INDICE
Santa TERESA BENEDICTA DE LA CRUZ
Beato FALCO
Santa CÁNDIDA MARÍA DE JESÚS CIPITRIA
OTROS SANTOS DEL DÍA:
Santa MARIANA COPE DE MOLOKAI
Beatos FAUSTINO OTEIZA SEGURA y FLORENTINO FELIPE NAYA
Beato FLORENTINO ASENSIO BARROSO
Beato GUILLERMO PLAZA HERNÁNDEZ
Beato JOSÉ MARÍA CELAYA BADIOLA
Beato FRANCISCO JÄGERSTÄTTER
EDITH STEIN, mártir (1891- 1942)
El que creyere y se bautizare se salvará;
pero el que no creyere se condenará.
(Marcos, 16, 16).
El que creyere y se bautizare se salvará;
pero el que no creyere se condenará.
(Marcos, 16, 16).
"El 12 de Octubre de 1891 nací yo. Edith Stein, hija del fallecido comerciante Siegfried Stein y de su mujer Auguste Courant, en Brelau. Soy ciudadana prusiana y judía". Así comenzaba su "curriculum vitae". Pertenece a una familia normal que es trabajadora y practicante de la religión judía; tienen seis hijos más.
Edith abandonó la religión durante muchos años como consecuencia de una decisión consciente y libre. No obstante siempre mantuvo respeto y admiración hacia el judaísmo.
Se dedica en su juventud a la filosofía. Le apasiona el profesor de Gotinga Edmund Husserl desde que leyó sus Investigaciones lógicas. Para ella suponen una vuelta a la realidad y deja de lado el subjetivismo de Kant y sus seguidores. Descubre que, además del yo, existen los demás y muchas cosas más. Le ayuda en su nuevo camino de pensamiento Adolf Reinach que, aparte de ser un colaborador y discípulo de Husserl, es también un cristiano convencido.
La primera guerra mundial estalla en el 1914 y como sus amigos han marchado al frente, ella ansía ser útil a su país y es enfermera en el hospital de guerra de Märisch-Weisschirchen en Austria. A la vuelta, su tesis doctoral obtiene la máxima nota y comienza a ayudar casi como secretaria al maestro Husserl.
Recibe el encargo de custodiar la herencia filosófica de Reinach que ha muerto en Flandes. El contacto con su viuda le descubre que en el mundo del dolor tienen sitio la fortaleza y fe. Sí, su talante ante la adversidad le impresiona vivamente. Ella misma escribe tiempo después: "Aquel fue mi primer encuentro con la cruz y con la fuerza divina que esta infunde a quienes la llevan".
A los treinta años y en casa de un matrimonio amigo lee la Vida de Santa Teresa de Jesús. Dirá: "Comencé a leer, me sentí cautivada inmediatamente y lo acabé de un tirón. Cuando cerré el libro me dije: ¡Esta es la verdad!".
A la mañana siguiente se compró un catecismo católico y un misal, y se puso a estudiarlos detenidamente. Después fue a la iglesia y asistió a la Santa Misa. Al acabar, Edith se dirigió a la sacristía y pidió al sacerdote que la bautizara. Fijaron la fecha para el 1 de Enero de 1922, fiesta de la circuncisión del judío Jesús.
Llega la persecución nazi y pierde su puesto de trabajo. Ella continúa con amor a su pueblo, hasta el punto de llegar a escribir al papa Pío XI pidiéndole auxilio para los hebreos.
Le ofrecen cátedra en una universidad de Nicaragua, pero contra todo pronóstico toma la decisión de entrar en clausura. Tiene 42 años cuando entra en las Carmelitas de Colonia y comienza a llamarse Teresa Benedicta a Croce: Bendecida por la cruz. También su hermana Rose entra en el convento. Las dos son trasladadas al convento holandés de Echt. Pero los nazis entran en Holanda en 1940. El 2 de Agosto de 1942 las apresan dos oficiales y el día 9 de Agosto Edith y Rose mueren en la cámara de gas, según las informaciones del Ministerio de Justicia holandés.
MEDITACIÓN SOBRE TRES CUALIDADES DE LA VIDA DEL CRISTIANO
l. San Jerónimo nos suministra el tema de esta meditación en la carta que escribió a Rústico. "Nada hay -dice-, más feliz que el cristiano porque se le ha prometido el cielo". Ahí está la fuente de tu grandeza y felicidad. El cristianismo te hace hijo de Dios y te da derecho a la herencia del paraíso. "¡Cuán rico soy -decía San Juan Crisóstomo-, puesto que por la gracia, poseo a Dios, que es la fuente de todos los bienes!" Alma mía, levántate hacia el cielo para el que fuiste creada, y desprecia a la tierra como indigna de ti.
II. Nada parece más penoso que la vida del cristiano. "No nacemos cristianos -dice Tertuliano-, lo llegamos a ser, y lo llegamos a ser con mucho trabajo". Hay que luchar contra el demonio, contra el mundo, contra sí mismo, no una sola vez, sino todos los días, hasta el último suspiro. Debo, pues, resolverme a seguiros, amable Jesús mío, a llevar con Vos la cruz y la corona de espinas. Ya no más flores ni delicias, puesto que mi Maestro yace en el dolor renuncio para siempre a los placeres de la tierra.
III. Nada hay más fuerte que el cristiano por que vence al demonio, y se eleva por encima de todas las cosas del mundo, y tiene la seguridad de que Dios no lo abandonará en las tentaciones. Considera lo que sufrieron los mártires con la ayuda de los auxilios de Dios. ¿Qué harías tú si algún tirano pusiese a prueba tu fe mediante los tormentos? Prepárate para el martirio por medio de una mortificación continua. La vida del cristiano es un aprendizaje del martirio. (Tertuliano).
La confianza en Dios
Orad por los párrocos.
ORACIÓN
Dios omnipotente y misericordioso, que hicisteis a la bienaventurado Edith admirable por la conversión hacia tí como por el fervor de la oración y de la penitencia, concedednos que siguiendo su ejemplo y por su intercesión ganemos para Cristo las almas de nuestros hermanos y lleguemos con ellos a la gloria eterna. Por J. C. N. S. Amén.
Santa TERESA BENEDICTA DE LA CRUZ (Edith Stein). (1891-1942). Martirologio Romano: Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith) Stein, virgen de la Orden de las Carmelitas Descalzas y mártir, la cual, nacida y educada en la religión judía, después de haber enseñado filosofía durante algunos años entre grandes dificultades, recibió por el bautismo la nueva vida en Cristo y la desarrolló bajo el velo de religiosa, hasta que, en tiempo de un régimen hostil a la dignidad del hombre y de la fe, fue desterrada y encarcelada, muriendo en la cámara de gas del campo de exterminio de Oswiecim o Auschwitz, cerca de Cracovia, en Polonia.
Nació en Breslau, entonces pertenecía a Alemania y hoy es Wroclaw (Polonia), Edith Stein era la última de siete hijos de una rica familia judía. Cuando murió su padre, ella llevaba a la madre a la sinagoga, pero ésta pronto se dio cuenta de que su hija la acompañaba por puro compromiso. Efectivamente, a los 21 años se declaró atea. Dotada de una inteligencia brillante, ingresó en la universidad de Gotinga donde estudió psicología con William Stern, con quien pensó hacer el doctorado, pero no se sintió satisfecha, así que fue filósofa con un particular interés por la fenomenología (conoció al padre de la fenomenología Husserl, del que fue su discípula predilecta y con él hizo su tesis doctoral).
En 1915, en plena I Guerra Mundial, se inscribió en la Cruz Roja Internacional y fue destinada a un hospital de soldados heridos en Mährisch-Weisskierchen, Austria, donde dejó una estela de grandeza humana. En 1917 marchó a Friburgo como profesora adjunta de Husserl.
Pero ella notó que la fenomenología no respondía a las cuestiones últimas de la vida. Entre tanto participó activamente en agrupaciones feministas que luchaban por la igual dignidad de la mujer, para conseguir el derecho al voto y la igualdad de oportunidades en el campo educativo y profesional. También colaboró en otras asociaciones de carácter pedagógico, con la pretensión de que se realizase una profunda reforma educativa, teniendo en cuenta las peculiaridades de las mujeres. También participó en programas de alfabetización de algunos sectores de la población más desfavorecidos. Escuchó unas conferencias sobre temas religiosos a Max Scheler, vio con sus ojos el testimonio cristiano de algunas familias amigas suyas; la esperanza cristiana que vio en la viuda de Reinach, profesor amigo de Husserl... "Fue para mí el primer descubrimiento de Cristo en el misterio de la Cruz". En una ocasión se pasó toda la noche leyendo la vida de santa Teresa de Jesús, y, al cerrar el libro, dijo: "Esto es la verdad". Fue bautizada en 1922, en la catedral de Colonia y adoptó el nombre de Teresa.
De todas partes le pidieron conferencias sobre temas religiosos, que dieron grandes frutos. Estudió a santo Tomás; tuvo contactos con Heidegger y Przywara; visitó a Husserl, que siguió con respeto sus pasos. Siguió como profesora. Impresionó su vida interior: "Por la mañana, decía, lo mejor es tomar las riendas y gritar: ¡despacio! Mis primeras horas pertenecen al Señor". Para animarse y evitar el nerviosismo, tenía este lema: "Mi vida empieza de nuevo cada mañana y termina cada noche". En el 1933, ingresó en el convento carmelita de la ciudad de Colonia, tomando el nombre de Teresa Benedicta de la Cruz. Allí estudió la doctrina de san Juan de la Cruz.
Escribió un tratado: “La mística de la cruz”. También escribió otros libros de carácter autobiográfico, estudios filosóficos, obras de carácter social y de carácter teológico-espiritual.
A causa de la subida del nazismo fue trasladada al convento de Echt en Holanda. En 1942, la Gestapo fue a buscar a Edith. Dos días después fue trasladada a Auschwitz, con su hermana Rosa, también convertida al catolicismo. La Cruz Roja holandesa publicó una nota: "Edith Stein, nacida en Breslau, fue asesinada el 9 de agosto de 1942 en Auschwitz, con gas". Había escrito: "Abrazo la Cruz, con todo mi corazón. Con Jesús recorreré el Vía crucis hasta el Calvario. Después gozaré del Lumen Gloriae".
Con su beatificación en Colonia el 1 de mayo de 1987, la Iglesia rindió honores, por decirlo con palabras del Sumo Pontífice Juan Pablo II, a "una hija de Israel, que durante la persecución de los nazis ha permanecido, como católica, unida con fe y amor al Señor Crucificado, Jesucristo, y, como judía, a su pueblo". Fue canonizada por el mismo papa el 11 de octubre de 1998, y un año más tarde, declarada co-patrona de Europa.
Martirologio Romano: En Palena, de la Calabria, beato Falco, eremita. Nació en Taverna en Calabria, en el seno de la antigua y noble familia de los Poerio; desde muy joven se sintió atraido por la soledad y la vida eremítica. Se retiró al monasterio de Pesica cercano a su pueblo, en la zona de Cosenza, entre los basilianos, bajo la disciplina de un santo abad, de nombre Hilarión. La comunidad era ya conocida en toda Calabria por la virtud y santidad de todos los frailes que la formaban.
En el 980, Calabria fue teatro de ruina y esterminio, a causa de los sarracenos a sueldo de Basilio y Constantino. Del monasterio de Taverna siete monjes (“los siete hermanos”) decidieron marchar a los Abruzos, y alcanzaron la provincia de Abruzo Citra en tierras de los Peligni, el feudo de Prata, en el límite entre Casoli y Civitella Messer Raimondo, junto al río Aventino, actual provincia de Chieti. Alli construiron algunas estancias y una ermita y se establecieron viviendo en pobreza y santidad, imponiéndose rígidas reglas como verdaderos imitadores de los antiguos monjes de Egipto.
Bajo la guía del santo abad Hilarión llevaron vida austera y ayuno. Su conversación consistía en la práctica de la oración y en la recitación de los salmos. Cuando murió el santo abad eligieron como superior al más joven, Nicolás el Griego. Para dar gracias a Dios fueron en peregrinación a Roma y al regreso uno de ellos abandonó el grupo por enfermedad. Al morir Nicolás, como no fueron capaces de elegir nuevo abad, cada uno eligió su camino. Falco decidió regresar a Roma, y al llegar a Palena, subió a la montaña de Coccia, sintiendo que le faltaban las fuerzas se vio obligado a quedarse en la villa de Sant’Egidio.
Decidió continuar su vida de rigores y oración. Por humildad no quiso nunca ser sacerdote, y permaneció como un humildísimo fraile ejemplo de virtud. Murió en este lugar y su cuerpo fue transportado a la iglesia de San Gil donde fue sepultado. Actualmente reposan en la iglesia de San Antonio Mártir en el centro de Palena
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Santa CÁNDIDA MARÍA DE JESÚS CIPITRIA. (1845-1912).
Martirologio Romano: En Salamanca, en España, santa Cándida María de Jesús (Juana Josefa) Cipitria, que fundó la Congregación de las Hijas de Jesús, para colaborar en la formación cristiana de los niños. Se llamaba Juana Josefa Cipitria y Barriola y nació en el caserío de Berrospe, en Andoain (Guipuzcoa), en el seno de una familia pobre. En su niñez fue a vivir a Tolosa y allí tuvo conocimiento de la espiritualidad ignaciana y con el libro de las “Constituciones” oraba a san Iganacio: "Santo mio, yo quiero hacer lo que dice ese libro". Apenas sabía leer y escribir y su instrucción era escasa.
En 1862 deja tierra vasca, rumbo a Burgos, donde siendo aún joven, tuvo que cuidar de sus hermanos menores en una familia numerosa, para ello ingresa a trabajar con la familia del magistrado José de Sabater. A la vez que daba los primeros pasos en la vida de piedad. Siguiendo a la familia Sabater, a Valladolid, en el año 1868, en la Iglesia del Rosarillo, conoce al P. Miguel San José Herranz, sacerdote jesuita, quien le ayuda a aumentar su actitud de penitencia y oración, que son dos caminos necesarios para tomar toda decisión importante, es aquí que siente el llamado a responder a las necesidades de aquella turbulenta sociedad española, lo que le lleva fundar una "Congregación con el nombre de Hijas de Jesús, dedicada a la salvación de las almas, por medio de la educación e instrucción de la niñez y juventud".
Con 26 años y cinco compañeras, fundó en Salamanca, en 1871, la Congregación de Hijas de Jesús, con una fuerte espiritualidad ingnaciana. Cambió su nombre por el Cándida María de Jesús. Su vida transcurrió entre el gozo y la cruz y la confianza infinita en la Providencia. Una característica concreta de su espiritualidad fue la confianza en el poder y la fidelidad de Dios. La nueva Congregación se encargará de la educación de niñas especialmente pobres. "Donde no hay sitio para mis pobres, tampoco hay sitio para mí". En poco tiempo la congregación se expande creando instituciones a lo largo de España creando escuelas en Peñaranda de Bracamonte, Arévalo, Tolosa, Segovia, Medina del Campo, etc.
Murió en Salamanca diciendo: "Muero tranquilamente tranquila, 41 años de vida religiosa y no recuerdo un momento que ho haya sido para Dios". Canonizada por SS Benedicto XVI el 17 de octubre de 2010.
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Santa MARIANA COPE DE MOLOKAI (Bárbara Cope). (1838-1918).
Martirologio Romano: En Molokai, Hawai, santa Mariana Cope, virgen, que sirvió a Cristo en los leprosos. Nació en Heppenheim, Hesen-Darmstadt (Alemania), en el seno de una familia de agricultores y se llamó Bárbara. Siendo todavía muy niña, sus padres emigraron a Estados Unidos, estableciéndose en Útica, en el estado de Nueva York. Su padre obtuvo para sí y sus hijos la ciudadanía norteamericana y cambió su apellido Kobb por Cope. Bárbara en su juventud trabajó en una fábrica de lana y luego ingresó en el convento de las religiosas de las Hermanas de San Francisco de Filadelfia, de Nueva York, donde cambió su nombre por María Ana.
El apostolado de la Congregación consistía en la educación de los hijos de los emigrantes alemanes. Aprendió el alemán, la lengua de sus padres, y fue destinada a abrir y dirigir nuevas escuelas. Dotada de cualidades naturales de gobierno, pronto formó parte del equipo directivo de su comunidad, en en 1860 estableció dos de los primeros cincuenta hospitales generales de Estados Unidos, que alcanzaron gran renombre: Santa Isabel de Útica (1866) y San José de Syracuse (1869). Los dos siguen siendo dos florecientes centros médicos.
En medio de las dificultades más serías, la madre Mariana logró realizar un servicio apostólico sobresaliente con los más pobres. Fue elegida provincial de su Congregación en 1877 y en 1881. Pero en 1883, fue la primera en responder la llamada del obispo de Honolulú para abrir una misión de atención a los leprosos. Más de cincuenta comunidades religiosas habían rechazado esta misión. Se puso al servicio de los leprosos abandonados donde fue modelo de caridad hacia los enfermos leprosos y ejemplo de entrega.
Entre sus virtudes destacaron la prudencia, la justicia y gozó del don de la fortaleza. Trabajó en el hospital de leprosos de Kakaako, Honolulú, se encontró con problemas muy serios. En 1884 el Gobierno le pidió que estableciera el primer hospital general en la isla de Maui. En 1885, abrió un albergue para los hijos de los leprosos en los terrenos del hospital de Oahu. El rey de Hawai la condecoró por su entrega al pueblo.
En 1888, marchó a la colonia de Kalaupapa, en Molokai. El padre san Damián de Veuster había contraído la lepra y su muerte era inminente. En 1889, después de la muerte del padre Damián, aceptó la dirección del hogar para los varones, además del trabajo con las mujeres y las niñas. La madre Mariana vivió 30 años en una lejana península de la isla de Molokai, exiliada voluntariamente con sus pacientes. Debido a su insistencia, el Gobierno dictó leyes para proteger a los niños y que pudieran recibir una educación. Estaba siempre sonriente y le valió los títulos de "Madre de los leprosos" y de "María Ana de Molokai". Su lema fue "Sólo por Dios". Murió llena de méritos. Fue canonizada por SS Benedicto XVI el 14 de mayo de 2005.
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Beatos FAUSTINO OTEIZA SEGURA y FLORENTINO FELIPE NAYA. M. 1936.
Martirologio Romano: En el pueblo de Azanuy en el territorio de Huesca, en España, beatos Faustino Oteiza, sacerdote, y Florentino Felipe, religiosos de la Orden de Clérigos regulares de las Escuelas Pías y mártires, ejecutados cruelmente por Cristo en la misma persecución. Faustino nació en Ayegui (Navarra) en 1890. Hacia los 14 años sufrió una fuerte pulmonía que lo llevó al umbral de la muerte, a tal punto que recibió el viático. Una vez restablecido, solicitó entrar en la Orden de las Escuelas Pías como clérigo. Profesó como escolapio en 1907. Recibió la ordenación sacerdotal en Tarrasa en 1913. Desde 1912 fue encargado de enseñar a los niños de la escuela del pueblo de Peralta de la Sal. Sufría de Parkinson, pero esto no le impidió seguir con sus menesteres. Fue maestro de novicios.
Deseaba el martirio: “Si llegara el caso, que no espero, de derramar mi sangre por Jesucristo, con su divina gracia, con gusto la daré. ¿Puede darse una mayor dicha?”.
Florentino nació en Alquézar (Huesca) en 1856, en el seno de una familia de humildes trabajadores. Profesó como hermano lego escolapio en 1876 en Peralta de la Sal. Sus años de vida religiosa, atendiendo a la cocina y el comedor, transcurrieron en los colegios de Zaragoza, Tafalla, Molina de Aragón, Pamplona, Alcañiz y Peralta de la Sal desde 1929. A Peralta de la Sal llegó ya anciano, continuó trabajando, en cuanto se lo consentían la edad avanzada, la creciente ceguera, su sordera y el malestar estomacal. Al final de su vida, no pudiendo ya trabajar, pasaba mucho tiempo en oración. Era el de mayor edad de todos los que fueron asesinados de la comunidad escolapia.
Antes de morir, sin enterarse de lo que sucedía a su alrededor dijo: “¿Qué dice, Padre, que nos vamos al cielo? ¡Pues qué vamos a hacer, si así lo quiere Dios!”.
El 9 de agosto de 1936 se presentaron dos hombres en la llamada Casa Zaydin, donde estaban dos religiosos escolapios de la comunidad de Peralta de la Sal, y dijeron que ambos debían acompañarles a Fonz donde tenían que deponer en una causa. Uno de ellos, el sacerdote P. Faustino Oteiza, se dio cuenta de que se trataba realmente de la hora del martirio y dirigiéndose al hermano Florentino Felipe le dijo que había llegado la hora de ir al cielo. Pidió un poco de tiempo, que le fue concedido, confesó a las personas de la casa, se vistió de paisano para impedir que fuera profanado el hábito religioso y dio su bendición a todos los presentes. Los dos religiosos renovaron su profesión religiosa con todo fervor.
A las cuatro de la tarde los recogió un coche. La calle estaba llena de gente, que acudió a despedirlos en el más respetuoso silencio. El coche partió camino de Azanúy y, ya en términos de esta población, paró el coche, los religiosos fueron obligados a bajar y allí los fusilaron. Rociados sus cadáveres con gasolina, fueron quemados pero no del todo, y por ello les enterraron en el mismo lugar de su martirio; al término de la guerra sus restos fueron trasladados a la iglesia escolapia de Peralta de la Sal. Juan Pablo II los beatificó el 1 de octubre de 1995 en el grupo de 13 escolapios martirizados en diversos días y en varios lugares durante el año 1936.
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Beato FLORENTINO ASENSIO BARROSO. (1877-1936).
Martirologio Romano: En Barbastro, también en España, beato Florentino Asensio Barroso, obispo y mártir, que en el furor de la persecución contra la Iglesia, acribillado a balazos, dio testimonio con su sangre de la fe que había predicado constantemente al pueblo que tuvo encomendado. Nació en Villasexmir, Valladolid, diócesis de Palencia, en el seno de una familia modesta.
Cuando todavía era un niño la familia se trasladó a vivir a su pueblo de origen, Villavieja del Cerro, donde transcurrió su infancia y realizó sus primeros estudios. Desde su infancia sintió la vocación sacerdotal; ingresó en el seminario de Valladolid donde estudió Filosofía y Teología, sobresaliendo en los estudios. Fue ordenado sacerdote en 1901, y fue destinado a las parroquias de: Villaverde de Mediana, Dueñas y Carrión.
En 1903, fue nombrado capellán de las Hermanitas de los Pobres y luego de las Siervas de Jesús. En 1905, el obispo Cos y Marcho de Valladolid, le nombró su secretario particular y mayordomo del palacio episcopal, al tiempo que se le confió la cátedra de Metafísica del seminario diocesano. Fue nombrado miembro del cabildo metropolitano y párroco de la catedral. Acreditado como predicador y director espiritual, fue estimado por todos por su sencillez evangélica, afabilidad y celo apostólico. En 1918, le nombraron consiliario del célebre Sindicato de Obreras, donde se sensibilizó y trabajó denodadamente en los problemas religiosos y sociales.
Fue consagrado y nombrado obispo de Barbastro (Huesca) en 1936, en plena República española. Antes de aceptar el cargo se resistió cuanto pudo, insistiendo el nuncio Tedeschini en que aceptase la dura tarea a la que la Iglesia lo llamaba. Su nombramiento y toma de posesión como obispo coincidieron con las elecciones y triunfo del Frente Popular. Las circunstancias eran tan difíciles que hasta el cabildo catedralicio consideró más oportuno el retrasar la llegada a la diócesis.
Por eso su toma de posesión fue casi privada y anunció que su misión era la transmisión del Evangelio, para la mejor formación de sus fieles. Se encontró con el seminario usurpado y comenzado a derribar y acudió a los tribunales en defensa del patrimonio de la diócesis. Impulsó la asociación de la Doctrina Cristiana, el Sindicato Católico y la Adoración Nocturna.
Después del alzamiento militar, se detuvieron a varios sacerdotes, al enterarse, Florentino, envió una protesta al Ayuntamiento. Aquella tarde fue arrestado en su domicilio, de donde lo trasladaron a la residencia de los escolapios. Pocos días más tarde tuvo que abandonar el traje talar. Aunque no podían celebrar misa, conservaron, los presos, la Eucaristía reservada y pudieron comulgar hasta casi el mismo día de su martirio.
Todos los detenidos hicieron una novena al Sagrado Corazón que terminó el 8 de agosto, y en ese día el obispo hizo una confesión general de su vida. Tras una arenga de Durruti, el obispo fue sometido a interrogatorio dos veces. Fue llevado a la cárcel y allí se encontró con sacerdotes y fieles detenidos, a quienes confortó y dio su bendición. Fue fusilado, discrepando las fuentes sobre el sitio exacto de su martirio. Antes de morir les dijo: “Me lleváis a la gloria. Yo os perdono. En el cielo rogaré por vosotros”. Un reconocimiento de su cadáver cuatro años después de su muerte no confirmó que le hubieran amputado por tortura los genitales como se decía. Fue beatificado en Roma el 4 de mayo de 1997 por SS Juan Pablo II.
Martirologio Romano: En el lugar de Argés, cerca de Toledo, asimismo en España, beato Guillermo Plaza Hernández, presbítero de la Sociedad de Sacerdotes Operarios Diocesanos y mártir, que el mismo día y en la misma prueba entregó su espíritu. Nació en Yuncos (Toledo) en el seno de una familia modesta y cristiana. Era de salud tan endeble, que su padre creyó que su vocación era para evitar el trabajo físico. Seminarista en Toledo, como aspirante a la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos, siguió sus estudios de Teología en Tortosa.
Estudiante de último año fue destinado como prefecto al seminario mayor de Zaragoza, donde continuó durante otros tres cursos y fue ordenado en 1932. El último curso de su vida era prefecto en el seminario mayor de Toledo.
Demostró su vocación de formador de sacerdotes. De él dice un testigo: “Fue muy amado de los seminaristas por la bondad y humildad que respiraba y por el cuidado extremado que tenía por todos”. Tras el 18 de Julio, pensó en el martirio junto con sus compañeros, hasta que decidieron salir y tratar de haller refugio en alguna parte. Salió para ir a casa del seminarista Antonio Ancos, cuya madre lo mandó llamar desde Cobisa pensando que allí estarían más seguros.
Pero al llegar a la plaza del pueblo fue reconocido por una joven y la persona que los había llevado desde Toledo, avisó al Ayuntamiento que había traído a un sacerdote. Lo encontraron y no le dejaron despedirse de su madre, pero la Providencia quiso que los dos muriesen el mismo día. Fue martirizado en el término de Argés (Toledo), después de intentar besar la mano del que le iba a matar, y comenzar a bendecir a todos con el crucifijo: tenía 28 años y cuatro de sacerdocio. Sus reliquias se veneran desde 1947 en el Templo de Reparación de Tortosa. Fue beatificado el 1 de octubre de 1995.
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Beato JOSÉ MARÍA CELAYA BADIOLA. (1887-1936).
Nació en Azcoitia, Guipúzcoa. En 1903 entró como aspirante en Villaverde de Pontones, Cantabria, y al año siguiente, con el oficio de alpargatero, fue admitido al noviciado en Carabanchel Alto, donde profesó como salesiano en 1906. En 1917 embarcó para Camagüey (Cuba), de donde regresó dos años después, por motivos de salud. Allí volvió después de un segundo y largo período de estancia en Carabanchel Alto.
En 1934 fue destinado a Mohernando (Guadalajara).
Don José María sufría desde hacía años de parálisis progresiva. Por esta razón se le permitió quedarse en el colegio, mientras el resto de la comunidad abandonaba por primera vez la finca, expulsados por los milicianos. La definitiva evacuación posterior del día 3 de agosto le forzó a integrar la expedición a Madrid. El viaje, resultó para don José María un tormento. Al llegar a la capital, estuvieron primero en el centro de Izquierda Republicana y luego fueron trasladados a la Dirección General de Seguridad. Su delicada salud le impedía descender sin ayuda de un escalón.
Un joven insinuó que le pusieran una silla como peldaño.
Pero los milicianos, por toda respuesta, empezaron a echar la culpa de la guerra a los frailes. Y a él, por creerle uno de los sacerdotes ancianos, le acusaban de haber envenenado al pueblo con sermones. La primera media hora en la Dirección General de Seguridad la pasaron los detenidos de pie, cara a la pared, y con las manos atrás. Don José María agobiado por su mal, pedía insistentemente la medicina que tenía en la maleta. Su ruego fue siempre desatendido. A las 2 de la madrugada, del día 4 de agosto, con otros salesianos procedentes de Mohernando, don José María entraba en la cárcel de Ventas. Aquí le esperaban al coadjutor nuevos sufrimientos hasta su muerte.
Viendo, precisamente, que su salud se agravaba, le trasladaron inmediatamente a la enfermería, donde una “extraña” inyección que le pusieron acabó con su vida. Era el día 9 de agosto de 1936. Su cadáver permaneció algún tiempo abandonado en el patio de la enfermería. Insepulto, todavía fue objeto de insultos y burlas groseras por parte de los milicianos. Beatificado por SS Benedicto XVI el 28 de octubre de 2007.
Martirologio Romano: En Brandeburgo, Alemania, beato Francisco Jägerstätter, campesino austríaco mártir, que murió guillotinado por negarse, en obediencia al Evangelio, a servir militarmente a un régimen contrario a la dignidad humana. Nació en la aldea de St. Radegung, Austria, en el seno de una familia de granjeros. Durante su juventud y adolescencia se distinguió por su alegría y vitalidad. A pesar de las tentaciones propias de su edad, permaneció siempre firmemente arraigado a los principios de la fe. En 1936 se casó con Franziska Schwaniger, que le dió tres hijas.
Los esposos eran católicos practicantes. Tras la anexión de Austria por los alemanes, le ofrecieron ser alcalde de su pueblo. Lo rechazó. Fue además el único en su pueblo que votó en contra de la anexión. En 1943 fue llamado a cumplir el servicio militar, en pleno conflicto mundial, declaró que como cristiano no podía servir a la ideología nazi y combatir en una guerra injusta (conocía la eutanasia que se aplicaba a los enfermos psíquicos).
Su vida y su elección reflejaban un radicalismo evangélico que no admitía réplicas, sino que provocaba e interpelaba. Ante el terror nazi, ante la oscuridad de las conciencias y el consiguiente olvido de Dios, Franz elevó su voz sin alardes, pero con gran valor, para defender a la Iglesia de la furia anticlerical y para anunciar con su ejemplo el amor al prójimo, hermano en Cristo y no un hermano contra el cual combatir.
Consideraba que aquella guerra era “culpa y grave pecado”. Le gustaba repetir: “El que no lee, se convierte en pelota de la opinión de los otros”. Franz fue procesado por insumisión por un tribunal en Berlín, que lo condenó a muerte. Permaneció detenido en la prisión militar de Linz, desde allí fue trasladado a una cárcel en Brandeburgo. Quienes compartieron con él aquellos meses testimoniaron que soportó la prueba con infinita paciencia, en particular el profundo dolor de la despedida de su esposa e hijas.
A su esposa envió una serie de cartas, en las que destaca continuamente su entrañable e inquebrantable amor a la familia, a la Iglesia, a Dios, así como su petición de perdón por todos los sufrimientos que podía haber ocasionado con su decisión de oponerse a la guerra. Poco antes de ser guillotinado se le administró los sacramentos y se le preguntó si necesitaba algo. Respondió con gran entereza: “Tengo todo, tengo las sagradas Escrituras, no necesito nada”. Fue beatificado el 26 de octubre de 2007 en Linz (Austria) durante el pontificado de SS Benedicto XVI, y en la ceremonia, que convocó cerca de 5000 personas, estuvieron presentes su viuda, Francisca Jägerstätter, y sus tres hijas.
Santos Secundiano, Marceliano y Veriano. M. 250. Mártires toscanos durante la persecución de Decio en los alrededores de Civitavecchia. Parece que Secundiano fue un importante funcionario imperial, mientras los otros dos son llamados "escolásticos"; pero nada se puede afirmar con certeza de este grupo.
San Román de Roma. M. 258.
Martirologio Romano: En Roma, en el cementerio de san Lorenzo, en la vía Tiburtina, san Román, mártir. Según el "Liber Pontificalis", san Román era «ostiario», esto es: una de las cuatro órdenes menores, correspondiente a portero, de la Iglesia de Roma, que sufrió el martirio en la misma época que san Lorenzo.
Esta es la información posiblemente cierta y fiable que tenemos sobre él. Las «Actas» de su martirio, que carecen totalmente de valor histórico, le transformaron en uno de los soldados encargados de vigilar a san Lorenzo. Al ver el gozo y la constancia de ese mártir, Román se convirtió al cristianismo y fue instruido y bautizado en prisión por el propio Lorenzo. Como confesase la fe cristiana, fue juzgado, condenado y decapitado la víspera de la ejecución de san Lorenzo y alcanzó así la corona antes que su maestro.
Fue decapitado fuera de la Puerta Salaria.
Durante la noche el sacerdote Justino recogió su cuerpo y lo sepultó en una cripta en la zona del cementerio de Verano. Sus reliquias reposan en la basílica de San Lorenzo en Verano, pero algunas fueron trasladadas a Lucca y otras fueron enviadas a Ferrara. Patrón del principado de Mónaco. Santos Firmo y Rústico. M. c. 290. Eran ciudadanos importantes de Bérgamo, miembros de la misma familia, que fueron capturados en Milán, durante la persecución de Diocleciano; fueron martirizados en Verona bajo el gobierno de Maximiano, por el prefecto Anulino en tiempos del obispo Prócolo. Otros autores dicen que era de origen africano y que sus reliquias se trasladaron a Verona, de ahí que nació la leyenda que fueron martirizados en Verona en el 305. Su pasión no es auténtica. Patronos secundarios de Verona.
San Fedlimino. s. VI.
Martirologio Romano: En Kilmore, también en Hibernia (hoy Irlanda), san Fedlimino, obispo. Obispo. Se dice que fue discípulo de san Columba; entorno al lugar donde se encontraba su celda surgió la ciudad de Kilmore. Patrón de Kilmore, Irlanda.
San Nateo de Achonry. M. c. 610.
Martirologio Romano: En el monasterio de Achonry, en Hibernia (hoy Irlanda), san Nateo, obispo y abad. Se le conoce como “Cruimthir” (el sacerdote). Nació en Luighne, Sligo, Irlanda y fue discípulo de san Finiano de Clonard, que lo nombró obispo. Fundó y gobernó como abad mitrado un monasterio en Achonry, Irlanda, este hecho está cuestionado por algunos estudiosos en vista de su apellido.
San Julián y compañeros. M. c. 730.
Martirologio Romano: En Constantinopla, conmemoración de los santos mártires que fueron muertos por defender la antigua imagen del Salvador colocada en la Puerta de Bronce, que iba a ser derribada por orden del emperador León Isáurico. Mártir junto con Marciano, María.
Es un grupo de unos 30 ciudadanos de Constantinopla (entre ellos una patricia de nombre María) que se opusieron con fuerza a las tentativas de los iconoclastas de destruir un icono de Nuestro Señor, colocado en la puerta de bronce de la ciudad; fueron decapitados y torturados por orden de León el Isaurico.
Ricardo Bere. Beato. M. 1537.
Martirologio Romano: En Londres, en Inglaterra, beato Ricardo Bere, presbítero y mártir, que, por orden del rey Enrique VIII, a causa de su fidelidad al Romano Pontífice y por la defensa del matrimonio cristiano, en unión con sus hermanos de la Cartuja de aquella ciudad, murió extenuado por la suciedad de la prisión y el hambre, sufridas durante largo tiempo. Nació en Glastonbury, estudió en Oxford y se hizo cartujo en Londres.
Después de que el prior san Juan Houghton fuera martirizado con otros dos priores en mayo, tomó la dirección un nuevo prior que, ayudado de otros monjes, quería que todos los miembros de la comunidad acatasen la voluntad del rey Enrique VIII. El 18 de mayo de 1537 toda la comunidad prestó el juramento pedido, pero diez religiosos se negaron, entre ellos el padre Ricardo Bere, sacerdote. Pocos días después fue llevado con sus compañeros a la cárcel y encadenado con una argolla en el cuello, y se les dejó morir de hambre. Durante un mes se les pudo llevar algunos alimentos pero luego se cortó toda fuente de suministros, y así fueron muriendo uno a uno. El padre Ricardo Bere falleció el 9 de agosto de aquel año. El papa León XIII lo beatificó, junto con otros mártires, el 9 de diciembre de 1886.
Germán de Carcagente (Jorge María Garrigues Hernández). Beato. (1895-1936).
Martirologio Romano: En el pueblo de Carcagente, en la región de Valencia, también en España, beato Germán (José María) Garrigues Hernández, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos y mártir, que, en el furor de la persecución contra la fe, superó la tortura de su cuerpo con una muerte preciosa.
Nació en Carcagente.
Profesó en la Orden Capuchina el 15 de agosto de 1912 y fue ordenado sacerdote el 9 de febrero de 1919. Se dedicó a la enseñanza de la juventud y al apostolado entre los pobres. Fue formador y profesor en el Colegio de San Buenaventura de Totana (Murcia) y en el Seminario Seráfico de Massamagrell.
Cuando se cerraron los conventos, se vio obligado a refugiarse, junto con un hermano suyo, en la casa paterna en Carcagente. El 9 de agosto de 1936 fue arrestado, y luego hecho objeto de burlas y malos tratos.
En la noche del día 10 lo trasladaron en coche hasta cerca del puente de hierro del ferrocarril sobre el río Júcar; lo hicieron bajar del vehículo y entonces el P. Germán se arrodilló, besó las manos de sus asesinos y los perdonó. A continuación lo fusilaron y su cadáver fue arrojado al río, pero, recuperado más tarde, fue enterrado en el cementerio de Carcagente.
Palabras suyas fueron: “Os perdono, porque sé que vais a matarme”. “Yo no he hecho mal a nadie. Que sea lo que Dios quiera”.