Santoral del 8 de Abril



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San Dionisio de Corinto, Obispo
San ÁGABO
San DIONISIO DE ALEJANDRÍA
Beato CLEMENTE DE ÓSIMO
Santa JULIA BILLIART Obispo
Julián de San Agustín, Beato Religioso Franciscano
Beato AUGUSTO CZARTORYSKI
Beato DOMINGO ITURRATE ZUBERO
OTROS SANTOS DEL DÍA




SAN PERPETUO, Obispo y Confesor
Como un cuerpo sin espíritu está muerto, así
también la fe sin las obras está muerta.
(Santiago, 2, 26).

Este santo estaba devorado de celo por la casa de Dios. Siendo obispo de Tours, hizo agrandar y embellecer la basílica de San Martín. Empleaba la mayor parte de sus entradas en exornar iglesias y alimentar pobres que son templos vivos del Espíritu Santo. Hizo testamento a favor de las iglesias y de los pobres de su diócesis; pero el regalo más hermoso que hizo a la iglesia de Tours fue el ejemplo de sus virtudes durante su vida, y sus reliquias después de su muerte.

MEDITACIÓN LA FE SIN LAS OBRAS
ES UNA FE MUERTA

I. Para salvarnos hemos de poseer una fe perfecta, una fe sencilla y, en cierto modo, ciega, que acepte todo lo que la Iglesia propone para que creamos. ¿Qué tiene de asombroso el que no compren damos las verdades propuestas? Tan limitado es nuestro espíritu que ni siquiera comprende lo que vemos todos los días; ¿y pretendemos comprender los, misterios incomprensibles de la Religión? Humillémonos y creamos en lo que Dios nos revela y nos propone, por medio de la Iglesia, para que creamos.

II. Pero, no basta la fe sola, es preciso que vaya acompañada de las buenas obras; sin ellas está muerta. No te salvarás por haber sido cristiano, sino por haber practicado las obras de un cristiano. Te engañas si crees que podrás usar el nombre de cristiano como de un título para reclamar la herencia del Padre celestial. Sólo te servirá para ser condenado, si eres infiel a la obligación que te impone de imitar a Jesucristo. Tus crímenes son más grandes que los de los paganos pues recibiste más luz. Pecamos gravemente escudándonos con un nombre tan grande. (Salviano).

III. ¿Es la fe el principio de todos tus actos? ¿No trabajas por las riquezas y los honores? ¿No buscas en todo el placer y con una avidez como si no esperaras un paraíso? ¿Los paganos y los herejes no son muchas veces más caritativos con el prójimo y más moderados en sus pasiones que tú? Cristo es deshonrado en nosotros, en nosotros la ley cristiana sufre detrimento. (Salviano).

La práctica de las buenas obras
Orad por la Iglesia.

ORACIÓN

Haced, oh Dios omnipotente, que la augusta solemnidad del bienaventurado Perpetuo, vuestro confesor pontífice, aumente en nosotros el espíritu de piedad y el deseo de la salvación. Por J. C. N. S.

http://www.aciprensa.com/podcast/santo/abril08augustoczartoryski.mp3








Martirologio Romano: En Alejandría, en Egipto, san Dionisio, obispo, varón de gran erudición, preclaro por su confesión de la fe y por la diversidad de sufrimientos y tormentos, descansando como confesor de la fe, ya anciano, en tiempo de los emperadores Valeriano y Galieno.

Natural de Alejandría. Discípulo de Orígenes. Sucesor de san Heracles en la dirección de la escuela de Alejandría, así como del episcopado. Patriarca de Alejandría (247-265). Se libró de la persecución de Decio gracias a que le liberaron algunos cristianos y se refugió en el desierto de Libia. En el 257, fue desterrado en tiempos de Valeriano, pero no le impidió ejercer su actividad pastoral sobre su lejana comunidad, pero volvió a Alejandría después del edicto de tolerancia de Galieno en el 260. Su intento de esconderse fue criticado por algunos obispos como Germano, pero se aconsejaba en aquel tiempo, que los cristianos, si podían, huyeran ante las persecuciones.

Desarrolló una gran actividad en su lucha contra los herejes especialmente contra Sabelio, los milenaristas y Pablo de Samosata. Escribió su experiencia ante el martirio de los cristianos de Alejandría, por medio de cartas, que luego retomó Eusebio para escribir su “Historia de la Iglesia”. San Atanasio de Alejandría lo define: "el maestro de la Iglesia entera". Sus “Actas de Comparición y Destierro”, han sido poco manipuladas. Tuvo una intensa correspondencia con el papa san Dionisio I. Mantuvo una actitud moderada en la cuestión de los “lapsis” y se opuso al novacianismo. Fue el primer obispo de Alejandría que dirigió anualmente a las iglesias de Egipto las denominadas “Cartas festales”, en la que la indicación de la fecha exacta de la Pascua de aquellos años fue ocasión de exhortación de tono pastoral.

Murió en Alejandría después de haber gobernado su diócesis con gran prudencia y santidad durante diecisiete años. San Epifanio cuenta que su recuerdo se conservó en la ciudad gracias a una iglesia que se le dedicó, pero sobre todo, gracias a sus virtudes y sus escritos. El nombre de san Dionisio figura en el canon de las misas maronita y siria.
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Martirologio Romano: Conmemoración de san Agabo, profeta, que, según atestiguan los Hechos de los apóstoles, movido por el Espíritu Santo anunció una gran hambre sobre toda la tierra, así como las dificultades que san Pablo habría de soportar de los gentiles.

Profeta de Antioquía, que se le nombra dos veces en los Hechos de los Apóstoles 11, 28; 21, 11-13. Vivía en Jerusalén de donde pasó a Antioquía, su extraño nombre quizás sea una deformación griega de una palabra semita.

En los Hechos (11, 28) se dice que "levantándose, anunció impulsado por el Espíritu que habría una grave carestía en toda la tierra. Cosa que sucedió bajo el imperio de Claudio". En efecto entre el 49-50 el imperio romano sufrió una gran hambruna, primero en Grecia y después en Roma y en el resto de las costas mediterráneas. Su profecía tenía la finalidad intrínseca de la solidaridad: la más rica comunidad cristiana de Antioquía de Siria sostuvo a los hermanos pobres de Judea (11, 29).

Ágabo reaparece más adelante, cuando san Pablo marchó por última vez a Jerusalén. Al llegar al puerto de Cesarea, fue hospedado por el diácono Felipe, que tenía cuatro hijas dotadas del carisma profético. De Judea llegó Ágabo: "Ágabo, tomando el cinturón de Pablo, se ató los pies y las manos y dijo: Esto dice el Espíritu Santo: el hombre al que pertenece este cinturón será maniatado así por los judíos en Jerusalén y será entregado en las manos de los paganos. Al oir esto, nosotros y aquellos del lugar rogamos a Pablo que no bajara a Jerusalén. Pero Pablo repicó: ¿Por qué hacéis esto, llorando y destrozándome el corazón? Estoy pronto no sólo a ser encadenado, sino también a morir en Jerusalén por el nombre del Señor Jesús" (21, 11-13). Cualquier otra noticia sobre este santo es pura fantasia.
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Martirologio Romano: Conmemoración de san Dionisio, obispo de Corinto, el cual, dotado de admirable conocimiento de la palabra de Dios, no sólo enseñó con la predicación a los fieles de su ciudad y de su provincia, sino también a los obispos de otras ciudades y provincias mediante sus cartas.

Obispo de Corinto, fue uno de los más distinguidos hombres de Iglesia del siglo II. Se hace acreedor de las iglesias de Oriente por su amplio espíritu de servicio, como aparece en sus “Siete cartas católicas”: a los cristianos de Lacedemonia, Atenas, Nicomedia, Gortina, Creta, Knosos y el Ponto.
Casi todas las herejías de los tres primeros siglos provenían de los principios de la filosofía pagana. San Dionisio se dedicó a hacerlo notar y a descubrir la escuela filosófica que había dado origen a cada herejía. Al hablar de la escuela de los marcionitas (que negaba el Antiguo Testamento y otros aspectos de la doctrina), dice: «Nada tiene de extraño que hayan llegado incluso a falsificar el texto de la Sagrada Escritura, puesto que estaban acostumbrados a falsificarlo todo».

Al obispo san Pinito de Nkossos le exhortó que no se empeñara en hacer guardar a todos la castidad absoluta, y que fuera comprensivo con las flaquezas de la carne: y que aconsejase el matrimonio a los que no se atrevían a perseverar en la virginidad. La paz y la unidad, la pureza en la fe y en la vida, la virginidad y el matrimonio, debían resplandecer, según él, en la vida siempre con un sentido cristiano.
El Martirologio Romano decía: “En Corintio, el bienaventurado Dionisio, obispo, que, por su ciencia y por la gracia que Dios le dio para proclamar su palabra, ilustró al pueblo: no sólo de su ciudad y de su provincia, sino que, por medio de sus cartas, adoctrinó también a los obispos de otras ciudades y provincias. Tal veneración tenía hacia los romanos pontífices, que mandó leer sus cartas públicamente en las iglesias los domingos. Floreció en tiempos de los emperadores Marco Aurelio y Lucio Aurelio Cómodo”. Mantuvo correspondencia con el papa san Sotero y conoció a san Pedro, san Pablo y san Juan.

En una carta en que agradece a la Iglesia de Roma, entonces gobernada por san Sotero, las limosnas que no dejó de enviarle, escribe san Dionisio: «Desde los primeros tiempos habéis practicado la limosna y ayudado a las Iglesias necesitadas. Siguiendo el ejemplo de vuestros padres, socorréis a los pobres, especialmente a los que trabajan en las minas. Vuestro santo obispo Sotero no cede en nada a sus predecesores, sino que les aventaja. La paternal solicitud con que consuela y aconseja a cuantos se acercan a él, es de todos conocida. Esta mañana celebramos en comunidad el día del Señor y leímos vuestra carta, así como la que antes nos había escrito Clemente». Esto significa que en la Iglesia de Corinto se leyó aquella carta de instrucción, después de leerse la Sagrada Escritura y de celebrarse los sagrados misterios.
Aunque los griegos lo conmemoran como mártir parece ser que murió de muerte natural, aunque se le debería dar el rango de mártir por los muchos sufrimientos, que por causa de la fe, padeció.
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Martirologio Romano: En Orvieto en Umbría, beato Clemente de Ósimo, sacerdote de la Orden de los Ermitaños de san Agustín, que gobernó y promovió con eficacia la Orden y reformó con sabiduría las leyes.

Natural de Ósimo, Toscana. De adolescente entró a formar parte de la Congregación eremítica de Bréttino, llegará a ser agustino en 1256. En 1269 fue provincial de la provincia anconitana. A partir del 1271 gobernó la Orden por tres años. Después de haber renunciado a su oficio, llevo una vida retirada. Aun así, tuvo el cargo de visitador de la Provincia Romana. Por segunda vez fue elegido General, ahora por unanimidad, en el Capítulo de 1284. Luego, en el Capítulo celebrado en Florencia en 1287 será confirmado por otros tres años, y obligado a aceptar nuevamente el cargo de General en el Capítulo de Ratisbona de 1290. La muerte le sorprendió en la primavera del año siguiente.

Clemente desarrolló en su generalato una gran labor en beneficio de la Orden: intervino en algunas Provincias, potenció los estudios, insistió en la observancia religiosa, consiguió ayudas económicas, dispensas pontificias, como por ejemplo la exención de la jurisdicción de los obispos, fundó conventos femeninos, fomentó la creación de bibliotecas y archivos provinciales, etc. Su gobierno destacó por haber comenzado en la Orden la tradición mariana (1284) cuando habla de Benedicta tu y Vigiliae B. M. Virginis en honor de Nuestra Señora de Gracia; por la formulación y promulgación de leyes estables o Constituciones para toda la Orden, conocidas por "Constituciones de Ratisbona" (1290), que permanecieron en vigor, salvo ciertos retoques, hasta 1551; y por apostar firmemente por la cultura, creando cuatro Estudios Generales en Italia - Roma, Bolonia, Padua y Nápoles - y otro más en París, centro de la cultura europea del tiempo.

Cuatro veces General, gobernó la Orden de forma admirable, labor que le fue reconocida por los Papas Honorio IV y Nicolás IV. Visitó los conventos de Francia, Alemania e Italia, y fue confesor del cardenal Gaetani, futuro Bonifacio VIII. Murió con fama de taumaturgo y de santo en Orvieto, siendo enterrado en el convento agustino de la ciudad. Por esta razón está considerado como el segundo fundador de la Orden de los Ermitaños de San Agustín.
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Martirologio Romano: En Alcalá de Henares, en España, beato Julián de San Agustín, religioso de la Orden de Hermanos Menores Descalzos, que fue tomado por loco a causa de su exagerada penitencia y varias veces rechazado de la vida religiosa, predicando a Cristo más con el ejemplo que con palabras.

Nació en Medinaceli, Soria y se llamaba Julián Martínez o Martinete. Ingresó en el convento franciscano de La Salceda, y por su rigorismo ascético, se le consideró trastornado y por ello fue rechazado dos veces por los franciscanos, hasta que consiguió ingresar como hermano lego en Santorcaz.

Acompañó a los predicadores franciscanos en sus misiones, como fraile limosnero en los conventos donde vivió: La Salceda, Ocaña y Santa María de Jesús en Alcalá de Henares; tocaba la campana por los caminos para llamar a la gente para que escuchasen los sermones. Fue dotado de dones taumatúrgicos, del don de profecía y de la ciencia infusa. Atendía a los pobres y enfermos; exhortaba a los ricos a ayudar a los pobres, fue muy popular y adquirió fama de santidad por su sencillez, obediencia, humildad y sobre todo un gran espíritu de oración. Lope de Vega escribió sobre él en “El saber por no saber” y “Vida de San Julián de Alcalá de Henares”.

Su fama se extendió rápidamente, y la reina Margarita, madre de Felipe IV, manifestó el deseo de conocerle. Muy contra su voluntad, Julián tuvo que obedecer a sus superiores e ir a la corte; pero estaba tan intimidado, que no pudo pronunciar una sola palabra. En 1606, le sobrecogió una grave enfermedad a dos leguas de Alcalá de Henares; rehusándose a admitir que le transportasen en un carruaje, el beato se arrastró hasta el convento de San Diego, donde murió. El pueblo empezó inmediatamente a venerarle como santo, pero no fue oficialmente beatificado sino hasta 1825.
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Martirologio Romano: En Namur, junto al Mosa, en Brabante, santa Julia Billiart, virgen, que, para asegurar la educación de las jóvenes, fundó el Instituto de Santa María y propagó la devoción al Sagrado Corazón de Jesús.

María Rosa Julia Billiart nació en Cuvilly (Picardía), en el seno de una familia de agricultores acomodados propietarios también un pequeño comercio. A los 14 años hizo voto de castidad y se dedicó al servicio e instrucción de los pobres, pero un día alguien disparó a través de la ventana de su casa. Como resultado de la conmoción, quedó paralítica durante 20 años hasta que en 1804, encontró un sacerdote misionero que la pidió orar una novena al Sagrado Corazón. Al quinto día se acercó a ella diciendo: “Madre, si tienes algo de fe, da un paso en honor del Sagrado Corazón”. Julia se puso en pie y empezó a caminar.

En 1790, durante la revolución francesa y la época napoleónica, tuvo que huir a Compregne, perseguida por las autoridades, debiendo cambiar de residencia constantemente. Las penalidades agravaron de tal suerte su enfermedad que perdió el habla durante varios meses. Al fin del tiempo del Terror se trasladó a Amiens a la casa del vizconde Blin de Borbón. Ahí recobró el habla y conoció a Francisca Blin de Borbón, mujer inteligente y culta, vizcondesa de Gézaincourt, que sería su amiga íntima y colaboradora. La persecución estalló nuevamente y Julia debió refugiarse en casa de la familia Doria, en Bettencourt, donde conoció al padre José Varin.

En Amiens, Julia y Francisca fundaron el Instituto de de Notre Dame o Instituto de Santa María con apoyo del padre Varin. El fin del instituto era el cuidado espiritual de los niños y la formación de catequistas. Fue la primera congregación religiosa moderna sin distinciones entre las religiosas. Pronto ingresaron al instituto algunas candidatas, se abrió un orfanato y se inauguraron clases nocturnas de catecismo. Julia decía: "Pensad cuán pocos sacerdotes hay actualmente y cuántos niños necesitados se debaten en la ignorancia. Tenemos que luchar para ganarlos para Cristo".

La salud le permitió consolidar y extender su obra: se inauguraron los conventos de Namur, Gante y Tournai. El padre Varin fue sustituido por otro sacerdote. El nuevo confesor sembró la discordia y logró alejar de la madre Julia a muchas personas que hasta entonces habían visto con buenos ojos la fundación. El obispo de Amiens exigió que la madre saliera de su diócesis y se retiró con las religiosas al convento de Namur donde el obispo las recibió cordialmente. Fue una gran difusora de la devoción del Sagrado Corazón.
La madre Julia pasó los siete últimos años de su vida formando a las religiosas y fundando nuevas casas. Inicios Desde 1816 la salud de la madre decayó rápidamente. Murió mientras recitaba el Magnificat.
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Martirologio Romano: En Alassio, cerca de Albenga, de la Liguria, en Italia, beato Augusto Czartoryski, presbítero de la Sociedad Salesiana, cuya salud enfermiza no le impidió caminar según la llamada de Dios, mostrando eximios ejemplos de santidad.

Nació en París, en el exilio. Príncipe polaco, hijo de la princesa María Amparo Muñoz de Vista Alegre, hija de la reina consorte y Regente de España María Cristina de Borbon, y de Ladislao Czartoryski, príncipe de Polonia en el exilio. Su madre murió de tuberculosis cuando él contaba 7 años, y le transmitió la enfermedad, con lo que se vio obligado a peregrinar por distintos lugares buscando la salud: Italia, Suiza, Egipto, España. Pronto se dio cuenta que no estaba hecho para la vida de la corte. Influyó mucho en él san Rafael de San José Kalinowski, su preceptor.

Tras conocer a san Juan Bosco en París, renunció a sus títulos nobiliarios para entregarse al servicio de los necesitados en la familia salesiana, aunque san Juan Bosco fue reticente a aceptarlo en la familia salesiana, fue el propio papa León XIII quién decidió que estuviera Augusto en los salesianos. En 1887 fue enviado a San Benigno Canavese donde hizo el noviciado y tuvo que vencer las tentativas de su familia para que dejase la vida religiosa.

La tuberculosis hizo que fuese enviado a la costa ligure, y aquí estudió Teología. Fue ordenado sacerdote en 1892. Su vida sacerdotal duró tan sólo un año, que él pasó en una habitación en Alassio, víctima de la enfermedad. Su familia después de otros intentos para que abandonase su vocación, accedió y tuvo la alegría de la reconciliación. Murió en Alassio a los 35 años y con sólo cinco años de vida salesiana. Fue un hombre de una profunda espiritualidad. Está enterrado en la iglesia salesiana de Przemysl en Polonia.
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Martirologio Romano: En el convento de Belmonte, cerca de Cuenca, en España, beato Domingo del Santísimo Sacramento Iturrate, presbítero de la Orden de la Santísima Trinidad, que trabajó con todas sus fuerzas en la salvación de las almas y en fomentar la glorificación de la Trinidad.

Nació en el caserío “Biteriño”, anteiglesia de Dima (Vizcaya) en una familia rural de once hermanos y profundamente cristiana. De niño tuvo un temperamento sensible y algo proclive a la irritabilidad, pero mostró un carácter espiritual poco común. A los 13 años estudió humanidades en el seminario trinitario de Algorta (Vizcaya) e ingresó en la Orden. Durante su noviciado, su formador tuvo que urgirle que cumpliera el reglamento para que durante el recreo, no estuviera permanentemente en la capilla. Su maestro de novicios tuvo que vigilarle para que no se extralimitara en las penitencias.

A los 17 hizo profesión religiosa en el santuario de la Bien Aparecida (Cantabria) regentado por los Trinitarios y se llamó Domingo del Santísimo Sacramento. Fue ordenado sacerdote en Roma con 24 años y vivió en el convento de San Carlos de esta ciudad; en la Universidad Gregoriana estudió Filosofía y Teología. Al mes siguiente cayó tuberculoso. Con muchos esfuerzos terminó sus estudios y obtuvo el doctorado. En la profesión solemne, hizo un voto específico de “hacer lo que conociere más perfecto”. Según él, lo importante no es “hacer muchas cosas, sino hacer bien todo lo que es del agrado de Dios”.
Pero estaba herido de muerte. Volvió a su casa. Para que viviese un clima más propicio, le enviaron a Belmonte (Cuenca) y allí murió a los 26 años. Su lápida que dice así: "Fue dechado de perfección religiosa, angelical en su pureza, encendido de celo por la gloria de la Santísima Trinidad, devotísimo de la Madre de Dios, extremoso en la caridad con sus prójimos; fue imitador de Cristo crucificado, dotado por Dios de gracias muy singulares". Su vida fue un ejemplo de serena sencillez, fruto de una santidad vivida minuto tras minuto, sin llamar la atención de nadie.
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Santos Herodión, Asíncrito y Flegonte. s. I.
Martirologio Romano: Conmemoración de los santos Herodión, Asíncrito y Flegonte, a los que el apóstol san Pablo saluda en la Carta a los romanos.
San Pablo llama a Herodión su pariente (Rm 16,11); por cuanto se dice fue obispo de Patras, Asincrito obispo de Marathon y Flegonte obispo de Icarnia; los tres fueron martirizados por los judíos. A parte de las notas del Nuevo Testamento, todo el resto sea posiblemente una leyenda.



Santos Timoteo, Diógenes, Macario y Máximo. M. 345.
Martirologio Romano: En Antioquía de Siria, hoy en Turquía, santos Timoteo, Diógenes, Macario y Máximo, mártires.





San Amancio de Como. M. 449.
Martirologio Romano: En Como, de la Liguria, san Amancio, obispo, que fue el tercero en la cátedra de esta Iglesia y fundó la basílica de los Apóstoles.
Nació en Canterbury, pariente de la madre del emperador Teodosio III. Tercer obispo de Como. Sucedió a san Provino. Maestro y predecesor de san Abundio. Después de un viaje a Roma llevó a su diócesis algunas reliquias de los apóstoles Pedro y Pablo y construyó en su honor una basílica, que posteriormente sería dedicada a san Abundio, su ayudante y sucesor en el episcopado. Sus reliquias se conservan en la iglesia de los jesuitas de Como, de la que es patrón junto a san Félix.


Martín de Pegli. Beato. M. 1344.
Martín Ansa nació en Rímini (otros historiadores dice que nació en la Marca de Ancona) en Italia. Era un hombre de armas que, en un momento de ira, mató con la espada a un caballero amigo suyo. Huyó desesperado y vagó por los campos hasta que llegó a Génova. Fue acogido en el convento benedictino de Capo Faro donde se distinguió por su gran humildad y caridad. Para expiar mejor su culpa, se hizo eremita y se alojó en una gruta en la bahía de Castelluccio en Pegli. Fue célebre por su caridad, sobre todo entre los viandantes. Murió en Génova en el convento benedictino que lo había acogido como penitente.
Sus reliquias son veneradas en la parroquia de San Antonio Abad en Pegli, contruida sobre la gruta donde estuvo como eremita. Por la caridad demostrada entre los peregrinos que hiban a visitarlo fue nombrado patrono de Sarti Liguri.
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