Santoral del 4 de Octubre



INDICE

Francisco de Asís, San Fundador de la Orden de los Franciscanos
Petronio de Bolonia, Santo Obispo
Aurea (u Oriana) de París, Santa Abadesa
Alfredo Pellicer Muñoz, Beato Martir
Tomás de Celano, Beato Compañero y biógrafo de San Francisco de Asís
Francisco Xavier Seelos, Beato Redentorista, misionero en Estados Unidos
Martina Vázquez Gordo, Beata
Otros santos del día

SAN FRANCISCO DE ASÍS, Confesor
n. 1181 en Asís, Italia;
Llevo en mi cuerpo los estigmas del Señor Jesús.
(Gálatas 6, 17)


† 3 de Octubre de 1226 en la Porciúncula, Italia
Patrono de Asís, Italia; Acción Católica; personas en trance de muerte; ecología y ecologistas; medio ambiente; animales; zoológicos; sociedades protectoras de animales; familias; comerciantes; paz. Protector contra el fuego. Se lo invoca para no morir en soledad.

Retirado del mundo a los 25 años, después de una juventud disipada pero caritativa, San Francisco está enteramente crucificado para el mundo. Su profunda humildad lo impulsa a rehusar el presbiterado, y desde entonces su vida es un prodigio de virtudes y milagros. Los doce primeros “penitentes de Asís” ya son legión antes de su muerte, con el nombre de Hermanos Menores, y tuvo el consuelo de ver a la Orden de Santa Clara, su santa amiga, extenderse cuando todavía vivía. El Serafín de Asís murió el 3 de octubre de 1226, a la edad de 44 años.

MEDITACIÓN SOBRE SAN FRANCISCO
I. El amor divino consumió todos los lazos que ataban a San Francisco en la tierra y le hizo abandonar la casa paterna, las riquezas y los placeres. Toda su vida vivió él en este desasimiento; por esto debes tú comenzar a darte a Dios. Es imposible que ames a Dios y al mundo. ¡Ah! los placeres y los honores de la tierra no merecen ocupar tu corazón; déjalos antes que ellos te dejen a ti.

II. Ese mismo amor que separó a San Francisco de los bienes de la tierra, lo unió estrechamente a su Dios y le hizo encontrar en esta unión una inalterable felicidad. De este modo solía decir: “¡Dios mío y mi todo! en Ti es donde encuentro todo lo que necesito”. ¡Alma mía, tratemos de gustar el placer que existe en estar unido a Él; en vano hemos buscado descansar en las creaturas; vayamos a Dios, pero hagámoslo dándonos a Él sin reserva, sin demora y para siempre!

III. El amor, por último, transformó a San Francisco en Jesucristo mismo, por decirlo así, cuando un serafín imprimió en su cuerpo las sagradas llagas del Salvador. No recibió esta gracia sino después de haberse hecho, por una mortificación continua, viva imagen de Jesús crucificado. Como este gran santo, lleva tú constantemente en tus miembros la mortificación de Jesucristo. Mira al Salvador clavado en la cruz: he ahí el verdadero modelo de predestinados. Para llegar a ser semejante a Él, es preciso que la mortificación imprima en tu cuerpo sus adorables estigmas. Llevan en sí las llagas de Cristo quienes mortifican y afligen el cuerpo (San Jerónimo).
La mortificación.
Orad por la Orden de San Francisco.

ORACIÓN
Oh Dios, que, por los méritos de San Francisco dais sin cesar nuevos hijos a vuestra Iglesia, concedednos la gracia de despreciar, siguiendo su ejemplo, los bienes terrenales y poner nuestra dicha en la posesión de los dones celestiales.
Por J. C. N. S.



San FRANCISCO DE ASÍS. (c.1182 - 1226).


Martirologio Romano: Memoria de san Francisco, el cual, después de una juventud des preocupada, se convirtió a la vida evangélica en Asís, localidad de la Umbría, encontrando a Cristo sobre todo en los pobres y necesitados, haciéndose pobre él mismo e instituyendo a los Hermanos Menores. Viajando predicó el amor de Dios a todos y llegó incluso a Tierra Santa, mostrando con sus palabras y actitudes su deseo de seguir a Cristo, escogiendo morir recostado sobre la nuda tierra

Nació en Asís (Umbría) y su madre, nacida en Provenza le puso el nombre de Jean, pero a la vuelta de un viaje a Francia, su padre, nacido en Lucca, lo motejó “Francesco” (el francés). Hijo de un mercader de paños (Pedro Bernardone) y, después de llevar una juventud disipada y aventurera, participó a los 20 años en el primer período de largas guerras y turbulencias ciudadanas (contra Perugia, donde cayó prisionero -estuvo un año en la cárcel, hasta que fue liberado). Volvió a Asís enfermo, y durante su enfermedad sufrió un gran vacío interior. En la expedición a Puglia, con el ejército que luchaba por el Papa, se hizo enrolar como caballero; y desde Spoleto, tras un sueño misterioso que le invitaba a seguir al amo más bien que al siervo; volvió a Asís, a pesar de que se le acusó de cobardía.

Un hecho determinante en su conversión fue el encuentro con un leproso y que él mismo cuenta: “El Señor me dio a mi, el hermano Francisco, el comenzar de este modo a hacer penitencia; pues, como estaba en pecado, me parecía extremadamente amargo ver a leprosos; pero el Señor mismo me llevó entre ellos, y practiqué con ellos la misericordia. Y al separarme de ello, lo que me parecía amargo, se me convirtió en dulzura del alma y del cuerpo. Y, después de un poco de tiempo, salí del mundo”. A continuación pasó un tiempo de búsqueda, de algo más de dos años, viviendo como eremita y penitente. Poco a poco se fue apoderando de él una necesidad de imperiosa necesidad de soledad. Y descubrió la humildad y la pobreza de Cristo. En la iglesia de San Damián (1206) sintió por tres veces la invitación del crucifijo "de ir a reparar su Iglesia, que estaba arruinándose por completo". En medio de la plaza mayor de Asís, se desnudó dándole a su padre todo lo que poseía en la tierra para esposar a la hermana Pobreza. Se dice que cogió del negocio de su padre unas telas y las vendió para darle el dinero a los pobres, su padre le acusó ante la autoridad de ladrón, Francisco, entonces, en medio de la plaza se despojó de todos sus vestidos y se los arrojó a su padre, diciéndole: “Ya no eres mi padre, ahora tengo otro Padre”. Eligio para norma de su vida el Evangelio, en la síntesis de las Bienaventuranzas como fórmulas únicas de divina felicidad. "El mismo Dios me reveló, dice su “Testamento”, que debía vivir según la norma del santo Evangelio".

En la primera fase de su nueva vida (1204-1209) fue buscando la voluntad de Dios, tras un período de existencia solitaria y errabunda con hábito eremítico ("el heraldo del gran rey"); finalmente descubrió su vocación, después de escuchar en la iglesita de la Porciúncula (1209) un fragmento del Evangelio sobre la misión de los apóstoles (Lc 9, 3-5), decidió abandonar todo por una predicación moral y penitencial. Así fundó el primer núcleo de la Orden de los Frailes Menores. Inocencio III (que lo vio en un sueño) dio la aprobación oral (1209) a la primera regla. El temor de que pudiera existir algún vínculo con las teorías de origen cátaro, las tesis valdenses o los sueños del beato Joaquín de Fiore no se había conjurado aparentemente. 

En la segunda fase (1209-1224) de apostolado, Francisco anunció el evangelio para todas las clases sociales ("Paz y bien" es el lema), como pobre itinerante. En 1212, en la Porciúncula, fundó con santa Clara, la orden de las Clarisas o Damas Pobres. Este mismo año, Francisco, ordenado diácono marchó a Egipto, a Damieta, donde conversó con el sultán, Malek-al-Kamil, con la intención de convertir musulmanes, pero la misión desde este punto de vista fue un fracaso. Predicó la "perfecta alegría". "Tanto es el bien que me espero que cada pena me es dilecta". De vuelta a Umbría trajo una enfermedad ocular que lo puso al borde de la ceguera, y a causa de las excesivas mortificaciones había padecido tanto que su salud se resintió.

La atracción que los frailes menores ejercieron sobre la generación de su tiempo, fue enorme; en el capítulo general de 1219 (capítulo de las Esteras), se juntaron 5.000 frailes; los renovadores, que consideraban exagerada la dureza de la primera regla, le desplazaron del gobierno de la Orden. Preparó la segunda regla, aprobada por Honorio III, obteniendo que el cardenal Ugolino (el futuro Gregorio IX) se convirtiese en su protector, y Francisco dejó la nueva Orden al mando de Pedro Cataneo, porque no se sentía capaz de dirigir la nueva fundación, que estaba empezando a crear muchos problemas, entre los frailes que la consideraban demasiado dura. Él se retiró, aunque conservó la autoridad espiritual y carismática. Su fidelidad a la Iglesia fue siempre manifiesta. En la Navidad del 1223 creó, en Greccio, el primer pesebre viviente de la historia cristiana, para conmemorar su viaje a Jerusalén. En la última fase de su vida (1224-1226), el cuerpo debilitado (casi ciego y con otras enfermedades), pero afinado de espíritu, hizo una experiencia de transformación mística sellada por los estigmas en el monte Averna (el 14 de septiembre de 1224), el día de la Exaltación de la Cruz tuvo la visión de un crucifijo aéreo sobre el cual estaba clavado Cristo bajo la apariencia de un serafín de seís alas. De las heridas de Cristo irradiaban rayos que se imprimieron en su carne en forma de estigmas.

Herido de amor, compuso el “Cántico de las criaturas” (o “Cántico del Sol”); la “Exhortación cantada a santa Clara y sus hermanas”; “Oración ante el Cristo de San Damián”; “Las Alabanzas al Dios Altísimo”; “la Verdadera Alegría” y la “Bendición al hemano León”. Y poco antes de morir redactó un testamento conmovedor. Totalmente agotado, murió a los 45 años, tendido desnudo en su Porciúncula, después de cantar elSalmo 141, 2. Antes de morir había cenado por última vez con sus hermanos, dando a cada uno un pedazo de pan (a imitación de la última Cena). Pero no fue inhumado allí porque la gente de Asís, temiendo que sus vecinos de Perugia se viesen tentados a robar el cuerpo, juzgaron más prudente enterrarlo sobre una colina, a las puertas de la ciudad. Para justificar esta decisión se imaginó que el propio santo había elegido ese sitio como lugar de su sepultura, por humildad, porque era allí conde estaba el patíbulo en que se ejecutaba a los malhechores. Además, se veía en ello una concordancia más con Cristo. Sobre su vida nació el libro “Las florecillas de san Francisco”, narración de sus hechos prodigiosos, que al mismo tiempo están llenos de candidez. Es el santo que más simpatía ha despertado en todas las generaciones de la Iglesia católica, de las iglesias evangélicas y de las religiones no cristianas. Fue canonizado el 16 de julio de 1228 por el papa Gregorio IX. FIESTA.
INDICE


San PETRONIO DE BOLONIA. s. V.

Martirologio Romano: En Bolonia, de la Emilia, san Petronio, obispo, que pasó de las responsabilidades políticas a la función sacerdotal, y enseñó con sus escritos y su ejemplo la realidad del oficio episcopal

Se dice que nació en España, de padre romano, y también en España fue Prefecto del pretorio. Luego decidió encaminarse hacia el sacerdocio y se radicó en la ciudad de Bolonia hacia el año 430; el papa san Celestino I lo convenció para que ocupara la cátedra boloñesa.

Su trabajo como obispo fue entre otras cosas la salud espiritual de su grey, y la construcción de iglesias y de la misma ciudad. Bolonia era era entonces diócesis sufragánea de Milán, y los obispos milaneses eran de gran peso. El obispo Petronio costruyó otros edificios sacros, dando nacimiento a ese sugestivo complejo de monumentos que en Bolonia se denomina "las siete iglesias". También hizo construir, alrededor de las "siete iglesias", un barrio entero a imagen de Jerusalén y de sus santuarios, para mejor incentivar en el pueblo el culto a los santos y la devoción a los sagrados misterios. Antes de empezar con las iglesias, san Petronio había reconstruido las casas de los boloñeses. Alrededor de las casas, alargó y reforzó los muros de la ciudad. Fue un típico ejemplo de sabiduría, solícito tanto de los bienes espirituales como de los materiales de los fieles, y de la seguridad militar.

Su vida fue espiritualmente intensa, cerca de una comunidad de monjes contemplativos. Una fuente no comprobada, le adjudica la fundación de la famosa universidad de Bolonia, la primera de Occidente.

San Petronio es el patrono de la ciudad de Bolonia y de la región de la Emilia. Es invocado por los arquitectos y constructores de los templos y edificios eclesiásticos.
INDICE


Santa ÁUREA DE PARÍS. M. 666.


Martirologio Romano: En París, de nuevo en la Galia, santa Aurea, abadesa, designada por san Eligio para regir el monasterio que había fundado dentro de la ciudad según la Regla de san Columbano, en el cual llegaron a vivir trescientas vírgenes

Después de haber fundado y sólidamente haber establecido su monasterio de Solignac en Lemosín, san Eloy, todavía laico, soñó con transformar en hospicio para viajeros una casa que poseía en París. Después de haber reflexionado detenidamente, cambió de opinión y allí fundó un monasterio logrando reunir hasta 300 jóvenes de diversas naciones y niveles sociales. Para dirigir este naciente monasterio fue puesta a su cabeza Aurora o Aurea, hija de Mauricio y de Quiria, consagrándolas a "la severa disciplina de una regla" en la que sin duda se pueden identificar la regla de san Columbano en Luxeuil, monasterio donde san Eloy había sido formado. Esto pasaba en el año 633. Cuando el monasterio fue terminado, san Eloy edificó una basílica en honor del apóstol San Pablo donde recibirían sepultura las siervas de Dios

Hablando de Áurea, san Audoeno de Rouen la elogió diciendo que era una chica digna de Dios. Gobernó esta comunidad durante 33 años. Fue en efecto el modelo de sus hermanas a las que formó por su ejemplo y por instrucciones prudentes sacadas de la lectura del Evangelio, a todas las virtudes cristianas y monásticas. Dios añadió el don de los milagros: se cuenta que alguna vez abriendo la puerta de un horno ardiente, sacó de él los carbones más rojos con sus manos sin recibir daño alguno al hacerlo. La oración perpetua era para ella una práctica inquebrantable. Cuando veía a alguien sufriendo o en la miseria, se afanaba en seguida, con una caridad infatigable, a consolarlo o a socorrerlo.

Murió de peste junto a 160 de sus monjas, otros dicen que murió mártir. La leyenda dice que un ángel había puesto en su cabeza una aureola. Una de las monjas, que se rió de su austeridad, "quedó con la boca torcida". Fue sepultada en la iglesia de San Pablo. Cinco años después, sus reliquias fueron transportadas en la ciudad y depositadas en la iglesia de San Marcial. En esta iglesia se expuso, para la veneración de los fieles, un relicario que contenía parte de sus restos, mismo que en 1792 fue robado por los revolucionarios. Las demás reliquias se ocultaron en diversos lugares, logrando así salvarlas.
INDICE



Beato TOMÁS DE CELANO. (c. 1190-1260).

Era hijo de los condes de Marsi o de Celano, Berardo y Margarita Gualtieri y nació en Celano (Italia). Recibió una excelente formación humanista con el estudio de las letras clásicas, de la Escritura y de los Padre de la Iglesia. En 1215, sintiéndose llamado por el Señor, profesó en manos de san Francisco la Regla de los Hermanos Menores. En la “Primera Vida de san Francisco”, el santo recuerda su experiencia: "Loado sea el buen Dios, que tuvo a bien, por su sola benignidad, acordarse de mí y de otros muchos: y es que, una vez que entró en España, se enfrentó con él, y, para evitar que continuara adelante, le mandó una enfermedad que le hizo retroceder en su camino. Volvióse a la iglesia de Santa María de la Porciúncula, y al poco tiempo se le unieron, muy gozosos, algunos letrados y algunos nobles..." (1Cel 56-57).

Después del fracaso de las expediciones misioneras por Europa, en 1221, durante el Capítulo general "de las esteras", fray Tomás fue uno de los 90 religiosos que se ofrecieron a fray Elías, vicario general de la Orden por enfermedad de Francisco, para ser enviado a  Alemania, y uno de los 25 elegidos para fundar dicha provincia, con Cesáreo de Spira al frente de ellos. Gracias a la “Crónica” de uno de ellos, fray Jordán de Giano, sabemos que, en marzo de 1223, Tomás fue elegido Custodio de los conventos de Maguncia, Worms, Spira y Colonia. Al final del mismo año, el ministro provincial fray Cesáreo regresó a Italia para entrevistarse con san Francisco, dejando a Tomás en su lugar como vicario.

El Capítulo general de 1224 eligió como nuevo ministro de Alemania a fray Alberto de Pisa y éste, tras consultar a fray Tomás y a otros religiosos prudentes y sabios, convocó y celebró capítulo provincial el 8 de septiembre, fiesta de la Natividad de la Virgen. Al parecer, Tomás regresó en 1226 a Asís, a la Porciúncula, donde fue testigo de la muerte de san Francisco, como él mismo afirma y como lo demuestra su forma de relatar los últimos días del "Poverello". Dos años después, será también testigo excepcional de la canonización de san Francisco y de la fundación de una basílica en su honor, por obra de Gregorio IX.

A principios de 1230, después de haber escrito la primera biografía de san Francisco, fray Tomás fue enviado a fundar el convento de Tagliacozzo en la región del Abruzzo, no muy lejos de Celano, pero su permanencia allí debió de ser muy breve. Hacia el año 1256, después de haber redactado la “Segunda Vida de san Francisco” y el “Tratado de los Milagros”, a petición de las clarisas se trasladó a Val de Varri, en calidad de director espiritual, y allí permaneció hasta su muerte en el 1260. Su cuerpo reposa en una urna en la iglesia de San Francisco de Tagliacozzo.
INDICE


Beato FRANCISCO JAVIER SEELOS. (1819-1867).
Martirologio Romano: En Nueva Orleans, de Luisiana, en los Estados Unidos de Norteamérica, beato Francisco Javier Seelos, presbítero de la Congregación del Santísimo Redentor, que, oriundo de Baviera, atendió con todo celo a las necesidades de niños, jóvenes y emigrantes

Nació en Füssen, Baviera, (Alemania) en el seno de una familia de comerciantes textiles. Terminados los primeros estudios elementales en 1831, manifestó su deseo de ser sacerdote. Estudio en el Instituto de San Esteban en Augsburgo, donde terminó la secundaria y luego prosiguió sus estudios de Filosofía en la universidad de Munich donde también comenzó la Teología, para prepararse en el ingreso del seminario, donde fue admitido en 1842. En este tiempo tuvo contacto con los Redentoristas y quedó profundamente impresionado por los escritos de esta Congregación en la revista "Sión" en la que mostraban la marginación de los emigrantes alemanes en Estados Unidos.

Ingresó en los redentoristas donde profesó en 1842 con la intención de marchar a Estados Unidos para evangelizar a los alemanes. En 1843 llegó a Nueva York donde completó su noviciado y sus estudios teológicos; fue ordenado sacerdote en la iglesia redentorista de Santiago de Baltimore.

Fue enviado a Pittsburgh en Pensilvania, a la parroquia de Santa Filomena, donde trabajó durante nueve años, colaborando primero como vicepárroco de san Juan Nepomuceno Neumann, el superior de la comunidad y luego como superior los últimos tres años; fue también maestro de novicios. Junto con san Juan Nepomuceno Neumann se dedicó a la predicación misionera. En esta actividad demostró toda la grandeza de su espíritu, por su don de discernimiento, capacidad de comprensión, todo esto le valió ser un autentico guía espiritual y un valorado confesor entre el pueblo que viajaba grandes distancias para confesarse con él o recibir un consejo. La sonrisa no se borró nunca de su rostro y la generosidad fueron sus principales caracteristícas, mientras predicaba la misericordia de Cristo. Se dedicó a la catequesis con los niños con los que tuvo notable éxito

En 1854 fue trasladado a Pittsburgh, en 1857 a Cumberland y en 1862 a Annapolis, trabajando siempre en las parroquias. En Cumberland y Annapolis fue nombrado prefecto de los estudiantes redentoristas. Sobre todo quiso infundir en los futuros redentoristas el entusiasmo, el espíritu de sacrificio y el celo apostólico para el bien del pueblo.

En 1860, el obispo Michael O’Connor de Pittsburgh, al dejar su diócesis, propuso al padre Seelos, para sucederle, pero Francisco Javier escribió al papa el beato Pío IX, manifestando su incapacidad para asumir tal responsabilidad y fue escuchado. En 1863, a raíz de la guerra de Secesión, se promulgaron leyes para el servicio militar de todos los hombres disponibles. Seelos, como superior del seminario redentorista, se fue a Washington donde pidió al presidente Abraham Lincoln, que los redentoristas fueran exonerados del servicio militar y lo consiguió. Fue suspendido como prefecto de los estudiantes, porque algún estudiante celoso, le acusó de ser demasiado condescendiente con los jóvenes. Entre 1863 y 1866 fue misionero itinerante, predicando a ingleses y alemanes en casi todos los territorios de los estados del norte de Estados Unidos. Después de un breve período de trabajo parroquial en Detroit, en 1866 fue destinado a la comunidad de Nueva Orleans, como párroco de la iglesia de Santa María Asunta, donde se dedicó, como siempre, a los enfermos y necesitados; durante una epidemia de fiebre amarilla, se contagió y después de varias semanas de soportar la enfermedad con la sonrisa en los labios murió. Fue beatificado por SS Juan Pablo II el 9 de abril del 2000.
INDICE


Beato ALFREDO PELLICER MUÑOZ. (1914-1936).

Martirologio Romano: En el lugar de Bellreguart, de nuevo en la región valenciana, beato Alfredo Pellicer Muñoz, religioso de la Orden de los Hermanos Menores y mártir, que, en la persecución, la fe en Cristo lo confirmó hasta alcanzar la palma de la victoria

Nació en Bellreguart, provincia Valencia, y lo bautizaron imponiéndole el nombre de Jaime. Aprendió las primeras letras en las escuelas nacionales de su pueblo, hasta que, a los once años, ingresó en el Seminario menor franciscano de Benissa (Alicante), donde cursó los estudios del bachillerato.

A los 16 años marchó al monasterio de Santo Espíritu del Monte (Gilet-Valencia), donde tomó el hábito franciscano en 1930, cambiando el nombre de pila por el de Alfredo. Pasó luego al convento-colegio de Onteniente, también casa de formación franciscana, y allí estudió la Filosofía y un curso de Teología, haciendo la Profesión solemne en la fecha ya crítica del 5 de julio de 1936.

Dada su corta edad (22 años en el momento de dar la vida) y su condición de estudiante, fray Alfredo no pudo ser conocido sino por sus familiares y sus hermanos en religión, particularmente sus condiscípulos. Estos testigos recuerdan que era de carácter alegre, simpático, cordial y festivo, optimista y buen compañero, respetuoso con los demás. Se distinguió por la firmeza en la fe y en su vocación franciscana.

Cuando estalló la guerra civil española y se agravó la persecución religiosa el 18 de julio de 1936, fray Alfredo Pellicer se encontraba en el convento-colegio de Onteniente. Tres días después los religiosos de esta comunidad se vieron forzados a dispersarse. Fray Alfredo, estudiante de Teología, que acababa de hacer la profesión solemne, se refugió en casa de sus padres en Bellreguart, donde vivió algún tiempo con relativa tranquilidad. Los suyos le propusieron estudiar Magisterio, pero Fr. Alfredo rechazó esta propuesta, porque deseaba perseverar en su vocación franciscana

El día 4 de octubre de ese año de 1936 fue detenido y asesinado. Fue conducido, después de la detención, al Comité; allí le hicieron halagüeñas proposiciones si renegaba de la fe, lo que fray Alfredo rechazó siempre con firmeza.

La consumación del martirio tuvo lugar el mismo día 4 de octubre de 1936, hacia las tres de la tarde, en el lugar llamado “La Pedrera”, a unos tres kilómetros de Gandía, en dirección a Valencia, cuando tenía 22 años de edad, 6 de hábito franciscano y tan sólo tres meses de profesión solemne. Fue beatificado el 11 de marzo de 2001 por el papa Juan Pablo II.
INDICE



Beata MARTINA VÁZQUEZ GORDO. (1865-1936).
Nació en Cuellar (Segovia) en el seno de una familia de pasteleros y dueños de fincas dedicadas a la agricultura. Conoció a las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl en Valladolid por un accidente sufrido por su padre. En contacto con el dolor, y viendo la labor desarrollada por las Hermanas, surgió en ella la vocación. Es entonces cuando decidió romper su proyecto matrimonial y ser fiel a la llamada de Dios, si su padre se curaba. En la curación de su padre vio Martina la señal de que Dios la quería para Él. A pesar la oposición del padre para que siguiera su vocación, porque necesitaba de ella para mantener a flote el negocio familia, siguió la llamada e ingresó en las Hijas de la Caridad en 1896.

Concluido el tiempo de Seminario, después de sufrir muchas tentaciones de abandono, recibió su primer destino al Hospicio de Zamora, donde le encargaron los oficios del lavadero y la cocina, trabajo que realizó durante 12 años. Después pasó como Superiora al recién fundado Colegio de la Milagrosa, en la misma ciudad. Era el año 1908 y allí realizó una gran labor. En 1914 la enviaron de Superiora al Hospital y Escuelas de Segorbe (Castellón), donde había muchas necesidades materiales y también muchas deudas. Ante la situación de hambre que por entonces asolaba a muchos pueblos, funda un Comedor de Caridad, la “Gota de Leche” para niños mal nutridos y un pequeño consultorio para madres lactantes. Más tarde, en relación con el Alcalde, crea la Junta Segorbina de Caridad, que fue el sostén del Asilo y Hospital de ancianos.

Entre los años 1918 al 1923 ocupó el cargo de asistenta en el Consejo Provincial, razón por la que estuvo destinada en la Casa Central de Jesús, 3, en Madrid. En el año 1923 se produce el descalabro de las tropas españolas en el desastre de Annual. Ella fue la responsable de los hospitales militares en este tiempo, desde su puesto de superiora en el de “Doker”, de Melilla (1923-1926). Allí realizó una labor impagable con los heridos y enfermos.

En 1926 regresa de nuevo al Hospital y Escuelas de Segorbe, con ilusión y renovadas energías, continuará su atención a todos. Sor Martina era mujer de fe firme, carácter abierto, valiente, creativa y con gran sentido del humor. Sabía superar las dificultades con optimismo y esperanza, sin arredrarse ante los problemas. Con humildad sabía pedir perdón cuando pensaba que había ofendido a alguien. En 1933 le relevaron del cargo de superiora y siguió en Segorbe, entregada al servicio de los más necesitados.

Al llegar el 25 de julio del 1936, Sor Martina, temerosa de una profanación anunciada, llama a las Hermanas a la capilla para consumir todas las formas. Al día siguiente, 26 de julio, los milicianos invadieron el Hospital y armados despacharon a las Hermanas. Salieron flanqueadas por cuatro milicianos hasta llegar a una casa deshabitada de una de las antiguas alumnas. Allí las metieron, las cerraron y se llevaron la llave. Los milicianos pasaban de vez en cuando para ver si se había escapado alguna. Sor Martina presentía lo que iba a pasar y les decía: “Yo moriré mártir”. A la vez animaba a sus compañeras y les decía: «Tenemos que ser fuertes, el Señor no nos va a fallar. Recemos y pidamos fortaleza al Señor».

Así estuvieron viviendo desde el 26 de julio hasta el 3 de octubre. El día anterior a su martirio, 3 de octubre de 1936, se confesaron por escrito con un sacerdote que vivía en clandestinidad. El día 4 de octubre de 1936 vinieron a por ella. Estaba recostada porque no se encontraba bien. Las hermanas se lo dijeron a los milicianos, pero ellos contestaron que se la llevaban. Se puso el hábito, emocionada abrazó a cada hermana y les dijo: “Hasta el cielo”. Algunas quisieron acompañarla, pero no se lo permitieron. La metieron en el camión de los famosos “paseos” y se dirigieron por la carretera de Algar de Palancia (Valencia). La hicieron bajar del camión y ella, sin oponer resistencia alguna, les pidió que, por favor, esperaran un momento. La pidieron que se volviese de espalda. Pero ella se opuso diciendo: “Morir de espaldas es de cobardes. Yo la quiero recibir de frente como Cristo y perdonar como Él perdonó”. Se puso de rodillas, oró con fervor y reconfortada les dijo: “Si os he ofendido en alguna cosa os pido perdón y si me matáis yo os perdono… ¡Cuando queráis podéis disparar!”. Viva aún, pudo exclamar “Ay Dios mío, ten misericordia de mí”, y seguidamente cayó en la cuneta donde quedó empapada en su sangre. Estos milicianos que la dispararon habían sido alimentados por ella en el Comedor de Caridad que ella había fundado.

Su cadáver fue llevado a la mañana siguiente al cementerio del Algar. En junio de 1959 se trasladaron sus restos de Segorbe a Cuellar (Segovia), a petición de la familia, pues su deseo era reposar al lado de la Virgen de Henar. Fue beatificada el 13 de octubre de 2013 por SS Francisco.
INDICE

OTROS SANTOS DEL DÍA:


San Quintín. M. c. 570.

Martirologio Romano: En la región de la Galia Turonense, san Quintín, mártir

Natural de Tours. Estaba al servicio de un noble de Turingia, de nombre Gontrán. La mujer de éste se enamoró locamente de nuestro santo, y como no pudiera seducirlo, mandó que le cortaran la cabeza en L'Indrois.

Enrique Morant Pellicer. Beato. (1908-1936).

Martirologio Romano: En la aldea de Jaraco, en la región de Valencia, en España, beato Enrique Morat Pellicer, presbítero y mártir, que llevó a término su combate por la fe en tiempos de persecución

Nació en Bellreguard (Valencia) en un ambiente familiar profundamente religioso. Estudia el bachillerato en las Escuelas Pías de Gandía y a su término comienza en Madrid los estudios de arquitectura, pero se decide por el sacerdocio. Terminados los estudios, y se ordena sacerdote el año 1933. Es destinado a la parroquia de Barig, donde se ganó a los feligreses con su ejemplar humildad y laboriosidad. Formó una biblioteca, un coro y trabajó mucho con los jóvenes. Fundó la Acción Católica para infundir espíritu apostólico en los jóvenes, a los que llamó a mayor vida interior en los ejercicios espirituales de 1935.

Tras las elecciones de febrero de 1936 las autoridades le hicieron la vida imposible; fue trasladado de la parroquia y hubo de ejercer como director del Patronato del Grao de Valencia. Llegada la revolución estaba en Serra, en la residencia veraniega del Patronato, y marchó a su pueblo natal tras tres días de detención en Alcira. Pasó el verano con sus familiares hasta que el día 3 de octubre. A las once de la mañana fue arrestado. Llevado al Comité, confesó a los allí detenidos, y luego fue devuelto a su casa. Pero al anochecer volvieron a arrestarlo, lo llevaron al término municipal de Jaraco y allí lo fusilaron. Fue beatificado el 11 de marzo de 2001 por el papa Juan Pablo II.


José Canet Giner. Beato. (1903-1936)

Martirologio Romano: Cerca de la ciudad de Gandía, en la región de Valencia, beato José Canet Giner, presbítero y mártir, que mereció ser asociado al sacrificio del Salvador por su fidelidad a Cristo

Nació en Bellreguard, Valencia, en el seno de una familia humilde. Ingresó en el Colegio de Vocaciones y después pasó al Seminario de Valencia. Ordenado en 1930, fue destinado a Catamarruch como vicario, sirviendo además al pueblo de Margarida. Se presentó como pobre entre los pobres y muy pronto se ganó a sus feligreses. Fomentó la catequesis, la vida interior de los feligreses y la devoción mariana, así como la devoción al Sagrado Corazón de Jesús.

Al llegar la revolución de 1936 tuvo que dejar el pueblo y volvió con sus padres a su pueblo. Con ellos estuvo hasta el 4 de octubre cuando lo arrestaron y lo llevaron, maltratándolo como si fuera un criminal. Lo trasladaron al cuartel de las milicias revolucionarias de Gandía y, en el lugar llamado La Pedrera fue fusilado. Fue beatificado el 11 de marzo de 2001 por el papa Juan Pablo II.

  • En Asís de Umbría, el tránsito de san Francisco, Levita y Confesor, que fue Fundador de tres Ordenes: de los Frailes Menores, de las Señoras Pobres y de los Hermanos y Hermanas de la Penitencia. Su vida, llena de santas obras y milagros, la escribió san Buenaventura.
  • En Corinto, el tránsito de los santos Crispo y Cayo, de quienes hace mención el Apóstol san Pablo escribiendo a los Corintios.
  • En Atenas, san Hieroteo, que fue discípulo del mismo san Pablo Apóstol.
  • En Damasco, san Pedro, Obispo y Mártir, que, acusado ante el Príncipe de los Agarenos de que enseñaba la fe de Cristo, y por ello cortada la lengua, las manos y los pies, y clavado en una cruz, consumó el martirio.
  • En Alejandría, los santos Presbíteros y Diáconos Cayo, Fausto, Eusebio, Queremón, Lucio y sus Compañeros; de los cuales, en la persecución de Valeriano, unos fueron Mártires, y otros, sirviendo a los Mártires, recibieron la recompensa de los Mártires.
  • En Egipto, los santos Mártires Marcos y Marciano, hermanos, y otros casi innumerables, de ambos sexos y de toda edad; de los cuales, unos, después de azotados, otros, después de varios horribles tormentos, fueron entregados a las llamas, otros precipitados en el mar, algunos decapitados, muchísimos muertos de hambre, otros clavados en el patíbulo, y algunos también, colgados cabeza abajo y pies arriba, merecieron la corona de un gloriosísimo martirio.
  • En Bolonia, san Petronio, Obispo y, Confesor, esclarecido en santidad, doctrina y milagros.
  • En París, santa Áurea, Virgen.
INDICE


INDICE