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Santa Francisca Romana, Viuda
Santos 40 MÁRTIRES DE SEBASTE
San VIDAL DE CASTRONUOVO
Santa Catalina de Bolonia, Virgen
Santo Domingo Savio, Estudiante
Paciano (Pacià) de Barcelona, Santo Obispo
Santos PEDRO CH’OE HYONG y JUAN BAUTISTA CHON CHANG-UN
Bruno Bonifacio de Querfurt, Santo Obispo y mártir
Santos: Benito, Gregorio Niseno, obispos; Quirino, Cándido, Cirión, Vidal, Urpasiano, mártires. Santa Francisca Romana
SANTA FRANCISCA ROMANA, Viuda
Jesucristo se humilló a sí mismo haciéndose
obediente hasta la muerte, ¡Y muerte de cruz!
(Filipenses, 2, 8).
Jesucristo se humilló a sí mismo haciéndose
obediente hasta la muerte, ¡Y muerte de cruz!
(Filipenses, 2, 8).
Santa Francisca Romana veía siempre a su lado al ángel custodio. Éste se avergonzaba y se apartaba cuando ella cometía una falta, o cuando escuchaba conversaciones profanas. Jesús y María conversaban familiarmente con ella. ¿Admiras estas mercedes? Sin embargo, hay algo más admirable en la vida de Santa Francisca: su humildad y su obediencia. Por obedecer a su marido, en el acto abandonaba sus ejercicios de devoción. Es -decía- dejar a Dios por Dios". Murió en 1440.
MEDITACIÓN SOBRE LA OBEDIENCIA
I. Cuarenta años vivió Santa Francisca con su marido sin que hubiera entre ellos la menor disensión, porque no tenía ella otra voluntad que la de él. ¿Quieres conservar la paz en tu familia y en tu conciencia? Obedece a los superiores que Dios te ha dado. Ve en ellos la persona de Jesucristo; deja tus placeres, tus pasatiempos, para hacer su voluntad en todo lo que no sea contrario a la ley de Dios. Tu obediencia será siempre recompensada.
II. Estás con frecuencia melancólico, nunca está tu espíritu tranquilo; ¿sabes la causa? Es porque no obedeces, o porque lo haces de mala gana; no sometes tu voluntad a la de aquellos que tienen derecho a mandarte. Para adquirir esta virtud, debes renunciar a tu voluntad propia; cosa difícil es, pero puedes lograrlo. ¡Qué feliz será tu vida, si no tienes otra voluntad que la de tus superiores!
III. Es preciso, además, que sometas tu juicio al del que te manda: no es cosa de los inferiores el discutir las 6rdenes de los superiores, a menos que tengas razones para creer que son contrarias a la ley de Dios. Jesús obedecía a María y a José, ¿y tú no puedes someter tu juicio al juicio de tus superiores? Nunca estarás contento, tu obediencia carecerá de vigor y de mérito, si no te habitúas a obedecer sin discutir lo que se te ordena. Aquél que aprendió a obedecer bien, no discute las órdenes que recibe. (San Gregorio)
La obediencia
Orad por la paz.
ORACIÓN
Oh Dios, que entre otros dones de tu gracia, habéis concedido a la bienaventurada Francisca, Vues tra sierva, la merced de conversar familiarmente con su ángel custodio, haced, benignamente, que, por el auxilio de su intercesión, merezcamos entrar un día en la sociedad de estos espíritus bienaventurados. Por J. C. N. S. Amén.

Martirologio Romano: Santa Francisca, religiosa, que casada aún adolescente, vivió cuarenta años en matrimonio, siendo excelente esposa y madre de familia, admirable por su piedad, humildad y paciencia. En tiempos calamitosos distribuyó sus bienes entre los pobres, asistió a los atribulados y, al quedar viuda, se retiró a vivir entre las oblatas que ella había reunido bajo la Regla de san Benito, en Roma. Francisca Bussa, nació en Roma y pertenecía a una familia de la aristocracia. Desde su niñez deseó ingresar en un monasterio pero a los 12 años se casó con un noble, Lorenzo Ponziani, del que tuvo tres hijos (sólo uno sobrevivió, Juan Bautista); decidió casarse porque vio en ello la voluntad de Dios, pero esta renuncia le costó una enfermedad, de la que se curó, y se celebró la boda en 1397. Durante los cuarenta años que estuvo casada, se estableció entre el matrimonio un profundo entendimiento, y nunca se produjo entre ellos la menor desavenencia. Decía: “Una mujer casada debe, cuando se la requiere, abandonar sus devociones a Dios en el altar, para encontrarlo en sus asuntos caseros”.
Fué apóstol de la caridad gracias a los bienes de su marido. Durante la carestía y la peste se hizo además mendicante, junto con su cuñada Vannozza, en favor de los pobres. También durante las invasiones de Roma por Ladislao de Nápoles (contra el que luchó y fue herido su marido, comandante de las tropas pontificias), que hostigaba al antipapa Juan XXIII, demostró gran premura por los pobres, a pesar de ver su hogar saqueado, su esposo herido y a su hijo prisionero; difundió paz y atendió a los enfermos ajenos, en medio de una Roma sacudida por la guerra y el odio. Su afán de caridad, especialmente en el hospital del Santo Spirito, admiró y arrasó. Su vida contada por la hagiografía de la época está llena de grandes e increibles penitencias, ataques diabólicos y otros signos que entran en una de las leyendas más fantásticas.
Para poder servir mejor a los asilos fundó, en 1425, la Congregación de las Oblatas Olivetanas de Santa María Nuova, de inspiración benedictina, y llamada más tarde Tor di Specchi, por el antiguo edificio próximo a la iglesia donde se reunían. Esta Congregación se consagró a Dios por “oblación”, sin profesar. Vivió una experiencia singular, la vida monástica dentro del matrimonio; enviudó muy poco antes de su muerte. Al morir su marido, tres años más tarde, se retiró a su casa (primera de su fundación) y fue elegida superiora general, no sin antes pedir de rodillas que la dejaran ingresar en su propia fundación pero para practicar los oficios más humildes. Destacó por sus dones de oración, por su confianza en la protección angélica (un ángel la acompañó siempre). Una de sus contemporáneas relató: "No se pudo observar en ella ningún acto de impaciencia, ni mostró el menor signo de desagrado por la torpeza con que a veces la atendían". Un día fue a ver a su hijo Juan Bautista, que estaba gravemente enfermo, cayó ella también en una enfermedad que no le permitió regresar a su monasterio por la noche. Después de predecir su muerte, y recibir los sacramentos expiró serenamente. En la bula de canonización se reconoce que su plegaria y sus sufrimientos contribuyeron a la conclusión del Cisma de Occidente (1378-1449) y de la infausta residencia de los papas de Aviñón (1309-1377), así como el cese de la peste en Roma. MEMORIA FACULTATIVA. INDICE
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Santos 40 MÁRTIRES DE SEBASTE. M. c. 320.

Martirologio Romano: Junto a Sebaste en la antigua Armenia, pasión de los 40 santos soldados de Capadocia, que, compañeros no de sangre, sino de fe y obediencia a la voluntad del Padre Celeste, en tiempos del emperador Licinio, después de padecer la cárcel y crueles torturas, durante el rigurosísimo invierno fueron obligados a permanecer por la noche desnudos sobre una laguna helada y, cortándoles las piernas, llevarón de este modo el final de su martirio. Pertenecían a la famosa Legión Tebana, que murieron en Sebaste (Armenia), siendo Licinio emperador. Formaban parte de la XIIª Legión, acuartelada en Armenia. Lisias era el general de las fuerzas y Agrícola el gobernador de la provincia. Al iniciarse la persecución, estos cuarenta mártires se presentaron como cristianos. Sufrieron terribles tormentos, prisiones, lapidaciones y noches enteras fueron condenados a permanecer desnudos en un lago helado, uno de ellos desertó, pero un soldado que estaba viendo el martirio se unió a los otros 39.

El último en morir se llamaba Melitón, y su madre estaba presente y le cogió en brazos hasta que expiró, y entonces lo colocó junto a los cadáveres de sus compañeros. El nombre de los 40 mártires son: Alejandro, Atanasio, Augías, Cándido, Cayo, Claudio, Cirilo, Cirino, Cudión, Domiciano, Domno, Ecdicio, Elio, Esmaragdo. Eunóico, Eutiques, Eutiquio, Ezio, Filoctemón, Flavio, Gorgonio, Heraclio, Hesique, Juan, Leoncio, Lisímaco, Meliano, Melitón, Nicolás, Prisco, Sacerdón, Severiano, Sisinio, Teódulo, Teófilo, Valente, Valerio, Vibiano y Xanteas. Muchos escritores contemporáneos como Basilio, Gregorio de Nisa y Gaudencio de Brescia y Sozomeno, hablan de este grupo de mártires; y en Oriente son todavía muy venerados. Su culto universal ha sido suprimido en el 1960.
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San PACIANO DE BARCELONA. M. c. 390.

Martirologio Romano: En Barcelona, en la Hispania Tarraconense, san Paciano, obispo, que, exponiendo su fe, manifestaba que “cristiano” era su nombre y “católico” su apellido. Era de familia distinguida y se piensa que nació en Barcelona. Estaba casado y tenía un hijo que se llamaba Dextro. Cuando fue elegido obispo, hacia el 377, (sucediendo a Pretextato) se separó de su mujer para vivir en celibato. Otros autores piensan que se hizo sacerdote cuando se murió su mujer. Se dice que Paciano fue uno de los hombres más sabios de su tiempo; decía: "Tímidos después de la desvergüenza; vergonzosos después del pecado, ¿no os avergonzáis de pecar, y os avergonzáis de confesar...?".
De su actividad pastoral poco sabemos, excepto que se centró en la lucha contra las costumbres paganas, así como las controversias contra los novacianos y el problema de los “lapsi”. De él nos queda también una rotunda sentencia que dice: "Cristiano es mi nombre, católico mi apellido". San Jerónimo nos contó la historia de su vida: "Paciano, obispo de Barcelona, en las faldas del Pirineo, de esmerada elocuencia y tan ilustre por su obra como por su palabra, fue autor de varios opúsculos y murió ancianísimo en tiempos del emperador Teodosio". Escribió varios tratados, entre ellos, "El Ciervo"; "Contra los novacianos" y "la Parenesis" o libro exhortatorio a la penitencia. Sus escritos demuestran su celo pastoral, acompañado de una amplia cultura teológica que le hace discurrir y argumentar siempre con gran seguridad. No es lo conocido como se merece. Murió con fama de santidad. Sus restos se conservan en la iglesia de Santos Justo y Pastor de Barcelona.
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San VIDAL DE CASTRONUOVO. (c.900 - 990).

Después de este quinquenio marchó con una delegación de cohermanos en peregrinación a Roma, durante el viaje, a la altura de Terracina (en la Campania), le mordió una serpiente venenosa pero se salvó milagrosamente haciendo el signo de la cruz. Después de la peregrinación eligió no regresar al convento y se paró como eremita en Calabria a la altura de la localidad de Santa Severina; esta experiencia duró dos años. En los siguiente doce años estuvo en un ignoto cenobio siciliano, que seguía la regla basiliana, dedicado a perfeccionar el ejercicio en la virtud. Después de esto, volvió a Calabria para vivir como anacoreta en el monte Liparachi y allí conoció al abad del cenobio con el que progresó en la oración y la ascesis. Después marchó a un lugar solitario en el cabo Spulico donde por su aislamiento vivían muchos criminales. Aquí Vidal llevó un clima de paz y cordialidad y sus habitantes en reconocimiento construyeron una iglesia dedicada a san Basilio. Aquí obró algún milagro. Después estuvo en otros eremitorios hasta que se estableció en Armento (en Basilicata) donde tuvo una proverbial familiaridad con los animales.
Su fama de santidad y milagros hizo que el gobernador de la provincia bizantina de Bari lo convocase para conocerle y allí fue con dos religiosos y obró algún milagro. Después de dejar Bari, quiso remediar la destrucción que hacían los musulmanes en distintas iglesias y monasterio, también en esta época realizó algún milagro salvando algunos de sus compañeros de la ira sarracena. San Vidal se aplicó de lleno la norma evangélica del amor universal en especial con los pecadores por el hecho que consideraba más importante la recuperación que la penitencia en sí. En los últimos años de su vida dio vida a dos monasterios lucanos: el de Torri (con la ayuda de su sobrino san Elías) y el de Rapolla y el pueblo de Castronovo de Sant’Andrea, en Potenza, le debe su fundación. Murió con fama de santidad. Es patrono de Armento (Potenza) y de Castronovo de Sicilia (Palermo).
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San BRUNO BONIFACIO DE QUERFURT. (c.974 - 1009).

Fue canónigo de la catedral de Magdeburgo y poco después capellán de la corte del emperador Otón III, del que fue sincero amigo, además de pariente. Conmovido por el martirio de san Adalberto, en el 997 se marchó a Roma (donde se quedó hasta 1001) en compañía del emperador. Para hacer más austera su vida se hizo monje camandulense y recibió el hábito de manos de san Romualdo, ingresando en el primer cenobio camandulense en Pereo (una isla entre las lagunas de Comacchio); aquí cambió su nombre por el de Bonifacio. Su relación con Otón se enfrió al negarse Bruno a cambiar su vida eremética, por otra mas laxa que le ofreció el emperador para la evangelización del Este. A la muerte de Otón, Bruno pudo dedicarse a sus anhelos misioneros de evangelizar a los eslavos. En estos momentos el rey polaco Boleslao, pidió al Papa que le enviase misioneros. Fue elegido Bonifacio con el titulo de "arzobispo de los gentiles", arzobispo de Magdeburgo. Su misión en Rusia, Hungría, Polonia, no se conoce muy bien, sino mas bien aquella que tuvo en Polonia donde fue además de obispo, consejero político. Dirigió una sentida carta al emperador germánico san Enrique II para reprocharle la guerra que sostenía contra los polacos, aliándose con los eslavos paganos y así infligir daños a un pueblo cristiano. Murió mártir de los prusianos paganos como antes que a él le había sucedido a Adalberto. En su muerte le acompañaron 18 compañeros. Apóstol de los Rutenos. En el Martirologio Romano anterior a 1970, el san Bonifacio del 19 Junio y el san Bruno del 15 Octubre son la misma persona: Bruno era su nombre de bautismo y Bonifacio su nombre de monje.
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Santa CATALINA DE BOLONIA. (1413-1463)./a>

Ella misma decía: “Cuando salí del siglo, mi único objeto fue hacer la voluntad de Dios y para quererlo amar con amor perfectísimo, y día y noche no pensaba ni pedía otra cosa, sino que pudiera, supiera y tratara de amar y conocer a Dios”. Practicó la pintura y la música; tocaba el violín maravillosamente sin haber tomado lecciones. Allí sufrió de éxtasis: se dice que en una Navidad se le apareció María y le puso al Niño en sus brazos; profetizó la caída del Imperio Romano de Oriente. Trabajó en los oficios más humildes, entre ellos el de panadera y portera, pero siempre en contemplación con Dios, aunque durante cinco años sufrió una fuerte purificación, que la pusieron al borde de la desesperación, pero que supo superar con la ascesis y la oración. La obediencia y la humildad fueron siempre para ella fundamentales para la vida espiritual. Fue maestra de novicias, y enviada como fundadora del monasterio de Corpus Domini en Bolonia del que fue abadesa hasta su muerte. Vivió en este cargo hasta cumplir los 50 años, que fue la edad con la que murió. Antes de morir dejó a su director espiritual un "Tratado de las siete armas espirituales" y el libro de "Las Revelaciones o los doce jardines". Su cuerpo momificado se conserva sentado en una silla del convento de Bolonia, ya que según la tradición, una vez muerta su cadáver exhalaba un perfume extraordinario y sus restos tuvieron poderes taumatúrgicos. La Orden franciscana celebra su memoria el 9 de Mayo. Patrona de Bolonia.
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Santo DOMINGO SAVIO. (1842-1857).

¿Para qué puede servir esta tela? preguntó Domingo. -Para hacer un buen traje y regalárselo a Nuestro Señor, respondió san Juan Bosco. -Entendido. Pues yo soy la tela y usted el sastre: hagamos ese traje". Y de este modo entró Domingo en el colegio salesiano de Valdocco donde fue un aficionado a los deportes y a la música: tenía una voz excelente. Oyó un día decir a don Bosco: "Es voluntad de Dios que todos seamos santos. Es fácil hacerse santos, pues nunca falta la ayuda de Dios. Hay grandes premios para quien se hace santo". Y Domingo decidió hacerse santo. Siguió al pie de la letra los consejos de su director espiritual, el propio don Bosco, resumidos en una máxima: cumplir alegremente los deberes de su estado. Es decir, santa alegría en el servicio de Dios, piedad y estudio, aceptación de las contradicciones y hacer todo el bien posible a sus compañeros. Domingo tenía su genio y sus arrebatos, incluso llegó a pelearse cansado ya de las bromas que le hacían, pero aprendió a dominarlos. No tenía respetos humanos. Era valiente en la profesión de la fe. Sus padres, sus maestros, sus compañeros, reconocieron en el un extraordinario candor, unido a una maravillosa capacidad de devolver el bien por el mal incluso en las pequeñas cosas.
Se propuso no perder un minuto de su tiempo y tenía una gran devoción a Jesús Sacramentado y a María. San Juan Bosco decía de él: "Savio llevaba más almas al confesionario con sus recreos que los predicadores con sermones". Creó entre sus compañeros la Compañía de la Inmaculada, con el fin de honrar a María, en aquellos años que se había definido el dogma. Es conocida la anécdota cuando intervino para evitar un duelo a pedradas entre dos compañeros. Les convenció de que antes del duelo aceptaran el desafío que él les proponía: les enseñó un crucifijo y les dijo “Quiero que cada uno fije la vista en este crucifijo; después arroje una piedra contra mí pronunciando estas palabras: Jesucristo siendo inocente murió perdonando a sus verdugos; yo, que soy culpable, quiero ofenderle y entregarme a las furias de una venganza ruin”. Sus amigos desistieron del duelo y se perdonaron mutuamente. A los 14 años ya sabía que iba a morir, y fue enviado a su casa en Mondonio, Turín, pues no podía continuar los estudios a causa de su siempre debil salud, se despidió de los compañeros diciendo: "Adiós nos veremos siempre con el Señor".
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Santos PEDRO CH’OE HYONG y JUAN BAUTISTA CHON CHANG-UN. M.1866.

Tras el martirio de Maubant pasó al servicio de san Andrés Kim, a quien también servirá hasta el martirio del sacerdote, en 1846. En este tiempo contrajo matrimonio, y se instaló en la capital con un pequeño comercio. Allí continuó catequizando, exhortando -con doctrina y ejemplo- a la fidelidad al evangelio, y realizando una tarea necesaria: copiar libros religiosos. A la llegada del padre san Simeón Francisco Berneux en 1855 Pedro se puso a disposición del nuevo obispo, y éste lo entusiasmó con un proyecto importante para la misión: montar una imprenta. En cuatro años de trabajo, Pedro llegó a imprimir y distribuir millares de libros utilizados en la catequesis. Con el juicio del P. Berneux llegaron a manos de los jueces algunos de esos ejemplares, y los espías se encargaron de seguir el rastro de los títulos hasta dar con un traidor que denunció a Pedro. La prisión del obispo y la pesquisa sobre los libros puso en guardia a Pedro y pudo esconderse, pero el cerco se fue cerrando sobre él, hasta que finalmente fue apresado.

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