Santoral del 31 de Mayo



La Visitación de la Virgen María
INDICE

Visitación de la Virgen Como iba llena de la gracia de Dios, inundó la casa de su prima de bendiciones
Santa PETRONILA.
Beato JACOBO SALOMONI DE VENECIA
Santa BAUTISTA VARANO
Beato NICOLÁS BARRÉ
San FÉLIX AMOROSO DE NICOSIA
Beato MARIANO DE ROCCACASALE
OTROS SANTOS DEL DÍA
Santa Cancianila, Mártir -San Cancio, Mártir -San Canciano, Mártir -Beato Jacobo de Venecia-
La Visitación de la Virgen María; Nuestra Señora de Linarejos. - Crescenciano, Hermias, mártires; Pascasio, Gertrudis, Vidal, Gala, Alejandro, confesores; Silvio, obispo; Teodoro, monje.







LA VISITACION DE LA VIRGEN A SU PRIMA ISABEL
Quien guardare y enseñare mis mandamientos,
grande será llamado en el reino de los cielos.
(Mateo, 5,19).

En el misterio de la Visitación, el preludio de la misión del Salvador
Catequesis mariana
Santo Padre Juan Pablo II
2 de octubre de 1996

En el relato de la Visitación, san Lucas muestra cómo la gracia de la Encarnación, después de haber inundado a María, lleva salvación y alegría a la casa de Isabel. El Salvador de los hombres oculto en el seno de su Madre, derrama el Espíritu Santo, manifestándose ya desde el comienzo de su venida al mundo.

El evangelista, describiendo la salida de María hacia Judea, use el verbo anístemi, que significa levantarse, ponerse en movimiento. Considerando que este verbo se use en los evangelios pare indicar la resurrección de Jesús (cf. Mc 8, 31; 9, 9. 31; Lc 24, 7.46) o acciones materiales que comportan un impulso espiritual (cf. Lc 5, 27¬28; 15, 18. 20), podemos suponer que Lucas, con esta expresión, quiere subrayar el impulso vigoroso que lleva a María, bajo la inspiración del Espíritu Santo, a dar al mundo el Salvador.

El texto evangélico refiere, además, que María realice el viaje "con prontitud" (Lc 1, 39). También la expresión "a la región montañosa" (Lc 1, 39), en el contexto lucano, es mucho más que una simple indicación topográfica, pues permite pensar en el mensajero de la buena nueva descrito en el libro de Isaías: "¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae buenas nuevas, que anuncia salvación, que dice a Sión: 'Ya reina tu Dios'!" (Is 52, 7).

Así como manifiesta san Pablo, que reconoce el cumplimiento de este texto profético en la predicación del Evangelio (cf. Rom 10, 15), así también san Lucas parece invitar a ver en María a la primera evangelista, que difunde la buena nueva, comenzando los viajes misioneros del Hijo divino.

La dirección del viaje de la Virgen santísima es particularmente significativa: será de Galilea a Judea, como el camino misionero de Jesús (cf. Lc 9, 51).

En efecto, con su visita a Isabel, María realiza el preludio de la misión de Jesús y, colaborando ya desde el comienzo de su maternidad en la obra redentora del Hijo, se transforma en el modelo de quienes en la Iglesia se ponen en camino para llevar la luz y la alegría de Cristo a los hombres de todos los lugares y de todos los tiempos.

El encuentro con Isabel presenta rasgos de un gozoso acontecimiento salvífico, que supera el sentimiento espontáneo de la simpatía familiar. Mientras la turbación por la incredulidad parece reflejarse en el mutismo de Zacarías, María irrumpe con la alegría de su fe pronta y disponible: "Entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel" (Lc 1, 40).

San Lucas refiere que "cuando oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno" (Lc 1, 41). El saludo de María suscita en el hijo de Isabel un salto de gozo: la entrada de Jesús en la casa de Isabel, gracias a su Madre, transmite al profeta que nacerá la alegría que el Antiguo Testamento anuncia como signo de la presencia del Mesías.

Ante el saludo de María, también Isabel sintió la alegría mesiánica y "quedó llena de Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: 'Bendita tu entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno'" (Lc 1, 41¬42).
En virtud de una iluminación superior, comprende la grandeza de María que, más que Yael y Judit, quienes la prefiguraron en el Antiguo Testamento, es bendita entre las mujeres por el fruto de su seno, Jesús, el Mesías.

La exclamación de Isabel "con gran voz" manifiesta un verdadero entusiasmo religioso, que la plegaria del Avemaría sigue haciendo resonar en los labios de los creyentes, como cántico de alabanza de la Iglesia por las maravillas que hizo el Poderoso en la Madre de su Hijo.

Isabel, proclamándola "bendita entre las mujeres" indica la razón de la bienaventuranza de María en su fe: "¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!" (Lc 1, 45). La grandeza y la alegría de María tienen origen en el hecho de que ella es la que cree.

Ante la excelencia de María, Isabel comprende también qué honor constituye pare ella su visita: "De dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí?" (Lc 1, 43). Con la expresión "mi Señor", Isabel reconoce la dignidad real, más aun, mesiánica, del Hijo de María. En efecto, en el Antiguo Testamento esta expresión se usaba pare dirigirse al rey (cf. IR 1, 13, 20, 21, etc.) y hablar del rey-mesías (Sal 110, 1). El ángel había dicho de Jesús: "EI Señor Dios le dará el trono de David, su padre" (Lc 1, 32). Isabel, "llena de Espíritu Santo", tiene la misma intuición. Más tarde, la glorificación pascual de Cristo revelará en qué sentido hay que entender este título, es decir, en un sentido trascendente (cf. Jn 20, 28; Hch 2, 34-36).

Isabel, con su exclamación llena de admiración, nos invita a apreciar todo lo que la presencia de la Virgen trae como don a la vida de cada creyente.

En la Visitación, la Virgen lleva a la madre del Bautista el Cristo, que derrama el Espíritu Santo. Las mismas palabras de Isabel expresan bien este papel de mediadora: "Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo saltó de gozo el niño en mi seno" (Lc 1, 44). La intervención de María produce, junto con el don del Espíritu Santo, como un preludio de Pentecostés, confirmando una cooperación que, habiendo empezado con la Encarnación, esta destinada a manifestarse en toda la obra de la salvación divina.

MEDITACIÓN SOBRE
LAS TRES CLASES DE CARIDAD


I. La primera caridad que debemos al prójimo, es el alimento y el vestido. Quien tiene bienes de este mundo, y viendo a su hermano en necesidad cierra las entrañas, ¿cómo es posible que resida en él el amor de Dios? ¿Haces tú caridad según tus medios? ¿O imitas, acaso, al rico epulón que daba espléndidos festines mientras Lázaro a su puerta se moría de hambre? ¡Cuán terrible será oír: Tuve hambre y no me diste de comer, estuve desnudo y no me vestiste!

II. La segunda caridad que debemos a nuestros hermanos, es el pan de la inteligencia, la verdad religiosa. Instruyendo a los ignorantes continuamos la obra de Jesucristo. Una de las señales que da Él de la venida del Mesías, es que los pobres son evangelizados. Esta obligación se hace obligación de justicia si se trata de nuestros hijos. Recordad, padres y madres, que no sólo habéis engendrado para esta vida perecedera a vuestros hijos, sino para la vida eterna; y la vida eterna consiste en conoceros a Vos, que sois el solo Dios verdadero, y a Jesucristo a quien Vos habéis enviado. (Evangelio de San Juan).

III. Después de haber ilustrado la inteligencia, hay que formar el corazón y elevarlo hasta Dios. Si no podemos por nosotros mismos cumplir este deber de caridad para con el prójimo, ¿no podríamos acaso hacerla cumplir por medio de otros, favoreciendo las escuelas en las que los niños son formados en la religión y en la piedad? ¿Hemos confiado, por lo menos, a nuestros hijos a personas capaces de desarrollar en ellos el germen de piedad que nosotros hemos debido sembrar en su corazón? No confiaríamos nuestros caballos a un conductor inexperto, y se entregan los hijos al primero que venga. (San Juan Crisóstomo).

La buena educación de los hijos
Orad por las órdenes docentes.

ORACIÓN

Oh Dios, que os dignasteis serviros de la bienaventurada Ángela para hacer florecer en la Iglesia una sociedad de vírgenes sagradas, concedednos, por su intercesión, que vivamos como ángeles, a fin de que, renunciando a todas las cosas terrenales, merezcamos gozar un dia de los júbilos eternos. Por J. C. N. S. Amén.

http://www.aciprensa.com/podcast/santo/mayo31fiestadelavisitaciondelavirgenmaria.mp3






LA VISITACIÓN DE NUESTRA SEÑORA.
Martirologio Romano: Fiesta de la Visitación de la Beata Virgen María, cuando fue a visitar a Isabel su pariente, que en la vejez había concebido un hijo, y la saludó. En el gozoso encuentro entre las dos futuras madres, el Redentor que venía santificó a su precursor ya en el seno y María, respondiendo al saludo de Isabel y llena del Espíritu, magnificó al Señor con un cántico de alabanza.

La fiesta a de la visitación de María a su prima Isabel, se ha trasladado al 31 de mayo (antes el 2 de julio, octava del nacimiento del precursor), porque se celebra entre la anunciación (25 de marzo) y la natividad de Juan Bautista (24 de junio), y así se adapta mejor a la narración evangélica.
María recibe el mensaje del ángel Gabriel, "Isabel tu parienta, también ha concebido un hijo"... "María se puso en camino y con prontitud fue a la montaña, a una ciudad de Judá, y entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel".

María marcha para ayudar a su prima, y la saluda "Así que oyó Isabel el saludo de María, saltó el niño en su seno e Isabel se llenó del Espíritu Santo y clamó con voz fuerte: ¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿De dónde a mí que la madre de mi Señor venga a visitarme? Porque así que sonó la voz de tu salutación en mis oídos, saltó de gozo el niño en mi seno".
Ese «con motivo de» marca el tono peculiar de esta fiesta: no es el viaje como tal el centro, no es el esfuerzo de la Virgen, no es la lejanía del lugar, no es ni siquiera el encuentro de las dos mujeres el centro, sino que el centro está en que «al encontrarse gozosas ... el Redentor santificó a su precursor», y que «al responder María ... glorificó a Dios». El centro de toda esta fiesta está puesto en dos focos: el Redentor y Dios, rodeados, evocados, celebrados en María.
Según un autor, la Anunciación es lo que le ha sucedido a María; la Visitación es lo que María hace que suceda en los demás, por su prontitud, generosidad y confianza. FIESTA.
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Santa PETRONILA. s. I.
Martirologio Romano: En Roma, en el cementerio de Domitila, en la vía Ardeatina, santa Petronila, virgen y mártir.

Nació en Roma de la familia de los Flavios. Hija de Tito Flavio Petronio. Convertida por san Pedro. Se le consideró hija del apóstol, pero hubo un error, porque no era hija carnal, sino hija espiritual. Dicen que el Señor le dio una cruz con la enfermedad, porque estuvo paralítica muchos años. Dicen que, estando Pedro en su casa, le mandó que se levantara de la cama, y así lo hizo. Pero luego siguió enferma hasta la muerte de Pedro.

Según la leyenda, después dedicó su vida a visitar a los cristianos presos, y a enterrar a los mártires. Un día, un caballero romano llamado Flaco, se enamoró de ella y la pretendió como esposa. Ella, que no estaba para estas cosas, le pidió tres días para pensarlo. El día tercero, al amanecer, llegó a su casa el sacerdote Nicodemus, celebró para ella la Eucaristía, le dio la comunión, y Petronila murió sin más. Cuando llegó Flaco para recibir la respuesta, sólo pudo acompañarla en los funerales.
Realmente es una virgen y mártir que está enterrada en las catacumbas de Domitilia de Roma. Desde 1969 su culto se ha limitado a los calendarios locales. Patrona de los reyes de Francia.
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Beato JACOBO SALOMONI DE VENECIA. (1231-1314).
Martirologio Romano: En Forlí, en la Emilia, beato Jaime Salomoni, presbítero, quien, de adolescente, fallecido su padre e ingresada su madre en las monjas cistercienses, distribuyó sus bienes entre los pobres y entró en la Orden de Predicadores, donde resplandeció durante cuarenta y cinco años dotado de insignes carismas y como amigo de los pobres y hombre pacífico.

Natural de Venecia; pertenía a una nobilísima familia pero pronto quedó huérfano de padre. La madre se lo confió a su virtuosa abuela ya que había decidido ingresar en el monasterio veneciano de las Celestes. El niño regularmente visitaba a su madre, y ya adolescente, sintió que también le atraían las cosas nobles y santas. Distribuyó sus bienes entre los pobres e ingresó en los dominicos en Santa María Celeste en la misma ciudad. Observó la Regla durante 66 años con inviolable fidelidad.

Alma contemplativa y sedienta de silencio, obtuvo, en 1269, el permiso de marchar al convento de Forlí, para vivir desconocido y lejano de su patria. No tuvo el don de la elocuencia, pero su cátedra fue el confesonario, donde desarrolló un fructífero apostolado para el cual había recibido dones verdaderamente extraordinarios. Leía en los corazones, y para cada uno sus palabras eran bálsamo de vida. Se dice que cuando estaba en confesión, se veía una paloma sobre su hombro. Su oración era taumatúrgica y obtenía milagros de todas clases. Entrado en años soportó una cruel llaga en el pecho, sin concederse, ni reposo, ni dispensa. Fue prior en distintos conventos y desempeñó varios cargos en varias casas de la Orden hasta su muerte de cáncer en Forli. Se prodigó en obras de caridad, mereció el título de "padre de los pobres". Su cuerpo se conserva en la iglesia de Santos Juan y Pablo. Patrón de Forlí.
Un año después de la muerte del beato, se formó una cofradía para promover su culto. Clemente VII lo aprobó para Forli, en 1526; Paulo V lo extendió a Venecia y Gregorio XV, con bula del 22 de septiembre de 1621, a toda la Orden de Santo Domingo.
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Santa BAUTISTA VARANO. (1458 - 1524).
Martirologio Romano: En Camerino, del Piceno, en Italia, santa Bautista (Camila) Varano, abadesa del monasterio de clarisas fundado por su mismo padre, donde experimentó grandes tribulaciones, pero también consolaciones místicas.

Había nacido en Camerino (Marca de Ancona), en el Apenino italiano, hija de la familia Varano; era princesa de Camerino. De los primero diez y últimos veintitrés años de su vida poco o nada se sabe; nuestros conocimientos acerca de los años que se le conoce, es por sus propias escrituras realizadas. Esta revelación acerca de ella misma fue conocida por las influencias de su confesor, el beato Pedro Corradino de Mogliano, proveniente de los Franciscanos en La Marca. Parece ser que la elocuencia del beato Pedro Corradino, lo que logro realizar la conversión de Camila, y que realizara el voto de la "lagrima" que hizo después de haber escuchado una predicación sobre la Pasión de Jesús, (se propuso derramar una lágrima todos los viernes en memoria de la Pasión de Cristo).

Después sortear muchas dificultades, y de vencer la oposición paterna entró en las clarisas de Urbino con el nombre de sor Baptista. Su padre para reparar el daño que le había hecho, hizo ampliar el monasterio de Santa María Nova en Camerino. Allí su hija fue elegida abadesa y tuvo revelaciones místicas que su director espiritual le hizo escribir y así nacieron las obras de literatura mística del siglo XIV: "Los dolores mentales de Jesús"; "La vida espiritual"; "El Tratado de la pureza de corazón"; "Las oraciones"; "Las Poesías". Sufrió de nuevo cuando su padre y sus hermanos fueron asesinados por Cesar Borgia; y de nuevo tuvo otro motivo para inmolar su vida en la cruz. Había dicho: "Hacer el bien, y padeced el mal, y padecerlo, pero no solos, sino con Cristo en la cruz". Murió en Camerino el 31 de mayo de 1524 a la edad de 66 años. Gregorio XVI el 7 de abril 1843 aprobó su culto.
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Beato NICOLÁS BARRÉ. (1621-1686).
Martirologio Romano: En París, en Francia, beato Nicolás Barré, presbítero, el cual, siendo maestro de teología y célebre director de almas en el espíritu del Evangelio, fundó por toda Francia las Escuelas Cristianas y de Caridad, así como las Hermanas Maestras del Niño Jesús, para la educación gratuita de niños pobres.

Nació en Amiens, Francia, en el seno de una familia de comerciantes de la clase media. Durante su niñez estudió en los jesuitas de su ciudad natal. Allí conoció la figura de san Luis Gonzaga y en él inspiró su conducta. Antes de terminar sus estudios confió a sus padres el deseo que anidaba en su corazón de entregarse totalmente al Señor en la vida religiosa, ellos aceptaron cristianamente la determinación de su hijo, cuando llegue el momento le ayudarían y ofrecerían su apoyo para que lo pudiera realizar.
Ingresó en los Mínimos, cuyó lema “Charitás” será una constante en su vida. Fue ordenado sacerdote y su primera misión será, inicialmente, en la predicación y la confesión en el convento de los Mínimos en la plaza Royale de París. Su tarea alcanzó mucho éxito, y Nicolás descubrió lo difícil que era no dejarse arrastrar por la institución y luchó contra ello, que le costó una grave enfermedad, y sus superiores le enviaron de regreso a su ciudad natal. Aquí recibió la revelación de dedicarse a los niños y niñas que vivían en la marginación y la pobreza.

En 1.659, cuando Nicolás cuenta ya 38 años, fue enviado a Rouen. Allí constata la miseria e ignorancia que reina, el abandono de niños y jóvenes y sobre todo las niñas que son las más desfavorecidas. Medita, ora sobre esta situación en la que los ve sumergidos sin posibilidad de salir por ellos mismos; se pregunta una y mil veces ¿qué es lo que puedo hacer? ¿qué es lo que debo hacer?. Le supone una presión tremenda verlos explotados en trabajos impropios porque tienen que ayudar a la familia: hacinados por la falta de espacio, con los graves perjuicios morales que esto supone; supersticiosos y alejados de la grandeza de la fe que recibieron en el bautismo.
Nicolás cada día que pasa reflexiona más sobre este asunto, va entrando en contacto con otras personas que se hacen éstas o parecidas preguntas. Las autoridades de Rouen por su parte, adoptan las mismas medidas que ya se han tomado en otras localidades francesas, recoger a estos niños y jóvenes en el Hospital General; intentan con ello remediar estos males y quitar de la vista a aquellos que pueden hacer desdecir la buena marcha de la sociedad; pero esta situación es mucho peor si cabe: las condiciones son todavía más duras y lastimosas, junto a los niños están recogidos dementes, alcohólicos, vagabundos, lisiados, incapaces, enfermos crónicos, etc.
En 1666, puso en obra su proyecto: pequeñas escuelas gratuitas diseminadas por las zonas rurales en las que acoge a los niños más pobres. Fundó para su proyecto las Hermanas del Niño Jesús, que no tenían votos, ni clausura, pero viviendo en la sencillez y la pobreza, dispuestas a descubrir a Dios en la acción contemplativa.

Bajo la iniciativa de Nicolás Barré, un grupo de mujeres de Rouen y sus alrededores, se consagraron totalmente a la formación humana y cristiana de las jóvenes y mujeres que la pobreza y la miseria habían dejado sin recursos. Las hermanas dedicadas a esta labor se multiplicaron prodigiosamente y de todos los rincones de Francia solicitaban su presencia benéfica. Ellas por su parte vivían en un total abandono en la Divina Providencia, atareadas en la labor educativa y de formación humana y religiosa.

El Padre Barré las animaba con sus consejos y palabras de aliento para el duro trabajo que realizaban. Hay que señalar que no hubo ninguna dificultad entre las hermanas durante varios años. Así, la comunidad continuó creciendo más y más, y las Escuelas se fueron multiplicando y la gracia de Dios se derramaba en abundancia. Sin embargo, hubo grandes dificultades después de varios años. “No puedo detallar las que nos vinieron por parte de los sacerdotes, de los clérigos, religiosos y seglares, que causaron muchas penas a nuestro muy reverendo padre Barré que tuvo que sufrir, sudar y trabajar, y sacrificarse mucho para establecer la casa, y se cansó mucho y arruinó su salud para darnos santos y sobrenaturales consejos, llenándonos el corazón y el espíritu de todo lo necesario para nuestra salvación y la del prójimo. No se puede expresar el penoso trabajo a que se entregó nuestro reverendo padre".

Los estatutos de l685 están dirigidos a los Hermanos maestros y a las Hermanas maestras de las escuelas a los cuales formaba en seminarios para que realizasen su labor educativa de la forma más fecunda. Constatamos aquí el comienzo de las Escuelas Normales.
En la actualidad las Maestras Caritativas forman una Confederación, con dos ramas diferentes: Hermanas del Niño Jesús-Providencia de Rouen que han saltado con sus casas desde Europa hasta Madagascar y Africa Central y las Hermanas del Niño Jesús-Nicolás Barré que desde Europa se han extendido por Asia, Africa y América Latina
Los Hermanos Maestros no perduraron, las condiciones de vida para ellos son más duras que para las maestras, son inconstantes, no perseveran. Necesitarían otro tipo de atención y dedicación que el P. Barré no puede tener con ellos.

San Juan Bautista de la Salle consultó al Padre Barré (1688) sobre el tema de los maestros, en el cual ha quedado envuelto de forma un poco involuntaria. El P. Barré se alegra de que alguien emprenda este camino; le aconseja desde su experiencia, le exige desde su posición de guía y consejero. Juan Bautista le pide consejo en varias ocasiones sobre el mismo tema y sobre la forma en que ha de actuar. Barré sabe que si Juan tiene a los maestros organizados y junto a sí, podrá conseguir aquello en lo que él fracasó. El no podía por su condición de religioso llevarlos a su convento y organizarlos allí de forma estable y permanente. Pero el señor De La Salle sí puede, aunque para hacerlo tenga que oponerse a toda su familia, quedar en ridículo delante de sus amigos y conocidos, invertir toda su fortuna y renunciar a todas sus seguridades. Juan Bautista de la Salle tiene madera de Santo, se deja modelar por la mano de Dios a través de su guía experto, Nicolás, y funda los Hermanos de las Escuelas Cristianas que hasta el día de hoy juegan un papel muy importante en la educación de niños y jóvenes.
Fue un hombre humilde, abandonado en manos de la Providencia, audaz y creativo. Murió en Amiens.
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San FÉLIX AMOROSO DE NICOSIA. (1715-1787).
Martirologio Romano: En Nicosia, en Sicilia, san Félix (Jacobo) Amoroso, religioso, que después de haber sido rechazado durante diez años, finalmente ingresó en la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos, desempeñando humildísimos oficios con sencillez e inocencia de corazón.

Se llamaba Giacomo y nació en Nicosia (Sicilia) en el seno de una familia humilde. Desde niño ejercio el oficio paterno de zapatero. A los veinte años pidió al superior del convento capuchino de Nicosia que intercediera ante el padre provincial para que fuera aceptado en la Orden como lego, pues, al ser analfabeto, no podía ser admitido como clérigo, y sobre todo porque ese estado correspondía más a su índole sencilla y humilde. No fue aceptado ni entonces ni a lo largo de ocho años, a pesar de sus repetidas solicitudes. Pero no perdió la esperanza. En 1743, cuando supo que el padre provincial de Messina se encontraba de visita en Nicosia, pidió hablar personalmente con él para exponerle su deseo. Al fin, el provincial lo admitió en la Orden.

En 1743, comenzó el noviciado en el convento de Mistretta y cambió su nombre por el de Félix. Destacó por su obediencia, por su sencillez, por su amor a la mortificación, por su paciencia y su dedicación a los pobres y enfermos. En 1774, después de su profesión religiosa, lo enviaron al convento de Nicosia. Desempeñó los oficios de despensero, cocinero, zapatero, enfermero, portero y, principalmente, limosnero. Cada día recorría las calles del pueblo llamando a las puertas de los ricos, invitándolos a compartir sus bienes, y a las de los pobres, para ofrecerles ayuda en sus necesidades. Siempre daba las gracias, tanto cuando le hacían donativos como cuando lo rechazaban de mala manera, diciendo: "Sea por amor de Dios".

Realizó todo con sencillez e inocencia de corazón. Aunque era analfabeto conoció bien la Sagrada Escritura y la doctrina cristiana, ya que gozó de buena memoria. Fue muy devoto de Jesús crucificado y de la Eucaristía. También tuvo una gran devoción por María.
Aunque se encontrara débil o enfermo a causa de las duras penitencias y mortificaciones, siempre estuvo dispuesto a cualquier forma de servicio, sobre todo en la enfermería del convento. En 1787, después de una fiebre violentísima, pidió audiencia al padre Guardián; "¿Qué quieres hijo mío, la bendición de los moribundos? - También esa, respondió Félix- pero primero me tenéis que dar permiso para morirme".
Fue beatificado por el Papa León XIII el 12 de febrero de 1888, y canonizado en Roma el 25 de octubre de 2005 por SS. Benedicto XVI.
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Beato MARIANO DE ROCCACASALE. (1778-1866).
Martirologio Romano: En el pueblo de Bellegra, en la comarca romana, beato Mariano de Roccacasale (Domingo) Di Nicolantonio, religioso de la Orden de los Hermanos Menores, que cumpliendo el oficio de portero abrió la puerta del convento a los pobres y a los peregrinos, a quienes atendió en todo con suma caridad.

Domingo De Nicolantonio nació en Roccacasale, en L’Aquila (Italia), en el seno de una familia campesina. Se cuidó de pastorear los rebaños y el contacto con la naturaleza, le hizo valorar el silencio y la reflexión. Tenía entonces veintitrés años. No podía resistir a esta fuerza interior. Y decidió dedicarse con más radicalidad al seguimiento de Cristo.
En 1802 ingresó en los franciscanos y tomó el nombre de fray Mariano de Roccacasale; su nueva vida se resumió en dos palabras: oración y trabajo. Permaneció en ese convento doce años. Fue carpintero, jardinero, cocinero y portero del convento de Ariscia. Pero su aspiración a la santidad no encontraba en Ariscia el ambiente favorable, no por culpa de los compañeros o de los superiores, sino porque aquella época no era propicia para la vida religiosa y los conventos.

En 1814, tras el regreso del Papa a Roma, la vida conventual pudo rehacerse lentamente en medio de dificultades sin número. Hicieron falta varios años para que todos los religiosos regresaran a sus conventos, y la vida de oración y de apostolado volviera a florecer con regularidad en los claustros. En ese momento llegó a los oídos de fray Mariano el nombre del Retiro de San Francisco en Bellegra. La fama de la vida regular y austera que desde hacía tiempo se había instaurado en ese convento por obra de santos religiosos ya corría por los alrededores. Fray Mariano acogió aquella voz como una invitación del Señor. Los superiores aceptaron su petición de dirigirse a Bellegra en peregrinación. Así fray Mariano dejó el convento de Ariscia por el Retiro de Bellegra. Tenía treinta y siete años. Allí fue portero del convento cargo que desempeñó durante 40 años, y este fue el medio de su santificación. Para todos los que acudían al convento tenía una sonrisa y supo acogerlos con alegría y simpatía, además de instruirles en las verdades de fe. Murió sin haberse nunca lamentado por el intenso trabajo. Fue beatificado por Juan Pablo II el 3 de octubre de 1999.
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OTROS SANTOS DEL DÍA:

San Hermías de Comana. M. 170.
Martilogio Romano: Junto a Comana, en el Ponto, san Hermias, soldado y mártir.
Veterano del ejército, martirizado en Comana en Capadocia, no en el Ponto, como pensaba Baronio. Tiene un puesto importante en la liturgia griega.



Santos Cancio, Canciano y Cancianila. M. c. 304.
Martirologio Romano: En Aquilea en el Friuli, santos Cancio, Canciano y Cancianila, mártires, que arrestados por el procurador mientras se alejaban en una carreta de la ciudad, fueron conducidos al suplicio.
Cancio, Canciano y Cancianila eran hermanos, miembros, según se dice, de la familia romana de los Anicios. Cuando murieron sus padres, fueron educados en la fe cristiana por su tutor san Proto. Cuando estalló la persecución del emperador Diocleciano, liberaron a sus esclavos, distribuyeron el dinero de la venta de sus posesiones y se trasladaron a Aquilea. En cuanto llegaron a esta ciudad, como ya se conocía su condición de cristianos, las autoridades enviaron mensajeros al emperador para pedir instrucciones.

Diocleciano que se quería liberar de la gens de los Ancios, sobre todo por razones políticas, respondió que si no sacrificaban a los dioses debían ser decapitados.
Nuestros mártires, mientras tanto, habían logrado huir de la ciudad en una carreta de mulas, pero un accidente les obligó a detenerse, a siete kms. de la población de Aquae Gradatae y allí les alcanzaron sus perseguidores. Comparecieron ante el tribunal que les conminó a sacrificar a las divinidades, pero ellos se negaron rotúndamente ya que no renegarían jamás del verdadero Dios y fueron decapitados junto a su tutor Proto.

San Silvio de Toulouse. M. c. 400.
Martirologio Romano: En Toulouse, en la Galia Narbonense, san Silvio, obispo, que comenzó la construcción de una basílica para acoger dignamente el sepulcro de san Saturnino.
Obispo de Toulouse. Silvio, fue sin duda, el artífice de la construcción, en la segunda mitad del siglo IV, de la basílica que debía custodiar las reliquias del fundador de la Iglesia de Toulouse, esto es san Saturnino. Por desgracia murió sin poderla completarla y tuvo que hacerlo su sucesor, san Exuperio de Toulouse. No conocemos otros particulares.

San Vidal de Asís (Vital de Bastia). (1295-1370).
Nació en Bastia Umbra. Después de pasar una juventud muy desordenada y llena de vicios, arrepentido, buscó de expiar las culpas cometidas peregrinando a los santuarios más importantes de Italia y Europa. Regresó a Umbría vestido con el hábito benedictino y condujo una experiencia de vida eremítica.

Pasó el resto de su vida en el eremo de Santa Maria di Viole, junto a Asís, en la más absoluta pobreza, cubriéndose de harapos, con los pies descalzos y los cabellos largos; su única propiedad era un cesto usado para coger agua en una fuente cercana. Estuvo bajo la obediencia del abad benedictino del monasterio de Santa Maria di Viole.
Hay quien dice que fue terciario franciscano y que murió en 1491.
Después de su muerte su fama extendió por doquier a causa de los numerosos milagros a favor de los enfermos de patologías genitales y de la vesícula y será el protector de estos enfermos.

San Noé Mawaggali. (1851-1886).
Martirologio Romano: En el lugar de Mityana, en Uganda, san Noé Mawaggali, mártir, que, siendo servidor del rey, iniciada la persecución y rehusando impávido emprender la fuga, ofreció voluntariamente su pecho a las lanzas de los soldados, quienes se lo atravesaron estando colgado de un árbol, hasta que entregó el espíritu por Cristo.
Era natural de Mityana (a unos 60 km de Kampala), Uganda, pertenecía al clan del Antílope y era alfarero de profesión. Se bautizó en 1885. Fue el cocinero de Mukwenda, es decir, del jefe de la provincia de Singo. Fue catequista de la comunidad cristiana de su pueblo junto con san Matías Kalemba.

Cuando se supo que venían los enviados del rey a destruir la comunidad cristiana se negó a huir. Consoló a su hermana, que lloraba, con estas palabras: “Estoy cierto de la vida futura, no temo morir”. Fue atado a un árbol y descuartizado por sus verdugos, y muerto a lanzazos en el poblado de Mityana. Su hermana Munaku, aún catecúmena, vio como la mataban y siguió a los soldados y les pidió que la mataran también a ella, pero fue confiada a los misioneros, con los cual viviría consagrada al Señor con votos privados, hasta 1934, cuando ya su hermano había sido beatificado.
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