Catorce años antes de su muerte, Alipio perdió la posibilidad de ponerse de pie. Tuvo que pasar ese tiempo recostado sobre uno de sus costados por la debilidad de sus piernas y soportó muy difíciles enfermedades con humilde gratitud. Dos monasterios se levantaron alrededor de la columna levantada por el santo: uno para hombres y otro para mujeres. Alipio es recordado por haber introducido reglas monacales para ambos monasterios y los dirigió hasta su muerte. Durmió en el Señor a la edad de 118 años. El cuerpo de este venerable santo fue depositado en la iglesia que había fundado en honor de Santa Eufemia. Sus reliquias sanaron a aquellos que las veneraron con fe. Su historia es idéntica que la de san Estyliano.
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San CONRADO DE CONSTANZA. (c.900 - 975).
Martirologio Romano
En Constanza, de Suabia, en Germania, san Conrado, obispo, óptimo pastor de su grey, el cual hizo generosa providencia de sus bienes en favor de la Iglesia y de los pobres

Nació en una familia de hondas raíces güelfas. Recibió su formación en la escuela catedralicia de Constanza, fue introducido, aún bajo su predecesor Notingo, en los oficios vinculados con el cargo.

Fue nombrado obispo de Constanza (934-975), en Suiza, por consejo de san Ulrico, obispo de Augsburgo, del que fue amigo toda su vida. La diócesis tuvo tiempo de experimentar la virtud de su pastor: su paciencia y su sabiduría, su templanza y su prudencia. Construyó iglesias y monasterios, como la iglesia abacial de San Mauricio siguiendo el modelo del Santo Sepulcro. Se deshizo de sus bienes y se los entregó a los pobres. Peregrinó tres veces a Tierra Santa. Era ya viejo cuando fue a Italia, junto con el emperador Otón I (962). En una época en la que la mayor parte de los prelados estaban envueltos en la política secular de su tiempo, él fue capaz de ocuparse solamente de los intereses eclesiásticos. Murió en Constanza y fue sepultado en la iglesia de San Mauricio. En el 1526 los luteranos arrojaron sus reliquias en el lago Constanza. Patrón de Constanza, de Friburgo.
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Beata DELFINA DE SIGNE. (c.1285 - 1360).


Martirologio Romano: En Apt, de la Provenza, beata Delfina, esposa de san Eleazaro de Sabran, con el cual prometió guardar la castidad, y después de su muerte permaneció en la pobreza y en la oración
Nació en Puy-Michel en los montes del Luberón, Francia, de la noble familia Glandèves. Hija única de los condes de Marsella. A los 12 años la prometieron, pero ella ya había hecho voto privado de virginidad. Casada con san Eleazaro de Sabrán. Fue un matrimonio blanco ya que eligieron los dos la castidad como el más alto medio espiritual de perfección. Se hizo Terciaria franciscana. Toda su vida la dedicaron a la asistencia a los más necesitados a los que distribuyeron su fortuna. Delfina mendigaba como alforjera por las calles de Apt. Cuando san Eleazaro fue enviado a su ducado de Ariano como embajador en el reino de Nápoles, la actividad benéfica de los dos esposos continuó en un ambiente todavía más difícil.

En medio de tumultos y rebeliones, los dos santos fueron embajadores de concordia, de caridad, de oración. Continuaron sus buenas obras multiplicando sus propios esfuerzos y sacrificios hasta conquistarse la admiración del pueblo. Eleazaro murió poco después en París, y tuvo la gracia de ver a Eleazar en los altares.

Cuando Delfina se vio viuda su principal deseo fue desprenderse de todos sus bienes y posesiones tanto los de Nápoles como los de Provenza, lo que no consiguió facilmente pues muchos juzgaron su actitud como una locura. Por ello tuvo que hacer varios viajes en los cuales se negó vivir en los palacios que le ofrecían, queriendo vivir en mayor pobreza. Ella vivió dedicada a la oración y la pobreza en su retiro de Apta Julia donde murió.
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San NICÓN "Metanoite". M. 998.


Martirologio Romano:En Lacedemonia, del Peloponeso, san Nicón, monje, que después de una vida cenobita y eremítica transcurrida en Asia, trabajó con celo evangélico para llevar a la vida cristiana a los habitantes de la isla de Creta, recién liberada del yugo de los sarracenos, y luego recorrió Grecia predicando la penitencia, hasta que falleció en el monasterio de Esparta, fundación suya

Nació en Ponto (actualmente Armenia) en el seno de una familia acomodada. En su juventud, se escapó de su casa y fue monje en el monasterio armenio de Khrysopetro (Piedra de Dios), donde hizo penitencia austera y humilde oración durante 12 años. La pureza de su amor a Dios hizo que sus superiores le enviaran a predicar la palabra de Dios como misionero, primero en Armenia y posteriormente en Creta, cuando fue liberada de los sarracenos; volvió a Grecia a predicar la penitencia, hasta que murió en el monasterio de Esparta, que había fundado; se le conoce como "metanoite" porque predicaba la "metanoia" (conversión), es decir la penitencia siempre fue el tema de su predicación.

A imitación de san Juan Bautista, iniciaba cada sermón con una llamada a la conversión y a la necesidad del sincero arrepentimiento y la penitencia. Enseñó que la oración ferviente, la mortificación, la limosna y la meditación sagrada eran necesarias para la conversión. La dulcura con la que Nicón recomendaba las máximas más severas del Evangelio, hizo que la fe cristiana fuera aceptada por los mismos musulmanes. Su palabra fue confirmada con muchos milagros.
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San BELINO. M. 1151.


Martirologio Romano: En el lugar llamado Fratta Polesine, en el territorio de Rodigo, en la región véneta limitando con Venecia, muerte de san Belino, obispo de Padua y mártir, defensor eximio en Iglesia, que cruelmente malherido por unos sicarios, murió a consecuencia de las lesiones recibidas

Nació en el lugar llamado Fratta Polesine, en el territorio de Rodigo (Veneto), en el seno de la familia paduana de los Bertaldi. Desde que fue ordenado presbítero se puso al lado del Papado que luchaba, por aquel entonces contra el derecho de investidura de los emperadores.

Obispo de Padua; fue eminente por su santidad e ingenio. Se dedicó en cuerpo y alma en defender la reforma gregoriana. Procuró recuperar los bienes de las iglesias y monasterios que se habían perdido durante la lucha entre Papado e Imperio. Defendió su posesión jurídica y además, en lo que fue posible, consiguió más bienes; se distinguió por su independencia feudal y procuró tratar directamente con las distintas parroquias.

Favoreció el desarrollo parroquial con el nombramiento de párrocos dedicados a la cura de almas en sus distritos. Promovió la unión de estos sacerdotes en la Fratelea capellanorum. Durante su episcopado, y gracias a su influencia, surgieron las primeras escuelas, se multiplicaron las emancipaciones de los siervos de la gleba, no solamente de los feudos episcopales sino también de los señores feudales.

Su energía demostrada en defensa de los derechos de la Iglesia le atrajo la animadversión de algunos potentados. Mientras viajaba hacia Roma, en el bosque de Fratta Polesine fue asesinado por unos sicarios a sueldo de la familia paduana de los Capodivacca. Está enterrado en la basílica de San Bellino en Padua.
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San HUMILDE DE BISIGNANO. (1582-1637).

Martirologio Romano: En Bisignano en Calabria, san Humilde (Lucas Antonio) Pirozzi, religioso de la Orden de los Hermanos Menores, insigne por su espíritu de profecía y los frecuentes éxtasis

Lucas Antonio Pirozzi nació en Bisignano, Cosenza (Italia), en el seno de una familia de campesinos. Desde su niñez mostró una profunda piedad e ingresó, en su adolescencia, en la Cofradía de la Inmaculada Concepción. Con 26 años ingresó en el noviciado de los franciscanos del convento de Mosoraca, (Crotona). Emitió sus votos religiosos en 1610, tras superar, por intercesión de María, no pocas dificultades y se cambio el nombre por el de Humilde. Fue hermano converso, y como tal ejerció con toda diligencia los oficios de limosnero, atender al servicio de la mesa de la comunidad, cultivar el huerto.

Desde el noviciado multiplicó las prácticas ascéticas y su caridad causó admiración a todos los que tuvo contacto: los frailes, el pueblo y los pobres, a quienes ayudó distribuyéndoles cuanto recibía de la Proviencia. Los dones carismáticos que tuvo los empleó para la gloria de Dios. Desde su juventud tuvo el don de continuos éxtasis, hasta el punto de ser llamado “fraile estático”. Estos éxtasis le ocasionaron grandes dificultades y humillaciones, a los que le sometieron sus superiores con el fin de tener la certeza de que realmente eran de origen divino y no diabólicos. Con gran paciencia salió airoso de todas ellas y acrecentó su fama de santidad. Tuvo también los dones de discernimiento de espíritus, de profecía, taumatúrgicos y, sobre todo, la ciencia infusa, aunque era analfabeto. Varias veces tuvo que soportar procesos inquisitoriales y fray Humilde respondió siempre con tanta sabiduría que sorprendió a sus examinadores.

Fray Benigno de Génova, Ministro General de la Orden, lo llevó de acompañante en su visita canónica de los franciscanos de Calabria y Sicilia. Gozó de la confianza de los papas Gregorio XV y Urbano VIII, que lo quisieron en Roma, por su virtud; se sirvieron de su oración y consejo. Permaneció bastantes años en Roma, en el convento de San Francisco a Ripa, y algunos meses, en el de San Isidoro. Luego vivió algún tiempo en el convento de la Santa Cruz de Nápoles, donde se prodigo difundiendo el culto al beato Juan Duns Scoto. Su vida fue una “oración incesante por todo el género humano”. Su confesor narró que un día le preguntó qué era lo que le pedía al Señor durante la oración y él respondió: “Lo único que hago es decir: ¡Señor, perdóname mis pecados y haz que te ame como estoy obligado a amarte! y perdona los pecados a todo el género humano, y haz que todos te amen como están obligados a amarte”.

Soportó los últimos años de su vida una dolorosa enfermedad con gran sencillez y entereza, que le llevó a la muerte en Bisignano.
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