Santoral del 14 de Noviembre


SAN LORENZO DE DUBLÍN, Obispo y Confesor

INDICE

San JOSÉ PIGNATELLI
Beato JUAN DE TUFARIA
San LORENZO O'TOOLE
San SERAPIÓN
NICOLÁS TAVELÍC, DEODATO ARIBERT, ESTEBAN DE CUNEO y PEDRO DE NARBONA
San ESTEBAN TEODORO CUENOT
Beata MARÍA LUISA MERKERT



SAN LORENZO DE DUBLÍN Obispo y Confesor
n. 1128 en Kildare, Irlanda;
† 14 de noviembre de 1180 en Eu (Normandía), Francia
Vosotros, al presente, a la verdad padecéis tristeza;
pero yo volveré a visitaros,
y vuestro corazón se bañará en gozo,
y nadie os quitará vuestro gozo.
(Juan 16, 22)

A la edad de diez años, el joven Lorenzo, irlandés, debió ser entregado por su padre como rehén, y fue cruelmente maltratado por espacio de dos años. Pidió, después, entrar al convento de Glendalough, del que llegó a ser abad a los 25 años de edad, para ser elevado a la sede arzobispal de Dublín trece años después. Gobernó su abadía como su iglesia, en los tiempos más difíciles, con admirable piedad y gran sabiduría. Murió en Eu, en Normandía, en el curso de un viaje, el 14 de noviembre de 1180.


MEDITACIÓN SOBRE LA FELICIDAD DE LOS MALOS
Y LAS AFLICCIONES DE LOS JUSTOS
I. Aquí abajo los malos a menudo nadan en prosperidad y abundancia. Dios previendo que serán condenados por sus crímenes, les concede esta felicidad temporal para recompensar algunas buenas acciones que han hecho. ¡Dichosos de este mundo, temblad y llorad! Dios os trata como a un enfermo desahuciado a quien el médico permite todo lo que desea. Son víctimas que se prepara y que se corona de flores antes de inmolarlas (Minucio Félix).

II. Los justos, por el contrario, a menudo son afligidos en este mundo, porque su Padre celestial no quiere que los bienes de la tierra les arrebaten los del cielo. Alegraos, pues, vosotros que sois pobres y estáis afligidos, porque las aflicciones que os hacen gemir señal son de predestinación. Os apegaríais a los placeres de la tierra, no pensaríais en las delicias del paraíso, si en este mundo tuvieseis todo lo que deseáis. Los males que nos abruman aquí nos urgen ir a Dios (San Gregorio).

III. El teatro cambiará de escena tanto para el justo como para el impío. El impío ha gozado durante su vida: una tristeza eterna sucederá a este gozo de un momento. Justos, habéis vivido en la tribulación: consolaos. Dios os colmará de un gozo eterno; necesariamente hay que sufrir en este mundo o en el otro. Las cosas deben cambiar de faz; ellos gozan y nosotros estamos en la tristeza; lloremos, pues, mientras ellos están alegres, a fin de estar alegres cuando ellos viertan lágrimas (Tertuliano).
La paciencia.
Orad por los que están afligidos.

ORACIÓN
Escuchad, Señor, las oraciones que os dirigimos en la fiesta del bienaventurado Lorenzo, vuestro confesor y pontífice; y por los méritos de aquél que tan dignamente os ha servido, perdonadnos nuestros pecados. Por J. C. N. S.


San JOSÉ PIGNATELLI. (1737-1811)

Martirologio Romano: En Roma, san José Pignatelli, sacerdote de la Compañía de Jesús, que trabajó para restaurar la vida de esta familia religiosa entonces reducida casi a la extinción y se demostró insigne por su caridad, humildad e integridad moral, siempre dirigido a la mayor gloria de Dios

Nació en Zaragoza. Era de nobilísima familia entre napolitana y aragonesa: su padre era un príncipe del Sacro Imperio Germánico, y su madre, marquesa de la Mora. Su familia emparentaba con san Francisco de Borja y san Luis Gonzaga. Estudió en el colegio de los jesuitas de Zaragoza, donde estudió Teología; en Calatayud estudió Filosofía, una vez que ingresó en los jesuitas. Era piadoso, elegante y culto. Entendía de antigüedades, hablaba varios idiomas, y tenía un gran categoría humana. Fue siempre ejemplo de caridad, humildad y confianza en Dios. Esas fueron sus virtudes características. Entró en la Compañía de Jesús (1753) y, tras una estancia de formación en Tarragona, Calatayud y Manresa.

En 1759 solicitó que le destinaras a las misiones del Paraguay, pero en vísperas del exámen final de Teología moral enfermó: tuvo vómitos de sangre y enviado a los Pirineos para que se recuperara

Fue ordenado sacerdote en 1762, poco antes de que Carlos III decretara el destierro de los jesuitas. Su primer destino fue la de profesor de Gramática en el colegio de los jesuitas de Zaragoza, allí estuvo cuatro años, tiempo que aprovechó para introducir en el colegio la práctica de los seis domingos en honor a san Luis Gonzaga. Se dedicó también a atender a los enfermos y a los condenados a muerte. En 1767 fue ordenado la expulsión de los jesuitas de España. Su hermano consiguió que se hiciera una excepción con él, pero éste entre vómitos de sangre, muy enfermo de tisis, hizo que le llevaran a Salou para embarcar junto con sus hermanos expulsados y compartir con ellos sus penalidades. En 1771 hizo sus votos solemnes en la iglesia del Gesú de Ferrara. En 1773, el papa publicó la extinción total y absoluta de la Compañía de Jesús. 23.000 jesuitas de todo el mundo dejaban de serlo y se veían desprovistos de todas sus casas y bienes. José y su hermano Nicolás, también jesuita, alquilaron un apartamento en Ferrara y luego en Bolonia.

En Italia vivieron como apestados, y él decidió dedicarse al estudio viviendo siempre con una gran modestia; comenzó a pintar, y comenzó a comprar libros e hizo una biblioteca bastante numerosa. A pesar de su débil salud se dedicó a los pobres y enfermos. Su hermano intentó que dejase la Compañía a lo que José le contestó: “... no lo haré jamás, aunque tuviese que perder mil veces la vida”. José intentó ingresar de nuevo en el noviciado de la Compañía en Rusia, pero no le estaba permitido a los españoles. En 1797 pudo renovar sus votos cuando la Orden se reconstituyó en el ducado de Parma, agregándose al núcleo de Rusia, único lugar donde aún quedaban jesuitas.

En Ferrara y Bolonia, desplegó una gran actividad reorganizando la Compañía de la que pronto será provincial, a pesar de su oposición. Será el anillo de unión entre los jesuitas de antes y después de la persecución y abolición del siglo XVIII. Después de ser provincial de Nápoles, donde también se había restaurado la Compañía, fue nombrado provincial de toda Italia. Marchó a Roma, bajo la protección del papa Pío VII que momentaneamente reconoció a la Compañía. Pero la invasión napoleónica hizo que de nuevo tuvieran que vivir en la clandestinidad. José se dedicó a los más pobres. Pero morirá sin haber visto rehecha la Compañía, durante la invasión de Napoleón y procurando que no se enteraran de su muerte para que no hubiera manifestaciones populares. Pío XI lo describió como un sacerdote de "viril y animosa santidad". Se le considera el segundo padre de los hijos de san Ignacio. Murió en Roma.
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Beato JUAN DE TUFARIA. (1084-1170)

Martirologio Romano: En el cenobio de Santa María de Gualdo Mazocca, cerca de Campobasso, en Italia, beato Juan de Tufaria, eremita
Nació en Tufara. Desde niño se sintió atraído por las cosas del Señor y fue sacristán cosa que irritó a sus padres contribuyó difundir chismes e infamias. Dándose cuenta que era una carga para su familia decidió abandonar su casa y huir del pueblo para seguir el camino que el Señor le había marcado. Con apenas 18 años, movido del deseo de profundizar su formación filosófica y teológica, se marchó a París.

En París, la vida mundana de la ciudad, el mundo de los doctos filósofos no respondían a sus expectativas. El amaba la soledad perfecta, la contemplación, el silencio para escuchar la Palabra de Dios, por ello regresó a su pueblo. Vendió todo lo que tenía y distribuyó a los pobres lo que había ganado. Totalmente pobre se marchó a las grutas de Baselice en las montañas boscosas cercanas a Tufara.

Transcurrió la mayor parte de su tiempo en este lugar. Muchos hombres queriendo imitar su ejemple se le unieron y dieron origen a una forma de vida comunitaria. En 1156 comenzó la construcción del monasterio en Gualdo Mazzocca en Foiano (Benevento). Llegó a ser una abadía de donde partieron los principios activos del monacato en favor de los marginados y oprimidos de la sociedad feudal, ofreciendo no sólo contemplación y oración, sino también sustento y ayuda concreta.

El beato Juan tuvo dones taumatúrgicos. A la edad de 86 años, Juan, con una fuerte fiebre murió. Sus últimas palabras fueron de paz y de amor. Los frailes sepultaron el cuerpo en un lugar oculto, temerosos que fuera robado, en una localidad desconocida del bosque.
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San LORENZO O'TOOLE. (1128-1180).

Martirologio Romano: En la localidad de Eu, en Normandía, tránsito de san Lorenzo O´Toole (Lorcan Ua Tualthail), obispo de Dublín, que, entre las dificultades de su tiempo, promovió valerosamente la disciplina regular de la Iglesia, procuró poner paz entre los príncipes y, finalmente, habiendo ido a visitar a Enrique, rey de Inglaterra, consiguió los gozos de la paz eterna Lorcan O'Tuathail nació en Leinster y era hijo del príncipe de Leinster. Contaba 10 años cuando su padre le entregó como rehén a Dermond, rey de Leinster, fue tratado tan inhumanamente que su padre obligó al rey a liberarlo; por ello, a los 12 años, ingresó como canónigo agustino en Glendalough, y a los 25 años, fue elegido abad, que se mostró siempre generoso y caritativo, especialmente en una fuerte carestía que asoló la región y el consiguió paliarla con sus limosnas.

Ocho años más tarde, en 1162, fue nombrado arzobispo de Dublín. Su primera preocupación fue la reforma de las costumbres del clero y dotar a su iglesia de ministros honestos. Hacia el año 1163, comprometió a los Canónigos Regulares de su catedral a recibir una regla monástica, y él mismo fue el primero en vestir el hábito religioso.

En el 1179, marchó a Roma donde participó en el III Concilio de Letrán y fue nombrado legado papal para Irlanda: hizo muchas reformas en su diócesis y de nuevo tuvo que atender a una fuerte hambruna en su diócesis que duró tres años, y se entregó a sus fieles con auténtica caridad. Negoció a menudo con el rey Enrique II de Inglaterra en nombre de los irlandeses. Durante uno de estas embajadas, murió en la abadía agustina de Eu en Normandía.
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San SERAPIÓN. (c.1168/75 - 1240)

Martirologio Romano: En Argel, de África septentrional, san Serapión, de la Orden de Nuestra Señora de las Mercedes, de la cual fue el primero que, para la redención de los fieles cautivos y predicación en fe cristiana, mereció la palma del martirio
Nació en Londres o Irlanda. Desde pequeño mostró gran piedad y una decidida inclinación religiosa. En su edad juvenil manifestó fervientes deseos de contribuir a la liberación de Tierra Santa, entonces en manos de los infieles. Su padre, que era general del ejército inglés y estaba emparentado con la familia real, prometió llevarlo consigo, y en el año 1190 marchó con el rey Ricardo Corazón de León a Palestina. Allí dio Serapio singulares muestras de valor y de intensa piedad, actuando decididamente en las batallas y socorriendo a los cristianos que sufrían en la esclavitud.
Después estuvo en el ejército de Leopoldo VI, duque de Austria.

Años después, ya muertos sus padres, se dirigió a España para servir al rey don Alfonso VIII de Castilla en la guerra contra los sarracenos. Tan relevantes fueron sus virtudes y méritos, que el monarca lo nombró su consejero, prosiguiéndose la guerra hasta el triunfo final. 

Después de otra incursión a Palestina, donde luchó contra las huestes de Conradino, hijo del gran sultán de Egipto, volvió nuevamente a España para combatir contra los moros al lado de los reyes Fernando de Castilla y Jaime I de Aragón.

Regresó a España y donde conoció a san Pedro Nolasco y su obra, tuvo que sufrir un cambio profundo, de pasar de militar a buscar las vías pacíficas de la redención de cautivos; en el 1222, se hizo mercedario, convirtiéndose en uno de los frailes más fieles de san Pedro Nolasco.

En aquel tiempo la isla de Mallorca estaba ocupada por los moros y desde allí partían navíos que asolaban las costas de Cataluña y apresaban las embarcaciones cristianas en el mar. Cuando el rey don Jaime partió con una armada contra aquella isla, Serapio se unió a la expedición y cooperó brillantemente a su conquista. Después partió hacia el archipiélago británico, con el objeto de propagar la fe en Inglaterra, Escocia e Irlanda, pero el barco en que viajaba fue apresado por los piratas sarracenos. Conocida su condición de sacerdote cristiano, fue atado a un poste y bárbaramente azotado, hasta que, considerándolo muerto, lo arrojaron desnudo a un arenal de las costas de Inglaterra

Al tener noticia de su llegada, Alejandro, rey de Escocia, lo llamó a su lado, encargándole diversas misiones, que Serapio cumplió satisfactoriamente, hasta que recibió una carta de san Pedro Nolasco, quien le pedía que se restituyera a España.

Vuelto a la Península, realizó Serapio algunas redenciones, una de ellas en Murcia, donde libertó a noventa cautivos. En su última redención, marchó a Argel, en compañía del beato fray Berenguer de Bañeres, y se quedaron como rehenes, para catequizar a los cautivos cristianos para que no renegaran de su fe; esto enfureció a los jefes musulmanes. Murió crucificado en una cruz en aspa, en Argel después de largas torturas. Es el primer mercedario que murió mártir.
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Santos NICOLÁS TAVELÍC, DEODATO ARIBERT, ESTEBAN DE CUNEO y PEDRO DE NARBONA. M. 1391.

Martirologio Romano: En Jerusalén, santos Nicolás Tavelíc, Deodato Aribert, Esteban de Cuneo y Pedro de Narbona, sacerdotes de la Orden de los Menores y mártires, que fueron quemados por predicar con coraje en la plaza pública la religión cristiana delante de los sarracenos, profesando con firmeza a Cristo Hijo de Dios

Nació en la diócesis dálmata de Sebenica, ingresó en los franciscanos y fue enviado como misionero a Bosnia, donde trabajó durante 20 años entre los cismáticos patarinos, junto con Deodato Aribert entre 1372 y 1384, participó en la misión franciscana de Bosnia para hacer frente a la expansión del bogomilismo, la antigua secta fundada por el pope Bogomil (s. XI), que se había difundido por Bulgaria y otras regiones de la península balcánica, donde perduró hasta la invasión turca de 1483.

En 1384, Nicolás, junto con Deodato y otros dos franciscanos, Pedro de Narbona y Esteban de Cuneo, marcharon a predicar a los musulmanes en Palestina. Allí vivieron en el convento del Monte Sión, “insignes por su vida, ejemplares para el pueblo y avezados en toda perfección”.

Aconsejándose por dos Maestros en Teología de su convento, creyeron, basándose en su regla franciscna y siguiendo el ejemplo de los primeros mártires franciscanos del Norte de Africa (san Berardo de Corbio y compañeros), poder seguir la inspiración divina predicando abiertamente el evangelio a la población islámica. En 1391 presente el cadí de Jerusalén (Inad Eddin Abu Elfida Ismail), predicaron sobre la ley maometana y sobre la inmoralidad de las costumbres del mismo Mahoma. Repetidas las mismas cosas en presencia del padre guardián y del limosnero de Tierra Santa, convocados por el cadí e invitados a retractarse, bajo amenaza de muerte, se negaron a hacerlo. Maltratados y encarcelados, después de tres días de sevicias, en presencia del cadí y de otros jefes islámicos, tras rechazar de nuevo retractarse, fueron ajusticiados, descuartizados y arrojados a la hoguera. Sus restos fueron escondidos para que no pudieran ser recuperados por los cristianos.
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San ESTEBAN TEODORO CUENOT. (1802-1861)

Martirologio Romano: En la fortaleza de Binh Dinh, en Conchinchina, san Esteban Teodoro Cuénot, obispo de la Sociedad de Misiones Extranjeras de París y mártir, que tras veinticinco años de trabajos apostólicos, durante la feroz persecución bajo el emperador Tu Duc fue arrojado a una cuadra de elefantes, donde murió agotado de sufrimientos

Nació en Le Bellou (Francia) y era hijo de campesinos. Antes de ser ordenado sacerdote quiso ser relojero e inventó sus propios relojes.

Ingresó en el seminario de Besançon, de donde pasó como catequista del grupo "El retiro cristiano" de Aix y fue ordenado sacerdote en 1824. En 1827 ingresó como misionero de la Sociedad de Misiones Extranjeras de San Vicente de Paúl en París. Al año siguiente fue enviado a la Conchinchina. Llegado a Saigón, el vicario apostólico y el futuro san José Marchand, instruyeron al joven misionero en la lengua del país y en los rudimentos de su trabajo misionero. Pronto fue capaz de hablar y escribir en lengua annamita, de forma que escribió varios libros en esta lengua.

En 1933 se desató la persecución contra los cristianos por el monarca Minh-Menh. Esteban después de un rocambolesco viaje organizó una huida con sus seminaristas y le lanzó al mar, sin brújula y logró llegar a Singapur y allí volvió a ponerse a las ordenes de su vicario apostólico que le nombró obispo-coadjutor y en 1835, fue consagrado obispo de Metellópolis. En mayor de este año, disfrazado de médico de la tripulación de un barco francés y con un grupo de sacerdotes nativos, desembarcó en Vietnam. Fue un obispo siempre en el campo de batalla, porque los cristianos de Indochina prácticamente abandonados a sí mismos, eran sometidos a continuas vejaciones y persecuciones por parte de la sociedad budista. A pesar de esto los convertidos por el obispo Cuenot se contaban cada año por miles. Por uno que abjuraba bajo las torturas, cientos pedían el bautismo. El clero indígena se triplicó.

En 1840 murió el rey Minh-Menh, con lo que amainó la persecución, así como el vicario apostólico, mons. Taberd. Cuenot le sucedió en el cargo y su primer acto fue celebrar un sínodo diocesano en el que unificó normas pastorales del Vicariato. Se estableció la sede del vicariato en Go-Thi, donde puedo hacer más eficaz su labor a pesar de que se iniciaba de nuevo la persecución. En su retiro, recopiló las noticias de los mártires de la persecución, y lo hizo tan bien que cuando sus relaciones llegaron a Roma, comprobaron la imparcialidad de sus juicios. El papa Gregorio XVI dividió su vicariato en varios en el 1845: el de la Baja Conchinchina, del que se encargó mons. Lefrevre; en 1850 se formó el de Camboya y Laos, y en 1851 el de la Conchinchina septentrional, quedando Esteban con el título de vicario apostólico de la Conchinchina Oriental, y fueron las misiones las que se beneficiaron de esta nueva estructura.

En 1861, al recrudecerse las persecuciones de parte del rey Tu-Duc, el obispo mandó que los misioneros se refugiaran en Saigón, en entonces en manos francesas, pero el no se marchó. Fue acogido en casa de un pagano hasta que fue descubierto y capturado y, aunque no fue realmente martirizado, su muerte se produjo por un lento envenenamiento que le suministraban a nivel sicológico y físico, por esto está considerado como mártir. El mayor elogio vino de sus carceleros que dijeron de él: "Había llegado a ser perfecto. El cielo se ha dado prisa para recibirlo, sin permitir que él sufriera el suplicio". Era cadáver cuando su cuerpo fue ordenado que fuera decapitado, pero un carcelero se opuso y fue enterrado en una estera, en un lugar de la cárcel.
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Beata MARÍA LUISA MERKERT. (1817-1872)

Nació en Nysa, en Silesia de Opole, en el seno de una familia de católica de la burguesía. Desde muy pequeña se dedicó a los pobres y a los enfermos. A la muerte de su madre, acaecida en 1842, decidió dedicarse totalmente a los pobres, a los enfermos y a los abandonados. Aconsejada por su confesor, junto con su hermana Matilde y con Francisca Werner, se unió a Clara Wolff, joven virtuosa y terciaria franciscana, que había decidido servir a los enfermos y a los pobres a domicilio.

Comenzaron la actividad caritativa en Nysa el 27 de septiembre de 1842. Se prepararon para dar ese paso con la confesión, la comunión y un acto de consagración al Sacratísimo Corazón de Jesús. A partir de entonces, María cumplía diariamente los compromisos asumidos, asistiendo a los enfermos y a los pobres en sus casas y recogiendo limosnas para los necesitados. El 8 de mayo de 1846 murió su hermana Matilde, que se había contagiado de tifus mientras cuidaba a los enfermos.

María Merkert, con Clara Wolff, se dirigió a las Hermanas de la Misericordia de San Carlos Borromeo en Praga, para un período de noviciado, trabajando como enfermera en los hospitales de Podole, Litomierzyce y Nysa. Notando que estas religiosas consideraban secundaria la asistencia de los enfermos a domicilio, dejó su noviciado el 30 de junio de 1850, si bien la formación recibida en ese período le sirvió de mucho. No faltaron incomprensiones, pero María pudo dedicarse totalmente al proyecto original de la asistencia a domicilio de los enfermos, los pobres y los más necesitados.

El 19 de noviembre de 1850, María Merkert y Francisca Werner, llenas de confianza en Dios, reemprendieron en Nysa la actividad caritativa-apostólica. Nueve años más tarde, el 4 de septiembre de 1859, la Asociación de Santa Isabel recibió la aprobación por parte del obispo de Breslavia. El 15 de diciembre sucesivo se celebró el primer capítulo general, que eligió a María Merkert como superiora general. El 5 de mayo de 1860, María, junto con otras veinticinco religiosas hizo los votos de castidad, pobreza y obediencia, a los que añadieron un cuarto voto de servir a los enfermos y necesitados. En los años 1863-1865 construyó en Nysa la casa madre de la congregación; el instituto obtuvo el reconocimiento jurídico estatal en 1864. El 7 de junio de 1871, el Papa beato Pío IX le concedió el "Decretum laudis"; y León XIII le otorgó la aprobación definitiva en 1887.

El amor a Dios impulsaba a María al amor al prójimo, en favor del cual gastó todas sus energías hasta la muerte. La asistencia a los enfermos y abandonados en sus domicilios no la de la vida de oración, pues en su relación íntima con el Señor y en la filial devoción al Sacratísimo Corazón de Jesús encontraba la fuerza para su obra caritativa; sentía también una gran devoción a María, a la que tenía como modelo de fe y mediadora.

Se preocupaba mucho por sus religiosas, a las que instruía intelectual y espiritualmente en un espíritu de humildad profunda. En sus veintidós años de gobierno, formó a casi quinientas hermanas y fundó noventa casas, distribuidas en nueve diócesis y en dos vicariatos apostólicos. La llamaban "la querida madre de todos" y "la samaritana de Silesia". Murió con fama de santidad y esa fama fue aumentando después de su muerte.
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